El Rol de la Cultura

El concepto «cultura» tiene muy diversos significados. Según la Wikipedia la palabra proviene del «latín cultūra y es un término que tiene muchos significados interrelacionados. Por ejemplo, en 1952, Alfred Kroeber y Clyde Kluckhohn compilaron una lista de 164 definiciones de «cultura» en Cultura: Una reseña crítica de conceptos y definiciones; y han clasificado más de 250 distintas. En el uso cotidiano, la palabra «cultura» se emplea para dos conceptos diferentes:

  • Excelencia en el gusto por las bellas artes y las humanidades, también conocida como alta cultura.
  • Los conjuntos de saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, incluyendo los medios materiales que usan sus miembros para comunicarse entre sí y resolver necesidades de todo tipo».

Para Julio Cortazar «la cultura es el ejercicio profundo de la identidad». Podríamos agregar: personal, familiar, grupal, étnica, popular, nacional y aquella que se va conformando a nivel global.

En una nota del diario El País la directora de la Fundación Europea de la Cultura, Katherine Watson, considera que las ideas innovadoras de la sociedad civil pueden mostrar a los políticos soluciones inclusivas para ciertos problemas. Al respecto, en una parte del reportaje, se da este diálogo:

«P. ¿Este concepto de cultura puede ser una herramienta para luchar contra la pobreza o la desigualdad?

R. Creo que somos muchos los que vemos en la cultura una fuerza de cambio del mundo, para lograr sociedades más igualitarias y justas. Y eso puede ser a través de proyectos en el terreno económico, político, social, educativo… Pero con la intención compartida de que la sociedad sea más inclusiva y democrática en Europa.

P. Pero, ¿cómo?

La democracia no es solo votar. La democracia de cada día que tiene que ver con la participación en tu comunidad, incluso si no eres un ciudadano oficial

R. La democracia no es solo votar. La democracia de cada día que tiene que ver con la participación en tu comunidad, incluso si no eres un ciudadano oficial. Tenemos la idea de que la cultura es arte y literatura. Pero tenemos el ejemplo de la chica egipcia que trabaja con mujeres con Down que quiere abrir una cafetería y vender galletas. Eso es un espacio cultural también, como lo puede ser un teatro o una biblioteca. Hablamos de lugares compartidos en los que la gente pueda aprender a vivir conjuntamente. Pongo un ejemplo. Entre todos nuestros programas, desde hace una década entregamos anualmente el premio Princess Margriet, que es un galardón de cultura para el cambio. Uno de los ganadores de 2017, Luc Mishalle, es músico y de bastante éxito, por cierto. Él trabaja en Molenbeek, en Bruselas, un barrio conocido en los medios de comunicación porque allí residían los terroristas que atentaron en el aeropuerto de la ciudad. Esto ha provocado que sus vecinos estén divididos, muchos sienten que ese barrio ya no es el suyo. Por eso Mishalle lleva años trabajando con niños y personas mayores de diferentes culturas en la creación artística para la comunidad y tocan en las plazas públicas, lo que tiene poco que ver con su trabajo en los grandes escenarios. Así que él es un artista, pero también es un trabajador social. Y eso es lo que queremos destacar y celebrar.

Otro ejemplo lo encontramos en una de las ideas que tenemos en esta edición del IdeaCamp. Se trata de la creación de una plataforma online en la que personas que quizá todavía no tienen sus papeles en regla, puedan conectar sus capacidades con las necesidades en la comunidad. Un lugar para compartir habilidades».

Se considera que este enfoque de la cultura, relacionándolo con «lo mejor» de la identidad (en el concepto de Cortazar) en sus diferentes expresiones, así como otros planteados, por ejemplo, por el Papa Franciscolíderes sapienciales, nos pueden ayudar a converger hacia un mundo mejor.

 

Economías con finanzas éticas y colaborativas

La temática de la banca ética, o con valores, donde muchas veces se incluyen también conceptos como finanzas colaborativas, finanzas solidarias y ahorro socialmente responsable, surge como corriente y expresiones concretas frente a la “financiarización de la economía” (que ha venido creciendo sostenidamente, en particular desde los años setenta del siglo pasado), las crisis financieras y lo que la Cumbre del G20 del año 2009 ha calificado como a «un sistema financiero irresponsable”.

Peru Sasia, Presidente de FIARE (la palabra FIARE es un acrónimo de Fundación para la Inversión y el Ahorro Responsable), traslada, en su artículo sobre “El proyecto FIARE: alternativa financiera desde la acción colectiva”, la necesaria oportunidad de un cambio de rumbo en el proceso financiero dominante, desdoblado, opaco, ausente de valores éticos… No es posible que se crezca a costa de los más y urge la necesaria acción conjunta, de todos los que sueñan con un mundo incluyente (sin exclusiones y sin abusos de unos (los pocos sobre otros (los más). Se necesita una acción financiera transparente y asentada en valores éticos, en la participación ciudadana que traslada a esa acción valores de cohesión y solidaridad social. Es la oportunidad de construir, desde las finanzas, ese otro .mundo que es posible Es preciso decir que las iniciativas de finanzas éticas surgidas en España no nacen de esta crisis, aunque son reforzadas por ella, demandando otra banca que es posible. Nacen hace 15/20 años (según las diversas experiencias), desde flujos solidarios de personas que funcionan por debajo de lo visible en ;la sociedad y que pretenden aportar dinero a proyectos sociales, con repercusión en la cohesión social porque detectan que el empeño en la equidad social no entraba en el horizonte de las instituciones financieras existentes. Éste es su valor, la potencia de la creatividad social ante necesidades no atendidas por ,el sistema. La banca ética, en nuestro caso FIARE busca formas de participación colectiva, para lo cual adopta la forma jurídica de cooperativa, donde cada persona es un voto y las asambleas posibilitan participar en las decisiones estratégicas. FIARE es la conclusión práctica de la búsqueda realizada por personas solidarias de ese otro mundo que es posible, donde todas las personas, sin exclusión, han de tener su espacio y donde la equidad se conforma .como la base imprescindible para la cohesión social”.

De la cita anterior del documento de SETTEM surge que si bien se busca un movimiento general hacia un sistema financiero responsable y ético, dentro del mismo emerge la posibilidad de que se pueda articular un ahorro socialmente responsable que se pueda canalizar hacia proyectos sociales que buscan promover la equidad social.

En el sitio cuéntame algo bueno, el 3/9/2018, se presenta una nota «Por un Nuevo Modelo Financiero de Nueva Economía» donde se plantean Buenas Prácticas Concretas, propuestas por el Foro Nesi. Allí se explicita que en este Nuevo Modelo de Finanzas:

  • Se reduce la especulación financiera y se priorizan las inversiones en proyectos con valores éticos, sociales y medioambientales, buscando el bien común entre empresas, administración y ciudadanía
  • Los ciudadanos son parte muy activa del sistema e invierten en los proyectos e iniciativas que les interesan a través de las “finanzas colaborativas”, con instrumentos como el Crowdfunding, el Matchfunding o el Equityfunding.
  • La transparencia de bancos, personas y movimientos financieros es total, con operaciones y cuentas auditadas y a disposición de toda la ciudadanía. Desaparecen el fraude fiscal y los paraísos fiscales.
  • Las finanzas están orientadas hacia el bien común y no buscan el constante crecimiento económico.

Respecto del «cómo» y cuales son los factores claves para alcanzar el Nuevo Modelo Financiero señala que es:

  1. Implicando a todos los actores involucrados en el sector de las finanzas: ciudadanía, banca o sector financiero tradicional, banca ética, pro financiadores, asociaciones vecinales, comunidades, ONGs locales, escuelas de negocio, facultades de económicas e instituciones públicas y ayuntamientos, entre otros.
  2. Constituyendo un pacto por una Nueva Economía entre los actores implicados. El pacto incluye una serie de valores que deben inspirar a cualquier inversión a realizarse. Los valores, orientados hacia el bien común, son: libertad, verdad, justicia, paz y solidaridad.
  3. Aumentando la conciencia colectiva a través de la educación financiera y la sensibilización a la ciudadanía mediante el impulso a la visibilización de casos de éxito sobre un nuevo modelo en las finanzas.
  4. Dinamizando las finanzas colaborativas (crowdfunding, matchfunding, equityfunding):
    1. actualizando el marco normativo;
    2. habilitando mejores espacios físicos (en el territorio) o virtuales (en internet a través de plataformas o apps) para encuentro de las personas que quieren invertir en los proyectos; y
    3. Incentivando estas prácticas, por ejemplo a través de medidas fiscales que beneficien a las personas u organizaciones que participen en proyectos sociales.
  5. Promoviendo una redistribución de la riqueza y disminuyendo la brecha económica existente entre las personas. Esto puede realizarse a través de una nueva fiscalidad, financiamiento de proyectos o ayudas a organizaciones sociales, entre otras.
  6. Democratizando la economía, poniéndola de nuevo al alcance de los vecinos a una escala de barrio a través de las monedas locales y sociales, bancos del tiempo y el consumo colaborativo».

Finalmente indican que ya existe la Banca Ética, y un ejemplo de ellos es el Triodos Bank. En la imagen de la entrada hemos colocado una foto y una frase de Joan Melé, miembro del Consejo Asesor de dicho banco y cuyas opiniones se pueden visualizar en estos videos. En Argentina existe una institución muy interesante como es el caso de la Fundación La Base que financia a cooperativas de trabajo.

Podemos afirmar que esta corriente y estas experiencias concretas nos ayudan a converger hacia el bien común y a un mundo mejor.

PD: Al principio de esta nota se han tomado referencias de este encuentro del Senado de Argentina en mayo de 2015.

 

Economias con Movimientos de Capitales Especulativos

El dinero ha fluido entre personas y países desde sus orígenes pero ha tomado velocidad con el desarrollo del capitalismo, la globalización y la financierización de la economía. Sobre esta temática es relevante este libro de la CEPAL.

La corriente principal de la economía ha postulado que, para que haya un equilibrio general a largo plazo, se debe garantizar el libre movimiento de factores como los capitales, los bienes y servicios (el comercio) y las personas -en tanto trabajadores-. Esto último ha tenido muchas restricciones (sólo un ejemplo es la política de Donald Trump, en Estados Unidos, con los migrantes), pero en el caso de los capitales ha tenido una historia donde se ha fomentado su libre movimiento aunque con restricciones en determinados períodos y países. Los capitales son fundamentales para la inversión, pero -a veces- se han centrado en movimientos meramente especulativos de corto plazo (entrando y saliendo de los países sólo para hacer una diferencia de ganancia).

Un economista de gran formación y Premio Nobel de Economía, como James Tobin, propuso una tasa (ver imagen de la entrada) para gravar las transacciones financieras, buscando eliminar los movimientos especulativos de corto plazo, amortiguar las fluctuaciones del tipo de cambio y las crisis financieras (en especial en los países emergentes o fronterizos de la economía global). Entre los debates que la misma generó posteriormente, se la vinculó -entre otros- a los movimientos antiglobalización, a su aplicación a la reducción de la pobreza y al daño medio ambiental.

Si bien no ha podido ser implementada a escala global (por el rechazo de los sectores vinculados a las finanzas y a determinados países como Inglaterra y Estados Unidos), hay países que han tomado medidas (aceptadas por el FMI) para reducir los movimientos especulativos y evitar la volatilidad ligada a capitales «golondrinas» (véanse estudios como este). Ellas han sido desde las más intervencionistas y extremas (como el caso de Venezuela en la actualidad o el denominado «cepo» cambiario -con otras medidas colaterales- en la Argentina) que terminan siendo muy dañinas en el tiempo, hasta países que lo tuvieron durante un tiempo como Chile u otros de manera más persistente como la India. En el caso de la Argentina, además de lo mencionado del cepo, hubo diferentes políticas como las del ministro Lavagna que había establecido un plazo de permanencia de un año para los capitales externos, el ministro Prat Gay lo bajó a 120 días y el Ministro Dujovne (Resolución 1/2017) lo eliminó. El debate se reabrió en mayo de 2018 con un aumento de la volatilidad expresada en una corrida cambiaria y la salida de capitales. Esta última tuvo distintas causales, como el cambio de metas de inflación de diciembre 2017 y las dudas sobre la sostenibilidad de la política económica (en particular la de neutralizar la emisión de pesos por la entrada de dólares, originalmente con Letras denominadas LEBACS y más recientemente con  Leliq a una tasa del 70% anual). Al respecto son interesantes las enseñanzas de China, en general y para Argentina, según esta nota de Eduardo Fidanza comentando un artículo del Wall Street Journal  (con la salvedad de que no hay políticas de ingresos).

Tal vez podamos concluir que la fijación prudente (y a veces acotada en un período de la historia económica) de normas nacionales -como un plazo mínimo de permanencia para la entrada de capitales- (*) y el fomento de la inversión nacional como extranjera en el desarrollo productivo, son cuestiones deseables para disminuir la especulación y fomentar el empleo. Aunque -por el momento- es difícil implementar la tasa Tobin a escala internacional (v.g. la Unión Europea), vincularla al logro del financiamiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y a la disminución de la desigualdad, no por ello se debe dejar de promover e impulsar instrumentos tan significativos como este. Ello nos puede ayudar a converger hacia un mundo mejor.

(*) esto es posible mientras se esté en la categoría de «país de frontera» según la categorización que hace Morgan Stanley. Cuando se pasa a «país emergente» ya no es posible apelar a este tipo de regulaciones.

PD: la temática de esta nota está relacionada con el documento del Vaticano del 17/05/2018, denominado «Oeconomicae et pecuniariae quaestiones.- Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico y financiero».

 

Crecimiento, Desarrollo y Futuro

En la historia de la humanidad, sin duda, el capitalismo ha sido el sistema que mayor crecimiento (entendido por mayor valor agregado o producto bruto) ha logrado, comparado con sistemas anteriores o con el socialismo «real» (muy centrado -básicamente- en la cuestión de la propiedad como forma de justicia e igualdad).

Sin embargo, en otras entradas, hemos también señalado que si bien ha elevado el nivel de vida promedio y sacado de la pobreza a muchos millones de personas, ha profundizado -en especial en determinados períodos y en la actualidad- la desigualdad, formas de trabajo inhumano y gravísimos problemas medioambientales.

Sabemos que hay variedades de capitalismo y que aquellas que lograron pasar del crecimiento al desarrollo, a través de una cultura y una sociedad que participó y pudo impulsar formas inteligentes y adecuadas de intervención del Estado y responsabilidad social de las empresas (así como otras formas de emprendimientos), lograron sociedades más igualitarias y más «amigables» entre las personas y con el medio ambiente. A nivel mundial esto se ha podido plasmar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre el cambio climático (con la lamentable retirada de Estados Unidos de Norteamérica).

A fin de precisar los términos, en particular desde el punto de vista económico, utilizaremos un texto de Julio H.G. Olivera, publicado en El Trimestre Económico en 1959, denominado «Crecimiento, Desarrollo, Progreso, Evolución: Nota sobre relación entre conceptos», que sigue muy vigente. Al comienzo del mismo expresa que «aunque ordinariamente se utilizan de modo indistinto las expresiones crecimiento, desarrollo, progreso, y evolución económica, trátase en realidad de fenómenos diferentes que deben deslindarse con la mayor precisión posible. Proponemos, con tal objeto, el siguiente criterio de distinción:

1) crecimiento económico es la expansión del producto social como función del tiempo;

2) desarrollo económico, el aumento de la razón del producto social actual respecto del producto social potencial, ambos como función del tiempo; a su vez el producto social potencial se lo puede definir de diversas maneras,

3) el progreso económico el aumento en el grado de la satisfacción de las necesidades sociales,

4) evolución económica, el proceso de cambio cualitativo en la organización económica de la sociedad».

Estos conceptos pueden o no darse en la realidad concatenados unos con otros, y dependerá de cada circunstancia histórica. En lo que se refiere al concepto de evolución, como proceso de cambio cualitativo, en este blog lo hemos vinculado a una mayor conciencia (que puede o no darse, así como la posibilidad de «involucionar»).

El pasaje del crecimiento al desarrollo (1), y su vinculación con lo regional y sectorial (2)ha sido algo muy positivo en la línea de converger hacia un mundo mejor. Es un proceso complejo con distintos componentes, que deben articularse en un marco global de densificación y diversificación productiva (3). Las distintas expresiones de la cultura y la sociedad, articuladas con las instituciones (4) deberían tender a que esto «evolucione» en un mediano y largo plazo (se llame postcapitalismo u otra denominación). Para ello la razón debería estar impulsada por una empatía compasiva que se plasme en todas nuestras acciones, desde las personales y grupales hasta las socioeconómicas y políticas, con regulaciones y un Estado que actúe con inteligencia, gradualidad (pero a ritmo sostenido) y eficacia en un contexto de una institucionalidad global que vaya en esta misma dirección. No sólo es necesario sino que -seguramente- coincidamos en que es «urgente».

(1) En los últimos años se ha relativizado o puesto en cuestión en el enfoque de la «economía del decrecimiento«, del mismo modo que la noción de «progreso«. También es muy interesante el enfoque de Ricardo Hausmann en este video donde equipara la noción de desarrollo a «saber hacer».

(2) Para el caso argentino es muy interesante este texto.

(3) Al respecto ver el enfoque de Ricardo Hausmann vinculado con la teoría scrabble del desarrollo y el concepto de complejidad económica. En este link se expresa, entre otros conceptos, lo siguiente: «esta nueva búsqueda llevó a Hausmann a concebir la noción de “complejidad económica”, que postuló por primera vez en julio de 2007 en un artículo en Science. Para muchos, este concepto constituye su mayor aporte al campo de la economía del desarrollo, dice Chris Papageorgiou del Departamento de Estudios del FMI. En su sitio web, Hausmann dice: “El secreto para producir cosas complicadas no radica en tener gente más inteligente, sino mucha gente con conocimientos diferentes y complementarios. Las sociedades más ricas tienen más conocimientos colectivos y los usan para generar una mayor variedad de productos más complejos”. Los países pobres, dice, pueden producir unos “pocos productos sencillos”. De lo anterior se deduce la importancia de la complementariedad en la diversidad para que haya desarrollo.

(4) En esta nota hemos dado un ejemplo sobre la necesaria articulación entre culturas e instituciones frente a un fenómeno grave.

Prevención de Catástrofes Humanitarias

Muchas crisis humanitarias cuando no se previenen, atienden o resuelven, desembocan en catástrofes humanitarias. Según la Wikipedia las causales pueden ser múltiples como «crisis políticas (guerra internacional o civil, persecución de una minoría), crisis ambientales, que a su vez pueden ser previsibles (malas cosechas por sequía, plagas o en todo caso mala planificación, que pueden producir hambrunas), poco previsibles (huracanes, monzones) o totalmente imprevisibles (terremotos, tsunamis). Cabe destacar que, las mayores causas de crisis humanitarias en el mundo son productos de crisis políticas donde no sólo destacan acciones que no generar el repunte de la economía sino cuyos gobiernos se encuentran plagados de burocracia y corrupción».

En la imagen de la entrada se ha intentado mostrar geográficamente algunas de ellas y su visualización cuantitativa de la población en sus lugares de origen y en los lugares de destino. Según ACNUR la cantidad desplazados en el mundo en 2016 alcanzó la cifra récord de 65,6 millones de personas (una vez y media la población de la Argentina). El desarraigo de ella y la sensación de invasión en los lugares de destino provoca -en estos últimos- múltiples reacciones desde las positivas (solidaridad) pero fundamentalmente negativas de xenofobia, racismo y crisis políticas con giros hacia políticas de derecha o extrema derecha.

¿Es posible prevenir este tipo de crisis y catástrofes? Hasta el momento parece que no, y puede parecer como utópico un enfoque de este tipo. Sin embargo dado el horror que significa que tantos millones de personas padezcan esto, y que ello no es una fatalidad, podemos plantearnos -al menos conceptualmente- que si quisiéramos prevenir las causas de estas crisis deberíamos tener en cuenta algunos de los siguientes aspectos:

  • las crisis políticas están relacionadas fundamentalmente a la cuestión del poder que muchas veces deriva en autocracia y en definitiva a que no sabemos canalizar nuestra energía y vínculos con sabiduría,
  • lo anterior también conlleva una mala gestión de la economía y a desencadenar hambrunas como en la Rusia de Stalin, en la China de Mao o en la Venezuela de Maduro, por citar algunas de ellas, derivadas -entre otros elementos y además de lo que se viene de mencionar- de un mal abordaje del tema del mercado,
  • también las crisis políticas derivan en guerras civiles o en guerras entre países, planteando el desafío impostergable para la humanidad de la construcción de la paz ante un mundo preocupante,
  • las causales de las crisis ambientales (y sus múltiples derivaciones, una de las cuales son las hambrunas), y la importancia de la lucha contra el cambio climático en su cuanto a su generación, así como las catástrofes naturales, que deben ser tenidas en cuenta,

entre las principales.

No es fácil -como expresáramos anteriormente- modificar este tipo de situaciones, pero es un desafío para la humanidad actuar con urgencia y persistencia dada la gravedad de estas situaciones y sus múltiples implicancias, transformando la civilización si queremos perdurar y desarrollarnos en este planeta. Cambios de culturas, consensos amplios y transversales e instituciones adecuadas y eficaces son un buen comienzo para converger hacia un mundo mejor.

 

¿Sólo el corto plazo?

El «aquí y ahora» es una muestra racional de realismo. La frase, en la imagen de la entrada, así lo refleja. Sin embargo como seres humanos tenemos capacidad de «proyectarnos», anhelos de «trascender»…. ¿Usamos esa capacidad?

Una primera respuesta es que «es difícil«. En el mundo actual, y una de sus caracterizaciones «VICA» (volátil, incierto, complejo y ambiguo), fomenta el «aquí y ahora» porque más adelante «no sabemos». La postmodernidad y la caída de los grandes relatos también contribuyen. Otras explicaciones van por el lado de la biología: «tenemos una inclinación profunda y primitiva hacia la distracción. Queremos saber todo lo que ocurre a nuestro alrededor, un rasgo que probablemente ayudó a mantenernos vivos cuando vivíamos en la jungla». Otra explicación la da el neurocientífico Facundo Manes, que explica el concepto de «miopía del futuro» y señala la importancia de resolverla a través de la educación y de poder procesar cuestiones emocionales que la dificultan en lo social.

Las nuevas tecnologías (su lógica, el exceso de información y estímulos) -según un libro de Nicholas G. Carr- también generan serias dificultades para abordar una reflexión profunda que nos proyecte. Esto también se expresa en el comportamiento socio-político, según el sociólogo Eduardo Fidanza. En una nota afirma: «…al votante medio no le interesa la política. Su vida transcurre en la esfera privada, determinada por las alternativas laborales, los lazos familiares y amistosos, la panoplia tecnológica, el entretenimiento, las redes sociales e Internet, el consumo, la fugaz sexualidad. A ese ciudadano apolítico, con déficit de atención y sumido en el multitasking, le calzan las herramientas antes que los argumentos. Inadvertidamente, las apps se fueron convirtiendo en el paradigma de sus aspiraciones cotidianas: comprar pizza, detectar un síntoma físico, conseguir transporte, concertar una cita, jugar o hacer una broma, deben resolverse rápido para pasar a la siguiente escena donde aguardan Netflix, la consola de juegos, el deporte a toda hora, el dilatado universo de las redes y las compras. En ese mundo de estímulos múltiples y búsqueda de soluciones prácticas, la política exitosa emula la tecnología digital: es una aplicación a gran escala para facilitar la vida…».

Sin embargo hay otras manifestaciones sociales que van más allá de la curiosidad y la gratificación individual de corto plazo. El aprendizaje del sufrimiento, de nuestras múltiples limitaciones, de las expresiones de fe (en sus distintas manifestaciones de la necesidad de creer y de tener esperanza), el hecho de que nos sigamos educando, de quienes apuestan por el cuidado de la vida en todas sus expresiones … son fuerzas muy poderosas a tener en cuenta. Por otro lado quienes planifican, tanto a nivel local y nacional, como las empresas y organizaciones sin fines de lucro, entienden que es fundamental contar con una visión y una misión de mediano y largo plazo (transformadas en planes, proyectos y actividades), más allá de las lógicas incertidumbres (se aplica la frase: «no hay viento favorable para aquel que no sabe a dónde va»).

En la medida que, a esto último, le podamos dar espacios en lo personal, en lo socioeconómico y político, y un buen sentido en donde jugar nuestra libertad positiva asociada a la solidaridad, la justicia….seguramente nos ayudará a converger a un mundo mejor.

La Desigualdad

Los seres humanos somos iguales por naturaleza y dignidad. También, cada uno, es singular y diferente: en género, en edad, en historia personal, en el contexto donde se desarrolló esa historia, en talentos o capacidades… entre otras características diferenciales.

En esta nota nos preguntaremos acerca de cuándo la diferencia se convierte en desigualdad y falta de equidad, y de allí la frase en la imagen de la entrada (1). Aquí van algunas de las posibles explicaciones con comentarios sobre medidas a adoptar:

  • según Jean-Jacques Rousseau, en su Discurso sobre el Origen y los Fundamentos de la Desigualdad de los Hombres, hace mención a la desigualdad de fuerzas y a la desigualdad surgida de la moral (hoy podríamos agregar de determinadas «pulsiones» y una razón práctica localizada a lo «útil de corto plazo»)Respecto de la moral, ve a la sociedad civil como una trampa perpetuada por los poderosos sobre los débiles, de modo que puedan conservar su poder y riqueza. Por lo tanto el origen de la desigualdad está en el poder. Relaciona esto con el lugar que cada uno ocupa en la división social del trabajo y tomar ventaja o aprovecharse (¿la codicia?, ¿la maximización de lo individual?, ¿la dificultad en compartir?) de ese lugar que cada uno ocupa en «la división del trabajo» (hoy podríamos decir dependiendo de las variedades de capitalismo y del tipo de globalización): «Mientras los hombres se limitaron a practicar diversas artes que no requerían la labor conjunta de varias manos, vivieron una vida libre, saludable, honesta y feliz. Todo esto cambió desde el momento en que un hombre empezó a necesitar la ayuda de otro y desde el momento en que a cada hombre empezó a parecerle ventajoso tener provisiones suficientes para dos”. De lo anterior se deduce que si la «raíz de la desigualdad está en las relaciones de poder» la «solución» de fondo va a pasar por canalizar nuestra energía de otro modo.
  • Quien no explica los orígenes de la desigualdad, pero sí muy bien la relación entre el progreso y la «inevitable» desigualdad (al menos hasta la actualidad), con la que va asociada, es Angus Deaton en su libro El gran escape: salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad (Fondo de Cultura Económica 2015). Cabe destacar que la «inevitable» desigualdad, debería ser «acotada» cómo se propone hacia el final de esta nota.
  • Si simplificáramos mucho el enfoque marxista, podríamos afirmar que -en la evolución de la conciencia humana- si sacamos la herramienta o «institución» de poder del explotador, que es la propiedad, socializamos las relaciones de producción (es decir el capital) y se retribuye el trabajo igualitariamente, se resuelve la desigualdad. Sabemos que la socialización se transformó -en la práctica- en estatización (con la consiguiente burocratización), y no se resolvió bien el balance entre estímulos materiales y morales (debatido al origen de la revolución cubana), emergiendo nuevamente variedades de capitalismo.
  • para el liberalismo económico la desigualdad es una cuestión natural y no sólo no es un problema, sino que genera un fenómeno de emulación hacia el arquetipo del «rico o exitoso en términos de acumulación económica» y por lo tanto es un motor poderoso de impulso y crecimiento del sistema capitalista (la evidencia empírica parece demostrarlo incluso en países como China recientemente),
  • la posición anterior tiene variantes como la de Branko Milanovic que dice que «la desigualdad es como el colesterol: hay una buena, que estimula la innovación, la competencia, etcétera, y una mala». El propone «revertir la concentración de capital, porque la participación del capital en el ingreso neto total está aumentando. Si el capital continúa estando concentrado, nuestra sociedad se vuelve automáticamente más desigual. En segundo lugar, debemos ofrecer a todas las personas las mismas oportunidades educativas de excelencia. Esto vale especialmente para Estados Unidos, pero también para otros países. Por lo tanto, el énfasis no debe estar en una mejor distribución del ingreso ya logrado, sino en garantizar a todos un punto de partida comparable. Me parece que este es el campo político futuro de la izquierda, junto con un impuesto a la herencia, aunque no sea muy popular. Tal impuesto no significa que se vayan a gravar todas las herencias, sino solo las grandes herencias de, digamos, más de un millón de euros. Esta podría ser una política sensata de izquierda: enfocarse más en el estadio anterior a la redistribución. Esta es una igualdad más sustancial que simplemente redistribuir el dinero que ya se ha ganado».
  • hay corrientes que plantean un sistema de bandas, entre un piso y un techo para la desigualdad. Volviendo a Rosseau, en “El contrato social” señala que “…el estado social será ventajoso para los hombres sólo cuando todos posean algo y ninguno tenga demasiado”, lo cual no implica igualdad absoluta entre los individuos, sino que establece como principio que “…ningún ciudadano sea lo suficientemente rico como para comprar a otro y ninguno tan pobre como para verse forzado a venderse». Esta ha sido en general la posición de la  socialdemocracia (podríamos incluir también al socialcristianismo) y experimentado, en particular, en los países nórdicos.
  • un autor reciente que ha fundamentado este tema en el sistema capitalista contemporáneo es Thomas Piketty (además de otros, como el citado Milanovic). Sintetizando su enfoque: «cuando la tasa de crecimiento de la rentabilidad del capital supera la tasa de crecimiento del producto y el ingreso, como sucedió en el siglo XIX, y parece muy probable que suceda de nuevo en el siglo XXI, el capitalismo genera desigualdades arbitrarias e insostenibles que socavan radicalmente los valores meritocráticos en los que se basan las sociedades democráticas«. Señala que «la política ideal es un impuesto progresivo sobre el capital, aplicado simultáneamente en todo el mundo, lo cual es indudablemente una utopía (pero una utopía útil)». En este sentido van las propuestas de gravar a las empresas tecnológicas que tienen sus activos «en la nube» y operan a escala global. Están quienes proponen gravar los flujos, como los financieros (tal es el caso de la tasa Tobin). También están las quince recomendaciones del Dr. Anthony Atkinson,
  • el 26/08/18 el diario La Nación publicó dos excelentes notas: una sobre las recetas exitosas que revirtieron el fenómeno de la concentración (que mencionamos en esta reflexión) y otra sobre felicidad y prosperidad.
  • la que nos hemos referido en esta entrada,

entre otras (véase, por ejemplo, el impacto de la desigualdad no sólo en los pobres sino también en los ricos).

Entonces para quienes vemos los problemas que conlleva la desigualdad, las propuestas sobre los procesos para disminuirlas o tender a resolverlas son muy variadas, además de la más arriba mencionada del diario La Nación:

  • generar un piso de oportunidades de condiciones de vida digna, y en particular con una educación de calidad, con políticas públicas adecuadas, e instrumentos como el ingreso universal, así como promoviendo nuevos tipos de trabajo y emprendimientos,
  • evitar la concentración del capital con restricciones como la defensa de la competencia y/o gravando más cuando esto se produzca,
  • gravar progresivamente el capital (stocks en general, e impuestos progresivos a la herencia y bienes personales) y flujos (ingresos personales y movimientos especulativos de capitales) que nos permitan financiar lo indicado en primer término, y posibilitando desgravar lo que vaya a inversiones que generen valor agregado (articulando generación de riqueza con distribución) hacia sectores con oportunidades de desarrollo sostenido en el tiempo y sustentable en lo medioambiental y social. Del mismo modo orientar el cambio tecnológico con políticas adecuadas («el cambio tecnológico tiene un paradigma redistributivo, ya que este resulta en fuentes de ingresos de capital. Como Atkinson mismo lo menciona, aludiendo a James Meade, esto es crucial porque “sí importa de quién son los robots”),
  • generar otro tipo de organizaciones (con otras culturas diferentes a la sola maximización del lucro) que agreguen valor tanto de empresas capitalistas que compartan el excedente así como las «no capitalistas» (de economía social, de comunión, y otras experiencias), articuladas con empresas públicas o mixtas eficientes,
  • acordar, en el marco del G20 y Naciones Unidas, otro tipo de globalización (más allá del nuevo esquema de re-equilbiro de poder que busca EEUU) no sólo para el comercio o la tecnología (en cuanto a su sentido, distribución y frutos), sino especialmente para que las medidas impositivas no sean eludidas o evadidas a paraísos fiscales o países con legislación permisiva. Si esto último ocurriera no se podría asignar la redistribución de lo recaudado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular a erradicar la pobreza en el mundo, evitar las migraciones por esta causal y revertir el cambio climático. Hasta tanto se avance a escala global habrá que discernir cuales son las posibilidades y límites a escala nacional y de bloques regionales, para avanzar en esa dirección,
  • generar otro tipo de intercambios,

entre las principales. Sabemos que es un camino muy difícil (en particular a escala global), pero estos procesos serán posibles si tomamos conciencia -al menos- de cuales son las consecuencias de no hacerlo y tenemos la sensibilidad y voluntad para que se movilicen todas las fuerzas culturales, sociales y políticas que permitan implementar instituciones adecuadas -tanto a nivel nacional como internacional- dándole un rol efectivo y adecuado a los Estados en los procesos mencionados. Al mismo tiempo será fundamental dejar de lado una cultura individualista y de relaciones de poder y pasar a vínculos articulados con móviles más empáticos, altruistas y solidarios, sin los cuales las instituciones no se sostienen (o se transforman en una «cáscara vacía» o en «un como sí»). Seguramente ello contribuirá a que las diferencias y singularidades no se transformen en desigualdades y sufrimiento, y podamos converger a «un compartir» de un mundo mejor y sustentable.

(1) En esta misma dirección va una frase de Freud en su obra publicada en 1927, denominada «El Porvenir de una Ilusión». Allí, entre otros conceptos expresa: “No hace falta decir que una cultura que deja insatisfecho a un núcleo tan considerable de sus partícipes y les incita a la rebelión no puede durar mucho tiempo, ni tampoco lo merece”. En la edición de este libro por parte de Rueda está en la pagina 16, tomo XIV, y en la de Editorial Amorrortu en la página 12, tomo XXI (agradezco a César Merea la referencia).

 

La Propiedad

Es un tema muy antiguo. Recientemente ha tomado una relevancia particular por algunas noticias internacionales y de países como Argentina (1), entre dos tipos de propiedad: la privada y la comunal (de los pueblos que toman denominaciones como originarios, ancestrales o aborígenes previos a la llegada del hombre blanco). En esta nota intentaremos precisar algunos conceptos.

Sabemos que los primeros grupos humanos compartían territorios (que iban cambiando en función de las condiciones ecológicas de los mismos) y alimentos a partir de lo que cazaban y recolectaban. Con el nacimiento de la agricultura en el Neolítico, se van delimitando los territorios donde aparece la propiedad común, se va perfilando una división del trabajo que se irá profundizando y un excedente. Dada esta mayor complejidad organizacional, se va pasando de un rol materno a uno patriarcal, y de una horizontalidad irán emergiendo liderazgos (caciques y sacerdotes) que también irán tomando cada vez mayor relevancia en el «cómo» se institucionalizará y gestionará la propiedad común (y que hoy adopta también la denominación de comunal en aquellas comunidades originarias que son realmente tales). Estos inicios han sido detallados en textos como «El origen de la propiedad, la familia y el Estado» de Engels, quien -a su vez- se basó en un texto del antropólogo Lewis H. Morgan. En el texto de Engels, en la página 88, dice “…Nada sabemos gasta ahora de cuando y como pasaron los rebaños de propiedad común de la tribu o de la gens a ser patrimonio de los distintos cabezas de familia; pero, en lo esencial, ello debió de acontecer en este estadio…”

Después ha tenido un largo derrotero hasta la actualidad con jalones importantes como con el derecho romano. De este largo derrotero sólo quisiéramos mencionar algunos puntos: las diferencias entre Platón y Aristóteles, y entre Marx y Proudhon, la aparición de la economía social, Locke y Fromm.

Aristóteles, en su texto La Política (Libro II, Capítulo II, Continuación del examen de “La república”, de Platón”), critica a Platón por su enfoque de la propiedad común (o comunidad de bienes) y propone combinar la propiedad privada y la mancomunidad (entre quienes tienen propiedad). Según Aristóteles «las explotaciones, estando todas ellas separadas, no darán origen a contiendas; prosperarán más, porque cada uno las mirará como asunto de interés personal, y la virtud de los ciudadanos arreglará su aplicación, de conformidad con el proverbio: «entre amigos, todo es común». Aún hoy se encuentran rastros de este sistema en algunas ciudades, lo cual prueba que no es imposible; sobre todo en los Estados bien organizados o existe en parte o podría fácilmente completarse. Los ciudadanos, poseyéndolo todo personalmente, ceden o prestan a sus amigos el uso común de ciertos objetos…»

En la modernidad, para autores como J. Locke , Dios creó el mundo, Dios dispuso de la propiedad común, y por ende Dios define la propiedad particular de cada individuo según el “trabajo” que realice sobre el estado común de la naturaleza.

Además del avance de la propiedad privada en la modernidad, hay un enfoque que retoma «lo común» bajo una de forma de propiedad (2) y de gestión de «economía social» (en particular el cooperativismo, y hoy en día otras modalidades de economía solidaria). Es el caso de los Pioneros de Rochdale y Robert Owen. Según la Alianza Cooperativa Internacional en la actualidad hay -aproximadamente- mil doscientos millones de personas que pertenecen a algún tipo de cooperativa y más de tres millones de cooperativas.

En esta etapa histórica, y desde la izquierda, tenemos el debate entre uno de los padres del anarquismo, como Pierre-Joseph Proudhon, a partir de su libro «¿Qué es la Propiedad? Investigaciones sobre el principio del derecho y del gobierno”, (donde menciona la famosa frase acerca de que «la propiedad es un robo»), y Carlos Marx, donde en su texto «Miseria de la Filosofía». entre otras cosas, dice“… Por lo tanto, el señor Proudhon reconoce su incapacidad de comprender el origen económico de la renta y de la propiedad. Confiesa que esta incapacidad le obliga a recurrir a consideraciones psicológicas y morales, que, estando en efecto remotamente relacionadas con la producción de la riqueza, guardan, en cambio, una conexión muy estrecha con la exigüidad de sus horizontes históricos. El señor Proudhon afirma que el origen de la propiedad tiene algo de místico y de misterioso. Ahora bien, ver misterio en el origen de la propiedad, es decir transformar en misteriosa la relación entre la producción misma y la distribución de los instrumentos de producción, ¿No equivale acaso, hablando con el lenguaje del señor Proudhon, a renunciar a toda pretensión en ciencia económica?…”  Aquí se observa, en el contexto de la modernidad, la insistencia de Marx por «objetivar» los fenómenos.

Sobre esto último, y en base a la nota de Eduardo Fidanza mencionada al final de la llamada (1), este dice: «…Me detendré brevemente en dos de estos desprejuiciados: Joseph Proudhom, el socialista devenido anarquista, y John Stuart Mill, el liberal utilitarista. No pudieron tener un origen más desigual: uno fue hijo de una humilde pareja de campesinos franceses; el otro, tuvo un padre intelectual y nació en una acomodada familia londinense. Ambos, sin embargo, poseyeron una pasión común: el profundo amor a la libertad y la convicción de que en torno a ella se construiría una sociedad mejor. La posición de Proudhon sobre la propiedad privada no le hace justicia. Su célebre proclama “la propiedad un robo” sepultó para la posteridad el discernimiento con que enfocaba el asunto. En realidad, su preocupación fue el equilibrio entre la posición privada y el derecho colectivo, que la propiedad irrestricta e improductiva alteraba. Debía garantizarse la propiedad privada de la tierra y aun la herencia, pero solo para los que la hicieran proliferar. Con Saint Simon, Proudhon creía que la sociedad debía organizarse en base al trabajo, no a la especulación. Stuart Mill, un liberal de frontera como se lo ha llamado, no estaba lejos del francés. Reformista, defensor del cooperativismo y la educación popular, arremetió contra la idea esencialista de la propiedad –“la propiedad es sagrada”– para puntualizar que era un derecho individual que sin embargo no podía entorpecer la equidad social. La cuestión para Mill como para Proudhon fue la ecuanimidad entre libertad y justicia que posibilitara una sociedad armónica. Un socialista libertario y un liberal con ideales sociales modelados antes por la sensibilidad que por la ideología. El desequilibrio entre libertad individual e interés social, anticipada por estos clásicos, posee otra manifestación que quisiéramos mencionar aquí, acaso para ayudar a pensar a los que con cierta ingenuidad proclaman en las calles la defensa irrestricta de la república. Hablamos del desfasaje entre las cuestiones constitucionales y el orden económico. O, con más precisión, de la vigencia de las constituciones políticas en contextos signados por severas desigualdades económicas…»

Uno de los que va a «subjetivar» este fenómeno es Erich Fromm, en su libro » Tener o Ser«. Pone relevancia en «ser» (destacando, por ejemplo, al Maestro Eckhart) y diferencia un «tener existencial» (todo lo que nos permite el desarrollo de una vida digna, y podríamos decir feliz) del «tener caracterológico» (relacionado con la posesividad y el dominio). En esta línea, y vinculado al papel del deseo (de consumo, de apropiación, de seguridad vinculado al tener…) expondrá Christian Arnsperger en su «Crítica de la Existencia Capitalista». Ligado a este último enfoque está la cuestión del desapego y la «no propiedad» (en el sentido del «tener caracterológico»).  El marxismo no visualizó la significativa relevancia de esta dimensión y consideró que «tomando el Palacio de Invierno», aboliendo la ley de la propiedad privada y estatizando todo (bajo el nombre de «socialismo»), iba a resolver definitivamente la cuestión de «la propiedad». Terminó creando una nueva clase, burocratizando el sistema y generando nuevas variedades de capitalismo.

Volviendo al tema inicial todos tenemos un mismo origen humano, con distintos aportes genéticos, como lo demuestra el avance en los análisis del ADN (actualmente existen muchas compañías que hacen este rastreo). Es importante conocer nuestros orígenes, y valorarlos, pero también poder armonizar el origen con un destino común. Este último si podemos hacer realidad la fraternidad y de la amistad social. Además debemos incorporar la cuestión «del uso» que hacemos de aquello que poseemos y por lo tanto la modalidad, destino y efectos de la gestión (o el «cómo»). A los efectos prácticos, referentes como Elinor Ostrom señalan que no importa tanto el quién detenta la propiedad, sino el cómo ella se gestiona.

Ojalá podamos pasar del tener caracterológico al tener existencial, así como converger a un postcapitalismo del cuidado y del compartir que nos permita cada día «ser más», tanto en lo personal así como Humanidad. Ello nos conducirá a un mundo mejor.

(1) A octubre de 2020, con motivo de la toma de un campo en la provincia de Entre Ríos (a raíz de un conflicto familiar), en la provincia de Buenos Aires (entre ellas la de localidad de Guernica), además de otras provincias, se escribieron notas como esta por parte de Rogelio Alaniz (entre otros temas aborda la cuestión de la propiedad) y esta por parte de Eduardo Fidanza.

(2) Karl Polanyi señala que la diferencia entre una economía capitalista y una economía socialista es la forma de institucionalizar el capital, es decir si la propiedad de ese capital se ha institucionalizado bajo forma privada (accionistas) o social en el caso del socialismo. Esto último habría que desagregarlo en dos: en la corriente socialdemócrata y de experiencias cooperativas se expresa como «propiedad social» (algunas corrientes lo expresan como «economía del trabajo» o bajo formas de cooperativas de trabajo (autogestionados) o de productores asociados, o «de los usuarios» cuando son cooperativas de servicios públicos o de consumo), en cambio en el caso del «socialismo revolucionario» es a través del Estado (con la excepción de un período de la experiencia de la ex Yugoslavia y de Tanzania, con la «autogestión») y, por lo tanto, como expresión de propiedad pública, colectivismo burocrático y similares (que incluyen el capitalismo de Estado). El tema de la propiedad común lo hemos abordado también en esta nota (ya mencionada más arriba).

Visión, Plan Estratégico y Mundo Mejor

Venimos de una historia y tenemos un presente que generan tendencias hacia el futuro, que hoy -más que nunca- son inciertas. Tenemos una «visión» de donde queremos ir? Una primera respuesta es que, a nivel de la humanidad y en el marco de Naciones Unidas, hay Objetivos de Desarrollo Sostenible y un Acuerdo Climático de París, (en el contexto del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), con ausencias importantes como la de Estados Unidos de Norteamérica. Los planes, programas, proyectos, acciones y presupuestos asignados por los distintos países serán claves para que estos objetivos y este acuerdo no queden en letra muerta.

En función de lo anterior hay muchas iniciativas de planes estratégicos a nivel de ciudades. En el caso de Argentina están los casos del Plan Estratégico de la Ciudad de Buenos Aires, el Plan Estratégico de Rosario, entre otros.  A nivel internacional también hay variadas experiencias como el Plan Estratégico de Barcelona, de San Sebastián, de Burgosde Medellín y muchos otros. Tal vez, de todos los ejemplos mencionados, el que partió de la situación más compleja y difícil, y tuvo logros muy significativos, fue Medellín.

No es fácil realizarlo a nivel nacional y del desarrollo socioeconómico, pero se considera que resulta imprescindible realizar este esfuerzo. ¿Qué podemos hacer bien? ¿qué recursos naturales tenemos desaprovechados en tierras semidesérticas, inundadas, montañosas, bajo tierra, de uso del viento, de la energía solar….? ¿qué nuevos cultivos (como la quinoa, en las tierras aptas para su cultivo) o con las nuevas tecnologías de agricultura urbana y vertical (por ej. a través de la hidroponía) se pueden realizar? ¿qué talentos tenemos vinculados al sistema educativo y científico-tecnológico actual y futuro para desarrollar (en especial en inteligencia artificial)? ¿qué población está excluida y es necesario de incorporar al desarrollo socio-económico y como mínimo «contener y asistir»?. Las que acabamos de mencionar son algunas preguntas que pudiéramos tratar de responder en un ejercicio de planeamiento estratégico y de gobernanza (es decir, con multiplicidad de actores involucrados) que nos lleven posteriormente a acciones concretas.

Si no hacemos como Miguelito, en la imagen de la entrada, podremos ir convergiendo entre todos hacia un mundo mejor.

 

La construcción de la paz

La construcción de la paz tiene una serie de pre-requisitos que van desde cómo nos vinculamos entre los seres humanos y canalizamos nuestra energía, pasando por si la locura predomina sobre la racionalidad (al respecto véase el texto de W. Shakespeare en el acto cuarto de El rey Lear: «Es calamidad de estos tiempos que los locos guíen a los ciegos«) o si lo que predomina es el sentimiento de empatía compasiva y el valor de la justicia, hasta tener en cuenta los intereses vinculados con el negocio de la guerra. A mediados de 2019 se suma el conflicto entre EE.UU y China, más el persistente entre EE.UU e Irán y Corea del Norte, y en febrero  de 2022, con la invasión y guerra de Rusia a Ucrania, esto ha adquirido un gran dramatismo y preocupación por sus posibles derivaciones globales.

Hay que recordar que la institución de las Naciones Unidas fue creada vinculada el objetivo de que la paz prevalezca entre las naciones. En esta nota se hace referencia a «el que fue segundo secretario general de Naciones Unidas Dag Hammarskjöld expresó a mediados de los 50 que la organización “fue creada, no para llevar la humanidad al paraíso, sino para salvarla del infierno”. Sin embargo, la realidad geopolítica actual demuestra que este objetivo aún sigue sin cumplirse»

Por lo tanto construir la paz requiere de condiciones subjetivas y objetivas. En cuanto a las primeras la educación para la paz en las familias y escuelas, el aporte de las religiones, emprendimientos económicos que se niegan a producir armas y la cultura. el manejo de la ira como aporta el nieto de Gandhi, son esenciales. Respecto de las segundas habría que introducir una serie de penalidades o sanciones (como las que establece el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en particular en lo nuclear) y de estímulos económicos para reconducir la industria armamentística (no sólo de un país sino del conjunto de países) hacia fines no bélicos. El marco puede ser el de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas en general  y, en particular, la relativa a la paz, justicia e instituciones sólidas. Una fuente importante para el estudio del tema es el Instituto de Estocolmo para la Investigación de la Paz. Trataremos de dar algunos posibles ejemplos, vinculados a reorientación de intereses, y a evaluar su factibilidad:

  • industrias orientadas a disminuir los riesgos del espacio exterior: va desde potenciar las iniciativas para desviar o neutralizar la posible caída de asteroides a la Tierra hasta la eliminación de la chatarra espacial en la atmósfera que puede generar una multiplicidad de riesgos.
  • investigaciones y aplicaciones tecnológicas orientadas a industrias que mitiguen o disminuyan los devastadores efectos de huracanes y tifones que afectan a muchos países del mundo, así como todo lo relativo a buscar mitigar (con cambios en la construcción y ejercicios de prevención) los terremotos.
  • acciones como las campañas por la abolición de las armas nucleares, como las realizadas por ICAN que fue galardonada en 2017 con el Premio Nobel de la Paz. De igual modo la experiencia de «Leaders for Peace«, nacida en Rondine, Ciudad de la Paz, es muy significativa.
  • investigaciones y aplicaciones tecnológicas orientadas a mitigar y remediar los efectos del cambio climático y más en general al cuidado del medio ambiente. Esto implica reorientar los intereses de la industria hidrocarburífera que busca primero agotar y amortizar el capital invertido en energía no limpia. Los «negocios» orientados a la economía verde y la economía azul deberían ser estimulados fuertemente.
  • actividades orientadas a no generar más basura en los mares, y encarar su limpieza, así como el desarrollo de la economía circular que re-utilice los residuos o desechos evitando también su deposición en tierra.
  • ser conscientes de la insensatez humana que, mientras nos armamos unos contra otros, no hemos podido ganar la «guerra contra el mosquito» que genera, entre otras enfermedades, dengue, fiebre amarilla y malaria. Dar fondos y desarrollar la industria vinculada con la salud y el medio ambiente, es de fundamental importancia.
  • el desarrollo de las industrias culturales y el turismo (y más en general el ocio creativo) son actividades afines con la paz.
  • el desarrollo de innovaciones científico-tecnológicas que colaboren con la provisión de alimentos y demás bienes y servicios para personas en situación de pobreza. Ellas pueden ir desde agricultura urbana hasta impresoras 3D que generen alimentos, ropa y bienes para el hogar.
  • Abaratar los costos de desalinización del agua de los mares, así como la depuración y recuperación de agua no salada, a fin de mitigar y generar más agua potable para la población mundial,
  • Dar seguimiento a los procesos y resultados derivados de los acuerdos de paz de Colombia, y la denominada «conversación más grande del mundo» (ver su manual), pueden servir como guía o ejemplos a considerar en la reorientación cultural y económica para alcanzar la paz,
  • Las políticas culturales y cómo se realiza una buena articulación entre civismo y religiones como señala esta nota,

son algunos posibles ejemplos de reordenación de intereses económicos con finalidades acordes con la construcción de la paz en el mundo. A ellos habría que agregar el impulso de la solidaridad e intercambios de reciprocidad a nivel internacional, otros tipos de intercambios (por ejemplo el comercio justo o fair trade) y la construcción de una gobernanza global que vaya en esta dirección. Una activa participación de todos nos permitirá enfrentar los negocios de la guerra con propuestas concretas para la paz, y ello nos ayudará a converger hacia un mundo mejor.

PD: Es muy signficativa esta mención sobre un conflicto de larga data: «Isaac Rabin, 20 años después de la Guerra de Yom Kipur volvió a cumplir con el principio de que “la paz se hace con el enemigo”. Al firmar los acuerdos con la OLP, Rabin declaró: «Yo quisiera firmar un acuerdo de paz con el Príncipe de Mónaco y la Reina de Holanda, pero la paz se firma con los enemigos y Arafat es el principal enemigo”. Profundizando en esta perspectiva se puede ver esta conferencia de Amos Oz.