¿Es posible el diálogo para superar las grietas?

En este blog ya hemos abordado la cuestión del diálogo y qué sucede cuando convertimos el mundo en trincheras (cuestión muy actual en muchos países y también «entre países») (1). Sin embargo nos ha parecido importante retomar el tema a partir de un último libro de Sergio Sinay, denominado «La aceptación en un tiempo de intolerancia. ¿Podemos convivir?» (Ediciones B, Buenos Aires, 2017), y referencias adicionales al final de esta nota y en el pié de página.

Invitamos fervientemente a leer el libro, que es muy difícil sintetizar en esta nota. A modo de glosar los temas abordados, los mismos son:

1. Todo empieza con «Nosotros y Ellos», indicando cómo, al origen de la humanidad. predominaban las conductas cooperativas, solidarias e inclusivas, y con el Neolítico ya no todos interactuaban entre sí y no se conocían. Continúa con un análisis hasta nuestros días sobre la necesidad de pertenecer a un tribu, y de allí el nombre del capítulo (entre las referencias toma a esta).

2. Cómo diseñar tu propio enemigo, parte de suponer diferencias irreconciliables, pero indica que podría ser todo lo contrario (entre otros autores menciona a Sam Keen y el arquetipo de la sombra de Jung).

3. Un mundo lleno de Procustos, que hace referencia al mito de Procusto y sus implicancias.

4. La oscuridad del prejuicio, la luz de la razón. Aquí dice «si la equidad es la alternativa a una igualdad que no respeta las diferencias e impone raseros de falsa semejanza ¿qué impide alcanzar esa equidad como un modo habitual de la convivencia?» En el capítulo busca responder a esta pregunta.

5. La polémica porque si y a cualquier precio, donde hace referencias a programas de televisión que reflejan e impactan en la cultura.

6. El fanatismo, la peor de las tragedias. Hace referencia a numerosos autores entre ellos a las Amos Os (2).

7. Cooperar o confrontar, donde parte de un libro de Robert Axelrod, «La Evolución de la Cooperación» y luego pasa al tema de la guerra y al dilema del prisionero. Como superación plantea «la economía del bien común» (que nosotros abordamos en esta nota) (3)

8. Tolerancia y perdón, más fácil es decir que hacer. Parte del concepto de «separatidad» de Eric Fromm, así como de otros autores y reflexiona sobre la estupidez, el perdón y la tolerancia, entre los temas centrales.

9. Aprender a aceptar, un acto moral, recorre diversos pensadores y concluye con Tzvetan Todorov quien, en su libro, «El jardín imperfecto» (Paidós, Barcelona, 2011) plantea que «los tres pilares de la moral humanista son el reconocimiento de la misma dignidad para todos los miembros de la especie, la elevación del ser humano particular (distinto del yo) como objetivo último de mi acción, y, por último la preferencia por el acto libremente elegido antes que el que se lleva a cabo bajo coacción». (4)

y un Epilogo: ¿Podemos convivir? cinco respuestas vinculadas a casos reales del país vasco, de medio oriente, de Sudáfrica, y de los conflictos del IRA y de Malvinas, que ilustran la posibilidad real de que las respuestas puedan ser positivas.

En línea con el epilogo del libro de Sinay podemos también referenciarnos a la experiencia colombiana de «la conversación más grande del mundo«.

Aplicar estos enfoque y prácticas, sin duda, nos ayudan a converger hacia un mundo mejor.

(1) Cabe destacar que estas situaciones tienen distintas causas. Entre ellas están la que señala Jorge Fontevecchia en un reportaje que le hace Carlos Pagni (ver minuto 31 en adelante de este video) referido a los cambios producidos luego de la caída de los estados de bienestar (que generan un caldo de cultivo adverso a la convivencia). También se puede decir que la construcción de la paz es difícil (dado que hay interesados en que haya conflictos como es el caso de la industria bélica) y también hay intereses espurios que han operado y operan en países como lo han denunciado escritores como Carlos Mamfroni. Más allá de que estos intereses lamentablemente existen (y posiblemente seguirán existiendo), nos parece fundamental estar atentos, ser conscientes y proponer enfoques y caminos concretos para intentar superar estas situaciones.

(2) En este link se muestra a este intelectual en una conferencia, en especial sobre el caso de los israelíes y palestinos.

(3) En la sección «otras economías» hemos planteado varios enfoques similares que van en la misma dirección como ser economía con otros valores, economía social y solidaria, economía de comunión, economías con ecovillas, economías con empujes para el bien…. y otros.

(4) Es muy buena también esta reflexión de Santiago Kovadloff sobre las palabras del encuentro esta sobre la amistad civil.

 

¿Soluciones para los desesperados?

La desesperación humana, como sabemos, tiene distintas causas: de salud, emocionales, situaciones económicas extremas… En esta nota intentaremos hacer una reflexión sobre esta última y su impacto en las migraciones y en un modelo de globalización insostenible.

En una nota de Marcelo Cantelmi, titulada «el auténtico drama no es a dónde buscan llegar, sino de dónde y de qué están huyendo«, señala la masiva migración de desesperados de Siria, Libia, y norte de Africa hacia Europa, y cómo se lo intenta resolver con un sistema de cuotas entre países, u otros -como el nuevo gobierno de Italia- no dejándolos entrar. Algo similar se podría decir sobre las distintas medidas que ha tomado el Presidente Trump con los migrantes de centro américa y Méjico (así como de otros países) que lo ha llevado al extremo de enjaular a niños que separaron de sus padres. Finalmente, y al momento de redactar esta nota, esta última medida fue revisada.

Estos dramas ¿se pueden resolver con muros, prisiones, dejar morir en el Mediterráneo…..? Si lo que predomina es la ferocidad humana frente a una invasión pacífica de menesterosos, la respuesta será positiva. Si predomina la sensibilidad, articulada con la razón y valores de justicia y solidaridad, se podrán buscar otros caminos.

Los otros caminos tienen que pasar por reformular el modelo de globalización que ha surgido luego de la Segunda Guerra Mundial, con una nueva forma de institucionalización que disminuya una desigualdad creciente captando recursos de los sectores de más altos ingresos (y/o de transferencias financieras a nivel global) y aplicándolos a un fondo de desarrollo de los países desde donde emigran estas personas. Lo anterior también es válido respecto de la situación al interior de los distintos países donde viven personas en situaciones de pobreza e indigencia. También conlleva a que, en cambio de generar nuevas alternativas de dominio y de conflicto (como la guerra en el espacio o alentando divisiones en países del medio oriente), se reorienten esos recursos a la construcción de la paz y la eliminación de la pobreza. Esto nos puede conducir a un mundo mejor.

 

Influencers

Sabemos que las redes sociales tienen cada vez más influencia, no sólo en nuestras personas y vínculos, sino también con impacto en el sistema democrático y en la confianza en general.

Del mismo modo en la cuestión de los valores y arquetipos con los cuales nos identificamos. Una modalidad relativamente reciente de esto, en general vinculado con las marcas, lo comercial y muchas veces con lo banal, es lo que -utilizando un anglicismo- se denomina «influencer» (ver imagen de la entrada).

Si buscamos este concepto en google se lo define como una persona que cuenta con cierta credibilidad sobre un tema concreto, y por su presencia e influencia en redes sociales puede llegar a convertirse en un prescriptor interesante para una marca. Una descripción más completa se puede encontrar en la Wikipedia. Según algunos estudios el 92% de los consumidores confía en un «influencer» y en sus recomendaciones mucho más de lo que lo hace un anuncio tradicional o en el mensaje que lanza un famoso de un producto. Hay redes que enseñan a construir digitalmente a este arquetipo.

Dada la potencia que tienen estas redes y estos enfoques en la actualidad, seguramente coincidiremos que sería fundamental trascender lo mercantil (reconociendo lo lícito de esta actividad) y lo banal, y destacar en las mismas arquetipos que sean testimonio vivo de experiencias que valoremos como buenas, en un sentido amplio y como puede ser la construcción de la paz, o en cuestiones específicas como educación, la reducción de la pobreza, el cuidado de la salud, del medio ambiente, una economía más humana… entre otras. Esto puede ayudar a contribuir en la construcción de un mundo mejor.

PD: También hay micro influencers que se visualizan en plataformas como waip y que también podrían adoptar enfoques como el que se menciona en el último párrafo de esta nota.

¿Las piezas encajan para ser felices?

En la imagen de la entrada se ha colocado la del juego Tetris, a la que se le ha adicionado una mano que reflejaría una intervención humana, más allá de lo aleatorio o el azar en la caída de las distintas piezas. Las piezas, en esta nota, podrían simbolizar singularidades, intereses, preferencias, distintas dimensiones o componentes…. Encajan en donde?: en nuestra interioridad así como en un sistema, contexto, sociedad o comunidad (según la perspectiva) donde puedan articularse armoniosamente el bien individual con el bien común que pueda llevarnos a la felicidad.

La Wikipedia menciona la opinión del Dr. Richard Haier, respecto a que «jugar al Tetris de forma prolongada puede llevar a una actividad cerebral más eficiente durante el juego. La primera vez que se juega al Tetris, aumentan la función y actividad cerebral, incrementándose también el consumo de energía y glucosa por parte de este. A medida que el jugador de Tetris se vuelve más hábil, el cerebro reduce su consumo de energía y glucosa, indicando una actividad cerebral más eficiente para el juego. Jugar al Tetris de forma moderada (media hora al día por un período de tres meses) incrementa las funciones cognoscitivas tales como «pensamiento crítico, razonamiento, procesamiento del lenguaje», elevándose también el espesor de la corteza cerebral». Seguramente coincidiremos que es una buena noticia. Ahora bien, además de lo que se viene de mencionar: ¿a nivel personal podemos combinar bien distintas piezas, elementos o dimensiones que nos permitan ser felices?

En esta nota sobre un libro de José Eduardo Abadi, que se titula «De la felicidad también se vive«, señala que este «reconocido médico psicoanalista, asume el desafío de repensar el concepto de felicidad despojándose por completo de fórmulas simplificadoras. Abadi propone el «ser feliz» como la combinación armónica entre lo que se siente, lo que se piensa y lo que se hace. Si nos planteamos metas alcanzables, renunciamos al goce del sufrimiento y relegamos las fantasías que nos llevan a callejones sin salida, la felicidad es posible. Y no se trata, por ello, de una felicidad mediocre, sino de un intento de coherencia interior entre nuestros anhelos y la realidad. Estamos pensando la felicidad humana, ligada a nuestra condición de sujetos mortales, incompletos y en conflicto. Si esto queda anulado, se juegan engañosamente objetivos inalcanzables. Por otro lado, no podemos pensar la felicidad como un concepto aislado. Es importante articular lo individual con la relación con el otro, con la sexualidad, la pareja, la imaginación, la amistad y la sorpresa».

Sin duda esto no es fácil ni a nivel personal (por ejemplo: nos puede faltar coherencia o idealizamos) o cuando lo trasladamos a lo social (como hemos reflexionado en esta nota), en un territorio, en lo nacional, en la construcción de la paz a nivel internacional y en un contexto de un mundo preocupante. Tendremos, con humildad y aprendiendo de nuestros errores, tratar de poner lo mejor de nosotros y apelar a la buena voluntad de los demás, para que esta construcción de la felicidad -que plantea Abadi- se pueda ir concretando no sólo a nivel individual sino también en la articulación con los demás.

 

Prevención de Catástrofes Humanitarias

Muchas crisis humanitarias cuando no se previenen, atienden o resuelven, desembocan en catástrofes humanitarias. Según la Wikipedia las causales pueden ser múltiples como «crisis políticas (guerra internacional o civil, persecución de una minoría), crisis ambientales, que a su vez pueden ser previsibles (malas cosechas por sequía, plagas o en todo caso mala planificación, que pueden producir hambrunas), poco previsibles (huracanes, monzones) o totalmente imprevisibles (terremotos, tsunamis). Cabe destacar que, las mayores causas de crisis humanitarias en el mundo son productos de crisis políticas donde no sólo destacan acciones que no generar el repunte de la economía sino cuyos gobiernos se encuentran plagados de burocracia y corrupción».

En la imagen de la entrada se ha intentado mostrar geográficamente algunas de ellas y su visualización cuantitativa de la población en sus lugares de origen y en los lugares de destino. Según ACNUR la cantidad desplazados en el mundo en 2016 alcanzó la cifra récord de 65,6 millones de personas (una vez y media la población de la Argentina). El desarraigo de ella y la sensación de invasión en los lugares de destino provoca -en estos últimos- múltiples reacciones desde las positivas (solidaridad) pero fundamentalmente negativas de xenofobia, racismo y crisis políticas con giros hacia políticas de derecha o extrema derecha.

¿Es posible prevenir este tipo de crisis y catástrofes? Hasta el momento parece que no, y puede parecer como utópico un enfoque de este tipo. Sin embargo dado el horror que significa que tantos millones de personas padezcan esto, y que ello no es una fatalidad, podemos plantearnos -al menos conceptualmente- que si quisiéramos prevenir las causas de estas crisis deberíamos tener en cuenta algunos de los siguientes aspectos:

  • las crisis políticas están relacionadas fundamentalmente a la cuestión del poder que muchas veces deriva en autocracia y en definitiva a que no sabemos canalizar nuestra energía y vínculos con sabiduría,
  • lo anterior también conlleva una mala gestión de la economía y a desencadenar hambrunas como en la Rusia de Stalin, en la China de Mao o en la Venezuela de Maduro, por citar algunas de ellas, derivadas -entre otros elementos y además de lo que se viene de mencionar- de un mal abordaje del tema del mercado,
  • también las crisis políticas derivan en guerras civiles o en guerras entre países, planteando el desafío impostergable para la humanidad de la construcción de la paz ante un mundo preocupante,
  • las causales de las crisis ambientales (y sus múltiples derivaciones, una de las cuales son las hambrunas), y la importancia de la lucha contra el cambio climático en su cuanto a su generación, así como las catástrofes naturales, que deben ser tenidas en cuenta,

entre las principales.

No es fácil -como expresáramos anteriormente- modificar este tipo de situaciones, pero es un desafío para la humanidad actuar con urgencia y persistencia dada la gravedad de estas situaciones y sus múltiples implicancias, transformando la civilización si queremos perdurar y desarrollarnos en este planeta. Cambios de culturas, consensos amplios y transversales e instituciones adecuadas y eficaces son un buen comienzo para converger hacia un mundo mejor.

 

Armas, Desconfianza y Libertad Negativa

¿Por qué mucha gente «se arma»? Sin duda para defenderse de situaciones que puedan dañarlas, porque no tienen confianza en el rol del Estado vinculado a la seguridad, así como tampoco confían en poder controlar -sin ayuda institucional- la agresividad de otras personas… en particular en determinados contextos.

En la imagen de la entrada se muestra una foto del productor y director de cine norteamericano Michael Moore, cuando filmaba la película «Bowling for Colombine«. La misma comienza centrándose en un trágico tiroteo que tuvo lugar en 1999 en el establecimiento educativo Columbine High School y de allí realiza una reflexión acerca de la naturaleza de la violencia en los EE.UU.

En esa sociedad y en esa cultura el tema tiene características específicas: está asociado a «la libertad negativa«, a valorizar el individualismo (excepto cuando se refiere al patriotismo o al comunitarismo local o religioso), al escepticismo, sospecha e incluso -a veces- odio al gobierno federal, a la interpretación amplia de la Segunda Enmienda de su Constitución (que sanciona el derecho universal a portar armas), al nacionalismo y, podríamos decir también, vinculada a una cuestión de «superioridad», en el sentido de que «la moral de ese país está por encima de la de los demás pueblos». Esto último aparece en el texto del historiador norteamericano Nicolás Schumway, denominado «La Invención de la Argentina, Historia de una Idea» (Emecé, 1992), cuando compara «las ficciones orientadoras originarias» que surgieron al comienzo de nuestros dos países. Refiriéndose a su país, en la página 20 de este libro dice: «El sueño puritano resultó una ficción orientadora muy adaptable, y las generaciones subsiguientes de norteamericanos la transformaron en conceptos como los de destino manifiesto y la protección del mundo libre, así como la idea de que los Estados Unidos deberían aspirar a una norma moral más alta que otras naciones, norma que sigue siendo invocada por gente tan distante como predicadores evangélicos y militantes de los derechos civiles».

Todo parece indicar que

  • «armarse hasta los dientes»,
  • ser individualista,
  • no confiar en los demás y en el Estado,
  • así como sentirse superior (tal vez, relacionado -entre otros- al arquetipo del «cowboy» y su rol en el «western» representado por Hollywood),
  • junto a los poderosos intereses de la fabricación y ventas de armas -vinculados con el poder-,

no nos conducen a un mundo mejor.

Para superar lo anterior –agregando el miedo– y tomando el eje de «la confianza», hay indicadores que muestran (desde una perspectiva interpersonal) como en determinados países es más alta que en otros.  El país que encabeza es Noruega, donde se valoriza la construcción «sistémica de la confianza«, y por lo tanto en la generación de «otro contexto» con cambios en su interior. Hay también otros países, como el ejemplo que menciona Moore de Canadá, que se puede visualizar en la 1 h, 09 min de la película»Bowling for Colombine» .

Por lo tanto hay experiencias que indican que «es posible» vivir de otra manera. Sabemos que es difícil llevar esto a las diversas realidades y a un nivel global pero, seguramente, coincidiremos que es un desafío -que «vale la pena»- jugar nuestra libertad positiva en la construcción de la paz.