Suecia ¿país ideal?

Los seres humanos buscamos arquetipos con los cuales identificarnos. Esto sucede, muchas veces, también con grupos de personas en los países que -más allá de querer desarrollar sus propios caminos- se plantean «ideales» sobre aspectos globales o parciales de historias de otros países. En el caso argentino esto fue claro a comienzos del siglo XIX cuando se «importaron» y adaptaron ideas como democracia, república, ideales de la revolución francesa (libertad, igualdad, fraternidad), o del libre comercio (en especial desde Inglaterra)… a una población que no tenía -mayoritariamente- esa tradición.

En la historia reciente argentina también se ha mencionado, en alguna oportunidad, el caso de Alemania, o poder ser parte de los países de la OCDE, sólo como algunas referencias. Aquí desarrollaremos el caso de uno de los países escandinavos (*), como Suecia. De sus antecedentes históricos sólo queremos destacar estos (en negrita y cursiva lo que incidió más en el origen de la experiencia socialdemócrata), según esta fuente: «si bien su proceso de industrialización se desarrolló lentamente, la agricultura experimentó cambios importantes debido a las innovaciones tecnológicas y al crecimiento de la población. Estas innovaciones incluían programas del gobierno de cercamiento, sobre-explotación de las tierras agrícolas y la introducción de nuevas semillas de cultivo como la de la patata. Debido al hecho de que los campesinos suecos habían sido explotados como en ningún otro lugar en Europa, la cultura granjera sueca adquirió un papel protagónico en los procesos políticos, característica que se ha mantenido en el tiempo, con el Partido Agrario, (actualmente llamado Partido del Centro). Entre 1870 y 1914, comenzó el proceso de desarrollo de su economía industrial que perdura hasta hoy. Durante la segunda mitad del siglo XIX, se produjeron movimientos sociales y sindicales importantes, así como de grupos abstinentes y religiosos independientes, que comenzaron a presionar por un Estado democrático. En 1889 se fundó el Partido Socialdemócrata Sueco. Estos movimientos llevaron al país hacia una moderna democracia parlamentaria, alcanzada en la época de la Primera Guerra Mundial. Como la Revolución Industrial avanzaba durante el siglo XX, la población rural comenzó a migrar hacia las ciudades para trabajar en las fábricas y así poder ser eventualmente incluidos en los sindicatos. En 1917 tuvo lugar una revolución socialista que fracasó, la cual fue seguida en 1921 por el establecimiento de una monarquía parlamentaria de tipo democrático».

Al final de esta cita podemos visualizar que en el mismo año de la revolución rusa, hubo una revolución similar en Suecia que fracasó. Podemos decir que la burguesía sueca, tomando la frase de Borges de que «no nos une el amor sino el espanto«, visualizó -a partir de lo anterior- que era mejor ir en un sendero de compartir el excedente económico -en especial vía impuestos progresivos– con los trabajadores y población en general, e iniciar un camino de paz y bienestar que llega -con vaivenes- hasta nuestros días (1). También tuvieron la inteligencia de propiciar un desarrollo industrial con altos salarios. Seguramente, sin haber pasado por esta experiencia histórica, es difícil trasladar este sendero o «ideal» de modelo económico a otros países o economías (de todos modos siempre podemos desarrollar la capacidad de aprender de otras experiencias).

Hay notas críticas como esta que señalan que ya no es más un país tan igualitario como en el siglo pasado. Seguramente en ello han influido la caída de la Unión Soviética (como modelo alternativo y «amenazante») y la emergencia de China y las economías asiáticas en la globalización actual que la han afectado. De todos modos de la fuente señalada quisiéramos destacar dos aspectos principales:

1. A favor: «Suecia es, según OXFAM Intermon, el país mejor situado en el indicador C.R.I., que mide el Compromiso con la Reducción de la Desigualdad. Alemania es el número 5 del ranking, Francia el nº 8, Italia el 16, Reino Unido el 17 y España, entre Argentina y Hungría, ocupa el puesto 27″

2. En contra: «Según otra estadística oficiosa, en 2017 hay 112.00 suecos con un patrimonio neto (excluida la primera vivienda) por encima del millón de dólares, 3.300 suecos con más de 10 millones de dólares y 1.430 suecos con propiedades por un valor superior a los 30 millones de dólares. Hay también 188 personas en Suecia con un patrimonio superior a los 100 millones de dólares y 21 con propiedades por encima de los 1.000 millones. Todos ellos tendrán un alto nivel de consumo y bienestar, seguro, pero eso no significa que todos tengan poder de decisión, porque no es lo mismo tener que controlar. Con unos pocos millones de dólares se vive muy bien, pero de controlar la economía, poca cosa».

La historia y la cultura sueca es muy rica y variada, en un contexto de un clima duro en gran parte del año. Ha sido captada por cineastas como Ingmar Bergman y han tenido una particular manera de experimentar la libertad (o la «emancipación humana» desde una perspectiva individualista). También se ha señalado una alta tasa de suicidios, pero según esta fuente, no es de las mayores. Sin duda, como en toda experiencia humana, han habido luces y sombras. De ella lo que quisiéramos rescatar que es posible articular satisfactoriamente la equidad (o una gran igualdad) con impuestos progresivos a las personas y un gasto público muy eficiente, promoviendo trabajo calificado en un sendero de desarrollo y prosperidad. Lo mencionamos en un contexto donde en países como la Argentina se está experimentando un ajuste, discerniendo y actuando sobre su gasto público, aún no sobre la progresividad de sus impuestos (ver en esta nota sobre los límites vinculados a la posible «confiscatoriedad» en su aplicación) y si hay o no un plan de desarrollo con equidad de ahora hacia el futuro, como han tenido los suecos (2).
Así como decíamos al principio que a comienzos del siglo XIX se importaron y adaptaron ideas que «no estaban en nuestra tradición», ¿será posible en el siglo XXI tomar los rasgos esenciales de experiencias exitosas de equidad y desarrollo de comienzos del siglo XX de otros países y tratar de adaptarlas progresivamente a nuestro caso particular? ¿ser serios y eficaces con los recursos y servicios del Estado y aplicar impuestos progresivos a las personas (no a las empresas) está vedado en nuestro menú de opciones de políticas públicas?. ¿Tendrá que ser necesario pasar previamente por el espejo del espanto -como fue el caso de los suecos- o podremos obviar esa etapa? Nuestra naturaleza humana tiene rasgos que no nos permiten ser muy optimistas, pero es bueno apelar a articular sentimientos, razón y valores en línea con nuestra capacidad de aprender y dar un salto evolutivo que nos ayuden a converger hacia un mundo mejor.

(*) cabe destacar que la Argentina tiene firmado un acuerdo con Finlandia sobre la cuestión educativa. Por lo tanto se puede inferir que estamos tomando como «ideal» a estos aspectos de países escandinavos, lo cual se considera bueno.

(1) sobre la cuestión fiscal es interesante esta nota.

(2) respecto de la cuestión sanitaria vinculada con el COVID-19 y la comparación que hizo Alberto Fernández con el caso de Suecia, se puede afirmar que es difícil hacer comparaciones, o tal vez habría que hacerlas a final de un proceso. como señala este comunicado de la Embajada de Suecia.

Izquierda y Derecha

En línea con presentar ensayos sobre distintos temas, según diferentes enfoques y con la esperanza de construir un mundo mejor, uno de los debates que se da en muchas sociedades es si un gobierno, un partido o líder político es de «izquierda», de «centro» o de «derecha». Sabemos que esta caracterización surge originalmente de la posición que ocupaban los Diputados en la Asamblea Nacional Constituyente de la Revolución Francesa. Los que estaban sentados a la izquierda propugnaban un cambio a la situación de ese momento (el Rey tenía el poder absoluto). El cambio se basaba en el valor de la igualdad social, mientras que los que estaban sentados a la derecha se oponían a este cambio de limitar el poder del Rey.

Norberto Bobbio ha actualizado esta temática en su libro «Derecha e Izquierda» (Ed. Taurus, 2014), pudiéndose visualizar un resumen en este link. En el mismo se indica que «Bobbio señala que frente al fracaso del “comunismo real” y de los regímenes autoritarios de derecha, “toda concepción totalizadora de la historia, según la cual la historia tiene una meta preestablecida y definida, no tiene futuro, porque ninguna meta está establecida de antemano, ninguna meta es nunca definitiva. Al menos en una concepción no profética, no escatológica de la historia, como la que caracteriza al pensamiento laico al que me siento ligado”.

Sin embargo, Bobbio no cree que dichos autoritarismos hayan agotado los conceptos de derechas e izquierdas. Él se mantiene dentro de esta conceptualización, ampliándola, otorgándole contenidos que no permiten que los extremismos identifiquen estos conceptos, resalta el rol de los moderados en la democracia, no niega otras clasificaciones -como progresismo y conservadores- sino más bien entrega al debate los principios de los cuales él parte para considerar válidas aún estas diferenciaciones y enriquecerlas». Además de derechas e izquierdas, y la igualdad, desarrolla la cuestión de la libertad.

El politólogo José Nun también retoma este concepto en un programa televisivo y en una nota en el diario La Nación. Respecto del valor de la libertad, distingue entre «liberales» y «liberistas» en base a un enfoque de Benedetto Crocce. Este filósofo plantea que el «liberalismo» lucha por las libertades y las instituciones republicanas, mientras que el «liberismo» lucha por las manos absolutamente libres en el mercado. Lo primero sería un enfoque progresista, mientras que el segundo no porque implica la concentración del poder económico y el aumento de la desigualdad.

En base a lo expresado, tal vez podemos decir que los valores, las cosmovisiones y los relatos son importantes, pero dada la complejidad de los procesos que se juegan en la realidad, las acciones -muchas veces- no sólo no se correlacionan con ellos sino que se entremezclan y son contradictorios, como bien menciona Nun. Al respecto cita los casos de dos líderes que vienen de «la derecha» e implementan medidas consideradas «de izquierda» (el caso inverso también se da). Al respecto menciona particularmente a Otto von Bismarck que implementa el sufragio universal y sistema de protección social (como antecedente del estado de bienestar) y a Winston Churchill solicitándole planes sociales avanzados para los trabajadores a William Beveridge.

Quien retoma este último tema, desde la ciencia política aplicada, es el intelectual y asesor político ecuatoriano Jaime Durán Barba cuando en la página 286 de su libro (en colaboración con Santiago Nieto) «La Política en el Siglo XXI. Arte, Mito o Ciencia (Ed. Debate, Buenos Aires, 2017) dice «a casi nadie le importaba que Lula fuera de izquierda, pero la mayoría apreciaba su labor». Aquí se reafirma la importancia de analizar la realidad en base a resultados valorados por la mayoría, más que a un debate sobre conceptos o categorías que la mayoría considera abstractos, difíciles de asir o del pasado.

De todos modos los conceptos, las cosmovisiones, paradigmas…. juegan en el abordaje de los fenómenos y en particular el sentido de la acción y de los resultados. Jorge Fontevecchia (quien ha escrito sobre esta temática o en entrevistas a intelectuales como Comte-Sponville) hace la introducción al libro mencionado de Durán Barba, titulándola «Antropólogo del presente». Al final dice: «este es un libro sobre el cambio, sobre cómo la existencia es cambio, como el cambio se cambia a sí mismo acelerando el proceso de cambio, lo que llamamos posmodernidad, cómo aplicar la teoría del cambio a la fabricación de consensos como herramienta de la política».

Además de lo señalado por Fontevecchia, en el primer capítulo del libro mencionado, los autores utilizan textos como los de Harari, las cosmogonías relacionadas con Lao Tsé, Confucio y Buda con sus aportes a la sabiduría universal, entre otros, siempre bajo un paradigma positivista del análisis científico y de la caída de los grandes relatos que plantea la posmodernidad.  Aborda la cuestión del «sentido de la justicia y la desigualdad» (págs. 172 a 175, op.cit.), donde -entre otras cosas- dice que «el sentido de la equidad es un elemento arraigado en nuestro ser antes que apareciera la especie». En el punto «Una nueva ética» (págs. 233 a 235,  op.cit.) parte de un libro de Pekka Himanen donde -en el prólogo del mismo que hace Linus Torvalds-, expresa que «la humanidad atraviesa tres etapas en todas sus actividades: supervivencia, vida social y entretenimiento». Relacionado con esta temática, en la parte de «Nuevos valores» (págs. 321/2) plantea los de las nuevas generaciones, resaltando el «rol de lo femenino» y el pluralismo, entre otros conceptos. Aclara en la página 189 que «la democracia y la ciencia se llevan mal con los profetas».  En las 373 páginas que tiene el texto se abordan muchos otros temas y enfoques.

En base a este marco general Durán Barba, en declaraciones a los medios, considera perimido -en términos tradicionales- este debate de izquierda y derecha y propone «resignificarlo». Según su opinión «la izquierda es la que mira hacia el futuro» y por lo tanto líderes como Macri o Macrón son los que hoy la representan en acciones concretas y prácticas que llevan a mejoras materiales, a estar mejor, en el trabajo en equipo, en una nueva forma de liderazgo más horizontal….

Habiendo presentado estos enfoques, desearía dejar planteadas a los lectores algunas preguntas que me surgen:

  • ¿podremos hacer un discernimiento «no prejuicioso y simplista» tratando de ver -como plantea Nun- si las acciones concretas -más allá de los relatos y posiciones originales- van en una dirección u otra?
  • ¿»la buena labor» que hizo Lula, mencionada por Durán Barba, no tiene ninguna relación con la cosmovisión de este dirigente aplicada a la política concreta de Brasil?
  • ¿el valor del pluralismo -que señala Durán Barba- de la democracia liberal conlleva necesariamente «el liberismo»  planteado por Crocce? ¿buscar «pisos» de igualdad y modalidades de libertad positiva vinculadas con la justicia  y la solidaridad…es caer en un «profetismo que se lleva mal con la democracia y la ciencia»? La respuesta puede ser «no» si se consensuan democráticamente «derechos». Después habrá que analizar cómo se implementan, no?
  • En el marco de lo anterior ¿podremos ir más allá de la libertad de mercado que plantea el «liberismo» (o los «liberales económicos») y evolucionar hacia el comercio justo y otros tipos de empresas (sociales, economía social, cuatro retornos, empresas de triple impacto…)? ¿Esto seguramente tendrá que ver más con «la cultura» que con «la ley»?
  • ¿se podrá superar una contra cultura adolescente y consensuar y evolucionar hacia una «madurez» (superando el «narcisismo individualista«)?
  • para quienes vienen de una tradición nacionalista y popular ¿se podrá consensuar que es un valor lo planteado por los «liberals» en el sentido de la importancia de la existencia de la libertad republicana dado que los regímenes autocráticos no son buenos? ¿o la autocracia es una «mal menor» con el que estamos «condenados» a convivir?
  • para quienes vienen de una tradición liberal ¿podrán hacer una política popular que vaya eliminando la pobreza?:  para quienes vienen de una tradición popular ¿podrán hacer una política sostenible en el tiempo sin caer en el populismo?
  • en el marco de leyes e instituciones cada vez más justas ¿podremos adicionar y enfatizar cada vez más la empatía compasiva, la amistad social y la solidaridad ubicándola en el lugar que le intentó dar la revolución francesa a la «fraternidad»? en el caso de la igualdad ¿podremos construir, además de la igualdad de oportunidades, un piso universal de igualdad?
  • los liderazgos democráticos ¿sólo tienen que «espejarse» en las demandas de los distintos públicos o pueden -además y a partir de allí- establecer un diálogo con la sociedad de la que forman parte e invitar fraternal y amistosamente a ir «más allá» y mostrar caminos e instrumentos que nos puedan llevar a un mundo mejor al conjunto? ¿luego de la caída de los grandes relatos sólo seremos cortoplacistas, individualistas e «inmanentistas» sin ningún horizonte común consensuado democráticamente que nos movilice?

Seguramente es complejo y difícil, en el contexto de la globalización y del mundo de hoy, y tal vez sea «ingenuo» o una utopía, pero si queremos construir la paz donde la humanidad sea más feliz sería bueno intentarlo, no?

 

La Desigualdad

Los seres humanos somos iguales por naturaleza y dignidad. También, cada uno, es singular y diferente: en género, en edad, en historia personal, en el contexto donde se desarrolló esa historia, en talentos o capacidades… entre otras características diferenciales.

En esta nota nos preguntaremos acerca de cuándo la diferencia se convierte en desigualdad y falta de equidad, y de allí la frase en la imagen de la entrada (1). Aquí van algunas de las posibles explicaciones con comentarios sobre medidas a adoptar:

  • según Jean-Jacques Rousseau, en su Discurso sobre el Origen y los Fundamentos de la Desigualdad de los Hombres, hace mención a la desigualdad de fuerzas y a la desigualdad surgida de la moral (hoy podríamos agregar de determinadas «pulsiones» y una razón práctica localizada a lo «útil de corto plazo»)Respecto de la moral, ve a la sociedad civil como una trampa perpetuada por los poderosos sobre los débiles, de modo que puedan conservar su poder y riqueza. Por lo tanto el origen de la desigualdad está en el poder. Relaciona esto con el lugar que cada uno ocupa en la división social del trabajo y tomar ventaja o aprovecharse (¿la codicia?, ¿la maximización de lo individual?, ¿la dificultad en compartir?) de ese lugar que cada uno ocupa en «la división del trabajo» (hoy podríamos decir dependiendo de las variedades de capitalismo y del tipo de globalización): «Mientras los hombres se limitaron a practicar diversas artes que no requerían la labor conjunta de varias manos, vivieron una vida libre, saludable, honesta y feliz. Todo esto cambió desde el momento en que un hombre empezó a necesitar la ayuda de otro y desde el momento en que a cada hombre empezó a parecerle ventajoso tener provisiones suficientes para dos”. De lo anterior se deduce que si la «raíz de la desigualdad está en las relaciones de poder» la «solución» de fondo va a pasar por canalizar nuestra energía de otro modo.
  • Quien no explica los orígenes de la desigualdad, pero sí muy bien la relación entre el progreso y la «inevitable» desigualdad (al menos hasta la actualidad), con la que va asociada, es Angus Deaton en su libro El gran escape: salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad (Fondo de Cultura Económica 2015). Cabe destacar que la «inevitable» desigualdad, debería ser «acotada» cómo se propone hacia el final de esta nota.
  • Si simplificáramos mucho el enfoque marxista, podríamos afirmar que -en la evolución de la conciencia humana- si sacamos la herramienta o «institución» de poder del explotador, que es la propiedad, socializamos las relaciones de producción (es decir el capital) y se retribuye el trabajo igualitariamente, se resuelve la desigualdad. Sabemos que la socialización se transformó -en la práctica- en estatización (con la consiguiente burocratización), y no se resolvió bien el balance entre estímulos materiales y morales (debatido al origen de la revolución cubana), emergiendo nuevamente variedades de capitalismo.
  • para el liberalismo económico la desigualdad es una cuestión natural y no sólo no es un problema, sino que genera un fenómeno de emulación hacia el arquetipo del «rico o exitoso en términos de acumulación económica» y por lo tanto es un motor poderoso de impulso y crecimiento del sistema capitalista (la evidencia empírica parece demostrarlo incluso en países como China recientemente),
  • la posición anterior tiene variantes como la de Branko Milanovic que dice que «la desigualdad es como el colesterol: hay una buena, que estimula la innovación, la competencia, etcétera, y una mala». El propone «revertir la concentración de capital, porque la participación del capital en el ingreso neto total está aumentando. Si el capital continúa estando concentrado, nuestra sociedad se vuelve automáticamente más desigual. En segundo lugar, debemos ofrecer a todas las personas las mismas oportunidades educativas de excelencia. Esto vale especialmente para Estados Unidos, pero también para otros países. Por lo tanto, el énfasis no debe estar en una mejor distribución del ingreso ya logrado, sino en garantizar a todos un punto de partida comparable. Me parece que este es el campo político futuro de la izquierda, junto con un impuesto a la herencia, aunque no sea muy popular. Tal impuesto no significa que se vayan a gravar todas las herencias, sino solo las grandes herencias de, digamos, más de un millón de euros. Esta podría ser una política sensata de izquierda: enfocarse más en el estadio anterior a la redistribución. Esta es una igualdad más sustancial que simplemente redistribuir el dinero que ya se ha ganado».
  • hay corrientes que plantean un sistema de bandas, entre un piso y un techo para la desigualdad. Volviendo a Rosseau, en “El contrato social” señala que “…el estado social será ventajoso para los hombres sólo cuando todos posean algo y ninguno tenga demasiado”, lo cual no implica igualdad absoluta entre los individuos, sino que establece como principio que “…ningún ciudadano sea lo suficientemente rico como para comprar a otro y ninguno tan pobre como para verse forzado a venderse». Esta ha sido en general la posición de la  socialdemocracia (podríamos incluir también al socialcristianismo) y experimentado, en particular, en los países nórdicos.
  • un autor reciente que ha fundamentado este tema en el sistema capitalista contemporáneo es Thomas Piketty (además de otros, como el citado Milanovic). Sintetizando su enfoque: «cuando la tasa de crecimiento de la rentabilidad del capital supera la tasa de crecimiento del producto y el ingreso, como sucedió en el siglo XIX, y parece muy probable que suceda de nuevo en el siglo XXI, el capitalismo genera desigualdades arbitrarias e insostenibles que socavan radicalmente los valores meritocráticos en los que se basan las sociedades democráticas«. Señala que «la política ideal es un impuesto progresivo sobre el capital, aplicado simultáneamente en todo el mundo, lo cual es indudablemente una utopía (pero una utopía útil)». En este sentido van las propuestas de gravar a las empresas tecnológicas que tienen sus activos «en la nube» y operan a escala global. Están quienes proponen gravar los flujos, como los financieros (tal es el caso de la tasa Tobin). También están las quince recomendaciones del Dr. Anthony Atkinson,
  • el 26/08/18 el diario La Nación publicó dos excelentes notas: una sobre las recetas exitosas que revirtieron el fenómeno de la concentración (que mencionamos en esta reflexión) y otra sobre felicidad y prosperidad.
  • la que nos hemos referido en esta entrada,

entre otras (véase, por ejemplo, el impacto de la desigualdad no sólo en los pobres sino también en los ricos).

Entonces para quienes vemos los problemas que conlleva la desigualdad, las propuestas sobre los procesos para disminuirlas o tender a resolverlas son muy variadas, además de la más arriba mencionada del diario La Nación:

  • generar un piso de oportunidades de condiciones de vida digna, y en particular con una educación de calidad, con políticas públicas adecuadas, e instrumentos como el ingreso universal, así como promoviendo nuevos tipos de trabajo y emprendimientos,
  • evitar la concentración del capital con restricciones como la defensa de la competencia y/o gravando más cuando esto se produzca,
  • gravar progresivamente el capital (stocks en general, e impuestos progresivos a la herencia y bienes personales) y flujos (ingresos personales y movimientos especulativos de capitales) que nos permitan financiar lo indicado en primer término, y posibilitando desgravar lo que vaya a inversiones que generen valor agregado (articulando generación de riqueza con distribución) hacia sectores con oportunidades de desarrollo sostenido en el tiempo y sustentable en lo medioambiental y social. Del mismo modo orientar el cambio tecnológico con políticas adecuadas («el cambio tecnológico tiene un paradigma redistributivo, ya que este resulta en fuentes de ingresos de capital. Como Atkinson mismo lo menciona, aludiendo a James Meade, esto es crucial porque “sí importa de quién son los robots”),
  • generar otro tipo de organizaciones (con otras culturas diferentes a la sola maximización del lucro) que agreguen valor tanto de empresas capitalistas que compartan el excedente así como las «no capitalistas» (de economía social, de comunión, y otras experiencias), articuladas con empresas públicas o mixtas eficientes,
  • acordar, en el marco del G20 y Naciones Unidas, otro tipo de globalización (más allá del nuevo esquema de re-equilbiro de poder que busca EEUU) no sólo para el comercio o la tecnología (en cuanto a su sentido, distribución y frutos), sino especialmente para que las medidas impositivas no sean eludidas o evadidas a paraísos fiscales o países con legislación permisiva. Si esto último ocurriera no se podría asignar la redistribución de lo recaudado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular a erradicar la pobreza en el mundo, evitar las migraciones por esta causal y revertir el cambio climático. Hasta tanto se avance a escala global habrá que discernir cuales son las posibilidades y límites a escala nacional y de bloques regionales, para avanzar en esa dirección,
  • generar otro tipo de intercambios,

entre las principales. Sabemos que es un camino muy difícil (en particular a escala global), pero estos procesos serán posibles si tomamos conciencia -al menos- de cuales son las consecuencias de no hacerlo y tenemos la sensibilidad y voluntad para que se movilicen todas las fuerzas culturales, sociales y políticas que permitan implementar instituciones adecuadas -tanto a nivel nacional como internacional- dándole un rol efectivo y adecuado a los Estados en los procesos mencionados. Al mismo tiempo será fundamental dejar de lado una cultura individualista y de relaciones de poder y pasar a vínculos articulados con móviles más empáticos, altruistas y solidarios, sin los cuales las instituciones no se sostienen (o se transforman en una «cáscara vacía» o en «un como sí»). Seguramente ello contribuirá a que las diferencias y singularidades no se transformen en desigualdades y sufrimiento, y podamos converger a «un compartir» de un mundo mejor y sustentable.

(1) En esta misma dirección va una frase de Freud en su obra publicada en 1927, denominada «El Porvenir de una Ilusión». Allí, entre otros conceptos expresa: “No hace falta decir que una cultura que deja insatisfecho a un núcleo tan considerable de sus partícipes y les incita a la rebelión no puede durar mucho tiempo, ni tampoco lo merece”. En la edición de este libro por parte de Rueda está en la pagina 16, tomo XIV, y en la de Editorial Amorrortu en la página 12, tomo XXI (agradezco a César Merea la referencia).

 

Revisando Críticamente Resultados

Puede ser que los móviles sean buenos (acordes con un mundo mejor) y que los procesos –desde una perspectiva previa a su implementación- hayan sido considerado correctos, pero, sin embargo, los resultados no sean satisfactorios para una mayoría de la población.

Hace tiempo leí una encuesta que se hizo a la población de algunas repúblicas de la ex Yugoslavia preguntándoles por la experiencia socialista, y la mayoría respondió que era “una buena idea pero mal implementada”. Esto se puede traducir que los resultados alcanzados –respecto de “la idea original”- no tuvieron adecuados procesos de implementación. Por lo tanto revisar los medios o procesos que se utilizan será de fundamental importancia.

Si tomáramos la reciente experiencia electoral estadounidense, podríamos decir que a pesar de los logros de la Administración Obama, un importante sector de la población norteamericana consideró insatisfactorios los resultados en particular a lo que se refiere a las expectativas futuras de lo que ellos consideraban acordes en cuanto a inserción laboral, ascenso social, a un mayor bienestar económico y al lugar de su país en el mundo (en particular en relación a China). Aquí revisar los “procesos” es muy complejo dado que conlleva revisar “la globalización vigente” (en este caso desde una perspectiva defensiva y proteccionista).

LOS RESULTADOS BUSCADOS POR DOS GRANDES CORRIENTES DE LA MODERNIDAD

 El capitalismo y el socialismo son hijos de la modernidad. En el caso del primero comenzó con su versión liberal, y luego –con el tiempo- se fueron dando una serie de variedades.

La promesa del capitalismo ha sido la riqueza de las naciones, y por lo tanto la riqueza de los individuos que forman parte de esas naciones. Desde los críticos más acérrimos (como Marx) hasta sus más fervientes defensores han coincidido que ha traído un gran progreso material. Los cuestionamientos han surgido por sus “costos” asociados a la relación entre capital y trabajo, a la desigualdad y a la destrucción del medio ambiente, entre las principales y en particular cuando el Estado no ha sabido o podido establecer reglas que trataran de mitigar o reducir estos efectos.

En la entrada vinculada con el “Por qué?” en esta página web, parafraseamos a Spiegel, H.W (“El Desarrollo del Pensamiento Económico, Omega, 1991) hablando de las dos grandes obras de Smith y allí decíamos que: “La Teoría de los Sentimientos Morales fue uno de los diversos intentos de desarrollar una ética basada en un principio unificador –en este caso la benevolencia y la compasión- que pudieran iluminar el armónico y beneficioso orden del mundo moral…

…Para la posteridad, sin embargo, su gran estatura intelectual se debe a La riqueza de las naciones, en la que intenta, en forma totalmente nueva, conciliar la nueva ciencia de la economía política en un universo newtoniano totalmente mecánico y, al mismo tiempo, armónico y beneficioso, en el que la sociedad se beneficia de las inintencionadas consecuencias de la búsqueda de interés particular de cada persona.

Hay, por lo tanto, una gran afinidad entre la estructura de La teoría de los sentimientos morales y la de La riqueza de las naciones. Ambos trabajos están integrados en un gran principio unificador. Lo que realiza la compasión en el terreno moral, lo hace el propio interés en lo económico. Cada uno de estos principios, en sus reinos respectivos, producen una armonía la que caracteriza al orden natural newtoniano….”

Un discernimiento detallado de lo anterior puede concluir en que hay “dos reinos” (el del individuo en su vida privada y el del mercado) donde en uno juega “la compasión” y en el otro “el interés”, entiendo a este relacionado con un utilitarismo individualista. Por lo tanto no hay ningún principio unificador entre estos dos reinos, sino que hay una disociación clara entre ambos (esto se podría extender al campo de “la política” en tanto “juego de ajedrez” entre bandos o grupos enfrentados, y cuyos conflictos no han pasado el límite de la violencia física, es decir al campo de “la guerra”).

Si lo anterior es cierto, podemos afirmar que este enfoque –donde prevalece el segundo reino y no el primero- no nos lleva a un mundo mejor, aunque haya progreso material. Para un mundo mejor el “primer reino debe avanzar –desde lo micro a lo macro- en forma sostenida sobre el segundo”.

Por otro lado está el socialismo. En el caso de su versión “revolucionaria”, si bien tiene como móvil la justicia y la libertad e igualdad plena, conlleva a la coacción sostenida a través de regímenes autocráticos que –en la experiencia del siglo XX y comienzos del XXI-, en general, terminan en “variedades de capitalismo”.

Por su parte el socialismo, en su versión socialdemócrata (también podríamos extenderlo a versiones del socialcristianismo), no caen en la coacción, han producido indudables avances en lo que se refiere a bienestar e igualdad, en el marco de una libertad amplia, aunque han sido afectados por la globalización capitalista, la burocracia y la pérdida de dinamismo en algunos casos.

Cuando hemos planteado en esta página web “la convergencia desde una economía plural” hemos tratado de plantear los mejores elementos de cada uno para ir hacia un mundo mejor.

LOS RESULTADOS DESDE UNA PERSPECTIVA ACTUAL, CONCRETA Y EN EL MARCO DE “LO QUE HAY” (LAS NACIONES UNIDAS)

 Si quisiéramos ir hacia resultados que se plantean hoy en el marco institucional global que tenemos en línea con un mundo mejor, mencionaremos en el punto siguiente, y sólo a título de ejemplo, partiendo de un “piso de acuerdo” a nivel internacional con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS):

EL CUIDADO DE LAS PERSONAS Y DEL MEDIO AMBIENTE COMENZANDO POR LOS MÁS DÉBILES Y EN SITUACIÓN DE RIESGO

Tal vez podamos coincidir que hay que comenzar por quienes “están peor”. Esto significa en el caso de las personas aquellas que están en situación de conflictos armados, de pobreza –y peor aún de indigencia- y en especial sin esperanza de cambio. En cuanto al medio ambiente los sitios con mayor contaminación o con mayor riesgo de ella.

Conflictos armados: es urgente alcanzar acuerdos de paz realistas en el actual contexto internacional (nada fácil, por cierto, dado el juego geopolítico de las grandes potencias). La presión social, de distintas expresiones de la cultura (como las religiosas) y de los medios deberían jugar un rol significativo.

Respecto a pobreza, de las 6 metas de los ODS para la pobreza, sólo remarcaremos tres para seguir en detalle y ver los procedimientos concretos que permitan alcanzarlos:

  • Poner en práctica a nivel nacional sistemas y medidas apropiadas de protección social para todos, incluidos niveles mínimos, y, para 2030, lograr una amplia cobertura de los pobres y los vulnerables
  • Garantizar una movilización importante de recursos procedentes de diversas fuentes, incluso mediante la mejora de la cooperación para el desarrollo, a fin de proporcionar medios suficientes y previsibles a los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados, para poner en práctica programas y políticas encaminados a poner fin a la pobreza en todas sus dimensiones
  • Crear marcos normativos sólidos en los planos nacional, regional e internacional, sobre la base de estrategias de desarrollo en favor de los pobres que tengan en cuenta las cuestiones de género, a fin de apoyar la inversión acelerada en medidas para erradicar la pobreza

De todos ellos se remarca “la movilización importante de recursos”, y lo vinculamos respecto de lo mencionado al eje de “redistribución” a escala nacional y mundial que mencionáramos en la anterior entrada.

En cuanto al Cambio Climático, los ODS indican como metas:

  • Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países
  • Incorporar medidas relativas al cambio climático en las políticas, estrategias y planes nacionales
  • Mejorar la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional en relación con la mitigación del cambio climático, la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta temprana
  • Poner en práctica el compromiso contraído por los países desarrollados que son parte en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático con el objetivo de movilizar conjuntamente 100 000 millones de dólares anuales para el año 2020, procedentes de todas las fuentes, a fin de atender a las necesidades de los países en desarrollo, en el contexto de una labor significativa de mitigación y de una aplicación transparente, y poner en pleno funcionamiento el Fondo Verde para el Clima capitalizándolo lo antes posible
  • Promover mecanismos para aumentar la capacidad de planificación y gestión eficaces en relación con el cambio climático en los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo, centrándose en particular en las mujeres, los jóvenes y las comunidades locales y marginadas

Habrá que estar muy atentos a los pasos que dé el nuevo gobierno norteamericano al respecto, dada su influencia a nivel mundial.

PODEMOS AGREGAR: LOS EXCLUIDOS PORQUE NO HAY TRABAJO Y POR EL CAMBIO TECNOLÓGICO

Las  razones por las cuales sectores de la población de un país están excluidos de inserción económica (y por lo tanto a recibir el correspondiente ingreso) son múltiples. Por citar algunas de ellas: educativas básicas, formación profesional, falta de emprendedorismo, tipo de inserción de esa economía en el mundo (por lo tanto cuestiones vinculadas a la productividad, a la retribución de asalariados y empresarios, etc.), condiciones macroeconómicas (v.g. tipo de cambio) y otras que hacen a la falta de competitividad de esa economía (infraestructura y logística, tipo de bienes y servicios que se generan, nivel de retribución que tienen los distintos factores de producción respecto de otros países, etc.)…

Por lo tanto, en el contexto actual, resolver la cuestión de la exclusión del actual sistema, requiere de un abordaje múltiple no fácil de implementar.

En este punto vamos a suponer que habrá un sector de la población actual que no encontrará un fácil acceso a su inserción económica y que otro sector de la población futura tampoco lo tendrá por el cambio tecnológico. Si bien se ha discutido mucho en el pasado si los cambios tecnológicos hacen perder o no ocupación en la economía, hoy sabemos que el balance es crecientemente negativo dada la robotización, la “uberización” de distintos sectores, etc. Si a esto le agregamos el impacto posible que pueden tener a no muy largo plazo las impresoras 3D en la fabricación de alimentos, prendas, objetos….los desplazados o no incluidos serán millones !!!

Por lo tanto qué hacer para ir a un mundo mejor para estos sectores? Algunos lineamientos que se vienen proponiendo o a proponer:

  • Generar o potenciar “viejas actividades” vinculadas a la formación profesional respecto del cuidado de las personas (enfermería, cuidado y acompañamiento de personas con dificultades por su edad o por tener capacidades diferentes) y cosas (construcción y mantenimiento a nivel local, y de hogares, forestación y embellecimiento de paisajes). Incremento de “viejas actividades” vinculadas con el fomento y la práctica de las distintas manifestaciones del arte y del deporte. Preparar a la población para emergencias (terremotos, inundaciones, etc.)
  • Generar o potenciar “nuevas actividades” vinculadas con el cuidado del medio ambiente (remediación de pasivos ambientales, generación de nuevas energías y de producción limpia) e implementación de nuevas tecnologías de la comunicación y la información (desde software hasta empalmadores de fibra óptica), nuevas manifestaciones del arte (vinculadas con la creatividad y nuevas tecnologías). Conocimiento y práctica del funcionamiento de las impresoras 3D. Preparar a la población para nuevas emergencias derivadas del cambio climático, tecnológico y migraciones masivas.
  • Rediseñar los sistemas de ingreso y de seguridad social en la línea de un ingreso de ciudadanía o básico universal como se está comenzando a ensayar en algunos países de Europa, a fin de fijar un piso “digno” de subsistencia.
  • Fomentar el cambio de una “cultura de sociedad salarial” a uno de una “cultura de ocio creativo y solidario” (tantas personas y situaciones en las qué ayudar !!!) donde podamos sentirnos que tiene un “significado” positivo estar en este mundo.

LA UTOPIA DE UN MUNDO MEJOR

Decíamos en la Introducción de esta página web, respecto de qué un mundo mejor nos debería conducir a ser felices promoviendo la empatía, la amistad, el amor, la solidaridad…

Sabemos que ello no es posible entre millones de personas (a pesar de la canción de Roberto Carlos, “yo quiero tener un millón de amigos”), dado que ello se da entre pocas personas. Lo macro debería facilitarnos esta situación micro, y determinados cambios tecnológicos (como el caso de las impresoras 3D) parecen ir en la dirección de potenciar las pequeñas escalas.

Entre tanto en la “gran escala” seguirán predominando la ley, incentivos y desincentivos en las esferas de la provisión de bienes y servicios, del intercambio y la redistribución, así como la existencia de grandes organizaciones (con lo que conlleva de concentración del poder y peligro de burocratización) vinculadas a las escalas de los Estados y de la globalización. Esta última necesita re-diseñarse partiendo de una nueva división del trabajo diferente a la existente, con nuevos valores y nuevas organizaciones que trasciendan a los estados nacionales. Por ahora parece que vamos en dirección contraria a una globalización que promueva la inclusión de todas las personas (en especial en sus territorios de origen), disminuyan la desigualdad y promuevan la solidaridad.

Para finalizar podemos hacer nuestras las palabras del filósofo Derek Parfit, tomadas del artículo de Peter Singer «La vida de un filósofo que importó» donde expresa: «la vida puede ser maravillosa así como puede ser terrible, y nuestro poder de hacerla buena será cada vez mayor. Es posible que la historia de la humanidad apenas esté comenzando, de modo que podemos esperar que los humanos, o supra humanos, del futuro puedan alcanzar algunos grandes bienes que ahora no podemos ni siquiera imaginar. Como dijo Nietzsche, nunca hubo amanecer tan nuevo y horizonte despejado, ni un mar tan abierto».

Aunque es difícil vale la pena intentarlo en lo micro y en lo macro, no?