En este blog hemos hablado de los impuestos, los paraísos fiscales, iniciativas auspiciosas en cuanto a la fiscalidad de las multinacionales (para mayor ampliación se puede ver este link), así como la temática de la desigualdad en relación con los impuestos.
Ahora intentaremos abordarlo desde una perspectiva global de la fiscalidad internacional a partir, entre otros, del enfoque de Gabriel Zucman. Para ello glosaremos algunas partes de esta entrevista que le hizo Jorge Fontevecchia, en especial sobre una iniciativa en curso y respecto de la temática de la «competencia fiscal». Aquí va
«—En 2021, más de cuarenta países se pusieron de acuerdo para la creación de un impuesto global sobre las multinacionales mínimo del 15%. ¿Qué pasó con ese acuerdo, fue posible su aplicación, cómo resultó hasta el momento?
—Es un avance muy importante. De hecho, es un hito en la regulación de la globalización, porque de hecho es la primera vez que hay un acuerdo internacional que dice que tiene que haber un suelo, que tiene que haber un tipo impositivo mínimo sobre los beneficios de las empresas multinacionales. Así que merece la pena celebrarlo, tomarse un segundo para celebrar este avance, porque es realmente importante. Al mismo tiempo, también es totalmente insuficiente, porque el 15% es un tipo impositivo muy bajo. Y estamos hablando de la fiscalidad de grandes empresas multinacionales, probablemente los actores económicos más poderosos del planeta. Y esencialmente lo que dice el acuerdo es: “Ok, si pagan el 15%, no es un tipo impositivo alto”. Eso está bien. Pero eso no está bien en un mundo en el que los trabajadores ordinarios tienen que pagar el 30%, 40% por ciento de sus ingresos en impuestos. Así que esa es la primera limitación fundamental de ese acuerdo. Es un avance importante, es un primer paso, realmente no es suficiente, y por eso creo que es importante explicar cuáles deberían ser los siguientes pasos, cómo podemos mejorarlo. La segunda limitación fundamental es que no va a detener la carrera hacia abajo que estaba describiendo, esta espiral de competencia fiscal internacional, porque el acuerdo dice que si tienes suficiente presencia como empresa en un país, empleas a gente allí, tienes activos en ese país, tienes sustancia en ese país. Entonces se te permite excluir los beneficios correspondientes de la base del impuesto sobre la renta. Así que, para ser muy claros, cuanta más actividad traslades a países de baja tributación, cuanta más presencia tengas en paraísos fiscales, en lugares de muy baja tributación, más se te permitirá reducir tu impuesto por debajo del 15%. Y ese es un fallo crítico de ese acuerdo que hemos denunciado en nuestro informe sobre la evasión fiscal mundial.
—El informe global de evasión fiscal de 2024 dice que el impuesto mínimo global se ha debilitado drásticamente. ¿Por qué?
—Sí, se ha debilitado en relación con el objetivo inicial del acuerdo, en particular tal y como se detallaron en 2020-2021. Tal vez recuerdes cuando comenzó la administración Biden. Cuando Biden entró en la Casa Blanca, a principios de 2021 en los Estados Unidos, la nueva administración estadounidense dijo que para ellos era una prioridad obtener un acuerdo global sobre un impuesto mínimo del 21%. Querían un 21% sin exenciones ni lagunas. Así que ese era el espíritu en 2021, y hoy estamos en 2024 con un tipo impositivo mucho más bajo que ese, el 15%, y con varias exenciones y lagunas. Permítame mencionar la que probablemente sea la mayor laguna, la mayor limitación de ese acuerdo, que tiene que ver con los créditos fiscales o subsidios. Si un gobierno le da a una empresa un crédito fiscal, lo que equivale a un subsidio, el acuerdo dice que esto no se contará como una reducción en los impuestos pagados por esa empresa. O, para decirlo de otra manera, todavía se permitirá que las empresas multinacionales tengan tasas impositivas efectivas de menos del 15%, potencialmente 0%, si la razón por la que tienen tipos impositivos tan bajos es porque los gobiernos les conceden subvenciones o créditos fiscales. Así pues, el principal riesgo es que este tipo de acuerdo modifique solo ligeramente la naturaleza de la competencia fiscal. No va a hacer que las empresas multinacionales paguen más impuestos. No va a provocar un aumento de la recaudación fiscal en los distintos países, en particular en los paraísos fiscales. Pero en lugar de competir reduciendo sus tipos del impuesto de sociedades, los países van a competir dando más subvenciones, más créditos fiscales a las empresas multinacionales para cortejarlas. Y si esto ocurre, no se solucionará el problema de la competencia fiscal de los tipos impositivos muy bajos que pagan las empresas multinacionales, que están alimentando la desigualdad, porque estos tipos impositivos bajos benefician principalmente a los accionistas de las empresas multinacionales que tienden a estar en lo más alto de la distribución de la renta y la riqueza.
“Hay una tensión entre la concentración de la riqueza y nuestros ideales democráticos”
—Las multinacionales norteamericanas son responsables de alrededor del 40% del traslado de beneficios a nivel mundial, y los países de Europa continental son especialmente los más afectados por esta evasión. ¿Cuál es el efecto de lo que se llama “competencia fiscal”, cómo afecta a los ingresos públicos y cómo produce desigualdad?
—Son preguntas muy importantes. Y sí, en efecto, vale la pena tomarse un segundo para tener una imagen ampliada de la situación en nuestras mentes. Cada año, hay, según nuestros cálculos, el equivalente a un billón de dólares en beneficios que se realizan en países como Argentina, Estados Unidos o Francia, que terminan siendo contabilizados por razones fiscales o, desde una perspectiva fiscal, se contabilizan en paraísos fiscales en países como las Bermudas, donde la tasa del impuesto de sociedades es cero, o en países como Luxemburgo o Singapur, y así sucesivamente. A esto se le llama trasladar los beneficios desde donde se obtienen hacia países con un tipo impositivo muy bajo. Y este traslado de beneficios por las empresas multinacionales se ha disparado desde los años ochenta y particularmente rápido en los últimos veinte años. Reduce los ingresos públicos en todo el mundo en cerca de trescientos mil millones de dólares. ¿Y por qué es malo? En primer lugar, los impuestos que no pagan las empresas multinacionales tienen que pagarlos otros agentes económicos. En segundo lugar, ¿quiénes son los beneficiarios últimos de esa forma de evasión fiscal? Las empresas multinacionales, los accionistas, y estos tienden a ser individuos ricos. Así, este proceso de traslado de beneficios por parte de las empresas multinacionales alimenta el aumento de la desigualdad de ingresos y riqueza a nivel mundial.
“El impuesto sobre la renta debe ser progresivo; a mayores ingresos, tipos impositivos más altos”
—Si se lograse implementar el impuesto mínimo global del 2% a los tres mil individuos más ricos del mundo y se sumara a eso los impuestos mínimos a las ganancias de las multinacionales del 15%, ¿cuál sería la cantidad de dinero que se recaudaría?
—Muy importante, porque estas son, de hecho, las dos principales propuestas que formulamos en nuestro informe sobre la evasión fiscal mundial. Así, en primer lugar, proponemos la creación de un impuesto mínimo del 2% sobre la riqueza de los multimillonarios mundiales. Y hay relativamente pocos multimillonarios en el mundo, unos tres mil individuos, pero son muy ricos. Tienen alrededor de trece billones de dólares en riqueza y pagan muy pocos impuestos hoy en día. Si se los obligara a pagar al menos el 2% de su riqueza en impuestos cada año, se generaría una gran cantidad de ingresos fiscales. Según nuestras estimaciones, esto generaría alrededor de doscientos cincuenta mil millones de dólares en ingresos fiscales adicionales en todo el mundo a partir de solo tres mil personas. Eso para los multimillonarios. Para las empresas multinacionales, tenemos este acuerdo sobre un impuesto mínimo del 15%, pero está lleno de agujeros y el porcentaje es demasiado bajo. Si aumentamos los porcentajes al 20% y cerramos las lagunas que he descrito, como el tratamiento de los créditos fiscales, por ejemplo, podemos generar doscientos cincuenta mil millones de dólares adicionales en ingresos fiscales a nivel mundial. Así que es un gran total para estas dos simples medidas, dos simples reformas, que no son muy ambiciosas. Estamos hablando de tipos del 2% para los multimillonarios, del 20% para las multinacionales. Así que no es la revolución comunista. Esto es solo construir sobre lo que existe y hacerlo un poco mejor. Con estas dos medidas, se obtienen quinientos mil millones de dólares en ingresos fiscales adicionales. ¿Qué significan todos estos miles de millones? Creo que una comparación perspicaz es la siguiente: según las mejores estimaciones que tenemos, los países en desarrollo necesitan quinientos mil millones de dólares adicionales en ingresos fiscales cada año para hacer frente a los desafíos del cambio climático. Son las mejores estimaciones que existen. Y por eso, decimos que con estas dos sencillas reformas se puede generar tanto dinero solo gravando un poco mejor a las multinacionales y a los multimillonarios mundiales.
—En el informe de evasión fiscal 2024 se hace una serie de recomendaciones para conciliar la globalización con la justicia fiscal, como por ejemplo, reformar el acuerdo internacional sobre el impuesto mínimo de las sociedades, la introducción del impuesto mínimo global a los más adinerados y la creación de un registro global de activos. ¿Qué viabilidad cree usted que tienen realmente esas propuestas?
—Sí, son aplicables. Creo que la forma más sencilla de ver esto es reconocer que ya hemos hecho algunos progresos en los últimos quince años. Permítame dar solo dos ejemplos. Hace quince años, existía un completo secreto bancario en lugares como Suiza o las Islas Caimán. No había intercambio de datos bancarios entre las instituciones financieras de esos países. Hoy, y desde 2018, existe un intercambio automático de información bancaria. Hay un acuerdo internacional en el que participan más de cien países que obliga a las instituciones financieras y a los paraísos fiscales a compartir datos con otros países, con las autoridades fiscales. No ha solucionado todo el problema, pero existe. Y hace quince años, la sola idea de que un acuerdo así pudiera existir se consideraba utópica. Pero hoy es una realidad. Así que ese es un ejemplo. El segundo ejemplo es el acuerdo sobre el impuesto mínimo coordinado del 15% sobre las empresas multinacionales. Lo mismo, hace cinco, diez años, esto se consideraba utópico, una especie de quimera. ¿Cómo quieres convencer a cuarenta países y territorios para que se pongan de acuerdo sobre un tipo impositivo único? Pero ahora sabemos que es posible. Eso es lo que me hace ser fundamentalmente optimista sobre nuestra capacidad para crear nuevas formas de cooperación internacional. Pueden surgir nuevas formas de coordinación internacional en un período relativamente corto si existe voluntad política en al menos un país. Así, por ejemplo, para el intercambio automático de información bancaria, Estados Unidos y Obama desempeñaron un papel clave en el lanzamiento del proceso. Así que se necesita la voluntad política de al menos un país. No tiene por qué ser solo Estados Unidos, podría ser la Unión Europea, Argentina, podría ser una coalición de países de América Latina y del Sur. Pero si hay voluntad política al menos en alguna parte, pueden surgir con bastante rapidez nuevas formas de cooperación internacional.»
Se invita a leer completo el reportaje, dado que aporta muchos elementos a la temática fiscal de los sectores de altos ingresos y su relación con la globalización y la lucha contra la desigualdad.
PD: Hay algunas iniciativas como esta, pero -por ahora- sólo a nivel declarativo.