Economías y distintas formas de institucionalización y expresión del Capital

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En general hay consenso en los distintos enfoques de la economía política, que el capital es un acervo o conjunto de recursos, bienes y valores disponibles para satisfacer una necesidad o llevar a cabo una actividad definida y generar un excedente económico que sirva para su amortización, reposición, futuras inversiones o retribuir a los propietarios de dicho capital, y en algunos casos compartir la propiedad o repartir los excedentes entre los trabajadores o a otros actores (por ejemplo en donaciones). Las formas de institucionalizar el capital pueden ser diversas, por ejemplo, la privada, la social (como el caso de las cooperativas) o comunitaria, estatal o mixta, según los contextos, las culturas y la normativa vigente.

A lo largo de la historia de la humanidad, desde el hombre primitivo hasta la actualidad, el capital se ha expresado como:

  • conocimiento para alimentarse de los frutos de las plantas, cazar animales, pescar, generar instrumentos o tecnología (vinculada con el conocimiento científico) para transformar la naturaleza (o el capital aportado por ella), y en general capital humano y social o relacional (con las demás personas y el ambiente),
  • instrumentos o stock de bienes de capital,
  • capital natural (mencionado al principio),
  • medios de pago como bienes a trocar hasta flujos de dinero (que se convierten en ahorros disponibles o en»stocks»), capital financiero en sus distintas modalidades (como es el caso más reciente de la financierización de la economía) y activos externos,

entre los principales (1).

En los algo más de 200 años, como bien ha señalado Karl Polanyi, se ha dado una «gran transformación» y el capital se ha institucionalizado, sofisticado (se le ha agregado el «ismo») y radicalizado (hasta extremos nunca vistos antes) en lo que llamamos «capitalismo».

Quisiéramos «re-visitar» el concepto de capitalismo en base a la excelente síntesis realizada en el capítulo I del libro «Historia del Capitalismo» de Jürgen Kocka, comenzando por expresar de que «el término capitalismo es controvertido», y por lo tanto no hay una única acepción (podríamos ilustrarlo con la pregunta si «¿capitalismo es igual a economía de mercado?» o ¿son dos conceptos diferentes?). En términos históricos no se asentó en las lenguas francesa, alemana e inglesa hasta la segunda mitad del siglo XIX. A continuación trataremos de glosar y hacer una síntesis de las principales acepciones:

  • en alemán, «en un primer momento, hacía referencia al dinero (invertido o prestado) y, más adelante, a patrimonio consistente en dinero, documentos de crédito, títulos, mercancías y medios de producción, aunque generalmente sólo en el sentido de las ganancias que se espera que aporte»,
  • «desde el siglo XVII, un «capitalista» es el hombre que posee abundante capital, dinero en efectivo y un gran patrimonio y puede vivir de sus intereses y rentas…..» y «desde finales del siglo XVIII, además cada vez más frecuente contemplar a los capitalistas como personas diferentes -pronto, incluso en el polo opuesto- a las de los trabajadores… que no vivían de su salario o de sus rentas, sino de los beneficios que obtenían».
  • Lo anterior es un «matiz claramente ligado a la idea de las clases sociales, se fue reforzando en los decenios posteriores, cuando se incrementó la pobreza pública, estallaron los episodios revolucionarios de 1848-1849 y se impuso la industrialización, con sus fábricas y su trabajo asalariado, también en Alemania», además de Inglaterra.
  • «El sustantivo «capitalismo» se reflejó desde mediados del siglo XIX en la lengua francesa fundamentalmente ese matiz de crítica a la sociedad de clases, que se impondría también hacia 1860 en el idioma alemán y algo más tarde en el inglés.
  • En cuanto a autores Kocka señala que «aunque Karl Marx apenas utilizó esta palabra, en las décadas de los cincuenta y los sesenta del siglo XIX escribió profusamente sobre los «modos de producción capitalista» y consiguió un gran efecto con sus textos. Rodbertus, economista que simpatizaba con el socialismo de estado, constató en 1869: «El capitalismo se ha convertido en un sistema social». En 1870, Albert Shäffle, profesor de Economía Nacional, de ideología liberal-conservadora, publicó su obra –traducido su título al español- «El capitalismo y el socialismo, con especial a las formas de los negocios y el patrimonio», en la que abordó en detalle la oposición entre trabajo asalariado y capital…En 1902 apareció la gran obra de Werner Sombart –traducido su título al español- «El capitalismo moderno», que contribuyó decisivamente a la generalización del uso del término.»
  • Volviendo a Marx, Kocka dice que su enfoque se puede reducir «a cuatro puntos: 1) considera que el mercado desarrollado, que requiere una división del trabajo y una economía monetaria, es el elemento central del capitalismo…; 2) la acumulación, en principio ilimitada, esto es la formación y la multiplicación permanente del capital, en cierto modo como un fin en sí mismo, primero como «acumulación originaria», por la transferencia desde otras áreas (no sin desposesión y no sin violencia), y más tarde como reinversión de los beneficios que, a fin de cuentas, procedían del valor creado por el trabajo: el capital se presentaba así como trabajo coagulado; 3) identifica la relación de tensión que existe entre los capitalistas, en calidad de los medios producción, y los empresarios y gerentes que dependen de ellos, por una parte, y los obreros libres -contratados a cambio de una remuneración o un salario y que no poseen los medios de producción, por otra….hay «una relación de dominación y dependencia que permite la «explotación» del obrero por parte del capitalista…lo que se conoce como «plusvalía», que ni se pone a su disposición ni se le paga, sino que pasará a manos del capitalista-empresario, quien destinará una porción de ella a la acumulación, y otra a cubrir su propio consumo… esta relación desencadenará la lucha de clases…4) describió la enorme dinámica del sistema capitalista, que, dirigida por la burguesía, disolvía todo lo heredado, se extendería por todo el mundo y tenía la fuerza (y la capacidad) suficiente para invadir con su lógica otros ámbitos de la vida, más allá de lo económico… generándose la «formación de la sociedad capitalista».
  • «Max Weber abordó el tema del capitalismo en el contexto de la larga historia de la modernización de Occidente. A partir de esta base, desvinculó el concepto de la industrialización, al que hasta entonces había estado anclado. A diferencia de Marx, no esperaba que el sistema se derrumbara como consecuencias de sus crisis, sino que lo que temía era que su dinámica se anquilosara debido a un exceso de organización y burocratización. Tampoco creía en la superioridad de un futuro sistema socialista. El planteamiento temático llega mucho más allá y se remonta a edades más lejanas en el tiempo que las que interesaron a Marx.  ….Subrayó «la racionalidad formal contable» de la economía de este modelo, presente sobre todo en la estructura de la empresa capitalista…organización sistemática, racional y pensada para la consecución de los objetivos, como asociación de dominación y a la organización hacia la obtención de largo plazo… Subrayó que la dirección efectiva de una empresa capitalista requiere, por una parte, mercados de dinero, créditos y capital, y, por otra una mentalidad económica específica, que, a su juicio, no hay que confundir con un afán ilimitado de lucro, sino que se caracteriza más bien por una «atemperación racional» y una disposición a invertir y reinvertir, calculando a largo plazo, con el fin de conseguir el éxito de la empresa en el futuro. Weber consideraba que un fuente importante de este «espíritu del capitalismo» se hallaba en la ética calvinista-puritana que se estableció desde el siglo XVI…Weber subrayó, tanto desde el puntos de vista teórico como desde el histórico, que el capitalismo así interpretado requiere una cierta realidad social diferenciada y, con ella una relativa autonomía del subsistía «economía», especialmente frente a la política. Una autonomía que se traduzca en la libertad de contratos, de mercado laboral, de mercado de bienes y de creación de empresas. Por otro lado, mostró de forma convincente hasta que punto el ascenso del capitalismo dependió durante siglos de los factores extraeconómicos, especialmente de la política y del Derecho, así como de los estados y de  sus guerras y necesidades financieras. Y estaba seguro del extraordinario «significado cultural» del capitalismo, que impuso su dinámica y sus principios en numerosas áreas no económicas de la vida. Sabía que el capitalismo plenamente desarrollado y con todas las características ya señaladas constituía un fenómeno de la Edad Media, así que decidió diferenciar el «capitalismo moderno» de otras formas más antiguas y menos evolucionadas («capitalismo inicial», «capitalismo orientado políticamente», «capitalismo de arriendo», «capitalismo de presa»). Weber estaba convencido de que si el capitalismo moderno había surgido únicamente en occidente era, en buena medida, porque sólo en esta región se había adoptado una peculiar forma de estado…»
  • Joseph A. Schumpeter «no sólo utilizó el término «capitalismo» para sus propias investigaciones, sino que también logró influir de forma duradera en el debate científico acerca del capitalismo a través de su obra Capitalismo, socialismo y democracia (publicada por primera vez en 1942). La propiedad privada, el mecanismo de mercado y la economía de la empresa, forman parte, a su entender de los elementos definitorios del «capitalismo». Concluyó que el «capitalismo» es cualquier forma de economía de la propiedad privada, en la que se llevan innovaciones a través del dinero prestado, lo que, en general, requiere la creación de créditos. Al subrayar la creación de créditos  -y, con ella, la creación de deuda , así como la especulación- como característica general del capitalismo. Schumpeter aportó una contribución que hoy en día, tras el crecimiento desproporcionado del capitalismo financiero que se ha producido en los últimos decenios, nos suena extraordinariamente actual…Schumpeter dejó en claro que la introducción de lo nuevo, acompañado de la necesidad supone el reemplazo , y a menudo también la destrucción, de lo antiguo. En este sentido -y acercándose conceptualmente a Sombart- habló de «la destrucción creativa» como núcleo del desarrollo capitalista…. también preveía el hundimiento del capitalismo: a medida que iba extendiéndose, el sistema mermaba sus condiciones sociales. El autor señaló este efecto en varias instituciones sociales, como la familia numerosa, que durante largo había sido una fuente de motivación y energía para el empresario capitalista, pero que cada vez se veía más perjudicada por el espíritu de racionalidad orientada hacia la consecución de objetivos y el individualismo que requería el sistema. El capitalismo fracasaría por las consecuencias indeseadas de su éxito».
  • John M. Keynes «consideró que la esencia de este sistema se hallaba en su apelación a los «instintos de lucro y de amor al dinero que presentaban los individuos, como principal fuerza motriz de la máquina económica. A su juicio el estado de ánimo, los sentimientos y las casualidades -y no sólo la racionalidad orientada hacia los objetivos y el cálculo, que tanto había subrayado Max Weber- desempeñaban un importante papel en el capitalismo. Veía en este sistema la acción de «impulsos animales» (animal spirits) que no sólo contemplaba con cierta distancia y extrañeza, sino que reconocía también como destacadas fuerzas motrices de la economía capitalista que, en su opinión, se desarrollaba bajo la presión de una inseguridad incalculable y necesitaba de semejantes propulsores. Este agudo y relevante economista -el que mejor conocía la realidad de los negocios de su tiempo- observó la presencia de lagunas en la racionalidad orientada hacia los fines del capitalismo, que sólo podían resolverse recurriendo a las emociones.
  • Karl Polanyi «en su obra The Great Transformation, publicada por primera vez en 1944, Karl Polanyi apenas utilizó el término «capitalismo», aunque, partiendo especialmente de ejemplos de la Inglaterra del siglo XIX, estudiaba la aparición de una economía de mercado surgida de su «encauzamiento» en lo político y lo social, con tendencia a la autorregulación y cuya dinámica se oponía claramente a la necesidad de integración de la sociedad.
  • Fernand Braudel «en su obra de tres volúmenes Civilización material, economía y capitalismo, siglos XV-XVII, publicada en 1979, describió pormenorizadamente el nacimiento del capitalismo, que diferenció con claridad del concepto de «economía de mercado». En este último incluía los mercados locales, los negocios de los mercaderes y de la mayoría de comerciantes, así como las ferias y bolsas. En cambio trató de reservar el  término capitalismo para los negocios de una estrecha y exclusiva «superestructura» de capitalistas acaudalados y poderosos, que, según las circunstancias, podían ser mercaderes de éxito dedicados al comercio con regiones remotas, navieros, aseguradores, banqueros, empresarios en general o también terratenientes, y que, en la mayoría de los casos, se dedicaban a más de una actividad. En ese capitalismo «de las capas altas» así entendido, la competencia no desempeñó un papel destacado, ya que, por lo general, la monopolización de las oportunidades de mercado iba estrechamente unida a quienes ejercían el poder político. Así y con toda razón, Braudel llama la atención sobre el hecho de que durante largos períodos fue más habitual la mezcla de poder mercantil y de poder político que la separación nítida entre ambos. Por otra parte, apuntó eficazmente hacia esa impresión generalizada de que en el seno del capitalismo surgen con facilidad tendencias hacia el oligopolio y el monopolio que son contrarias a la competencia -principio básico de la economía de mercado- y que pueden dejarla parcialmente sin efecto…» Kocka aclara que hay que tener en cuenta que el capitalismo «hundía sus raíces en la economía de mercado y en la mayoría de los casos no la excluía, sino que contribuía a su generalización».

entre otros (habría que agregar los aportes relevantes vinculados a variedades de capitalismo, la economía del comportamiento, etc.).

Se ha escrito mucho sobre esta temática, y no se puede abordar todo en esta entrada. Solo utilizaremos este artículo que se refiere a «cooperativismo y parecidos de familia» para intentar hacer una síntesis de esta perspectiva muy particular (vinculada a su posibilidad de cambio con otra forma de institucionalización del capital y de móviles así como de valores) así como con referencias al caso argentino. A continuación lo transcribimos.

«En 1844 surgió una novedosa expresión moderna de institucionalización del capital, bajo la modalidad social. Ella fue el fruto de los denominados Pioneros de Rochdale en Inglaterra. Algunos dirán legítimamente que —en realidad— es una derivación particular de la propiedad privada, en el sentido que lo social se limita a quienes participan de la iniciativa y no a toda la sociedad.

En línea con lo expresado, otros dirán que lo social se logra a través de la institucionalización estatal del capital. La experiencia de la ex Unión Soviética, y de países que en la actualidad tienen ese enfoque, demuestra que este tipo de institucionalización está mediada por los funcionarios del Estado que responden al partido político del régimen y administran esas empresas (y otras veces —parcial o totalmente— por los sindicatos). Si en la práctica se apropian de ellas, tampoco tendrán ese rasgo social generalizado.

Volviendo al cooperativismo no es muy conocido el rol que han tenido empresarios privados en su surgimiento. Citaremos sólo dos casos: Robert Owen en Inglaterra y Juan Costa en el cooperativismo agrario argentino. Este último acompañado por Domingo Bórea, un funcionario estatal muy formado y comprometido con esta corriente socioeconómica.

A nivel mundial ha tenido indudable éxito en su expansión, que alcanza hoy en día a unos 1200 millones de personas que participan de alguna empresa cooperativa. En la Argentina el origen del cooperativismo ha estado muy influenciado por las distintas corrientes migratorias, participando en casi todas las ramas de actividad económica y siendo muy fuerte en rubros como el agrario, los servicios públicos en localidades medianas y pequeñas, o los seguros.

Ha sido muy relevante en la recuperación de empresas en crisis, y desde la década de 2000 tomó envergadura a partir de iniciativas específicas que surgieron alrededor del cooperativismo de trabajo. También hubo una gran creación de cooperativas vinculadas a tareas de obras públicas en Municipios, y luego con algunos movimientos sociales, cuestión que llega hasta hoy.

Con respecto a las experiencias se debe tener en cuenta que el cooperativismo se hizo sostenible y exitoso en el tiempo por dos razones: 1. porque surgió de abajo hacia arriba a partir, no solo de las necesidades de sus integrantes, sino también de su activa participación asociativa, y 2. porque las cooperativas fueron bien gestionadas como empresas. Lamentablemente, en el caso argentino vinculado con lo último que se viene de mencionar en el párrafo anterior, cabe destacar que -en muchos casos- el formato cooperativo no coincide con la esencia, espíritu y verdadera identidad del mismo.

Relacionado con el título de esta nota, nos valdremos de una concepción lingüística de Ludwig Wittgenstein.  Se refiere a si es posible encontrar -entre dos planteos- ciertas semejanzas fundamentales, es decir “una compleja red de parecidos”, tal como sucede entre “los miembros de una misma familia”. En base a ello se puede expresar la pregunta: ¿existen parecidos de familia con otros enfoques y experiencias respecto al ideario del cooperativismo en su orientación a no maximizar el excedente económico?

Para decirlo de manera específica, lo que en lo privado se denomina ganancia o lucro: ¿hay actores cuyo comportamiento demuestra que esta motivación no es la central?.Entendemos que la respuesta es afirmativa. Citaremos varios ejemplos que indican que contar con excedente es relevante para sostener el proceso de amortización y reinversión, pero no lo es su maximización, y menos a cualquier costo o manera.

Entre algunos ejemplos se pueden mencionar las Empresas b, las mutuales y asociaciones del tercer sector, las del movimiento de  economía de comunión, las de la economía del bien común, y las que actúan efectivamente bajo la modalidad de responsabilidad social empresaria, entre las principales. En la Argentina, existen además experiencias relevantes de cooperación como las practicadas por los grupos CREA.

Un último aspecto significativo se refiere a la evidencia empírica sobre las motivaciones de la mayoría de los empresarios. Se trata de una caracterización que surge de un estudio del año 2002, sobre Empresarialidad en Economías Emergentes: Creación y desarrollo de nuevas empresas en América Latina y el Este de Asia, realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo, Hugo Kantis (del Instituto de Industria de la Universidad General de Sarmiento) y Masahiko Ishida y Masahiko Komori (del Japan Economic Research, Development Bank of Japan (ver esta publicación, en particular el Gráfico 2-7 «Principales motivaciones para ser empresario», en la página 26). Allí se muestran los resultados de una encuesta a numerosos fundadores de empresas —de países seleccionados en el estudio— donde se puede observar que sólo un mínimo porcentaje tiene como motivación “ser rico” o se plantea la maximización del lucro con fines personales. Podríamos inferir entonces que también en este aspecto específico existe un parecido de familia con quienes fundan una cooperativa.

Por otra parte, entre los temas que se debaten en el mundo y en la Argentina, está el rol de la política frente al capitalismo. Si descartamos un liberalismo extremo (o variante del neoliberalismo) o de la estatización de los medios de producción (a la cubana o del chavismo), es relevante encontrar los modos adecuados (por lo tanto no populistas, es decir sólo centrados en el corto plazo), para que el modelo económico sea equilibrado en tiempo (por lo tanto sostenible) y sustentable social y ambientalmente. Entendemos que hay buenos ejemplos tanto en la Unión Europea como en otros países.

De esta última tomaremos uno vinculado a su política frente al capitalismo de vigilancia y el rol de la IA. Están estableciendo un lado establecen una política pública con un marco institucional que lo limita significativamente. En en lo micro y desde la cultura, surgen en otros países protocolos para organizaciones y empresas que establecen una ética diferente a poder hacer cualquier cosa como es esta experiencia. En cuanto a esta última, lo ideal sería que los Estados -además de establecer regulaciones macro como las de la UE- establecieran la obligatoriedad en lo micro de estas buenas prácticas que surgen de abajo hacia arriba para que toda empresa u organización tenga este tipo de protocolos. Entonces la política tendría una modalidad donde se combinarían -de manera virtuosa- lo macro y lo micro, lo obligatorio y las buenas prácticas que surgen de la cultura y de la sociedad (2).

Más en general, podríamos decir que se debate el rol del capital (bajo lo que comúnmente se entiende por capitalismo), y cómo ejerce su función de agregar valor de manera sostenible en lo económico, y sustentable en lo social y lo ambiental. Para ello, sin duda, el ethos o la cultura jugará un rol fundamental para promover la cooperación —bajo cualquiera de sus modalidades— y no el conflicto.  El Estado y sus gobiernos (además de lo mencionado en el párrafo anterior), debería proporcionar un orden equilibrado de las distintas variables macroeconómicas, así como la articulación de un plan estratégico de desarrollo (territorial y sectorial), en el marco de un funcionamiento eficaz, eficiente y transparente de funcionamiento del mismo. Sabemos que, si esto no se da, las consecuencias se expresarán en un régimen inflacionario que, además de aumentar la pobreza  e incentivar la puja distributiva, dañará las expectativas de previsibilidad y de cooperación incentivando a quienes tienen un capital a maximizar el excedente para cubrir sus costos de reposición (inciertos) y -en general- a buscar una moneda alternativa.

Ojalá que podamos debatir -desde la sociedad, los partidos políticos, las universidades, y distintas expresiones ciudadanas- esta temática tan relevante de manera abierta, sincera, con una actitud y enfoque positivo y propositivo, en el sentido de buscar en el futuro un mundo mejor que el presente (3).

(1) Se agradece a Jorge Remes Lenicov la referencia a este texto y a este informe «The Changing Wealth of Nations 2018, Building a Sustainable Future», Banco Mundial, 2018. Este último expresa que para el BM se incluyen las siguientes categorías de activos:

  • Capital producido y suelo urbano: compuesto por las maquinarias, edificios, equipos y terrenos urbanos residenciales y no residenciales, medidos a precios de mercado.

  • Capital natural: energía (petróleo, gas y carbón), minerales, tierras agrícolas, bosques y áreas protegidas terrestres. Las áreas marinas protegidas no están incluidas actualmente. Se mide como la suma del valor descontado de las rentas generadas durante la vida del activo.

  • Capital humano: desagregado por sexo y situación laboral (empleado o autónomo). Se mide como el valor de los ingresos descontados a lo largo de la vida de una persona.

  • Activos externos netos: es la suma de los activos y pasivos externos de un país, como la inversión extranjera directa y los activos de reserva.

También se puede agregar la importante referencia del libro de Thomas Piketty, El capital en el siglo XXI, Ed. Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2014, donde, en las páginas 60 a 67, proporciona las distintas acepciones, partiendo de que «a fin de simplificar la exposición utilizaremos las palabras «capital» y «riqueza» (o «patrimonio») de manera intercambiable, a manera de sinónimos perfectos. Según algunas definiciones, habría que reservar el uso de la palabra «capital» para las formas de riqueza acumuladas por el ser humano (edificios, máquinas, equipos, etc.) excluyendo pues la tierra o los recursos naturales, que la especie humana heredó sin haber tenido que acumularlos. La tierra sería entonces un componente de la riqueza pero no del capital… Según otras definiciones habría que reservar la palabra «capital» para los elementos de «la riqueza» que se utilizan directamente en el proceso productivo». Luego continúa con otras precisiones conceptuales (hay que destacar que, a los fines de su texto el autor, descarta el uso del término «capital humano»).

(2) Corremos graves riesgos como los que se mencionan en esta nota.

(3) Debería articularse con una educación de calidad, donde debería tener un rol significativo la enseñanza de la empatía. Existen numerosas experiencias y en países como Dinamarca, es una política pública.

2 thoughts on “Economías y distintas formas de institucionalización y expresión del Capital

  1. Ricardo,
    Muy bueno todo el trabajo de lectura e investigativo detrás de este artículo. Felicitaciones!
    Considero que, aún basado en el análisis de las experiencias de los acontecimientos de la historia económica, quieras visualizar un futuro donde movimientos y organizaciones en el capitalismo son virtuosos y no cometan los excesos criticables que algunos utilizan para su provecho, a pesar que existan instituciones de contralor y leyes que traten de contemplar todos los aspectos para que nada se escape de las normas, siempre va a aparecer un individuo con espíritu schumpeteriano que no va a ir por el camino conocido y le buscará la vuelta para hacerlo distinto. Pero vale la pena intentarlo. Saludos!

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