La Economía como Ciencia

En otra entrada nos hemos referido al origen de la palabra «economía».  Es con la modernidad donde se la formula como una ciencia y se le adiciona el término «política» (luego a aparecerán otros agregados como «social» y demás, que desarrollaremos en otras entradas). Si bien el término economía “política”, como señala H. W. Spieger («El Desarrollo del Pensamiento Económico», Ediciones Omega, Barcelona, 1991, pág. 119) “apareció por primera vez en 1615 en el título de un libro, por lo demás nada relevante, escrito por un quincallero francés”, y la idea de una “ciencia” económica moderna está presente desde 1768 en un escrito del fisiócrata Pierre Samuel du Pont de Nemours, es recién a partir de Adam Smith (1776), donde la teoría económica finalmente cobra una entidad e independencia que la enmarca como una disciplina aparte. Con su obra sobre la Investigación acerca de la naturaleza y causa de la Riqueza las Naciones, y la repercusión que esta generó, es que la economía deja de ser un apéndice de la filosofía y el derecho natural para emerger como una ciencia teórica expuesta sistemática y coherentemente. Más adelante muchos otros autores (como el caso de A. Marshall) buscarán de reforzar esta caracterización de “científica”.

No es un tema menor que Adam Smith -uno de los principales padres de esta ciencia- haya comenzado como filósofo en un contexto de grandes cambios científicos (en especial Newton, y la posibilidad de expresar la realidad en lenguaje matemático así como su noción de equilibrio), económicos (salida del feudalismo, desarrollo de la propiedad privada, el mercantilismo y gran crecimiento del comercio y manufactura), tecnológicos (el proceso que convergió en la primera revolución industrial y con hitos como el de 1698 con la primera bomba accionada a vapor), culturales (el protestantismo), sociales (emergencia de la burguesía), y políticos (la aparición de las naciones-estado y el liberalismo), entre los principales. Smith, junto a Ricardo, Say, Malthus, Bentham y Mill, estuvieron muy influenciados por pensadores como Descartes, Rousseau, Hobbes, Hume, Locke y Hutcheson, por citar algunos de los más notables.

Si tuviéramos que sintetizar algunos de los rasgos más significativos de esta corriente, podríamos decir:

  • Cuadro Institucional Preciso: Constituido por mercados competitivos en los que se encuentran productores y consumidores movidos por su solo interés personal.
  • Metodología deductiva: El razonamiento es abstracto, se busca formular leyes y por lo tanto no se parte de realidades específicas. Además subyace un enfoque utilitarista.
  • Carácter universalista y cosmopolita: Las leyes económicas (1) se suponen válidas en todo tiempo y lugar y las diferencias de un país a otro son “despreciadas” o consideradas sin importancia.

Esta corriente científica luego tuvo distintas ramificaciones con el pensamiento neoclásico, keynesiano y neokeynesiano, y neoliberal (también se puede ver esta nota, entre otras), entre las principales que no se pueden presentar en esta apretada síntesis y que son materia de estudio en las carreras de economía de las principales universidades del mundo.

Tuvo grandes reacciones iniciales en su contra, entre las que se destacan la Escuela Histórica Alemana (con exponentes como Roscher, Hildebrand, List, Schmoller, Spiethoff, Wagner, Sombart, etc. y la importante influencia de M. Weber;  formándose luego una escuela más amplia) (2), el socialismo y el marxismo (con sus distintas ramas) y la economía social (bajo la forma de cooperativismo y mutualismo), entre las principales.

En cuanto a las prácticas y al sistema, su expresión es la economía de mercado y el sistema capitalista, con sus variedades. Este sistema es el hegemónico en la actualidad, pero dentro de él coexiste una economía plural que busca modalidades alternativas diferentes al denominado «socialismo real» cuya máxima expresión fue la ex Unión Soviética. En este blog se intenta presentar una reflexión que busca trascender o ir más allá del capitalismo, tal vez a un postcapitalismo que supere las deficiencias y limitaciones que tiene el sistema actual, y nos permita converger hacia un mundo mejor. En otras entradas se presentarán algunas de estas «otras economías».

(1) Sobre el tema de las leyes económicas es relevante esta reflexión de Julio H.G. Olivera.

(2) Al respecto puede ser de interés esta imagen:

                                                                    

 

La cuestión nacional

La cuestión nacional, tiene su origen cuando los pueblos -en base a determinadas características comunes- buscan formar estados independientes que, en principio, se plantean un futuro en común. El politólgo Benedict Anderson las denomina «comunidades imaginadas«.

Luego del desmembramiento del imperio romano, se fueron gestando -bajo el feudalismo- distintas unidades territoriales. Es así como hay coincidencia de que el «estado moderno» surgió entre los siglos XV y XVI (en especial con la Paz de Westfalia) bajo distintas formas de reinado (en particular en Europa). Este proceso fue respaldado por la burguesía que, a través de distintas revoluciones (industrial, burguesa, liberal…), fue configurando desde finales del siglo XVIII los estados nacionales que conocemos hoy en día.

Zygmunt Bauman, en su libro «La Sociedad Sitiada» (FCE, España, 2004), plantea que el estado nación surgió de los descendientes republicanos de los Imperios Sacros que se encontraban en decadencia y descomposición, y se separaron de sus respectivas Iglesias. Allí emergió la alianza de la «joven nación» con el «incipiente estado». El Estado colaboraba secundando las ambiciones de integración, asimilación y represión que la Nación le planteaba. La fe religiosa era un asunto privado que no concernía al soberano político, pero luego el Estado “toma a la Nación como compañera y esposa”, proclamando que la función del estado soberano y el deber cívico de sus sujetos debía ser la promoción del “patriotismo”. De ahí el carácter o dimensión «religiosa» del nacionalismo, con sus distintas manifestaciones sociales, económicas y políticas según el país y el momento.

Según Ernest Renan la nación es un futuro en común. Por ello la «potencia» que tienen planteos independentistas, como el de una parte significativa de la sociedad de Cataluña (ojalá se puedan seguir cursos de acción como lo propuesto en este video). El pensamiento de Renan se relaciona con el de Lord Acton (crítico del nacionalismo). Sobre la cuestión de «¿cuando se justifica la independencia? es interesante la reflexión de Mario Bunge.

El marxismo, si bien plantea el internacionalismo proletario, también discute la «cuestión nacional» en sus orígenes, y más recientemente en consignas como las de Fidel de «patria o muerte«. Por lo tanto vemos que es una cuestión contemporánea muy relevante.

Pasar de lo individual o personal a lo familiar y grupal, y de ahí a lo local y nacional, forma parte de nuestra historia singular y es bueno valorizarlo. Ahora ¿como «seres humanos» y vinculado a la frase de la imagen de la entrada (de Séneca) podremos tener un «proyecto en común» que incluya, pero vaya más allá, de lo nacional hacia lo «universal»? Seguramente, y la historia lo demuestra, es difícil y complejo articular «lo particular» con «lo común» y «asir lo universal«. Pero ¿la «evolución humana» se agota en nuestro «pedazo de territorio»? Con la información que tenemos hoy sobre el cosmos, ¿podemos ser tan «parroquianos»? ¿la fraternidad o la amistad social no se proyecta? ¿no «trasciende estos límites estrechos»? Las respuestas las tenemos nosotros.

PD: una versión actualizada de la noción de patriotismo se puede visualizar en el discurso de Donald Trump en la ONU el 25/9/2018. También es interesante este artículo de John Carlin, donde hace referencia a la palabra inglesa Jingoism: significa, según el diccionario, “patriotismo extremo, agresivo”.

La Desigualdad

Los seres humanos somos iguales por naturaleza y dignidad. También, cada uno, es singular y diferente: en género, en edad, en historia personal, en el contexto donde se desarrolló esa historia, en talentos o capacidades… entre otras características diferenciales.

En esta nota nos preguntaremos acerca de cuándo la diferencia se convierte en desigualdad y falta de equidad, y de allí la frase en la imagen de la entrada (1). Aquí van algunas de las posibles explicaciones con comentarios sobre medidas a adoptar:

  • según Jean-Jacques Rousseau, en su Discurso sobre el Origen y los Fundamentos de la Desigualdad de los Hombres, hace mención a la desigualdad de fuerzas y a la desigualdad surgida de la moral (hoy podríamos agregar de determinadas «pulsiones» y una razón práctica localizada a lo «útil de corto plazo»)Respecto de la moral, ve a la sociedad civil como una trampa perpetuada por los poderosos sobre los débiles, de modo que puedan conservar su poder y riqueza. Por lo tanto el origen de la desigualdad está en el poder. Relaciona esto con el lugar que cada uno ocupa en la división social del trabajo y tomar ventaja o aprovecharse (¿la codicia?, ¿la maximización de lo individual?, ¿la dificultad en compartir?) de ese lugar que cada uno ocupa en «la división del trabajo» (hoy podríamos decir dependiendo de las variedades de capitalismo y del tipo de globalización): «Mientras los hombres se limitaron a practicar diversas artes que no requerían la labor conjunta de varias manos, vivieron una vida libre, saludable, honesta y feliz. Todo esto cambió desde el momento en que un hombre empezó a necesitar la ayuda de otro y desde el momento en que a cada hombre empezó a parecerle ventajoso tener provisiones suficientes para dos”. De lo anterior se deduce que si la «raíz de la desigualdad está en las relaciones de poder» la «solución» de fondo va a pasar por canalizar nuestra energía de otro modo.
  • Quien no explica los orígenes de la desigualdad, pero sí muy bien la relación entre el progreso y la «inevitable» desigualdad (al menos hasta la actualidad), con la que va asociada, es Angus Deaton en su libro El gran escape: salud, riqueza y los orígenes de la desigualdad (Fondo de Cultura Económica 2015). Cabe destacar que la «inevitable» desigualdad, debería ser «acotada» cómo se propone hacia el final de esta nota.
  • Si simplificáramos mucho el enfoque marxista, podríamos afirmar que -en la evolución de la conciencia humana- si sacamos la herramienta o «institución» de poder del explotador, que es la propiedad, socializamos las relaciones de producción (es decir el capital) y se retribuye el trabajo igualitariamente, se resuelve la desigualdad. Sabemos que la socialización se transformó -en la práctica- en estatización (con la consiguiente burocratización), y no se resolvió bien el balance entre estímulos materiales y morales (debatido al origen de la revolución cubana), emergiendo nuevamente variedades de capitalismo.
  • para el liberalismo económico la desigualdad es una cuestión natural y no sólo no es un problema, sino que genera un fenómeno de emulación hacia el arquetipo del «rico o exitoso en términos de acumulación económica» y por lo tanto es un motor poderoso de impulso y crecimiento del sistema capitalista (la evidencia empírica parece demostrarlo incluso en países como China recientemente),
  • la posición anterior tiene variantes como la de Branko Milanovic que dice que «la desigualdad es como el colesterol: hay una buena, que estimula la innovación, la competencia, etcétera, y una mala». El propone «revertir la concentración de capital, porque la participación del capital en el ingreso neto total está aumentando. Si el capital continúa estando concentrado, nuestra sociedad se vuelve automáticamente más desigual. En segundo lugar, debemos ofrecer a todas las personas las mismas oportunidades educativas de excelencia. Esto vale especialmente para Estados Unidos, pero también para otros países. Por lo tanto, el énfasis no debe estar en una mejor distribución del ingreso ya logrado, sino en garantizar a todos un punto de partida comparable. Me parece que este es el campo político futuro de la izquierda, junto con un impuesto a la herencia, aunque no sea muy popular. Tal impuesto no significa que se vayan a gravar todas las herencias, sino solo las grandes herencias de, digamos, más de un millón de euros. Esta podría ser una política sensata de izquierda: enfocarse más en el estadio anterior a la redistribución. Esta es una igualdad más sustancial que simplemente redistribuir el dinero que ya se ha ganado».
  • hay corrientes que plantean un sistema de bandas, entre un piso y un techo para la desigualdad. Volviendo a Rosseau, en “El contrato social” señala que “…el estado social será ventajoso para los hombres sólo cuando todos posean algo y ninguno tenga demasiado”, lo cual no implica igualdad absoluta entre los individuos, sino que establece como principio que “…ningún ciudadano sea lo suficientemente rico como para comprar a otro y ninguno tan pobre como para verse forzado a venderse». Esta ha sido en general la posición de la  socialdemocracia (podríamos incluir también al socialcristianismo) y experimentado, en particular, en los países nórdicos.
  • un autor reciente que ha fundamentado este tema en el sistema capitalista contemporáneo es Thomas Piketty (además de otros, como el citado Milanovic). Sintetizando su enfoque: «cuando la tasa de crecimiento de la rentabilidad del capital supera la tasa de crecimiento del producto y el ingreso, como sucedió en el siglo XIX, y parece muy probable que suceda de nuevo en el siglo XXI, el capitalismo genera desigualdades arbitrarias e insostenibles que socavan radicalmente los valores meritocráticos en los que se basan las sociedades democráticas«. Señala que «la política ideal es un impuesto progresivo sobre el capital, aplicado simultáneamente en todo el mundo, lo cual es indudablemente una utopía (pero una utopía útil)». En este sentido van las propuestas de gravar a las empresas tecnológicas que tienen sus activos «en la nube» y operan a escala global. Están quienes proponen gravar los flujos, como los financieros (tal es el caso de la tasa Tobin). También están las quince recomendaciones del Dr. Anthony Atkinson,
  • el 26/08/18 el diario La Nación publicó dos excelentes notas: una sobre las recetas exitosas que revirtieron el fenómeno de la concentración (que mencionamos en esta reflexión) y otra sobre felicidad y prosperidad.
  • la que nos hemos referido en esta entrada,

entre otras (véase, por ejemplo, el impacto de la desigualdad no sólo en los pobres sino también en los ricos).

Entonces para quienes vemos los problemas que conlleva la desigualdad, las propuestas sobre los procesos para disminuirlas o tender a resolverlas son muy variadas, además de la más arriba mencionada del diario La Nación:

  • generar un piso de oportunidades de condiciones de vida digna, y en particular con una educación de calidad, con políticas públicas adecuadas, e instrumentos como el ingreso universal, así como promoviendo nuevos tipos de trabajo y emprendimientos,
  • evitar la concentración del capital con restricciones como la defensa de la competencia y/o gravando más cuando esto se produzca,
  • gravar progresivamente el capital (stocks en general, e impuestos progresivos a la herencia y bienes personales) y flujos (ingresos personales y movimientos especulativos de capitales) que nos permitan financiar lo indicado en primer término, y posibilitando desgravar lo que vaya a inversiones que generen valor agregado (articulando generación de riqueza con distribución) hacia sectores con oportunidades de desarrollo sostenido en el tiempo y sustentable en lo medioambiental y social. Del mismo modo orientar el cambio tecnológico con políticas adecuadas («el cambio tecnológico tiene un paradigma redistributivo, ya que este resulta en fuentes de ingresos de capital. Como Atkinson mismo lo menciona, aludiendo a James Meade, esto es crucial porque “sí importa de quién son los robots”),
  • generar otro tipo de organizaciones (con otras culturas diferentes a la sola maximización del lucro) que agreguen valor tanto de empresas capitalistas que compartan el excedente así como las «no capitalistas» (de economía social, de comunión, y otras experiencias), articuladas con empresas públicas o mixtas eficientes,
  • acordar, en el marco del G20 y Naciones Unidas, otro tipo de globalización (más allá del nuevo esquema de re-equilbiro de poder que busca EEUU) no sólo para el comercio o la tecnología (en cuanto a su sentido, distribución y frutos), sino especialmente para que las medidas impositivas no sean eludidas o evadidas a paraísos fiscales o países con legislación permisiva. Si esto último ocurriera no se podría asignar la redistribución de lo recaudado a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en particular a erradicar la pobreza en el mundo, evitar las migraciones por esta causal y revertir el cambio climático. Hasta tanto se avance a escala global habrá que discernir cuales son las posibilidades y límites a escala nacional y de bloques regionales, para avanzar en esa dirección,
  • generar otro tipo de intercambios,

entre las principales. Sabemos que es un camino muy difícil (en particular a escala global), pero estos procesos serán posibles si tomamos conciencia -al menos- de cuales son las consecuencias de no hacerlo y tenemos la sensibilidad y voluntad para que se movilicen todas las fuerzas culturales, sociales y políticas que permitan implementar instituciones adecuadas -tanto a nivel nacional como internacional- dándole un rol efectivo y adecuado a los Estados en los procesos mencionados. Al mismo tiempo será fundamental dejar de lado una cultura individualista y de relaciones de poder y pasar a vínculos articulados con móviles más empáticos, altruistas y solidarios, sin los cuales las instituciones no se sostienen (o se transforman en una «cáscara vacía» o en «un como sí»). Seguramente ello contribuirá a que las diferencias y singularidades no se transformen en desigualdades y sufrimiento, y podamos converger a «un compartir» de un mundo mejor y sustentable.

(1) En esta misma dirección va una frase de Freud en su obra publicada en 1927, denominada «El Porvenir de una Ilusión». Allí, entre otros conceptos expresa: “No hace falta decir que una cultura que deja insatisfecho a un núcleo tan considerable de sus partícipes y les incita a la rebelión no puede durar mucho tiempo, ni tampoco lo merece”. En la edición de este libro por parte de Rueda está en la pagina 16, tomo XIV, y en la de Editorial Amorrortu en la página 12, tomo XXI (agradezco a César Merea la referencia).

 

La Propiedad

Es un tema muy antiguo. Recientemente ha tomado una relevancia particular por algunas noticias internacionales y de países como Argentina (1), entre dos tipos de propiedad: la privada y la comunal (de los pueblos que toman denominaciones como originarios, ancestrales o aborígenes previos a la llegada del hombre blanco). En esta nota intentaremos precisar algunos conceptos.

Sabemos que los primeros grupos humanos compartían territorios (que iban cambiando en función de las condiciones ecológicas de los mismos) y alimentos a partir de lo que cazaban y recolectaban. Con el nacimiento de la agricultura en el Neolítico, se van delimitando los territorios donde aparece la propiedad común, se va perfilando una división del trabajo que se irá profundizando y un excedente. Dada esta mayor complejidad organizacional, se va pasando de un rol materno a uno patriarcal, y de una horizontalidad irán emergiendo liderazgos (caciques y sacerdotes) que también irán tomando cada vez mayor relevancia en el «cómo» se institucionalizará y gestionará la propiedad común (y que hoy adopta también la denominación de comunal en aquellas comunidades originarias que son realmente tales). Estos inicios han sido detallados en textos como «El origen de la propiedad, la familia y el Estado» de Engels, quien -a su vez- se basó en un texto del antropólogo Lewis H. Morgan. En el texto de Engels, en la página 88, dice “…Nada sabemos gasta ahora de cuando y como pasaron los rebaños de propiedad común de la tribu o de la gens a ser patrimonio de los distintos cabezas de familia; pero, en lo esencial, ello debió de acontecer en este estadio…”

Después ha tenido un largo derrotero hasta la actualidad con jalones importantes como con el derecho romano. De este largo derrotero sólo quisiéramos mencionar algunos puntos: las diferencias entre Platón y Aristóteles, y entre Marx y Proudhon, la aparición de la economía social, Locke y Fromm.

Aristóteles, en su texto La Política (Libro II, Capítulo II, Continuación del examen de “La república”, de Platón”), critica a Platón por su enfoque de la propiedad común (o comunidad de bienes) y propone combinar la propiedad privada y la mancomunidad (entre quienes tienen propiedad). Según Aristóteles «las explotaciones, estando todas ellas separadas, no darán origen a contiendas; prosperarán más, porque cada uno las mirará como asunto de interés personal, y la virtud de los ciudadanos arreglará su aplicación, de conformidad con el proverbio: «entre amigos, todo es común». Aún hoy se encuentran rastros de este sistema en algunas ciudades, lo cual prueba que no es imposible; sobre todo en los Estados bien organizados o existe en parte o podría fácilmente completarse. Los ciudadanos, poseyéndolo todo personalmente, ceden o prestan a sus amigos el uso común de ciertos objetos…»

En la modernidad, para autores como J. Locke , Dios creó el mundo, Dios dispuso de la propiedad común, y por ende Dios define la propiedad particular de cada individuo según el “trabajo” que realice sobre el estado común de la naturaleza.

Además del avance de la propiedad privada en la modernidad, hay un enfoque que retoma «lo común» bajo una de forma de propiedad (2) y de gestión de «economía social» (en particular el cooperativismo, y hoy en día otras modalidades de economía solidaria). Es el caso de los Pioneros de Rochdale y Robert Owen. Según la Alianza Cooperativa Internacional en la actualidad hay -aproximadamente- mil doscientos millones de personas que pertenecen a algún tipo de cooperativa y más de tres millones de cooperativas.

En esta etapa histórica, y desde la izquierda, tenemos el debate entre uno de los padres del anarquismo, como Pierre-Joseph Proudhon, a partir de su libro «¿Qué es la Propiedad? Investigaciones sobre el principio del derecho y del gobierno”, (donde menciona la famosa frase acerca de que «la propiedad es un robo»), y Carlos Marx, donde en su texto «Miseria de la Filosofía». entre otras cosas, dice“… Por lo tanto, el señor Proudhon reconoce su incapacidad de comprender el origen económico de la renta y de la propiedad. Confiesa que esta incapacidad le obliga a recurrir a consideraciones psicológicas y morales, que, estando en efecto remotamente relacionadas con la producción de la riqueza, guardan, en cambio, una conexión muy estrecha con la exigüidad de sus horizontes históricos. El señor Proudhon afirma que el origen de la propiedad tiene algo de místico y de misterioso. Ahora bien, ver misterio en el origen de la propiedad, es decir transformar en misteriosa la relación entre la producción misma y la distribución de los instrumentos de producción, ¿No equivale acaso, hablando con el lenguaje del señor Proudhon, a renunciar a toda pretensión en ciencia económica?…”  Aquí se observa, en el contexto de la modernidad, la insistencia de Marx por «objetivar» los fenómenos.

Sobre esto último, y en base a la nota de Eduardo Fidanza mencionada al final de la llamada (1), este dice: «…Me detendré brevemente en dos de estos desprejuiciados: Joseph Proudhom, el socialista devenido anarquista, y John Stuart Mill, el liberal utilitarista. No pudieron tener un origen más desigual: uno fue hijo de una humilde pareja de campesinos franceses; el otro, tuvo un padre intelectual y nació en una acomodada familia londinense. Ambos, sin embargo, poseyeron una pasión común: el profundo amor a la libertad y la convicción de que en torno a ella se construiría una sociedad mejor. La posición de Proudhon sobre la propiedad privada no le hace justicia. Su célebre proclama “la propiedad un robo” sepultó para la posteridad el discernimiento con que enfocaba el asunto. En realidad, su preocupación fue el equilibrio entre la posición privada y el derecho colectivo, que la propiedad irrestricta e improductiva alteraba. Debía garantizarse la propiedad privada de la tierra y aun la herencia, pero solo para los que la hicieran proliferar. Con Saint Simon, Proudhon creía que la sociedad debía organizarse en base al trabajo, no a la especulación. Stuart Mill, un liberal de frontera como se lo ha llamado, no estaba lejos del francés. Reformista, defensor del cooperativismo y la educación popular, arremetió contra la idea esencialista de la propiedad –“la propiedad es sagrada”– para puntualizar que era un derecho individual que sin embargo no podía entorpecer la equidad social. La cuestión para Mill como para Proudhon fue la ecuanimidad entre libertad y justicia que posibilitara una sociedad armónica. Un socialista libertario y un liberal con ideales sociales modelados antes por la sensibilidad que por la ideología. El desequilibrio entre libertad individual e interés social, anticipada por estos clásicos, posee otra manifestación que quisiéramos mencionar aquí, acaso para ayudar a pensar a los que con cierta ingenuidad proclaman en las calles la defensa irrestricta de la república. Hablamos del desfasaje entre las cuestiones constitucionales y el orden económico. O, con más precisión, de la vigencia de las constituciones políticas en contextos signados por severas desigualdades económicas…»

Uno de los que va a «subjetivar» este fenómeno es Erich Fromm, en su libro » Tener o Ser«. Pone relevancia en «ser» (destacando, por ejemplo, al Maestro Eckhart) y diferencia un «tener existencial» (todo lo que nos permite el desarrollo de una vida digna, y podríamos decir feliz) del «tener caracterológico» (relacionado con la posesividad y el dominio). En esta línea, y vinculado al papel del deseo (de consumo, de apropiación, de seguridad vinculado al tener…) expondrá Christian Arnsperger en su «Crítica de la Existencia Capitalista». Ligado a este último enfoque está la cuestión del desapego y la «no propiedad» (en el sentido del «tener caracterológico»).  El marxismo no visualizó la significativa relevancia de esta dimensión y consideró que «tomando el Palacio de Invierno», aboliendo la ley de la propiedad privada y estatizando todo (bajo el nombre de «socialismo»), iba a resolver definitivamente la cuestión de «la propiedad». Terminó creando una nueva clase, burocratizando el sistema y generando nuevas variedades de capitalismo.

Volviendo al tema inicial todos tenemos un mismo origen humano, con distintos aportes genéticos, como lo demuestra el avance en los análisis del ADN (actualmente existen muchas compañías que hacen este rastreo). Es importante conocer nuestros orígenes, y valorarlos, pero también poder armonizar el origen con un destino común. Este último si podemos hacer realidad la fraternidad y de la amistad social. Además debemos incorporar la cuestión «del uso» que hacemos de aquello que poseemos y por lo tanto la modalidad, destino y efectos de la gestión (o el «cómo»). A los efectos prácticos, referentes como Elinor Ostrom señalan que no importa tanto el quién detenta la propiedad, sino el cómo ella se gestiona.

Ojalá podamos pasar del tener caracterológico al tener existencial, así como converger a un postcapitalismo del cuidado y del compartir que nos permita cada día «ser más», tanto en lo personal así como Humanidad. Ello nos conducirá a un mundo mejor.

(1) A octubre de 2020, con motivo de la toma de un campo en la provincia de Entre Ríos (a raíz de un conflicto familiar), en la provincia de Buenos Aires (entre ellas la de localidad de Guernica), además de otras provincias, se escribieron notas como esta por parte de Rogelio Alaniz (entre otros temas aborda la cuestión de la propiedad) y esta por parte de Eduardo Fidanza.

(2) Karl Polanyi señala que la diferencia entre una economía capitalista y una economía socialista es la forma de institucionalizar el capital, es decir si la propiedad de ese capital se ha institucionalizado bajo forma privada (accionistas) o social en el caso del socialismo. Esto último habría que desagregarlo en dos: en la corriente socialdemócrata y de experiencias cooperativas se expresa como «propiedad social» (algunas corrientes lo expresan como «economía del trabajo» o bajo formas de cooperativas de trabajo (autogestionados) o de productores asociados, o «de los usuarios» cuando son cooperativas de servicios públicos o de consumo), en cambio en el caso del «socialismo revolucionario» es a través del Estado (con la excepción de un período de la experiencia de la ex Yugoslavia y de Tanzania, con la «autogestión») y, por lo tanto, como expresión de propiedad pública, colectivismo burocrático y similares (que incluyen el capitalismo de Estado). El tema de la propiedad común lo hemos abordado también en esta nota (ya mencionada más arriba).

Por Qué?

En la Introducción de esta sección, fundamentalmente tratamos de definir “qué” es un sistema según distintos enfoques. Ahora pasamos a abordar la cuestión de los “móviles” (abordado también en esta nota desde otra perspectiva). Es decir el ¿por qué actuamos de determinada manera? o ¿qué es lo que nos mueve? en los sistemas económicos, en especial desde la literatura económica.

Aquí seguimos con el enfoque de la complejidad así como con las principales corrientes sobre el comportamiento en esta temática y de que hay una “pluralidad de móviles” dependiendo de la/s persona/s y su contexto en la historia.

LA NECESIDAD Y EL SUSTENTO

Sabemos que, desde el comienzo de la historia de la humanidad y de nuestra supervivencia como especie, ha estado presente resolver la cuestión de la necesidad de proveernos el sustentoDesde nuestra experiencia como cazadores y recolectores hasta la actualidad esto está presente para todos los humanos, y en particular para quienes están en una situación de fragilidad socioeconómica (indigencia y pobreza), en situación de graves conflictos o de cambio climático.

También tenemos conocimiento que, en especial a partir del Neolítico (y de que pasáramos de nómades a sedentarios –en términos generales-), fue desarrollándose una división del trabajo y de “individuación”, así como apareciendo un excedente o surplus en la actividad económica con apropiación desigual. Hubo en el proceso histórico –en términos del enfoque de Karl Polanyi) cambios institucionales y tecnológicos que se expresaron en distintos modos de intercambiar, de redistribuir y de reciprocidad (incluido el don o la gratuidad). Los trazos gruesos del “cómo” se fue dando esto lo comentaremos en una próxima entrada o presentación.

EMOCIONES, DESEOS, RACIONALIDAD Y COSMOVISIONES

Además de satisfacer “la necesidad” y de proveer “el sustento”, los seres humanos también tenemos emociones y deseos, racionalidad y una cosmovisión como sistema de ideas, creencias, valores, arquetipos, normas introyectadas…, que juegan en nuestras interacciones y decisiones.

Los enfoques sobre este “componente” humano fueron variando en el tiempo:


EN LOS ORÍGENES…

Comenzando por Aristóteles, donde según K. Polanyi y C. Arensberg (“Les Systemes Economiques”, Larousse Université, Paris, 1975, pág. 105) para Aristóteles la noción de economía es la disciplina que estudia la satisfacción de las necesidades vinculadas con los recursos materiales, tanto de las familias, como de las comunidades (hoy diríamos su carácter “social”) y la polis (de allí su relación con la ciudadanía y la política). Esto se presenta en un contexto de “buena voluntad” (philia) que se expresa en un comportamiento de “reciprocidad” (antipeponthos) como una disposición para asumir las cargas que tiene un rol y para un compartir mutuo. Todo lo que es necesario a la continuidad y al mantenimiento de la comunidad, incluida su autosuficiencia (autarkeia) es “natural” e intrínsecamente justo. Pero el filósofo observa que también aparece la crematística vinculada al “arte de aprovisionarse” -en la negociación que se da en el intercambio-, del “arte de ganar dinero” derivada del “deseo” de afán de lucro (para más detalles véase también el texto de H. Fazio, “Economía, Ética y Ambiente (en un mundo finito)”, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 2012). Esta última versión de la crematística (como deseo de afán de lucro) sería la predominante en el mercantilismo y en el capitalismo.

LOS CLÁSICOS, EN PARTICULAR ADAM SMITH
SU COSMOVISIÓN

En el caso de los clásicos, un autor fundamental ha sido Adam Smith, economista y filósofo escocés, que vivió entre 1723 y 1790, muy influido por el filósofo moral Francis Hutcheson y por David Hume, y también -aunque con diferencias- por los fisiócratas franceses Quesnay y Turgot. En él hay distintos componentes donde no sólo tienen que ver con las emociones y deseos, sino también con una cosmovisión de la época que incluyen un determinado tipo de racionalidad y de valores. Para ello nos basaremos en el análisis que hace el texto de Spiegel, H.W, “El Desarrollo del Pensamiento Económico, Omega, 1991 (en particular parafrasearemos las páginas 275 a 277) que, a mi entender, describen bien los distintos componentes, su interacción y qué es lo que predomina (con determinadas restricciones) basándose en dos de sus obras más conocidas: “La Teoría de los Sentimientos Morales” y “La Riqueza de las Naciones”

Respecto de estos dos textos dice Spiegel que “contienen su propia versión del newtonianismo moral y social, extendiendo el último la idea hasta el campo de la economía política. Ambas obras están, según esto, dentro de la tradición de la filosofía de los moralsitas británicos, tal como hemos visto en los ejemplos de Shaftesbury y de Hutchenson. La Teoría de los Sentimientos Morales fue uno de los diversos intentos de desarrollar una ética basada en un principio unificador –en este caso la benevolencia y la compasión- que pudieran iluminar el armónico y beneficioso orden del mundo moral…

…Para la posteridad, sin embargo, su gran estatura intelectual se debe a La riqueza de las naciones, en la que intenta, en forma totalmente nueva, conciliar la nueva ciencia de la economía política en un universo newtoniano totalmente mecánico y, al mismo tiempo, armónico y beneficioso, en el que la sociedad se beneficia de las inintencionadas consecuencias de la búsqueda de interés particular de cada persona.

Hay, por lo tanto, una gran afinidad entre la estructura de La teoría de los sentimientos morales y la de La riqueza de las naciones. Ambos trabajos están integrados en un gran principio unificador. Lo que realiza la compasión en el terreno moral, lo hace el propio interés en lo económico. Cada uno de estos principios, en sus reinos respectivos, producen una armonía la que caracteriza al orden natural newtoniano…. La de Smith es una ética de autodominio y de confianza en uno mismo, como lo es su laissez faire en economía y, esta ética del autodominio y de la autoconfianza son típicas, al mismo tiempo, de un hombre que no llegó a conocer a su padre.

Smith no admite que el sentido moral, la benevolencia o la utilidad, puedan ser las bases de la ética. El sentido moral, concepto nuevo, es algo superfluo puesto que no denota nada que no puede ser deducido de la simpatía o de la aprobación. La benevolencia puede ser quizás el principio de acción fundamental para la Divinidad, pero el hombre criatura imperfecta, ha de actuar con frecuencia por motivos distintos. La utilidad, el penetrante principio de Hume, no es un criterio de bondad; en caso contrario, no tendríamos otros motivos para alabar a un hombre que los que tenemos para encargarle una cómoda.  El hombre da y busca la aprobación para las acciones que considera rectas y no para las que son meramente útiles. La utilidad puede también merecer aprobación pero sólo de forma incidental, como una idea tardía que dé, sin embargo, a las cualidades aprobadas, un nuevo valor”.

Cosmovisión de Smith

El autodominio, la benevolencia en el ámbito individual, el  respeto por las reglas sociales (movimiento puritano liderado por O. Cromwell y luego moral victoriana) y públicas (enfoque de J. Locke) y la felicidad de la humanidad en el marco de una “carrera hacia la prosperidad” (la competencia para lograr el progreso propuesto por la modernidad)

“En la ética de Smith, la simpatía o compasión por los demás y deseo de aprobación nos hacen dominar nuestro egoísmo y dar rienda suelta a nuestra inclinación a la benevolencia. Esto constituye la perfección de la naturaleza humana y puede producir por si sólo en la humanidad esa armonía de los sentimientos y de las pasiones que constituye toda su gracia y decoro. La consecución de la armonía, aquí como en todas las cosas, no se debe a la razón humana, sino a la economía de la naturaleza que nos ha dotado de una tendencia a buscar los medios con los que conseguir el fin último de la misma, pero por nosotros mismos e independientemente de nuestra inclinación a conseguirlo…El gran designio de la naturaleza es la felicidad de la humanidad, felicidad que promovemos nosotros mismos cuando seguimos los dictados de nuestras facultades morales. La dicha está, en realidad ampliamente extendida; por cada hombre que sufre dolor o miseria, se puede encontrar veinte en prosperidad y alegría.

Cómo puede servir a este gran designio, la búsqueda del interés personal? Cada hombre ha recibido de la naturaleza el encargo primordial de cuidar de sí mismo, estando en mejor posición para cumplir esta función de lo que estaría ningún otro, El espectador imparcial le empujará a estar más ansioso de conseguir su propia dicha y a buscarla de forma más asidua, de lo que lo haría ninguna otra persona. En la carrera hacia la prosperidad deberá poner en tensión todos sus músculos y todos sus nervios para derrotar a sus competidores. Sin embargo si empujara o hiciera caer a alguno de ellos, se enajenaría la indulgencia de los espectadores, pues ello sería una violación del juego limpio, cosa que ellos no pueden admitir. Por el contrario, si permanece dentro de los límites de la prudencia y de la justicia, la ambición es merecedora de admiración, El mundo respeta poco al hombre que no se ejercita en la búsqueda de la riqueza, cuando le sea posible adquirirla sin mezquindad ni injusticia”.

Smith y por qué buscamos la riqueza?
Identificarse con el arquetipo de los “grandes” –

El éxito vinculado a ser “reconocidos y aprobados socialmente” (ver relación con “narcisismo”, singularidad y “trascender” por diferenciación)

Grandes como “poderosos” (en la escala social). La cuestión del poder enmarcado en la ley y en el corset del campo de fuerzas del mercado (la mano invisible)

“El hombre busca la riqueza y no porque le empujen a ello la necesidades naturales. Estas quedarían satisfechas con el salario del más pobre trabajador. Su motivación es más bien el deseo de emular a los que están por encima de él. Las ventajas que perseguimos mediante ese gran fin de la vida humana al que llamamos mejorar nuestra condición, son la atención y la aprobación. El objetivo final de nuestros deseos es conseguir la condición de los grandes. Así los hombres continuarán acumulando riqueza con angustias y esfuerzos penosos, siguiendo tan expuestos como antes, o quizá más, a la ansiedad, al temor y a la angustia y, de la misma manera a la enfermedad, al peligro y a la muerte. Pero es, sin embargo esta cualidad engañosa de la riqueza la que hace que surja la industria humana y la que mantiene en movimiento continuo. El rico consume poco más que el pobre pero, a pesar de su natural egoísmo y rapacidad, a pesar de que busca sólo su propia convivencia y a pesar de que el único fin que se propone sacar del trabajo de las miles de personas a quienes emplea es la satisfacción de sus propios deseos vanos e insaciables, tendrá que repartir con el pobre el producto de todo su trabajo. Están todos conducidos por una mano invisible, consiguiéndose una distribución de las cosas necesarias para la vida, muy parecida a la que se hubiera tenido si la tierra se hubiera dividido en partes iguales entre sus habitantes; de esta forma, sin pretenderlo ni saberlo va avanzando el interés de la sociedad. 

Lugar donde se expresa esto: el interés y el egoísmo en el mercado

“La economía de la autoconfianza de Smith está basada en el deseo de mejorar nuestra condición, deseo que viene con nosotros desde el seno de nuestra madre y no nos abandona hasta que bajamos a la tumba. Para realizar este deseo, unos adularán a sus semejantes y otros esperarán ayuda de su benevolencia. Pero el hombre tendrá más probabilidades de prevalecer, si consigue interesar el egoísmo de los demás en su favor y si les muestra que el hacer lo que les pida será ventajoso para ellos … No podemos esperar nuestra comida de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero, sino de la consideración de su propio interés. Nos dirigimos no a su humanidad, sino a su egoísmo y no hablamos de nuestras propias necesidades, sino de sus ventajas.

Al ir tras sus propios intereses, los hombres promueven normalmente el interés de la sociedad en forma más efectiva que si hubieran realmente intentado hacer tal cosa.”

No hay benevolencia en esta forma de intercambio que denominamos “mercado”

Yo no he visto nunca hacer mucho de bueno a los que dicen trabajar para el bien común. Los hombres son generalmente mejores jueces de sus propios intereses que de los intereses de la sociedad, aunque incluso sus juicios sobre sus propios intereses distan mucho de ser perfectos”.

Un análisis complementario con mayor desarrollo se puede ver en esta nota.

Imperfección, racionalidad en el mercado y optimismo

“Así, por ejemplo, tienden a atribuir un valor excesivo a sus probabilidades de ganancia y a menospreciar sus probabilidades de pérdida, debido a una absurda soberbia sobre su propia fortuna, que corre pareja con la presuntuosa idea que tienen la mayor parte de los hombres acerca de sus propias facultades. La racionalidad económica dista mucho de la perfección, pero su misma imperfección da al sistema económico una predisposición hacia el optimismo”.

El fin de la producción es el consumo

“Respecto al fin u objeto de las actividades económicas, se establece audazmente que el consumo es el único fin y propósito de la producción. De esto se sigue que debería atenderse al interés del productor sólo en tanto en cuanto sea necesario para promover el del consumidor. Aunque Smith declara que el propósito de toda producción es el consumo, no desarrolla una teoría del consumo plenamente madura, sino que se interesa por la producción. Algún tiempo después, cuando la producción se hubo incrementado debido a la revolución industrial y los problemas del conflicto económico se hubieron hecho más apremiantes, surgiría la distribución como problema central en el pensamiento de Ricardo”.

DESPUÉS DE LOS CLÁSICOS

Antes de plantear, a trazos gruesos, el enfoque  de algunas corrientes del socialismo y del marxismo sobre la cuestión de los móviles, diremos que:

  • Para los Neoclásicos: Van a centrarse en la relación del sujeto con el bien, y para ello lo van a hacer con “una representación mental del mecanismo económico. Y para ese fin pensaremos primero en un estado organizado comercialmente en el cual prevalezcan la propiedad privada, la división del trabajo y la libre competencia” (véase Schumpeter, A., Teoría del Desenvolvimiento Económico, FCE, México-Buenos Aires, 1997, página 19). Según K. Polanyi, este enfoque se centra en el enfoque “formal” de la economía.
  • En el caso de J. M. Keynes, retoma la idea de imperfección de Smith y, según algunos autores al término que utilizó David Hume para la “motivación espontánea”, y la lleva al rol de la irracionalidad a partir de lo que denomina “animals spirits”: En su obra,Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (Fondo de Cultura Económica, Tercera edición, 2001, pp. 141) afirma que «aún haciendo a un lado la inestabilidad debida a la especulación, hay otra inestabilidad que resulta de las características de la naturaleza humana: que gran parte de nuestras actividades positivas dependen más del optimismo espontáneo que de una expectativa matemática, ya sea moral, hedonista o económica. Quizá la mayor parte de nuestras decisiones de hacer algo positivo, cuyas consecuencias completas se irán presentando en muchos días por venir, sólo pueden considerarse como el resultado de los espíritus animales —de un resorte espontáneo que impulsa a la acción de preferencia a la quietud, y no como consecuencia de un promedio ponderado de los beneficios cuantitativos multiplicados por las probabilidades cuantitativas”-
  • Lo que se ha denominado la “Economía del Comportamiento”: si bien sus orígenes se remontan a la economía clásica, con aportes también de pensadores neoclásicos, es desde los comienzos del siglo XX (con la psicología económica) y fundamentalmente desde los años sesenta en adelante con la psicología cognitiva donde se desarrolla. Ahí se destacan trabajos como los de Kahneman y Tversky en 1979 con «Prospect Theory: An Analysis of Decision Under Risk», y en 2011 un texto de Daniel Kahneman «Pensar Rápido, Pensar Despacio». En este último se retoman las primeras investigaciones sobre los sesgos cognitivos, la teoría de las perspectivas y la cuestión de la felicidad. El libro plantea la dualidad o dicotomía existente entre dos modos o sistemas de pensamiento: el Sistema 1 es rápido, instintivo y emocional. El Sistema 2 es lento, más deliberativo y más lógico.

VOLVIENDO A LAS PRINCIPALES CORRIENTES HISTÓRICAS

LOS MÓVILES EN EL CASO DEL SOCIALISMO EN GENERAL

  • Podemos afirmar brevemente que la solidaridad se expresa como un valor en los seres humanos y que luego se traduce en procesos, estructuras y un sistema socialista bajo una forma de propiedad común, y muy frecuentemente adopta la forma cooperativa.
  • Sería uno de los conceptos contrarios a “individualismo”. Este concepto fue usado por los socialistas franceses de Saint Simon, para describir lo que ellos creían era la causa de la desintegración de la sociedad francesa luego de la revolución de 1789.

LOS MÓVILES EN EL CASO DEL SOCIALISMO CIENTÍFICO O MARXISMO

  • Marx considera las múltiples manifestaciones de la actividad mental de los hombres como una “emanación directa de su comportamiento material”. “No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”
  • Frente al enfoque hegeliano, Marx en el posfacio a la 2da edición de “El Capital” (1873) plantea “colocar sobre sus pies” esa dialéctica a la que reprocha estar cabeza abajo.  En este posfacio citando a un crítico ruso, cuya interpretación del método dialéctico aprueba señala que “El (Marx) considera el movimiento social como un encadenamiento natural de fenómenos históricos, encadenamiento a leyes que no sólo son independientes de la voluntad, la conciencia y los designios del hombre, sino que por el contrario: determinan su voluntad, conciencia y designios”.
  • Agrega: “mi método dialéctico no sólo difiere por su base del Hegeliano, sino que incluso, es exactamente su opuesto. Para Hegel, el movimiento del pensamiento, al que personifica con el nombre de IDEA, es el demiurgo de la realidad, la cual no es más que la forma fenoménica de la idea. Para mí, en cambio, el movimiento del pensamiento no es más que el reflejo del movimiento real, transportado y traspuesto al cerebro del hombre”.
  • Lo anterior conlleva a que los móviles cambiarán si cambian las relaciones sociales de producción (por ejemplo a través de ejercer la propiedad colectiva) y el desarrollo de las fuerzas productivas (en otros palabras: cambio tecnológico).
  • Dentro del marxismo han existido corrientes como la de la revolución cultural china (cambiar móviles a través de una educación o re-educación “forzada”) o la cuestión del hombre nuevo en Guevara y el debate entre incentivos morales o incentivos materiales.

El caso del Che Guevara

  • Entre los documentos a ver en este último caso está su escrito de 1965 sobre “El Socialismo y el Hombre en Cuba” donde, plantea la cuestión del hombre nuevo e inicia el debate sobre incentivos morales y materiales.
  • En un párrafo dice: “A pesar de la importancia dada a los estímulos morales, el hecho de que exista la división en dos grupos principales (excluyendo, claro está, a la fracción minoritaria de los que no participan, por una razón u otra en la construcción del socialismo), indica la relativa falta de desarrollo de la conciencia social. El grupo de vanguardia es ideológicamente más avanzado que la masa; esta conoce los valores nuevos, pero insuficientemente. Mientras en los primeros se produce un cambio cualitativo que le permite ir al sacrificio en su función de avanzada, los segundos sólo ven a medias y deben ser sometidos a estímulos y presiones de cierta intensidad; es la dictadura del proletariado ejerciéndose no sólo sobre la clase derrotada, sino también individualmente, sobre la clase vencedora”. Aquí se puede visualizar el rol del deber y el sacrificio, así como también el ejercicio de la autoridad bajo la dictadura del proletariado (una forma particular de autocracia).
  • En otro de los párrafos, dice: “Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado una mente fría y tomar decisiones dolorosas son que se contraiga un músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita”. El amor como sentimiento y la idealización del mismo hacia los pueblos son componentes claves.
  • Complementariamente puede verse el artículo de Antonio Caparrós, en la página 177 del siguiente link: http://www.rebelion.org/docs/129729.pdf


MÁS RECIENTEMENTE LOS MÓVILES DE LOS EMPRENDEDORES

En general

  • Sin duda “emprender” tiene distintos móviles como ser: satisfacer necesidades propias y de terceros, sentirme capaz de emprender sólo o con otros, progresar a partir de tener un cierto excedente, no tener posibilidad de contar un trabajo en relación de dependencia y por lo tanto tener que emprender “algo”, “alcanzar el arquetipo de ser millonario”, buscar una renta…. entre otros móviles. Recientemente se ha venido destacando la cuestión de la cultura y un ecosistema emprendedor.
  • En el caso de los emprendimientos dinámicos de empresas jóvenes en un contexto sistémico, según el Dr. Hugo Kantis, lo que las mueve a emprender son el contar con ideas nuevas, hacer algo “diferente” (“no hacer más de lo mismo”), la innovación asociada a lo anterior y la ambición para crecer en un contexto colaborativo de un equipo humano apto (ver su presentación en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=8mrvd9FkLO4). También este autor en otro trabajo (ver resumen Gráfico 2, página 3) muestra una evidencia empírica de cuales son los móviles que explicitan los empresarios encuestados, en esta investigación, para emprender, y que se muestran a continuación:

  • Posiblemente en la respuesta de “auto realización” habrán motivaciones “narcisistas”. En algún caso -más bien extremo- el considerarse “como Dios”, o las historias descriptas en el libro de Andrés Oppenheimer, Crear o Morir (Ed. Debate, 2014). Para el caso argentino se pueden ver testimonios de presentaciones de emprendimientos donde señalan las principales características del caso argentino (ver, por ejemplo, filmina 23 del siguiente documento: http://eventos.senado.gov.ar:88/20058.pdf)
  • En lo que se ha escrito y producido como film acerca de la vida de emprendedores como Steve Jobs se destacan el obtener un logro fundamentalmente en el campo simbólico pero validado por el “éxito en el mercado”. De allí las tensiones en que sea viable económicamente la idea, de la presión que se pone en la vida personal y familiar, y fundamentalmente hacia colaboradores y proveedores (como el caso de Foxconn). De esto podríamos decir que no importando los costos en términos de salud y calidad de vida, en un contexto de cruda competencia (en este caso con Bill Gates, pero no sólo). En estas historias (como la de Joy Mangano, que se puede visualizar en el film “Joy”) también aparecen otros fenómenos como el robo o la estafa y otras adversidades a las cuales hacer frente en el marco de un sistema capitalista).
  • Este tema también se aborda en esta nota.

Lo social en los emprendimientos

  • Los móviles de “lo social” en los emprendimientos de empresas. Podemos decir que hay muy diversas experiencias:

    • La economía social desde comienzos del siglo XIX hasta la actualidad (que según la ACI: http://ica.coop/es/node/999 cuenta con mil millones de miembros en el mundo) y la economía solidaria más en general (que retoma experiencias del comunitarismo de pueblos originarios y otras más recientes que se mezclan con la llamada “economía popular”).
    • La Responsabilidad Social Empresaria. Si bien hay antecedentes desde el siglo XIX, es desde mediados del siglo XX donde comienzan a desarrollarse experiencias de Responsabilidad Social Empresaria en Estados Unidos, y posteriormente en Europa y en otros continentes. De estas experiencias habrá que discernir las que cuentan con experiencias significativas de las que no las tienen.
    • Las Empresas Sociales. Al respecto es muy relevante la experiencia de Ashoka (es una organización internacional pero en el siguiente link se puede ver la sede de Argentina: http://argentina.ashoka.org/). Esta ong los define como “poseedores de la visión, la creatividad, y la determinación tradicionalmente asociada a los emprendedores de negocios, pero su motivación es la de generar un cambio social profundo y duradero y no el beneficio económico”.
    • Otras experiencias provenientes del campo religioso, como es el caso de las empresas de la “economía de comunión, o desde la ecología como la economía verde, la economía circular o la más reciente economía azul, entre las principales.

En otra entrada, intentaremos relacionar cuales móviles vinculados a determinados a procesos nos acercan o no a «un mundo mejor».