Crecimiento, Desarrollo y Futuro

En la historia de la humanidad, sin duda, el capitalismo ha sido el sistema que mayor crecimiento (entendido por mayor valor agregado o producto bruto) ha logrado, comparado con sistemas anteriores o con el socialismo «real» (muy centrado -básicamente- en la cuestión de la propiedad como forma de justicia e igualdad).

Sin embargo, en otras entradas, hemos también señalado que si bien ha elevado el nivel de vida promedio y sacado de la pobreza a muchos millones de personas, ha profundizado -en especial en determinados períodos y en la actualidad- la desigualdad, formas de trabajo inhumano y gravísimos problemas medioambientales.

Sabemos que hay variedades de capitalismo y que aquellas que lograron pasar del crecimiento al desarrollo, a través de una cultura y una sociedad que participó y pudo impulsar formas inteligentes y adecuadas de intervención del Estado y responsabilidad social de las empresas (así como otras formas de emprendimientos), lograron sociedades más igualitarias y más «amigables» entre las personas y con el medio ambiente. A nivel mundial esto se ha podido plasmar en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y el Acuerdo de París sobre el cambio climático (con la lamentable retirada de Estados Unidos de Norteamérica).

A fin de precisar los términos, en particular desde el punto de vista económico, utilizaremos un texto de Julio H.G. Olivera, publicado en El Trimestre Económico en 1959, denominado «Crecimiento, Desarrollo, Progreso, Evolución: Nota sobre relación entre conceptos», que sigue muy vigente. Al comienzo del mismo expresa que «aunque ordinariamente se utilizan de modo indistinto las expresiones crecimiento, desarrollo, progreso, y evolución económica, trátase en realidad de fenómenos diferentes que deben deslindarse con la mayor precisión posible. Proponemos, con tal objeto, el siguiente criterio de distinción:

1) crecimiento económico es la expansión del producto social como función del tiempo;

2) desarrollo económico, el aumento de la razón del producto social actual respecto del producto social potencial, ambos como función del tiempo; a su vez el producto social potencial se lo puede definir de diversas maneras,

3) el progreso económico el aumento en el grado de la satisfacción de las necesidades sociales,

4) evolución económica, el proceso de cambio cualitativo en la organización económica de la sociedad».

Estos conceptos pueden o no darse en la realidad concatenados unos con otros, y dependerá de cada circunstancia histórica. En lo que se refiere al concepto de evolución, como proceso de cambio cualitativo, en este blog lo hemos vinculado a una mayor conciencia (que puede o no darse, así como la posibilidad de «involucionar»).

El pasaje del crecimiento al desarrollo (1), y su vinculación con lo regional y sectorial (2)ha sido algo muy positivo en la línea de converger hacia un mundo mejor. Es un proceso complejo con distintos componentes, que deben articularse en un marco global de densificación y diversificación productiva (3). Las distintas expresiones de la cultura y la sociedad, articuladas con las instituciones (4) deberían tender a que esto «evolucione» en un mediano y largo plazo (se llame postcapitalismo u otra denominación). Para ello la razón debería estar impulsada por una empatía compasiva que se plasme en todas nuestras acciones, desde las personales y grupales hasta las socioeconómicas y políticas, con regulaciones y un Estado que actúe con inteligencia, gradualidad (pero a ritmo sostenido) y eficacia en un contexto de una institucionalidad global que vaya en esta misma dirección. No sólo es necesario sino que -seguramente- coincidamos en que es «urgente».

(1) En los últimos años se ha relativizado o puesto en cuestión en el enfoque de la «economía del decrecimiento«, del mismo modo que la noción de «progreso«. También es muy interesante el enfoque de Ricardo Hausmann en este video donde equipara la noción de desarrollo a «saber hacer».

(2) Para el caso argentino es muy interesante este texto.

(3) Al respecto ver el enfoque de Ricardo Hausmann vinculado con la teoría scrabble del desarrollo y el concepto de complejidad económica. En este link se expresa, entre otros conceptos, lo siguiente: «esta nueva búsqueda llevó a Hausmann a concebir la noción de “complejidad económica”, que postuló por primera vez en julio de 2007 en un artículo en Science. Para muchos, este concepto constituye su mayor aporte al campo de la economía del desarrollo, dice Chris Papageorgiou del Departamento de Estudios del FMI. En su sitio web, Hausmann dice: “El secreto para producir cosas complicadas no radica en tener gente más inteligente, sino mucha gente con conocimientos diferentes y complementarios. Las sociedades más ricas tienen más conocimientos colectivos y los usan para generar una mayor variedad de productos más complejos”. Los países pobres, dice, pueden producir unos “pocos productos sencillos”. De lo anterior se deduce la importancia de la complementariedad en la diversidad para que haya desarrollo.

(4) En esta nota hemos dado un ejemplo sobre la necesaria articulación entre culturas e instituciones frente a un fenómeno grave.

El Progreso

La idea de progreso surge fundamentalmente con la modernidad, y en particular en el hemisferio occidental. Su significado conlleva la idea de mejora, muy a menudo asociada a lo material individual, y en otras oportunidades a otras dimensiones de la vida humana que tienen consecuencias positivas en el bienestar y en la felicidad de una persona o grupos de personas.

Robert Nisbet hace una interesante historia y reflexión acerca de la noción de progreso, y sus diferentes connotaciones en función de los principales pensadores que se refirieron a esta temática. Ha estado emparentada a nociones de crecimiento, desarrollo, evolución, ascenso social, progresismo (tanto liberal como de izquierda), una necesidad (según Spencer), una fe y optimismo sin límites en el progreso … También escepticismo desde finales del siglo XIX por autores como «Jacob Burckhardt y Friedrich Nietzsche, pasando por Arthur Schopenhauer, hasta llegar a Oswald Spengler, W. R. Inge y Austin Freeman en las primeras décadas del siglo XX». Esto se acentuó con las guerras (en especial primera y segunda guerra mundial), la depresión de 1929 y 1930, las hambrunas…¿este era el progreso al cual estábamos destinados?

Continuando con Nisbet «las dudas, el escepticismo y el rechazo a la idea de progreso durante el siglo XIX – provenientes de hombres como Alexis de Tocqueville, Burckhardt, Nietzsche, Schopenhauer y Max Weber- se han acentuado progresivamente en nuestro propio siglo. Él famoso ensayo de W. R. Inge, “The Idea of Progress”, de 1920; los trabajos de Henry y Brooks Adams, especialmente Law of Civilization and Decay, del segundo; La ilusión del progreso, de Georges Sorel; Social Decay and Regeneration, de Austin Freeman; La decadencia de Occidente, de Spengler; en grado considerable, Estudio de la historia, de A. J. Toynbee; Social aud Cultural Dynamics, de Pitirim Sorokin, y El malestar en la cultura, de Freud, son sólo algunas de las obras que, influidas por las dudas y el escepticismo de los pensadores del siglo XIX que he citado, confirieron a la atmósfera intelectual un tinte cada vez más sombrío». A ello se podría agregar, por ejemplo, el informe del Club de Roma sobre los «Limites del Crecimiento» o el planteo de «decrecimiento» por autores como Georgescu-Roegen y otros, frente al enfoque de crecimiento infinito o ilimitado con recursos finitos del planeta Tierra (además de los daños al medio ambiente). Esto está vinculado al consumismo, a qué priorizamos y cómo son nuestros valores (en línea a lo expresado en la frase de la entrada por Martin Luther King) así como si somos capaces de trascender el sistema actual.

Es natural que todos queramos estar mejor hoy y en el futuro (en particular quienes están más afectados por la pobreza y la desigualdad), y que canalicemos nuestra energía en esa dirección. Sin embargo no lo podemos hacer de cualquier manera (el fin del progreso no justifica la utilización de cualquier medio), debemos tener en cuenta el contexto y sus prioridades (por lo tanto valores), así como las posibilidades, límites y riesgos en general y del cambio tecnológico en particular, o priorizando el capital en cambio de las necesidades humanas o a costa del medio ambiente, entre las principales. Esto no sólo no nos lleva a un mundo mejor, sino que puede conducirnos al fracaso total como humanidad.

 

Consensuar, Acordar ¿Qué?

Las personas y las sociedades, además de expresar nuestras singularidades y diferencias (conflictos), es deseable que tratemos de llegar a acuerdos. ¿Sobre qué?: sobre lo que nos pasa (diagnóstico), hacia donde queremos ir (visión de futuro, con objetivos y metas) y los mejores caminos (actores en juego y su misión, procesos, instrumentos) -en cada contexto- para pasar de la realidad actual a ese futuro que consideramos deseable y posible.

Las palabras que se utilizan para esto son múltiples y expresan distintas cosas. Se utiliza mucho la palabra «consenso» como, por ejemplo, en el caso argentino por un lado el gobierno plantea consensos básicos (entendidos como «acuerdos») y un asesor del mismo -en un programa de televisión dedicado a «la grieta»– expresó que está en contra de consensuar:  «el consenso es enemigo de la democracia y de la vida, hay que discrepar, hay que discutir, tiene que haber diversidad de pensamiento sino no funciona la sociedad…».

Las definiciones de «consenso» son diversas: según el DRAE es «adoptar una decisión de común acuerdo entre dos o más partes«. Desde el punto de vista etimológico proviene de la palabra latina consentire (que significa «consentir»), es consentido (por todos), y se la puede interpretar también como sentir lo mismo por todos. Esto abre distintas perspectivas y preguntas:

  • ¿es posible que todos sintamos lo mismo? No es fácil, pero en determinados aspectos podríamos decir que «sí». Tal vez, uno de los casos ha sido que -en determinado contexto histórico- sentir que no se podía seguir con el conflicto armado en Colombia, condujo a un acercamiento de las partes y a una larga negociación donde se alcanzaron los acuerdos. Pero, en «los detalles de implementación» (por lo que aparece a fines de 2017), se visualiza que aparecen los problemas. En el caso argentino, sentir «que a todos nos vaya bien», «que seamos un país integrado y justo socialmente», «que resolvamos los problemas» y otros deseos generales, puede ser muy importante. En lo económico-social hay quienes buscan que este consenso se exprese respecto de «compartir unánimemente un rumbo de a dónde queremos llegar». Sin duda, esto es muy deseable y sería posible si «el rumbo tiene características generales». Ahora, cuando vamos a cuestiones más específicas y a los instrumentos, empiezan las divergencias y por lo tanto se torna muy difícil que «sintamos» todos lo mismo.
  • si consenso se entiende «popularmente» como acordar o concertar, y entonces pasamos de algo «emocional» (como «sentir») a algo «racional» (de todos modos sabemos que lo anterior «subyace») y «prácticamente posible de alcanzar en una negociación o proceso de acuerdo». Esto hace referencia a encontrar puntos de coincidencia, y la política -en el sentido más específico y noble- es la encargada de posibilitar la resolución pacífica de las diferencias.

En base a la última definición, no se anula la diversidad de opiniones y el debate que hay en un sistema democrático, sino que se buscan puntos de coincidencia y acuerdos que son vitales para la resolución de los conflictos y los problemas. El gobierno argentino tomó la decisión de acotar los acuerdos a «la lucha contra la inflación y el equilibrio fiscal, los estímulos para favorecer la creación de empleo y la calidad institucional» relacionados con la necesidad de «crecer muchos años en forma sostenida para generar empleo, que es lo que nos va llevar a erradicar definitivamente la pobreza».

Seguramente en este proceso aparecerán diferencias de diagnóstico, de visión, de rumbo, de instrumentos concretos… pero que son fundamentales de debatir y buscar acordar democráticamente. ¿Pueden ser considerados como un «piso»? ¿debería haberse consensuado previamente una «visión compartida de futuro»? ¿el tipo de crecimiento permitirá ir hacia pobreza cero? ¿otras variables macroeconómicas como jugarán? ¿o qué tipo de desarrollo? ¿en el caso argentino prevalecerán intereses sectoriales legítimos pero difíciles de debatir y acercar posiciones en la realidad actual y mundial? Son algunas de las múltiples preguntas que el tiempo irá contestando. Ojalá sea un proceso «virtuoso» que nos permita a todos ser «abiertos» a todas las opiniones e ir encontrando los pasos que nos lleven hacia un mundo mejor.

Diferencia entre política popular y política populista

En otra entrada hemos señalado las limitaciones del populismo y también casos históricos recientes de cuando esto se lleva al extremo, más allá del nombre que se le quiera poner o de cómo se lo quiera justificar. También el Papa Francisco se ha referido a este tema.

Podemos preguntarnos si lo anterior invalida realizar una política “popular”, es decir hacia los sectores más frágiles en lo socio-económico? Las respuestas pueden ser diversas. Si las simplificamos en dos, podríamos plantearnos un enfoque pesimista en el sentido de que los sectores más favorecidos de la sociedad, en alianza -por ejemplo- con parte de los sectores medios, se desentendieran (o hicieran “como qué hacen..” pero sin resolver) la problemática de los sectores populares y congelaran o agravaran esta “grieta socioeconómica”. Ello implicaría implementar lo que se ha denominado comunmente una política “neoliberal”.  Si bien el término “neoliberalismo”, a nivel internacional nacional, ha tenido distintas acepciones (y debates) lo usaremos aquí porque tiene la connotación de una determinada postura que no tiene en cuenta a los pobres.

La otra respuesta, desde un enfoque optimista, es que el resto de la sociedad (o su gran mayoría) está dispuesta a ser solidaria con los sectores populares. Ello conlleva a articular los distintos actores sociales, y en especial el Estado, en sus diferentes formas, para encarar acciones que permitan elevar el nivel de vida –de manera sostenida- de “lo popular”. Cuales acciones? A continuación iremos mencionando algunas para el debate.

Es importante promover que los asentamientos poblacionales (ya sean urbanos o rurales) estén vinculados al desarrollo de actividades sustentables en el tiempo en esos territorios. La sustentabilidad está asociada a un “piso” de subsistencia y a la posible construcción de un trayecto de desarrollo -en un contexto nacional e internacional- que posibilite la creación de valor económico. Este valor puede ser aplicado a recursos naturales, paisajísticos, culturales o basados en la economía del conocimiento (por ejemplo relacionados a centros terciarios, universidades y del sistema científico-tecnológico). Sobre el “piso” de subsistencia es muy interesante la experiencia (con las adaptaciones del caso) del P. Pedro Opeka en Madagascar, donde “rescata” personas hacinadas en la ciudad para proponerles un piso “digno” de subsistencia en lo rural. Podríamos decir, más en general, que el desarrollo de las economías regionales de los distintos países puede posibilitar no sólo que la población local deje de emigrar sino que familias urbanas que hoy no tienen perspectivas reales de una mejoría en su inserción económica en el actual lugar puedan ir a radicarse hacia esas economías regionales con perspectivas ciertas.

El desarrollo de las economías regionales no debe caer en la superficialidad de slogans, consignas, manipulaciones políticas o marketing sin sustento real (típicos del populismo), sino que el acceso a esos lugares esté acompañado de proporcionar todos los componentes que hacen a la resolución de las necesidades básicas insatisfechas, de la capacitación, tecnología, financiamiento y gestión adecuada de lo que se vaya a encarar. Lo “fácil” del populismo (por ejemplo otorgar sólo propiedad de un bien o empleo público local que no brinde un servicio eficaz) debe ser reemplazado por la profesionalidad y la seriedad de encarar todos los aspectos que hacen al desarrollo socio-económico y humano en esos lugares. Estrategias para desacelerar o congelar el crecimiento de megalópolis, como el Área Metropolitana de Buenos Aires, están vinculadas a lo que se viene de mencionar.

Seguramente en el caso argentino esta temática es difícil de discernir, en particular en el caso del peronismo. Al respecto nos basaremos en un reportaje realizado en el programa Odisea a Alain Rouquié. Podemos compartir con este intelectual que el concepto “populismo” es pobre y confuso para caracterizar un régimen político y en particular al peronismo. De todos modos intentaremos ver si se puede hacer alguna reflexión en base al título de esta nota.

Por un lado se puede decir que el peronismo ha venido siendo un fenómeno popular basado en ideales de justicia social, de valorar lo nacional, la independencia económica y de creación de un estado social a partir de una “comunidad organizada” liderada por “un gran padre” o líder de masas. Si bien surge de la democracia representativa –y por lo tanto del voto popular- es contrario a la concepción demoliberal, y de alli se deriva entonces –en especial en los momentos de conflictividad- que el “otro” (que disiente o no comparte) es “la antipatria”.

También ha venido siendo popular, además del voto, en el sentido de plantear cuestiones de largo plazo vinculadas a fenómenos como el del medio ambiente (ver mensaje del año 1972). Pero en qué ha sido “populista”? Entiendo que lo ha sido cuando generó un desestímulo muy fuerte a la actividad productiva -como fue el caso del IAPI o de la Resolución 125- en aras de fomentar a una industria (sustitutiva y no con escala para competir globalmente) y al consumo popular de corto plazo. No supo y/o no pudo encontrar otras formas o herramientas de armonizar producción agraria e industrial sustentable (para una determinada variedad de capitalismo) con resguardar el ingreso y el acceso de bienes básicos para los sectores populares.

Finalmente podemos decir que hacer “populismo” es fácil (en el sentido de «cabalgar la ola» del momento) y relativamente rápido. Promover una política “popular” que exceda el corto plazo (o sea «el populismo») es más complejo y requiere de consensos sociales en una «fina» instrumentación y financiación, evaluando su desarrollo y realizando las adecuaciones necesarias para que sea exitosa a mediano y largo plazo. Esto último nos lleva a un mundo mejor no sólo para los sectores populares sino para todos.

PD: Sobre la temática del populismo es interesante esta nota donde Moira MacKinnon y Andrés Malamud, conversaron con Infobae Cultura

Para Qué y Para Quién

Este documento tiene que ver con el “para qué y para quien”?, es decir, con la cuestión del “sentido” en los sistemas. Un primer punto de vista puede ser que el sentido de la vida tiene que ver con nuestras creencias, y por lo tanto con algo diferente a lo abordado por la ciencia.

Sin embargo hay enfoques vinculados con los sistemas (que expresan interrelaciones de la vida humana en un contexto medio ambiental) que abordan esta cuestión. A grandes trazos:

  • En el caso del marxismo el comunitarismo primitivo (el origen de la organización social de la humanidad) volverá -al final de la historia- plenificado a través del desarrollo de las fuerzas productivas (la ciencia y la técnica en su máximo desarrollo al servicio del hombre) y del desarrollo de la conciencia a través de la praxis del socialismo que nos conducirá al comunismo.
  • En el caso del enfoque de la economía clásica no hay un “paraíso original” (más bien es caracterizado como “primitivamente salvaje”) pero si hay un progreso creciente –a través del libre mercado en un cuadro institucional adecuado- que nos llevará a la abundancia y a la riqueza (vinculado con el desarrollo de la ciencia y la tecnología) al final de la historia.
  •  Para otros autores, como Francis Fukuyama, han planteado –en algún momento- que el capitalismo (y lo socio-político vinculado con este sistema) es el “fin de la historia”. Las alternativas (véase luego de la caída del muro de Berlín) han fracasado. Por lo tanto “es lo que hay” y no podemos aspirar a nada mejor.
  • En la Introducción de esta página hemos visto que hay autores, como Kenneth Boulding, que en el marco de la teoría general de los sistemas, plantean posibilidades de una evolución hacia escenarios mayores como el que denomina “trascendental”.

Si el planteo es que el sistema nos dé un marco adecuado desde lo macro o contextual “hacia un mundo mejor”, tendremos que discernir, de estos y otros enfoques, cuales nos puedan ayudar en esa dirección.

El planteo de los clásicos sobre el capitalismo, y en términos de lo señalado por Francis Fukuyama, para algunos será “realista” y para otros “pesimista”. En la entrada de esta página web donde se plantea “el cómo”, se ha visto que, si bien el capitalismo ha tenido logros notables en cuanto a progreso material, los costos (en términos de  exclusiones e inclusiones no satisfactorias de muchas vidas humanas y de medio ambiente) son –en particular para algunas variedades de este sistema- inaceptables para quienes deseamos alcanzar un “mundo mejor”.

El sendero entre el comunitarismo original y el comunismo final, a través de sus variantes “revolucionaria” (en particular marxista leninista) y “social democrática” (o gradualismo reformista), requiere un análisis más pormenorizado (que no haremos aquí) donde –según las distintas variedades y experiencias históricas- ha tenido notables aportes hacia un mundo mejor y también notables horrores en dirección contraria.

Quedan entonces planteos muy sugerentes como el de Boulding (y otros), referidos a que hay una evolución en un contexto mucho mayor en que creencias religiosas, enfoques holísticos y de la física cuántica van en esa dirección. Si bien el que redacta este blog coincide con estos enfoques, como hemos señalado en la página “a quien va dirigida esta página” (en el párrafo sobre el enfoque de la posmodernidad), el criterio que se adopta aquí es que las “partes de ese todo” tienen “grados de libertad” y por lo tanto dependerá del sentido que le demos a nuestros móviles y procesos para alcanzar o no resultados de un mundo mejor. En este marco será posible la construcción de un postcapitalismo?

No quisiera terminar esta página del blog sin plantear tres temas relacionados. El primero de ellos es el reciente enfoque sobre la “economía de la felicidad”.

Como señala Victoria Giarrizzo (2012 Economía y Felicidad, Existe vínculo?, FCE-UBA), si bien el concepto tiene una larga historia, uno de los primeros trabajos empíricos sobre la relación entre economía y felicidad fue Easterling (véase Easterlin, R.A. (1974). “Does Economic Growth improve the human lot?. Some empirical evidence”. En P.A David y M.W.Rider (eds) Nations and Households in Economic Growth: Essays in Honor of Moses Abramovvitz. New York and London: Academic Press, y Easterlin, R.A. (1995). “Will Raising the Incomes of all Increase the Happiness of all?” Journal of Economic Behavior and Organization 27: 35-48).

También son muy valiosos los aportes de Marita Carballo (2015, La Felicidad de las Naciones, Editorial Sudamericana), N. Powdthavee (2007 Economics of happiness: A review of literature and applications”, Chulalongkorn, Journal of Economics, 19 (1)) citado por Martín Tetaz (2014 Psychonomics, La Economía está en tu mente, Ediciones B), los trabajos y blog de Sebastián Campanario, entre otros.

En base a lo expuesto el concepto de felicidad que utilizaremos en esta página, parte del concepto aristotélico de que la felicidad consiste en hacer el bien. Al respecto nos remitimos a lo mencionado por Marita Carballo (en la obra que venimos de referenciar) citando a M. Seligman (2003, La auténtica felicidad, Vergara, y 2011, Flourish, Nueva York, Free Press)) donde expresa, en la página 68, que este autor “se concentra básicamente en la satisfacción con la vida y la vida en un sentido más bien aristotélico, es decir asumiendo que todo lo que hacemos apunta a ser felices”. Luego Carballo, en la página 69, indica como Seligman pasa al concepto de bienestar (“well being”) que se compone de “cinco elementos: emoción positiva (sentirse bien), compromiso (estar completamente absorbido por su actividad), relaciones (estar auténticamente conectado con los demás), sentido (propósito) y logro (sensación de plenitud por haber alcanzado algo). Para fluir un individuo tiene que poseer esas cinco características, y por lo menos tres de los seis elementos adicionales: optimismo, autoestima, resiliencia, vitalidad y autodeterminación”. En esta página intentamos retomar la cuestión de hacer el bien de Aristóteles y del “sentido” vinculándolo con el bienestar y la felicidad donde están involucrados los elementos mencionados.

El segundo tema tiene que ver sobre el aspecto de si en el camino a este mundo mejor (en caso de que lo compartamos) hay prioridades o no. El criterio que aquí se adopta (vinculado a criterios como equidad, justicia, solidaridad, compasión…) es que la atención de las personas más vulnerables y frágiles -en particular en situación de pobreza– y el medio ambiente más dañado deben tener prioridad.

Al respecto se consideran relevantes los enfoques, y en particular las acciones concretas, vinculadas con el desarrollo, en especial el desarrollo humano (para los conceptos básicos véanse links de Naciones Unidas), el logro de los Objetivos del Milenio planteados por esta organización y su continuidad con los objetivos de desarrollo sostenible. Los medios e instrumentos para llevar adelante el desarrollo requerirán de un adecuado análisis e implementación evitando “atajos” (por ejemplo subordinando el mediano y largo plazo al corto plazo en lo que se ha denominado “populismo”). Si bien las crisis del sistema económico mundial y las reacciones “regresivas” no sólo no colaboran sino que, muchas veces, van en dirección contraria a estos planteos y acciones, será fundamental re-impulsar estas iniciativas –tanto en lo social como en lo público-estatal- a nivel concreto y de detalle en lo local, nacional, regional e internacional para ir hacia un mundo mejor atendiendo las situaciones más extremas y graves.

El tercer tema es la “aceleración del cambio científico-tecnológico” y las implicancias que ello tiene. En la Introducción habíamos comentado la característica de “aceleración” y de creciente asimetría entre destrucción y creación/cuidado que va teniendo el poder humano. Esto último es lo que nos advierten referentes mundiales desde el Papa Francisco hasta científicos como el caso de Stephen Hawking. En entrevistas y notas de este último se plantean algunas posibles escenarios pesimistas sobre la continuidad de la vida humana en la Tierra.

Aunque alguno de estos escenarios no se dé (sin duda dependerá de nosotros), hay cambios tecnológicos como las impresoras 3D y la posibilidad de que pasemos a ser –en términos de Alvin Toffler– “prosumidores” (prácticamente “de todo”) nos enfrenta a lo que podríamos denominar un “Nuevo Neolítico” o un salto civilizatorio que excede el de una nueva revolución industrial. Al respecto el interesante texto “Pasaje al Futuro” de Santiago Bilinkis nos plantea los desafíos de la redefinición de lo que denominamos trabajo y su «compartir» (entre los que tienen y no tienen), ingresos (del salario al ingreso ciudadano), ocio y educación, entre los principales.

Sino nos preparamos adecuadamente y desde hoy, para que esto nos lleve a “un mundo mejor” seguramente será “muy doloroso y peor”, y en un extremo nos conducirá al destino que tuvieron los dinosauros en la Tierra.

Consensos Institucionales para Converger a un Mundo Mejor

Hasta ahora los consensos institucionales que se han logrado, a nivel global y en el marco de Naciones Unidas, son los Objetivos de Desarrollo Sostenible que son una continuidad y ampliación de los Objetivos del  Milenio que se plantearon hasta 2015.

Lo anterior está vinculado con acciones de organizaciones no gubernamentales como las relacionadas al “Mundo que queremos”, “Mi mundo”, y  tantas otras miles de iniciativas de personas de buena voluntad, confesiones religiosas, otras ongs, movimientos culturales, sociales y políticos, iniciativas económicas para enfoques y prácticas alternativas en lo económico, entre las principales.

También es importante lo firmado sobre cambio climático en el Acuerdo de Paris, que fuera redactado entre noviembre y diciembre de 2015, y firmado el 22/4/2016, así como posturas en esta temática como la del Papa Francisco en su Encíclica “Laudato Si” o de intelectuales como Naomi Klein en su libro Esto lo Cambia Todo. El Capitalismo contra el Clima  (Ed. Paidós Ibérica, 2015),

Si bien el nuevo Presidente de Estados Unidos se ha manifestado en contra de acuerdos como el que acabamos de mencionar (y se ha retirado del mismo), se considera importante continuar avanzando en llevar adelante e irles dando cada vez mayor precisión a estas iniciativas que nos pueden conducir a un mundo mejor.

En el caso de Argentina esto se ha abordado en notas como esta.

Convergiendo en Procesos

INTRODUCCIÓN

Si desechamos los enfoques de “no se puede hacer nada” y que “de cualquier manera es lo mismo”, seguramente podamos coincidir en que los móviles son una condición “necesaria” para caminar hacia un mundo mejor, pero “no son suficientes” si no están acompañados de “medios acordes con este fin”. Los medios pueden formularse con distinto grado de detalle y de escala. Una forma es lo presentado como una “agenda en forma de plan de acción” en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en Naciones Unidas. Esto luego viene teniendo precisiones, por ejemplo, vinculado con el financiamiento de estos objetivos por parte de los países miembros. En la transición hacia un mundo mejor consideramos que estos objetivos, esta agenda y plan de acción, y los medios (como su financiamiento) deben ser vigorosamente apoyados por todos, y acompañados concretamente a nivel nacional y local a través de distintas políticas públicas.

Lo que intentaremos hacer en esta parte de la página web, es plantear algunos ejes de procesos vinculado con cuestiones desarrolladas en otras entradas, posibles caminos dentro de esos ejes, y un ejemplo más detallado tomando el caso de la educación en la Argentina (expresado a fines de marzo de 2017)

ALGUNOS EJES IMPORTANTES VINCULADOS CON PROCESOS

  • Educación: es muy relevante en el marco de procesos que están relacionados con promover la participación, la empatía, compartir, ser competentes pero no fomentar la competitividad como rivalidad, trabajar en equipo, liderazgos democráticos… en un contexto de aceleración científico-tecnológica, de creciente desigualdad y de cambio climático, y por ello debe revisarse si la educación está formando para que luego los procesos puedan tener incidencia relevante hacia un mundo mejor. Más abajo haremos un desarrollo más específico de proceso.
  • Redes: teóricamente -su concepción general (a excepción de la que exacerba el narcisismo individualista)- pueden colaborar con la comunicación necesaria y el proceso de aprendizaje. En este sentido, por ejemplo, todo lo que sean apps y juegos que estimulen la colaboración y la toma de diferentes iniciativas para un mundo mejor será fundamental (véanse ejemplos “micro” vinculados con el desarrollo sostenible)
  • Normas Privadas: promover “buenas prácticas” y evolucionar hacia normas como las ISO, normas europeas (pero extendidas a otros países) como EFQM y similares que promuevan la certificación y auditoria de procesos en organizaciones (de distinto tipo) que tiendan a la excelencia vinculado con lo que consensuemos como mundo mejor, serán muy valiosas desde este ámbito.
  • Normas Públicas: Dada la “escala” que tiene la Humanidad en la Tierra, seguirá siendo importante “la ley” a fin de que en “lo macro” se dé un cuadro institucional que favorezca un piso de bienestar en “lo micro” que ayude a generar vínculos de amistad y amor entre las personas. Debe avanzarse no sólo a nivel nacional y local, sino en el marco de una “gobernanza” a nivel internacional.

ACERCA DE LOS MEDIOS: ¿EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS?

Nunca lo afirmó explícitamente Maquiavelo pero se deduce de su obra y asesoramiento al Príncipe (en la Florencia de fines de los años 1400 y comienzos del 1500). Si el fin es conquistar, conservar y extender el poder (como dominio) seguramente los medios no importarán demasiado, aún los más crueles (como envenenar a los oponentes) y violentos.

Si el fin es un mundo mejor donde el poder como lugar y ejercicio del dominio no sean lo central o “hegemónico”, entonces no cualquier medio será adecuado para lograr esta finalidad.

EL PROCESO DE GENERACIÓN Y APROPIACIÓN DE VALOR

Como hemos mencionado hay una historia de los sistemas económicos (con distintos enfoques) que nos indica cómo se van generando los bienes y servicios que se van necesitando. Más recientemente esto se expresa bajo una demanda “efectiva” (donde juega el ingreso pero también el deseo y por lo tanto la publicidad), y las características que adopta la apropiación del excedente resultante (a partir de características específicas de la división del trabajo).

Hacia un mundo mejor deberíamos encontrar mecanismos que nos permitan pasar:

  • De “no emprender” o de emprendimientos rentísticos a emprendimientos competitivos (con el Estado como garante de la competencia y la transparencia). En el marco de la actual globalización (y hasta que vayamos construyendo otra globalización) habrá que tener “registro de esta realidad actual de la competencia”. Pero como queremos ir hacia un mundo mejor deberíamos generar comportamientos y estímulos que nos conduzcan de emprendimientos competitivos a emprendimientos donde se premie el “ser competente” (y no la rivalidad) y se ayude y se respeten “otras competencias” (por razones de edad, condición, etc.). Esto nos conduciría a darle otro sentido a la iniciativa y a la empresarialidad que vaya más allá del propósito de lucro.
  • De maximización del retorno sobre el capital a la generación de un excedente que permita la reinversión, una adecuada relación precio-calidad para los consumidores y una retribución material que compartan los esfuerzos realizados sin generar enormes brechas entre quienes participan de la organización. Serían deseables generalizar prácticas de responsabilidad social empresaria (que no se queden en el “marketing” o en la «apariencia»), de repartir el trabajo existente (por ej. promoviendo la reducción de la jornada laboral para quienes hoy están ocupados y a veces «sobre ocupados») así como el excedente, de promover la economía ecológica, las modalidades de empresas sociales, las llamadas «economías integradas» por Ashoka, empresas cooperativas (y por lo tanto la democratización de las empresas) y experiencias como las empresas de economía de comunión, de economía del bien común, de ecovillas, y otras similares.
  • Del financiamiento especulativo al productivo, del financiamiento tradicional a buscar promover los microemprendimientos y las pymes, de que se puedan desarrollar las finanzas éticas y colaborativas.

 EL PROCESO DE INTERCAMBIO

Cómo hemos visto en este blog en el “Cómo”, en el enfoque de Karl Polanyi se sostiene que, a lo largo de la historia, han habido distintas modalidades de intercambio y que sólo en los últimos 200 años aproximadamente hemos experimentado con esta economía de mercado.

  • De la guerra para obtener los bienes o recursos al intercambio mercantil. De este último a la producción y consumo responsable, con modalidades de comercio justo y trazabilidad de bienes y servicios que posibiliten verificar el trabajo decente (como “piso”), la calidad y la sustentabilidad ambiental de todo el proceso.
  • De la modificación de normas, como las de la OMC, a fin de que se avance en modalidades de intercambio que vayan más allá del “dumping social” (véanse referencias europeas como “piso”),
  • De muchas “etapas” de intermediación a pocas, sabiendo que –tiempo más o tiempo menos con el desarrollo cada vez más sofisticados de las impresoras 3D- iremos a escenarios de “prosumidores”. Re-adaptarnos a esto último y re-ubicar a las personas desplazadas de los antiguos lugares será una tarea a planificar desde el momento actual (como sería el caso de prosumidores de la agricultura urbana).

EL PROCESO DE REDISTRIBUCIÓN

Siguiendo con el enfoque de K. Polanyi diremos que  la redistribución: designa movimientos de apropiación en dirección a un centro, y luego de este hacia el exterior. Desde el jefe de la tribu o clan hasta en la actualidad el rol que ocupa el padre y/o madre en la familia, y el Estado en la sociedad actual. Esta redistribución puede ser regresiva (favoreciendo a los más poderosos o de mayores ingresos) o progresiva (favoreciendo a los más débiles o necesitados). Un mundo mejor debería ir de:

  • Normas públicas que desestimulen una redistribución regresiva de la riqueza y pasen al estímulo de una progresiva, disminuyendo la desigualdad actual a nivel mundial y en la mayoría de los países. Si bien han generado controversias enfoques como el de Thomas Piketty en sus libros “El Capital del Siglo XXI” y “la Economía de las Desigualdades”, deben analizarse en profundidad sus propuestas sobre la economía actual en materia de redistribución. Otros autores como J. Stiglitz, B. Milanovic, T. Atkinson, son algunos que también han abordado esta temática recientemente.
  • Normas públicas que favorezcan la re-orientación de la acumulación de lo rentístico a la reinversión productiva, y a formas de compartir como se detalla en el ítem a continuación (de la reciprocidad).
  • Normas y organizaciones públicas que hagan eficaz (en cuanto a logro de objetivos) y eficiente (mínimo costo pero con retribuciones justas y calidad “adecuada”) del gasto y la inversión pública.
  • Una cultura que promueva “el compartir” esfuerzos y retribuciones de esos esfuerzos, y ello se exprese desde la organización de los emprendimientos hasta en el modo de intercambiar. En la organización de los emprendimientos ya nos hemos referido en otra parte a las empresas sociales, las cooperativas o iniciativas como “economía de comunión”.
  • Un aspecto “particular” de esta cultura del compartir pasa –además de lo ya dicho-, como “piso” en no eludir o evadir el pago de impuestos, cargas sociales o en no generar trabajo “indecente”), hasta prácticas que tienen que ver con distintas formas de donación, como es el caso de la filantropía. Si bien, en la mayoría de los casos, estas donaciones son “residuales” o por montos nada relevantes comparados con la riqueza acumulada, un caso que se puede destacar es el de Bill y Melinda Gates que han decidido no dejar la mayor parte de su fortuna (valuada a comienzos de 2017 en noventa mil millones de dólares) a sus hijos (que tendrán educación paga y algo de dinero para sus vidas) sino que vaya a su fundación para fines benéficos (ver: http://www.impatientoptimists.org/). Cabe aclarar que –por lo que se conoce públicamente- la forma en que se ha generado esta fortuna (desde los orígenes con su rivalidad con Steve Jobs hasta la actualidad) no coincide con lo planteado en esta página como lo que debería realizarse para ir a un mundo mejor. Sin embargo no se puede desconocer que es muy meritorio –aunque sea post mortem y reconocido como valioso por sus hijos- reorientar su riqueza acumulada hacia nobles fines sociales. También pueden verse otros casos de filantropía orientados a fines públicos (véase por ejemplo esta noticia).

EL PROCESO DE RECIPROCIDAD

En la página de este blog relativa al “cómo” decíamos que Karl Polanyi entiende que la reciprocidad supone movimientos entre puntos de correlación de grupos simétricos. Agregábamos que una expresión de esto es la economía social y solidaria. Más arriba cuando hablamos del proceso de generación y apropiación de valor dimos ejemplos, así como en otras partes del blog, por lo que no abundaremos en más detalles.

LA CUESTIÓN DE LA GRATUIDAD

Toda actividad humana requiere un esfuerzo, y si bien podemos “no monetizarlo” no podemos decir que “no tiene valor”, tanto en sí mismo como si hemos dejado de hacer otras cosas alternativas. Por lo tanto podemos afirmar, desde el punto de vista de quien ofrece un bien o servicio, que “no es gratis” dado que tiene un costo en términos de trabajo humano y de utilización de diversos recursos, según el caso.

Entonces habrá que abordar la cuestión del vínculo de quien recibe este bien o servicio de manera gratuita con el que lo proporciona. Las razones –en particular para quien recibe- pueden ser muy diversas:

  • La/s persona/s no pueden devolverlo: Sería el caso de personas que por su estado de fragilidad y exclusión no están en capacidad de hacerlo. Aquí se abren dos caminos (si descartamos “el camino de la indiferencia”): el rol del Estado a través de tarifas sociales o mecanismos que reducen sustancialmente el costo (incluyendo un porcentaje elevado de “gratuidad”) o el de organizaciones de la sociedad civil, personas de buena voluntad u órdenes religiosas. De estas última el caso, tal vez más conocido, serían los moribundos de las calles de Calcuta atendidos por la Orden de la Madre Teresa de Calcuta. En muchos lugares existen situaciones similares con personas en situaciones de calle, sujetas a condiciones extremas (por distintos motivos), etc.
  • La/s persona/s tienen un derecho: sería el caso de la provisión, directa o indirecta, de bienes públicos por parte del Estado (educación, salud, seguridad…) cuyo costo se “paga” o financia con impuestos, pero el ciudadano no abona directamente. Las modalidades y alcances difieren en los distintos países.

Los “peligros” de la gratuidad son diversos:

  • Qué esté «camuflado» y lo importante es «el negocio» derivado de una aparente gratuidad  (como hemos abordado en esta nota),
  • Asistir a las personas pero sin promover su dignidad, esfuerzo y participación: un caso contrario a este es el del Padre Pedro Opeka en Madagascar. Es, sin duda, un ejemplo y un camino a seguir para un mundo mejor.
  • Que las personas consideren que estos bienes y servicios no tienen un costo y que, a veces, se financian como impuestos regresivos (lo terminan pagando los que menos tienen).
  • Que sea un mecanismo clientelar, que fomente el facilismo y la corrupción,
  • Que esté vinculado con el «lavado» de «culpas» (v.g. por los daños generados en el proceso de acumulación) o de dinero (caso de las donaciones producidas por el narcotráfico o la corrupción)

entre otros.

UN EJEMPLO MÁS DETALLADO DE “PROCESO”: EL CASO DE LA EDUCACIÓN EN ARGENTINA

Existen muchos expertos y opiniones calificadas en esta temática que habrá que tener en cuenta y consultar para un análisis más detallado y ponderar lo que se menciona a continuación. Sin embargo no queremos dejar de dar un ejemplo más concreto de proceso, tomando este caso y con ejemplos sintéticos. Aquí va:

 Objetivos de la educación

 Articular lo abstracto con lo concreto y lo teórico con lo práctico en una enseñanza personalizada con los siguientes objetivos:

  1. Educación en valores compartidos que nos lleven a un mundo mejor. Aquí se plantea la importancia que, desde las familias y desde las distintas expresiones de la cultura (en las que está el sistema educativo) se promueva esto.
  2. Educación en ciudadanía participativa (en gobernanza) y cuidado del medio ambiente.
  3. Educación en competencias blandas (empatía, iniciativa, trabajo en equipo, ética, etc.)
  4. Educación en competencias duras (científico-técnicas, fomentando una educación “dual”, es decir articulando lo teórico con lo práctico).
  5. Educación para el futuro: comparto lo planteado por Edgar Morin en “Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro» y lo desarrollado por Santiago Billinkis un libro ad hoc.

 Algunas Políticas e Instrumentos para alcanzar estos objetivos:

Como se expresó al principio hay numerosos especialistas que han escrito en esta temática. Sólo a título de ejemplo comparto los 16 puntos indicados por Nuria Susmel en las páginas 33 a 36 de este documento. Si bien fueron escritos hace un tiempo, la gran mayoría siguen teniendo vigencia.

En esta línea, y al momento de redactar este punto, el Gobierno nacional ha anunciado que enviará al Congreso un Plan Maestro Educativo que será una oportunidad para discutir no sólo objetivos y metas, sino también procesos que tiendan a mejorar la educación como han hecho otros países.

Tal vez haya que comenzar, como dice Jaim Etcheverry (ver, por ejemplo, sus declaraciones en el programa El Juego Limpio, del 23/3/2017) por cuestiones muy “elementales” como aprender a leer (comprensión lectora) y escribir, así como hacer cálculos (desarrollo de pensamiento lógico y abstracto).

Financiamiento

 Coincido con la opinión de Martín Losteau en esta nota donde toma una reflexión de Pepe Mugica, ex Presidente del Uruguay. Esto conlleva a realizar una re-ingeniería de los recursos con que cuenta el Estado en general (reduciendo las tareas administrativas e incrementando los saberes vinculados a la educación y al cuidado) así como los que se asignan al sector educativo (por ejemplo las implicancias de ir hacia un modelo de doble jornada), y de la educación en particular.

Lo anterior puede programarse en una agenda de varios años acordada como política de Estado entre las principales fuerzas políticas (con asesoramiento de expertos), con metas e indicadores de procesos y resultados en cuanto a su cumplimento.

Finalmente los procesos que se han mencionado son a título de “pistas” a completar y posibles caminos a construir en el marco de consensos democráticos para un mundo mejor. La cuestión del “ritmo” de estos procesos deberán ser más rápidos y urgentes en casos como el hambre cero y en lo ambiental, y otros llevarán más tiempo como el cambio en la educación o en todos los componentes que inciden en la pobreza.