La Economía del Don

Según este sitio «la economía del don o economía de regalo —del Inglés gift economy— es un modo de intercambio en el que los objetos de valor no se comercializan o venden, sino que se entregan sin un acuerdo explícito de recompensas inmediatas o futuras. Las normas y costumbres sociales rigen una economía de regalo, los obsequisos no se otorgan en un intercambio explícito de bienes o servicios por dinero, o alguna otra mercancia o servicio. Esto contrasta con una economía de trueque, o una economía de mecado, donde los bienes y servicios que se intercambian principalmente de manera explícita por el valor recibido.

La naturaleza de las economías de regalo forma parte de un debate fundamental en antropología. La investigación antropológica en las economías de regalo comenzó con la descripción de Bronisław Malinowski del intercambio Kula en las Islas Trobriand durante la Primera Guerra Mundial. El comercio de Kula parecía ser un regalo, ya que los trobriandeses viajaban grandes distancias sobre mares peligros para dar lo que consideraban objetos valiosos sin ninguna garantía de retorno. El debate Manlinowski con el antropólogo francés Marcel Mauss estableció rápidamente la complejidad del “intercambio de regalos” e introdujo una serie de términos técnicos como reciprocidad, posesiones inalienables y presentación para distinguir entre las diferentes formas de intercambio». Mauss es autor del «Ensayo sobre el don» que se muestra en la imagen de la entrada.

Según el enlace que venimos de colocar «el ensayo de Mauss trata la manera en que el intercambio de objetos entre los grupos articula y construye las relaciones entre ellos. Sostuvo que donar o dar un objeto (don) hace grande al donante y crea una obligación inherente en el receptor por la que tiene que devolver el regalo. La serie resultante de los intercambios que se dan entre los individuos de un grupo -y entre otros grupos distintos- establece una de las primeras formas de economía social y solidaridad social utilizada por los seres humanos. El don establece fuertes relaciones de correspondencia, hospitalidad, protección y asistencia mutuas…

El ensayo está construido con una amplia gama de estudios sobre grupos etnográficos. Mauss aprovechó la experiencia y los datos de estudio de Bronisław Malinowski sobre el Intercambio kula de los pobladores de las Islas Trobriand, la institución del Potlatch en los indios de la costa del Pacífico noroeste de Norteamérica y otros estudios etnográficos sobre pobladores de la Polinesia que demuestran la generalización de la práctica de los regalos o dones en sociedades no europeas. En las secciones posteriores del libro se examina la historia de la India, y se sugiere que los rastros de intercambio de regalos se puede encontrar también en sociedades más desarrollados. En las conclusiones del libro Marcel Mauss sugiere que las sociedades seculares industrializadas, podrían beneficiarse si reconociesen la práctica del don (intercambio de regalos). Marcel Mauss fue el inspirador de toda una parte de la reflexión sobre la antropología y de manera especial sobre la antropología económica, al mostrar que el don es agonista, ya que el vínculo no mercantil (cambios no remunerados ni inmediatamente correspondidos), a la vez que crea un vínculo social «obliga» a quien lo recibe, que sólo se puede liberar por medio de un «contradon»). Para Mauss, el don es esencial en la sociedad humana«. Está emparentado con el enfoque y la práctica de la reciprocidad (Karl Polanyi lo considera un aspecto sustantivo de los modos de integración o sistemas, junto con la redistribución y el intercambio).

En línea con la afirmación de Mauss, de que «el don es esencial en la sociedad humana», podemos afirmar que la mayoría de los seres humanos lo practicamos con nuestros seres queridos, con quienes consideramos «prójimo», frente a situaciones de emergencias y catástrofes, a la extrema necesidad y fragilidad de quienes sufren… y se expresa a través de personas humanas sensibles y de «buena voluntad» con diversas creencias o ideologías que buscan reparar situaciones de injusticia (1) o de falta de equidad que lo hacen de manera individual, agrupadas informalmente o formalmente a través de organizaciones o economía del llamado «tercer sector«, Iglesias, ordenes y congregaciones religiosas, ongs (sólo, a titulo de ejemplo, mencionamos esta), entre otras modalidades. Según este artículo, autores como Luigino Bruni, Stefano Zamagni y Annouk Grevin han planteado incorporar la dimensión del don en la economía y en la empresa.

Respecto de la perspectiva cristiana, en la misa del 24/12/19 el Papa Francisco criticó  «la lógica de dar para tener… Mientras que aquí en la tierra todo parece responder a la lógica de dar para tener, Dios llega gratis ….» relacionándolo con el mensaje cristiano planteó «acojamos el don que es Jesús, para luego transformarnos en don como Jesús. Convertirse en don es dar sentido a la vida y es la mejor manera de cambiar el mundo: cambiamos nosotros, cambia la Iglesia, cambia la historia cuando comenzamos a no querer cambiar a los otros, sino a nosotros mismos, haciendo de nuestra vida un don. No esperó a que fuéramos buenos para amarnos, sino que se dio a nosotros gratuitamente. Tampoco nosotros podemos esperar que el prójimo cambie para hacerle el bien, que la Iglesia sea perfecta para amarla, que los demás nos tengan consideración para servirlos», planteó el Papa. «Empecemos nosotros», convocó en esa dirección, acompañado por 40 cardenales, 25 obispos y más de 250 sacerdotes que concelebraron la misa con él».

Sin duda es una experiencia difícil de vivir y practicar en grandes grupos humanos, y además ser criticada desde la perspectiva de que puede ser considerada como que «no tiene costo» o es «sin esfuerzo» para el que lo ofrece y el que lo recibe, así como favorecer la pasividad del receptor del regalo (generando relaciones asimétricas, «clientelares» y de «vivir de arriba»). Requiere de un contexto cultural -como los mencionados por Mauss y Malinowski- que posibilite un adecuado discernimiento (por ejemplo, en línea con la radicalidad del mensaje cristiano en el dar y compartir), a fin de evitar situaciones como las que se vienen de describir. En ese caso nos puede conducir a un mundo mejor. Si no existe ese contexto, discernimiento y sabiduría nos puede conducir a un mundo peor (donde la gratuidad es un camuflaje de relaciones mercantiles).

(1) En general hay coincidencia de que la implementación de la justicia «social» la sociedad la debe hacer prioritariamente a través de normas y de organismos del Estado, pero -coincidiremos- que de manera «complementaria» (como son las modalidades de economía solidaria) y a veces -lamentablemente- de manera «supletoria», la sociedad lo hace a través de canales directos informales o formales.

PD: en notas de divulgación como esta se dan ejemplos recientes en países como la India, o de ongs como la mencionada en este link o esta. También se puede mencionar el caso del software libre o trabajos colaborativos como los que se realizan en sitios como Wikipedia (en algunos casos hay motivaciones relacionadas con intereses políticos, socioeconómicos o ideológicos) o algunas modalidades (no todas) de economía colaborativa.

Economía Ecológica

Si la economía y la ecología están separadas o, en cambio, imbricadas una con otra no es un mero juego de palabras. Depende del enfoque que adoptemos. Intentaremos en esta breve nota delinear las principales características de una «economía ecológica».

Comencemos por decir que, en la antigüedad, tanto en el pensamiento pre-socrático como en el antiguo pueblo judío, había un enfoque o cosmovisión vinculada con la naturaleza. Como ejemplos de este último, se puede mencionar que: «la tierra (la naturaleza) “es de Dios” y “vosotros sois mis huéspedes y residentes de mi propiedad” (Lv 25-23), la importancia de disfrutar y cuidar del Jardín del Edén, así como entre otras normas establece la ley sobre el “reposo de la tierra” (Lv 25, 1-7). Algo similar se presenta en antiguos pueblos americanos como los Mayas, los Guaraníes («Yvy marane’: la “tierra sin mal”) o  los Incas.

Con la modernidad el hombre “domina o explota” la naturaleza, con ayuda de la razón. Para pensadores como Sir Francis Bacon sólo es posible dominar la naturaleza conociendo su estructura y sus leyes. “Hay que ‘torturar’ a la Tierra para que nos entregue todos sus secretos y recursos”. Esto se va a profundizar en el nacimiento y desarrollo del capitalismo, y -lamentablemente- con el socialismo «real» (1)

H. Fazio, en su obra «Economía, Ética y Ambiente (en un mundo finito), Eudeba, 2012, va a plantearse (pág. 10) «¿cómo es posible conciliar un ambiente finito -en cuanto a recursos físicos disponibles y a su capacidad de ser contaminado- con necesidades y deseos humanos ilimitados? Esta pregunta y sus posibles respuestas recorrerán el contenido de la presente obra. El desarrollo histórico de la humanidad se ha desplegado en torno a dos factores que son inherentes a la condición humana: la estrecha de la dependencia de la especie humana con el medio físico que posibilita la vida y del cual forma parte, y la necesidad de pertenencia de los individuos a una realidad que los abarca: la comunidad o sociedad. Este destino común de los seres humanos con el ambiente y la sociedad se ve hoy desdibujado por el ejercicio irrestricto de la racionalidad instrumental económica en que los fines individuales o sectoriales colisionan con los de la humanidad en su conjunto, incluidas las futuras generaciones…». Esta temática ha sido actualizada por Fazio en el libro «Cambio climático, economía y desigualdad. Los límites del crecimiento en el siglo XXI» (Eudeba, 2018).

Es en el contexto de lo que se viene de mencionar es que surge la economía ecológica. La Wikipedia hace una síntesis de quienes fueron los principales economistas «como Nicholas Georgescu-Roegen (19061994), Herman E. Daly, Kenneth Boulding, Karl W. Kapp, Robert Ayres. Fueron influenciados por los trabajos de biólogos como Alfred Lotka (quién introdujo la importante distinción entre uso endosomático y exosomático de la energía), Holling, Eugene y Howard T. Odum. Kapp trató el tema de los costes sociales que incluye las consecuencias negativas y daños que resultan de las actividades productivas y que recaen sobre otras personas o la sociedad pero de las que los empresarios no se consideran responsables. Apropiándose de este modo de una parte del producto nacional mayor de la que les correspondería y reduciendo el precio para los consumidores.

Boulding publicó en 1966 un artículo titulado The economics of the coming spaceship earth que popularizó la metáfora, aplicada a toda la humanidad pero de profunda inspiración norteamericana, de la transición de un mundo sin límites propia del pionero del oeste (cowboy economy) a uno limitado como una nave espacial (spaceship economy) reflejando el necesario tránsito a realizar hacia una economía de equilibrio, no expansiva.

Georgescu-Roegen, que realizó importantes aportaciones a la economía convencional antes de convertirse en un economista disidente, caracteriza el proceso económico, desde un punto de vista físico, como la transformación inevitable de baja entropía o recursos naturales, en alta entropía o residuos. De aquí el recurso a la termodinámica aunque Georgescu-Roegen critica la introducción de la probabilidad en ella (mecánica estadística). El resultado de este proceso sería, o según Naredo debiera ser, el disfrute de la vida. Hay dos fuentes de baja entropía: los limitados stocks (que incluye entre los flujos) de materiales (minerales) de la corteza terrestre y el, inagotable a escala humana, flujo de energía solar.

Frente a la analogía mecánica de la economía convencional Georgescu-Roegen describe el proceso económico como interrelacionado y sujeto a cambio cualitativo. El tiempo se introduce en el proceso productivo mediante su concepto de fondo. Otro aspecto de su obra es el enjuiciamiento de los dogmas energéticos pues afirmó la imposibilidad del reciclaje perpetuo y rechazó una teoría del valor basado en la energía según la cual los precios de las mercancías corresponden a su contenido energético.»

Esta economía ecológica también se la ha definido como «economia verde» o «bioeconomía» (2). También ha surgido, en base a un libro de Gunter Pauli, la denominada «economía azul«. «Cabalgando» entre estos enfoques y el de la economía convencional «con otros valores» apareció la «economía circular» (para mayor detalle ver esta fuente, esta Fundación y este sitio) (3) y la «economía de la cuna a la cuna» (así como otras «emparentadas» como ser la «economía con ecovillas«). La relación entre la economía circular y la economía del bien común la hemos comentado en esta nota. Todo lo anterior ha derivado también en iniciativas de emprendimientos sustentables y programas gubernamentales que buscan apoyarlos (4). A lo anterior habría que agregarle la importancia de la inversión en ciencia y tecnología por parte de agencias del estado así como de promover la inversión privada que abarate sustancialmente las energías limpias de modo que puedan hacer frente a energías altamente contaminantes como el carbón que siguen en ascenso en muchos países según esta nota.

Hay otros referentes: por ejemplo en España José Manuel Naredo, en Argentina Antonio Elio Brailovsky (además del ya citado Horacio Fazio), así como planteos más radicales como los de «ecología política«, el de Naomi Klein o vinculados con el enfoque cristiano la Encíclica «Laudato Si» del Papa Francisco «sobre el cuidado de la casa común».

Sin duda es un tema de la mayor importancia para converger hacia un mundo mejor.

PD: En lo que se refiere a las invenciones vinculadas con lo ecológico es muy interesante la publicación EcoInventos. Respecto a la relación entre prosumidores y agricultura urbana se puede ver esta nota.

(1) Respecto del enfoque de Marx sobre la cuestión ambiental es muy interesante este artículo de H. Fazio y J.M.Naredo.

(2) Recientemente se ha utilizado el concepto de bioeconomía con otro significado: «conjunto de las actividades económicas que obtienen productos y servicios, generando valor económico, utilizando como elementos fundamentales los recursos biológicos. Su objetivo es la producción y comercialización de alimentos, así como productos forestales, bioproductos y bioenergía, obtenidos mediante transformaciones físicas, químicas, bioquímicas o biológicas de la materia orgánica no destinada al consumo humano o animal y que impliquen procesos respetuosos con el medio, así como el desarrollo de los entornos rurales».

(3) Relacionado con el enfoque y práctica de la economía circular es muy interesante esta nota y esta.

(4) También son importantes premios como este.

Economía cooperativa, Cooperativas integrales y Entidades Comunitarias: diferencias

En esta nota ya hemos tratado de explicar en qué consiste la Economía Cooperativa, en el marco de lo que se considera la economía social y solidaria (1) Cabe destacar que esta surge en la modernidad, y en particular a partir de comienzos del siglo XIX. Previamente, más allá de iniciativas individuales, asociativas y de los estados, había experiencias comunitarias de distinto tipo (2).

Las experiencias comunitarias premodernas -como las citadas en (2)- vuelven a aparecer en la modernidad de distintas maneras: desde las emanadas del campo religioso, pasando por las derivadas de los pueblos originarios y las ecovillas, hasta las denominadas «cooperativas integrales» como es el caso delos «kibutzim» en Israel,  En ellas todos los bienes de las entidades pertenecen, indivisible y definitivamente, a ellas, y donde la vida individual y familiar se confunde en la vida comunitaria; pues el «kibutz», que funciona como una unidad de trabajo agrario, se hace cargo de todos los gastos que originen las necesidades económicas de sus componentes, en cualquiera de sus manifestaciones, incluso en materia de salud, de educación, de recreación y de asistencia en general. Cada persona y cada familia contribuyen a la obra común con lo que pueden y reciben de ella cuanto necesitan.

Según el profesor Laszlo Valko (3), los «kibutzim», más que cooperativas, deben merecer el calificativo de entidades «colectivas» o «co­munitarias«, por lo tanto son diferentes a las cooperativas de la modernidad donde se preserva la individualidad que se articula a lo común bajo distintas modalidades de ayuda mutua y asociativismo democrático sin fines de lucro. Esto último es lo que ha permitido su gran expansión, mientras que las entidades colectivas o comunitarias han quedado relegadas a contextos históricos muy específicos como fue el caso de la fundación del Estado de Israel o, más recientemente, a los asentamientos judíos, o derivados de enfoques religiosos o ecológicos. Acerca de la evolución y la declinación de esta modalidad en Israel se puede ver este video.

Respecto de cuales serían las razones de ¿por qué prosperaron más las cooperativas que las experiencias comunitarias? tal vez se deban a lo expresado por Schopenhauer en la imagen de la entrada. Si bien la misma tiene un «sesgo pesimista» sobre los vínculos cercanos, parece ser muy realista en cuanto a la «distancia conveniente» y los acercamientos puntuales. Todo ello enmarcado en la etapa evolutiva actual respecto del proceso de individuación (hoy diríamos «singularidad») y su articulación con lo común (4). Tenerlo en cuenta nos puede permitir articular más virtuosamente estos dos aspectos de la vida socioeconómica (5).

(1) En este link, a partir del punto II.1 se reproduce  la Introducción y el Capítulo 1 del Libro “La Economía Social en el Norte y en el Sur” de J. Defourny, P. Develtere y B. Fonteneau (como Compiladores), editado en Buenos Aires, por Ediciones Corregidor, en el año 2001.

(2) Entre ellas se pueden destacar las corporaciones y fondos de seguros colectivos del Egipto de los Faraones, las hetairas de los griegos, los colegios de artesanos y las soladitias de los romanos, las experiencias de las primeras comunidades cristianas donde libremente se optaba por poner todo en común y recibir según su necesidad (Hechos 2, 42-46), la comunidad andina (como la incaica), la zadruga eslava, el “artel” en Rusia, entre otros ejemplos.

(3) Valko L. (1961). Estudios Cooperativos. Madrid: Asociación de Estudios Cooperativos.

(4) Lo ha tratado la sociología, a partir del siglo XIX (sin excluir aportes anteriores), a través de pensadores como Max Weber, que trataron de construir «tipos ideales» para tratar de caracterizar o aprehender los rasgos esenciales de ciertos fenómenos sociales. Una aplicación de esto se ha dado con lo que serían las características principales de lo que pueden «representar» el vínculo entre lo individual agrupado «socialmente» y lo personal  agrupado bajo forma o modalidad «comunitaria». De la literatura consultada quien distinguió por primera vez entre “societas” y «communitas” fue Ferdinand Tönnies. Los rasgos principales de estos fenómenos serían los siguientes:

  • Comunidad: Es tener “en común” un pasado, un presente, un futuro, una identidad, intereses, valores, visiones, prácticas, proyectos compartidos… Según Tönnies está caracterizada por homogeneidad, igualdad, ausencias de status, y anonimidad (asociado a lo pre-moderno). Se puede afirmar además que el uso de “comunidad” también refiere a la posibilidad de que un “padre” o una “madre” (reales o simbólicos) sean quienes lideren la misma, o a que los hermanos/as (antiguamente fratrias) se roten en el liderazgo (muchas veces predominando una forma de “mayorazgo”),
  • Sociedad: Es un concepto que aparece en la “modernidad” (a diferencia del comunitarismo) y se expresa a través de la heterogeneidad, inequidad, diferenciación de status, y nominatividad. El liderazgo en lo “moderno” está asociado, aunque no siempre (por ejemplo Hitler), a formas “democráticas”.

Sobre esta temática han opinado también otros pensadores como Talcott Parsons y particularmente Émile Durkheim. Según este autor la diferencia principal entre el enfoque de comunidad y el de sociedad es lo relativo al tipo de vínculo de solidaridad que hay en ellas. «En las sociedades primitivas, la solidaridad surge de la conciencia colectiva y la denomina solidaridad mecánica: la identificación con un grupo social se produce por las condiciones de igualdad, está en boga la idea de comunidad en tanto los individuos tienen «cosas en común», que producen un fuerte compromiso. En cuanto a la división del trabajo, no hay especialización, pero sí ascenso (Durkheim da dos ejemplos de sociedades primitivas en un contexto moderno: la Iglesia y el Ejército, ambas fuertemente verticalistas). En las sociedades modernas, esa conciencia colectiva es más débil y la solidaridad que existe en ellas es orgánica, puesto que surge de las diferencias producidas por la división social del trabajo, que es en general la respuesta que el siglo XIX da a la pregunta sobre el origen de todo hecho social. La solidaridad es, más particularmente, por necesidad en este tipo de sociedades, en las que las pasiones son reemplazadas por los intereses».

(5) Aquí hemos analizado una experiencia.

PD. Para la elaboración de la reflexión sobre las cooperativas integrales y las entidades comunitarias, se ha glosado el texto de Antonio J. Garibaldi, Cooperativas y cooperativismo, Cuadernos de Cultura Cooperativa, Intercoop, Buenos Aires, 2021, y más en general se ha tenido cuenta la bibliografía de Infield H. (1959). Utopía y Experimento : ensayo de una sociología de la cooperación. Buenos Aires: Compañía General Fabril Editor y  Buber M. (1966). Caminos de Utopía. México : Fondo de Cultura Económica, 1966

 

 

 

Casos de cambio exitosos: los Pioneros de Rochdale y el cooperativismo

En esta nota presentamos, lo que entendemos, son casos de cambio exitosos para un mundo mejor, como es el de Los Pioneros de Rochdale (cuya foto se muestra en la imagen de la entrada) y el desarrollo del cooperativismo. Para ello, glosaremos algunos párrafos del primero, sexto y séptimo capítulo de este libro, que nos parecen de suma importancia para entender los orígenes y algunas de los principales obstáculos que tuvieron que sortear.

En el primer capítulo expresa que «a fines del año 1843, la industria textil estaba en su apogeo y proporcionaba una gran actividad en las más importantes manufacturas de Rochdale, condado de Lancashire (Inglaterra). En esa feliz circunstancia, los tejedores -que eran y son (al momento de editar este libro) todavía una clase de trabajadores mal retribuidos- se propusieron conseguir un aumento en sus salarios. Era evidente que si los patrones estaban recibiendo beneficios, el momento no podía ser más oportuno… Sin embargo, con el fin de encaminar el asunto por una vía práctica, una o dos fábricas, con una generosidad que los pioneros recuerdan con gratitud, concedieron a sus obreros un aumento de salarios, pero con la condición de que este aumento quedara anulado si la mayoría de los patrones no lo concedían igualmente.

Después de muchas penurias y dificultades, el aumento de salarios no fue mantenido. Entonces algunos tejedores de Rochdale recordaron las ideas de Robert Owen. Los socialistas de aquella época, no obstante sus concepciones distintas, prestaron un gran servicio al hacer comprender a los obreros que tanto ellos como los patrones son esclavos de la organización comercial e industrial existente, y que si muchos obreros de hoy fueran patrones mañana procederían del mismo modo que los industriales, de quienes se quejan. Es el conjunto de las circunstancias y el ambiente social lo que hay que modificar.

Los tejedores de Rochdale, no habiendo podido conseguir lo que deseaban, y que consideraban justo, decidieron obtener igualmente un mejoramiento. En uno de esos días húmedos, oscuros y tristes -como los de noviembre, cuando los días son cortos y el sol parece vencido por el desaliento y el disgusto, sin ánimo de brillar-, algunos de esos tejedores, sin trabajo, casi sin pan y socialmente aislados por completo, se reunieron para estudiar lo que más convenía hacer. Los fabricantes tienen el capital, los comerciantes tienen las provisiones. Privados de esos dos recursos y carentes casi por completo de todo, ¿qué podían hacer los obreros? ¿Reclamar el beneficio de la ley de amparo a los menesterosos? Eso habría significado la pérdida de su independencia. ¿Emigrar? La emigración les parecía como una condena a destierro por delito de pobreza. ¿Qué podían hacer, entonces?

Después de muchas reflexiones, resolvieron iniciar su propia lucha. Considerándose como comerciantes, industriales y capitalistas a quienes faltaba experiencia, saber y dinero, se propusieron crearse medios de acción y conseguir, mediante la ayuda mutua, todo lo que les faltaba. Se hizo circular una lista para recaudar fondos. The Stock Exchange (la Bolsa) no habría tenido mucha confianza en el resultado. Doce de estos capitalistas liliputienses se comprometieron a desembolsar una cuota de dos peniques por semana, cantidad que esos «Rothschild» en ciernes no sabían cómo procurarse.

Después de veintidós llamados a los accionistas, la Sociedad no contaba aún con suficientes recursos para comprar una bolsa de harina y, sin embargo, hoy (en 1893, fecha en que apareció la primera edición inglesa de este libro) la Sociedad cuenta con 12.570 miembros y un capital de 296.000 libras esterlinas. Pero en la época a que nos referimos, los socios eran tan pocos y sabían que necesitaban tanto tiempo para realizar sus proyectos que, entre algunos iniciadores, comenzó a cundir cierto desaliento. Por otra parte, como los recursos, aun los más mínimos, son pre- ciosos para quien nada tiene, algunos socios propusieron distribuir entre los suscriptores el pequeño capital reunido. En esas tristes circunstancias, un sábado a la tarde, se inició una discusión. Los miembros del Comité expusieron sus ansiedades y se planteó esta cuestión: «¿Cuáles son los medios más eficaces para mejorar las condiciones del pueblo?

Sería demasiado largo relatar la inextricable discusión que sobrevino. Como en las asambleas más famosas, cada orador creía tener su fórmula infalible para la regeneración del género humano. Los teetotalers («abstemios») sostenían que lo mejor era abstenerse en absoluto de consumir bebidas alcohólicas y destinar el dinero así ahorrado al bien- estar de la propia familia. La proposición no era mala, pero implicaba admitir que en el mundo industrial actual todo se desenvuelve correctamente; que al obrero para enriquecerse le basta con ser sobrio; que el trabajo está suficientemente retribuido y que los patrones no tienen por qué preocuparse mayormente de los intereses de los asalariados. Desgraciadamente, todas estas afirmaciones eran desvirtuadas por los hechos, y la propuesta de los teetotalers fue por lo tanto desechada.

Entonces los cartistas bregaron para interesarse por la política hasta obtener la Carta del Pueblo, única vía de salvación, según ellos. Una vez obtenido el sufragio universal el pueblo haría, él mismo las leyes y eliminaría todo aquello que le fuera perjudicial. Esta propuesta significaba que cualquier otro esfuerzo debía descartarse y que, votándose a discreción, sólo ella podía labrar la felicidad del pueblo. Pero el progreso social no es una invención de la Cámara de los Comunes, y una carta constitucional no puede decretar la abolición de los males de la sociedad ni la felicidad de los seres humanos.

La agitación en favor del sufragio universal era contemplada con simpatía por el Comité y quizá se habría adoptado si algunos de los socialistas presentes no hubiesen hecho resaltar que el día de la redención estaría aún muy lejos si se debía esperar la sanción de la Carta del Pueblo. En consecuencia, propusieron que los tejedores se unieran en una acción común y emplearan los medios a su alcance para mejorar sus condiciones de vida sin dejar de ser cartistas y teetotalers. Este último criterio predominó. James Daly, Charles Howarth, James Smithies, John Hill y John Bent parecen haber sido los principales abogados defensores del cooperativismo en esa discusión. Se realizaron secretamente otras reuniones y se elaboraron planes para abrir un almacén cooperativo de consumo.

Nuestros tejedores, cuyo número alcanzaba a veintiocho, cifra que llegó a ser famosa en la historia de la Sociedad de Rochdale, establecieron las bases de la entidad. Una de las primeras pautas que resolvieron adoptar fue que todas las operaciones se realizarían de acuerdo a lo que denominaban: «El principio del dinero al contado»….Era el resultado de su educación socialista que les hacía considerar el crédito como un mal social, como uno de los malos frutos de la competencia de intereses. Consideraban que la su presión del crédito tendría como consecuencia que las transacciones comerciales fueran más sencillas y más honestas. Por lo tanto, se declararon unánimemente partidarios de la venta contra entrega inmediata del dinero y nunca se apartaron de esta norma de conducta. Lejos de tratar de rehuir responsabilidades, comunistas, teetotalers, cartistas y cooperadores dieron constitución legal a su sociedad. La entidad fue registrada el 24 de octubre de 1844 bajo el título: “Rochdale Society of Equitables Pioneers» (Sociedad de los Equitativos Pioneros de Rochdale)».

Por último destacaremos algunos párrafos del capítulo VI, denominado «Vanos esfuerzos del espíritu sectario». «En 1850, uno de los antiguos enemigos de la paz social -el espíritu sectario- hizo su aparición entre los cooperadores y comenzó a ejercer sobre ellos su influencia disolvente. El crecimiento rápido del número de asociados había traído a la Sociedad cierto número de partidarios de las ideas evangélicas. Esos nuevos miembros demostraron no haber sido educados en la escuela de la tolerancia práctica. La idea de dejar a sus compañeros la libertad que ellos mismos disfrutaban les era completamente extraña. No tardaron en proponer el cierre de la sala de reuniones los domingos y prohibir toda polémica o controversia religiosa. Los audaces y liberales cooperadores a cuyo buen sentido y abnegación se debía la creación y desarrollo de la Sociedad eran contrarios a la adopción de esas restricciones.

Estimaban la libertad moral más que cualquier ventaja de orden personal y veían con terror la introducción en la Sociedad de una fatal causa de discordia que ha destruido tantas buenas instituciones y ha dificultado, a menudo, las más bellas perspectivas de perfeccionamiento mutual».  Finalmente en una asamblea se resolvió esto: «Cada asociado tiene plena libertad de expresar, en las reuniones, sus sentimientos sobre cualquier asunto, siempre que lo haga en tiempo oportuno y en forma conveniente. Todos los temas son legítimos cuando se exponen convenientemente.

En el capítulo VII (sobre «la oposición») se señala que «el milagro realizado por los cooperadores de Rochdale consiste en que a pesar de diferir en sus convicciones han tenido el buen sentido de no disgregarse. Disensiones y hasta odios se elevaron, pero, no obstante, siempre permanecieron fieles al vínculo social. En las clases obreras como en cualquier otra clase social se encuentran seres extraños que parecen haber nacido bajo una mala estrella. Llevan consigo la hostilidad, la desconfianza, la discordia. Quizá no lo deseen, pero no pueden evitarlo. Tienen un acento duro, parecería que su voz no estuviera hecha para emitir ningún sonido melodioso. Jamás testimonian cordialidad ni satis facción. Las líneas de sus rostros denotan la divergencia de sus opiniones; sus labios parecen siempre listos para pronunciar una censura y sus cejas fruncidas reclaman incesantemente procedimientos distintos a los que presencian.

Estos seres son como una especie de erizos sociales cuyas púas están continuamente prontas a herir al adversario. Las funciones de la vida les aparecen invertidas, pues ven las cosas al revés. El camino más recto lo suelen ver llenos de curvas. Saben que toda palabra tiene dos sentidos y siempre toman el significado que no se ha querido darle. No ignoran que un documento no puede consignar todos los detalles, entonces buscan precisamente esos detalles que no se ha considerado oportuno mencionar y fingen ignorar el fondo del asunto. Si ingresan en una sociedad, aparentemente lo hacen para aportar su concurso, pero en realidad no hacen más que criticar sin tratar de mejorar lo que encuentran malo. En vez de ver lo que hay de bueno en la sociedad, para utilizarlo en la defensa mutual, buscan los puntos débiles para exponerlos al enemigo común.

Sus divergencias con los otros socios es causa de continuos desagrados, de manera que su presencia en la Sociedad constituye una verdadera calamidad pública. Se tiene la impresión de hallar más tranquilidad y más paz entre enemigos declarados que entre semejantes aliados. Hombres de ese temperamento no cesan de predecir la ruina de la empresa y hacen todo lo posible a fin de que sus profecías se cumplan. En este caso, no dejan de recordar su clarividencia y pretenden que hay que testimoniarles admiración y agradecimiento por la ayuda que han prodigado.

Para ellos, la cooperación no es otra cosa que la irritación organizada. En vez de guiar a los ciegos, de sostener a los inválidos, de socorrer a los débiles, de estimular a los tímidos, de reconfortar a los desesperados, se pasan los días en pisar los pies de los gotosos, en arrojar, escaleras abajo, a los inválidos, en espantar a los timoratos diciendo que todo está perdido. Un cierto número de esos falsos apóstoles puede hallarse en la ma- yoría de las sociedades; son pocos, pero indestructibles. Son los asaltantes en el gran camino del progreso, alarman a los viajeros, los detienen y los despojan de sus esperanzas. Son los traidores de la democracia. Sólo hombres cuerdos y fuertes pueden vencerlos o evitarlos.

Los cooperadores de Rochdale comprendieron muy bien a esta clase de individuos, hallaron algunos en sus filas, los soportaron, trabajaron con ellos, sin preocuparse de sus discursos, considerándolos como accidentes de ruta, dirigiéndoles, hasta en ciertas ocasiones, una palabra cordial, pero sin detener por ellos su marcha progresiva».

Este «pequeño cambio» que comenzó a fines de 1843, a comienzos del siglo XXI hay aproximadamente tres millones de cooperativas (en distintos sectores donde está presente la economía cooperativa) con 1.200 millones de asociados. La organización que las nuclea (la Alianza Cooperativa Internacional) está presente en 109 países. Es la mayor red de empresas del mundo, una red global que ha sido democráticamente construida desde las organizaciones de cada territorio. Más allá de las dificultades, limitaciones y problemas que tiene toda experiencia humana, es una demostración palpable de cómo las «semillas de cambio plantadas» con esfuerzo, que articulan ventajas concretas en lo económico, con democracia y valores solidarios, son posibles y necesarios para un mundo mejor.

PD: Una excelente síntesis de esta historia se puede ver, desde el minuto 30 en adelante, en este video con la exposición del Dr. Dante Cracogna. Con respecto a los antecedentes en los que se basaron los Pioneros de Rochdale, según J. Rodriguez Tarditti, hay que destacar que en el caso del retorno existen antecedentes que certifican que ya en 1827 se los aplicó en los molinos de Meltham. En cuanto a la democracia, era un principio aplicado por los rochdaleanos tomándolo de «The Rational Sick Burial Society«, de Manchester. En lo referente a la remuneración del capital, lo había propuesto anteriormente Owen. Cabe destacar que hubo un antecedente en Francia nueve años antes. Sobre el contexto histórico y del lugar donde nacieron los Pioneros de Rochdale se puede ver la serie de seis capítulos de Netflix titulada en español como «Un Juego de Caballeros»  y en inglés «The English Game».

Trabajo colaborativo, trabajo cooperativo….

Hemos tratado de definir el concepto de trabajo, lo que es trabajo individual o independiente para terceros, lo que es el trabajo individual para el autoconsumo y el concepto de prosumidores, en grupo….pero ahora quisiéramos profundizar un poco más en la temática del trabajo colaborativo y el trabajo cooperativo, y sus eventuales similitudes y diferencias según distintos enfoques (1).

Primero deberíamos aclarar que el hecho de estar o “coincidir” en un espacio juntos, no implica ninguna de las dos cosas que expresa el título. El ejemplo más claro es el tipo de trabajo en serie que se hace en una fábrica (por ejemplo bajo el esquema taylorista o cómo se muestra en la película “Tiempos Modernos”). De todos modos sobre esto último habría que hacer una diferencia importante cuando lo anterior implicó constituir “círculos de calidad” donde quienes participan de la cadena productiva analizan juntos los yerros así como las mejoras a realizar. Ello conlleva “trabajar en equipo” para la mejora continua.

En cuanto al trabajo cooperativo un enfoque pretendidamente institucionalista diría que si el mismo se hace en una cooperativa, ya está consumado. Un eminente sociólogo de la cooperación, como Henrik F. Infield, ha demostrado a través de un test de potencial cooperativo (2) que -lamentablemente- una cosa no lleva necesariamente a la otra, y es mucho más compleja. Ello requiere de actitudes personales, grupales, del aprendizaje y de la construcción de una cultura de la cooperación que se debe concretar en la práctica, más allá de la formulación jurídica de la organización.

En cuanto al trabajo colaborativo, en esta fuente se menciona que «el término fue acuñado por Yochai Benkler, catedrático de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard. Está basado en los principios filosóficos del bien común y del altruismo y en unos cuantos principios operativos, con enfoque por resultados, que guían al proyecto, y que comparten quienes toman parte en él, generalmente voluntarios, que son expertos o al menos conocedores de la información que ponen de manera abierta, es decir a disposición de quien la quiera. Yochai Benkler describe al trabajo colaborativo como «el sistema de producción, distribución y consumo de bienes de información que se caracteriza por acciones individuales descentralizadas, ejecutadas a través de medios ampliamente distribuidos y ajenos al mercado y a sus estrategias». 

En esta otra se dice que «el trabajo colaborativo, como sostienen Johnson y Johnson (1999) y Pujolás (2002) tiene una larga data. Ya Commenuis en el siglo XVI creía firmemente en esta estrategia y en el siglo XVIII, Joseph Lancaster y Andrew Bell utilizaron los grupos de aprendizaje colaborativo que más tarde exportaron a Estados Unidos. En este país Francis Parker se encargó de difundir esta estrategia y John Dewey introdujo el aprendizaje cooperativo como un elemento esencial de su modelo de instrucción democrática. Sin embargo, hacia fines de los años treinta, la escuela pública empezó a enfatizar el uso de la competencia interpersonal. A mediados de los años sesenta los hermanos Roger y David Johnson empezaron a formar docentes en el uso del aprendizaje colaborativo en la Universidad de Minnesota. La fundamentación teórica del aprendizaje colaborativo se fundamenta en cuatro perspectivas teóricas, la de Vygotzki, la de la ciencia cognitiva, la teoría social del aprendizaje y la de Piaget. Como sostiene Felder R, y Brent R (2007), Vygotzky y Piaget promovieron un tipo de enseñanza activa y comprometida, al plantear que las funciones psicológicas que caracterizan al ser humano, y por lo tanto, el desarrollo del pensamiento, surgen o son más estimuladas en un contexto de interacción y cooperación social. Según Johnson y Johnson (1999), la más influyente teorización sobre el aprendizaje cooperativo se centró en la interdependencia social. Esta teoría postula que la forma en que ésta se estructura determina la manera en que los individuos interactúan, lo cual, a su vez, determina los resultados. La interdependencia positiva (cooperación) da como resultado la interacción promotora, en la que las personas estimulan y facilitan los esfuerzos del otro por aprender. La interdependencia negativa (competencia) suele dar como resultado la interacción de oposición, en las que las personas desalientan y obstruyen los esfuerzos del otro. La interacción promotora lleva a un aumento en los esfuerzos por el logro, relaciones interpersonales positivas y salud psicológica. La interacción de oposición y la no interacción llevan a una disminución de los esfuerzos para alcanzar el logro, relaciones interpersonales negativas y desajustes psicológicos. Según Zañartu (2003) el aprendizaje colaborativo está centrado básicamente en el diálogo, la negociación, en la palabra, en el aprender por explicación. Comparte el punto de vista de Vygotszy sobre el hecho de que aprender es por naturaleza un fenómeno social, en el cual la adquisición del nuevo conocimiento es el resultadode la interacción de las personas que participan en un diálogo. El aprender es un proceso dialéctico y dialógico en el que un individuo contrasta su punto de vista personal con el otro hasta llegar a un acuerdo. Este diálogo no está ajeno a la reflexión íntima y personal con uno mismo. El aprendizaje colaborativo aumenta la seguridad en sí mismo, incentiva el desarrollo de pensamiento crítico, fortalece el sentimiento de solidaridad y respeto mutuo, a la vez que disminuye los sentimientos de aislamiento (Johnson y Johnson, 1999)… Zañartu (2003) hace una distinción entre aprendizaje cooperativo y aprendizaje colaborativo, a diferencia del resto de los autores que tienden a homologar ambos términos. Según la autora, citando a Dillenbourg (1996) y a Gros, (2000), el aprendizaje cooperativo requiere de una división de tareas entre los componentes del grupo. Citando a Brufee (1995), la autora sostiene que el enfoque colaborativo es el que requiere de una preparación más avanzada para trabajar con grupos de estudiantes. El aprendizaje colaborativo cambia la responsabilidad del aprendizaje del profesor como experto, al estudiante, y asume que el profesor es también un aprendiz. Citando nuevamente a Bruffee (1995), considera los dos enfoques como si fueran lineales, y sostiene que el aprendizaje colaborativo está diseñado para entrar justo cuando el cooperativo sale o termina. Esta transición puede verse como un continuo que se desplaza desde un sistema muy controlado y centrado en el profesor a un sistema centrado en el estudiante, donde el profesor y los estudiantes comparten la autoridad y el control del aprendizaje».

Tal vez el más impresionante ejemplo de trabajo colaborativo y cooperativo es el que nos proporcionan las hormigas (ver imagen de la entrada) y las abejas, por citar sólo dos ejemplos que se pueden extender a los delfines y a otros animales. Son enfoques y prácticas que, en tanto se apliquen con un sentido del bien y la vida, sin duda nos llevan a un mundo mejor.

(1) Se agradece a Graciela Messina los documentos sobre la  temática educativa y a Mirta Vuotto por el texto de Infield y la referencia al test del “potencial cooperativo”.

(2) Ver libro «Cuadernos de la Cooperación No. 30, Sociología de la Cooperación, Henrik F. Infield, Buenos Aires, Interccoop, 2021, en particular del Capítulo 3 en adelante.

 

Economía Popular y Trabajo

Entre las distintas economías, sin duda está una «economía de baja densidad de capital«, generalmente informal, y relacionada con los denominados sectores populares. Es la comunmente denominada «economía popular». El Papa Francisco se ha referido a este tema. Luis Razetto, y José Luis Coraggio, han dado también precisiones sobre este concepto. Este último autor las define bajo las formas de “unidades domésticas, emprendimientos mercantiles familiares rurales y urbanos, “sector informal”, autoconsumo, trabajo asalariado” (además de otras referencias que se pueden mencionar), en general asociadas -como se ha expresado antes- a una economía de baja densidad de capital (que no es tenida muy en cuenta en los programas económicos). También hay iniciativas que toman la forma de economía social -como es en el caso argentino de cooperativas de cartoneros en el área metropolitana de Buenos Aires (o los que generan valor agregado en el reciclaje de productos electrónicos como este caso) o los cartoneros u otras ocupaciones que se realizan de manera individual informal. También en el caso argentino la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) ha elaborado documentos y se ha dictado la ley 27345 que crea el «Consejo de la Economía Popular y el Salario Social Complementario» donde forman parte las organizaciones del sector.

La ley que mencionamos fue reglamentada por el Decreto No. 159/2017 y define Economía Popular como «toda actividad creadora y productiva asociada a mejorar los medios de vida de actores de alta vulnerabilidad social, con el objeto de generar y/o comercializar bienes y servicios que sustenten su propio desarrollo o el familiar«. El artículo 7° expresa que «los trabajadores de la economía popular registrados en el REGISTRO NACIONAL DE LA ECONOMÍA POPULAR podrán acceder al Salario Social Complementario, conforme a los criterios de elegibilidad y clasificación propuestos por el CONSEJO DE LA ECONOMÍA POPULAR Y EL SALARIO SOCIAL COMPLEMENTARIO, con sujeción a la disponibilidad de partidas presupuestarias asignadas a tales fines y promoviendo los derechos contemplados en el artículo 2° de la Ley N° 27.345«.

A su vez el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, por Resolución 201-E/2017, crea el Programa de Transición al Salario Social Complementario y sus destinatarios son «aquellas trabajadoras y aquellos trabajadores que finalicen, o finalizaran luego de la entrada en vigor de Ley N° 27.345, su participación en algunas de las líneas de asistencia económica individual del PROGRAMA TRABAJO AUTOGESTIONADO, en el PROGRAMA CONSTRUIR EMPLEO o en acciones especiales de empleo implementadas por el MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL orientadas a sectores de la economía popular«. En el Art. 3° se estipula que «las trabajadoras y los trabajadores destinatarios del PROGRAMA DE TRANSICIÓN AL SALARIO SOCIAL COMPLEMENTARIO percibirán en forma directa y personalizada una ayuda económica no remunerativa mensual de PESOS CUATRO MIL ($ 4.000), para su disponibilidad a través de una tarjeta magnética. Esta prestación dineraria tendrá por objetivo solventar, apoyar y promover los esfuerzos individuales y colectivos de los sectores sociales más postergados, dirigidos a concretar su fuerza laboral en un trabajo formal y de calidad«.

En el Art. 4°, de la Resolución, expresa que «el cobro de la ayuda económica del PROGRAMA DE TRANSICIÓN AL SALARIO SOCIAL COMPLEMENTARIO será incompatible con la percepción de: 1). una remuneración proveniente de un contrato laboral bajo relación de dependencia; 2) prestaciones contributivas por desempleo; 3) prestaciones previsionales; y 4) ayudas económicas provenientes de programas de empleo«.

Relacionado con esta temática a fines de febrero de 2024 el nuevo gobierno dictó el Decreto 198/2024 donde se elimina el programa Potenciar Trabajo y a sus beneficiarios se los canaliza en dos nuevos programas: «Volver al Trabajo» y «Acompañamiento Social». Habrá que analizar cómo se da esta transición y las características de la misma en cuanto a su efectividad, reconociendo que el anterior programa no cumplió -en general- con el objetivo de crear trabajo genuino.

La orientación de los trabajos de la economía popular pueden ser para sí mismos (por ejemplo de ayuda mutua entre familias o vecinos para autoconstrucción, reparación de sus viviendas, comedores para niños/as, posibilidad de ser prosumidores de la agricultura urbana, etc.) o para terceros. En este caso la modalidad puede estar vinculada a trabajos independientes informales, cooperativas (como las de los cartoneros), monotributistas sociales, monotributistas (de escala más baja de ingresos), etc. A veces se presenta la dificultad de formalización y referencias morales y técnicas (de quienes se postulan en la oferta de servicios) para que se efective el contacto entre trabajadores de la economía popular y sectores medios de otras zonas que necesitan de estos servicios. Al respecto pueden ser útiles plataformas virtuales orientadas a servicios de mantenimiento y construcción (como esta) o para tareas de servicio doméstico (como esta). Para ello es importante contar con el apoyo de referentes económicos, sociales o culturales, así como de ongs y del estado, que den testimonio o constancia de aval para sortear esta dificultad. Esto forma parte del necesario «capital social» que sectores medios o altos deberían aportar para que se pueda salir de la marginalidad. Algunos ejemplos concretos de articulación con sectores populares -en general vinculados a la inserción laboral- son los de la Fundación Pescar o el Programa Empujar que pueden ser de referencia para experiencias similares (con apoyo de parroquias, comunidades evangélicas, etc.) en ayudar a impulsar emprendimientos autónomos, de microempresas o cooperativas de servicios. Del mismo modo puede darse una articulación con las prácticas de extensión o solidarias (1) de las Facultades de Arquitectura o de Ingeniería, así como de Económicas (en cuanto a gestión) de distintas Universidades, o de la UTN, para tareas de capacitación y supervisión inicial de las tareas que realizan.

También hay iniciativas de grupos empresarios y movimientos sociales de articulación virtuosa con este sector. En esta nota, el empresario Gustavo Grobocopatel señala que «…. desde hace muchos años yo tengo un compromiso con la economía popular a través de un colectivo que se llama Argentina Armónica, donde un grupo de empresarios, movimientos sociales y políticos tratamos de pensar cómo resolver los problemas de la economía popular”. Algo ampliatorio se puede ver en este artículo.

En lo que se refiere a los sectores y tipos de trabajos (además de los ya citados más arriba), a continuación damos un listado tentativo y su posible articulación con otros actores:

  • Mantenimiento de Infraestructura Local: puede ser aplicado a plazas y parques (instalación de juegos y para ejercicio físico), bordes de las vías del ferrocarril, veredas, colegios, centros de salud y hospitales, colocación de redes de luminarias, agua, limpieza de tanques de agua, de fachadas, cloacas, gas y cables de tv e internet, señaléctica en paradas de colectivos, trenes y lugares públicos o históricos, limpieza de arroyos y drenajes, podas. Estos trabajos deben ser articulados con el estado nacional (por ejemplo ferrocarriles), provincial y en particular municipal
  • Construcción y autoconstrucción: está asociado a las siguientes profesiones como albañiles, plomeros, gasistas, electricistas, carpinteros, pintores, herreros, cerrajeros, vidrieros, instaladores de policarbonatos y acrílicos. Puede estar articulado con la Fundación de la UOCRA, ongs y plataformas virtuales.
  • Economía del cuidado, fundamentalmente liderada por mujeres que cumplen tareas en sus hogares y para terceras personas como empleadas domésticas, damas de compañía, auxiliares en cuidado de personas ancianas, con discapacidad y menores. Una experiencia muy interesante, expresada bajo la modalidad de economía social, es esta,
  • Forestación: plantas en general, plantas frutales y recolectores de paltas y otros frutos. Puede estar articulado con el municipio y viveros estatales, privados, facultades de AgronomÍa y el INTA.
  • Huertas urbanas en tierra y en acuacultura (ídem anterior en cuanto a posibles articulaciones), y más en general como esto.
  • Verduleros
  • Recicladores de cartón y papel, plásticos, vidrio, metales, circuitos eléctricos, neumáticos, construcción, orgánicos para compost y biogas, otros.
  • Animación deportiva y artística: en clubes, parroquias, potreros
  • Trovadores urbanos para actuar en medios de transporte, estaciones de trenes y subtes, plazas y parques.
  • Grafiteros/pintores artísticos para fachadas de edificios públicos, medianeras que dan al ferrocarril, vía pública en general o plazas, y en el caso de privados en acuerdo con sus propietarios.
  • Reparación de ropa, corte y confección, talleristas
  • Gastronomía: cocina, panadería y pastelería, en negocios estables o en ventas ocasionales (ambulantes, a domicilio, ferias populares, etc.)
  • Redes: empalmadores de fibra óptica
  • Instaladores de calefones solares y paneles solares
  • Jardineros
  • Floristas
  • Diarieros y puestos de venta de libros y revistas (usadas o nuevas)
  • Para control de plagas
  • Paseadores y cuidadores de perros
  • Peluqueros/as
  • Lustrabotas,
  • Cosmetólogas y manicuras
  • Delivery
  • Logística de mercadería
  • Vendedor ambulante o en lugares proporcionados por las autoridades locales
  • Remiseros/as,
  • Economía del conocimiento (replicando experiencias como esta), testadores de programas y programadores
  • Diseño de blogs y páginas web
  • Reparación de bicicletas
  • Reparación de motos,
  • Reparación de motores de bombas de agua, lavarropas y cortadoras de césped
  • Reparación de ropa, corte y confección, venta de ropa reciclada
  • Reparación de zapatos y zapatillas,

entre los principales (2).

En cuanto a la posibilidad de que los trabajadores de la economía popular se incorporen en Argentina a trabajos formales en relación de dependencia entendemos que depende de una macroeconomía ordenada (y de variables com el tipo de cambio y la tasa de interés), de la calidad y cobertura del sistema educativo y de formación profesiones, así como de otras cuestiones generales y condiciones regionales. Respecto de estas últimas será mucho más difícil en el conturbano bonaerense que donde se desarrollan emprendimientos como Vaca Muerta en la provincia de Neuquén o el litio en el NOA. Referido al tipo de cambio, si suponemos que el mismo tendrá que ser «relativamente alto» (aunque con posibles vaivenes) en los próximos años, habrá que hacer un análisis minucioso de las industrias o sectores (como el software y el turismo, las industrias culturales, la gastronomía) que se pueden desarrollar y cuales no. Los primeros definirán el perfil productivo de una Argentina «posible» en cuanto a la generación de valor agregado sostenible. En cuanto a la tasa de interés no es sostenible la que rige hasta mediados de 2019 dado que imposibilita cualquier inversión o financiamiento razonable. Un tema no menor es -lamentablemente- el rol de algunas organizaciones sociales que se quedan con una parte o porcentaje de los programas que el estado le asigna a los trabajadores de esta economía popular.

(1) respecto de las prácticas solidarias de estudiantes universitarios, la Universidad de Buenos Aires, estableció en el 2011, que para los nuevos estudiantes -que comenzaran a partir de 2013 y antes de finalizar su carrera- debían realizar prácticas solidarias. A ese año la UBA tenía 308.748 estudiantes de grado. Suponiendo que en la actualidad tenga una cifra similar (aunque probablemente sea superior), podría ser un aporte muy importante -con la supervisión de docentes- en la capacitación y evaluación de trabajos -por ejemplo- en la rama de construcción (Facultades de Arquitectura y de Ingeniería) en la región metropolitana de Buenos Aires. Podría comenzar con el mejoramiento de las viviendas de los barrios populares con la ayuda de empresas, Municipios y/o Ministerio de Desarrollo Social (provincial y nacional) que aporten insumos y herramientas para dichas tareas. Luego de dicha experiencia podrían encarar trabajos para terceros y allí la Facultad de Ciencias Económicas podría colaborar en el armado de microemprendimientos. Estos antecedentes les podrían posibilitar ofrecer sus servicios en plataformas virtuales.

(2) En esta nota de la revista La Nación se plantea el retorno de oficios como herreros, carpinteros, restauradores de muebles, etc. no sólo para la economía popular sino también para la economía formal

PD: Sobre esta temática se puede ver lo desarrollado por el PEPTIS (en el marco de la UMET), donde se presentó el Cuadernillo 1 y el Cuadernillo 2, y el audio se puede escuchar en este link. También es interesante esta nota de Roberto Sansón Mizrahi (en Opinión Sur) y  esta mesa redonda. En cuanto a programas del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación esta temática está relacionada, como ya se ha expresado más arriba, con Potenciar Trabajo y Emprendedores y Cooperativas Sociales, que fue sustituido por dos nuevos programas.

Trabajo y Pobreza Estructural

Un tema muy importante, a nivel mundial es el de la pobreza, y en particular sus características «duras» o estructurales. Esto ha sido reconocido en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, en función de que hay 836 millones de personas que la sufren en el mundo y una de cada cinco -en las regiones en desarrollo- vive con menos de 1,25 dólares diarios.

En la Argentina esto ha venido siendo medido por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA). Según notas periodísticas la seguridad alimentaria, cobertura de salud, servicios básicos como conexión a la red de agua corriente, vivienda digna, recursos educativos, afiliación al sistema de seguridad social, y acceso a las comunicaciones y a la información, son las siete dimensiones e indicadores de los derechos sociales para conocer cuál es la pobreza estructural profunda en la Argentina.

Dentro de este marco general podemos afirmar que hay una gran heterogeneidad de situaciones para afrontar la pobreza multidimensional. Por ejemplo hay personas que no tienen agua corriente pero no están afectados por la seguridad alimentaria. Otras personas pueden tener una u otra de estas características o las dos, pero sus hijos acceden a recursos educativos. Y así podríamos seguir con otros ejemplos donde, en muchos casos, tienen las siete características juntas.

Si vamos al extremo de la indigencia y tomamos el caso de las personas en situación de calle (por ejemplo en la Ciudad de Buenos Aires) hay también una gran diversidad, desde menos de tres meses, entre tres y seis meses, más… En otros países como Chile se han desagregado distintas características de estas personas para el año 2015. De ello se deriva que pueden haber medidas generales, como proporcionarles una renta básica o un lugar de vivienda temporaria, hasta poder ayudarlos de manera personalizada -según sus características singulares– para ofrecerles salir de la situación de calle. También se puede articular con colaboraciones de la sociedad civil a través de donaciones u otras modalidades. Dentro de esta variedad de situaciones habrá personas que puedan acceder a la economía popular (al respecto ver el listado de posibles trabajos), otras podrán articular trabajos como cosecheros pero habrá que solucionar situaciones como las descriptas en esta nota (resolver la incompatibilidad con planes sociales) o una capacitación en algún oficio, mientras que otras tendrán que ser asistidas en forma permanente en alimentos, salud y una vivienda, y tratar de que las nuevas generaciones tengan una educación de calidad.

En el caso argentino, en caso de que el tipo de cambio -en promedio- sea relativamente alto, ello puede tener un efecto positivo para proteger industrias como la textil, la metalmecánica y otras similares de la economía regional del conurbano bonaerense y similares. En la medida en que el consumo se vaya reponiendo podrá ser abastecido más por producción nacional que por importaciones. Esto puede generar trabajo en los sectores pobres que tengan la calificación adecuada para estas industrias. El efecto negativo es que los alimentos (o bienes salarios) serán -en términos relativos- más alto. Habrá que explorar modalidades de economías de escala y achicamiento de la cadena de intermediación para producir y distribuir alimentos de menor costo para la población pobre (hasta ahora sólo se pudo implementar lo de las ferias para productos frescos, pero no para el resto de los alimentos). Esto podría ir acompañado por la propuesta planteada en esta nota por Juan Llach, así como por Bernardo Kosakoff en este reportaje (donde comenta la experiencia norteamericana) y Agustín Salvia en este video (del minuto 10,27 en adelante).

Es muy interesante una experiencia concreta de eliminación de la pobreza, donde se articulan localmente distintas dimensiones -con donaciones de ongs del exterior y canalizadas una ong (Akamasoa)- y se desarrolla la agricultura para proveer alimentación y generación de un cierto excedente. Es un caso en Madagascar, donde el sacerdote argentino Pedro Opeka viene ejerciendo un liderazgo que promueve la activa participación de la población, sin caer en ningún tipo de paternalismo. Es quien sale fotografiado con la imagen de la entrada de esta nota, con viviendas nuevas construidas por (trabajo realizado por esa poblacióny para personas que han salido de la pobreza extrema en ese lugar. Hay un canal de televisión que ha documentado esta historia (donde se muestra el trabajo rural que les permite subsistir), que nos da un ejemplo de esperanza concreta de cómo abordar exitosamente esta cuestión (no contó con la ayuda del Estado, lo que hace aún más meritorio el esfuerzo).

Volviendo al caso argentino se requiere de una sociedad sensible que impulse decididamente una acción eficaz coordinada del estado (en sus distintas expresiones), con organizaciones de la sociedad civil (personas que donen tiempo, especies y dinero) y de empresas socialmente responsables (desde el pago de impuestos y una comercialización -minimamente- no abusiva de sus productos hasta involucrarse en forma más directa con distintos tipos de ayuda), dando participación y dignidad (por ejemplo trabajo en la resolución de su situación) a las personas en situación de pobreza donde hoy viven y analizando posibilidades de desarrollo de agricultura urbana (por ejemplo con acuacultura o más en general huertas urbanas). Sin embargo una cuestión a explorar es la posibilidad de generar proyectos de formas de trabajo rural (como el caso de Madagascar) en economías regionales que busquen recuperar tierras semidesérticas (con nuevas técnicas de irrigación y de cultivos), de zonas inundadas o en forma de terrazas en las montañas como hizo la cultura incaica (también en países de Europa donde escasea la tierra en valles), u organizadas en ecovillas (con el debido acompañamiento). Allí se podrían establecer colonias de personas (que hoy viven en urbes hacinadas y que, muchas de ellas provienen del interior del país), con el acompañamiento de ongs, universidades y distintos niveles o competencias del Estado a fin de que tengan todos los estímulos necesarios para desarrollar exitosamente una vida digna.

Como planteo general para el caso argentino es interesante la reflexión de Agustín Salvia (Director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA) que hace en este video donde dice que «a este capitalismo le sobra un cuarto de la población argentina» y en los minutos 22 a 25,40 hace una propuesta concreta vinculada con una posible formalización de esta población de las actividades actuales y futuras que pueda desarrollar en los lugares donde vive (hay apps que pueden facilitar algunas de estas actividades vinculadas con oficiosempleo doméstico, etc.). Por su parte el economista Ricardo Arriazu, en una entrevista publicada en el diario Clarín el 5/11/2017, sostiene que para reducir la pobreza en Argentina al 10%, la economía tendría «que duplicar la tasa de crecimiento de los últimos 60 años». También será fundamental todo lo que se pueda hacer para sostener la economía popular (ver listado posible de actividades al final de esa nota) y que «el sacrificio tenga sentido» en un proceso evolutivo de desarrollo inclusivo. También son relevantes las experiencias micro como las que se muestran en sitios como «hambre de futuro» y que se expresan en «redes invisibles«.

A mediano y largo plazo habrá que hacer seguimiento de la evolución de la inteligencia artificial en la provisión casera de comida, así como de ropavivienda, que puede -a futuro- revolucionar la autosubsistencia humana, al igual que la autogeneración de energía (solar o biodigestores), y el trabajo como prosumidores de la agricultura urbana. Ir haciendo una capacitación gradual para este posible escenario puede ser valioso.

Explorar estas posibilidades y poder desarrollarlas, en el marco de un enfoque sistémico o multidimensional, hará que se hagan efectivos sus derechos, el logro de los ODS de Naciones Unidas y el cierre de una «grieta socioeconómica» que nos permita converger hacia un mundo mejor.

PD: Es interesante la experiencia china en pequeños pueblos que se comenta en esta nota donde se combinan incentivos morales para las familias (con un sistema de puntuación con estrellas) más cooperativas más asignación de presupuesto público para obras vinculadas al bien común. Vinculado con este país también se puede visualizar este portaleste documento.

 

 

El trabajo y las diferentes capacidades

Sabemos que los seres humanos somos iguales por naturaleza y en dignidad. Esto último es resultado del avance civilizatorio y la adopción de declaraciones universales como las de los derechos humanos. También sabemos que todos somos «singulares» y por lo tanto diferentes. Una de las diferencias reside en los talentos o capacidades (ellas pueden ser innatas y también adquiridas).

Entre las diferencias de capacidades encontramos, por ejemplo, en la rapidez o lentitud, para comprender o relacionar conceptos. La educación de hoy permite adaptar contenidos curriculares o recurrir a instituciones que lo encaran (una muy exitosa en la Ciudad de Buenos Aires es, por ejemplo, el Instituto Los Angeles).

A veces, por razones de nacimiento, enfermedad o accidentes, se presentan discapacidades (la imagen de la entrada proporciona cifras recientes para Colombia, por tipo de discapacidad). La Convención Internacional de los Derechos de las Personas con Discapacidad que entró en vigor el 3/5/2008,  define que «las personas con discapacidad incluyen a aquellas que tengan deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones con las demás». El texto aborda la prevención de la discriminación, la accesibilidad, las situaciones de riesgo y humanitarias, el derecho a la educación, a la salud, a la participación y al voto. Los distintos países tienen normas vinculadas con esta Convención. En el caso de Argentina ellas son la leyes 22431, la 24901, la 25504, la 26378, la 19279 y la 24308. Institucionalmente, desde septiembre 2017 hay una Agencia Nacional de Discapacidad, además del Plan Nacional de Discapacidad, así como plataformas sobre la discapacidad y las tic.

También en Argentina en lo que se refiere a emprendimientos existen iniciativas como la empresa social de inclusión Libertate o Discapanch, foros,  la experiencia de ASANA (hogar granja para personas con discapacidad mental), organizaciones religiosas y de sacerdotes, organizaciones no gubernamentales como Soles de Buenos Aires, Fundación Par,  Incluyeme,  Idel, Cilsa,  ALPAD, Senderos del Sembrador, Mutualidad Argentina de Hipoacúsicos,  FANDA,  La Usina – El Cambio en Discapacidad, APEBI, Maria Constanza Orbaiz con la ong Desde Adentro, para personas con síndrome de down, entre otras. Han habido iniciativas como la de «La Bombonera» (cancha de futbol de Boca Juniors) primer estadio neuroprotegido de Sudamérica, un equipo de rugby de chicos con síndrome de down, el seleccionado de futbol para ciegos, son algunas de las iniciativas dentro de otras muchas.

Pasando a nivel internacional, y en cuanto a la aplicación de la inteligencia artificial para personas con discapacidad, podemos citar aquellas que plantean un panorama general, dispositivos para controlar su hogar con la mente, o el que utiliza Stephen Hawking, los usados para personas mayores y/o con algún tipo de discapacidad como Social&Care, turismo y accesibilidad para personas con discapacidad, para el diagnóstico de Alzheimer o Parkinson,  la discapacidad visual Aipoli o con OrCam, o el aporte de la Universidad de Rio Negro (Argentina), para hipoacúsicos Usound, software para personas sordo-ciegas o aplicaciones para aprendizaje inclusivoautismo y síndrome de Asperger, un autobús para personas discapacitadas, el desarrollo de exoesqueletos, descubrimientos vinculados con patologías como la esclerosis o la reparación de tejidos dañados, entre los principales.

Iniciativas institucionales gubernamentales y de la sociedad civil, así como de emprendedores que desarrollan dispositivos y aplicaciones para superar situaciones de discapacidad nos conducen a un mundo mejor.

Se agradece a José M. Diaz Bonilla su aporte sobre la cuestión institucional y a Norma Buslaiman lo relacionado a inteligencia artificial aplicada a discapacidad.

Trabajar en Grupo

Hay trabajos o profesiones más solitarias que otras, pero todas se realizan en un determinado contexto social y organizacional que tiene dimensiones más o menos presenciales o de interacción humana.

Como sabemos las relaciones humanas son complejas, dada nuestras características personales, el contexto en el que nos toca actuar, y si se presentan situaciones o no de rivalidad. A veces los problemas de relación o grupales se resuelven solos, otras veces se quiebran las relaciones y otras se resuelven con el acompañamiento de un profesional.

La imagen de la entrada, corresponde a un espectáculo («Lutherapia«) del exitoso conjunto musical argentino «Les Luthiers» Ellos tuvieron un acompañamiento de un profesional (Fernando Ulloa) durante 17 años que les permitió sortear las dificultades vinculadas con los roles, funciones y tipo de vínculos del grupo. Se considera que esta es una enseñanza y experiencia valiosa a tener en cuenta (2).

El tema de las organizaciones vinculadas con la música es interesante la distinción que hace Ivano Barberini (1) entre una orquesta sinfónica y un conjunto de jazz. Mientras que la primera se basa en una estructura jerárquica (con excepciones como la orquesta Sinfónica de Londres, que funciona de manera cooperativa), el segundo también está «integrado por especialistas que, sin embargo conservan en toda su amplitud la creatividad, la personalidad y la autonomía que les son propias. No hay director de orquesta, pero los músicos se conocen, tan bien entre sí, que pueden tocar con toda la flexibilidad y la armonía necesarias». Para Barberini este es «el ideal» del modelo organizacional cooperativo.

Disciplinas como la sociología de las organizaciones, el análisis organizacional, el análisis institucional, la psicología institucional (en el caso de Argentina véase por ejemplo a Carlos Altshul) y la psicología social (también para Argentina véase, por ejemplo, a Enrique Pichon-Rivière y su teoría de grupo operativo). Estas son algunas de las principales disciplinas que contribuyen al conocimiento y ordenamiento de las instituciones. A ello se puede agregar los especialistas en coaching, recursos humanos y dinámica de grupos, entre otros.  En este marco desearía destacar dos textos de psicología social que hacen referencia específica a los «grupos»:

  • Capítulos 3, 4 y 5 (págs. 61 a 142) del libro «Psicología Social. Un punto de partida» de Lucia Balmaceda de Mascialino, Buenos Aires, 1999.
  • Capítulo 11 (págs. 504 a 555), del libro «Psicología Social» de John Lambert, Ed. Pirámide, Madrid, 1989.

También la psicología social ha analizado la cuestión del «no trabajo», a través de textos como «La desocupación: el sufrimiento humano y social», de Eugenia Manzanelli y Elena Rubins.

En la actualidad hay que agregar a lo señalado todo lo relativo al impacto del cambio científico-tecnológico y en especial las redes sociales, el teletrabajo, la telepresencia, y la vinculación del trabajo humano con la inteligencia artificial, que tratamos en otra entrada. Tener conciencia de estas dimensiones nos pueden ayudar a visualizar con realismo y humildad la complejidad de nuestros vínculos grupales.

(1) «El vuelo del abejorro», Ed. Intercoop, Buenos Aires, 2019, págs. 123/4.

(2) Actividades musicales como tocar el piano pueden considerarse también «grupales» (al respecto ver este video, expresado con humor). Respecto de si «¿es mejor el individuo o el grupo? se puede ver esta interesante nota.

 

Cristianismo, economía y empresa

Para las personas interesadas en esta temática se los invita a leer y debatir esta nota. Esperamos que sea de utilidad en general, y en particular para quienes forman parte de las instituciones educativas católicas y evalúan el impacto de su enseñanza (en un país mayoritoriamente católico como es la Argentina, visto los resultados alcanzados hasta el momento) (1).

Se podrían agregar otros elementos para quienes implementan políticas macro o cumplen funciones de servicio en el Estado, como las siguientes:

entre muchos otros elementos.

(1) Quien redacta esta nota, es católico, siempre tuvo presente esta preocupación desde joven como estudiante de la carrera de Economía y hasta el presente. No está exento de un «mea culpa» por no haber podido formular estos enfoques hace tiempo, sino sólo en los últimos años. No fue fácil discernir sobre la relación entre ciencia y valores, con la economía y el caso argentino, con las distintas formas de institucionalización del capital y de inculturación de la fe en lo económico- social (como lo hace la Doctrina Social de la Iglesia y -de forma aggiornada- la economía del Papa Francisco). En una encuesta se ha detectado que -en promedio- la educación religiosa no tiene ningún impacto positivo ni negativo. O sea, es insípida. Es algo a ir modificando de manera profunda y urgente.