El trabajo como prosumidores de agricultura urbana

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El término «prosumidores» lo hemos desarrollado en esta nota, y hoy en día se utiliza también para los que generan y consumen -a la vez- electricidad. Por otra parte cuando reflexionamos sobre el trabajo indicamos que «en la historia de la evolución humana, el pasaje del “esfuerzo” de ser recolectores y cazadores al Neolítico, con la aparición de la agricultura y la domesticación de los animales, conlleva a un esfuerzo que ya podríamos identificar como una noción más aproximada del comienzo del “trabajo”.

En esta entrada quisiéramos desarrollar brevemente la relevancia de trabajar (1) como prosumidores de agricultura urbana (ver imagen de la entrada), para coadyuvar a la seguridad alimentaria frente a fenómenos como la pobreza, situaciones de crisis y graves emergencias como es el caso de la pandemia del coronavirus (2), el cambio climático y el científico-tecnológico que deja -de manera sostenida o permanente- a personas excluidas del trabajo, entre otras cuestiones relevantes. Se debe aclarar que la agricultura urbana no se desarrolla exclusivamente por estos motivos, sino que también hay otros como generar y controlar que los alimentos sean de mayor inocuidad y calidad (por ejemplo sin pesticidas), en tanto y en cuanto se realicen con procedimientos adecuados a tal fin. Es el caso de Dinamarca, como lo menciona esta nota, donde se señala que este país «trabaja desde hace 25 años para alcanzar estos objetivos. Un ejemplo de ello a nivel local es que el país ha creado proyectos para que los municipios puedan crear huertas en terrenos abandonados» (en esa línea va esta noticia).

Este desarrollo no puede realizarse sólo por el mero esfuerzo individual (3) o grupal (aunque es indispensable) sino que tiene que enfocarse bajo el concepto y práctica de la gobernanza donde el estado, el sector privado y las ongs juegan un rol muy significativo. Para dar sólo algunos ejemplos el estado debe promover normas de arquitectura urbana -por ejemplo en techos o en generación de espacios- como es en Francia y Dinamarca (que venimos de mencionar), o de fábricas con techos verdes (como es el caso de Ford), y valorar el aporte de las granjas urbanas, de la agricultura vertical, así como experiencias de localidades europeas de países como SuizaInglaterra del uso de tecnología como Japón, o proyectos como este. Las ongs, cultos, personas y entidades que puedan donar tiempo, financiamiento o insumos también serán fundamentales. En el caso de Argentina son de destacar iniciativas en desarrollo como en la Ciudad de Buenos Aires (además de la periurbana en el GBA), la interesante experiencia de Mercado Territorial (explicado en este video sobre su desarrollo en la zona sur del conurbano), o en otras ciudades como Rosario, así como el Programa Prohuerta y de hidroponia del INTA, con un rol destacado. Estos últimos pueden aportar mucha más información y conocimiento técnico en esta temática.

Seguramente coincidiremos que «lo ideal» sería que los distintos países y a nivel global convergieran hacia modalidades de economía de bienestar viables y sustentables medioambientalmente, donde la agricultura urbana sea sólo una parte de sus componentes. Pero -entre tanto- debería reflexionarse, proceder en consecuencia y con urgencia sobre esta posibilidad para generar un mayor y mejor piso de subsistencia de quienes están (o pueden estar en el futuro) en riesgo y sin «plan b» a la vista. Ello nos puede conducir a ir convergiendo hacia un mundo mejor.

(1) El trabajo supone una compensación o retribución (en general dineraria) pero en este caso la compensación sería obtener un alimento producido por el esfuerzo de una persona o grupo de personas de manera asociativa, solidaria o bajo formas de voluntariado (tal vez, en algún caso, pueda ser «terciarizado» o solicitar colaboración externa en alguna/s tarea/s o aportes de insumos). También podría considerarse, en algunos casos, como un hobby o actividad recreativa para personas mayores, en la perspectiva de envejecimiento activo -o con este tipo de programas (hoy no funcionando)- incorporando de manera sistemática, voluntaria y -tal vez- rotativa este componente, articuladas de manera educativa para menores. Este sería el caso, por ejemplo en Ciudad de Buenos Aires, con escuelas que «salgan o hagan extensión hacia la comunidad» tutoreadas por sus docentes. En estos casos «la compensación» al esfuerzo de las personas mayores (en tanto no sea una carga agobiante o que genere estrés) podría ser sentirse útiles y felices al salir de la soledad -si fuera el caso- y estar con niños o jóvenes en una tarea educativa, por lo tanto con un sentido de futuro. También podría aplicarse en jóvenes con situación de fragilidad o desventaja como es esta experiencia o usar esta aplicación.

(2) El abastecimiento local de alimentos juega un rol fundamental en estos casos, y sería importante implementarlo tanto como reaseguro por si este fenómeno se repitiera cíclicamente, así como para fortalecer el trabajo local guardando el protocolo del distanciamiento social en su producción, hasta tanto sea superada la pandemia.

(3) Aunque en esta nota del diario Clarín se la valoriza de manera destacada y en esta del diario La Nación plantea como la IA puede ser muy útil en emprendimientos individuales, como es el caso de SmartCultiva, un desarrollo de dos argentinos que exportan sus productos a todo el mundo. Se trata de una «bandeja inteligente» indoor con sensores que permiten tener hasta seis cultivos hidropónicos distintos. «Desarrollamos distintos sensores que te permiten controlar la huerta desde una app en el celular. Miden temperatura, nivel de humedad… y cuando algo está mal salta una alarma al teléfono», explica Martín Bueno, uno de los desarrolladores. La bandeja también cuenta con luz led que se configura desde la app y permite generar distintos los niveles de intensidad». Más adelante expresa «La bandeja inteligente te permite hacer un cultivo sofisticado sin ocuparte mucho de él -sostiene Bueno-. Hoy más que nada la gente quiere estar tranquila con lo que consume. Por eso mismo lo orgánico y cultivar en casa se volvió una necesidad. Recuperar el sabor de las cosas también es otra de las búsquedas. Una lechuga, un tomate cultivado en casa es distinto a uno que se compra por ahí», asegura Bueno, que hasta tiene robots que trabajan en campos y asegura que la mismísima Nasa se interesó por sus sensores. «Estuvimos trabajando con ellos el año pasado para el sistema de cultivos que quieren llevar a Marte», cuenta orgulloso. En cuanto a la hidroponía, Bueno sostiene que es un sistema que permite un crecimiento más rápido sin usar tierra ni consumir agua. «No tenés que estar tan encima, es más fácil porque la bandeja te lo monitorea y te avisa. La tecnología aporta una parte importante para ayudar a quien no tiene tiempo para ocuparse». Después se cita otro caso como es Huertín,

 

4 thoughts on “El trabajo como prosumidores de agricultura urbana

  1. La gente de las organizaciones de agricultores familiares prefiere hablar de soberanía alimentaria y no únicamente de seguridad. No soy una experta en el tema pero entiendo que que ese concepto apunta, no sólo a tener comida, sino a decidir qué tipo de comida y bajo que formas de producción. Seguramente en el INTA van a hablar sobre esto, además de las formas de promover iniciativas de prosumidores. Muy buena iniciativa!

  2. Me gusta la idea, puede ser muy interesante para muchas familias, creo que el INTA podría dar el asesoramiento y el soporte técnico que se requiere. Aportar ideas e iniciativas nuevas y sustentables es contribuir a lograr un mundo mejor.

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