La solidaridad y la cooperación: ¿deber y/o necesario, práctico y útil?

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Hace unos años, una psicóloga amiga (ya fallecida), me enseñó «los trazos gruesos» del enfoque freudiano del «ello, el yo, y el superyó«, y la importancia de que estos tres componentes de la psiquis humana estén -deseablemente- «en armonía entre sí» a fin de resolver -de manera virtuosa- el conflicto intrapsíquico (en buena medida inconsciente) (1).

Uno de los que intentó trasladar este enfoque a las ciencias sociales fue Talcott Parsons. Si se nos otorgara «la licencia» de analizar la tensión entre el «deber o el ideal» (superó) de vivir y aplicar el valor de la solidaridad y la cooperación en una forma de ayuda mutua y asociacionismo económico democrático no lucrativo -como es el movimiento cooperativo-, y «la necesidad y la utilidad» (el «yo») de hacerlo o traducirlo en la práctica, podríamos encarar un caso específico. Este último se deriva -en especial- de la primera parte de una exposición de Daniel Bertone (2), ex Gerente General de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA).

Antes de referirnos al caso específico deberíamos decir que quienes iniciaron la experiencia cooperativa, los Pioneros de Rochdale, tenían individualmente distintos ideales y propuestas, pero -sin embargo- lo que los unió fue la resolución de un problema o necesidad (la provisión de alimentos a bajo precio por parte del «mercado») y que no se podía resolver de manera individual y tampoco -en esa época- de manera estatal. O sea, este problema era una «necesidad concreta» y debían resolverla de manera «práctica y útil». Hasta ahora parece que ha prevalecido «el yo» (de acuerdo con nuestro enfoque inicial), pero la forma de resolución colectiva que implicaba la modificación del carácter de las personas (superar el individualismo) a través de la educación y de la acción cooperativa implicaba un profundo sentido ético. Esto lo explica muy bien el Dr. Dante Cracogna en el minuto 42 de este video, expresando -entre otros conceptos- que «el poner en común necesidades y actuar mancomunadamente para resolverlas conllevaba un nuevo mundo moral«. Esto último estaba en sintonía con el libro de Robert Owen del mismo nombre que, sin duda, tuvo influencia en articular lo moral o ideal con lo útil y práctico -influenciado con el aporte del Dr. William King– por el realizado de manera conjunta.

Claro, lo anterior debía hacerse de manera honesta (o sin corrupción), de manera eficiente (mínimo costo) y eficaz (cumpliendo los objetivos que se proponían como organización).

A la luz de esta introducción general, si analizamos el audio de Daniel Bertone sobre el conflicto que se produjo en la historia de ACA, a mediados de los años 90 (3), podríamos inferir que hubo una polarización entre quienes querían pertenecer al «club» (esa organización) por los valores o ideales y quienes sostenían que debían «ser competitivos» es decir «eficientes» y con mayor integración de la cadena de valor, dado que estaban perdiendo participación en un mercado con fuerte presencia de empresas multinacionales y sin «la espalda financiera» que tienen esas empresas. Estos últimos pusieron en cuestión «el dogma de fe» de los primeros por ser de carácter abstracto y no tener en cuenta «lo práctico» de la viabilidad y la sostenibilidad de esta institución. Finalmente se pudo articular una síntesis virtuosa entre ambos enfoques, superando «esa grieta» y capitalizar esa experiencia en una nueva etapa de dicha organización dándoles gran solidez (duplicaron su participación en el mercado, así como se integraron y diversificaron en su cadena de valor).

Lo anterior demuestra que los valores de la ayuda mutua y acción común pueden ser (y «deben ser») perfectamente compatibles con su vivencia de manera realista en cada etapa y sector en los que a estas organizaciones les toca actuar.

 (1) Además de lo que menciona específicamente Freud, se pueden ver textos como el de K. Lewin, A dynamic of personality,  McGraw Hill, N. York, 1935. Tomado del libro de H. Touzard, La mediación y la solución de los conflictos», Ed. Herder, Barcelona, 1980.

(2) Se agradece a Mario Elgue la referencia que se invita a escuchar, comenzando desde la parte 1.

(3) Debe recordarse lo que significó el denominado «menemismo» como lo explica este artículo, y sus distintas implicancias. Sin embargo, se debe destacar que, quien escribe esta nota, no conoce en detalle su impacto en ACA, e infiere su problemática en base a la fuente o referencia mencionada. Se agradecerán comentarios y aportes que precisen lo expresado por parte de los actores involucrados. Pareciera que subyace un enfoque conflictivo de tipo polar entre «los solidarios» y «los capitalistas o que tienen supuestamente una visión fundamentalmente mercantil».

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