Economía Popular y Trabajo

Entre las distintas economías, sin duda está una «economía de baja densidad de capital«, generalmente informal, y relacionada con los denominados sectores populares. Es la comunmente denominada «economía popular». El Papa Francisco se ha referido a este tema. Luis Razetto, y José Luis Coraggio, han dado también precisiones sobre este concepto. Este último autor las define bajo las formas de “unidades domésticas, emprendimientos mercantiles familiares rurales y urbanos, “sector informal”, autoconsumo, trabajo asalariado” (además de otras referencias que se pueden mencionar), en general asociadas -como se ha expresado antes- a una economía de baja densidad de capital (que no es tenida muy en cuenta en los programas económicos). También hay iniciativas que toman la forma de economía social -como es en el caso argentino de cooperativas de cartoneros en el área metropolitana de Buenos Aires (o los que generan valor agregado en el reciclaje de productos electrónicos como este caso) o los cartoneros u otras ocupaciones que se realizan de manera individual informal. También en el caso argentino la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) ha elaborado documentos y se ha dictado la ley 27345 que crea el «Consejo de la Economía Popular y el Salario Social Complementario» donde forman parte las organizaciones del sector.

La ley que mencionamos fue reglamentada por el Decreto No. 159/2017 y define Economía Popular como «toda actividad creadora y productiva asociada a mejorar los medios de vida de actores de alta vulnerabilidad social, con el objeto de generar y/o comercializar bienes y servicios que sustenten su propio desarrollo o el familiar«. El artículo 7° expresa que «los trabajadores de la economía popular registrados en el REGISTRO NACIONAL DE LA ECONOMÍA POPULAR podrán acceder al Salario Social Complementario, conforme a los criterios de elegibilidad y clasificación propuestos por el CONSEJO DE LA ECONOMÍA POPULAR Y EL SALARIO SOCIAL COMPLEMENTARIO, con sujeción a la disponibilidad de partidas presupuestarias asignadas a tales fines y promoviendo los derechos contemplados en el artículo 2° de la Ley N° 27.345«.

A su vez el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, por Resolución 201-E/2017, crea el Programa de Transición al Salario Social Complementario y sus destinatarios son «aquellas trabajadoras y aquellos trabajadores que finalicen, o finalizaran luego de la entrada en vigor de Ley N° 27.345, su participación en algunas de las líneas de asistencia económica individual del PROGRAMA TRABAJO AUTOGESTIONADO, en el PROGRAMA CONSTRUIR EMPLEO o en acciones especiales de empleo implementadas por el MINISTERIO DE TRABAJO, EMPLEO Y SEGURIDAD SOCIAL orientadas a sectores de la economía popular«. En el Art. 3° se estipula que «las trabajadoras y los trabajadores destinatarios del PROGRAMA DE TRANSICIÓN AL SALARIO SOCIAL COMPLEMENTARIO percibirán en forma directa y personalizada una ayuda económica no remunerativa mensual de PESOS CUATRO MIL ($ 4.000), para su disponibilidad a través de una tarjeta magnética. Esta prestación dineraria tendrá por objetivo solventar, apoyar y promover los esfuerzos individuales y colectivos de los sectores sociales más postergados, dirigidos a concretar su fuerza laboral en un trabajo formal y de calidad«.

En el Art. 4°, de la Resolución, expresa que «el cobro de la ayuda económica del PROGRAMA DE TRANSICIÓN AL SALARIO SOCIAL COMPLEMENTARIO será incompatible con la percepción de: 1). una remuneración proveniente de un contrato laboral bajo relación de dependencia; 2) prestaciones contributivas por desempleo; 3) prestaciones previsionales; y 4) ayudas económicas provenientes de programas de empleo«.

Relacionado con esta temática a fines de febrero de 2024 el nuevo gobierno dictó el Decreto 198/2024 donde se elimina el programa Potenciar Trabajo y a sus beneficiarios se los canaliza en dos nuevos programas: «Volver al Trabajo» y «Acompañamiento Social». Habrá que analizar cómo se da esta transición y las características de la misma en cuanto a su efectividad, reconociendo que el anterior programa no cumplió -en general- con el objetivo de crear trabajo genuino.

La orientación de los trabajos de la economía popular pueden ser para sí mismos (por ejemplo de ayuda mutua entre familias o vecinos para autoconstrucción, reparación de sus viviendas, comedores para niños/as, posibilidad de ser prosumidores de la agricultura urbana, etc.) o para terceros. En este caso la modalidad puede estar vinculada a trabajos independientes informales, cooperativas (como las de los cartoneros), monotributistas sociales, monotributistas (de escala más baja de ingresos), etc. A veces se presenta la dificultad de formalización y referencias morales y técnicas (de quienes se postulan en la oferta de servicios) para que se efective el contacto entre trabajadores de la economía popular y sectores medios de otras zonas que necesitan de estos servicios. Al respecto pueden ser útiles plataformas virtuales orientadas a servicios de mantenimiento y construcción (como esta) o para tareas de servicio doméstico (como esta). Para ello es importante contar con el apoyo de referentes económicos, sociales o culturales, así como de ongs y del estado, que den testimonio o constancia de aval para sortear esta dificultad. Esto forma parte del necesario «capital social» que sectores medios o altos deberían aportar para que se pueda salir de la marginalidad. Algunos ejemplos concretos de articulación con sectores populares -en general vinculados a la inserción laboral- son los de la Fundación Pescar o el Programa Empujar que pueden ser de referencia para experiencias similares (con apoyo de parroquias, comunidades evangélicas, etc.) en ayudar a impulsar emprendimientos autónomos, de microempresas o cooperativas de servicios. Del mismo modo puede darse una articulación con las prácticas de extensión o solidarias (1) de las Facultades de Arquitectura o de Ingeniería, así como de Económicas (en cuanto a gestión) de distintas Universidades, o de la UTN, para tareas de capacitación y supervisión inicial de las tareas que realizan.

También hay iniciativas de grupos empresarios y movimientos sociales de articulación virtuosa con este sector. En esta nota, el empresario Gustavo Grobocopatel señala que «…. desde hace muchos años yo tengo un compromiso con la economía popular a través de un colectivo que se llama Argentina Armónica, donde un grupo de empresarios, movimientos sociales y políticos tratamos de pensar cómo resolver los problemas de la economía popular”. Algo ampliatorio se puede ver en este artículo.

En lo que se refiere a los sectores y tipos de trabajos (además de los ya citados más arriba), a continuación damos un listado tentativo y su posible articulación con otros actores:

  • Mantenimiento de Infraestructura Local: puede ser aplicado a plazas y parques (instalación de juegos y para ejercicio físico), bordes de las vías del ferrocarril, veredas, colegios, centros de salud y hospitales, colocación de redes de luminarias, agua, limpieza de tanques de agua, de fachadas, cloacas, gas y cables de tv e internet, señaléctica en paradas de colectivos, trenes y lugares públicos o históricos, limpieza de arroyos y drenajes, podas. Estos trabajos deben ser articulados con el estado nacional (por ejemplo ferrocarriles), provincial y en particular municipal
  • Construcción y autoconstrucción: está asociado a las siguientes profesiones como albañiles, plomeros, gasistas, electricistas, carpinteros, pintores, herreros, cerrajeros, vidrieros, instaladores de policarbonatos y acrílicos. Puede estar articulado con la Fundación de la UOCRA, ongs y plataformas virtuales.
  • Economía del cuidado, fundamentalmente liderada por mujeres que cumplen tareas en sus hogares y para terceras personas como empleadas domésticas, damas de compañía, auxiliares en cuidado de personas ancianas, con discapacidad y menores. Una experiencia muy interesante, expresada bajo la modalidad de economía social, es esta,
  • Forestación: plantas en general, plantas frutales y recolectores de paltas y otros frutos. Puede estar articulado con el municipio y viveros estatales, privados, facultades de AgronomÍa y el INTA.
  • Huertas urbanas en tierra y en acuacultura (ídem anterior en cuanto a posibles articulaciones), y más en general como esto.
  • Verduleros
  • Recicladores de cartón y papel, plásticos, vidrio, metales, circuitos eléctricos, neumáticos, construcción, orgánicos para compost y biogas, otros.
  • Animación deportiva y artística: en clubes, parroquias, potreros
  • Trovadores urbanos para actuar en medios de transporte, estaciones de trenes y subtes, plazas y parques.
  • Grafiteros/pintores artísticos para fachadas de edificios públicos, medianeras que dan al ferrocarril, vía pública en general o plazas, y en el caso de privados en acuerdo con sus propietarios.
  • Reparación de ropa, corte y confección, talleristas
  • Gastronomía: cocina, panadería y pastelería, en negocios estables o en ventas ocasionales (ambulantes, a domicilio, ferias populares, etc.)
  • Redes: empalmadores de fibra óptica
  • Instaladores de calefones solares y paneles solares
  • Jardineros
  • Floristas
  • Diarieros y puestos de venta de libros y revistas (usadas o nuevas)
  • Para control de plagas
  • Paseadores y cuidadores de perros
  • Peluqueros/as
  • Lustrabotas,
  • Cosmetólogas y manicuras
  • Delivery
  • Logística de mercadería
  • Vendedor ambulante o en lugares proporcionados por las autoridades locales
  • Remiseros/as,
  • Economía del conocimiento (replicando experiencias como esta), testadores de programas y programadores
  • Diseño de blogs y páginas web
  • Reparación de bicicletas
  • Reparación de motos,
  • Reparación de motores de bombas de agua, lavarropas y cortadoras de césped
  • Reparación de ropa, corte y confección, venta de ropa reciclada
  • Reparación de zapatos y zapatillas,

entre los principales (2).

En cuanto a la posibilidad de que los trabajadores de la economía popular se incorporen en Argentina a trabajos formales en relación de dependencia entendemos que depende de una macroeconomía ordenada (y de variables com el tipo de cambio y la tasa de interés), de la calidad y cobertura del sistema educativo y de formación profesiones, así como de otras cuestiones generales y condiciones regionales. Respecto de estas últimas será mucho más difícil en el conturbano bonaerense que donde se desarrollan emprendimientos como Vaca Muerta en la provincia de Neuquén o el litio en el NOA. Referido al tipo de cambio, si suponemos que el mismo tendrá que ser «relativamente alto» (aunque con posibles vaivenes) en los próximos años, habrá que hacer un análisis minucioso de las industrias o sectores (como el software y el turismo, las industrias culturales, la gastronomía) que se pueden desarrollar y cuales no. Los primeros definirán el perfil productivo de una Argentina «posible» en cuanto a la generación de valor agregado sostenible. En cuanto a la tasa de interés no es sostenible la que rige hasta mediados de 2019 dado que imposibilita cualquier inversión o financiamiento razonable. Un tema no menor es -lamentablemente- el rol de algunas organizaciones sociales que se quedan con una parte o porcentaje de los programas que el estado le asigna a los trabajadores de esta economía popular.

(1) respecto de las prácticas solidarias de estudiantes universitarios, la Universidad de Buenos Aires, estableció en el 2011, que para los nuevos estudiantes -que comenzaran a partir de 2013 y antes de finalizar su carrera- debían realizar prácticas solidarias. A ese año la UBA tenía 308.748 estudiantes de grado. Suponiendo que en la actualidad tenga una cifra similar (aunque probablemente sea superior), podría ser un aporte muy importante -con la supervisión de docentes- en la capacitación y evaluación de trabajos -por ejemplo- en la rama de construcción (Facultades de Arquitectura y de Ingeniería) en la región metropolitana de Buenos Aires. Podría comenzar con el mejoramiento de las viviendas de los barrios populares con la ayuda de empresas, Municipios y/o Ministerio de Desarrollo Social (provincial y nacional) que aporten insumos y herramientas para dichas tareas. Luego de dicha experiencia podrían encarar trabajos para terceros y allí la Facultad de Ciencias Económicas podría colaborar en el armado de microemprendimientos. Estos antecedentes les podrían posibilitar ofrecer sus servicios en plataformas virtuales.

(2) En esta nota de la revista La Nación se plantea el retorno de oficios como herreros, carpinteros, restauradores de muebles, etc. no sólo para la economía popular sino también para la economía formal

PD: Sobre esta temática se puede ver lo desarrollado por el PEPTIS (en el marco de la UMET), donde se presentó el Cuadernillo 1 y el Cuadernillo 2, y el audio se puede escuchar en este link. También es interesante esta nota de Roberto Sansón Mizrahi (en Opinión Sur) y  esta mesa redonda. En cuanto a programas del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación esta temática está relacionada, como ya se ha expresado más arriba, con Potenciar Trabajo y Emprendedores y Cooperativas Sociales, que fue sustituido por dos nuevos programas.

Y ciencia y profesionalización

La imagen de la entrada es el cuadro denominado «Alegoría del Buen Gobierno», obra del pintor Ambroggio Lorenzetti, que según esta nota, «nos recuerda el aspecto cualitativo central en la tarea de gobernar, caro a la política y disciplinas vinculadas. Arte en tiempos del “Gobierno de Nueve”, orden previo a la Gran Peste de 1348, denotaba el valor que tal “buen gobernar” mantenía en la época….Diría Paolo Colombo, “la figura central del gobernante está circundada por las virtudes cívicas e induce a las muchas almas a la unidad y estas acciones se convierten en Bien Común”. Surgía, en clave del medievo, la idea ya clara en Platón y Aristóteles: gobierno desviado, arbitrario y hasta cruel, de un lado, y gobierno recto, justo, tolerante y virtuoso, bajo la sabiduría y el bien común y orientado al ciudadano, del otro.

Curiosa parábola ésa, al unir visiones gubernamentales Antiguas y Medievales. Remarquemos que no sería la única, entre muchas. Casi cinco siglos después, otros reflexionarían sobre los atributos del gobierno y gobernantes. Y allí, a inicios del siglo XIX, Saint Simon nos asombrará postulando lo que denominó Gobierno “científico”. El célebre pensador invitaba a superar la práctica o ejercicio del gobierno como dominio o poder sobre los hombres por la idea de administración de las cosas. Idea rica y equivalente a sustituir la política como campo de imposición de autoridad sobre los conflictos, por la de atención a los problemas concretos del desarrollo societal o gestión efectiva de la res publica.

El mencionado gobierno científico, que vuelve a traer la cuestión del “gobierno de los mejores” o “de los sabios” o “más aptos”, se construía con varias Cámaras conteniendo los elementos que lo aseguraran: una para el impulso o diseño, otra para la revisión y la última para la ejecución. Implicancia de esa visión “científica”, es el rechazo a la improvisación y el respeto a procesos y técnicas para realizar tal gestión, sujeta a la obtención de resultados acorde a fines. Gobernar implica técnicas y estadísticas para ello, embebidas de eficacia y eficiencia, motores de la administración pública». Por eso es importante contar con personas honestas y capaces, así como la ayuda de las distintas ciencias y profesionales bien formados (1) en el diseño, implementación y evaluación de las políticas públicas (2).

En una entrevista que le hace el diario La Nación al físico Carlo Rovelli, entre otras cosas dice: «hay una creciente curiosidad sobre la ciencia. Fui el primero en sorprenderme por la cantidad de personas que leen o leyeron mis libros. Pero también existe un malentendido general sobre la ciencia en las sociedades modernas, a lo que se suma una desconfianza hacia los científicos que, creo, es peligrosa. La ciencia ciertamente no puede resolver todos nuestros problemas pero ignorar su aporte en las principales decisiones políticas y sociales, como lo están haciendo varias sociedades, es una receta para el desastre.» (3)

Sobre la relación entre ciencia y profesionalización en su relación con las políticas públicas es interesante el caso de Francia. En el libro «Napoleón Bonaparte, una biografia íntima», de Vincent Cronin, en el Capítulo 12: «El primer Cónsul», entre otras cosas expresa las características de las reuniones del Consejo de Estado. «Durante los primeros meses del Consulado todos los días, después varios días por semana, Napoleón ocupaba una silla de brazos, flanqueado por Cambacérés y Lebrun, sobre una plataforma elevada, y frente a los consejeros, que ocupaban una mesa en forma de herradura revestida de paño verde. La mayoría de los consejeros estaba integrada por civiles, y cada uno era un especialista en determinada área. De los veintinueve originales, sólo cuatro eran oficiales, y aunque la tarea de los Consejos era redactar leyes y decretos, sólo diez eran abogados. Habían sido elegidos por Napoleón en todos los rincones de Francia, y se los había juzgado únicamente por su capacidad.

La característica más importante del Consejo era que los miembros hablaban sentados. «Un miembro nuevo —dice el consejero Pelet—, que había conquistado prestigio en las Asambleas, trató de ponerse de pie y hablar como un orador; se rieron de él, y tuvo que adoptar un estilo usual de conversación. En el Consejo era imposible disimular la falta de idea con alardes de elocuencia». Cuando se presentaba un problema al Consejo, Napoleón permitía que los miembros hablasen libremente, y formulaba su propia opinión sólo cuando la discusión estaba muy avanzada. Si no sabía nada del tema, lo decía y pedía a un experto que definiese los términos técnicos Las dos preguntas que formulaba con más frecuencia eran: «¿Es justo?» y «¿Es útil?». También preguntaba «¿Está completo? ¿Tiene en cuenta todas las circunstancias? ¿Cómo fue antes? ¿En Roma, en Francia? ¿Cómo es en el exterior?». Si tenía opinión negativa de un proyecto, afirmaba que era «singular» o «extraordinario», con lo cual quería decir sin precedentes, pues como dijo al consejero Mollien, «no temo buscar ejemplos y normas en el pasado; me propongo mantener las innovaciones útiles de la Revolución, pero no abandonar las instituciones beneficiosas si su destrucción representó un error». «A partir del hecho de que el primer cónsul siempre presidía el Consejo de Estado —dice el conde de Plancy—, algunas personas han supuesto que era un cuerpo servil y que obedecía en todo a Napoleón. Por el contrario, puedo afirmar que los hombres más esclarecidos de Francia… deliberaban allí en un ambiente de total libertad, y que jamás, nada limitó sus discusiones. Bonaparte estaba mucho más interesado en aprovechar el saber de estos hombres que en escudriñar sus opiniones políticas».

El pasaje de «primer cónsul» a «Emperador», producto de una ambición de poder sin limite (por lo tanto «ir por todo» no sólo en su país) y no escuchar a consejeros lúcidoscomo Charles Maurice de Talleyrand, hizo que «terminara mal«. Sin embargo, un poco más de un siglo después, el enfoque meritocrático de Napoleón aplicado al estado, fue retomado por Charles De Gaulle fundando en 1945 la Escuela Nacional de Administración. En esta nota se explican sus características actuales y la posibilidad de que la cierren por no lograr la finalidad de una socialdemocratización de los funcionarios que puedan manejar mejor situaciones como la que generó el fenómeno de los «chalecos amarillos«

Siguiendo con Francia se desea finalizar esta nota comentando el capítulo 3 («el economista en la sociedad»), del libro «La Economía del Bien Común», de Jean Tirole, Premio Nobel de Economía del año 2014, cuyo enfoque general hemos comentado en otra nota. En las páginas 83 y 84 expresa «pero los científicos, como colectivo, tienen también la obligación de hacer que el mundo sea mejor; en consecuencia no deben desentenderse de la cosa pública por principio. Los economistas deben, por ejemplo, contribuir a mejorar la regulación sectorial, financiera, bancaria y medio ambiental, el derecho a la competencia; deben mejorar nuestras políticas monetarias y fiscales; deben reflexionar sobre la construcción de Europa, pensar en cómo vencer la pobreza en los países subdesarrollados, hacer que las políticas de sanidad y educación sean más eficaces y justas, prever la evolución de las desigualdades, etc. Y deben participar en las sesiones parlamentarias, interactuar con el poder ejecutivo, tomar parte en comisiones técnicas» (4). Luego en el resto del capítulo analiza las principales características, riesgos y posibilidades de esta interacción.

También estos profesionales deben poder articular el corto plazo («lo urgente») con el mediano y largo plazo. Un caso muy interesante es el de John M. Keynes quien, entre sus múltiples aportes, supo ver que el Tratado de Versalles iba a tener un resultado contraproducente con Alemania (luego de la Primera Guerra Mundial), y qué instituciones internacionales habría que crear luego de la Segunda Guerra Mundial (se le hizo caso parcial a sus consejos), pero a la vez planteó muy frontalmente lo que había que hacer en el muy corto plazo con el paro y gran caída del empleo derivada de la crisis de 1929/30. Es decir supo que no hay largo plazo («donde estamos todos muertos») sino superamos el corto plazo. A la vez la visión de mediano y largo plazo (y las estrategias y posibles medidas) son fundamentales para no quedar atrapados en la coyuntura y estar a la deriva en cuanto al rumbo que se considera hay que transitar. No es fácil, pero es muy importante esta articulación.

Un párrafo aparte es si la experiencia profesional en el sector privado es fundamental para actuar en el sector público. En una nota de Gustavo González en el diario Perfil dice: «Un país no es una empresa». Hace unos años, Paul Krugman tituló de esa forma un artículo no tan difundido en la Harvard Business Review. Lo explicaba de este modo: «Así como lo que los estudiantes aprenden en las clases de economía no les servirá para echar a andar un negocio, tampoco lo que los empresarios aprenden operando una empresa les ayudará en formular políticas económicas». Para Krugman, el trabajo de un trader de un fondo de inversión consiste en ganar dinero, no en crear empleo. Ni siquiera en desarrollar empresas duraderas, sino en obtener el máximo rendimiento posible para sus inversores. Su teoría es que las experiencias del mundo privado no tienen por qué servir en la esfera pública y, muchas veces, resultan contraproducentes. El funcionario necesita una formación especial«.

En cuanto a «la formación especial» tal vez la misma debería incorporar los siguientes elementos:

– promover una actitud de humildad para encarar los problemas y su resolución, y asumir su complejidad, para lo cual son importantes distintas miradas que se articulen en el proceso decisorio,
– capacidad de revisión crítica en el análisis de los resultados y poder revisar entonces los procesos,
– asumir que la política es la posibilidad de resolver «bien» (o sea teniendo en cuenta los distintos aspectos y con una mirada de mediano y largo plazo para que sean sostenibles en el tiempo) los conflictos que se presentan ante distintos problemas,
– poder reconocer problemas, donde aparentemente no los hay o «no los queremos ver»: desde las villas de emergencia hasta que -en algún lugar de este mundo globalizado- haya personas que trafican y comen animales sin la adecuada sanidad y cuidado. Por el «efecto mariposa» ello puede constituirse en un grave problema para el resto de la humanidad. Esto nos conduce a un abordaje diferente de la globalización.
– en la literatura norteamericana se menciona muy a menudo que, cuando se ganan las elecciones, se dice «asume una nueva administración». Esta administración es para gestionar con eficacia (logro de los objetivos), eficiencia (mínimo costo), equidad, transparencia….entre las principales cualidades. Sino los problemas no se resuelven bien.
Un buen ejemplo en Argentina de la formación profesional, está relacionado con el comentario que realiza más abajo Enrique I. Groisman. Para más detalles del mismo se puede ver este video.

Podríamos concluir que no es garantía «absoluta» (en línea con la imagen de la entrada) que los científicos y profesionales bien formados para actuar en el estado tengan una relación armónica y exitosa con la política en general, y las políticas públicas en particular, dados los contextos cambiantes y las incertidumbres, pero coincidiremos que con ignorantes no nos irá mejor en su implementación (5).

(1) Podríamos agregar que además deben ser honestos, con capacidad crítica para evaluar lo que hacen, con apertura y diálogo con otros enfoques y  opiniones (dado que, muchas veces, lo que dice el manual no se corresponde con el caso particular), sensibles y activos para resolver la cuestión de los excluidos del sistema, con una visión de largo plazo (en especial hacia un cambio profundo) y muy prácticos («con calle») o concretos en la aplicación de los conocimientos. Todo esto no es fácil de conseguir, como lo demuestra la historia argentina, entre otras. 

(2) Sobre la evaluación de políticas públicas basadas en la evidencia es interesante este aporte institucional.

(3) En esa misma dirección va esta nota de Eduardo Fidanza, en el contexto de la pandemia del Covid-19.

(4) Una síntesis se plantea al final de este video. Esta propuesta es mucho más amplia y plural de la que existe en EE.UU. En el caso de la relación entre meritocracia y democracia en el modelo chino se puede ver este link.

(5) Entre las valiosas iniciativas de formación podemos destacar la del CIAS en lo relativo a «líderes positivos». También esta.