La Economía como Ciencia

En otra entrada nos hemos referido al origen de la palabra «economía».  Es con la modernidad donde se la formula como una ciencia y se le adiciona el término «política» (luego a aparecerán otros agregados como «social» y demás, que desarrollaremos en otras entradas). Si bien el término economía “política”, como señala H. W. Spieger («El Desarrollo del Pensamiento Económico», Ediciones Omega, Barcelona, 1991, pág. 119) “apareció por primera vez en 1615 en el título de un libro, por lo demás nada relevante, escrito por un quincallero francés”, y la idea de una “ciencia” económica moderna está presente desde 1768 en un escrito del fisiócrata Pierre Samuel du Pont de Nemours, es recién a partir de Adam Smith (1776), donde la teoría económica finalmente cobra una entidad e independencia que la enmarca como una disciplina aparte. Con su obra sobre la Investigación acerca de la naturaleza y causa de la Riqueza las Naciones, y la repercusión que esta generó, es que la economía deja de ser un apéndice de la filosofía y el derecho natural para emerger como una ciencia teórica expuesta sistemática y coherentemente. Más adelante muchos otros autores (como el caso de A. Marshall) buscarán de reforzar esta caracterización de “científica”.

No es un tema menor que Adam Smith -uno de los principales padres de esta ciencia- haya comenzado como filósofo en un contexto de grandes cambios científicos (en especial Newton, y la posibilidad de expresar la realidad en lenguaje matemático así como su noción de equilibrio), económicos (salida del feudalismo, desarrollo de la propiedad privada, el mercantilismo y gran crecimiento del comercio y manufactura), tecnológicos (el proceso que convergió en la primera revolución industrial y con hitos como el de 1698 con la primera bomba accionada a vapor), culturales (el protestantismo), sociales (emergencia de la burguesía), y políticos (la aparición de las naciones-estado y el liberalismo), entre los principales. Smith, junto a Ricardo, Say, Malthus, Bentham y Mill, estuvieron muy influenciados por pensadores como Descartes, Rousseau, Hobbes, Hume, Locke y Hutcheson, por citar algunos de los más notables.

Si tuviéramos que sintetizar algunos de los rasgos más significativos de esta corriente, podríamos decir:

  • Cuadro Institucional Preciso: Constituido por mercados competitivos en los que se encuentran productores y consumidores movidos por su solo interés personal.
  • Metodología deductiva: El razonamiento es abstracto, se busca formular leyes y por lo tanto no se parte de realidades específicas. Además subyace un enfoque utilitarista.
  • Carácter universalista y cosmopolita: Las leyes económicas (1) se suponen válidas en todo tiempo y lugar y las diferencias de un país a otro son “despreciadas” o consideradas sin importancia.

Esta corriente científica luego tuvo distintas ramificaciones con el pensamiento neoclásico, keynesiano y neokeynesiano, y neoliberal (también se puede ver esta nota, entre otras), entre las principales que no se pueden presentar en esta apretada síntesis y que son materia de estudio en las carreras de economía de las principales universidades del mundo.

Tuvo grandes reacciones iniciales en su contra, entre las que se destacan la Escuela Histórica Alemana (con exponentes como Roscher, Hildebrand, List, Schmoller, Spiethoff, Wagner, Sombart, etc. y la importante influencia de M. Weber;  formándose luego una escuela más amplia) (2), el socialismo y el marxismo (con sus distintas ramas) y la economía social (bajo la forma de cooperativismo y mutualismo), entre las principales.

En cuanto a las prácticas y al sistema, su expresión es la economía de mercado y el sistema capitalista, con sus variedades. Este sistema es el hegemónico en la actualidad, pero dentro de él coexiste una economía plural que busca modalidades alternativas diferentes al denominado «socialismo real» cuya máxima expresión fue la ex Unión Soviética. En este blog se intenta presentar una reflexión que busca trascender o ir más allá del capitalismo, tal vez a un postcapitalismo que supere las deficiencias y limitaciones que tiene el sistema actual, y nos permita converger hacia un mundo mejor. En otras entradas se presentarán algunas de estas «otras economías».

(1) Sobre el tema de las leyes económicas es relevante esta reflexión de Julio H.G. Olivera.

(2) Al respecto puede ser de interés esta imagen:

                                                                    

 

Trabajo y Economía Social y Solidaria

El trabajo se puede realizar bajo distintas formas: independiente (formal o informal) como empleo (en la empresa privada o en Estado), pero también bajo formas asociativas como es el caso de la economía social y solidaria. Respecto de esta última si bien tiene antecedentes pre-modernos (vinculados a pueblos originarios o expresiones religiosas), es con los Pioneros de Rochdale en 1844 y con el owenismo que nace y toma impulso en la modernidad. Luego va recibiendo otras contribuciones y experiencias que lo enriquecen, formalizándose en una de sus expresiones -como es el cooperativismo– a nivel internacional en la Alianza Cooperativa Internacional. Esta ha definido, en su Congreso de Manchester de 1995, que “una cooperativa es una asociación autónoma de individuos que se unen voluntariamente para satisfacer sus propias necesidades económicas, sociales y culturales, y las propias aspiraciones, a través de la creación de una sociedad de propiedad común y democráticamente controlada».

En un documento de la Comisión del Senado de Argentina (que aborda la temática de la economía social) referido a los requerimientos para formar una cooperativa, se mencionan algunas de las principales razones de por qué encarar esta forma de trabajo o iniciativas. Ellas son:

  • Se desea realizar un emprendimiento (de producción, trabajo, servicios, vivienda o consumo), de manera no individual (es decir, con “otros”), buscando un “determinado tipo de asociatividad” (democrática) y sin afán o móvil de lucro. La modalidad o forma “cooperativa” encuadra en este tipo de “ideal” o deseo.
  • Quienes consideran que están “enmarcados o encuadrados” bajo la forma societaria que establece la ley del país (en el caso argentino el artículo segundo de la ley 20337).
  •  El emprendimiento cooperativo puede estar expresando una necesidad local de un servicio (en general público) que no está satisfecho ni por el mercado (empresas privadas) ni por el Estado. El origen de las cooperativas de servicios públicos en la Argentina, en general, han surgido por esta “necesidad”.
  • El emprendimiento cooperativo puede estar expresando la necesidad de un conjunto de emprendedores privados (o también pueden ser pequeñas cooperativas) que por su reducida escala individual no son competitivos en el mercado y por lo tanto forman una cooperativa (en el caso que sea formada por pequeñas o medianas cooperativas constituirían una cooperativa de “grado superior”) para realizar ventas, servicios y/o compras en común que les permita seguir siendo viables desde el punto de vista económico.
  • El emprendimiento cooperativo puede estar expresando la decisión del Estado de delegarle, transferirle, priorizarle o asignarle emprendimientos, tareas y obras a las Cooperativas que podría hacer el Estado o empresas privada.
  • El emprendimiento cooperativo puede ser también una expresión alternativa al monopolio estatal o privado.
  • El emprendimiento cooperativo puede (aunque NO DEBE) ser el resultado de un “camuflaje” de “empresa privada mercantil” pero con “forma cooperativa”. O ser un proceso forzado por una o más empresas privadas (en general grandes) como forma de “terciarización” de tareas que antes se hacían bajo condiciones de trabajo formal en relación de dependencia. En general esto se hace para “abaratar costos”, “precarizando” indirectamente condiciones de trabajo, por problemas “de competitividad de la empresa privada” que lo promueve, o como forma de acceder a “un tipo de mercado” que requiere esta forma asociativa, entre otros. Estas son experiencias y modalidades “no deseables”, y algunas de ellas entran en el campo de lo “fraudulento” o ilegal, y por lo tanto son objeto de sanción o dada de baja por la autoridad de aplicación.
  • El emprendimiento cooperativo puede responder a la necesidad de un grupo de personas que están en situaciones de subsistencia, de vulnerabilidad o de formalizar una experiencia grupal de la denominada “economía popular” o que trabajaban en una empresa privada que quebró y no quieren perder esa fuente de trabajo (el caso de las “empresas recuperadas”). Todo ello podría encuadrarse en lo que algunas corrientes denominan “fracaso de mercado”, donde esta modalidad de la economía social viene a buscar de resolver este fracaso.
  • El emprendimiento cooperativo puede responder a un enfoque de que el cooperativismo es una fase superior, o evolutiva, o de mayor conciencia o desarrollo moral de un grupo de personas para desarrollar empresas que articulen la cooperación con la competencia y sean muy exitosas.
  • El emprendimiento cooperativo puede responder a una cosmovisión, un sistema de ideas y valores relacionados con una “nueva sociedad”, con “otra economía” o una “economía del trabajo”, “otro sistema”, “de una tercera vía”, o de expresiones de corrientes de izquierda (como es el caso de la autogestión obrera), de las que buscan conjugar la libertad, el socialismo y el cooperativismo, con retomar experiencias comunitaristas de los pueblos originarios o de creencias religiosas (como es el caso de la doctrina social de la Iglesia véase: el apoyo del Papa Francisco al Modelo Cooperativo) o culturales, del “buen vivir”, de movimientos populares, y similares,

entre las principales.

En cuanto a la cantidad de empleo que genera el cooperativismo en países como Argentina se estimó en 86.000 puestos de trabajo para el año 2012, sin contar los generados por el cooperativismo de trabajo (donde son socios y no empleados) o modalidades de economía solidaria más informales.

Aunque no son empresas democráticas son muy valiosas (con este mismo «espíritu» o sentido) las empresas sociales nucleadas en Ashoka y en documentos de la Unión Europea. También, en esta línea, pueden mencionarse experiencias que mezclan lo comunitario y lo espiritual con el emprendimiento (como son los casos de Sekem o la «economía de comunión«), el enfoque de la economía del bien común (y en Argentina), empresas «b»,  -desde una perspectiva más amplia- el enfoque de los «cuatro retornos» (a la inspiración, al capital social, al capital natural y al capital financiero para que sea sostenible también en esta dimensión), por citar sólo algunos «parecidos de familia».

En el marco de lo señalado debemos considerar a la economía social y solidaria, así como las empresas sociales o otras experiencias afines, como otros posibles caminos que existen para generar trabajo, donde -en este caso- buscando la democratización de la empresa (en el caso de las cooperativas) y no planteándose la maximización del excedente (bajo la forma de lucro o destacando que hay «diversos retornos»: no estando en primer lugar el financiero). Todo ello hace una significativa contribución (con sus éxitos y falencias o fracasos) al logro un mundo mejor.

La Economía Cooperativa

En los orígenes de la humanidad la economía tuvo rasgos predominantemente comunitarios. Ello se debía, especialmente, a que era «necesario y útil» para la caza y la recolección de frutos y vegetales frente a una naturaleza cambiante y -por momentos- hostil. Otras interpretaciones le adicionan que, además de adaptarnos y rivalizar por el territorio y los recursos, estamos conformados también para ser solidarios y compartir.

Luego de los orígenes de la humanidad recién mencionados, cabe destacar que en la época premoderna han habido muchísimas experiencias de economía comunitaria. En este link de las páginas 9 en adelante (1) se hace una presentación general del tema y se mencionan muchas de ellas.

En el marco de lo que se viene de mencionar, en la modernidad, si bien muchas experiencias comunitaristas continúan (por ejemplo de pueblos originarios, de origen religioso, etc.) surge el cooperativismo (ver los valores en la imagen de la entrada), el mutualismo y, más en general, la economía social como experiencias concretas. En cuanto a la experiencia cooperativa, si bien no fue la primera, el hito fundante más reconocido fue el de los Pioneros de Rochdale (en 1844, en Inglaterra) (2) por parte de obreros textiles que buscaron resolver la necesidad de abastecerse de alimentos y encarar otros fines sociales (ver este libro con su historia). La economía como «ciencia» no le dió reconocimiento a este enfoque dado que se consideró que estaba asociada a la concepción económica premoderna o una economía normativa (en comparación con lo que la ciencia «positiva» considera «es la realidad» independientemente de un «deber ser» que alguna corriente pregone) (3) . Por otro lado el marxismo -si bien la consideraba valiosa- entendía que terminaba siendo absorbida por el capitalismo.

Han existido numerosos pensadores y corrientes vinculadas -en especial- a variantes del socialismo, y a otras (por ejemplo el socialcristianismo o más relacionadas al liberalismo y afines). Entre ellos podemos destacar a Robert Owen, Charles Fourier, Philippe Buchez, Charles Gide, Louis Blanc, Pierre Joseph Proudhon y muchos otros precursores directos del cooperativismo. Sin duda influyeron en ellos lejanos antecedentes aportados por Platón (428-347 a. C.) -en especial su obra La República- y otros como Tomás Moro (1478-1535), autor de Utopía (1516), Tommaso Campanella (1568-1639), autor de La ciudad del Sol (1623), y Francis Bacon (1561- 1626), autor de La nueva Atlántida (1627) (4).

Hoy en día la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) estima en el orden de mil doscientos millones de personas que forman parte de alguna cooperativa en el marco de legislaciones nacionales (ver -por ejemplo- esta nota), sobre las que se han hecho reflexiones y análisis significativos. La definición de ¿qué es una cooperativa?, según el congreso de la ACI, en Manchester en 1995, es la siguiente: “una cooperativa es una asociación autónoma de individuos que se unen voluntariamente para satisfacer sus propias necesidades económicas, sociales y culturales, y las propias aspiraciones, a través de la creación de una sociedad de propiedad común y democráticamente controlada”(5), y ellas tienen principios que respetar y practicar. Sobre el «sistema cooperativo» véase este artículo de Julio H.G. Olivera. Además del cooperativismo se ha desarrollado el mutualismo y nuevas modalidades de economía solidaria que ha sido reflexionada por autores como José Luis Coraggio, Luis Razeto y otros.  En el caso argentino ha tenido un significativo desarrollo con la inmigración y más recientemente vinculado al cooperativismo de trabajo (en especial en empresas recuperadas), a expresiones de la economía popular (que seguramente tomarán más relevancia por los efectos de la pandemia) y de pobreza, así como en situaciones muy difíciles como es la recuperación de emprendimientos de la mafia (ver este caso).

También cabe decir que el universo de las cooperativas es muy heterogéneo en cuanto a escala (hay pequeñas, medianas y grandes) y en cuanto a sectores. Respecto de esto último, y para el caso argentino, se puede consultar esta página del INAES (y poner «seleccione actividad») para ver la gran diversidad de sectores en las que están presentes. Así mismo se puede afirmar que, si bien son organizaciones democráticas, hay también -en la práctica- una gran diversidad de expresiones, liderazgos y modelos de gestión, a pesar del estricto marco normativo.

A diferencia de empresas sociales (no democráticas pero también experiencias «muy valiosas«), las cooperativas tienen una doble dimensión -en lo organizacional y en los liderazgos- que cuidar articular satisfactoriamente: la asociativa democrática interna y la emprendedora (o como empresa) de provisión de bienes y servicios (según corresponda). Los posibles riesgos o peligros (6) en ambas dimensiones se podrían sintetizar en los siguientes:

  • en la asociativa: si se reduce exclusivamente a un «ritual formal» (centrada en una adhesión pasiva pero con poca participación «activa») (7) o si predomina principalmente la deliberación interna (a veces muy centrada en el debate ideológico y de pugna de distintos sectores internos) la cooperativa termina naufragando en un «asambleismo» dentro del sistema económico vigente, lo que puede terminar deteriorando su funcionamiento como empresa.
  • en la emprendedora: a) no haber realizado un buen análisis FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades, Amenazas) en un mundo «volátil, incierto, complejo y ambiguo» (y, en particular, en contextos como el de Argentina) que permita una estrategia adecuada y un  comportamiento «prudente que minimice y diversifique riesgos» (por ejemplo guardando reservas o recaudos suficientes) (8);  b) no tener buenos sistemas de gestión y de auditoría (riesgos externos -por ejemplo vinculados con lo informático o al impacto de alta inflación- o internos de «empleados infieles» o poco capacitados y motivados); c) un buen plan y sistema de comercialización y de compras; d) o si sólo predomina principalmente «lo empresarial» y el «gerenciamiento técnico» (9) -desvinculado de los socios- se desnaturaliza su naturaleza democrática y social (además del peligro de que la gerencia no rinda cuentas de manera transparente al Consejo de Administración y a los socios en general, generándose posibles casos de corrupción); entre otros.

Por lo tanto debe cuidarse buenos enfoques y prácticas, así como el equilibrio entre ambas dimensiones, si se quiere desarrollar de manera integral y sustentable manteniendo su identidad (10) y su sostenibilidad en el tiempo. Un aspecto también a tener en cuenta es el rol del Estado (más allá de su rol regulador y fiscalizador): que debiera estar más presente con adecuados instrumentos de apoyo en el sostén de las entidades más frágiles (en especial vinculadas a la economía popular y al cooperativismo de trabajo) y más distante o totalmente independiente en aquellas que son muy sólidas en su viabilidad económica, trayectoria y estructura institucional.

Podemos afirmar que tanto la experiencia práctica como el desarrollo teórico de la economía social demuestran que es factible una alternativa a los emprendimientos que sólo buscan maximizar el lucro (11). Ello le da un carácter más humanista, democrático y equitativo a la generación y distribución del valor agregado por el trabajo, pudiéndolas ubicar dentro de la economía plural (12) y haciendo un aporte muy valioso para converger a un mundo mejor.

Nota al pie: Sobre el pasaje de una empresa recuperada a una cooperativa en Argentina es interesante, entre muchos otros, el caso de Grissinopoli (en la actualidad “Cooperativa La Nueva Esperanza”) cuya película se puede ver en este link.

  1. Se transcriben la Introducción y el Capítulo 1 del Libro La Economía Social en el Norte y en el Sur, de J. Defourny, P. Develtere y B. Fonteneau (compiladores), publicado por Ediciones Corregidor en Buenos Aires en el año 2001 (desde el punto II en adelante de este link). Además existe una numerosa bibliografía al respecto.
  2. Una excelente síntesis de esta experiencia se puede visualizar en el minuto 30 de este video con una exposición del Dr. Dante Cracogna.
  3. Manuel Fernandez Lopez en un trabajo sostiene (analizando el pensamiento de Juan B. Justo, pero extensible a demás referentes del socialismo), que la economía cooperativa es una expresión del enfoque institucionalista o economía institucionalista en el sentido de cómo aborda la propiedad (algo similar dice Karl Polanyi, en su diferenciación de cómo el capital está institucionalizado en el capitalismo y en el socialismo) y la gestión asociada.
  4. Mayores detalles sobre esta temática y sobre el cooperativismo en general se pueden encontrar en el libro «Las Cooperativas. Fundamentos, historia y doctrina», de Alicia Kaplan de Drimer y Bernardo Drimer, edición revisada por Mirta Vuotto (Ed. Intercoop, Bs.As., 2017). también es muy valioso un libro de Ivano Barberini
  5. Cabe destacar que hay variedades de cooperativismo, como la de Alemania, que son modalidades asociativas que no se consideran solidarias (más allá de la responsabilidad de los socios entre ellos y con terceros, como cualquier otra sociedad). «La solidaridad» no forma parte de los principios cooperativos, aunque se la menciona entre los valores. También se puede señalar que entre los principios y valores y la realidad concreta de una organización puede haber una brecha derivada de las características del grupo humano en cuestión, y que es necesaria de abordar de manera sistemática, participativa y profesional. En cuanto a su relación con el sistema capitalista ya hemos mencionado el enfoque del marxismo, el enfoque del «sistema cooperativo» (en el artículo ya citado de J.G.H. Olivera), los relacionados con la economía social y solidaria, y deberíamos agregar los que la colocan con autonomía en el marco de una economía plural (también se puede ver el gráfico de entrada de esta nota).
  6. Existe literatura sobre el fracaso de emprendedores o el fracaso de las naciones, pero hay muy poca literatura (en base a una búsqueda rápida que se ha realizado) sobre las posibles causales del fracaso de las cooperativas, salvo artículos periodísticos como este o de carácter más general y completo como este.
  7. Es un peligro en general, y en especial en la medida que se aumenta la escala de la organización. Es un desafío la implementación de modos de participación (y de «escucha» como pueden ser las de las encuestas on line o presenciales) no sólo en las asambleas y comités de asociados, para detectar si la cooperativa sigue siendo «útil y necesaria» además de «buena» desde el punto de vista de los valores o principios. Ello posibilitará hacer a tiempo los ajustes necesarios para que «lo formal asociativo coincida con lo real participativo».
  8. Posiblemente haya sido el caso de la Cooperativa El Hogar Obrero que se quiso expandir (v.g. compra del Mercado de Abasto) en un contexto hostil, lo que la llevó a la convocatoria de acreedores y nunca más -hasta el momento- pudo rehabilitarse como cooperativa de consumo (sí de vivienda).
  9. Un adecuado gerenciamiento técnico articulado con una adecuada estrategia, que tenga una visión realista del contexto y del futuro es fundamental para la viabilidad económica de la cooperativa. En casos como el de la Cooperativa Sancor, de Argentina, se le ha sumado lo indicado en la llamada anterior  frente a una política gubernamental que no favoreció al sector, las demoras en los pagos de Venezuela y un rol «no inteligente» del sindicato en el cuidado de la empresa (no es el caso de Sancor Seguros ni de Sancor Salud). Un caso muy positivo de estrategia y gerenciamiento es el de la cooperativa española Dcoop que menciona esta nota, así como este manual de buenas prácticas de la Legacoop, o lo que dice este link en la parte de «actuar» (para cualquier organización, y que habría que hacer las adaptaciones necesarias para las empresas cooperativas),  pero el movimiento cooperativo tiene aún -según nuestra modesta opinión- un largo camino que recorrer en cuanto a la generalización y aplicación de estos instrumentos.
  10. Un despliegue territorial de las cooperativas en la Argentina se puede encontrar en la Ruta Argentina de las Cooperativas. En lo institucional podemos destacar principalmente a COOPERAR y CONINAGRO, la CAM (para el Mutualismo) y como organismo del Estado nacional al INAES. Respecto a políticas públicas se puede ver esta nota.
  11. Cabe destacar que según una investigación realizada por H. Kantis, Masahiko Ishida y Masahiko Komori (ver esta publicación, en particular el Gráfico 2-7 “Principales motivaciones para ser empresario”, en la página 26), donde se muestran los resultados de una encuesta a fundadores de empresas de los países seleccionados en el estudio y de allí surge que la mayoría no emprende para «hacerse rico» o maximizar el lucro. Si un mundo mejor no tiene como finalidad la mera maximización del excedente económico, estos emprendedores también forman parte de esta aspiración. Se comenta en esta nota.,
  12. Respecto de forman parte o no del denominado “tercer sector” cabe destacar que, según la Universidad Johns Hopkins, no forman parte debido a que reparten beneficios o una parte de sus excedentes.

 

Por Qué?

En la Introducción de esta sección, fundamentalmente tratamos de definir “qué” es un sistema según distintos enfoques. Ahora pasamos a abordar la cuestión de los “móviles” (abordado también en esta nota desde otra perspectiva). Es decir el ¿por qué actuamos de determinada manera? o ¿qué es lo que nos mueve? en los sistemas económicos, en especial desde la literatura económica.

Aquí seguimos con el enfoque de la complejidad así como con las principales corrientes sobre el comportamiento en esta temática y de que hay una “pluralidad de móviles” dependiendo de la/s persona/s y su contexto en la historia.

LA NECESIDAD Y EL SUSTENTO

Sabemos que, desde el comienzo de la historia de la humanidad y de nuestra supervivencia como especie, ha estado presente resolver la cuestión de la necesidad de proveernos el sustentoDesde nuestra experiencia como cazadores y recolectores hasta la actualidad esto está presente para todos los humanos, y en particular para quienes están en una situación de fragilidad socioeconómica (indigencia y pobreza), en situación de graves conflictos o de cambio climático.

También tenemos conocimiento que, en especial a partir del Neolítico (y de que pasáramos de nómades a sedentarios –en términos generales-), fue desarrollándose una división del trabajo y de “individuación”, así como apareciendo un excedente o surplus en la actividad económica con apropiación desigual. Hubo en el proceso histórico –en términos del enfoque de Karl Polanyi) cambios institucionales y tecnológicos que se expresaron en distintos modos de intercambiar, de redistribuir y de reciprocidad (incluido el don o la gratuidad). Los trazos gruesos del “cómo” se fue dando esto lo comentaremos en una próxima entrada o presentación.

EMOCIONES, DESEOS, RACIONALIDAD Y COSMOVISIONES

Además de satisfacer “la necesidad” y de proveer “el sustento”, los seres humanos también tenemos emociones y deseos, racionalidad y una cosmovisión como sistema de ideas, creencias, valores, arquetipos, normas introyectadas…, que juegan en nuestras interacciones y decisiones.

Los enfoques sobre este “componente” humano fueron variando en el tiempo:


EN LOS ORÍGENES…

Comenzando por Aristóteles, donde según K. Polanyi y C. Arensberg (“Les Systemes Economiques”, Larousse Université, Paris, 1975, pág. 105) para Aristóteles la noción de economía es la disciplina que estudia la satisfacción de las necesidades vinculadas con los recursos materiales, tanto de las familias, como de las comunidades (hoy diríamos su carácter “social”) y la polis (de allí su relación con la ciudadanía y la política). Esto se presenta en un contexto de “buena voluntad” (philia) que se expresa en un comportamiento de “reciprocidad” (antipeponthos) como una disposición para asumir las cargas que tiene un rol y para un compartir mutuo. Todo lo que es necesario a la continuidad y al mantenimiento de la comunidad, incluida su autosuficiencia (autarkeia) es “natural” e intrínsecamente justo. Pero el filósofo observa que también aparece la crematística vinculada al “arte de aprovisionarse” -en la negociación que se da en el intercambio-, del “arte de ganar dinero” derivada del “deseo” de afán de lucro (para más detalles véase también el texto de H. Fazio, “Economía, Ética y Ambiente (en un mundo finito)”, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 2012). Esta última versión de la crematística (como deseo de afán de lucro) sería la predominante en el mercantilismo y en el capitalismo.

LOS CLÁSICOS, EN PARTICULAR ADAM SMITH
SU COSMOVISIÓN

En el caso de los clásicos, un autor fundamental ha sido Adam Smith, economista y filósofo escocés, que vivió entre 1723 y 1790, muy influido por el filósofo moral Francis Hutcheson y por David Hume, y también -aunque con diferencias- por los fisiócratas franceses Quesnay y Turgot. En él hay distintos componentes donde no sólo tienen que ver con las emociones y deseos, sino también con una cosmovisión de la época que incluyen un determinado tipo de racionalidad y de valores. Para ello nos basaremos en el análisis que hace el texto de Spiegel, H.W, “El Desarrollo del Pensamiento Económico, Omega, 1991 (en particular parafrasearemos las páginas 275 a 277) que, a mi entender, describen bien los distintos componentes, su interacción y qué es lo que predomina (con determinadas restricciones) basándose en dos de sus obras más conocidas: “La Teoría de los Sentimientos Morales” y “La Riqueza de las Naciones”

Respecto de estos dos textos dice Spiegel que “contienen su propia versión del newtonianismo moral y social, extendiendo el último la idea hasta el campo de la economía política. Ambas obras están, según esto, dentro de la tradición de la filosofía de los moralsitas británicos, tal como hemos visto en los ejemplos de Shaftesbury y de Hutchenson. La Teoría de los Sentimientos Morales fue uno de los diversos intentos de desarrollar una ética basada en un principio unificador –en este caso la benevolencia y la compasión- que pudieran iluminar el armónico y beneficioso orden del mundo moral…

…Para la posteridad, sin embargo, su gran estatura intelectual se debe a La riqueza de las naciones, en la que intenta, en forma totalmente nueva, conciliar la nueva ciencia de la economía política en un universo newtoniano totalmente mecánico y, al mismo tiempo, armónico y beneficioso, en el que la sociedad se beneficia de las inintencionadas consecuencias de la búsqueda de interés particular de cada persona.

Hay, por lo tanto, una gran afinidad entre la estructura de La teoría de los sentimientos morales y la de La riqueza de las naciones. Ambos trabajos están integrados en un gran principio unificador. Lo que realiza la compasión en el terreno moral, lo hace el propio interés en lo económico. Cada uno de estos principios, en sus reinos respectivos, producen una armonía la que caracteriza al orden natural newtoniano…. La de Smith es una ética de autodominio y de confianza en uno mismo, como lo es su laissez faire en economía y, esta ética del autodominio y de la autoconfianza son típicas, al mismo tiempo, de un hombre que no llegó a conocer a su padre.

Smith no admite que el sentido moral, la benevolencia o la utilidad, puedan ser las bases de la ética. El sentido moral, concepto nuevo, es algo superfluo puesto que no denota nada que no puede ser deducido de la simpatía o de la aprobación. La benevolencia puede ser quizás el principio de acción fundamental para la Divinidad, pero el hombre criatura imperfecta, ha de actuar con frecuencia por motivos distintos. La utilidad, el penetrante principio de Hume, no es un criterio de bondad; en caso contrario, no tendríamos otros motivos para alabar a un hombre que los que tenemos para encargarle una cómoda.  El hombre da y busca la aprobación para las acciones que considera rectas y no para las que son meramente útiles. La utilidad puede también merecer aprobación pero sólo de forma incidental, como una idea tardía que dé, sin embargo, a las cualidades aprobadas, un nuevo valor”.

Cosmovisión de Smith

El autodominio, la benevolencia en el ámbito individual, el  respeto por las reglas sociales (movimiento puritano liderado por O. Cromwell y luego moral victoriana) y públicas (enfoque de J. Locke) y la felicidad de la humanidad en el marco de una “carrera hacia la prosperidad” (la competencia para lograr el progreso propuesto por la modernidad)

“En la ética de Smith, la simpatía o compasión por los demás y deseo de aprobación nos hacen dominar nuestro egoísmo y dar rienda suelta a nuestra inclinación a la benevolencia. Esto constituye la perfección de la naturaleza humana y puede producir por si sólo en la humanidad esa armonía de los sentimientos y de las pasiones que constituye toda su gracia y decoro. La consecución de la armonía, aquí como en todas las cosas, no se debe a la razón humana, sino a la economía de la naturaleza que nos ha dotado de una tendencia a buscar los medios con los que conseguir el fin último de la misma, pero por nosotros mismos e independientemente de nuestra inclinación a conseguirlo…El gran designio de la naturaleza es la felicidad de la humanidad, felicidad que promovemos nosotros mismos cuando seguimos los dictados de nuestras facultades morales. La dicha está, en realidad ampliamente extendida; por cada hombre que sufre dolor o miseria, se puede encontrar veinte en prosperidad y alegría.

Cómo puede servir a este gran designio, la búsqueda del interés personal? Cada hombre ha recibido de la naturaleza el encargo primordial de cuidar de sí mismo, estando en mejor posición para cumplir esta función de lo que estaría ningún otro, El espectador imparcial le empujará a estar más ansioso de conseguir su propia dicha y a buscarla de forma más asidua, de lo que lo haría ninguna otra persona. En la carrera hacia la prosperidad deberá poner en tensión todos sus músculos y todos sus nervios para derrotar a sus competidores. Sin embargo si empujara o hiciera caer a alguno de ellos, se enajenaría la indulgencia de los espectadores, pues ello sería una violación del juego limpio, cosa que ellos no pueden admitir. Por el contrario, si permanece dentro de los límites de la prudencia y de la justicia, la ambición es merecedora de admiración, El mundo respeta poco al hombre que no se ejercita en la búsqueda de la riqueza, cuando le sea posible adquirirla sin mezquindad ni injusticia”.

Smith y por qué buscamos la riqueza?
Identificarse con el arquetipo de los “grandes” –

El éxito vinculado a ser “reconocidos y aprobados socialmente” (ver relación con “narcisismo”, singularidad y “trascender” por diferenciación)

Grandes como “poderosos” (en la escala social). La cuestión del poder enmarcado en la ley y en el corset del campo de fuerzas del mercado (la mano invisible)

“El hombre busca la riqueza y no porque le empujen a ello la necesidades naturales. Estas quedarían satisfechas con el salario del más pobre trabajador. Su motivación es más bien el deseo de emular a los que están por encima de él. Las ventajas que perseguimos mediante ese gran fin de la vida humana al que llamamos mejorar nuestra condición, son la atención y la aprobación. El objetivo final de nuestros deseos es conseguir la condición de los grandes. Así los hombres continuarán acumulando riqueza con angustias y esfuerzos penosos, siguiendo tan expuestos como antes, o quizá más, a la ansiedad, al temor y a la angustia y, de la misma manera a la enfermedad, al peligro y a la muerte. Pero es, sin embargo esta cualidad engañosa de la riqueza la que hace que surja la industria humana y la que mantiene en movimiento continuo. El rico consume poco más que el pobre pero, a pesar de su natural egoísmo y rapacidad, a pesar de que busca sólo su propia convivencia y a pesar de que el único fin que se propone sacar del trabajo de las miles de personas a quienes emplea es la satisfacción de sus propios deseos vanos e insaciables, tendrá que repartir con el pobre el producto de todo su trabajo. Están todos conducidos por una mano invisible, consiguiéndose una distribución de las cosas necesarias para la vida, muy parecida a la que se hubiera tenido si la tierra se hubiera dividido en partes iguales entre sus habitantes; de esta forma, sin pretenderlo ni saberlo va avanzando el interés de la sociedad. 

Lugar donde se expresa esto: el interés y el egoísmo en el mercado

“La economía de la autoconfianza de Smith está basada en el deseo de mejorar nuestra condición, deseo que viene con nosotros desde el seno de nuestra madre y no nos abandona hasta que bajamos a la tumba. Para realizar este deseo, unos adularán a sus semejantes y otros esperarán ayuda de su benevolencia. Pero el hombre tendrá más probabilidades de prevalecer, si consigue interesar el egoísmo de los demás en su favor y si les muestra que el hacer lo que les pida será ventajoso para ellos … No podemos esperar nuestra comida de la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero, sino de la consideración de su propio interés. Nos dirigimos no a su humanidad, sino a su egoísmo y no hablamos de nuestras propias necesidades, sino de sus ventajas.

Al ir tras sus propios intereses, los hombres promueven normalmente el interés de la sociedad en forma más efectiva que si hubieran realmente intentado hacer tal cosa.”

No hay benevolencia en esta forma de intercambio que denominamos “mercado”

Yo no he visto nunca hacer mucho de bueno a los que dicen trabajar para el bien común. Los hombres son generalmente mejores jueces de sus propios intereses que de los intereses de la sociedad, aunque incluso sus juicios sobre sus propios intereses distan mucho de ser perfectos”.

Un análisis complementario con mayor desarrollo se puede ver en esta nota.

Imperfección, racionalidad en el mercado y optimismo

“Así, por ejemplo, tienden a atribuir un valor excesivo a sus probabilidades de ganancia y a menospreciar sus probabilidades de pérdida, debido a una absurda soberbia sobre su propia fortuna, que corre pareja con la presuntuosa idea que tienen la mayor parte de los hombres acerca de sus propias facultades. La racionalidad económica dista mucho de la perfección, pero su misma imperfección da al sistema económico una predisposición hacia el optimismo”.

El fin de la producción es el consumo

“Respecto al fin u objeto de las actividades económicas, se establece audazmente que el consumo es el único fin y propósito de la producción. De esto se sigue que debería atenderse al interés del productor sólo en tanto en cuanto sea necesario para promover el del consumidor. Aunque Smith declara que el propósito de toda producción es el consumo, no desarrolla una teoría del consumo plenamente madura, sino que se interesa por la producción. Algún tiempo después, cuando la producción se hubo incrementado debido a la revolución industrial y los problemas del conflicto económico se hubieron hecho más apremiantes, surgiría la distribución como problema central en el pensamiento de Ricardo”.

DESPUÉS DE LOS CLÁSICOS

Antes de plantear, a trazos gruesos, el enfoque  de algunas corrientes del socialismo y del marxismo sobre la cuestión de los móviles, diremos que:

  • Para los Neoclásicos: Van a centrarse en la relación del sujeto con el bien, y para ello lo van a hacer con “una representación mental del mecanismo económico. Y para ese fin pensaremos primero en un estado organizado comercialmente en el cual prevalezcan la propiedad privada, la división del trabajo y la libre competencia” (véase Schumpeter, A., Teoría del Desenvolvimiento Económico, FCE, México-Buenos Aires, 1997, página 19). Según K. Polanyi, este enfoque se centra en el enfoque “formal” de la economía.
  • En el caso de J. M. Keynes, retoma la idea de imperfección de Smith y, según algunos autores al término que utilizó David Hume para la “motivación espontánea”, y la lleva al rol de la irracionalidad a partir de lo que denomina “animals spirits”: En su obra,Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (Fondo de Cultura Económica, Tercera edición, 2001, pp. 141) afirma que «aún haciendo a un lado la inestabilidad debida a la especulación, hay otra inestabilidad que resulta de las características de la naturaleza humana: que gran parte de nuestras actividades positivas dependen más del optimismo espontáneo que de una expectativa matemática, ya sea moral, hedonista o económica. Quizá la mayor parte de nuestras decisiones de hacer algo positivo, cuyas consecuencias completas se irán presentando en muchos días por venir, sólo pueden considerarse como el resultado de los espíritus animales —de un resorte espontáneo que impulsa a la acción de preferencia a la quietud, y no como consecuencia de un promedio ponderado de los beneficios cuantitativos multiplicados por las probabilidades cuantitativas”-
  • Lo que se ha denominado la “Economía del Comportamiento”: si bien sus orígenes se remontan a la economía clásica, con aportes también de pensadores neoclásicos, es desde los comienzos del siglo XX (con la psicología económica) y fundamentalmente desde los años sesenta en adelante con la psicología cognitiva donde se desarrolla. Ahí se destacan trabajos como los de Kahneman y Tversky en 1979 con «Prospect Theory: An Analysis of Decision Under Risk», y en 2011 un texto de Daniel Kahneman «Pensar Rápido, Pensar Despacio». En este último se retoman las primeras investigaciones sobre los sesgos cognitivos, la teoría de las perspectivas y la cuestión de la felicidad. El libro plantea la dualidad o dicotomía existente entre dos modos o sistemas de pensamiento: el Sistema 1 es rápido, instintivo y emocional. El Sistema 2 es lento, más deliberativo y más lógico.

VOLVIENDO A LAS PRINCIPALES CORRIENTES HISTÓRICAS

LOS MÓVILES EN EL CASO DEL SOCIALISMO EN GENERAL

  • Podemos afirmar brevemente que la solidaridad se expresa como un valor en los seres humanos y que luego se traduce en procesos, estructuras y un sistema socialista bajo una forma de propiedad común, y muy frecuentemente adopta la forma cooperativa.
  • Sería uno de los conceptos contrarios a “individualismo”. Este concepto fue usado por los socialistas franceses de Saint Simon, para describir lo que ellos creían era la causa de la desintegración de la sociedad francesa luego de la revolución de 1789.

LOS MÓVILES EN EL CASO DEL SOCIALISMO CIENTÍFICO O MARXISMO

  • Marx considera las múltiples manifestaciones de la actividad mental de los hombres como una “emanación directa de su comportamiento material”. “No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia”
  • Frente al enfoque hegeliano, Marx en el posfacio a la 2da edición de “El Capital” (1873) plantea “colocar sobre sus pies” esa dialéctica a la que reprocha estar cabeza abajo.  En este posfacio citando a un crítico ruso, cuya interpretación del método dialéctico aprueba señala que “El (Marx) considera el movimiento social como un encadenamiento natural de fenómenos históricos, encadenamiento a leyes que no sólo son independientes de la voluntad, la conciencia y los designios del hombre, sino que por el contrario: determinan su voluntad, conciencia y designios”.
  • Agrega: “mi método dialéctico no sólo difiere por su base del Hegeliano, sino que incluso, es exactamente su opuesto. Para Hegel, el movimiento del pensamiento, al que personifica con el nombre de IDEA, es el demiurgo de la realidad, la cual no es más que la forma fenoménica de la idea. Para mí, en cambio, el movimiento del pensamiento no es más que el reflejo del movimiento real, transportado y traspuesto al cerebro del hombre”.
  • Lo anterior conlleva a que los móviles cambiarán si cambian las relaciones sociales de producción (por ejemplo a través de ejercer la propiedad colectiva) y el desarrollo de las fuerzas productivas (en otros palabras: cambio tecnológico).
  • Dentro del marxismo han existido corrientes como la de la revolución cultural china (cambiar móviles a través de una educación o re-educación “forzada”) o la cuestión del hombre nuevo en Guevara y el debate entre incentivos morales o incentivos materiales.

El caso del Che Guevara

  • Entre los documentos a ver en este último caso está su escrito de 1965 sobre “El Socialismo y el Hombre en Cuba” donde, plantea la cuestión del hombre nuevo e inicia el debate sobre incentivos morales y materiales.
  • En un párrafo dice: “A pesar de la importancia dada a los estímulos morales, el hecho de que exista la división en dos grupos principales (excluyendo, claro está, a la fracción minoritaria de los que no participan, por una razón u otra en la construcción del socialismo), indica la relativa falta de desarrollo de la conciencia social. El grupo de vanguardia es ideológicamente más avanzado que la masa; esta conoce los valores nuevos, pero insuficientemente. Mientras en los primeros se produce un cambio cualitativo que le permite ir al sacrificio en su función de avanzada, los segundos sólo ven a medias y deben ser sometidos a estímulos y presiones de cierta intensidad; es la dictadura del proletariado ejerciéndose no sólo sobre la clase derrotada, sino también individualmente, sobre la clase vencedora”. Aquí se puede visualizar el rol del deber y el sacrificio, así como también el ejercicio de la autoridad bajo la dictadura del proletariado (una forma particular de autocracia).
  • En otro de los párrafos, dice: “Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad. Quizás sea uno de los grandes dramas del dirigente; éste debe unir a un espíritu apasionado una mente fría y tomar decisiones dolorosas son que se contraiga un músculo. Nuestros revolucionarios de vanguardia tienen que idealizar ese amor a los pueblos, a las causas más sagradas y hacerlo único, indivisible. No pueden descender con su pequeña dosis de cariño cotidiano hacia los lugares donde el hombre común lo ejercita”. El amor como sentimiento y la idealización del mismo hacia los pueblos son componentes claves.
  • Complementariamente puede verse el artículo de Antonio Caparrós, en la página 177 del siguiente link: http://www.rebelion.org/docs/129729.pdf


MÁS RECIENTEMENTE LOS MÓVILES DE LOS EMPRENDEDORES

En general

  • Sin duda “emprender” tiene distintos móviles como ser: satisfacer necesidades propias y de terceros, sentirme capaz de emprender sólo o con otros, progresar a partir de tener un cierto excedente, no tener posibilidad de contar un trabajo en relación de dependencia y por lo tanto tener que emprender “algo”, “alcanzar el arquetipo de ser millonario”, buscar una renta…. entre otros móviles. Recientemente se ha venido destacando la cuestión de la cultura y un ecosistema emprendedor.
  • En el caso de los emprendimientos dinámicos de empresas jóvenes en un contexto sistémico, según el Dr. Hugo Kantis, lo que las mueve a emprender son el contar con ideas nuevas, hacer algo “diferente” (“no hacer más de lo mismo”), la innovación asociada a lo anterior y la ambición para crecer en un contexto colaborativo de un equipo humano apto (ver su presentación en el siguiente link: https://www.youtube.com/watch?v=8mrvd9FkLO4). También este autor en otro trabajo (ver resumen Gráfico 2, página 3) muestra una evidencia empírica de cuales son los móviles que explicitan los empresarios encuestados, en esta investigación, para emprender, y que se muestran a continuación:

  • Posiblemente en la respuesta de “auto realización” habrán motivaciones “narcisistas”. En algún caso -más bien extremo- el considerarse “como Dios”, o las historias descriptas en el libro de Andrés Oppenheimer, Crear o Morir (Ed. Debate, 2014). Para el caso argentino se pueden ver testimonios de presentaciones de emprendimientos donde señalan las principales características del caso argentino (ver, por ejemplo, filmina 23 del siguiente documento: http://eventos.senado.gov.ar:88/20058.pdf)
  • En lo que se ha escrito y producido como film acerca de la vida de emprendedores como Steve Jobs se destacan el obtener un logro fundamentalmente en el campo simbólico pero validado por el “éxito en el mercado”. De allí las tensiones en que sea viable económicamente la idea, de la presión que se pone en la vida personal y familiar, y fundamentalmente hacia colaboradores y proveedores (como el caso de Foxconn). De esto podríamos decir que no importando los costos en términos de salud y calidad de vida, en un contexto de cruda competencia (en este caso con Bill Gates, pero no sólo). En estas historias (como la de Joy Mangano, que se puede visualizar en el film “Joy”) también aparecen otros fenómenos como el robo o la estafa y otras adversidades a las cuales hacer frente en el marco de un sistema capitalista).
  • Este tema también se aborda en esta nota.

Lo social en los emprendimientos

  • Los móviles de “lo social” en los emprendimientos de empresas. Podemos decir que hay muy diversas experiencias:

    • La economía social desde comienzos del siglo XIX hasta la actualidad (que según la ACI: http://ica.coop/es/node/999 cuenta con mil millones de miembros en el mundo) y la economía solidaria más en general (que retoma experiencias del comunitarismo de pueblos originarios y otras más recientes que se mezclan con la llamada “economía popular”).
    • La Responsabilidad Social Empresaria. Si bien hay antecedentes desde el siglo XIX, es desde mediados del siglo XX donde comienzan a desarrollarse experiencias de Responsabilidad Social Empresaria en Estados Unidos, y posteriormente en Europa y en otros continentes. De estas experiencias habrá que discernir las que cuentan con experiencias significativas de las que no las tienen.
    • Las Empresas Sociales. Al respecto es muy relevante la experiencia de Ashoka (es una organización internacional pero en el siguiente link se puede ver la sede de Argentina: http://argentina.ashoka.org/). Esta ong los define como “poseedores de la visión, la creatividad, y la determinación tradicionalmente asociada a los emprendedores de negocios, pero su motivación es la de generar un cambio social profundo y duradero y no el beneficio económico”.
    • Otras experiencias provenientes del campo religioso, como es el caso de las empresas de la “economía de comunión, o desde la ecología como la economía verde, la economía circular o la más reciente economía azul, entre las principales.

En otra entrada, intentaremos relacionar cuales móviles vinculados a determinados a procesos nos acercan o no a «un mundo mejor».