La significación del trabajo

Podemos afirmar que el trabajo tiene un enorme significado en la vida humana. Este significado no tiene un solo sentido sino que es diverso de acuerdo al enfoque que adoptemos.

Por un lado podemos afirmar que es una forma de expresión de nuestra singularidad, de nuestra energía, de nuestros talentos, de «para qué» estamos en este mundo, de nuestra capacidad, «utilidad» o posibilidad de resolver nuestro sustento e ir más allá como creadores (o co-creadores, según nuestras creencias) en esta Tierra y en este Universo. Por otro lado también tiene connotaciones negativas: el origen etimológico latino de la palabra «trabajo» es tripalium (herramienta parecida a un cepo con tres puntas o pies que se usaba inicialmente para sujetar caballos o bueyes y así poder herrarlos).  Tripaliare significa ‘tortura’, ‘atormentar’, ‘causar dolor’.

En la imagen que hemos puesto en esta entrada, en el cuadrante izquierdo, reproducimos una imagen mítica del paraíso terrenal. En la tradición judeocristiana el paraíso es un lugar de goce (podríamos decir de ocio gozoso) y la expulsión del mismo conlleva resolver el sustento «con el sudor de tu rostro» (Génesis, 3-19). En base a esta narrativa el trabajo puede ser considerado como un «castigo» o -mejor aún- como un esfuerzo humano que nos aleja del «goce» (o del paraíso). Algo similar podríamos afirmar de la Grecia clásica donde el trabajo era una actividad servil que los ciudadanos no debían realizar, para orientarse a las actividades libres relacionadas con el ocio (el pensar, el arte y el deporte, principalmente). Lo que acabamos de mencionar también se podría interpretar -jugando un poco con la palabra trabajo- respecto a cómo una parte (los ciudadanos) «trabajaban intelectualmente (filosofando) y deportivamente» para si, mientras que los demás trabajaban –en tareas esforzadas y rutinarias- para los primeros (esto luego se va a repetir en el futuro de distintas maneras).

En la historia de la evolución humana, el pasaje del «esfuerzo» de ser recolectores y cazadores al Neolítico, con la aparición de la agricultura y la domesticación de los animales, conlleva a un esfuerzo que ya podríamos identificar como una noción más aproximada del comienzo del «trabajo». Luego a lo largo del tiempo, y con los distintos sistemas económicos y enfoques, va tomando distintas características hasta el momento actual. En lo que se refiere a enfoques en la modernidad, según Max Weber en su libro «La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo», es muy relevante el aporte de Lutero vinculado a la palabra alemana «beruf» (asociada etimológicamente a «ruf»: llamada o vocación)  traducida y desarrollada como «profesión», donde el trabajo conlleva valorar el cumplimiento del deber en las profesiones profanas como el contenido más elevado que puede tener una actuación realmente moral. Esto tendrá luego una derivación hacia el «trabajo duro» en Calvino.

Volviendo a los cuadrantes de la imagen de la entrada, los otros dos pretenden simbolizar el trabajo en la revolución industrial  (Charles Chaplin, en la película «Tiempos Modernos») y el rol de la inteligencia artificial en el futuro de la humanidad y del trabajo. Estas temáticas, y otras como la relación con la globalización, la macroeconomía, lo sectorial (primario, secundario y terciario) y su territorialización o localización, las diferencias de productividad y de calificación, la vinculación con la educación, con la pobreza estructural y el desempleo (el drama de la falta de trabajo), con lo normativo, con lo salarial o con un ingreso «desenganchado» del trabajo, con el emprendedorismo… entre otros temas, intentaremos abordarlas en otras notas de esta entrada. En este marco es interesante una reflexión de Silvia Stang. 

Hay distintas iniciativas y estudios sobre el futuro del trabajo como la encarada por la OIT y en esta nota, el BID, entidades como CHREATE, o libros en Argentina como el de Santiago Bilinkis (en especial con relación al cambio científico-tecnológico) o el de Alejandro Melamed (El futuro del trabajo y el trabajo del futuro, Ed. Planeta, 2017), entre otros, son aportes significativos a esta temática. Un mundo mejor conlleva resolver de manera satisfactoria esta dimensión dándole un sentido de significación y goce en nuestra vida.

El trabajo y su retribución

En la primera entrada hicimos un breve recorrido sobre la temática del trabajo. Ahí mencionamos como comenzamos como recolectores y cazadores donde el grupo compartía lo conseguido.

Con el paso del tiempo, y en particular desde el Neolítico, la delimitación de un territorio y la aparición de un excedente y la moneda, aparece un trabajo al que se le paga un salario. Este término deriva del latín salarium (que significa pago con sal, muy valiosa en la antigüedad porque servía para conservar la carne). Con la modernidad, y en especial con la revolución industrial, se expande una «sociedad salarial«, en  el sentido que le dan Michel Aglietta y Antón Bender («Le metamorphoses de la société salariale», Paris, Calmann Levy 1966) y Robert Castel (“Las metamorfosis de la cuestión social», Ed. Paidos, Bs As, 1997). Este último autor señala, entre otras cosas: «condición proletaria, condición obrera, condición salarial. Tres formas dominantes de cristalización de las relaciones de trabajo en la sociedad industrial, también tres modalidades de las relaciones del mundo del trabajo con la sociedad global. Si bien, hablando esquemáticamente, ellas se sucedieron en el tiempo, su encadenamiento no fue lineal. Con relación a la cuestión aquí planteada -el estatuto del salariado en tanto que soporte de la identidad social e integración comunitaria-, esas condiciones presentan más bien tres figuras recíprocamente irreductibles».

Pero en la posmodernidad esta sociedad salarial está en crisis, asociada a esta globalización y al acelerado cambio científico-tecnológico. Según Hannah Arendt «lo que tenemos ante nosotros es la perspectiva de una sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir privados de la única actividad que les queda. Imposible imaginar nada peor«.

Qué se puede hacer? Es muy difícil, pero sólo a título indicativo algunos puntos a explorar:

– Sería deseable construir otro tipo de globalización asociada a un postcapitalismo que supere al sistema actual, y donde se promueva una inteligencia artificial complementaria al trabajo humano y la cultura del cuidado y del compartir (en general, y en particular del excedente).

– Entre tanto, en el marco del sistema actual y a nivel nacional, poder realizar una política macroeconómica adecuada, hacer los cambios necesarios en el sistema educativo, ir generando nuevas oportunidades dependiendo del territorio, promover el compartir las horas trabajadas, e ir adecuando el marco regulatorio que acompañen los cambios de contexto.  En este último aspecto será fundamental desenganchar «salario» de «trabajo» buscando garantizar el derecho a un vida digna con herramientas como el ingreso universal.

– Acompañar un cambio cultural donde vivamos en un mundo en el que haya un piso de ingreso de ciudadanía (como el que venimos de mencionar), trabajos variables que nos generen un ingreso adicional, promovamos vocaciones y servidores mutuos en vez de trabajadores,  desarrollemos un ocio creativo y nos vayamos preparando para ser prosumidores (impresoras 3D en los hogares que proporcionen gran variedad de bienes que compartamos en el núcleo básico de afectos y a nivel local).

Todo lo anterior tiene supuestos «fuertes» como que la Tierra no acabe con nosotros dado el cambio climático producto de la insensatez humana y no canalicemos la agresividad unos contra otros con armas cada vez más poderosas. Podemos ir a un mundo mejor, pero no está para nada descartado ir a un mundo peor. Veremos como «juega» cada quien.

 

Revisando Críticamente Resultados

Puede ser que los móviles sean buenos (acordes con un mundo mejor) y que los procesos –desde una perspectiva previa a su implementación- hayan sido considerado correctos, pero, sin embargo, los resultados no sean satisfactorios para una mayoría de la población.

Hace tiempo leí una encuesta que se hizo a la población de algunas repúblicas de la ex Yugoslavia preguntándoles por la experiencia socialista, y la mayoría respondió que era “una buena idea pero mal implementada”. Esto se puede traducir que los resultados alcanzados –respecto de “la idea original”- no tuvieron adecuados procesos de implementación. Por lo tanto revisar los medios o procesos que se utilizan será de fundamental importancia.

Si tomáramos la reciente experiencia electoral estadounidense, podríamos decir que a pesar de los logros de la Administración Obama, un importante sector de la población norteamericana consideró insatisfactorios los resultados en particular a lo que se refiere a las expectativas futuras de lo que ellos consideraban acordes en cuanto a inserción laboral, ascenso social, a un mayor bienestar económico y al lugar de su país en el mundo (en particular en relación a China). Aquí revisar los “procesos” es muy complejo dado que conlleva revisar “la globalización vigente” (en este caso desde una perspectiva defensiva y proteccionista).

LOS RESULTADOS BUSCADOS POR DOS GRANDES CORRIENTES DE LA MODERNIDAD

 El capitalismo y el socialismo son hijos de la modernidad. En el caso del primero comenzó con su versión liberal, y luego –con el tiempo- se fueron dando una serie de variedades.

La promesa del capitalismo ha sido la riqueza de las naciones, y por lo tanto la riqueza de los individuos que forman parte de esas naciones. Desde los críticos más acérrimos (como Marx) hasta sus más fervientes defensores han coincidido que ha traído un gran progreso material. Los cuestionamientos han surgido por sus “costos” asociados a la relación entre capital y trabajo, a la desigualdad y a la destrucción del medio ambiente, entre las principales y en particular cuando el Estado no ha sabido o podido establecer reglas que trataran de mitigar o reducir estos efectos.

En la entrada vinculada con el “Por qué?” en esta página web, parafraseamos a Spiegel, H.W (“El Desarrollo del Pensamiento Económico, Omega, 1991) hablando de las dos grandes obras de Smith y allí decíamos que: “La Teoría de los Sentimientos Morales fue uno de los diversos intentos de desarrollar una ética basada en un principio unificador –en este caso la benevolencia y la compasión- que pudieran iluminar el armónico y beneficioso orden del mundo moral…

…Para la posteridad, sin embargo, su gran estatura intelectual se debe a La riqueza de las naciones, en la que intenta, en forma totalmente nueva, conciliar la nueva ciencia de la economía política en un universo newtoniano totalmente mecánico y, al mismo tiempo, armónico y beneficioso, en el que la sociedad se beneficia de las inintencionadas consecuencias de la búsqueda de interés particular de cada persona.

Hay, por lo tanto, una gran afinidad entre la estructura de La teoría de los sentimientos morales y la de La riqueza de las naciones. Ambos trabajos están integrados en un gran principio unificador. Lo que realiza la compasión en el terreno moral, lo hace el propio interés en lo económico. Cada uno de estos principios, en sus reinos respectivos, producen una armonía la que caracteriza al orden natural newtoniano….”

Un discernimiento detallado de lo anterior puede concluir en que hay “dos reinos” (el del individuo en su vida privada y el del mercado) donde en uno juega “la compasión” y en el otro “el interés”, entiendo a este relacionado con un utilitarismo individualista. Por lo tanto no hay ningún principio unificador entre estos dos reinos, sino que hay una disociación clara entre ambos (esto se podría extender al campo de “la política” en tanto “juego de ajedrez” entre bandos o grupos enfrentados, y cuyos conflictos no han pasado el límite de la violencia física, es decir al campo de “la guerra”).

Si lo anterior es cierto, podemos afirmar que este enfoque –donde prevalece el segundo reino y no el primero- no nos lleva a un mundo mejor, aunque haya progreso material. Para un mundo mejor el “primer reino debe avanzar –desde lo micro a lo macro- en forma sostenida sobre el segundo”.

Por otro lado está el socialismo. En el caso de su versión “revolucionaria”, si bien tiene como móvil la justicia y la libertad e igualdad plena, conlleva a la coacción sostenida a través de regímenes autocráticos que –en la experiencia del siglo XX y comienzos del XXI-, en general, terminan en “variedades de capitalismo”.

Por su parte el socialismo, en su versión socialdemócrata (también podríamos extenderlo a versiones del socialcristianismo), no caen en la coacción, han producido indudables avances en lo que se refiere a bienestar e igualdad, en el marco de una libertad amplia, aunque han sido afectados por la globalización capitalista, la burocracia y la pérdida de dinamismo en algunos casos.

Cuando hemos planteado en esta página web “la convergencia desde una economía plural” hemos tratado de plantear los mejores elementos de cada uno para ir hacia un mundo mejor.

LOS RESULTADOS DESDE UNA PERSPECTIVA ACTUAL, CONCRETA Y EN EL MARCO DE “LO QUE HAY” (LAS NACIONES UNIDAS)

 Si quisiéramos ir hacia resultados que se plantean hoy en el marco institucional global que tenemos en línea con un mundo mejor, mencionaremos en el punto siguiente, y sólo a título de ejemplo, partiendo de un “piso de acuerdo” a nivel internacional con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS):

EL CUIDADO DE LAS PERSONAS Y DEL MEDIO AMBIENTE COMENZANDO POR LOS MÁS DÉBILES Y EN SITUACIÓN DE RIESGO

Tal vez podamos coincidir que hay que comenzar por quienes “están peor”. Esto significa en el caso de las personas aquellas que están en situación de conflictos armados, de pobreza –y peor aún de indigencia- y en especial sin esperanza de cambio. En cuanto al medio ambiente los sitios con mayor contaminación o con mayor riesgo de ella.

Conflictos armados: es urgente alcanzar acuerdos de paz realistas en el actual contexto internacional (nada fácil, por cierto, dado el juego geopolítico de las grandes potencias). La presión social, de distintas expresiones de la cultura (como las religiosas) y de los medios deberían jugar un rol significativo.

Respecto a pobreza, de las 6 metas de los ODS para la pobreza, sólo remarcaremos tres para seguir en detalle y ver los procedimientos concretos que permitan alcanzarlos:

  • Poner en práctica a nivel nacional sistemas y medidas apropiadas de protección social para todos, incluidos niveles mínimos, y, para 2030, lograr una amplia cobertura de los pobres y los vulnerables
  • Garantizar una movilización importante de recursos procedentes de diversas fuentes, incluso mediante la mejora de la cooperación para el desarrollo, a fin de proporcionar medios suficientes y previsibles a los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados, para poner en práctica programas y políticas encaminados a poner fin a la pobreza en todas sus dimensiones
  • Crear marcos normativos sólidos en los planos nacional, regional e internacional, sobre la base de estrategias de desarrollo en favor de los pobres que tengan en cuenta las cuestiones de género, a fin de apoyar la inversión acelerada en medidas para erradicar la pobreza

De todos ellos se remarca “la movilización importante de recursos”, y lo vinculamos respecto de lo mencionado al eje de “redistribución” a escala nacional y mundial que mencionáramos en la anterior entrada.

En cuanto al Cambio Climático, los ODS indican como metas:

  • Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países
  • Incorporar medidas relativas al cambio climático en las políticas, estrategias y planes nacionales
  • Mejorar la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional en relación con la mitigación del cambio climático, la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta temprana
  • Poner en práctica el compromiso contraído por los países desarrollados que son parte en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático con el objetivo de movilizar conjuntamente 100 000 millones de dólares anuales para el año 2020, procedentes de todas las fuentes, a fin de atender a las necesidades de los países en desarrollo, en el contexto de una labor significativa de mitigación y de una aplicación transparente, y poner en pleno funcionamiento el Fondo Verde para el Clima capitalizándolo lo antes posible
  • Promover mecanismos para aumentar la capacidad de planificación y gestión eficaces en relación con el cambio climático en los países menos adelantados y los pequeños Estados insulares en desarrollo, centrándose en particular en las mujeres, los jóvenes y las comunidades locales y marginadas

Habrá que estar muy atentos a los pasos que dé el nuevo gobierno norteamericano al respecto, dada su influencia a nivel mundial.

PODEMOS AGREGAR: LOS EXCLUIDOS PORQUE NO HAY TRABAJO Y POR EL CAMBIO TECNOLÓGICO

Las  razones por las cuales sectores de la población de un país están excluidos de inserción económica (y por lo tanto a recibir el correspondiente ingreso) son múltiples. Por citar algunas de ellas: educativas básicas, formación profesional, falta de emprendedorismo, tipo de inserción de esa economía en el mundo (por lo tanto cuestiones vinculadas a la productividad, a la retribución de asalariados y empresarios, etc.), condiciones macroeconómicas (v.g. tipo de cambio) y otras que hacen a la falta de competitividad de esa economía (infraestructura y logística, tipo de bienes y servicios que se generan, nivel de retribución que tienen los distintos factores de producción respecto de otros países, etc.)…

Por lo tanto, en el contexto actual, resolver la cuestión de la exclusión del actual sistema, requiere de un abordaje múltiple no fácil de implementar.

En este punto vamos a suponer que habrá un sector de la población actual que no encontrará un fácil acceso a su inserción económica y que otro sector de la población futura tampoco lo tendrá por el cambio tecnológico. Si bien se ha discutido mucho en el pasado si los cambios tecnológicos hacen perder o no ocupación en la economía, hoy sabemos que el balance es crecientemente negativo dada la robotización, la “uberización” de distintos sectores, etc. Si a esto le agregamos el impacto posible que pueden tener a no muy largo plazo las impresoras 3D en la fabricación de alimentos, prendas, objetos….los desplazados o no incluidos serán millones !!!

Por lo tanto qué hacer para ir a un mundo mejor para estos sectores? Algunos lineamientos que se vienen proponiendo o a proponer:

  • Generar o potenciar “viejas actividades” vinculadas a la formación profesional respecto del cuidado de las personas (enfermería, cuidado y acompañamiento de personas con dificultades por su edad o por tener capacidades diferentes) y cosas (construcción y mantenimiento a nivel local, y de hogares, forestación y embellecimiento de paisajes). Incremento de “viejas actividades” vinculadas con el fomento y la práctica de las distintas manifestaciones del arte y del deporte. Preparar a la población para emergencias (terremotos, inundaciones, etc.)
  • Generar o potenciar “nuevas actividades” vinculadas con el cuidado del medio ambiente (remediación de pasivos ambientales, generación de nuevas energías y de producción limpia) e implementación de nuevas tecnologías de la comunicación y la información (desde software hasta empalmadores de fibra óptica), nuevas manifestaciones del arte (vinculadas con la creatividad y nuevas tecnologías). Conocimiento y práctica del funcionamiento de las impresoras 3D. Preparar a la población para nuevas emergencias derivadas del cambio climático, tecnológico y migraciones masivas.
  • Rediseñar los sistemas de ingreso y de seguridad social en la línea de un ingreso de ciudadanía o básico universal como se está comenzando a ensayar en algunos países de Europa, a fin de fijar un piso “digno” de subsistencia.
  • Fomentar el cambio de una “cultura de sociedad salarial” a uno de una “cultura de ocio creativo y solidario” (tantas personas y situaciones en las qué ayudar !!!) donde podamos sentirnos que tiene un “significado” positivo estar en este mundo.

LA UTOPIA DE UN MUNDO MEJOR

Decíamos en la Introducción de esta página web, respecto de qué un mundo mejor nos debería conducir a ser felices promoviendo la empatía, la amistad, el amor, la solidaridad…

Sabemos que ello no es posible entre millones de personas (a pesar de la canción de Roberto Carlos, “yo quiero tener un millón de amigos”), dado que ello se da entre pocas personas. Lo macro debería facilitarnos esta situación micro, y determinados cambios tecnológicos (como el caso de las impresoras 3D) parecen ir en la dirección de potenciar las pequeñas escalas.

Entre tanto en la “gran escala” seguirán predominando la ley, incentivos y desincentivos en las esferas de la provisión de bienes y servicios, del intercambio y la redistribución, así como la existencia de grandes organizaciones (con lo que conlleva de concentración del poder y peligro de burocratización) vinculadas a las escalas de los Estados y de la globalización. Esta última necesita re-diseñarse partiendo de una nueva división del trabajo diferente a la existente, con nuevos valores y nuevas organizaciones que trasciendan a los estados nacionales. Por ahora parece que vamos en dirección contraria a una globalización que promueva la inclusión de todas las personas (en especial en sus territorios de origen), disminuyan la desigualdad y promuevan la solidaridad.

Para finalizar podemos hacer nuestras las palabras del filósofo Derek Parfit, tomadas del artículo de Peter Singer «La vida de un filósofo que importó» donde expresa: «la vida puede ser maravillosa así como puede ser terrible, y nuestro poder de hacerla buena será cada vez mayor. Es posible que la historia de la humanidad apenas esté comenzando, de modo que podemos esperar que los humanos, o supra humanos, del futuro puedan alcanzar algunos grandes bienes que ahora no podemos ni siquiera imaginar. Como dijo Nietzsche, nunca hubo amanecer tan nuevo y horizonte despejado, ni un mar tan abierto».

Aunque es difícil vale la pena intentarlo en lo micro y en lo macro, no?