Economía Colaborativa

Este número de la Revista Papeles, está dedicado a la «Economía Colaborativa». Dice bien Santiago Álvarez Cantalapiedra que «no hay economías sin colaboración, pero no todas son solidarias». En su nota expresa que «la economía colaborativa gozó en sus inicios de una aceptación casi unánime. No le resultó difícil. Contaba con la ventaja de la novedad y la apariencia innovadora asociada al empleo de unas tecnologías de la información que prometían ampliar de manera inusitada las capacidades de interacción entre las personas. Pero, sobre todo, ha contado con laayuda inestimable de un potente discurso empeñado en convencernos de que nos encontramos ante una economía cargada de valores: la cooperación y la disposición a compartir recursos, tiempos y habilidades constituyen las piezas clave en un funcionamiento alternativo que nos va a permitir compatibilizar la igualdad con el fortalecimiento de la comunidad y el logro de la sostenibilidad….Para contrastar un discurso con la realidad resulta útil empezar por analizar el contexto. El cuándo y el dónde resultan inevitables. ¿Cuándo despunta eso que identificamos como economía colaborativa? ¿En qué marco se desarrolla?».

Más adelante señala que «la colaboración, por tanto, puede ser formal o informal, voluntaria u obligada, y sus efectos pueden ser destructivos tanto para los que la practican como para otros. Cuando más compleja es una sociedad, mayores son los grados de colaboración exigidos. En el capitalismo –y así entramos ya en el análisis del contexto– la cooperación se convierte en un asunto crucial, pues la producción se socializa dejando de ser el resultado de un acto individual, adquiriendo un carácter eminentemente social. Este proceso de socialización de la producción se encuentra asentado en una división del trabajo que pone en juego un conjunto de relaciones entre personas, grupos y clases sociales, y se ha visto favorecido histórica- mente por sucesivas olas de innovaciones en diferentes ámbitos (en el jurídico, en el organizativo, en el financiero y en el tecnológico). Las prácticas y actividades englobadas en la economía colaborativa son el resultado de las oleadas de innovación de los últimos años.

Sobre la desigualdad indica que «más evidente es la que se manifiesta entre los propietarios de la plataforma y los usuarios. Es una desigualdad de riqueza y de poder. A través de las aplicaciones se comparte todo excepto la propiedad de las estructuras que hacen posible el intercambio entre los usuarios. La herramienta lo descentraliza todo excepto el control de la propia red compartida. Los dueños de las plataformas digitales concentran poder al tiempo que amasan fortunas. Por otro lado, la suerte de las personas que proporcionan sus servicios en las plataformas de software es enormemente dispar. Aquí es perceptible una segunda tipología de desigualdad en función de si se participa como propietario de un activo o como trabajador prestador de un servicio. Los que ofrecen un activo (la casa propia cuando no se está o una vivienda adquirida para alquilar) salen mejor parados que aquellos que ofrecen básicamente su fuerza de trabajo (un repartidor de Deliveroo, por ejemplo)…Finalmente, se genera un tercer tipo de desigualdad que surge del hecho de que no sólo se distribuyen desigualmente los ingresos sino también los costes (incluidos los sociales y ambientales).» Luego lo relaciona con el capitalismo de plataformas y propone como alternativa la economía solidaria.

Como ampliación de esta temática, y vinculado con el número de la revista que mencionamos al principio, son interesantes los artículos de Javier Gil vinculado con la heterogeneidad y tipología que se puede establecer de esta economía, este sobre su relación o no con la cooperación, respecto de su auge y caída, en cuanto a los comunes digitales, propuestas de regulación y el futuro ambiental.

Artículos como los mencionados nos dan posibilidades de discernir sobre los elementos que nos pueden conducir a un mundo mejor de aquellos que nos llevan a un mundo peor.

La economía del tercer sector

Según el «Proyecto de Estudio Comparativo del Sector No Lucrativo de la Universidad Johns Hopkins«, el «Tercer Sector» está conformado de acuerdo a las siguientes características:

  • Organizaciones; es decir, poseen una presencia y una estructura institucionales.
  • Privadas; están separadas institucionalmente del Estado.
  • Que no reparten beneficios; no generan beneficios para sus gestores o el conjunto de «titulares» de las mismas (1)
  • Autónomas; controlan esencialmente sus propias actividades.
  • Con participación de voluntarios; la pertenencia a ellas no está legalmente impuesta y atraen un cierto nivel de aportaciones voluntarias de tiempo o dinero.

Según la fuente que venimos de mencionar es un fenómeno que denominan «Revolución asociativa mundial», y se debe a «la enorme atención que se ha venido prestando a estas organizaciones en los últimos años se debe, en gran parte, a la generalizada «crisis de Estado» que lleva produciéndose durante dos décadas o más prácticamente en todo el mundo, una crisis que se ha manifestado en un cuestionamiento profundo de las políticas tradicionales de bienestar social en gran parte del hemisferio norte desarrollado, en la evolución del desarrollo dirigido por el Estado en partes importantes del hemisferio sur en vías de desarrollo, en el colapso del experimento del socialismo estatal de Europa Central y del Este y la permanente preocupación por la degradación medioambiental que sigue amenazando la salud y seguridad humanas por doquier. Además de estimular el apoyo a políticas económicas orientadas al mercado, este cuestionamiento del Estado ha centrado su atención y nuevas expectativas en las organizaciones de la sociedad civil que operan en el seno de la sociedad en todo el mundo».

Respecto de su importancia en 1995, la John Hopkins, señala que representa:

«1,1 billones de dólares estadounidenses en gastos

– 4,6 % del PIB

18,8 millones de empleados remunerados

– 5 % del empleo total no agrario
– 9,2 % del empleo total del sector servicios
– 30 % del empleo público»

En la Argentina esta nota refiere acerca de su relevancia, y lo han estudiado investigadores como Andrés A. Thompsoncon la colaboración de Mario M. Roitter, Daniel Gropper y María Andrea Campetella, en el marco del CEDES.

Si el funcionamiento de este tercer sector de la economía se hace con responsabilidad, transparencia y efectividad, sin duda contribuye a un mundo mejor.

(1) Según este criterio, las cooperativas no forman parte del tercer sector porque reparten sus excedentes (o parte de ellos) cuando los generan. Hay referentes en Argentina (y también en otros países) que plantean que sí forman parte o están «emparentadas» con la economía social y solidaria. Podríamos también afirmar que el tercer sector está emparentado con «la economía del don

Economías de la Cuna a la Cuna

En la nota sobre Economía Ecológica nos hemos referido a las distintas modalidades, entre ellas, la economía circular. Un caso particular es la denominada economía «de la cuna a la cuna» (ver el libro en la imagen de la entrada) donde lo que se recicla es integralmente sustentable. Para ello es fundamental ¿cómo se define o encara la cuestión del diseño de un producto, un servicio, una vivienda o una ciudad?

En este link se expresa que «el sistema de economía circular y el concepto de la cuna a la cuna (cradle to cradle) son dos alternativas que se han dado para reducir desechos, sin embargo, no hay que confundir una con la otra. La economía circular se trata de aprovechar al máximo los productos, extendiendo su vida útil lo más que se pueda antes de desecharlos. Por otro lado, el diseño de la cuna a la cuna es un método holístico que se preocupa por asegurar que todo lo que involucra un producto –desde la concepción de la idea hasta el declive– sea sustentable y su ciclo de vida no termine, lo que la convierte en la mejor de ambas opciones. Organizaciones y empresas se han interesado en este procedimiento y han conseguido certificar sus productos con Cradle to Cradle Product Certification Program (C2C), que evalúa los elementos que conforman los materiales que usa una empresa, por ejemplo, si contienen químicos dañinos o son reutilizables, cuántos recursos consume su producción y qué tan socialmente responsable es el corporativo productor».

Por su parte en esta nota se menciona que ello «supone un cambio radical del concepto tradicional de nuestro sistema de producción porque exige poner la idea de ecoefectividad y del equilibrio entre la economía, la equidad y la ecología en el centro del diseño y desarrollo. El concepto “cradle to cradle” se basa en tres principios:

  1. Residuo = Recurso. Todo se debe diseñar para que una vez acabada su vida útil, el 100% de los elementos que lo componen puedan ser aprovechados como recursos. Este sistema elimina el concepto de desecho porque estos equivalen a recursos.
  2. Energías renovables.  Este sistema depende de fuentes de energía renovables (solar, eólica, hidráulica, biocombustibles). Siempre que cumplan el principio anterior.
  3. Diversidad. Los sistemas naturales funcionan y prosperan a través de la complejidad. En lugar de crear soluciones genéricas como hacía el sistema tradicional, hay que apoyar la diversidad de diseños con un enfoque local, que cumplen mejor su función original al tener en cuenta las interacciones con los sistemas naturales en los que se enmarcan.

Os dejo un vídeo de una conferencia sobre diseño “de la cuna a la cuna” que dio el arquitecto Willian McDonough, que junto al químico Michael Braungart publicaron en 2002 el libro Cradle to Cradle: Remaking the Way We Make Things (De la cuna a la cuna. Rediseñando la forma en que hacemos las cosas)».

Es un enfoque que no plantea restricciones al crecimiento ni al consumo (como muchas corrientes de la economía ecológica), sino que se basa en la abundancia (podríamos agregar: sin despilfarro y con responsabilidad). Para ello se requiere que los diseños, procesos y resultados de los mismos sean ecoefectivos (a fin de evitar cuestiones como esta), es decir, que sean 100% sustentables y re-aprovechables. Hay muchas empresas que lo están encarando, así como diseños y construcciones de nuevas ciudades en países como China. Entendemos que una cultura que promueva diseñar y hacer cosas «sanas» y una institucionalidad que genere normativas públicas (más allá de certificaciones privadas), están en línea con un mundo mejor.

PD: Más videos se pueden ver en este sitio. Sobre el tema de la «ecoeficiencia» y la «eco-efectividad» se puede ver este documento, así mismo esta nota, entre otros.

Economías Democratizadas: El caso de las ESOP y las organizaciones horizontales

Sabemos que la democracia como ethos o cultura y como metodología de decisión por mayorías (respetando las minorías) no es fácil como han fundamentado autores como José Nun o hemos abordado en entradas como esta.

En gran parte de los países, economías y organizaciones predomina una cultura jerárquica, que -en su extremo- se expresa en formas dictatoriales o autocráticas. En el caso de las organizaciones (sean empresas privadas u organizaciones no gubernamentales) muchas veces se presentan -formal o informalmente- modalidades matriciales donde coexisten lo vertical (o jerárquico) y lo horizontal (por ejemplo los circulos de calidad o instancias delibertativas similares), así como articulaciones informales en sus diagonales.

Por su parte, la democracia económica o las economías democratizadas son temas abordados según distintos enfoques, como es el caso de la economía cooperativa (1). Hoy quisiéramos focalizarnos en el caso de las ESOP (ver imagen de la entrada) y las organizaciones horizontales (2) a partir de este artículo de Alfonso Estragó. En la sección 1 del mismo se determina el alcance y significado del concepto gestión. La sección 2 proporciona los fundamentos para considerar a la gestión como una dimensión separada y diferenciada de la propiedad. En la sección 3 se presenta al espacio propiedad-gestión, herramienta que permitirá el mapeo de las diversas manifestaciones de democracia económica existentes (3). La sección 4 y 5 se abocan a consolidar reseñas de las principales experiencias de democracia económica, tanto clásicas como de impulso más reciente. La sección 6 representa, en el esquema propiedad-gestión desarrollado en la sección 3, los casos reseñados en las secciones anteriores. Finalmente, la sección 7, apoyándose en los desarrollos precedentes, presenta a las organizaciones horizontales, y propone una lista de rasgos básicos que permitan demarcarlas. En esta nota sólo nos referiremos a las secciones 4 y 5, con los ejemplos concretos que se mencionan:

  • W. L. GoreCompañía estadounidense fundada en 1958 por Bill Gore, un ex empleado de Du Pont.
  • Johnsonville Sausage: Empresa estadounidense dedicada a la producción de embutidos (salchichas, longanizas, etc.), que cuenta con aproximadamente 2.000 empleados. Presentaba un funcionamiento organizacional ordinario hasta que a mediados de la década del 80 pasada Ralph Stayer, hijo de los fundadores, tomó el control y de allí en adelante -hasta la actualidad- posibilitan incluirla en la categoría de empresas con más horizontalidad y participación.
  • AES: Empresa estadounidense fundada durante la década de 1980, dedicada a la construcción y administración de centrales generadoras de energía eléctrica.
  • Sun Hydraulics (renombrada como “Helios Technologies” en 2018). Empresa estadounidense fundada en 1970, dedicada a la fabricación de válvulas hidráulicas.
  • Morningstar: Empresa estadounidense fundada durante la década de 1980, responsable del 40% de la producción norteamericana de salsa de tomate.
  • Semco: Empresa brasileña dedicada a la fabricación de bienes de capital (motores para navíos, maquinaria para la industria alimenticia, etc.).
  • FAVI: Empresa francesa dedicada a la fabricación de autopartes
  • Valve: Compañía estadounidense de software, especializada en la producción de videojuegos, que en los últimos años ha llamado la atención de la comunidad académica por su particular estilo de gestión.
  • Buurtzorg: Organización sin fines de lucro holandesa que provee a domicilio servicios autogestionados de enfermería y cuidados especiales para ancianos (“Buurtzorg” es “la asistencia del barrio” en neerlandés), entre otras.

Entendemos que la democracia, no sólo en el ámbito ciudadano y político, sino también en lo socioeconómico (que incluye aspectos como la participación en los excedentes que se generan) (4), son una contribución a superar las limitaciones del capitalismo (al menos, en sus variedades más usuales). Consideramos que ello nos puede ayudar a converger hacia un mundo mejor.

(1) Respecto de la articulación entre cooperativismo, ESOP y «capitalismo inclusivo» es interesante esta nota. También sobre cuestiones prácticas de funcionamiento horizontal es muy interesante y útil este manual, así como su presentación.

(2) Sobre la firma democrática se puede ver también, por ejemplo, este texto de David P. Ellerman. Del mismo modo sobre Democracia Económica esta plataforma y sobre relaciones laborales del trabajo esta interesante nota y este valioso aporte.

(3) Si bien los esquemas organizacionales y la normativa asociada a ellos, son relevantes y significativos, mucho dependerá en la práctica de los tipos de liderazgo y las culturas organizacionales así como del grado y tipo de participación de quienes forman parte de esas organizaciones. En el artículo de Estragó se reflexiona sobre los enfoques de Sociocracia, Organizaciones Circulares, Holocracia y NER (Nuevo Estilo de Relaciones). Independientemente de las modalidades de apropiación del excedente, y vinculado con la temática de este artículo, en este blog se analizaron las perspectivas del trabajo en grupo.

(4) Este tema se comentó en esta nota.

Economía de Comunión

La Economía de Comunión (EdC) es una corriente o enfoque nacida en 1991 y planteada por Chiara Lubich, fundadora -en 1949 y junto a Pasquale Foresi- del Movimiento de los Focolares (dentro de la Iglesia Católica) y de la que hoy forman parte centenares de experiencias en distintos continentes. Su fundadora expresó el 7/5/1998, en Mariápolis Araceli, lo siguiente: «es necesario que la Economía de Comunión no se limite a que las empresas inspiradas en ella sirvan de ejemplo con algún comentario de alguien más o menos experto. Es necesario que se convierta en una ciencia con la participación de economistas preparados que sepan plantear su teoría y práctica, confrontándola con otras corrientes científicas económicas, suscitando no sólo tesis doctorales, sino escuelas de las que muchos puedan nutrirse. Una ciencia verdadera que dé dignidad a quien debe mostrarla con los hechos y signifique una verdadera «vocación» para quien se compromete en ella de cualquier manera».

En línea con lo que se viene de expresar el economista Stefano Zamagni, en una entrevista que le realizan en el libro citado al pie de esta nota, dice entre otras cosas:

  • «…si la política se convierte en un instrumento de solución del problema económico, ¿qué sucede con el bien común?… Aquí vemos se plantea la cuestión del «bien común» que hemos desarrollado en otra entrada.
  • «…el amor interviene en el momento en el cual se advierte que la razón no alcanza para dar lo debido a todos aquellos de los cuales se ha obtenido. El fundamento de la cultura del dar no puede estar solamente en un acto de la razón, por más que sea necesario. Hace falta que la cultura del dar su plena realización en el corazón. Es por eso que considero que una escuela para la EdC tiene que llevar a sintetizar lo que el pensamiento moderno, en cambio, ha separado, esa trágica separación entre la mente y el corazón, entre el lugar de los sentimientos y el lugar de la razón…»  Seguramente esto se vincula a una nota del blog así como un capítulo del libro (mencionado al pie) de Luigino Bruni, denominado «La Economía y el Amor».
  • En cuanto a los desafíos que tiene la EdC, señala dos caminos posibles: «la primera alternativa es la de crearse una especie de nicho dentro del mercado y consolidarse lo más posible en esta situación….» La segunda alternativa, por la que él opta, es que «la EdC llegue a superar, en el curso de pocos años, posiblemente en el próximo decenio, ese punto de inflexión representado por la masa crítica, es decir, llegue a trasponer el umbral dimensional a partir del cual esta experiencia empiece a ser contagiosa. No tenemos que olvidar que contagiosas no son sólo las enfermedades, sino también las acciones buenas , es decir las virtudes, como nos ha enseñado Aristóteles». Luego plantea la importancia de realizar estrategias o alianzas con corrientes similares.

Las más de 800 empresas de EdC en todo el mundo distribuyen sus excedentes, beneficios o utilidades en tres partes: «para el desarrollo de la empresa, para la formación cultural y para la ayuda a los necesitados. Las empresas que se incorporan a la EdC atribuyen la misma importancia a cada una de estas partes y cada año distribuyen sus ganancias siguiendo este criterio. A partir del año 2008, cada año se elabora una “Memoria” en la que se detalla cómo se realiza la distribución de los beneficios de las empresas. Las distintas Memorias se encuentran disponibles aquí» También tienen lineamientos que deben respetar las empresas de estas características (que presenta similitudes con la matriz de la economía del bien común).

En la página oficial de Economía de Comunión hay mucha más información sobre este muy valioso enfoque y práctica que nos orienta hacia un mundo mejor en el plano económico, y ojalá converja con otras corrientes que tienen principios y experiencias similares.

Nota al pie: Para el desarrollo de esta nota nos hemos basado, especialmente, en el libro de Vittorio Pelligra y Antonella Ferrucci (comp.), «Economía de Comunión. Una nueva cultura», Ed. Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2006; en la página web oficial de esta corriente (en español), a notas de su Boletín como esta, así como a sus nexos con enfoques como el de la Doctrina Social de la Iglesia (en especial desde el Movimiento de los Focolares y su fundadora Chiara Lubich), economía civil (y su relación con el pensamiento de Antonio Genovesi), bienes relacionales (o también economía relacional), nueva economía, economía evolutiva, empresas sociales y otros (como los vinculados a las temática del cambio cultural, la gratuidad, la reciprocidad, la confianza, la felicidad, la utilidad o inutilidad de la acción humana, el sentido de la economía o lo público, entre las principales).

Emprender más allá del homo economicus

Los seres humanos tenemos «motivaciones mixtas». Entre ellas están el poder resolver la cuestión del sustento material, que nuestros ahorros no pierdan valor, al igual que la moneda con la que intercambiamos…. y, para determinadas personas, focalizarse en maximizar el excedente económico o lucro (lo que se supone hace el «homo economicus«). En otra entrada sobre «economías y valores» mencionábamos una investigación realizada por H. Kantis, Masahiko Ishida y Masahiko Komori (ver esta publicación, en particular el Gráfico 2-7 «Principales motivaciones para ser empresario»), donde se muestran los resultados de una encuesta a fundadores de empresas de los países seleccionados en el estudio). De estos resultados empíricos se puede observar que sólo un mínimo porcentaje tiene como motivación «ser rico» o que se plantean la maximización del lucro. Ello es coincidente con opiniones como las de Muhammad Yunus en esta nota.

En una nota del 29/9/18 del diario Perfil denominada «asistencia virtual a emprendedores sociales que buscan expandirse», expresa que «hace algunos años, la activista social y emprendedora Margherita Pagani recorrió ciudades del sur de Europa afectadas por la crisis de los refugiados y fue allí donde descubrió las limitaciones que generaba diseñar proyectos sociales desde cero y, también, lo difícil de replicar una idea pensada en otras latitudes. Barreras financieras y operativas impedían que un proyecto que fue exitoso en una región del planeta, en la resolución de problemas socioambientales, se trasladara a otra parte del mundo.» En esta línea están ongs como Mayma.

Este tipo de iniciativas está inserto en corrientes como el Foro Nesi (ver sitio), empresas sociales (promovidas por organizaciones como Ashoka), empresas de triple impacto (o «sistema b» que también se puede visualizar en esta nota), de cuatro retornos y otras muchas que venimos reseñando en este blog (1). Estos enfoques y experiencias nos ayudan a converger hacia un mundo mejor.

(1) véase por ejemplo los derivados de la economía ecológica, del bien común, de economía de comunión, la economía social y solidaria, economías con ecovillas, y otras. De manera similar se puede ver esta nota de la BBC.

¿Cómo vemos, qué vemos, cómo juzgamos, actuamos y revisamos nuestras acciones?

Quien escribe esta nota se formó en su juventud, en una institución católica, que tenía (y aún tiene) como metodología de discernimiento el «ver, juzgar y actuar». Ella fue propuesta originalmente en los años 30, del siglo pasado, por el sacerdote belga (más tarde Cardenal) Joseph Cardijn, en «la revisión de vida». Posteriormente fue promovida -más en general- por la Iglesia Católica, y aplicada no ya -solamente- a la revisión de vida personal sino a una realidad más global, como es al caso latinoamericano (II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano). A esta última perspectiva, vinculada a cuestiones más globales y organizacionales, es donde estará orientada esta reflexión. Como último comentario de esta parte podemos decir que, si bien se sigue valorando mucho el «ver, juzgar y actuar», hoy hay una mirada más crítica como la que se señala en este artículo.

Antes de ver, o ¿qué ver?, es importante enriquecer y actualizar el marco referencial o teórico, las cosmovisiones o grandes enfoques que se aplican o utilizan en el ¿cómo ver? en el siglo XXI. Ello para quienes hacen este proceso (deseablemente de un modo participativo) y para quienes colaboran o los asisten en dicha tarea. Al respecto es importante dar cuenta del paradigma de la complejidad (1) (no cayendo en enfoques binarios o simplistas), así como incorporar miradas ínter y transdisciplinarias que enriquezcan una mirada histórica de los fenómenos que se analicen, así como las posibles tendencias o perspectivas si extrapolamos los fenómenos analizados. Respecto de la extrapolación, hay que tener muy en cuenta que estamos -cada vez más- en presencia de fenómenos disruptivos como el cambio científico-tecnológico, el cambio climático y hechos como la pandemia del coronavirus (en curso al momento de redactar esta nota), y -por lo tanto- no nos sirve (y nos puede conducir a error) la mera extrapolación.

En cuanto a ¿qué vemos? dependerá del sujeto o personas involucradas, ya sea que analicen su realidad personal, su contexto, las organizaciones de las que forman parte, la ciudad o región, el país y el contexto regional y mundial. Dentro de ellos seguramente priorizarán los datos o hechos de fenómenos nuevos o emergentes, tendencias coyunturales y estructurales que se han profundizado o disminuido, y cuestiones consideradas críticas o urgentes, entre otras.

Respecto al juzgar (o la capacidad de discernimiento) se combinan distintos elementos o cuestiones como ser los valores, creencias (2), los fines considerados deseables (y, a veces, elementos prospectivos…utópicos…), así como temáticas más operativas que nos permitan pasar de la visión a la misión y de allí a los procedimientos (3) que luego nos conduzcan al actuar y a su revisión.

Referido al actuar, debe definirse bien si la estrategia es adecuada (en el contexto -y sus riesgos asociados (4)- en la cual tiene que actuar la persona, la organización o un país) así como si los medios o procedimientos son los correctos. Respecto de estos últimos será fundamental si contamos con las personas (5) apropiadas en cuanto a nivel de conocimientos de base (y a seguir perfeccionando), la cantidad de las mismas para las funciones a desempeñar y las tecnologías más eficaces. Sobre estas últimas quisiéramos destacar que serán importantes aquellas plataformas (idealmente «integradas» y relativamente fáciles de utilizar) que nos posibiliten el autocontrol de quienes las operan, el control de quienes son los supervisores, auditores y directivos de la organización, de modo de minimizar errores involuntarios o voluntarios (estos últimos asociados a posibles hechos de corrupción) (6). Los principios de la acción deberían estar orientados a ejes como la eficacia (logro de objetivos y metas propuestas), la eficiencia (mínimo costo para un nivel de calidad adecuado y tendencialmente creciente), la ética (vinculada con la llamada 6), la calidad (como viene de expresarse y a objetivar con indicadores), la equidad (en cuanto a disminuir las desigualdades de distinto tipo y mejorar el acceso), el equilibrio y la articulación entre lo valioso de los orígenes y tradición identitaria con lo madurativo, innovativo y diverso (actualizado a contextos y públicos cambiantes), el buen clima organizacional (que incluye el bienestar organizacional), la sustentabilidad ambiental (también a medirse con indicadores), la transparencia e interacción virtuosa hacia adentro y hacia afuera (serán fundamentales los vínculos que se establezcan, las formas de comunicación, las plataformas que lo posibiliten y la capacidad de escucha a través de encuestas, y opiniones presenciales o vía medios digitales) así como la revisión crítica de procesos y resultados (tener la humildad y la conciencia de que no somos perfectos).

Por último, por más que tengamos buenas intenciones y pensemos que los procedimientos son los adecuados (7), debemos hacer una revisión crítica de «los frutos de nuestra acción», o de los resultados, a fin de comprobar si nos llevan a un mundo mejor en lo personal, en lo organizacional y en lo macro, y tener la capacidad, la serenidad y la sabiduría para cambiar si así no lo fuera.

(1) Entre otros, se puede ver esta presentación. Hay que aclarar que, en el «¿cómo vemos?» o «¿qué seleccionamos para ver?», ya juegan «elementos o valores del juzgar«. Para ello, entre las posibilidades a nivel local, nacional y mundial, está la utilización de los indicadores vinculados con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, que incluyen valores relacionados a una amplia gama de aspectos relevantes para una vida digna, donde también se incorporan los aspectos vinculados con la calidad institucional. Para ello es indispensable un respeto irrestricto por los datos y hechos concretos (a fin de no caer en un debate ideológico estéril).

(2) En el caso del cristianismo hay aportes muy relevantes como el de Ignacio de Loyola. También son muy importantes las actualizaciones que va haciendo el Magisterio de la Iglesia como este (que conllevan juzgar y actuar). Así mismo hay que tener en cuenta las otras creencias, los mitos, culturas e ideologías del contexto en el que se da el proceso de discernimiento.

(3) Al respecto pueden ser de utilidad notas como la cuestión de los procesos de cambio,  los puntos críticos, las metodologías como el análisis FODA, (vinculado al planeamiento estratégico), el análisis Pestel (con los principales elementos de contexto -y de restricciones o condicionamientos- a tener en cuenta), así como los procedimientos que establecen normativas de calidad como las ISO o EFQM, entre otros.

(4) Todo actividad humana tiene «riesgos»: desde no hacer nada hasta encarar distintas actividades. Una evaluación ex ante, durante y ex post de las acciones será fundamental en un mundo VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo). En el caso argentino un riesgo muy relevante, es cuando un gobierno lanza medidas que alteran el tipo de cambio (dentro o fuera de un programa de estabilización) y hay un fuerte salto inflacionario. Esto puede generar un quebranto importante de las empresas si no se aborda bien el costo de reposición de los insumos que pueden tener un salto importante en sus precios que licue la rentabilidad o el capital de trabajo, y pueda llevar a la quiebra de quienes no han podido cubrirse (generalmente anticipando compras y/o retrasando ventas hasta tanto se tenga en claro el nuevo escenario).

(5) Usualmente se utiliza el término «recursos humanos» pero tiene una connotación «reduccionista» del ser humano.

(6) En un contexto como el argentino, donde la informalidad es alta (entre otros elementos porque el costo de la formalización de las actividades es alto) y el cumplimiento de las normas es débil (entre otros porque la posibilidad de sanción efectiva es baja por parte de la justicia), es un elemento a tener muy en cuenta porque termina dañando la reputación y la confianza en la persona, la organización o el país en cuestión. Por ello cada vez es más importante tener áreas y mecanismos como el del denominado «compliance«.

(7) Hay procedimientos, como los de «mejora continua», que tienen ya incorporados la revisión crítica no sólo de los procesos sino también de los resultados que nos puedan llevar a una «excelencia».

¿Es posible: comunitarismo, emprendedurismo comercial y ambiental? Un caso exitoso

La isla de Fogo, al norte de Canadá, tiene un clima horrible y con la llegada de las pesqueras noruegas, en un quinquenio depredaron todo el bacalao que había (1) y los pescadores artesanales no tenían más de que sobrevivir. La muerte socioeconómica del lugar parecía asegurada. Pero….

En esta nota se cuenta cómo tres hermanos, Zita, Tony y Alan Cobb, «crecían en un suburbio de esta isla aislada, de la que los propios canadienses desconocían el nombre. Llegada la adolescencia, los tres partieron a Toronto a edificar sus destinos. Egresados universitarios, trabajadores de la industria fármaco-tecnológica, los tres ingresaron en el circuito laboral sin inconvenientes. Los tres se independizaron y cada uno creó su propio emprendimiento. Llegando a los 50, Zita se convirtió en multimillonaria. Mientras el camino del éxito alumbraba a los hermanos Cobb, Fogo agonizaba…

Zita, por su parte, ya no encontraba desafíos en su quehacer profesional. “¿Cuánto más arriba podía ir? –me relata en el restaurante del Inn 5 estrellas que corona el pueblo–. ¿Por un par más de millones? Estaba justo en el momento en que uno vuelve a sus orígenes. Y los míos estaban muriendo. Era suficiente para mí. Decidí vender mi empresa (2) y volverme a casa (a comienzos de la década del  2000), a recuperar el sitio de mi niñez”…

El primer paso fue entender que si no estaban todos incluidos, la epopeya no sería posible. “Convencer uno a uno de que necesitábamos cada compromiso particular nos llevó un par de años –explica Alan–, pero el hecho de que fuésemos locales, exitosos y hubiéramos regresado predisponía amablemente a los que habían crecido con nosotros o eran hijos de ellos”…

Nuestro trabajo es encontrar formas de pertenecer al todo manteniendo la especificidad de las personas y el lugar. Ese fue el lema que nos imbuyó para comenzar”. Fue bajo este prisma que concibieron la idea de que todas las empresas pueden ser comunitarias. “Los negocios son un sistema, un instrumento social y económico y una herramienta que se puede utilizar para apoyar el lugar y dar forma a las relaciones –indica Alan–. Si se hace bien, los negocios nos permiten a todos aportar nuestras capacidades individuales y colectivas a la sociedad”…

Los hermanos fundaron «Fogo Island Fish con el objetivo de proporcionar el mejor producto y “desde los inicios recalcular con un aumento significativo el precio que se paga a los pescadores por su captura”, cuenta Alan. Esta fue la primera la empresa social de Shorefast y el 100% de sus excedentes de operación se redirigen a la Fundación. Ahora, el bacalao se pesca solo en otoño, momento en que está en su máximo desarrollo. El modelo artesanal no tiene daños colaterales ni en la población pesquera ni en el medioambiente»…

Preservamos los trabajos locales y organizamos sociedad cooperativa de propiedad comunitaria, que filetea, deshuesa y congela rápidamente la pesca para garantizar la máxima frescura. La falta de intermediarios y la excepcionalidad del producto terminado nos permite pagar muy por encima de la tarifa del mercado”.

Más adelante la nota sigue diciendo “recuerdo el primer día que sugerí en la reunión comunitaria que teníamos que crear un hotel de lujo –relata Zita–. El silencio duró un minuto que parecieron diez”. ¿Quién va a viajar decenas de horas para quedarse en un pueblo de pescadores con clima inclemente y con poco que hacer? Esa era la pregunta más sintética. Bajo el concepto de posada lujosa, involucrada con el paisaje, sustentable y sostenible, con capacidad para dar espacio a la mano de obra artesanal de la madera, la gastronomía que viene del mar y la tradición de anfitrionar de los isleños, se pensó en un albergue diseñado en el exterior y con producción local: todo debía resolverse con recursos de a pie.

El Fogo Island Inn se convirtió en el segundo emprendimiento 100% social. No hay inversores, no hay ganancia privada. Fue diseñado a pedido por el arquitecto de Terranova, Todd Saunders, y fue llevado a cabo por manos foguenses bajo un diseño contemporáneo audaz, reflexivo y humanista. “Simplemente, el objetivo era encontrar nuevas formas con las cosas viejas para preservar y estimular la producción cultural en la isla”, indica Saunders».

También hicieron un programa de residencias artísticas.“El empleo de fabricantes y artesanos locales de Woodshop contribuye a la promoción de la capacidad de recuperación económica de uno de los asentamientos más antiguos de Canadá”, añade Alan. La etiqueta social es otro de los hallazgos del negocio: enumera cada materia y valor agregado con su costo detallado, incluido el margen de ganancia, lo que permite trasparentar los precios y comprender la distribución que tiene el precio que se paga. La tienda digital es una realidad destinada, sobre todo, a los huéspedes de la posada que no pueden irse sin llevarse alguna de las piezas exclusivas con las que conviven durante su estada», y otros detalles interesantes que menciona la nota.

No es fácil trasladar experiencias de un lugar a otro, aprender de ellas y encontrar personas multimillonarias que tengan una identidad sensible al ver morir su lugar de origen y redireccionar sus fondos para generar iniciativas como esta. Sin embargo tengamos presente que en Argentina hay fuera del sistema unos $ 250.400 millones que se podrían aplicar –si tuviéramos la estabilidad institucional de Canadá– al desarrollo productivo. Aún sin esto, hay localidades del interior donde sus habitantes colocan sus ahorros para el desarrollo local y que sus hijos/as no emigren, como es este caso. Ello se puede extender a la economía cooperativa y a las modalidades comunitarias de la economía popular (3).

Esta experiencia de Fogo desmiente el enfoque liberal de que no es posible un comunitarismo (4) con una sociedad abierta y democrática que genere emprendedurismo comercial y desarrollo económico sustentable ambientalmente. Se puede, y sólo hay que tener acuerdos básicos políticos, sociales y económicos, sensibilidad bien orientada y la mente abierta con una visión de que es una forma concreta de construir un mundo mejor.

(1) En 1992 se decretó el cese de la pesca y el bacalao tardó cinco años en ir resurgiendo.

(2) Un dato no menor es que la empresa estaba valuada en U$S 41.000 millones. Está relacionado también a una visión de «emprender» más amplia.

(3) Agradezco a Julieta Alvarellos la referencia a la temática de los mercados territoriales en la economía popular.

(4) Entre los intelectuales que están en esta perspectiva de incompatibilidad entre lo comunitario y experiencias de una sociedad abierta y emprendedora, se encuentra Loris Zanatta. La diferencia de lo que se entiende por «comunidad» y por «sociedad» (dándole a la primera un enfoque premoderno e incompatible con una «sociedad abierta», así como con la idea de «progreso»), lo ha tratado la sociología. A partir del siglo XIX (sin excluir aportes anteriores), a través de pensadores como Max Weber, que trataron de construir «tipos ideales» para tratar de caracterizar o aprehender los rasgos esenciales de ciertos fenómenos sociales. Una aplicación de esto se ha dado con lo que serían las características principales de lo que pueden «representar» el vínculo entre lo individual agrupado «socialmente» y lo personal  agrupado bajo forma o modalidad «comunitaria». De la literatura consultada quien distinguió por primera vez entre “societas” y «communitas” fue Ferdinand Tönnies. Los rasgos principales de estos fenómenos serían los siguientes:

  • Comunidad: Es tener “en común” un pasado, un presente, un futuro, una identidad, intereses, valores, visiones, prácticas, proyectos compartidos… Según Tönnies está caracterizada por homogeneidad, igualdad, ausencias de status, y anonimidad (asociado a lo pre-moderno). Se puede afirmar además que el uso de “comunidad” también refiere a la posibilidad de que un “padre” o una “madre” (reales o simbólicos) sean quienes lideren la misma, o a que los hermanos/as (antiguamente fratrias) se roten en el liderazgo (muchas veces predominando una forma de “mayorazgo”),
  • Sociedad: Es un concepto que aparece en la “modernidad” (a diferencia del comunitarismo) y se expresa a través de la heterogeneidad, inequidad, diferenciación de status, y nominatividad. El liderazgo en lo “moderno” está asociado, aunque no siempre (por ejemplo Hitler), a formas “democráticas”.

Sobre esta temática han opinado también otros pensadores como Talcott Parsons y particularmente Émile Durkheim. Según este autor la diferencia principal entre el enfoque de comunidad y el de sociedad es lo relativo al tipo de vínculo de solidaridad que hay en ellas. «En las sociedades primitivas, la solidaridad surge de la conciencia colectiva y la denomina solidaridad mecánica: la identificación con un grupo social se produce por las condiciones de igualdad, está en boga la idea de comunidad en tanto los individuos tienen «cosas en común», que producen un fuerte compromiso. En cuanto a la división del trabajo, no hay especialización, pero sí ascenso (Durkheim da dos ejemplos de sociedades primitivas en un contexto moderno: la Iglesia y el Ejército, ambas fuertemente verticalistas). En las sociedades modernas, esa conciencia colectiva es más débil y la solidaridad que existe en ellas es orgánica, puesto que surge de las diferencias producidas por la división social del trabajo, que es en general la respuesta que el siglo XIX da a la pregunta sobre el origen de todo hecho social. La solidaridad es, más particularmente, por necesidad en este tipo de sociedades, en las que las pasiones son reemplazadas por los intereses».