El trabajo y las variables macroeconómicas

En el sistema capitalista son fundamentales las variables macroeconómicas. En esta nota trataremos de dar algunos ejemplos en vinculación con el trabajo.

Comenzaremos por el tipo de cambio. Si es libre o con flotación “administrada” (es decir con intervención del Banco Central para atenuar las caídas y moderar las subas) su cotización dependerá de los precios relativos de la economía (y del costo y productividad de los factores de producción) y en especial del balance comercial (exportaciones – importaciones) y más en general de la balanza de pagos (que incluye lo anterior pero también los servicios, rentas, transferencias, y cuentas de capital y financiera).

Daremos sólo un ejemplo de apreciación pronunciada y sostenida del tipo de cambio, producto de lo que se ha denominado “la enfermedad holandesa” Se le dio ese nombre por el impacto que tuvo la generación de riqueza y gran entrada de dólares por el descubrimiento en el año 1959 y explotación por parte de Holanda de yacimientos de petróleo en el Mar del Norte. Este efecto puede darse también por una gran entrada de divisas por otros motivos (deuda externa, blanqueo de capitales, inversión extranjera directa, entre los principales). También puede tener efecto más localizado: podría ser el caso, por ejemplo, del impacto de las regalías hidrocarburíferas que irá recibiendo la Provincia de Neuquén (Argentina) con el desarrollo del yacimiento de “Vaca Muerta”.

Lo anterior dará como resultado un incremento del trabajo en este sector, así como en los servicios directos e indirectos asociados, pero la valorización de la moneda local producirá un deterioro de las exportaciones de otros sectores y un incremento de las importaciones (dependiendo de las características específicas de cada rama de actividad y país), hará que se pierda trabajo en los demás sectores.

Otras variables son el costo del capital, su cantidad y canalización a la inversión, la cantidad de ahorro y de consumo, el acceso a recursos naturales valorizados por el mercado y el costo, cantidad y calificación de la mano de obra. El tipo de relación entre los capitalistas y los trabajadores también influirá en la generación o no de trabajo, así como la educación y calificación de la mano de obra.

En consecuencia que haya trabajo o no es complejo dependiendo de cómo son estas variables y su relación con la economía global y el tipo de apertura que tenga la economía de ese país. Sin abordar todas estas cuestiones de manera adecuada en el actual sistema económico no se resolverá la tematica del trabajo.

De todos modos el “mundo está cambiando” tanto por movimientos desglobalización (en especial por países como Estados Unidos, o al menos en buscar revertir flujos de inversiones y comerciales), como por el cambio climático y en especial el científico-tecnológico. Darle a este cambio un “sentido de mundo mejor” y de un postcapitalismo del compartir, sería deseable.

 

Trabajo y complementariedad con la IA

Todo parece indicar que la inteligencia artificial (IA) irá absorbiendo progresivamente las tareas repetitivas, y también avanzando en lo que es el procesamiento de grandes cantidades de datos y elaborando informes y notas (desde lo estadístico y técnico hasta lo literario). En esta línea va un reciente discurso del CEO de Mercedes Benz.

En esta breve nota desearíamos destacar algunos de los espacios o campos donde la inteligencia artificial juega un rol complementario y de valiosa ayuda para el trabajo humano. La imagen de la entrada está relacionada a una articulación virtuosa entre ser humano e IA. Al respecto Santiago Bilinkis usó -en el cierre del Foro Iberoamérica del 4/11/17- una bella metáfora como imagen: la del centauro. También es relevante el enfoque de «tecnologías entrañables«, como cita esta nota del diario La Nación. En ella se cuestiona el pensar «que la evolución de la tecnología es autónoma y prácticamente independiente de la voluntad humana, es una postura llamada determinista . Si algún avance tecnológico es posible, alguien, en algún lugar, lo llevará a cabo. Pero frente a este determinismo tecnológico, ese futuro inevitable, surgen otras opciones, por ejemplo, la que algunos autores han llamado tecnologías entrañables . «Las tecnologías son como son porque hay personas que toman decisiones para que sean así», escribe Miguel Ángel Quintanilla, catedrático emérito de Lógica y Filosofía de la Ciencia de la Universidad de Salamanca, en el libro Tecnologías entrañables (Catarata, 2017). El futuro no viene dado, sino que lo construimos nosotros sembrando ahora sus semillas. Hay una conexión posible entre los seres humanos y el devenir de las máquinas , «sin renunciar por ello a impulsar el desarrollo tecnológico y a aprovechar sus consecuencias sociales y económicas beneficiosas».

Luego sigue expresando: «¿puede ser entrañable la tecnología? El término entrañable (en inglés engaged technologies) se utiliza aquí como el opuesto a alienado . Las tecnologías alienadas serían aquellas sobre las que los usuarios no tenemos ningún control ; la aparente autonomía de la técnica es fruto de esa alienación. «Podemos promover el desarrollo desentendiéndonos de las tecnologías que producimos o, en cambio, podemos responsabilizarnos de su control «, dice Quintanilla. Algunas de ellas, como es el caso del smartphone , tienen suma importancia en nuestras vidas, sin embargo, no tenemos control sobre ellas ni conocimiento sobre su funcionamiento. Son cajas negras, como las denominaría el filósofo de la ciencia Bruno Latour».

Cabe destacar que, en esta línea y desde una perspectiva general de resolver los grandes problemas de la humanidad, está la «Universidad de la Singularidad» (más conocida por su denominación en inglés: «Singularity University») en Silicon Valley (Estados Unidos). Aquí van algunos ejemplos:

  • donde el trabajo humano actual no da «abasto», hay «colas» de espera y demoras: en el caso de Argentina esto va desde los expedientes judiciales y del patronato de presos y liberados (que hoy insumen gran cantidad de papel y enormes demoras) hasta las colas de servicios bancarios determinados, de algunos transportes, de servicios de salud (en especial estatales), de algunas áreas del Estado (en sus distintos niveles) y el telepeaje (en especial en horas pico), sólo como ejemplos que se pueden extender. Aquí el trabajo humano se agilizaría enormemente en cuanto a focalizarse en visualizar los casos especiales y darles un tratamiento humano «empático» y personalizado (en especial para las personas mayores o con alguna dificultad). Se debería realizar con la colaboración de los trabajadores y sindicatos en la medida que se visualice que el trabajo humano actual puede pasar a ser menos estresante y eficaz con este aporte de la IA, lo que redundaría en una mayor satisfacción y bienestar para todos los involucrados (trabajadores y usuarios). En este sentido se ha comenzado a aplicar  la IA para mejorar la felicidad laboral en programas como Humu o en iniciativas de una multinacional japonesa. Los trabajos del futuro serían los del presente mejorados con tecnología.
  • donde enriquece y puede potenciar lo que hacemos (como plantea esta nota), por ejemplo, en la educación (como es en un contexto como la pandemia del Covid-19) con herramientas como la educación a distancia, videojuegos educativos, simuladores (laboratorios, proyectos, emprendimientos, expediciones, etc.), robots que sirven de maestros (así como de acompañamiento de ancianos) y ensayos en curso  (por ahora muy costosos y que habrá que evaluar pedagógicamente). También hay que tener en cuenta las limitaciones y peligros que terminen siendo «dispedagógicos» alentando la superficialidad y la falta de abstracción y concentración en cuestiones que lo requieran (y no sean «atractivas»). También las limitaciones y riesgos que tienen -hasta el momento- para otras aplicaciones,
  • donde genera nuevas alternativas como el «teletrabajo» (ver por ejemplo el caso de programadores que trabajan a distancia para Estados Unidos), la «tele presencia«, la «telemedicina«, la telecolaboración por ejemplo con arreglos de máquinas a distancia con lentes 3D y realidad aumentada, cómo la realidad virtual está pasando de los juegos a la aplicación en salud y educación, operaciones con cirujano robot o la utilización de drones para salvar vidas humanas, algoritmos para la búsqueda de trabajo en diferentes plataformas (como para empleadas domésticas o de servicios), inclusión de personas vulnerables, aplicación a sectores muy originales (como la polinización), la vinculación con la industria, prótesis realizadas con impresoras 3D u otras para algún tipo de discapacidad (como, por ejemplo, devolverle voz con inteligencia artificial para que una persona vuelva a trabajar en la radio), y suplementos como exoesqueletos (por ejemplo con los tetrapléjicos), y para «dar afectividad» (donde es pionero Japón), también pueden mencionarse como complementarios a nuestras limitaciones humanas. También hay que tener en cuenta la evolución de las impresoras 3D que producen comida (en general o por ejemplo carne). Esto último nos va a ir conduciendo a ser «prosumidores» con lo cual el conocimiento de estas impresoras en el futuro nos puede facilitar la autosubsistencia y no caer en la indigencia y la pobreza.
  • donde se van poniendo en marcha nuevos trabajos como los que menciona Melamed (op.cit. en otras entradas, pág. 154) como desarrolladores de apps, manager de medios sociales, ingenieros de autos sin conductor, especialista computacional en la nube, analista de big data, operadores de drones, etc.

Se está avanzando en normas privadas vinculadas a la innovación y las políticas públicas tanto a nivel internacional como a nivel local. También son de gran relevancia las políticas púbicas, en particular en el campo científico-tecnológico, la responsabilidad social de las empresas y de ciudadanos (ver esta iniciativa) que presionan para que se estimulen estos desarrollos serán de gran importancia para que la inteligencia artificial nos posibilite converger a un mundo mejor.

PD: La cuestión de la complementariedad también se da en el campo de la educación con mayor acceso a información (como Wikipedia), cursos on line gratuitos (como las Academias Khan o la plataforma MOOC), o el desarrollo de nuevas habilidades, pero también está el peligro de generar un pensamiento superficial. Será importante que todo ello vaya acompañado de una educación en valores y emociones así como lo planteado por Edgar Morin en “Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro” y lo desarrollado por Santiago Bilinkis un libro ad hoc.

El trabajo desplazado por la IA

En otra entrada hemos planteado la posibilidad de la complementariedad del trabajo humano con la inteligencia artificial (IA). En esta entrada plantearemos la posibilidad de que el trabajo humano sea desplazado definitivamente por la IA (ver la temática de robotlución) y, más en general, que el ser humano sea desplazado y «las máquinas tomen el control» (por ahora sólo en la ciencia ficción). Un sitio que se puede consultar sobre este tema es este.

Hay una línea argumental de que en la historia de la humanidad se ha ido avanzando en lo científico-tecnológico y que, si bien han habido resistencias como con la aparición del maquinismo (ver el caso del ludismo), al final la destrucción de trabajo humano en determinados sectores ha generado nuevos trabajos en otros sectores que posibilitaron la inserción laboral y el progreso. Hoy este enfoque está en crisis (no tanto para un plazo cercano y a nivel «agregado», sino para el mediano y largo plazo), dado que -por lo que estamos viendo- este cambio es mucho más profundo y radical (al estilo de un «nuevo Neolítico» y que excede una nueva revolución industrial «más»). Y viene a pasos acelerados.

Científicos como Stephen Hawking y otros están alertando sobre la posibilidad que la autonomización de los robots los convierta en asesinos (la cuestión de «la ética» en el software de los robots, ya planteada en las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov), empresarios exitosos en la aplicación comercial de la IA -como Elon Musk– hacen un fuerte señalamiento sobre la necesaria supervisión humana sobre este fenómeno, Facebook tuvo que desconectar a los robots Bob y Alice porque habían desarrollado autónomamente  y aplicado un lenguaje entre ellos que los humanos no podemos entender, la aplicación de drones autónomos para matar, Harari en su libro «Homo Deus» nos plantea un futuro inquietante con el «dataísmo», al igual que el último libro de Amy Webb (y también esta entrevista en CNN), esta entrevista con Santiago Bilinkis, y así podríamos seguir (la imagen de la entrada va en esa dirección). Algunas notas y autores comienzan a hablar de «robocalipsis«. Otra de las dimensiones es la señalada por Eric Sadin, en esta nota del diario La Nación donde plantea los peligros del «tecnoliberalismo».

Podemos hacer algo? Una primera respuesta, a corto y mediano plazo, puede ir en línea con iniciativas que se están haciendo en universidades de Estados Unidos que han comenzado a enseñar ética y regulación de la inteligencia artificial, a priorizar las actividades humanas relacionadas con la habilidades blandas (como la empatía), las actividades vinculadas al cuidado (más en general la economía del cuidado), a la cultura, al ocio….como señalan intelectuales como Eduardo Levy Yeyati, a generar un nuevo contrato social vinculado con lo digital como sostiene Gustavo Beliz y esta nota, entre otras.

Una segunda respuesta, y más a mediano plazo, podría ser: depende. De qué depende?: de que los seres humanos, además de la inteligencia limitada que tenemos, seamos «sabios». Qué sería ser «sabios»: canalizar nuestra energía positiva (agressiveness) en tratar de construir un mundo mejor, y no nuestra energía negativa (agressivity) en el dominio de unos sobre otros y en lucha de poderes y vanidades. La IA es resultado de la IH (inteligencia humana), es nuestra «hija» y si le transmitimos lo peor de nosotros mismos terminaremos devorados por ella. En esta línea reflexiona Gerd Leonhard y lo expresa en una nota de Lorena Oliva, del suplemento Ideas del diario La Nación del 1/7/18, donde dice que «harán falta sabiduría y previsión para manejar en forma adecuada el poder que le darán al hombre los próximos avances tecnológicos».

Un tema que viene emergiendo con fuerza es el de la inteligencia artificial generativa, y qué habrá que ir abordando en sus riesgos y aspectos negativos, así como en su potencialidad con un buen uso de la misma.

Si tomáramos conciencia de esta temática podríamos canalizar a la IA en complementarnos hacia un mundo mejor.

El trabajo y su retribución

En la primera entrada hicimos un breve recorrido sobre la temática del trabajo. Ahí mencionamos como comenzamos como recolectores y cazadores donde el grupo compartía lo conseguido.

Con el paso del tiempo, y en particular desde el Neolítico, la delimitación de un territorio y la aparición de un excedente y la moneda, aparece un trabajo al que se le paga un salario. Este término deriva del latín salarium (que significa pago con sal, muy valiosa en la antigüedad porque servía para conservar la carne). Con la modernidad, y en especial con la revolución industrial, se expande una «sociedad salarial«, en  el sentido que le dan Michel Aglietta y Antón Bender («Le metamorphoses de la société salariale», Paris, Calmann Levy 1966) y Robert Castel (“Las metamorfosis de la cuestión social», Ed. Paidos, Bs As, 1997). Este último autor señala, entre otras cosas: «condición proletaria, condición obrera, condición salarial. Tres formas dominantes de cristalización de las relaciones de trabajo en la sociedad industrial, también tres modalidades de las relaciones del mundo del trabajo con la sociedad global. Si bien, hablando esquemáticamente, ellas se sucedieron en el tiempo, su encadenamiento no fue lineal. Con relación a la cuestión aquí planteada -el estatuto del salariado en tanto que soporte de la identidad social e integración comunitaria-, esas condiciones presentan más bien tres figuras recíprocamente irreductibles».

Pero en la posmodernidad esta sociedad salarial está en crisis, asociada a esta globalización y al acelerado cambio científico-tecnológico. Según Hannah Arendt «lo que tenemos ante nosotros es la perspectiva de una sociedad de trabajadores sin trabajo, es decir privados de la única actividad que les queda. Imposible imaginar nada peor«.

Qué se puede hacer? Es muy difícil, pero sólo a título indicativo algunos puntos a explorar:

– Sería deseable construir otro tipo de globalización asociada a un postcapitalismo que supere al sistema actual, y donde se promueva una inteligencia artificial complementaria al trabajo humano y la cultura del cuidado y del compartir (en general, y en particular del excedente).

– Entre tanto, en el marco del sistema actual y a nivel nacional, poder realizar una política macroeconómica adecuada, hacer los cambios necesarios en el sistema educativo, ir generando nuevas oportunidades dependiendo del territorio, promover el compartir las horas trabajadas, e ir adecuando el marco regulatorio que acompañen los cambios de contexto.  En este último aspecto será fundamental desenganchar «salario» de «trabajo» buscando garantizar el derecho a un vida digna con herramientas como el ingreso universal.

– Acompañar un cambio cultural donde vivamos en un mundo en el que haya un piso de ingreso de ciudadanía (como el que venimos de mencionar), trabajos variables que nos generen un ingreso adicional, promovamos vocaciones y servidores mutuos en vez de trabajadores,  desarrollemos un ocio creativo y nos vayamos preparando para ser prosumidores (impresoras 3D en los hogares que proporcionen gran variedad de bienes que compartamos en el núcleo básico de afectos y a nivel local).

Todo lo anterior tiene supuestos «fuertes» como que la Tierra no acabe con nosotros dado el cambio climático producto de la insensatez humana y no canalicemos la agresividad unos contra otros con armas cada vez más poderosas. Podemos ir a un mundo mejor, pero no está para nada descartado ir a un mundo peor. Veremos como «juega» cada quien.

 

Trabajo y Ocio Creativo

En la imagen de la entrada hemos colocado una representación de la Grecia clásica de hombres filosofando o desarrollando un ocio creativo (incluía de manera relevante el deporte y las artes). Tenía un clara diferenciación del «trabajo» (con una connotación negativa) o del «negocio» (o «no ocio»). Hoy la filosofía, además de dictarse en las Universidades, también se aborda en distintos espacios como los «café filosóficos«. Desde una perspectiva más amplia se podrían incluir las actividades vinculadas con la meditación, la teología y la espiritualidad de las distintas religiones, así como prácticas que lo ligan con lo corporal como el yoga, el reiki y la relajación, por citar sólo algunas. También habría que agregar lo que se denomina afición, pasatiempo o hobby que no conlleva una retribución económica o material sino -más bien- el placer o disfrute de realizarla (en un sentido más amplio puede incluir el disfrute de la naturaleza o de espectáculos culturales). Se la puede asociar, de alguna manera, al término «vocación«, que -más allá de cubrir las necesidades materiales y poder tener una vida digna quien la realiza- satisface fundamentalmente sus propias necesidades espirituales e incluye la solidaridad, la generosidad, la entrega y el espíritu de  gratuidad hacia terceros de lo que se brinda.

En la actualidad se le da mucha relevancia al ocio en general, y podemos decir que abarca desde el ocio cultural, el turismo, el deporte y la recreación. En Europa hay instituciones universitarias como el Instituto del Ocio de la Universidad de Deusto, donde se lo vincula al desarrollo humano, y en España al «tiempo libre«. En Francia en 1981 se creó un Ministerio del Tiempo Libre y en Quebec (Canadá) hay un Ministerio de Educación, del Ocio y de los Deportes, por citar algunos casos.

En este contexto son muy relevantes las industrias culturales y creativas. Según la Wikipedia, la UNESCO, en 1978, define a las industrias culturales y creativas de la siguiente manera:

«Las Industrias Culturales son aquellas industrias que combinan la creación, la producción y la comercialización de contenidos creativos, los cuales son intangibles y de naturaleza cultural. Los contenidos se encuentran protegidos por derechos de autor y pueden tomar la forma de bienes o servicios. Dentro de las industrias culturales por lo general se incluyen industrias como la imprenta, la editorial y la multimedia, la audiovisual, la fonográfica, la [cinematográfica], así como la artesanía y el diseño. […]

Las Industrias Creativas, por su parte, abarcan un conjunto más amplio de actividades las cuales contienen a las actividades propias de las industrias culturales más todas las producciones de carácter cultural o artístico. […] En las industrias creativas, los productos o servicios contienen un elemento sustancial de valor artístico o de esfuerzo creativo, e incluyen actividades tales como la arquitectura y la publicidad.»

En el caso de la Argentina, podemos mencionar la industria del software vinculada a los videojuegos como relevante en este sector, y en general en el mundo todo lo vinculado con lo visual, las redes sociales e internet que va absorbiendo un tiempo creciente de las personas (con sus aspectos positivos y negativos, como la adicción o la disminución del vínculo físico presencial).

También cabe destacar la importancia, no sólo para las personas individualmente sino como interacción social y cultural positiva del arte (jugando un papel relevante la música) y el deporte (por ejemplo el rugby en cárceles o el futbol en barrios y villas). A lo anterior podemos agregar las demás dimensiones de una sana recreación (en general) y el turismo (con 1235 millones de turistas a nivel mundial en 2016) lo cual da a lugar muchas posibilidades de trabajo (desde la hotelería hasta la gastronomía, pasando por los distintos espectáculos culturales) dependiendo de la situación internacional y de cada lugar.

El ocio es creador de trabajo para muchas personas y también de disfrute para otras que aprovechan de manera gozosa el tiempo libre. Saber cultivar el ocio nos lleva a un mundo mejor. No saber qué hacer con el tiempo libre nos puede llevar a la angustia, a la depresión, al consumo de drogas y -en general- a un mundo peor. Es importante saber prepararnos y proyectarnos hacia un ocio creativo para uno, los demás y el medio que nos rodea.

La Desconexión entre Trabajo y Salario

En esta entrada intentaremos plantear sólo dos, de las múltiples, cuestiones vinculadas al «desenganche» entre trabajo y salario, en el marco general del trabajo y su retribución.

El primer «desenganche» es por la situación de pobreza estructural, falta de capacitación y tradición de trabajo, así como porque la economía (por distintas situaciones) no genera oportunidades de empleo y por lo tanto «no hay salario» o un ingreso. Una primera respuesta puede ser «tratemos de cambiar la economía, la educación y la capacitación para generar oportunidades de empleo». Por el momento vamos a suponer que esto tiene distintas complejidades, y de lograrse, lleva tiempo. Entre tanto otra respuesta es «generemos un salario universal»  o, algo más acotado como un ingreso complementario a cargo del Estado para lo que se ha denominado, en el caso argentino, como el IFE o el asignado a los trabajadores de la economía popular (en otros países puede estar relacionado con el seguro de desempleo o distintos subsidios o ayudas sociales).

El segundo «desenganche» es por los cambios científicos-tecnológicos que, en algunos casos generan nuevas oportunidades de trabajo, y en otros dejan fuera de manera -prácticamente- permanente a parte significativa de población. Hay una serie de países que están haciendo experiencias de un ingreso universal, de ciudadanía u otras denominaciones, que generan un «piso universal» de ingreso no asalariado. En estos ejemplos, hay algunos que «lo mezclan» con situaciones vinculadas a lo mencionado en el punto anterior.

Si bien estos desenganches tienen motivos diferentes, tienen algo en común: no hay trabajo y por lo tanto no hay salario o ingreso. A ello le podemos agregar los graves efectos de la pandemia del Covid-19.

Frente a la pregunta: ¿qué hacer?, sin duda, no hay una respuesta única y dependerá de distintos enfoques, situaciones de los países y de las ciudades (por ejemplo la ciudad de Utrecht en Holanda) y posiciones políticas en general, y de políticas de ingreso (dentro de la política económica, y su viabilidad fiscal y previsional) sobre lo que se debe y se puede hacer. En el caso de Argentina qusiéramos dejar algunas preguntas partiendo de lo «más urgente» que es la pobreza estructural, pero teniendo como perspectiva que ya se está presentando el impacto del cambio científico-tecnológico (bancos, taxis, etc.) en el empleo:

  • Se puede comenzar diciendo que habría que hacer desde el Estado, la sociedad y los emprendedores los máximos esfuerzos para generar una educación (en especial de las nuevas generaciones) y una capacitación, que articulada con políticas económicas a nivel nacional y políticas locales de oportunidades «micro», posibilitaran generar todo el trabajo posible.
  • Lo segundo es saber que, lamentablemente, habrá personas que no tendrán un ingreso de manera permanente o semi-permanente. Aquí se abre una bifurcación de situaciones: a) una mayoría que «no puede», y b) una minoría que «no quiere» (por distintas situaciones que hacen que el «no querer» sea derivado del «no poder» dado que: no tienen esperanza de encontrar nada, están con situaciones de adicción o de economía «criminal«, etc.). En este punto ¿no habrá que «repensar» los distintos instrumentos existentes como «el salario social» de la economía popular, el seguro de desempleo, la asignación universal por hijo (AUH), y otros instrumentos que tiene el Ministerio de Desarrollo Social y otros Ministerios (políticas de salud y prevención de adicciones, políticas educativas y culturales, régimen penal juvenil, etc.), para hacerlos más eficaces vinculando derechos con obligaciones y estímulos para salir de esta situación?

El desarrollo del «ocio creativo» es, algo complementario a valorar tanto en posibles trabajos futuros como con el mayor tiempo libre que se irá disponiendo. Del mismo modo habrá que seguir, la evolución futura de las impresoras 3D que nos posibiliten pasar a ser «prosumidores» y auto abastecernos de todo lo básico. Esto puede dar un giro «copernicano» a la autosubistencia y por lo tanto a reducir significativamente los aportes dinerarios (como el ingreso universal). Ello puede ir acompañado de la autogeneración de energía (como ejemplo la solar, tanto por tejas o paneles solares de bajo costo, o la biodegradable por digestores).

Debatir de manera plural, sincera y no partidaria, buscando los mejores caminos, sin duda es un desafío para converger hacia un mundo mejor.

Trabajo y Compartir las Ganancias

El trabajo, si es bajo relación de dependencia, recibe como retribución un salario. Dependiendo de las circunstancias o del contexto hay conceptos que pueden estar incluidos o no dentro del mismo (productividad, presentismo, etc.) y otros que no “cuadran precisamente” con la definición clásica de salario como es el de participar en el excedente o ganancia de la empresa.

Las ganancias, en el capitalismo y bajo el régimen de propiedad privada de los medios de producción, corresponden a los capitalistas. Esta es la concepción “clásica”. Sin embargo se dan muchas experiencias y modalidades donde las ganancias se coparticipan con los trabajadores.

La participación en las ganancias es promovida por algunas normas. En el caso argentino la Constitución, en su artículo 14 bis, establece: “El trabajo en sus diversas formas gozará de la protección de las leyes, las que asegurarán al trabajador: condiciones dignas y equitativas de labor, jornada limitada; descanso y vacaciones pagados; retribución justa; salario mínimo vital móvil; igual remuneración por igual tarea; participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática, reconocida por la simple inscripción en un registro especial”. Sin embargo este criterio establecido no ha sido reglamentado.

En el caso argentino un intento de reglamentación fue presentado el 16/9/2010, a través de un proyecto de ley del Diputado Héctor Recalde, bajo el Expediente No. 6837-D-2010, donde -en el artículo 5º- se fija un porcentaje del 10% de las ganancias netas anuales de las empresas a distribuir entre los trabajadores. En los fundamentos del proyecto se citan trabajos académicos para América Latina (como el Marinakis, 1999 – CEPAL), así como las experiencias de México, Chile y Brasil (1) Menciona también los casos de Canadá donde este régimen “se encuentra incorporado en la segunda parte del Acta Impositiva, división G, sección 144. Se trata de un plan de acuerdo diferido de ingresos entre el Estado y las empresas -establecido por primera vez en 1966-, por el cual estas últimas pueden optar, según el cual hacer participar a los trabajadores de las ganancias repercute en beneficios fiscales para las empresas. La alícuota también es variable, con un mínimo del uno por ciento. Estos montos no se destinan directamente al bolsillo de los trabajadores sino que componen fondos de la seguridad social. Estudios como el de Merrick (2006) muestran que el desempeño en materia de ganancias de las empresas que aplicaron este sistema fue mayor que el de las que no lo hicieron”.

También dice que “en el caso de Estados Unidos existe un sistema similar al canadiense, según el cual las empresas pueden optar por programas de participación laboral en las ganancias que crean fondos de garantías de la seguridad social, en especial para jubilaciones. La principal diferencia con el modelo canadiense y con los demás sistemas es que se permite utilizar un concepto de ganancia presunta en lugar de ganancia real, a través de una fórmula matemática, lo que permite que las erogaciones estén anticipadas. Según el estudio realizado por Kruse (1993) la productividad del trabajo era significativamente superior en empresas que decidían participar de estos programas, en un porcentaje similar al del caso canadiense”.

Así mismo se menciona el caso de Gran Bretaña. Allí “también se aplican métodos optativos para las empresas con incentivo fiscal. La participación de los trabajadores en las ganancias coexiste con otros sistemas, como el reparto de acciones a los trabajadores y la entrega de bonos anuales. El sistema nació en 1978 de modo obligatorio, y luego se lo hizo optativo a partir de 1980. A partir de 1987 se incorporaron deducciones impositivas a las empresas que eligieran participar sus ganancias. De acuerdo con la investigación de Blanchflower y Oswald (1988), en los años ochenta el veinte por ciento de las empresas británicas participaba a sus trabajadores de las ganancias, duplicándose el porcentaje en algunos rubros del sector de servicios. Las encuestas oficiales del Ministerio del Interior de Gran Bretaña muestran que las expectativas respecto al trabajo futuro en las empresas en las que se participan las ganancias son mayores a las de las empresas en las que esto no sucede. A su vez, Sandeep Bhargava (1994) realizó un estudio donde demostró que la rentabilidad neta – aun después de haberse pagado la participación de los trabajadores en las ganancias- de las empresas adherentes al sistema era superior a la de las empresas que no adherían, con lo que la participación laboral en las ganancias resultó, en el caso británico, beneficiosa para todos los sectores”. Podríamos agregar casos como los de Ecuador o, en general, el de las cooperativas que reparten sus excedentes entre los asociados.

Hubo distintas opiniones en la prensa o de entidades empresarias como CAME. Esta entidad, basándose en “Recomendaciones realizadas por el Consejo de las Comunidades Europeas sobre la participación de los trabajadores en los resultados de la empresa de fecha 27 de julio de 1992”, propone que esta participación se negocie en las Convenciones Colectivas de Trabajo. Esta última posición pareciera que, en el caso argentino (en el marco de disminuir la puja distributiva y promover una mayor justicia social acordada por sectores de actividad), pudiera tener viabilidad.

El tema que nos ocupa puede ser analizado desde distintas perspectivas muy diversas que van desde “el compartir” en el marco de una comunidad emprendedora en general, de cooperativas (2), empresas de comunión, etc., hasta fomentarlo bajo una variedad de capitalismo “popular” y más inclusivo, o de economías democratizadas. No sé si el lector compartirá que este pequeño paso va en dirección de un mundo mejor?

(1) También hay otros países de América Latina como Ecuador.

(2) Forman parte de la economía social y solidaria.

Trabajo Estatal y Trabajo Privado

En el primer texto de esta entrada hemos señalado la relevancia y significación del trabajo para el ser humano. También nos hemos referido a cómo el mismo se expresa en distintas dimensiones: la economía social, la economía popular, etc.  En el marco de una «economía mixta» (que hace referencia la imagen de la entrada), o del enfoque de la economía plural, ahora quisiéramos hacer algunas referencias al trabajo estatal y al trabajo privado.

El Estado puede tener distintas dimensiones y características dependiendo de la época y sociedad que analicemos. Desde una dimensión mínima (derivada de un liberalismo «extremo») hasta ocupar toda la vida económica por la completa estatización. También podrá ser eficaz (alcanzando sus objetivos), transparente y equitativo en su accionar así como dar un servicio de calidad a un costo adecuado, o no. Podrá ser un sucedáneo de la falta de empleo o profesionalizar su actividad para desarrollar bien su tarea, en el marco un estado no deficitario. El trabajo en el Estado no está exento del impacto del cambio tecnológico (ver también estados locales como Tel Aviv) y de las necesidades sociales que emergen y otras que ya fueron satisfechas, según el lugar en que actúe.

Los bienes públicos que están bajo la responsabilidad del Estado, en cuanto a garantizar derechos, en muchas sociedades se puede prestar bajo gestión estatal, privada o social, dependiendo del bien o servicio y de las características de los actores intervinientes. Hay casos interesantes como la incorporación de comunidades indígenas, o de pueblos originarios, a experiencias de energías renovables. También son muy relevantes la experiencia de empresas mixtas (como en China o en Argentina como YPF) donde el estado marca «la dirección» y el sector privado trata de optimizar la gestión. Del mismo modo será muy relevante articular virtuosamente el rol presencial de los docentes con el rol de las plataformas de enseñanza como esta, y su rol en promover la economía del conocimiento.

En cuanto al trabajo en el sector privado también dependerá de la escala de la organización (unipersonal, micro, pequeña, mediana o grande), su grado de formalización, tipo de liderazgo que tenga y perspectivas futuras. Al respecto es interesante una presentación de Hugo Kantis en el Senado de Argentina y un video, así como una de Santiago Billinkis sobre los emprendimientos del futuro.

Respecto a las opiniones de las personas respecto de cómo valoran el trabajo estatal y el privado, y dónde prefieren trabajar, habrá que tener en cuenta encuestas como esta.

Tanto en lo estatal como en lo privado, todo lo que haga a:

  • la profesionalización con una escala, medios tecnológicos y costo acorde a lo que se debe realizar,
  • la aplicación de normas como ISO o EFQM, así como un comportamiento transparente y responsable,
  • la verificación de la eficacia e impacto del trabajo en el medio que le toca actuar,
  • junto con un contexto organizacional, remunerativo y de clima laboral adecuado, que posibiliten que la tarea tenga sentido en proporcionar un bien o servicio de calidad

seguramente contribuirá a un mundo mejor.

El trabajo en el AMBA

En la primera nota sobre la temática del trabajo afirmábamos que un aspecto relevante es la territorialización del mismo. En esta breve reflexión tomaremos el caso en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) o también denominada Región Metropolitana de Buenos Aires (RMBA).

Podemos afirmar que un área o región está inserta en un contexto espacial más amplio (en este caso la cuenca del Plata y Argentina) e histórico con distintas etapas. De estas últimas podríamos hacer una sintética desagregación en tres etapas: la «ciudad puerto» hasta 1880, la ciudad que se conurbaniza con mayor cantidad de migrantes e industrias (de 1880 hasta mediados del siglo XX) y desde mediados de los 70 la ciudad metrópolis se afirma con su conurbanización pero -a diferencia de los servicios y de la agricultura periurbana- declina la industria y va aumentando la pobreza de menos del 5% al orden de un tercio de la población. Por lo tanto el trabajo irá tomando distintas formas en función de su rol en el contexto nacional e internacional.

De aquí al futuro dependerá del rumbo que tomen las políticas públicas de la Nación, así como de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires, con los Municipios de su conurbano y de otras variables. De estas últimas podemos mencionar la situación de los países vecinos (en especial la economía de Brasil y si habrá nuevas migraciones de otros países latinoamericanos), la situación de las economías regionales de Argentina (si serán expulsoras de población o si -de manera deseable- se pudieran generar polos o proyectos de desarrollo que puedan absorber población del AMBA), el cambio científico-tecnológico (en particular el avance de la automatización y de la «uberización» de la economía), etc.

Organizaciones no gubernamentales como la Fundación Metropolitana vienen abogando por una «institucionalidad metropolitana» entre los poderes (Nación, CABA y PBA) a fin de coordinar de manera más eficaz las políticas públicas de la región y su gobernanza. Se necesita una mejor articulación tanto en temáticas sectoriales (movilidad, residuos, etc.) como en  arreglos institucionales que deberían servir para potenciar servicios vinculados con el circuito cultural-turístico, los clusters de diseño e industria del software (y en general los trabajos del futuro), la economía circular y el cuidado del medio ambiente (en particular la cuenca Matanza-Riachuelo) junto con la cobertura de puestos de trabajo vinculados a distintos talentos. Esto último en distintas ramas y, en especial en capacitación en oficios vinculados al mantenimiento de bienes y distintos servicios. Ello debería ir articulado con una información más fluida que vehiculice la oferta y demanda de trabajo, así como que posibilite una ayuda solidaria más eficaz a las personas en situación de pobreza. También tienen mucha potencialidad a futuro la economía circular (dada la gran cantidad de residuos que se generan en la región y experiencias como las del CEAMSE), la Corporación del Mercado Central en logística para alimentos y para empresas como Mercado Libre o economía del conocimiento (articulando experiencias de distritos tecnológicos en CABA con experiencias en el GBA).

Entre los temas a evaluar vinculados a la población más frágil y vulnerable (además de la capacitación en artes y oficios) está la posibilidad de actividades que generen autosubsistencia -además del intercambio en forma de trueque e iniciativas de economía popular y economía solidaria- están la agricultura urbana (hay varias experiencias que también se muestran en videos o links, y la forestación en calles de frutales aptos ecológicamente y para consumo humano). Un tema no menor es todo lo vinculado al «ocio creativo» que puede comenzar como juego y diversión personal y grupal, para pasar a ser trabajo bajo la modalidad de arte urbano tanto en lo que se refiere a embellecer paredes (por ejemplo para embellecer villas y barrios populares, así como escuelas y lugares de trabajo) como en trovadores urbanos (con modalidad «a la gorra» como hoy hay en el subterráneo, trenes metropolitanos o calles concurridas de la Ciudad de Buenos Aires) que pueden generar un ingreso.

Volviendo a las cuestiones institucionales que den el marco adecuado para la generación de trabajo en el AMBA también se requeriría de que los acuerdos sectoriales que está haciendo la Nación vinculados a la competitividad, puedan articularse con CABA y PBA para los sectores industriales más comprometidos en su sostenibilidad futura (en particular el acompañamiento para diferenciar productos industriales tradicionales) y dar señales claras acerca del rumbo futuro.

Este tipo de iniciativas seguramente ayudarán a converger a un mundo mejor para esta área o región.

Trabajo y Economía Criminal

El periodista y economista Julio Sevares publicó -hace un tiempo- un libro que denominó «capitalismo criminal«. Allí se analizan múltiples modalidades de ilícitos que se dan actualmente en la economía.

Una de las preguntas que podemos hacernos es, además del combate al crimen organizado, si hay experiencias de reorientación e esta economía criminal hacia formas de trabajo que nos lleven a un mundo mejor?

Una primera respuesta podría ser el rol que deberían cumplir las cárceles en cambiar conductas y poder reinsertar a estas personas a la sociedad cumpliendo la ley. Sabemos que es difícil y que estamos -en general- bastante lejos de esta aspiración, pero se deberían hacer todos los esfuerzos pertinentes. Hay muchas experiencias valiosas en países como España, Holanda, Estados UnidosArgentina… y el rol que juega el deporte.

Una segunda respuesta sería profundizar el cambio cultural (como los ejemplos más arriba mencionados) y la implementación de determinadas iniciativas que posibiliten -en la práctica- otras alternativas. En el segundo párrafo de la entrada de este blog denominada «Convergiendo de las esferas de la economía plural«, dábamos algunos ejemplos como los siguientes:

Debería analizarse si se llegara a implementar un ingreso de ciudadanía o ingreso universal (mientras tanto podría ser el ingreso de la economía popular), complementado con enseñanzas de artes y oficios, y aprendizaje de ocio creativo, en especial deporte y música, si esto no ayudaría -en una medida importante- a salir de la economía criminal e ir hacia un mundo mejor.