¿Es posible trasladar exitosamente un enfoque de gestión japonés a la Argentina?: La experiencia de Toyota

La Argentina y Japón son, sin duda, países muy diferentes en cuanto a su historia, su cultura, su organización económica… y cualquier persona podría afirmar seriamente que no es posible trasladar experiencias de este último país al primero. Y sin embargo…hay un caso que demuestra que se pudo adaptar muy exitosamente el enfoque y modelo de gestión empresarial como es el caso de Toyota.

En este artículo de Pablo Ortega, en el diario La Nación, se relata que «Daniel Herrero, ex número uno de la automotriz japonesa, acaba de editar un libro en el que cuenta su experiencia durante el gran salto de la compañía; cómo logró compatibilizar con éxito la filosofía japonesa de mejora continua con la cambiante realidad local.

La historia de Toyota en la Argentina puede ser contada a través de los números, que hablan por sí solos: de fabricar apenas 10.000 pick ups en su primer año, en 1997, saltó al récord histórico de casi 182.000 unidades conseguido en 2023, cuando ya llevaba varios años consolidada como la principal automotriz en producción y exportaciones del país. De emplear a 2200 personas, pasó a tener 8000. Pero quedarse en las cifras sería una visión incompleta: detrás de ese logro hay un conjunto de ideas, una adaptación del “modelo japonés a la argentina” y un norte a seguir que permitió alinear a todas las partes detrás de un objetivo.

Daniel Herrero fue presidente de Toyota entre fines de 2010 y mayo de 2022, cuando fue sucedido por Gustavo Salinas, actual CEO. Entró a la automotriz en 1999 como gerente de Contabilidad y Finanzas, por un aviso que vio en LA NACION, y fue escalando hasta llegar a número uno. Bajo su liderazgo, la filial local protagonizó su gran expansión, al lograr una inversión de US$800 millones en 2013 para ampliar la fábrica de Zárate que le permitió ganar escala y crecer año tras año en producción, a pesar de la inestabilidad económica argentina. La catapulta que posibilitó ese salto fue conseguir mercados de exportación en América Latina, que se abastecían de pick ups Hilux desde la fábrica de Toyota en Tailandia.

“Ganarle” la competencia interna a esa filial con mejoras de competitividad y eficiencia resultó el “sueño” (como él mismo lo define) que Herrero logró transmitir a toda la empresa cada día. Para ese objetivo, resultó esencial el diálogo con el sindicato de mecánicos Smata, que permitió arribar a un acuerdo para incrementar la productividad.

Con “tiempo para escribir” al ya no estar en el máximo nivel de responsabilidad –hoy es presidente de Toyota Plan de Ahorro en la Argentina y de Gazoo Racing, la división deportiva de la marca, en la región-, Herrero puso toda su experiencia vivida dentro de la empresa en un libro, “Kaizen: el método Toyota de la mejora continua”, en el que cuenta cómo logró compatibilizar la filosofía japonesa de trabajo con las urgencias argentinas. En las oficinas de la automotriz en Martínez, recibió a LA NACION para hablar sobre esos años y sobre las lecciones que deja el caso local de Toyota.

– ¿Cómo surgió la idea del libro? Respuesta: La idea original vino por un periodista que me insistió en dejar plasmado en un libro la historia de un proyecto que fue bastante exitoso en la Argentina. También en una reunión, Akio Toyoda –presidente de Toyota a nivel global- me sugirió que lo escribiera porque la experiencia en la Argentina había sido muy buena para la compañía en términos de imagen y fidelidad (de la marca). Un día junté fuerzas y lo arranqué. Me llevó un poco más de seis meses. Cuando uno se corre de la posición de presidente y deja la vorágine de reuniones, visitas y viajes, se da cuenta que recupera tiempo para hacer lo que le gusta, como manejar, o dedicarse a escribir un libro.

– El punto de partida es el “método Toyota a la argentina”, con esos dos mundos tan culturalmente opuestos, entre la planificación a largo plazo y el orden japonés, y la realidad argentina tan inestable. ¿Cómo logró compatibilizar ambas realidades?. Respuesta:  Cuando uno está en una posición de presidente de una multinacional, y más en un país como la Argentina que tiene tanto antagonismo con lo que puede ser Japón, hay que hacer de traductor inteligente sobre lo que está pasando. Por ejemplo: al no haber corresponsales japoneses en el país, las noticias sobre la Argentina que llegaban a Japón provenían de Brasil o Estados Unidos. Para mí era muy importante anticiparme a la noticia y avisarles (a la casa matriz) que mañana iban a leer algo referido a un tema, explicándoles de qué se trataba y hacia dónde podía ir. Ese ejercicio adicional hacía que el japonés estuviera tranquilo de recibir la información de antemano. Todo demandaba una explicación mayor por la situación argentina.

– ¿Esa traducción comenzó desde su posición previa como director de Finanzas?. Respuesta: Sí, la situación demandó crear herramientas de gestión distintas porque en Japón los precios no cambian, al revés de la Argentina. Lo mismo que el inventario: allá lo tiene el proveedor, y a fin de mes la empresa paga las autopartes que utilizó. Acá es diferente. Siempre traté de entender el negocio y dar un paso más, porque la operación acá funcionaba muy distinto a la de Japón. Otro ejemplo: en impuestos, ingresos brutos allá no existe. Acá, una pieza paga cinco veces antes de ser exportada.

– Cuando fue nombrado presidente, ¿con qué desafíos adicionales se enfrentó en términos de cultura y gestión?. Respuesta: El gran cambio fue el horizonte de planeamiento. Yo venía de ser el típico financiero desesperado por cómo cerraba la mesa (de dinero) y de golpe tuve que empezar a pensar en una planta de producción, en la cantidad de empleos que dependen de una fábrica de autos. Estirar ese horizonte te lleva a tener que anticiparte a lo que puede pasar. Y como la Argentina no es tan estable, siempre había que tener cinco o seis opciones frente a lo que podía pasar. Todos los planes requerían una anticipación mayor. Ahí surgió la idea de que, en una condición de inestabilidad como la de la Argentina, lo único que nos podía dar estabilidad era un volumen de operación global y de exportaciones importante, con contenido local que garantizara el abastecimiento para no depender de fluctuaciones del tipo de cambio.

– ¿Esa certeza surgió al poco tiempo de ser CEO, o ya venía de antes? Respuesta: En la empresa anterior a Toyota en la que trabajé, la exportación se veía con la típica mirada de corto plazo argentina, de que sirve solo si deja plata en ese momento. Yo ya venía con la idea de que, en el largo plazo, un volumen de exportación grande te da estabilidad y cierta seguridad para todos los que dependen de la operación. Hoy Toyota emplea a 8000 personas en forma directa y unos 35.000 de manera indirecta. Para la competitividad del producto, tener una escala mayor ayuda a reducir los costos. Una de las grandes cosas fue pasar a una escala global de más de 100.000 unidades anuales de producción. Con esa escala, un proveedor podía vivir solo con Toyota y podíamos invitar a que se sumen nuevos. Es lo que nos pasó con el proveedor de asientos y el de la caja de dirección

– ¿Pasar las 100.000 unidades fue uno de los momentos clave que mencionaría en todo ese proceso? ¿Qué otros hitos rescata? Respuesta: El primer momento clave fue cuando queríamos hacer el proyecto de ampliar la fábrica y nos habían empezado a escuchar en Japón. Dicho un poco en chiste, nos plantearon primero que hiciéramos más de 95.000 unidades con lo que teníamos, con “la coca y el pancho”. Si pasábamos esa cifra, nos habilitaban un plan en serio para invertir en la ampliación de la fábrica. Lo reconozco como el primer hito porque involucró a toda la compañía, en 2012. Después de eso se aprobó la ampliación de la fábrica con una inversión de US$800 millones que terminó en 2015 con el lanzamiento del nuevo modelo (por la actual generación de la Hilux).

La relación con el sindicato

 En el libro ocupa un lugar importante la relación con el sindicato Smata y en especial con su líder, Ricardo Pignanelli (que incluso escribe el prólogo). ¿Cómo se dio ese vínculo y cuánto influyó el proyecto de ampliación de la planta?. Respuesta: La relación venía de antes. Cuando creamos “el monstruo” y empezamos a crecer, el proyecto era de todos. Todos queríamos la ampliación de la planta, desde el último operario hasta nosotros y Pignanelli. Hay algo que siempre recalco: durante mi gestión hicimos fiestas, sorteamos autos, pagamos bonos… Pero el aplauso más grande siempre lo recibí cuando decíamos que íbamos a tomar 10 personas más. El proyecto de crecimiento y de incorporación de gente era un gran atractivo. Y después, el hecho de ser número uno (del mercado), también. La gente veía que lo que hacíamos funcionaba y que era consistente con lo que pasaba. Eso demandó una comunicación interna fuerte para que todos supieran hacia dónde había que ir.

– En distintos pasajes habla de la transparencia en la relación con el sindicato. ¿Cree que fue una de las claves para que el proyecto funcionara? ¿Qué se puede comentar al respecto?. Respuesta: La transparencia con el sindicato en el manejo de la información funcionó. Por ejemplo, hoy la ergonomía de la planta [el control de que las herramientas no lastimen y la posición en la línea sea saludable] la maneja el sindicato, pero el médico lo maneja la empresa. Cuando arrancamos con ese pacto, dijimos que si teníamos discrepancias haríamos una junta. Nunca hubo un problema.

– ¿Ese tipo de relación basado en la confianza fue parte del método “Toyota a la argentina”? ¿O hay algo de eso también en Japón?. Respuesta: No, fue parte de adaptar a la Argentina lo que era el modelo. El ejemplo más grande de confianza para mí fue la pandemia. Lo que veíamos era que Toyota tenía espaldas para pagar los sueldos, pero el segundo y tercer anillo (de proveedores) iban a morir si nosotros tardábamos en volver a producir. Ahí había que salir y ya no era una decisión de ganar o perder plata, sino de qué pasaba si alguien se contagiaba y se moría trabajando. Fue un gesto de confianza de todos. El sindicato estuvo muy bien. Los intereses eran muy contrapuestos en ese momento: por un lado, estaban los funcionarios que te llamaban y te pedían que volviéramos a producir, y por el otro los intendentes que te decían que no querían dejar pasar los camiones por las dudas. Tuvimos que negociar con ocho provincias y 52 municipios para volver a poner la planta en marcha. Usamos los mismos protocolos que en otras fábricas de Toyota y no tuvimos problemas. Los contagios que tuvimos fueron más de afuera.

– Uno de los puntos centrales en el crecimiento de la automotriz fue el hecho de ganarle a la planta de Tailandia (una de las más grandes del mundo de Toyota) como proveedor de pick ups para la región. Para eso, debieron mejorar la productividad y llevar el ausentismo a niveles japoneses. ¿Cómo logró que todos se encolumnen detrás de ese objetivo? Respuesta: La gente no quiere que la dirijan, sino que la administren. Y más hoy, cuando la gente joven cuestiona todo. Teníamos la obligación de comunicar mucho más. Había que explicar lo que significaba si alguien faltaba y la línea se paraba, o qué pasaba si la calidad no era la que pretendíamos. Tuvimos que explicar mucho para que se entendiera la magnitud de lo que íbamos a hacer y que todos se sintieran parte del proyecto.

– En el libro menciona que la filial local terminó siendo de las que más soluciones propuso dentro del método de la mejora continua de la automotriz. ¿Por qué ocurrió?. Respuesta: El operario argentino es creativo. Por ahí lo que le cuesta más es la estandarización, al revés del japonés, que no se mueve de lo establecido. A los dos días, el argentino ya está pensando en cómo puede hacer algo de otra manera. Después hay un sentido de pertenencia, de tomar el proyecto como propio. Eso permitió que no hubiera rotación (de empleados). Si no hubiésemos hecho todo lo que hicimos con la pasión con que lo hicimos, no hubiéramos llegado al mismo resultado. Es que en el fondo ganaban todos. Cuando arrancamos éramos 2200 personas y terminamos 8000. Pero lo dijimos de entrada: el proyecto era diferente. De ahí salió el viaje a Japón con los delegados del sindicato, para que vieran cómo se trabaja allá y entendieran por qué teníamos que lograr un 95% de eficiencia y un 3% de ausentismo. A nivel calidad, Latinoamérica percibía que la Hilux argentina no iba a ser igual que la de Tailandia. Hoy con gran orgullo logramos que ya no quieran la de Tailandia. Cuando empezamos a exportarle a América latina, si había un problema garantizábamos que en menos de 12 horas alguien de la Argentina viajaría para solucionarle el problema a un cliente.

Las lecciones del “ceder para crecer”

– Si tuviera que resumir los mejores y peores momentos, ¿cuáles serían? Respuesta:  De los buenos momentos, la aprobación de la ampliación de la planta (en 2013) es el primero, porque nos dio otra escala y nivel global, y también el hecho de sentir que le habíamos ganado a Tailandia (como proveedores para América Latina). Nunca tuve dudas de que lo íbamos a lograr, era tal el compromiso de la gente que nunca dudé que íbamos a poder cumplir con las metas de producción.Otra satisfacción fue el proyecto de Gazoo Racing (en 2019), el desarrollo de la Hilux deportiva hecho en la Argentina. En cuanto al momento más duro, fue la pandemia. Yo había tomado la decisión de volver y sentía esa responsabilidad.

– ¿Qué lecciones de liderazgo se pueden extraer de la experiencia Toyota?. Respuesta:  Lo que digo siempre es que el diálogo es fundamental. La gente quiere ser administrada y ser parte del proyecto, y eso es muy demandante. Pero hace al entendimiento del proyecto, a que todos sepan lo que hay que hacer. El segundo consejo es la empatía, entender las necesidades del otro. Ahí aparece el “ceder para crecer”: cuando uno va con posturas rígidas [a una negociación], lo más probable es que vuelva sin nada. Si uno va con la intención de hacer algo que ponga a las dos partes en un estadio superior al que estaban, eso es negocio para todos. Si se le plantea a alguien que haga un sacrificio, hay que mostrarle los resultados que obtendrá después.

En lo que uno haga, hay que poner un sueño. Tener una meta clara y levantarse cada día para cumplirlo. Nos pasó con el proyecto de ampliar la planta y ganarle a Tailandia. Lo repetíamos constantemente. Buscamos la forma de ahorrar para bajar costos. Un día, un chico de la planta acercó una sugerencia: desconectar el agua caliente en los bebederos de la línea de montaje, porque ahí solo se toma agua fría. Son centavos, pero ese gesto mostró el nivel de compromiso de la gente para ganarle a Tailandia. Ese operario sabía hacia dónde íbamos, sabía cuál era nuestro punto débil y lo que teníamos que conseguir.”

Esta historia demuestra que se pudo y se puede adaptar y adoptar las mejores prácticas en la organización empresarial, Ojalá este ejemplo se extienda y generalice !!!

El gobierno entra en una nueva etapa

Javier Milei comenzó su gobierno continuando con su ataque a la casta política en general, y en particular destratando a los legisladores con múltiples gestos (desde darles la espalda en su discurso de asunción hasta tratarlos de ratas). Sabía cuál era la composición del Congreso, donde LLA tiene una representación muy minoritaria, que UxP les iba a votar todo en contra, y que con la oposición dialoguista tenía que negociar. Con esta, al comienzo lo hizo tarde, desordenadamente y mal, y los resultados fueron que no pudo aprobar su Ley Bases aunque le había hecho modificaciones.

Con la llegada de Guillermo Francos a la Jefatura de Gabinete esto cambió y el gobierno se dio cuenta que si no sacaba esta ley -como fuera- no generaba credibilidad en cuanto su posibilidad de gobernabilidad. Logró hacerlo en la Cámara de Diputados y ayer en la Cámara de Senadores muy ajustadamente con el desempate de la Vicepresidente de la Nación. Ello le permitió el primer triunfo legislativo y demostrar que entra en una nueva etapa y puede gobernar. Vamos a ver qué pasa con los cambios que introdujo el Senado y vuelven a la Cámara de Diputados.

Tuvo buena repercusión en «los mercados», que junto a la baja de la tasa de inflación y la renovación del swap con China, le da aire económico para una nueva etapa de gobierno, en el contexto de una grave situación social con aumento del desempleo, de la pobreza. fuerte caída de la actividad económica. y serios problemas de gestión. Vamos a ver cómo sigue (1).

(1) Sobre este tema ver esta nota de Carlos Pagni.

 

 

La política pública de parches y de falta de calidad: el kirchnerismo y el caso de la educación

El peronismo es un fenómeno político, social y económico complejo de describir en su devenir histórico. Posiblemente se podría coincidir que uno es el del surgimiento y gobierno en el período 1945-1952, otro es el viraje que le imprimió Perón en el año 1952 hasta su derrocamiento en 1955, otro el de 1973 y el Modelo Argentino, así como de los distintos gobiernos sucesivos como el de Menem, de Duhalde, del matrimonio Kirchner y de Alberto Fernández (con la impronta final de Sergio Massa). En la actualidad a nivel nacional tiene distintos referentes: Cristina Fernández de Kirchner, Axel Kicillof, Sergio Massa, Juan Grabois, Guillermo Moreno, Juan Schiaretti y otros aspirantes (pero con menos posibilidades como Martín Guzmán o que puedan surgir en un futuro). De todo este abanico nos vamos a referir a un caso muy acotado de la provincia de Buenos Aires y su reciente propuesta educativa para el nivel medio difundida por Alberto Sileoni.

La misma tiene elementos de mejoras respecto de la actual situación, y entre ellas propone la no repitencia de materias de los alumnos de la escuela secundaria, donde el ministro se defendió de las críticas. Al final del documento presentado (denominado «Es más secundaria») finaliza expresando «más inversión del Estado provincial en cargos y módulos docentes para el acompañamiento en el aprendizaje«. No dice nada de la actualización de la curricula pedagógica al siglo XXI, de los métodos de enseñanza acompañando la trayectoria educativa de los alumnos (donde estaría incluida la abolición de la repitencia ahora incorporada), de los cambios en la formación de los docentes (y por lo tanto de los Institutos que los forman), entre las principales limitaciones. Si no se toman todas estas medidas, y se supone que se resuelve con «más cargos y módulos docentes» serán nuevos parches y baja calidad de la gestión estatal que no resolverá los graves problemas de fondo en el área educativa (1)

Si la dirigencia argentina, incluída la derivada de la distintas expresiones del peronismo, no construye un estado inteligente en su gestión, con propuestas aggiornadas en distintos temas, no tendrá iniciativas superadoras a quienes plantean la destrucción del estado o la resolución de los problemas sólo a través del mercado. En consecuencia iremos hacia una Argentina peor.

(1) Parece primar el «enfoque de contención» (que los estudiantes sigan en la escuela, lo cual está muy bien) pero no el enfoque de «mejorar radicalmente la calidad educativa».

PD: Sobre la medida tomada por la provincia de Buenos Aires, han opinado entre otros, Guillermina TiramontiMariano Narodowski (este último en línea, aunque con agregados importantes a esta nota de La Nación). Más en general Susana Decibe y esta sobre la escuela secundaria.

 

 

La torpeza como ideología y su reflejo en la gestión

Los argentinos sabemos cuál es la cosmovisión de Milei (anarco-capitalista), en general cuál es su personalidad y temperamento, su acierto -hasta el momento- en lo comunicacional en una sociedad que viene muy golpeada e irritada donde predomina la esperanza de que le vaya bien… entre los principales conceptos.

Luego de aproximadamente seis meses de gestión estamos viendo cómo se desarrolla la misma y cómo se articula lo que sabe y piensa con lo que hace. Entre los modos que se puede expresar esto es ¿cómo alguien que desprecia el Estado puede gestionarlo, y de qué manera para que sea exitosa? ¿cómo alguien que dice que no renuncia a sus ideas (y prefiere irse a su casa para no hacerlo) a la vez no es un “suicida político” y le busca la vuelta para implementarlas? De esto último ha dado pruebas concretas no sólo poniendo a Guillermo Francos para que negocie sino también cómo ha pasado de enfoques muy radicales de dolarización a uno de “dolarización endógena” que está viendo cómo implementar. De igual modo hay que reconocer el éxito de ir bajando la inflación, aunque con la contra cara de una grave caída de la actividad económica, el aumento del desempleo y de la pobreza.

El tema de la relación entre su ideología y su praxis se debate en muchos medios y ámbitos. Uno de los periodistas que más lo está analizando es Carlos Pagni, que en su programa Odisea (del 3/6/24) lo tituló “la torpeza como ideología” y hoy lo transcribió en este artículo, del cual se ha extraído el título de esta nota.

De todo lo expresado se va a tratar de sintetizarlo en algunos puntos específicos relacionados con la grave crisis ocurrida en la gestión del Ministerio de Capital Humano. Tratando de reconstruirla, y tomando como aportes la opinión vertida -en el programa Odisea- por Francisco «Pancho» Olivera, parece que ocurrió lo siguiente:

  • A comienzos de año (enero-febrero) Pablo De la Torre se enfrentó contra la Ministra Pettovello porque quería distribuir los alimentos almacenados en los depósitos, y esta -junto con la opinión del Presidente- no quisieron (¿cómo un estado libertario va a repartir alimentos como el kirchnerismo? O, según Milei «que la gente se muera de hambre no es un problema del estado»). El funcionario amenazó con renunciar pero cometió el error de quedarse.
  • Luego vino la denuncia de Juan Grabois (que luego se comprobó que tenía razón), las negación de Pettovello y su abogada del Ministerio (bien descrita por Pagni y Olivera), y la contratación -vía la OEI– de funcionarios reales y otros que serían «ñoquis» por parte de De la Torre (pero parece que no sólo él lo hizo). La explicación de esto último (rugbiers de San Miguel que apoyan a los De la Torre) sería que el aumento de los sueldos que tuvo que retrotraer Posse (el despedido Jefe de Gabinete) hizo crisis en funcionarios que -si bien estaban dispuestos a colaborar- no consideraban un sacerdocio (o dicho en otras palabras hacer una gran renuncia económica) para acompañar a esta gestión, y había que compensar con sobre sueldos vía contratación de «presta nombres». A eso parece que se le agregó que, para que la plata no se desvalorizara, una parte se cambió en dólares en una cueva financiera.
  • Resumen: el gobierno pasó de acusar al kirchnerismo de ineficientes y corruptos, a auto incriminarse de lo mismo. Además nombró en reemplazo de De la Torre a una profesional que viene de la gestión de Horacio Rodríguez Larreta (según Milei «una lacra») y de la gestión de María Migliore (que Jorge Macri consideró que no debía seguir en la Ciudad) (1). Todo ello expresa un cuadro muy representativo de las profundas contradicciones, incoherencias, y torpezas (como dice Pagni) de la gestión de este gobierno.

Agrego a este resumen: que la ideología o cosmovisión de Milei es su peor enemigo para la gestión. La capacidad de aguante de la población tiene o tendrá un límite no muy lejano, y vamos a ver cómo sigue. Ojalá no defraude la esperanza que la mayoría de la población aún tiene en él.

(1) Sobre este tema Pagni lo sintetizó de este modo: «un Gobierno que no termina de estabilizarse y es lógico, porque no se lo eligió a Milei a pesar de que no tenía equipo, de que no era político y de que no tenía partido. Se lo eligió porque no tenía equipo, porque desconocía el Estado y porque no era un político». Las consecuencias se están poniendo a la vista.

Economías con competencia de monedas y la propuesta de Milei

En el siglo XXI la temática de la competencia adquiere características globales sobre distintos temas, y uno de ellos es la competencia de monedas. En el caso argentino se ha venido manifestando (asociada con la existencia de alta inflación), con la particularidad de un bimonetarismo de hecho. El dólar ha operado como reserva de valor y unidad de cuenta para ahorrar y transaccionar algunos bienes (como los inmuebles) y el peso como moneda para transacciones usuales y menores, así como al pago de impuestos y servicios.

El Presidente Milei ha venido reformulando su propuesta de dolarización (en la práctica una «dolarización endógena«, voluntaria y sin emisión de pesos), y últimamente la ha focalizado en un proceso de «competencia de monedas«. También está dando unos pequeños pasos (también este) en esa dirección.

Hay economistas como Marina Dal Poggetto y Ariel Abelar, así como otros (donde habría que agregar esta donde se plantea que «más que competencia de monedas, estamos ante la competencia entre dos regímenes monetarios y cambiarios muy distintos«), que comienzan a opinar sobre lo que entienden sería su propuesta final. ¿Qué se puede opinar, de manera sintética y provisoria, sobre este enfoque y propuesta de política económica? A continuación algunas afirmaciones provisorias, en base a la lectura de distintas opiniones:

  • En la nota de Perfil, Marina Dal Poggetto dice, entre otras cosas, que “hay que preguntarse cómo va a ser la competencia de monedas, a ‘la venezolana’, donde tuvieron un apagón generalizado entonces dejaron correr los dólares para que los use y suavice la transición, o como en la ‘convertibilidad’, donde podías usar una o la otra. También para qué vas a usar el dólar ¿Para tranzar? Hoy podés tranzar con dólares ¿Para intermediarla dentro del sistema financiero? ¿Y a quién le vamos a prestar en dólares? ¿Con qué tipo de cambio? ¿Con paridad fija o flexible? ¿Y con qué esquema macroeconómico?»,
  • En un artículo posterior, se refiere a antecedentes teóricos en la materia, y entre ellos menciona a los de Julio H.G.Olivera cuando expresa que «en un brillante artículo titulado “la confusión sobre la ley de Gresham”, muestra que respetando los supuestos usuales de preferencias de la teoría microeconómica, que no invalidan las preferencias de la escuela austriaca, la libre elección entre monedas puede ser indeterminada en contexto de tipos de cambio variable en función de los prevalecientes (conforme a los movimientos de oferta y demanda). En otras palabras, no está garantizada la solución de esquina de que la moneda buena vaya a desplazar a la mala, o que la dolarización sea el final de este camino. Podrían coexistir dos o más monedas, con precios, salarios, tasas de interés, etc.»
  • En el artículo que se viene de citar, también expresa que la «Argentina, antes que deconstruir o reconstruir el régimen monetario, debería plantearse en aggiornar la productividad de su sistema económico contemplando las necesidades de inserción externa a través de exportaciones sin destruir por demás el aparato productivo y el nivel de empleo como en los experimentos monetarios anteriores. La popularidad de las propuestas de coexistencia de monedas, que es lo que existe desde siempre, desnuda la desesperanza en la reconciliación de ambos sectores después del último fracaso (el que hoy genera empleo y el que hoy genera divisas). La dolarización del ahorro y la pesificación del salario no es novedad, aunque esta coexiste con una economía cada vez más dual que va a terminar de perpetuarse, hiperinflación y ruptura de contratos mediante, si se avanza en el experimento planteado. Un programa de estabilización es condición necesaria para empezar a encarrilar el balance del BCRA, corregir la distorsión de precios relativos, la brecha cambiaria y establecer un ancla creíble que corte la inercia y reduzca la inflación sin sobreraccionar con la tasa de interés de pesos a fin de licuar parte del déficit cuasifiscal sin “reventar” el capital de trabajo de las empresas.»
  • Por último en este artículo se concluye con una opinión de Econviews que dice lo siguiente: “La implicancia del dólar barato es que desaparecen los incentivos para traer capitales ya sea para inversiones reales como financieras, se desincentiva la exportación de bienes y de servicios. Imaginemos un proyecto de inversión que costaba 1,000 millones de dólares hace 2 meses y hoy cuesta 40% más. Será difícil que los directorios de las multinacionales se tiren de cabeza, más allá de las oportunidades que ofrece la Argentina”.

De todo lo anterior, se puede inferir -salvo mejores opiniones- que con este enfoque y propuesta no vamos hacia una Argentina mejor.

PD: Con posterioridad a la redacción de esta nota, apareció este artículo que da aún mayores precisiones (se agradece a Humberto Bonanata su aporte).

Celebración del 25 de Mayo

Hoy celebramos en Argentina, el día donde comenzó nuestro proceso de libertad como pueblo, Patria y, por lo tanto, Nación incipiente. De allí que es un día de festejo.

Entendemos que es importante que el ejercicio de nuestra libertad sea en una perspectiva de maduración y de desarrollo para todos quienes habitamos esta tierra (1). Ojalá sea así.

(1) Se han escrito muchos textos sobre los problemas y desafíos que tenemos al respecto. Al día de hoy, uno de ellos es este.

La opinión de un economista ortodoxo sobre la política económica de Milei

Juan Carlos De Pablo (ver imagen de la entrada), es un economista serio, de la corriente ortodoxa, con sentido común y en muy buena sintonía con el Presidente Milei (se encuentran semanalmente a escuchar música y conversar). Hoy salió esta entrevista en el diario Clarín, cuyo copete expresa: “si Javier Milei devalúa o afloja en material fiscal, se convertirá en pato rengo“. Para uno de los economistas que más escucha y cita el Presidente, «la inflación no tiene límite para bajar» y podría llegar al 2% mensual. «Pero la clave es que el esfuerzo fiscal que se hizo hasta ahora se mantenga”.

Cuando Ezequiel Burgo le pregunta: “¿Qué es lo que le preocupa?” Responde: “La revaluación del peso. Podemos discutir si hay atraso cambiario o no…” (1). Le repregunta: “Explique qué riesgos conlleva”. Y responde: “Dijimos que los costos en dólares de producir hoy en Argentina son mayores a los de unos meses atrás. Ahora bien: los chinos no tienen ese problema. Pero ahí viene mi otra preocupación: no veo con la claridad de las otras áreas que hemos estado hablando esa misma nitidez en la apertura de la economía del Gobierno y hasta en la Secretaría de Comercio. La apertura hoy es traje a medida y si bajo el arancel del tal o cual insumo. Todo es una señal para decir “che, ¿no tenés un amigo en el equipo económico?”. No me gusta, me gustan las reglas generales…. “ Y luego agrega: “El problema cuando hay apreciación cambiaria es que la responsabilidad de los funcionarios se esparce y no hay una puerta donde solucionar el asunto. Hay problemas de impuestos, gremios, apertura.”

Otra pregunta: “¿Qué otras cosas no le gustan?” Respuesta: “El reemplazo de la obra pública por la privada. Suena muy lindo. ¿Pero dónde está? Y otra cosa que me cuenta mucha gente es que los trámites y la burocracia sigue viciada de mucho papelerío. La política económica es gestión después de que hizo los grandes enunciados”.

Y luego continúa el reportaje, que vale la pena leer. Hay otros economistas ortodoxos que plantean cuestiones similares.

Si lo que dice es objetivo y cierto, algunas de las preguntas que pueden surgir son:

  1. ¿es posible bajar sustancialmente los impuestos que gravan la producción y el comercio (como Ingresos Brutos) en el actual contexto? ¿las provincias lo pueden hacer en esta situación de ajuste fiscal y corte de transferencias? ¿y el Impuesto País se puede sacar?
  2. ¿es posible hacer una mayor reforma laboral que la que está planteada en el proyecto con media sanción de Diputados? ¿esto bajará el costo de transporte de los camiones?
  3. ¿la apertura de la economía (donde se han bajado algunos aranceles) abarcará a los autos, a los productos de Tierra del Fuego…?

Difícil, ¿no? ¿Se hará todo con una continúa depresión en muchos sectores de la economía, sin importar los costos asociados al desempleo? ¿Esto es sostenible?. Son algunos de los temas importantes a considerar sobre la viabilidad del modelo económico de Milei, en un contexto de desorientación, fragmentación y vacío de la oposición.

(1)  Hay un importante debate entre economistas sobre este tema. Un indicador parcial es este y más en detalle este.

El «brutalismo» en política: el caso de Milei

El brutalismo en política ha sido abordado por Antoni Gutiérrez-Rubí en esta nota. Allí exprea que «en los años cincuenta y hasta la década de los setenta surgió el brutalismo, un estilo arquitectónico que reivindicaba el valor estético de las estructuras y elementos constructivos. Una propuesta que ofrecía la belleza bruta de los materiales, sin concesiones estéticas al adorno o al revestimiento. El brutalismo emergió, también en las artes plásticas, como una expresión profundamente arraigada en sentimientos y emociones, y se caracterizaba por su audaz desapego de la búsqueda de lo fácil o cómodo. Fue una reacción de las nuevas generaciones en contra del optimismo y la frivolidad que, a menudo, dominaban el diseño comercial contemporáneo.

En un mundo marcado por la superficialidad en muchos ámbitos, el brutalismo aboga por una autenticidad cruda, desafiando las convenciones y resaltando la importancia de la profundidad y la verdad, sin concesiones, sin máscaras, sin maquillajes (1).

Esta corriente artística y arquitectónica que, desde el propio nombre que la identifica, lanza una propuesta frontal y de fuerza puede ayudarnos a explicar el atractivo de la brutalidad en la política actual. En todo el mundo emergen discursos y perfiles políticos que, más allá de disputar y desafiar la hegemonía del lenguaje correcto, han descubierto en el grito, el insulto o la locuacidad extrema una materia prima —no elaborada— de las palabras. Si la corrección política emplea palabras, la insurrección e insumisión políticas usan gritos, escupen conceptos, vomitan exabruptos. Pasamos de la sonrisa homologable a la mueca desaforada y agresiva.

En su ensayo No society. El fin de la clase occidental (2019), el geógrafo francés Christophe Guilluy destaca que «la desaparición de la clase media occidental no se mide solo mediante indicadores económicos y sociales, sino también y sobre todo por la pérdida de un estatus, el de referente cultural». Aquí hay, quizás, algunas de las claves que explicarían el atractivo de la grosería política. A la decepción y desconfianza de amplios sectores que se transforman en ira y bronca social, la respuesta que mejor conecta es el grito brutal. Un grito que desafía el silencio respetuoso, acomodaticio, resignado y que rompe —sonoramente— los convencionalismos políticos. Por eso gritan: no para que se les escuche, sino para desafiar el orden establecido.»  Mario Riorda lo relaciona con Milei, en un artículo en la revista Anfibia.

Posiblemente coincidamos que este estilo de comunicación le ha resultado exitoso a Milei para llegar a la presidencia de la Nación, y -en general- en los primeros 136 días de gobierno. Decimos en general porque no le ha resultado exitoso en su enfrentamiento por la actualización del presupuesto universitario, como lo han resaltado notas como esta o esta, entre otras. De todos modos, luego recapacitó (tal vez siga esta lógica) y adoptó una posición diferente y más flexible para acordar con los Rectores universitarios.

En lo económico se sigue burlando y despreciando de quienes opinan distinto, como hizo en la cena de la Fundación Libertad. No escucha o valora en general la opinión de quienes piensan distinto, y de economistas ortodoxos como Cavallo (2).

La viabilidad de su enfoque sociopolítico, es muy incierto, errático y -en la práctica- se flexibiliza, por ejemplo, para que se apruebe la «ley bases» y de reforma fiscal y laboral. En lo económico las opiniones mayoritarias sostienen que no es sustentable, tal como está formulada hasta el momento su política.

(1) También es abordado en este artículo, desde la perspectiva de «la autenticidad».

(2) Sobre este tema es interesante esta nota.

La cuestión de las Malvinas

El 2 de abril de cada año se conmemora el Día Nacional del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas. En el 2021 escribimos algo sobre esta temática.

Es una temática muy compleja de abordar y muy dolorosa por los caídos, y con fuertes componentes emocionales, más allá del legítimo reclamo de soberanía sobre dichas islas.

Hoy podemos agregar, el interesante análisis que hace Camila Perochena sobre el momento en que comenzó a germinar el discurso sobre Malvinas como «cuestión nacional» (se puede visualizar en este video), así como perspectivas anticorriente mayoritaria como las que aborda Vicente Palermo.

Esperemos que, con el tiempo, y de manera pacífica se pueda resolver esta cuestión nacional tan importante.

 

 

Discurso de Milei el 1 de marzo de 2024

La apertura de las sesiones ordinarias del año 2024 del Congreso de Argentina, tuvo como personaje central al Presidente Javier Milei, quien dio un discurso impactante en cuanto a su contenido y a los cambios de formato (por ejemplo en horario nocturno).

El mismo se desagregó en un muy duro diagnóstico de la situación argentina, lo realizado por su gobierno en este corto período, su ataque a la dirigencia política y sindical, sus propuestas de corto plazo para enviar al Congreso, su rol mesiánico en esta etapa (aceptar todo o nada sus políticas y decisiones) y el Pacto de Mayo que propuso firmar el 25/5/2024 en Córdoba.

Se han escrito muchas notas (1) analizando este evento, pero un aspecto que deseamos destacar es que el presidente está llamando previamente a la aprobación de la Ley de Bases sin modificaciones, lo que implica  un contrato de adhesión (algunos lo consideran una “extorsión” o un comportamiento no democrático), y habrá que ver si priva la asfixia financiera a las provincias y muchas la aprobarán sin modificaciones, o si algunos de los incisos no serán aceptados por una parte de los 144 diputados que le dieron la aprobación en general y no están vinculados orgánicamente con sus gobernadores. De aquí al 25 de mayo lo sabremos.

(1) Entre las notas se encuentra esta, esta, esta y otras más, así como esta reflexión de Carlos Pagni sobre el contexto actual.