Sobre las cooperativas

En este blog nos hemos referido a las cooperativas como una expresión relevante de la economía social y solidaria. Tiene como antecedente premoderno a la economía comunitaria cuyas expresiones fueron desde las actividades comunes de subsistencia de los recolectores y cazadores, pasando por los pueblos indígenas, originarios o ancestrales, hasta expresiones comunitarias contemporáneas provenientes -en especial- de distintos cultos, doctrinas y culturas.

Son organizaciones que surgieron «de abajo hacia arriba« donde se combinó la necesidad mutua con una visión, doctrina, ideología o corriente de pensamiento con otros valores diferentes al individualismo y al lucroCon la emergencia del socialismo revolucionario o real (a partir de la «dictadura del proletariado») o de corrientes autocráticas, se buscó imponer «de arriba hacia abajo» este tipo de experiencias. Sin embargo las mismas no se sostuvieron en el tiempo (el caso más claro es el de Rusia en su pasaje de la ex URSS al capitalismo) o las personas que participan de las mismas dicen que «son empleadas del Municipio» u otro ente del estado que las contrata o subsidia.

Siendo consistentes con lo que se acaba de mencionar, las políticas públicas en una sociedad democrática hacia este sector sólo pueden ser, en principio, de cuatro tipos:

  1. De propiciar la cultura de la cooperación (asociativismo, trabajo en equipo, cooperación mutua, del compartir…) y de una educación desde el nivel inicial hasta el universitario donde estén incorporados los valores y prácticas de la cooperación,
  2. De regulación de su institucionalización, evitando fraudes y desviaciones, en un marco de libertad de asociación, reconociendo y respetando su identidad cooperativa, teniendo en cuenta la Resolución ONU 56/114 y la Recomendación de la OIT 193 sobre la promoción de las cooperativas (1),
  3. De la posibilidad de acompañar, en sus fases de incubación y primeros pasos, la dinámica asociativa y la dinámica empresarial (en lo sectorial y en las cadenas de valor), así como en las empresas recuperadas y cooperativas de trabajo (en particular esta última dinámica). Son muy diferentes pero deben estar bien articuladas para que no se desnaturalice su finalidad cooperativa y a la vez no sucumba como empresa a la competencia capitalista (algo de esto se mencionó en esta nota),
  4. En el caso de cooperativas sociales -en particular en el caso de la Argentina- vinculadas a la economía popular, a empresas recuperadas que estén descapitalizadas o con grandes deudas, de servicios públicos o similares, la posibilidad de algún subsidio para su sostenimiento, crecimiento o reconversión, a fin de que cumplan adecuadamente con su finalidad de bien común, ante el problema del empleo, la ausencia del mercado o de la gestión estatal.

Tal vez, sería interesante que un movimiento ciudadano amplio, donde se sume también el estado como «facilitador», promuevan una articulación entre el movimiento cooperativo, de mutuales y otras modalidades de economía social, con expresiones socioeconómicas similares pero que no tienen características democráticas. Ellas pueden ser las empresas sociales (nucleadas, por ejemplo, en Ashoka), la economía de comunión, la economía del bien común, la economía ecológica (desde empresas sustentables ambientalmente hasta ecovillas) y otras de espíritu no lucrativo afines a las primeras.

A continuación de presentan algunos links que, tal vez, pueden ser de utilidad:

(1) las normativas mencionadas se han tomado de una conferencia del Dr. Dante Cracogna en la V Cumbre Cooperativa de las Américas del 23 al 26 octubre de 2018. Cabe destacar también la declaración de la UNESCO incorporando a las cooperativas dentro del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.

PD: Sobre el pasaje de una empresa recuperada a una cooperativa en Argentina es interesante, entre muchos otros, el caso de Grissinopoli (en la actualidad «Cooperativa La Nueva Esperanza») cuya película se puede ver en este link.

Economía Naranja

La economía naranja o economía creativa involucra la generación de ideas y conocimiento. El concepto abarca esencialmente la industria cultural y la economía del conocimiento. Según este Informe de la UNESCO «el término “economía creativa” fue popularizado en 2001 por el escritor y gestor de medios de comunicación británico John Howkins, que lo aplicó a 15 industrias que iban desde las artes hasta la ciencia y la tecnología. Según los cálculos de Howkins, en el año 2000 la economía creativa tenía un valor de 2.2 billones de dólares estadounidenses a nivel mundial y crecía al año a una tasa de 5%. La noción es, y sigue siendo, muy amplia, porque no sólo abarca bienes y servicios culturales, sino también juguetes y juegos, así como todo el ámbito de “investigación y desarrollo” (I+D). Por tanto, aún cuando reconozca las actividades y los procesos culturales como el núcleo de una nueva y poderosa economía, también se ocupa de manifestaciones creativas en ámbitos que no serían contemplados como “culturales”.

En el trabajo de la UNESCO, entre otros conceptos, se expresa que «los críticos de la agenda de las industrias creativas, y, con mayor motivo, del pensamiento de la economía creativa, opinan que los términos tienden a desdibujar las fronteras entre “creatividad” en un sentido muy general y las cualidades expresivas que caracterizan los bienes y servicios culturales. También piensan que el término “creatividad” se usa de forma demasiado amplia. Es cierto, por supuesto, que el término “creatividad” en sí mismo siempre ha estado abierto a múltiples definiciones y que nunca han habido tantas como en la actualidad. Incluso en el ámbito de la psicología, donde la creatividad individual ha sido extensamente estudiada, existe poco consenso en cuanto a su naturaleza y localización precisa, o en cuanto a si es un atributo personal o un proceso.

En una variante del pensamiento reciente de la economía creativa, algunos alegan que las industrias culturales y creativas no sólo impulsan el crecimiento a través de la creación de valor, sino que también se han convertido en elementos clave del sistema de innovación de toda la economía. Según este punto de vista, su importancia primordial radica no sólo en la contribución de las industrias creativas al valor económico, sino también en los modos en los que estimula la aparición de nuevas ideas o tecnologías, y los procesos de cambio transformativo.

Por tanto, la economía creativa debería ser vista “como un complejo sistema que obtiene su ‘valor económico’ a partir de la facilitación de la evolución económica; un sistema que produce atención, complejidad, identidad y adaptación a través del recurso primario de la creatividad”. Según esta visión, las industrias culturales y creativas son pioneras, nutriendo de disposiciones sociales generales que estimulan la creatividad y la innovación, y con las que se trabaja en beneficio del conjunto. No obstante, los críticos destacan que los mecanismos que permiten que esta creatividad se irradie nunca se identifican con claridad, aunque parece completamente plausible que las expresiones culturales pueden ser una fuente de ideas, historias e imágenes que pueden ser reproducidas en otras formas en diferentes sectores económicos. Análisis recientes de tablas de insumos y productos encuentran pruebas poco sólidas de que las empresas con cadenas de suministro vinculadas a las industrias creativas sean más innovadoras que aquellas que no tienen ese vínculo. Sin embargo, eso no dice mucho sobre esta relación y, por tanto, no ofrece indicios en lo que se refiere a la causalidad.4Puede ser que simplemente las empresas más innovadoras compren más insumos de la industria creativa como diseño, posicionamiento de marca o publicidad. Es difícil alegar, por tanto, que todos los aspectos de la creatividad económica, social o política son generados únicamente (o incluso, principalmente) por los procesos mismos de las industrias culturales y creativas. Por este motivo, el término “economía creativa” será utilizado en este Informe para favorecer las actividades que impliquen creatividad cultural y/o innovación».

Se pueden encontrar también en una publicación original del BID y en este Informe del banco, que acabamos de mencionar, donde se plantea el futuro de la economía naranja.

Ahora, ¿de qué depende la creatividad y la innovación?. Es una pregunta que, como dice el informe de la UNESCO, en la economía naranja es «demasiado amplio» y no es fácil de responder. Sin embargo hay referentes como Simon Sinek (*) que en este breve video la vincula a una interacción de lo que denomina un «circulo dorado» (¿por qué?, ¿cómo? y «qué?). Allí juega una base biológica que -en determinadas personas- se expresa en un liderazgo específico, con gran relevancia de las creencias y la pasión en la originalidad de su iniciativa. Sin duda su enfoque va más allá de la economía y se refiere a distintas dimensiones del quehacer humano.

Por último quisiéramos mencionar que, más allá de las características personales (por ejemplo, de un Leonardo da Vinci), esto se da, generalmente, en un contexto o ecosistema emprendedor. Al respecto es muy interesante -en los emprendimientos dinámicos– el enfoque de Hugo Kantis, y muy relevante para las políticas públicas y la economía del futuro.

(*) Agradezco a Ignacio Gerardi Arauz la referencia a este autor.

Trabajo y Ocio Creativo

En la imagen de la entrada hemos colocado una representación de la Grecia clásica de hombres filosofando o desarrollando un ocio creativo (incluía de manera relevante el deporte y las artes). Tenía un clara diferenciación del «trabajo» (con una connotación negativa) o del «negocio» (o «no ocio»). Hoy la filosofía, además de dictarse en las Universidades, también se aborda en distintos espacios como los «café filosóficos«. Desde una perspectiva más amplia se podrían incluir las actividades vinculadas con la meditación, la teología y la espiritualidad de las distintas religiones, así como prácticas que lo ligan con lo corporal como el yoga, el reiki y la relajación, por citar sólo algunas. También habría que agregar lo que se denomina afición, pasatiempo o hobby que no conlleva una retribución económica o material sino -más bien- el placer o disfrute de realizarla (en un sentido más amplio puede incluir el disfrute de la naturaleza o de espectáculos culturales). Se la puede asociar, de alguna manera, al término «vocación«, que -más allá de cubrir las necesidades materiales y poder tener una vida digna quien la realiza- satisface fundamentalmente sus propias necesidades espirituales e incluye la solidaridad, la generosidad, la entrega y el espíritu de  gratuidad hacia terceros de lo que se brinda.

En la actualidad se le da mucha relevancia al ocio en general, y podemos decir que abarca desde el ocio cultural, el turismo, el deporte y la recreación. En Europa hay instituciones universitarias como el Instituto del Ocio de la Universidad de Deusto, donde se lo vincula al desarrollo humano, y en España al «tiempo libre«. En Francia en 1981 se creó un Ministerio del Tiempo Libre y en Quebec (Canadá) hay un Ministerio de Educación, del Ocio y de los Deportes, por citar algunos casos.

En este contexto son muy relevantes las industrias culturales y creativas. Según la Wikipedia, la UNESCO, en 1978, define a las industrias culturales y creativas de la siguiente manera:

«Las Industrias Culturales son aquellas industrias que combinan la creación, la producción y la comercialización de contenidos creativos, los cuales son intangibles y de naturaleza cultural. Los contenidos se encuentran protegidos por derechos de autor y pueden tomar la forma de bienes o servicios. Dentro de las industrias culturales por lo general se incluyen industrias como la imprenta, la editorial y la multimedia, la audiovisual, la fonográfica, la [cinematográfica], así como la artesanía y el diseño. […]

Las Industrias Creativas, por su parte, abarcan un conjunto más amplio de actividades las cuales contienen a las actividades propias de las industrias culturales más todas las producciones de carácter cultural o artístico. […] En las industrias creativas, los productos o servicios contienen un elemento sustancial de valor artístico o de esfuerzo creativo, e incluyen actividades tales como la arquitectura y la publicidad.»

En el caso de la Argentina, podemos mencionar la industria del software vinculada a los videojuegos como relevante en este sector, y en general en el mundo todo lo vinculado con lo visual, las redes sociales e internet que va absorbiendo un tiempo creciente de las personas (con sus aspectos positivos y negativos, como la adicción o la disminución del vínculo físico presencial).

También cabe destacar la importancia, no sólo para las personas individualmente sino como interacción social y cultural positiva del arte (jugando un papel relevante la música) y el deporte (por ejemplo el rugby en cárceles o el futbol en barrios y villas). A lo anterior podemos agregar las demás dimensiones de una sana recreación (en general) y el turismo (con 1235 millones de turistas a nivel mundial en 2016) lo cual da a lugar muchas posibilidades de trabajo (desde la hotelería hasta la gastronomía, pasando por los distintos espectáculos culturales) dependiendo de la situación internacional y de cada lugar.

El ocio es creador de trabajo para muchas personas y también de disfrute para otras que aprovechan de manera gozosa el tiempo libre. Saber cultivar el ocio nos lleva a un mundo mejor. No saber qué hacer con el tiempo libre nos puede llevar a la angustia, a la depresión, al consumo de drogas y -en general- a un mundo peor. Es importante saber prepararnos y proyectarnos hacia un ocio creativo para uno, los demás y el medio que nos rodea.