El trabajo orientado al cuidado del medio ambiente

Hemos afirmado en esta entrada que el trabajo tiene distintas acepciones y significados. Uno de ellos es el de nuestro sustento, y puede expresarse en distintas aplicaciones. Aquí deseamos hacer una reflexión sobre su aplicación al cuidado del medio ambiente.

Es una temática amplia. Se puede comenzar por el trabajo personal no remunerado que podemos hacer separando -y eventualmente- reciclando nuestros desechos, hasta cambiar luces y aparatos que consuman menos energía, realizando trabajo voluntario forestando o haciendo docencia sobre el particular.

En lo que se refiere a emprendimientos caben mencionar aquellos relacionados, por ejemplo, con la economía circular (ver casos en Argentina), con la economía verde, la economía azul o la alianza cleantech. En la Argentina existen programas interesantes (como el PROESUS) que alientan la sustentabilidad de los emprendimientos (hay ejemplo similares entre países como España y Portugal) y también experiencias de economía social en el campo del reciclaje, la energía fotovoltaica, la energía eólica (en especial en la Patagonia argentina) y otros países, de paneles solares, calefones solares y de reciclado. Uruguay ha tenido logros relevantes en energía eólica, solar y en general en energías renovables. En otros países, como Estados Unidos (a pesar de la posición de su Presidencia) se pueden destacar los autos eléctricos o los techos de casas en forma de paneles solares fabricados por la empresa Tesla, calefones solares o implementación de biodigestores que generen electricidad, el fomento del auto consumo, la recuperación de agua contaminada, por citar sólo algunos ejemplos. También hay ejemplos de nexos entre esta temática y la economía social y la pobreza. Existen portales como «cuéntame algo bueno» que tienen secciones dedicadas a esta temática  y a iniciativas sobre energías renovables, En esta dirección van iniciativas en España sobre energía verde, Dinamarca, Israel, China, los trabajos «verdes» que se están creando en California (Estados Unidos), entre muchos otros. Es auspicioso que esto vaya acompañado de mayor financiamiento.

También hay muchas iniciativas en el mundo para mitigar, y en muchos casos, remediar cuestiones de pasivos ambientales (así como restauración de paisajes) producto de un extractivismo y capitalismo salvaje que ha dañado (y lamentablemente continúa en una gran cantidad de localizaciones) dañando el medio ambiente. Entre las iniciativas se pueden destacar la recuperación de residuos  A ello puede adicionarse la agricultura urbana con experiencias ya en curso, la recuperación de tierras semidesérticas o desérticas (por nuevas tecnologías de riego, siembra y forestación), de tierras inundadas (realizando las obras correspondientes) o la plantación en terrazas en las laderas de las montañas que evitan desmoronamientos o deslaves y además proveen alimentos como hacía la cultura incaica o las europeas que no podían o pueden plantar en valles.

Lo anterior genera importantes oportunidades de trabajo que van desde la mitigación y la remediación ambiental hasta la generación de nuevos espacios verdes (rurales y urbanos) así como la fabricación, colocación y mantenimiento de dispositivos para el cuidado del medio ambiente. Todo ello nos permite converger hacia a un mundo mejor.

Sobre el cambio climático

En una nota de Luisa Corradini, en La Nación, expresa en julio de 2018 que «el hemisferio norte se muere de calor. Pero será mucho peor en el futuro para todo el planeta: 2015, 2016 y 2017 fueron los años más tórridos registrados en la Tierra, aunque se cree que esos récords podrían ser batidos en 2018, según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Pero ¿hasta dónde podría llegar ese fenómeno, aparentemente imparable? La respuesta no es agradable. Aún cuando lo hagamos mejor que los objetivos fijados por los Acuerdos de París [poner un tope de 2° más que en la era preindustrial, es decir, un grado más que ahora], cerca de la mitad de la población mundial estará expuesta a mortíferas olas de calor antes de 2100», alertaron los científicos en un estudio publicado esta semana en Nature Climate Change«.

Al final del artículo mencionado expresa «entonces, ¿qué nos espera? Para la mayoría de los expertos, no solo los programas de prevención, como la limitación del calentamiento decidida por el Acuerdo de París, son casi imposibles de respetar, «también han sufrido un atraso considerable los programas llamados ‘de adaptación’ a los cambios extremos que deberemos enfrentar», señala Robert Vautard, del Laboratorio de Ciencias del Clima y el Medio Ambiente, cerca de París. A juicio de Vautard, «el mundo no toma las medidas necesarias». Y advierte: «Solo nos quedan unos pocos años. Tal vez una década, para hacer los cambios mayores necesarios». A esto se suma una «última llamada de la ONU para evitar un cambio climático catastrófico». En esta línea va la advertencia sobre el calentamiento de los océanos, A ello se suman los llamados de Al Gore (y su film Una Verdad Incómodaasí como los informes del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. Lo que se viene de expresar refleja la premura en tomar medidas (1).

En esta breve nota quisiéramos destacar dos ejemplos de políticas públicas que van en dirección correcta: la Unión Europea (con el Pacto Verde y la Ley de Restauración de la Naturaleza), Estados Unidos, China, la India… y el estado de California en Estados Unidos de América (2). También hay que reconocer que países como China y Alemania han incrementado su producción de carbón a fin de no resentir su crecimiento, lo cual va en dirección contraria a contribuir a revertir el cambio climático.

En lo que se refiere a California en este sitio detalla las doce políticas vinculadas a «California verde». Además tiene un portal donde muestran las iniciativas sobre el cambio climático. Su visión es como reducir las emisiones de gas en los hogares un 40% por debajo de 1990 hacia 2030, incrementar la producción de energía eléctrica renovable un 50%, reducir el petróleo usado por los autos un 50%, duplicar el ahorro eficiente de energía en los edificios, reducir las emisiones de efecto invernadero de la agricultura y la naturaleza, implementar una estrategia de reducción de contaminantes climáticos de corta vida (como dióxido de carbono), y la implementación de una política de protección y adaptación al cambio climático de California (para mayor detalle ver este plan). También ha avanzado mucho en el reciclado y purificación de agua, desalinización de agua salobre en el territorio y de agua de mar.

Las políticas públicas a esta temática conllevan consensos y prácticas culturales de cuidado y reciclaje (al respecto ver ejemplos como los planteados en esta nota o en portales como este), seguir recomendaciones de Naciones Unidas (ver en este sitio siete contribuciones sobre medio ambiente de un total de sesenta para un mundo mejor), promover una economía ecológica, estímulos al sector privado para producción limpia y uso de energía renovable, rol de empresas estatales en países como China, inversiones públicas en ciencia básica e investigación y desarrollo en esa dirección, así como prohibiciones (en general con un plazo de tiempo para readecuarse a la nueva situación) y gravámenes a quienes contaminan, entre las principales.

A estos dos ejemplos hay que agregarle medidas como las que propone el nuevo premio Nobel de Economía, William Nordhaus, donde en esta nota se explica que lo que hay que hacer es «establecer un precio mundial a las emisiones de carbono. Si se debe pagar por contaminar, con tal de eludir dicho pago, los que lo hacen buscarán reducir sus emisiones. Considera que el mecanismo de precios no ha funcionado porque el precio que se ha fijado para la tonelada de carbono es muy bajo, uno de sus artículos estima que el precio de la tonelada de CO2 debe ubicarse en alrededor de los 32 dólares, y esa cifra está lejos de alcanzarse en la mayoría de los países. Por ejemplo, en Argentina, la reciente reforma tributaria, que incorpora un impuesto al carbono para los combustibles líquidos, lo ubica cerca de los 10 dólares». En esta línea va la reflexión de Jean Tirole (Premio Nobel de Economía) que se puede visualizar en este link (no fácil de implementar si no se abarata el acceso alternativo de fuentes de energías renovables a menor precio). Para un tratamiento profundo y global de esta temática se puede ver el libro de Horacio Fazio “Cambio climático, economía y desigualdad. Los límites del crecimiento en el siglo XXI” (Eudeba, Buenos Aires, 2018).

A lo anterior habría que agregarle la importancia de la inversión en ciencia y tecnología por parte de agencias del estado así como de promover la inversión privada que abarate sustancialmente las energías limpias de modo que puedan hacer frente a energías altamente contaminantes como el carbón que siguen en ascenso en muchos países según esta nota. Del mismo modo en iniciativas parlamentarias como la que está en curso en España. Respecto de los costos económicos de detener y comenzar a revertir el cambio climático se pueden visualizar en esta nota.

Aquí sólo hemos dado dos ejemplos de políticas, una medida como la propuesta por Nordhaus y una reflexión como la de Tirole, así como el texto  de Fazio, que entendemos nos pueden llevar a un mundo mejor vinculado con el medio ambiente y el cambio climático (2).

(1) Véase este aporte de 11000 científicos recomendando seis áreas de intervención.

(2) En esta nota se cita el caso de Orlando y otras 300 ciudades norteamericanas que van en esa misma dirección. En el Estado de Nevada se ha librado un conflicto entre la energía convencional y la energía solar (ver esta nota) que a partir de 2017 se resolvió favorablemente para esta última. Respecto de «las pequeñas cosas» que podemos hacer a nivel micro para mitigar el cambio climático ver este link. En cuanto a sitios de internet es muy interesante este del World Resources Institute donde no sólo se sigue cómo evoluciona esta temática sino también las principales iniciativas, políticas y acciones que se adoptan en el mundo (agradezco a Ernesto Vaihinger la referencia).

(3) También se ha planteado, como «plan b» en caso de no poder revertir sus causas, accionar a través de la geoingeniería que se puede visualizar en este video, pero que tiene muchos riesgos en la manipulación del clima (en particular rociar la atmósfera o la estratosfera, por ejemplo, desde agua hasta metales o azufre).

PD: Agradezco a José Beckinschtein las referencias sobre China y a Germaine Puig Hunter las de California.

Economías con Ecovillas

Muchas personas aspiran a vivir en armonía con la naturaleza y con otros seres humanos. Algunos lo logran en su pequeño grupo, en el lugar en que viven (aunque sea muy parcialmente) y desempeñan sus actividades, y otros generan un espacio específico llamado «ecovillas» o «ecoaldeas» (ver redes como esta donde se listan quienes pertenecen a la misma, o Gaia, entre las principales).
Esta temática está emparentada a la permacultura, a modalidades comunitarias como el ecocomunalismo, la economía social y solidaria, el bioregionalismo, al postcapitalismo (que hemos desarrollado en una nota en este blog), a la economía ecológica, entre otras.
En cuanto a las ecoaldeas, del largo listado que figuran en las redes más arriba mencionadas, el diario El País de España menciona a Auroville (de la que se ha tomado como imagen de este texto), como una ciudad de «otro mundo posible». En la nota dice que «en 1968, en pleno boom de la generación flower-power, nació una ciudad internacional a modo de laboratorio en el sur de la India. Auroville, Villa Aurora o ciudad del Amanecer, es un concepto en contínua construcción creado por la discípula de Aurobindo, un pensador hindú e impulsor del «Yoga Integral». Mirra Alfassa, conocida como «la Madre», impulsó la creación de un asentamiento urbano donde hombres y mujeres de todas partes del mundo pudieran vivir en armonía y paz sin que sus diferencias culturales o religiosas afectaran a su convivencia. Municipio protegido desde su nacimiento por la UNESCO, es la materialización de un sueño que Alfassa tuvo al poco de morir su maestro, y que se construye a modo de ciudad utópica cuyo objetivo es la experimentación en la unidad humana. Un proyecto único en el mundo». BBC News e Infobae también destacan algunas de sus características, que se pueden actualizar en el sitio oficial de la ciudad.
En Argentina como referencia general se puede ver este link (y experiencias como las de Ecovilla Navarro y otras), y además se puede consultar este sitio de Gaia (con los condominios Amanecer y Primavera), y esta actualización a septiembre de 2020. También son de destacar iniciativas como las de Tamara Rufolo y el proyecto en curso denominado Aluna Ecoaldea.
Si bien los múltiples casos que venimos de mencionar no constituyen «lo hegemónico», podemos visualizar que han dejado de ser consideradas como una quimera o algo imposible de concretar, sino que se van multiplicando a lo largo de todo el mundo. Son un testimonio concreto de otro tipo de vida, de desarrollo local, de retención de población rural y de absorción de población urbana de alta conciencia que aspira a otro tipo de vínculos con el medio ambiente y a relaciones no mercantiles. Seguramente la articulación de estas experiencias con energías renovables (como la solar), avances en las tecnologías de agricultura orgánica (en particular en el control de plagas), en las ciudades verdes, la arquitectura sustentable o verde… que sumado a iniciativas de producción limpia e impresoras 3D cada vez más sofisticadas (que posibilitarán el pasar a ser prosumidores a familias y pequeñas comunidades), pueden ayudar a converger a un mundo cada vez mejor.

Trabajo e Industria

La evolución de la humanidad conllevó ir pasando de una economía agrícola de subsistencia y de procesamiento de minerales, a un desarrollo cada vez mayor de estos y a su manufactura. Con la primera revolución industrial se dio un gran salto, pasando a ocupar este sector gran cantidad de mano de obra (dependiendo del país y de los sectores que abarcaba). La industria fue sinónimo de dar valor a los bienes así ser la mayor generadora de empleo (el nacimiento y crecimiento del proletariado).

Más recientemente el panorama se “complejizó”: la agricultura se fue “tecnologizando” cada vez más, desde las semillas hasta el proceso de siembra y recolección, y la minería (tomemos como caso las sales de litio o el shale gas) también fueron incorporando cada vez mayor “valor agregado”.  A su vez la industria se fue «imbricando» con los servicios (al respecto ver los artículos de las páginas 240 en adelante de la publicación «100 políticas para la Argentina del 2030«). También se fue conformando más heterogénea, y -como se ha señalado en el caso argentino- una industria «a tres velocidades«.

Por otro lado el empleo industrial, luego de la segunda guerra mundial y en particular desde los años 50 en adelante, se fue desplazando hacia el “este”: primero a Europa (en especial Alemania, pero también Italia, Francia y España) y Japón, y luego a Corea del Sur, y otros países del Asia (el caso más relevante y significativo ha sido el de China). No habría que dejar afuera de este listado a países como la India, Vietnam, Malasia, Brasil y Méjico.

Sin embargo, se puede afirmar que –además de desplazarse al este- también fue perdiendo participación relativa frente al crecimiento de los servicios (en algunos casos mezclados con economía digital como la industria del software). En un trabajo realizado por Sebastián Galiani y Martín Caruso se muestra esta tendencia para países como Argentina, Estados Unidos, Europa y Corea del Sur.  En esta línea, y según Dani Rodrik «es muy tarde para la Argentina o Brasil para reindustrializarse. Deberán basarse cada vez más en los servicios, algunos de los cuales serán bienes transables y otros no. Esto sin duda requerirá un tipo de política industrial diferente a la del pasado, acaso una que se enfoque más en los servicios de la industria y la creación de empleos para la clase media». Sobre la relación con la ciencia y la tecnología es muy interesante este aporte, así como la relación entre economía del conocimiento e industria con el caso de Israel.

También reflexiona sobre esta temática José Anchorena que, al respecto, expresa: «el empleo industrial se achica acá y en todo el mundo. El empleo industrial como porcentaje del total de empleo viene disminuyendo, aunque no como número absoluto. Es una tendencia inexorable que pierda peso en el total de trabajadores. Si un país está creciendo es porque está ganando en productividad laboral. Se capitaliza mucho en el sector, y eso significa, resumiendo, que a un trabajador lo reemplaza una máquina. Pero al mismo tiempo, una industria eficiente crea eslabones del área servicios en las etapas pre y post producción. Uno tiene que pensar en la cadena completa de producción. En EE.UU. se quedaron con los dos extremos, diseño y post venta, por decirlo resumido, y le dejaron la producción a China. En Estados Unidos, los salarios son 10 veces más altos que en China. Resumiendo, lo importante es que se mantenga el “core” de la industria, y que los empleos que en teoría pierda son los que se crearán en el sector servicios.»

La denominada «nueva división internacional del trabajo«, conlleva implicancias en un nuevo esquema de organización industrial que se implementa en las cadenas globales de producción (o cadenas globales de valor, o GVC por sus siglas en inglés). Las GVC replican y refuerzan un esquema en donde el proceso básico manufacturero de ensamblaje (poco valor agregado) es asignado a países del sudeste asiático. Los insumos primarios (de bajo nivel de procesamiento y bajo valor agregado) de esas manufacturas son extraídos de países de América Latina o África. El proceso de I+D, marketing, diseño y (hasta comercialización) que históricamente han sido los de  mayor valor agregado en el proceso de producción, hoy en día lo son más y se encuentran aún más concentrados en los países avanzados. Entonces, en ese contexto, la posibilidad de innovar, diferenciarse o generar productos de nicho se torna más dificultosa por las elevadas barreras de entrada ya impuestas (1). Frente a este panorama habrá que seguir los cambios que se están produciendo (y cómo afectan las tendencias recién mencionadas) en las políticas de Estados Unidos de Norteamérica (vinculadas con la «desglobalización«, la promoción de la inversión en su territorio) y en cuanto a China la importancia que le dan a las manufacturas en su desarrollo, avanzando en innovación tecnológica, fuertes inversiones en Estados Unidos y Europa (además de otros países) e industrias chinas en base de robots que comienzan a localizarse en USA. Sobre este punto es interesante el trabajo del INTAL sobre «Industria 4.0«.

En el marco de lo señalado y las nuevas tendencias que está impulsando el gobierno de Trump, está el acuerdo con la UE, así como el nuevo acuerdo automotriz entre entre EE.UU. y México, y luego más en general con Canadá. en el marco del replanteo del NAFTA. A ello hay que sumar nuevas realidades como la de inmigrantes chinos en Italia explicados en esta nota, donde dice: «el relato que sobre los inmigrantes despliega Matteo Salvini, ministro del Interior italiano, es asimétrico. Mientras rechaza a la inmigración africana, cerca del Quirinale, un tradicional centro de fabricación y diseño de moda situado en la Toscana, Prato, no solo es un punto de importación de ropa desde China, sino, a la vez, un verdadero centro de producción chino. Inmigrantes clandestinos chinos llegan constantemente a Italia para trabajar en los miles de talleres de la ciudad –regenteados también por empresarios chinos–, que permiten producir primeras marcas Made in Italy con salarios asiáticos. Según la BBC, en Prato hay  alrededor de veinticinco mil personas de origen chino trabajando por salarios muy por debajo de sus homólogos italianos. A tres dólares la hora, o unos doscientos dólares por la producción de veinte vestidos, los estándares de calidad de los artículos, por supuesto, son mínimos y están lejos de los exigibles a un buen trabajo artesanal, aunque la etiqueta los identifique con una marca y una denominación de origen premium».

Los fenómenos señalados tienen múltiples impactos en la reformulación de la globalización y en la división del trabajo. En el sector agrícola (en particular granario) requiere de mucha menos mano de obra directa (aunque si indirecta como maquinaria agrícola y desarrollo de tecnología) pero mucho más calificada. A la minería hay dificultad para darle mayor agregado local, con algunas excepciones. La industria liviana (textil, calzado, etc.) sufre la competencia de menores salarios, mayores escalas y –a veces mayor tecnología- de países como los que mencionarámos más arriba. A ello debe agregarse el avance de la robotización que, en algunos casos, realizan prácticamente la totalidad de las tareas.

A pesar del pesimismo expresado más arriba por Dani Rodrik, entendemos que todo lo anterior conlleva un gran desafío para generar trabajo para las nuevas generaciones así como a la mano de obra desplazada, y a la población que cae en situaciones de pobreza estructural. Seguramente un primer esfuerzo es mejorar el «contexto de competitividad de la industria» argentina, dado que -según esta nota– «un estudio de OCDE sobre América Latina muestra que, en promedio, la productividad “puertas adentro” de la industria argentina es la más alta de América Latina, el doble que la de México, mejor que la de Brasil o la de Chile».

Un segundo esfuerzo a realizar es acompañar un proceso de «diferenciación» de los productos industriales tradicionales de países como Argentina frente a la actual globalización. A modo sólo de ejemplo podemos citar el caso de la industria del cuero que se puede visualizar en el minuto veinte de este video, correspondiente a una empresa o la industria textil asociada a la industria de la moda y el diseño de indumentaria. Hay también un debate, como el que propone Carlos Leyba (ver sus declaraciones en el Programa «A Dos Voces» del 31/1/2018), donde sostiene que la industrialización tiene que estar enmarcada en un Plan de Desarrollo y con incentivos («la zanahoria necesaria para que los capitalistas inviertan»). Sobre el tema de los subsidios hay que señalar que -en oportunidades- la situación fiscal no lo permite (2) y que pueden ser de muy distinto tipo: desde una amplia exoneración de impuestos como en Costa Rica  o países donde se regala o subsidia el terreno y la inversión inicial, parte de la logística y la capacitación de la mano de obra, pasando por subsidiar su financiamiento para que exporte, hasta rebajas impositivas para nuevas inversiones como el reciente caso de Brasil con la industria automotriz. En el caso argentino, en el marco de una competitividad sistémica y de una visión de mediano plazo de inserción internacional, entendemos que sería bueno establecer una «política de estado» (por ejemplo a través de una ley) de que los subsidios -de ahora en más- deban:

1. ser acotados en el tiempo y decrecientes,
2. estar asociados a recursos naturales existentes y con potencial de desarrollo en el mercado interno e internacional, desde los paisajísticos (como el turismo) hasta los naturales a los que se les agregue valor en origen (desde la minería y la energía hasta el campo), así como a los recursos del conocimiento en desarrollo como es el caso de la industria del software (y en contextos de cercanía como los del Instituto Balseiro, institutos del CONICET, el INTA, etc.)
3. estableciendo que deben tener un cupo de «transabilidad internacional» (como fue en su momento la industria en Brasil) y no sólo para el mercado interno,
4. estar asociados a un tipo de cambio razonablemente elevado (por ejemplo niveles promedio de septiembre de 2018) (3), dado que sino sería muy difícil desarrollar sectores en Argentina con la actual globalización (este nivel de tipo de cambio haría que el subsidio fuera menor, excepto que se atrasara temporariamente el tipo de cambio de estos niveles),
5. estar acotados a un cupo fiscal a estimar de acuerdo a las posibilidades fiscales futuras y a las prioridades sectoriales a establecer en el contexto de un plan de desarrollo.
También habrá que abordar una combinación de políticas públicas en lo educativo, en la capacitación, en lo científico-tecnológico, en el emprendedorismo, en el desarrollo de nuevas industrias (de producción limpia, economía circular y energías renovables), desarrollo de eslabonamientos en servicios pre y post venta y servicios en general (desde el turismo hasta las industrias culturales y ocupaciones vinculadas al cuidado) así como una adecuada protección temporal y acompañamiento en diferenciación de productos y servicios así como en dar un salto de productividad a los sectores menos competitivos (como se señaló más arriba) será fundamental. Lo dicho no descarta la progresiva implementación de instrumentos como el ingreso de ciudadanía o universal, como “piso”, y una adecuada política social.
La pandemia del COVID-19 ha introducido un shock tremendo, no sólo desde el punto de vista sanitario, sino también económico. Al mes de mayo de 2019  no sabemos aún cual será el impacto final en cuanto a la destrucción de empleo, y dependiendo de su duración cuales serán sus efectos en los posibles nuevos empleos (relacionados con la salud, el trabajo a distancia, etc.). Posiblemente tendrá también los siguientes efectos:
– habrá una aceleración del cambio tecnológico, en especial en un incremento de la robotización frente a la vulnerabilidad de los humanos a virus y enfermedades. Esto, tal vez, incluya una mayor versatilidad de las impresoras 3D y del impulso a ser prosumidores,
– habrá una cierta reversión del proceso de globalización, en especial en industrias y sectores como los relacionados con la salud (vacunas, medicamentos, respiradores, barbijos, testeadores de virus, indumentaria protectora para el personal de la salud…) y en sectores estratégicos vinculados a las comunicaciones (como el 5G) y a la defensa. Es relevante una reciente decisión de Japón.
– relacionado con lo anterior no creemos que ese proceso de reversión sea significativo en el caso de las materias primas y los alimentos. Respecto de estos últimos puede generarse una mayor autosuficiencia y seguridad alimentaria en los distintos países, pero entendemos no será significativo en el caso de los países que son grandes consumidores como la India, China y otros países del Asia, por lo menos a corto plazo,
entre los principales.
Habrá que ver si además de los daños y muertes de personas y empresas, podremos encontrar caminos para un mundo mejor.
(1) Agradezco el comentario de Haroldo Montagu sobre este punto.

(2) como es el caso de la situación fiscal de Argentina, agravada desde abril de 2018.

(3) Dada la problemática actual del balance de pagos en la Argentina, y su proyección en los próximos años para la generación de dólares para el pago de la deuda externa y creación de empleo, se supone que este tipo de cambio –en promedio y con oscilaciones– es el que debería existir en términos constantes (compatible con lo anterior). Si esto fuera así habría que hacer un análisis de la industria que puede tener sostenibilidad de ahora hacia el futuro, en especial en territorios como el conturbano bonaerense. El resto del trabajo que no se ocupe en la industria (incluida la del software y en general al conocimiento), tendría que ser canalizado en nuevos servicios (como el turismo, el entretenimiento, etc.), la economía popular o proponer a la población sin ocupación que se desplace a economías regionales con posibilidades de incorporación de empleo.