El trabajo orientado al cuidado del medio ambiente

Hemos afirmado en esta entrada que el trabajo tiene distintas acepciones y significados. Uno de ellos es el de nuestro sustento, y puede expresarse en distintas aplicaciones. Aquí deseamos hacer una reflexión sobre su aplicación al cuidado del medio ambiente.

Es una temática amplia. Se puede comenzar por el trabajo personal no remunerado que podemos hacer separando -y eventualmente- reciclando nuestros desechos, hasta cambiar luces y aparatos que consuman menos energía, realizando trabajo voluntario forestando o haciendo docencia sobre el particular.

En lo que se refiere a emprendimientos caben mencionar aquellos relacionados, por ejemplo, con la economía circular (ver casos en Argentina), con la economía verde, la economía azul o la alianza cleantech. En la Argentina existen programas interesantes (como el PROESUS) que alientan la sustentabilidad de los emprendimientos (hay ejemplo similares entre países como España y Portugal) y también experiencias de economía social en el campo del reciclaje, la energía fotovoltaica, la energía eólica (en especial en la Patagonia argentina) y otros países, de paneles solares, calefones solares y de reciclado. Uruguay ha tenido logros relevantes en energía eólica, solar y en general en energías renovables. En otros países, como Estados Unidos (a pesar de la posición de su Presidencia) se pueden destacar los autos eléctricos o los techos de casas en forma de paneles solares fabricados por la empresa Tesla, calefones solares o implementación de biodigestores que generen electricidad, el fomento del auto consumo, la recuperación de agua contaminada, por citar sólo algunos ejemplos. También hay ejemplos de nexos entre esta temática y la economía social y la pobreza. Existen portales como «cuéntame algo bueno» que tienen secciones dedicadas a esta temática  y a iniciativas sobre energías renovables, En esta dirección van iniciativas en España sobre energía verde, Dinamarca, Israel, China, los trabajos «verdes» que se están creando en California (Estados Unidos), entre muchos otros. Es auspicioso que esto vaya acompañado de mayor financiamiento.

También hay muchas iniciativas en el mundo para mitigar, y en muchos casos, remediar cuestiones de pasivos ambientales (así como restauración de paisajes) producto de un extractivismo y capitalismo salvaje que ha dañado (y lamentablemente continúa en una gran cantidad de localizaciones) dañando el medio ambiente. Entre las iniciativas se pueden destacar la recuperación de residuos  A ello puede adicionarse la agricultura urbana con experiencias ya en curso, la recuperación de tierras semidesérticas o desérticas (por nuevas tecnologías de riego, siembra y forestación), de tierras inundadas (realizando las obras correspondientes) o la plantación en terrazas en las laderas de las montañas que evitan desmoronamientos o deslaves y además proveen alimentos como hacía la cultura incaica o las europeas que no podían o pueden plantar en valles.

Lo anterior genera importantes oportunidades de trabajo que van desde la mitigación y la remediación ambiental hasta la generación de nuevos espacios verdes (rurales y urbanos) así como la fabricación, colocación y mantenimiento de dispositivos para el cuidado del medio ambiente. Todo ello nos permite converger hacia a un mundo mejor.

Crisis y posibilidad de redefinir el estado de bienestar

A esta altura del siglo XXI podemos observar múltiples manifestaciones de crisis socioeconómica y política en muchos países, y la emergencia de liderazgos «anti-sistema» (1) y fuerzas autocráticas. Ellas apelan a sentimientos nacionalistas, xenófobos, a excederse -mediante la violencia- en el uso de la ley, y a medidas implementadas vinculadas con variedades de populismo, entre las principales.

¿Hay una «única» causa para esta situación? Seguramente no, pero si quisiéramos privilegiar una respuesta podríamos decir que se ha roto la relación entre crecimiento económico y equidad social (2) que se había presentado en el escenario de post guerra. A comienzos de los años setenta, la salida del patrón oro y los acuerdos con China (con su posterior ascenso) por parte del gobierno de Nixon, luego el primer y el segundo shock petrolero en esa década con el consiguiente reciclaje de los petrodólares y el auge de la financiarización de la economía (con un posterior hito y crisis grave de Lehman Brothers en 2008), la caída del muro de Berlín en 1989… fueron configurando un mundo muy diferente. Estos hechos (y en particular el último) fueron deteriorando el contexto en el cual operaba a nivel nacional el «estado de bienestar«, además de cuestiones de implementación como el sobredimensionamiento del estado, las dificultades para su financiamiento, la burocratización, el envejecimiento de la población y la reducción de la fuerza de trabajo (en especial industrial) en países desarrollados, un creciente individualismo y aumento de la desigualdad, cambios tecnológicos acelerados que van desplazando trabajo existente…entre los principales (3).

Lo señalado, más la cuestión de las migraciones (por guerras, miseria y hambrunas) y la economía ilegal (derivada del fraude comercial, la trata y el narcotráfico, entre las principales), han venido deteriorando la calidad de vida de sectores medios y bajos de la sociedad (así como el delito), lo que ha generado reacciones políticas como las lideradas por Trump, Bolsonaro y otros dirigentes en el mundo, así como sobre el enfoque «liberal». Frente a esto: ¿qué hacer?.

Más allá de respuestas individuales y grupales, así como culturales, que vayan en dirección a un cambio profundo, será importante fijar un «piso de reformas sistémicas» que se traduzcan en políticas, instituciones e instrumentos que vayan eliminando estas distintas causalidadesA estas reformas les daremos el nombre que conlleva la redefinición de un «nuevo estado de bienestar» a escala nacional, regional e internacional. Pregunta: ¿tiene que ver con el viejo estado de bienestar? (4) Respuesta: sólo en su espíritu o enfoque de búsqueda de un desarrollo equilibrado y equitativo. Este nuevo estado de bienestar ¿funciona ya en algún lado?: Sí, funciona, por ejemplo, en los países escandinavos o nórdicos, como Dinamarca, Noruega, Finlandia, Islandia y Suecia (5). ¿Es fácil de trasladar este modelo a otras realidades? Respuesta: No, no es fácil, y -de acordar que es un arquetipo deseable- habrá que hacerlo de manera gradual y adaptada a cada realidad. ¿Cuales son las fuerzas que lo pueden impulsar? Sectores de la sociedad, la cultura, los cultos, la política y la economía con «sensibilidad y conciencia de que así no podemos continuar y es necesario un cambio que ataque las principales causas y las vaya resolviendo». Esto debería ser tomado por la dirigencia política a nivel nacional e internacional (por ejemplo Consejo Económico y Social de la ONU y G20) para acordar las medidas a llevar a cabo, empalmadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. ¿Habrá que encontrar nuevos instrumentos e instituciones que permitan una redistribución de la riqueza y disminución de la desigualdad? Sí, desde los que se implementan a nivel nacional en los países escandinavos hasta otros a nivel internacional como la tasa Tobin, terminar con los paraísos fiscales, gravar las empresas en la nube o aquellos que se consideren viables y efectivos. ¿Habrá sectores que se opongan frontalmente? Si, desde los liderazgos políticos y socioeconómicos que buscan «la solución sólo de sus países» (sin tener conciencia del componente sistémico y global) hasta el capital financiero que busque sólo la maximización de su retorno (será diferente de aquellos sectores que tengan un enfoque razonable orientado a aumentar el valor agregado, al desarrollo de la economía del conocimiento, la economía ecológica, la economía social y solidaria y la banca ética, entre otras). Con motivo de la pandemia del Covid-19, y sobre el estado post pandemia, Daron Acemoglu escribió esta interesante nota planteando la posibilidad de un «estado de bienestar 3.0».

Se necesitará de conciencia, buena voluntad, diálogo y encontrar caminos que vayan produciendo resultados satisfactorios para todas las partes involucradas. De lograrse podremos ir saliendo de un malestar creciente para ir convergiendo a un mundo mejor.

(1) En otra entrada hemos hecho referencia a este tema en una reflexión de Jorge Fontevecchia en un reportaje que le hace Carlos Pagni (ver minuto 31 en adelante de este video), donde hace referencia a la obra de Thomas Piketty («El capital del siglo XXI).

(2) un debate más general sería: capitalismo y democracia, o variedades de capitalismo, desarrollo e inclusión, entre otros. También es muy interesante esta nota de Rodolfo Rieznik.

(3) habría que agregar el efecto del cambio climático que va en aumento y a la inacción de muchos gobiernos al respecto.

(4) véase en esta nota el punto llamado “Una breve síntesis sobre la experiencia socialdemócrata”.

(5) Luego de publicada esta nota, el día 4/3/19 el Presidente Macron presentó su carta abierta denominada “Por un renacimiento europeo”. De los puntos de la misma se sugiero ver, en particular, el de “recuperar el espíritu de progreso” que conlleva un “piso” de un “nuevo estado de bienestar” para Europa. Habrá que ver si los demás países de la UE comparten esta visión y la misma se implementa.

Para reducir la desigualdad

En este artículo se hace referencia a los modos virtuosos de lograr la igualdad, tomando como ejemplos la educación y las regulaciones sobre el sector de los servicios, entre otras consideraciones.

Referido a la cuestión de la desigualdad, en esta nota no solamente describimos las que serían sus principales causas sino también enfoques sobre políticas y medidas posibles de tomar para su reducción. De todos modos aquí quisiéramos puntualizar más los distintos instrumentos. Comenzaremos por el lado de los impuestos y su relación con la desigualdad. Comenzaremos glosando una nota del diario La Nación de Rubén Guillemí del 26/08/2018. Entre sus consideraciones iniciales señala que la desigualdad “lejos de ser considerado un logro, los especialistas ven el fenómeno de la acumulación exorbitante y el incremento de la desigualdad como una de las más riesgosas debilidades del capitalismo”.

Sobre el caso de Japón la nota dice: “la distribución del ingreso era muy desigual en Japón antes de la Segunda Guerra y la economía estaba dominada por los zaibatsu [camarilla financiera]”, explicó a LA NACION el economista japonés Tatsuo Hatta, presidente del Asian Growth Research Institute. Sin embargo, las fuerzas de ocupación norteamericana vieron en los zaibatsu una amenaza al resurgimiento militar imperial y ordenaron al gobierno japonés una amplia reforma agraria y un sistema de impuestos a los altos ingresos y a la riqueza.Para una fortuna superior a los 500 millones de dólares el impuesto a la herencia llegó en los años 80 al 70%”, recordó Hatta. En los años 90, se redujeron las tasas y tanto el impuesto a los altos ingresos como el de la herencia son hoy del 55%. Para el economista argentino Luis Argüero, de la Universidad Torcuato Di Tella, que vivió y se graduó en la Universidad de Hiroshima, además hay un “factor cultural”. Los japoneses aman el equilibrio. La búsqueda del equilibrio es una tendencia muy fuerte tanto en la vida privada como en la sociedad y la economía. Además, para la mayoría de los japoneses el lujo no pasa por tener una pileta en el jardín de la casa, sino por la posibilidad de hacer sentir cómodo y bien recibido al otro”, señaló Argüero. Para el especialista, la raíz de esta filosofía del equilibrio está en las características de haber sido siempre “un país con recursos naturales muy limitados, lo que transformó en prioritario el uso eficiente y balanceado de sus escasos bienes”.

Más abajo continúa diciendo que “Japón y las naciones escandinavas, por ejemplo, aplican un severo sistema de impuestos a los altos ingresos y a la herencia. En otros países, factores culturales hacen que la ostentación esté mal vista, mientras que gobiernos como el de Islandia y el de Eslovenia tienen una lucha frontal contra la corrupción y la acumulación excesiva. En Estados Unidos, incluso, 400 multimillonarios escribieron, en noviembre, una carta a Trump para que frenara la reforma que les concedería una rebaja en sus impuestos.. Además de los 400 multimillonarios que pidieron a Trump que no les rebajaran los impuestos e invirtiera “en el pueblo norteamericano”, el propio Bill Gates se quejó de que paga pocos impuestos. En febrero pasado, el magnate dijo que el sistema impositivo de Estados Unidos -donde viven siete de los diez hombres más ricos del mundo- es demasiado benévolo con él. Yo pagué 10.000 millones de dólares en impuestos, más que ninguna otra persona en Estados Unidos. Pero el gobierno debería exigir que la gente como yo pague impuestos significativamente más altos”, dijo Gates.” Relacionado con el tema de la filantropía y los impuestos, recién mencionado, es interesante este video (1) y, más en general, este video relacionado con la postpandemia y Argentina.

En cuanto a la medición de las diferencias de ingresos y la experiencia de Dinamarca se menciona que “hay un sistema de medición salarial, llamado en inglés CEO-to-worker, que compara cuánto gana el CEO de una empresa en relación con el trabajador promedio de la misma compañía. En Estados Unidos, por ejemplo, un director ejecutivo gana en general 354 veces más que su empleado promedio, mientras que en Japón la tasa es de 67 a 1, y en un país escandinavo como Dinamarca es de 48 a 1. Coincidentemente, Dinamarca es una de las naciones que suelen encabezar el listado de las más felices del mundo. Cuando uno visita una empresa danesa, no se puede distinguir al CEO del empleado de oficina. Para ellos, vivir como una persona más rica entre gente pobre sería muy estresante”, comentó a LA NACION Michael Booth, autor del libro The Almost Nearly Perfect People: The Truth about the Nordic Miracle (El pueblo casi perfecto: la verdad detrás del milagro nórdico). Lo particular de Dinamarca es que hasta las primeras décadas del siglo XX tenía una sólida clase aristocrática”, agregó Booth. El 1% de la población concentraba el 25% de la riqueza en 1919. Pero la implementación de un “sistema de bienestar” mediante una drástica transferencia de recursos desde los sectores más altos hacia los de menores ingresos hizo que hoy ese 1% concentre apenas un 4% de la riqueza. Dinamarca tiene además un impuesto del 55% a los altos ingresos y del 36% a la herencia.” En el caso de EEUU, Inglaterra y otros países desarrollados es interesante esta nota.

A lo anterior debemos agregar que:

  • la desigualdad tiene un profundo impacto en el deterioro de las sociedades, y en especial en erosionar al sistema democrático, como vemos en muchos países del mundo.
  • el impuesto a las grandes fortunas debe estar bien diseñado a fin de no gravar el capital productivo. Lamentablemente, con el «Aporte Solidario y Extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia» legislado en Argentina, no ha sido el caso porque no distingue entre activos y patrimonio neto como menciona esta nota. El impuesto a los Bienes Personales (que ya existe y se podría haber aumentado) está mejor diseñado, porque desgrava inversiones y ahorros; no se paga sobre bienes que son para producir (campos, maquinaria) ni sobre los plazos fijos y los bonos, que financian el crédito privado y al Estado. Quienes han analizado el caso de Canadá (ver este artículo) sostienen que, en lugar de este impuesto, es mejor mantener el impuesto a la herencia (que muchos países tienden a abandonar) junto con un impuesto sobre la renta del capital.
  • sobre el caso argentino tal vez sería mucho mejor seguir este sendero.
  • a nivel internacional, tal vez, habrá que insistir con instrumentos como la «tasa Tobin«, muy resistida por el sector financiero de países como EEUU, Inglaterra y algunos de la UE. Si el G20 lo aprobara, podría ser administrado por el Fondo Monetario Internacional con criterios de equidad aprobados por los países miembros, y aplicado a mitigar los efectos de la pandemia, la investigación y desarrollo de vacunas contra el Covid-19 y otros en curso (o potenciales), eliminación de la pobreza extrema y revertir el proceso de cambio climático, entre los principales objetivos.
  • los impuestos recaudados se deben asignar sin corrupción, con eficiencia (mínimo costo para un buen standard o nivel de calidad), equidad y eficacia (en cuanto al logro de los objetivos y las metas),
  • dado el cambio científico-tecnológico y otros fenómenos como las pandemias, hay que implementar instrumentos como el salario universal, renta básica o similares (como un buen seguro de desempleo),
  • es bueno potenciar el comercio justo en lo relativo a intercambios,
  • un importante un reparto del excedente más equitativo en las empresas como es la participación en las ganancias, las esop o las cooperativas.

entre las principales.

Poder incorporar políticas públicas que reduzcan la desigualdad, como las mencionadas más arriba, nos pueden ayudar a converger hacia un mundo mejor.

(1) Agradezco al Lic. José Bekinschtein la referencia.PD: También una  fuente importante es este seminario y boletín (aportada en el foro del Club Político Argentino). Cabe aclarar que la imagen de la entrada ha continuado empeorando hasta la actualidad, agravada por los efectos de la pandemia. En especial se han visto muy beneficiados los propietarios de las empresas tecnológicas, dado el mayor uso de estas plataformas (agradezco al Lic. Alejandro Gerardi el aporte de la fuente de la BBC).