Trabajo y Economía Social y Solidaria

El trabajo se puede realizar bajo distintas formas: independiente (formal o informal) como empleo (en la empresa privada o en Estado), pero también bajo formas asociativas como es el caso de la economía social y solidaria. Respecto de esta última si bien tiene antecedentes pre-modernos (vinculados a pueblos originarios o expresiones religiosas), es con los Pioneros de Rochdale en 1844 y con el owenismo que nace y toma impulso en la modernidad. Luego va recibiendo otras contribuciones y experiencias que lo enriquecen, formalizándose en una de sus expresiones -como es el cooperativismo– a nivel internacional en la Alianza Cooperativa Internacional. Esta ha definido, en su Congreso de Manchester de 1995, que “una cooperativa es una asociación autónoma de individuos que se unen voluntariamente para satisfacer sus propias necesidades económicas, sociales y culturales, y las propias aspiraciones, a través de la creación de una sociedad de propiedad común y democráticamente controlada».

En un documento de la Comisión del Senado de Argentina (que aborda la temática de la economía social) referido a los requerimientos para formar una cooperativa, se mencionan algunas de las principales razones de por qué encarar esta forma de trabajo o iniciativas. Ellas son:

  • Se desea realizar un emprendimiento (de producción, trabajo, servicios, vivienda o consumo), de manera no individual (es decir, con “otros”), buscando un “determinado tipo de asociatividad” (democrática) y sin afán o móvil de lucro. La modalidad o forma “cooperativa” encuadra en este tipo de “ideal” o deseo.
  • Quienes consideran que están “enmarcados o encuadrados” bajo la forma societaria que establece la ley del país (en el caso argentino el artículo segundo de la ley 20337).
  •  El emprendimiento cooperativo puede estar expresando una necesidad local de un servicio (en general público) que no está satisfecho ni por el mercado (empresas privadas) ni por el Estado. El origen de las cooperativas de servicios públicos en la Argentina, en general, han surgido por esta “necesidad”.
  • El emprendimiento cooperativo puede estar expresando la necesidad de un conjunto de emprendedores privados (o también pueden ser pequeñas cooperativas) que por su reducida escala individual no son competitivos en el mercado y por lo tanto forman una cooperativa (en el caso que sea formada por pequeñas o medianas cooperativas constituirían una cooperativa de “grado superior”) para realizar ventas, servicios y/o compras en común que les permita seguir siendo viables desde el punto de vista económico.
  • El emprendimiento cooperativo puede estar expresando la decisión del Estado de delegarle, transferirle, priorizarle o asignarle emprendimientos, tareas y obras a las Cooperativas que podría hacer el Estado o empresas privada.
  • El emprendimiento cooperativo puede ser también una expresión alternativa al monopolio estatal o privado.
  • El emprendimiento cooperativo puede (aunque NO DEBE) ser el resultado de un “camuflaje” de “empresa privada mercantil” pero con “forma cooperativa”. O ser un proceso forzado por una o más empresas privadas (en general grandes) como forma de “terciarización” de tareas que antes se hacían bajo condiciones de trabajo formal en relación de dependencia. En general esto se hace para “abaratar costos”, “precarizando” indirectamente condiciones de trabajo, por problemas “de competitividad de la empresa privada” que lo promueve, o como forma de acceder a “un tipo de mercado” que requiere esta forma asociativa, entre otros. Estas son experiencias y modalidades “no deseables”, y algunas de ellas entran en el campo de lo “fraudulento” o ilegal, y por lo tanto son objeto de sanción o dada de baja por la autoridad de aplicación.
  • El emprendimiento cooperativo puede responder a la necesidad de un grupo de personas que están en situaciones de subsistencia, de vulnerabilidad o de formalizar una experiencia grupal de la denominada “economía popular” o que trabajaban en una empresa privada que quebró y no quieren perder esa fuente de trabajo (el caso de las “empresas recuperadas”). Todo ello podría encuadrarse en lo que algunas corrientes denominan “fracaso de mercado”, donde esta modalidad de la economía social viene a buscar de resolver este fracaso.
  • El emprendimiento cooperativo puede responder a un enfoque de que el cooperativismo es una fase superior, o evolutiva, o de mayor conciencia o desarrollo moral de un grupo de personas para desarrollar empresas que articulen la cooperación con la competencia y sean muy exitosas.
  • El emprendimiento cooperativo puede responder a una cosmovisión, un sistema de ideas y valores relacionados con una “nueva sociedad”, con “otra economía” o una “economía del trabajo”, “otro sistema”, “de una tercera vía”, o de expresiones de corrientes de izquierda (como es el caso de la autogestión obrera), de las que buscan conjugar la libertad, el socialismo y el cooperativismo, con retomar experiencias comunitaristas de los pueblos originarios o de creencias religiosas (como es el caso de la doctrina social de la Iglesia véase: el apoyo del Papa Francisco al Modelo Cooperativo) o culturales, del “buen vivir”, de movimientos populares, y similares,

entre las principales.

En cuanto a la cantidad de empleo que genera el cooperativismo en países como Argentina se estimó en 86.000 puestos de trabajo para el año 2012, sin contar los generados por el cooperativismo de trabajo (donde son socios y no empleados) o modalidades de economía solidaria más informales.

Aunque no son empresas democráticas son muy valiosas (con este mismo «espíritu» o sentido) las empresas sociales nucleadas en Ashoka y en documentos de la Unión Europea. También, en esta línea, pueden mencionarse experiencias que mezclan lo comunitario y lo espiritual con el emprendimiento (como son los casos de Sekem o la «economía de comunión«), el enfoque de la economía del bien común (y en Argentina), empresas «b»,  -desde una perspectiva más amplia- el enfoque de los «cuatro retornos» (a la inspiración, al capital social, al capital natural y al capital financiero para que sea sostenible también en esta dimensión), por citar sólo algunos «parecidos de familia».

En el marco de lo señalado debemos considerar a la economía social y solidaria, así como las empresas sociales o otras experiencias afines, como otros posibles caminos que existen para generar trabajo, donde -en este caso- buscando la democratización de la empresa (en el caso de las cooperativas) y no planteándose la maximización del excedente (bajo la forma de lucro o destacando que hay «diversos retornos»: no estando en primer lugar el financiero). Todo ello hace una significativa contribución (con sus éxitos y falencias o fracasos) al logro un mundo mejor.

Cómo

En esta página intentaremos expresar sólo un enfoque metodológico – por el momento a nivel de primer borrador- de cómo, a grandes rasgos, se fueron manifestando y modificando los distintos sistemas económicos, pero focalizándonos particularmente en los últimos doscientos años y en el –marco de una economía plural- el actual sistema hegemónico (el capitalismo).

Las formas, modos o tipos de sistemas económicos han sido diferentes en la historia de la humanidad, tal como lo han clasificado los distintos enfoques que hemos puesto en la Introducción de esta sección.

Su cambio ha tenido que ver con cómo ha evolucionado nuestra conciencia y acciones de humanos en relación con otros y –a través de la mediación científico-tecnológica- con el medio ambiente. Desde:

  • recolectores y cazadores, y de nómades a sedentarios,
  • y también nuevamente nómades (vía migraciones en la Tierra, en el ciberespacio, y en perspectiva hacia otros planetas)
  • compartir en el grupo, clan o comunidad hasta excluir “al diferente”, para luego irlo integrando o incorporando o no, bajo distintas formas (sometiéndolo o tratándolo como un par, por tomar dos variantes extremas)
  • considerar el sustento como “lo central” hasta exaltar la “crematística” en acumulación y consumo (en particular en el capitalismo),
  • valorar el “ser”con un tener “existencial” (lo necesario para la vida en cada época y circunstancia) hasta priorizar el “tener caracterológico” (la posesividad en términos de E. Fromm y su expresión en el “capitalismo existencial” según Christian Arnsperger, en su libro “Crítica de la Existencia Capitalista””, Ed. Edhasa, 2008). Otra forma de denominar este eje es la cuestión del “poder”, como verbo o -por otro lado- como sustantivo desde un “lugar de dominio” y se viene manifestando en la historia (véanse enfoques más recientes como el de M. Foucault de «biopoder», u otros relacionados con «biocapitalismo»).
  • relacionado con lo anterior está la cuestión del «deseo» y como  ha sido direccionado por sistemas como el capitalismo para acceder, poseer y ser símbolo de «pertenecer» (inclusión) y alcanzar prestigio a través del éxito económico (sería una forma de «trascender»). En esta línea apunta la afirmación de Z. Bauman «el capitalismo triunfó porqué encontró el punto sensible de las personas al explotar el fetichismo de la mercancía».
  • lo centralizado a lo semi o descentralizado y autónomo,
  • lo ordenado y muy estructurado, a lo semi-ordenado, espontáneo y a lo caótico,
  • lo primario a lo muy sofisticado,
  • un conocimiento muy elemental y precario hasta uno muy potente y diverso en lo que hoy denominamos ciencia y tecnología,

por tomar sólo algunos ejes.

A la expresión histórica de estos ejes se le han colocado distintos nombres. También se han tratado de ver si hay “modalidades” como “patrones de comportamiento” o como ello se va integrando en cada lugar y momento histórico. En el caso de Karl Polanyi los ha denominado “modelos de integración” (como equivalente a “sistemas”) y los ha caracterizado como:

  • la redistribución: designa movimientos de apropiación en dirección a un centro, y luego de este hacia el exterior. Desde el jefe de la tribu o clan hasta en la actualidad el rol que ocupa el padre y/o madre en la familia, y el Estado en la sociedad actual. Esta redistribución puede ser regresiva (favoreciendo a los más poderosos o de mayores ingresos) o progresiva (favoreciendo a los más débiles o necesitados)
  • la reciprocidad: supone movimientos entre puntos de correlación de grupos simétricos. Una expresión de esto es la economía social y solidaria.
  • el intercambio: se refiere aquí los movimientos de “va y viene” tales como los cambios de “manos” en un sistema mercantil. En los últimos 200 años (aproximadamente) se creó un sistema institucional de intercambio a tasas “negociadas” denominado MERCADO que, según el autor, marca un quiebre o ruptura radical con el pasado (esto está muy bien descripto en la obra de este autor, denominada “La Gran Transformación”, Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1992)

Caben destacar también enfoques como el de Marcel Mauss, donde “el don” es una forma de intercambio que se entrelaza con la reciprocidad. También es interesante como estas prácticas en la historia del sistema incaico fueron virando hacia “el tributo” (o don “ex ante”) que operaron como una tributación hacia el Inca quien luego lo asignaba a obras del imperio y a otros destinos.

Respecto del “mercado”, en su expresión institucional de intercambio de los últimos doscientos años, ha sido fuertemente criticada por distintas corrientes desde creencias (por ejemplo religiosas) hasta de la izquierda. Respecto de esta última han habido sectores que han buscado re-significar al “mercado” desde una perspectiva socialista (el llamado “socialismo de mercado”) y recientemente (año 2016) países como Cuba han reconocido la “existencia objetiva de las relaciones de mercado” (ver notas de prensa como esta). Cuando analizamos –en otra parte– la posibilidad de converger hacia un mundo mejor retomamos esta cuestión.

Ahora trataremos de dar un ejemplo de la relación de lo que denominamos “sistema capitalista” y otros sistemas anteriores. Lo haremos desde una perspectiva “amplia” y de una “economía plural y mixta”. Lo de “amplia” está relacionado a que el enfoque que se adopta es que la historia es un proceso de continuidades y rupturas que tiene distintos momentos (que “tipificamos en etapas o periodos”) muy diferentes (como por ejemplo el Neolítico o “la economía de mercado en el sistema capitalista”) pero que –de alguna manera- rasgos, características, móviles…anteriores siguen estando presentes. Aquí compartimos el enfoque de Kenneth Boulding (mencionado en la Introducción de esta página respecto de que los sistemas en su “evolución tienen niveles”). Daremos un ejemplo tomando uno de los modelos de integración de Polanyi. Cabe destacar que este autor, como otros, tiene una opinión diferente en cuanto a la “profundidad de la ruptura” que conlleva la economía de mercado respecto de lo sucedido anteriormente. No discutimos “la profundidad de la ruptura”. Solo decimos que hay “continuidades” (en circunstancias actuales) de características que, en principio, no cabrían denominarlas bajo el concepto de “capitalismo”, sino en el marco de una “economía plural” (de vuelta la ambigüedad y la complejidad) y las implicancias que esto tiene cuando se plantea la posibilidad del “cambio”.

El modelo que tomaremos de Polanyi es de “la reciprocidad” (y el compartir): durante miles de años, desde el surgimiento de la humanidad hasta el Neolítico, los seres humanos necesitamos compartir para sobrevivir. Esto sigue presente hoy (aunque no sea hegemónico en la rivalidad competitiva del sistema económico actual, cueste entenderlo y expresarlo en una cultura individualista), bajo otras modalidades y en una diversidad de situaciones. Podemos decir más: el capitalismo lo “ha incorporado” como un valor importante para poder competir y para poder legitimar su accionar, así como lo ha tolerado o buscado integrar en una economía “plural”. Veamos a continuación, a partir de algunos enfoques y prácticas de integración:

Competitividad sistémica y coopetencia: No sirve o resulta que una empresa o sector sea competitivo si esto no se da en un contexto donde los demás sectores y actores no coordinan, acuerdan o se complementan de manera virtuosa para que ese espacio (local o nacional) pueda ser competitivo. Esto está bien explicado en el texto “La Ventaja Competitiva de las Naciones” de M. Porter (Ed.Vergara, Argentina, 1991). Está relacionado con el enfoque coopetencia (lo inventó Ray Norda, fundador de de la empresa Novell) y está bien descripto en el texto de Nabeluff, B. J. y Branderburger , A.M. (Coopetencia, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2005).  Se focaliza en la cooperación entre empresas en mercados competitivos. Tiene relación con el enfoque de equilibrio de Nash (a nivel de divulgación, sobre el enfoque cooperativo, véase la escena de seducción de una Señorita en la película “Una mente brillante”. En términos de la teoría de los juegos sería la estrategia “ganador-ganador”, en cuanto a países (como Japón) y enfoques y prácticas organizacionales basadas en el “trabajo en equipo” y “el trabajo como centro, familia y hogar”. No es un tema “menor” esta característica de “flexibilidad y adaptabilidad” del sistema capitalista.

La “Responsabilidad Social Empresaria” (RSE): conlleva que, además de la ganancia, hay otros valores” como el compromiso con el medio ambiente, el trabajo social, los más pobres… Dentro estas prácticas hay que diferenciar aquellas que son relevantes o significativas, de aquellas donde abunda lo comunicacional y el marketing (para demostrar “la bondad” de los dueños de la empresa) pero no hay demasiado sustancial en “la práctica de otros valores”.

Además de la “integración y adaptabilidad” del sistema capitalista, están aquellas vinculadas con la convivencia, tolerancia y buscar permear otras expresiones “plurales” (sobre el concepto «economía plural» ver Passet, R., (1995) Les voies d’une économie plurielleTransversales Sciences Culture, Numéro spécial, L’Alternative, 32, mars-avril, citado por Laville J-L (2004) (dir.) «Economía Social y Solidaria: una visión europea». Buenos Aires, UNGS/ALTAMIRA) dentro del sistema. Citaremos solo algunas,

Si han habido distintos “cómos” en la historia, podremos interrogarnos y tratar de responder si una nueva configuración de estos elementos no nos pueden llevar a construir un pos capitalismo y nos permitieran converger hacia “un mundo mejor”?

La Cuestión del Fracaso

Cualquier acción o iniciativa en nuestra vida puede resultarnos bien, regular o mal. Hay muchas razones por las cuales podemos fracasar. Aquí algunas de ellas:

  • Nuestra intención ha sido buena pero no hemos tenido en cuenta una multiplicidad de factores (la cuestión de la “complejidad”) que operan para tener éxito. De ello se puede inferir que hemos “idealizado” (hemos confundido tener “ideales” con no haber registrado cuestiones de la realidad que no se ajustaban a estos ideales), no hemos planificado bien, no hemos entendido bien cuales son las necesidades externas que debemos satisfacer, sus deseos y si estamos en condiciones de satisfacerlas en términos socioeconómicos (capacidad de retribución de quien recibe y eficiencia, eficacia y calidad de nuestra organización para proveerlas), el contexto cambió o era más adverso de lo imaginado, a largo plazo cada nueva generación tiene sus propias características (y su ejercicio de la libertad) que inciden en mantener o no la iniciativa inicial (la cuestión de la “sucesión”) … 
  • Llevado al campo socioeconómico actual los especialistas que analizan “la empresarialidad”, es decir el intento de generar y desarrollar con éxito una empresa en el contexto del sistema económico vigente, señalan que en un porcentaje importante fracasa (para el caso de Méjico esto representa un 40% de las micro y pequeñas en el primer año de vida). Para el caso argentino la Red CAME indica que 8 de cada 10 emprendimientos fracasan en los primeros dos años de vida.Por su parte la Revista FORBES indica que el 90% fracasa. Las razones para esto son muy diversas (véase: http://www.iadb.org/wmsfiles/products/publications/documents/1481923.pdf entre otros documentos) que van desde el contexto socioeconómico hasta las habilidades o capacidades para responder a una demanda específica, cada vez más exigente y cambiante.
  • Si a lo anterior le agregamos las iniciativas donde el excedente es necesario pero no la búsqueda del lucro como fin principal, se comparta este excedente y las decisiones (la cuestión de la democracia en la empresa y las formas cooperativas), los bienes y servicios generados tengan sustentabilidad y objetivos sociales (las empresas sociales, las economías «integradas», las socialmente responsables -que realmente lo sean- y otras denominaciones), podemos afirmar que también muchas fracasan por cuestiones similares a las anteriores, pero también porque se plantean exigencias adicionales (en especial desde “otros valores”) que satisfacer. Entre las distintas razones específicas podemos mencionar: el individualismo ha predominado, no se ha podido pasar de individualismo a un personalismo maduro y del compartir donde cada persona tenga un valor reconocido en este tipo de instituciones, no se encontraron formas de liderazgo adecuadas para este tipo de instituciones y sobre el contexto en el que les toca operar, la búsqueda de consensos ha llevado a un “asambleismo” permanente y poco fructífero, los comportamientos poco involucrados de algunos miembros ha llevado a otros a considerar que se estaban produciendo situaciones injustas y ello genera desánimo en los más involucrados, derivado de cuestiones anteriores la organización se va burocratizando y perdiendo dinamismo frente a un contexto donde la agresividad del capital está presente y las puede sacar (o las saca) “de juego”, entre otras. Sin embargo al igual que lo señalado en el punto anterior (donde hay millones de iniciativas que han prosperado) también aquí tenemos mil millones de personas que pertenecen a organizaciones cooperativas (aunque algunas de ellas sólo sea en “lo formal”), millones de personas que comparten solidariamente lo que hacen y lo que piensan (por ej. Wikipedia), millones de personas que hacen trabajo voluntario y donan, miles de iniciativas de empresas sociales, socialmente responsables y similares que hoy funcionan con “éxito”….

Aprender del error -que nos ha llevado a fracasar- forma parte del aprendizaje de la vida, dada nuestras limitaciones como seres humanos y del contexto –la mayor parte de las veces incierto- en el que operamos. También forma parte del aprendizaje en el campo específico del conocimiento científico-tecnológico y de emprender. Sobre esto último, en el libro Crear o Morir, de Andrés Oppenheimer (Ed. Debate, Buenos Aires, 2014) en la página 60 menciona que “en Sillicon Valley, cuando enumeras tus fracasos es como si estuvieras enumerando tus diplomas universitarios. Todo el mundo aquí entiende que con cada fracaso aprendiste algo, y por lo tanto eres más sabio que antes” (entrevista del autor con Vivek Wadhwa). En el mismo libro, en la página 62 señala que Thomas Alva Edison tuvo más de 1000 intentos fallidos para inventar una lamparita eléctrica, y en la página 63 menciona que “los hermanos Orville y W. Wright, a quienes se identifica como los pioneros de la aviación, hicieron 163 intentos fallidos antes de realizar su primer vuelo tripulado en 1903”. En línea con lo expuesto van artículos como el de Santiago Bilinkis.

Analizar críticamente la realidad, en particular los errores y fracasos, y ser conscientes de que somos imperfectos y vulnerables (1) es un aprendizaje continuo que debemos hacer no sólo para ser lograr un mayor dominio de la naturaleza, ser creativos y alcanzar más prosperidad y bienestar, sino también para darle un sentido en línea con la búsqueda y construcción concreta de un mundo mejor.

(1) La cuestión de la vulnerabilidad está muy bien tratada por Brené Brown en esta charla TED y en este film de Netflix (vinculado al coraje y valentía).