Consensuar, Acordar ¿Qué?

Las personas y las sociedades, además de expresar nuestras singularidades y diferencias (conflictos), es deseable que tratemos de llegar a acuerdos. ¿Sobre qué?: sobre lo que nos pasa (diagnóstico), hacia donde queremos ir (visión de futuro, con objetivos y metas) y los mejores caminos (actores en juego y su misión, procesos, instrumentos) -en cada contexto- para pasar de la realidad actual a ese futuro que consideramos deseable y posible.

Las palabras que se utilizan para esto son múltiples y expresan distintas cosas. Se utiliza mucho la palabra «consenso» como, por ejemplo, en el caso argentino por un lado el gobierno plantea consensos básicos (entendidos como «acuerdos») y un asesor del mismo -en un programa de televisión dedicado a «la grieta»– expresó que está en contra de consensuar:  «el consenso es enemigo de la democracia y de la vida, hay que discrepar, hay que discutir, tiene que haber diversidad de pensamiento sino no funciona la sociedad…».

Las definiciones de «consenso» son diversas: según el DRAE es «adoptar una decisión de común acuerdo entre dos o más partes«. Desde el punto de vista etimológico proviene de la palabra latina consentire (que significa «consentir»), es consentido (por todos), y se la puede interpretar también como sentir lo mismo por todos. Esto abre distintas perspectivas y preguntas:

  • ¿es posible que todos sintamos lo mismo? No es fácil, pero en determinados aspectos podríamos decir que «sí». Tal vez, uno de los casos ha sido que -en determinado contexto histórico- sentir que no se podía seguir con el conflicto armado en Colombia, condujo a un acercamiento de las partes y a una larga negociación donde se alcanzaron los acuerdos. Pero, en «los detalles de implementación» (por lo que aparece a fines de 2017), se visualiza que aparecen los problemas. En el caso argentino, sentir «que a todos nos vaya bien», «que seamos un país integrado y justo socialmente», «que resolvamos los problemas» y otros deseos generales, puede ser muy importante. En lo económico-social hay quienes buscan que este consenso se exprese respecto de «compartir unánimemente un rumbo de a dónde queremos llegar». Sin duda, esto es muy deseable y sería posible si «el rumbo tiene características generales». Ahora, cuando vamos a cuestiones más específicas y a los instrumentos, empiezan las divergencias y por lo tanto se torna muy difícil que «sintamos» todos lo mismo.
  • si consenso se entiende «popularmente» como acordar o concertar, y entonces pasamos de algo «emocional» (como «sentir») a algo «racional» (de todos modos sabemos que lo anterior «subyace») y «prácticamente posible de alcanzar en una negociación o proceso de acuerdo». Esto hace referencia a encontrar puntos de coincidencia, y la política -en el sentido más específico y noble- es la encargada de posibilitar la resolución pacífica de las diferencias.

En base a la última definición, no se anula la diversidad de opiniones y el debate que hay en un sistema democrático, sino que se buscan puntos de coincidencia y acuerdos que son vitales para la resolución de los conflictos y los problemas. El gobierno argentino tomó la decisión de acotar los acuerdos a «la lucha contra la inflación y el equilibrio fiscal, los estímulos para favorecer la creación de empleo y la calidad institucional» relacionados con la necesidad de «crecer muchos años en forma sostenida para generar empleo, que es lo que nos va llevar a erradicar definitivamente la pobreza».

Seguramente en este proceso aparecerán diferencias de diagnóstico, de visión, de rumbo, de instrumentos concretos… pero que son fundamentales de debatir y buscar acordar democráticamente. ¿Pueden ser considerados como un «piso»? ¿debería haberse consensuado previamente una «visión compartida de futuro»? ¿el tipo de crecimiento permitirá ir hacia pobreza cero? ¿otras variables macroeconómicas como jugarán? ¿o qué tipo de desarrollo? ¿en el caso argentino prevalecerán intereses sectoriales legítimos pero difíciles de debatir y acercar posiciones en la realidad actual y mundial? Son algunas de las múltiples preguntas que el tiempo irá contestando. Ojalá sea un proceso «virtuoso» que nos permita a todos ser «abiertos» a todas las opiniones e ir encontrando los pasos que nos lleven hacia un mundo mejor.

La construcción de la paz

La construcción de la paz tiene una serie de pre-requisitos que van desde cómo nos vinculamos entre los seres humanos y canalizamos nuestra energía, pasando por si la locura predomina sobre la racionalidad (al respecto véase el texto de W. Shakespeare en el acto cuarto de El rey Lear: «Es calamidad de estos tiempos que los locos guíen a los ciegos«) o si lo que predomina es el sentimiento de empatía compasiva y el valor de la justicia, hasta tener en cuenta los intereses vinculados con el negocio de la guerra. A mediados de 2019 se suma el conflicto entre EE.UU y China, más el persistente entre EE.UU e Irán y Corea del Norte, y en febrero  de 2022, con la invasión y guerra de Rusia a Ucrania, esto ha adquirido un gran dramatismo y preocupación por sus posibles derivaciones globales.

Hay que recordar que la institución de las Naciones Unidas fue creada vinculada el objetivo de que la paz prevalezca entre las naciones. En esta nota se hace referencia a «el que fue segundo secretario general de Naciones Unidas Dag Hammarskjöld expresó a mediados de los 50 que la organización “fue creada, no para llevar la humanidad al paraíso, sino para salvarla del infierno”. Sin embargo, la realidad geopolítica actual demuestra que este objetivo aún sigue sin cumplirse»

Por lo tanto construir la paz requiere de condiciones subjetivas y objetivas. En cuanto a las primeras la educación para la paz en las familias y escuelas, el aporte de las religiones, emprendimientos económicos que se niegan a producir armas y la cultura. el manejo de la ira como aporta el nieto de Gandhi, son esenciales. Respecto de las segundas habría que introducir una serie de penalidades o sanciones (como las que establece el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, en particular en lo nuclear) y de estímulos económicos para reconducir la industria armamentística (no sólo de un país sino del conjunto de países) hacia fines no bélicos. El marco puede ser el de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas en general  y, en particular, la relativa a la paz, justicia e instituciones sólidas. Una fuente importante para el estudio del tema es el Instituto de Estocolmo para la Investigación de la Paz. Trataremos de dar algunos posibles ejemplos, vinculados a reorientación de intereses, y a evaluar su factibilidad:

  • industrias orientadas a disminuir los riesgos del espacio exterior: va desde potenciar las iniciativas para desviar o neutralizar la posible caída de asteroides a la Tierra hasta la eliminación de la chatarra espacial en la atmósfera que puede generar una multiplicidad de riesgos.
  • investigaciones y aplicaciones tecnológicas orientadas a industrias que mitiguen o disminuyan los devastadores efectos de huracanes y tifones que afectan a muchos países del mundo, así como todo lo relativo a buscar mitigar (con cambios en la construcción y ejercicios de prevención) los terremotos.
  • acciones como las campañas por la abolición de las armas nucleares, como las realizadas por ICAN que fue galardonada en 2017 con el Premio Nobel de la Paz. De igual modo la experiencia de «Leaders for Peace«, nacida en Rondine, Ciudad de la Paz, es muy significativa.
  • investigaciones y aplicaciones tecnológicas orientadas a mitigar y remediar los efectos del cambio climático y más en general al cuidado del medio ambiente. Esto implica reorientar los intereses de la industria hidrocarburífera que busca primero agotar y amortizar el capital invertido en energía no limpia. Los «negocios» orientados a la economía verde y la economía azul deberían ser estimulados fuertemente.
  • actividades orientadas a no generar más basura en los mares, y encarar su limpieza, así como el desarrollo de la economía circular que re-utilice los residuos o desechos evitando también su deposición en tierra.
  • ser conscientes de la insensatez humana que, mientras nos armamos unos contra otros, no hemos podido ganar la «guerra contra el mosquito» que genera, entre otras enfermedades, dengue, fiebre amarilla y malaria. Dar fondos y desarrollar la industria vinculada con la salud y el medio ambiente, es de fundamental importancia.
  • el desarrollo de las industrias culturales y el turismo (y más en general el ocio creativo) son actividades afines con la paz.
  • el desarrollo de innovaciones científico-tecnológicas que colaboren con la provisión de alimentos y demás bienes y servicios para personas en situación de pobreza. Ellas pueden ir desde agricultura urbana hasta impresoras 3D que generen alimentos, ropa y bienes para el hogar.
  • Abaratar los costos de desalinización del agua de los mares, así como la depuración y recuperación de agua no salada, a fin de mitigar y generar más agua potable para la población mundial,
  • Dar seguimiento a los procesos y resultados derivados de los acuerdos de paz de Colombia, y la denominada «conversación más grande del mundo» (ver su manual), pueden servir como guía o ejemplos a considerar en la reorientación cultural y económica para alcanzar la paz,
  • Las políticas culturales y cómo se realiza una buena articulación entre civismo y religiones como señala esta nota,

son algunos posibles ejemplos de reordenación de intereses económicos con finalidades acordes con la construcción de la paz en el mundo. A ellos habría que agregar el impulso de la solidaridad e intercambios de reciprocidad a nivel internacional, otros tipos de intercambios (por ejemplo el comercio justo o fair trade) y la construcción de una gobernanza global que vaya en esta dirección. Una activa participación de todos nos permitirá enfrentar los negocios de la guerra con propuestas concretas para la paz, y ello nos ayudará a converger hacia un mundo mejor.

PD: Es muy signficativa esta mención sobre un conflicto de larga data: «Isaac Rabin, 20 años después de la Guerra de Yom Kipur volvió a cumplir con el principio de que “la paz se hace con el enemigo”. Al firmar los acuerdos con la OLP, Rabin declaró: «Yo quisiera firmar un acuerdo de paz con el Príncipe de Mónaco y la Reina de Holanda, pero la paz se firma con los enemigos y Arafat es el principal enemigo”. Profundizando en esta perspectiva se puede ver esta conferencia de Amos Oz.

 

Convergiendo de las Esferas de la Economía Plural

Hemos expresado en otra parte de la página web que hemos adoptado, desde una perspectiva muy amplia, el concepto de economía “plural”. Ello significa que además de tener en cuenta las diferentes variedades de capitalismo que existen en el mundo, hay otras expresiones diversas (también una expresión que se utiliza es el de «economía mixta«). A continuación intentaremos indicar los que serían los mejores lineamientos de convergencia hacia un mundo mejor desde estas distintas esferas:

CONVERGIENDO DESDE VARIEDADES DE CAPITALISMO

  • Al comienzo del capitalismo en Inglaterra se lo denominó capitalismo manchesteriano (por la ciudad de referencia) que era equivalente a una variedad de capitalismo “salvaje” (sin regulaciones, trabajo infantil, muy bajos salarios, polución, etc.). Hoy esta variedad de capitalismo, lamentablemente, sigue existiendo en muchas partes del mundo. Se coincidirá que nos aleja de un mundo mejor, y por lo tanto será necesario introducir las regulaciones adecuadas para –al menos- mitigar los aspectos más dañinos.
  • En el otro extremo tenemos la variedad de capitalismo vinculada a expresiones social-demócratas, como la de los países escandinavos asociados a la denominada economía del bienestar. Sin duda el bienestar forma parte de un mundo mejor, aunque no necesariamente esté vinculado de manera directa a la felicidad (concepto más complejo). Si bien han cambiado las circunstancias en las que estas experiencias nacieron (véase en esta nota “Una breve síntesis sobre la experiencia socialdemócrata”). Como hemos escrito en esta nota habrá que buscar nuevos modos que eviten el crecimiento desmesurado (o sin sentido) del Estado, la burocratización, la construcción de consensos para que las personas y los sectores que más tienen aporten al financiamiento de un nuevo estado de bienestar a escala global (la cuestión de la redistribución progresiva del ingreso para alcanzar los Objetivos Desarrollo Sostenible acordados en Naciones Unidas). Ir hacia un mundo mejor implicará entonces abordar estas críticas en lo interno, y promover nuevas reglas (y posiblemente nuevas instituciones) a escala internacional que valoricen los aportes que estas experiencias tienen.
  • Se pueden mencionar ejemplos donde, dentro de variedades de capitalismo, se da una economía colaborativa aunque algunas vertientes buscan diferenciarse de lo que es la lógica de acumulación capitalista. Algo similar se puede mencionar de los denominados «negocios inclusivos«. Es importante las experiencias de empresas con otros valores (entre las que se encuentran las «empresas con propósito«).
  • Por último ir hacia un mundo mejor conlleva a valorar lo humano (humanismo) en un contexto medioambiental del que formamos parte, y no privilegiar y maximizar un recurso (como el capital) como fin último. Los cambios culturales y tecnológicos pueden ir en esta dirección, aunque no se deben descartar regresiones (por crisis o guerras) o peligros científicos-tecnológicos (como la autonomización de la tecnología sin reglas como las planteadas por I. Asimov).

CONVERGIENDO DESDE LA ECONOMÍA CRIMINAL

Lamentablemente esta economía es una realidad muy significativa en el mundo tanto a nivel de narcotráfico, como la derivada de la corrupción, el tráfico ilegal de armas y personas, la falsificación de marcas, productos y piratería, etc. Ha sido analizada por economistas como Julio Sevares, Luis David Ramirez de Garay y otros. Frente a este fenómeno es fundamental generar alternativas para salir de ella. Además de combatirla ¿es posible generar una re-ingeniería de intereses hacia una economía formal lícita? Algunos ejemplos de que esto es posible:

CONVERGIENDO DESDE LA ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA

A nuestro entender la economía social y solidaria, y las empresas sociales (ver punto siguiente) es, “teóricamente” y desde el punto de vista de la organización socioeconómica de la sociedad, lo que más se acerca a “un mundo mejor” en lo que se refiere a “emprendimientos económicos”.

Si de esta esfera tomamos a las cooperativas podemos afirmar que en el año 2012 formaban parte de ellas en el mundo 1.000 millones de personas, y en países como Canadá –en promedio- 4 de cada 10 personas formaban parte de ellas (en la provincia de Quebec en el año 2010 el 70% formaban parte de una cooperativa).

Si bien los principios del cooperativismo son universales, las razones por las cuales un grupo de personas decide formar parte de una cooperativa son muy diversas. En un documento del Senado de Argentina en las páginas 4 a 6 se hipotetiza que pueden haber diez razones diferentes, entre las principales.

En este ensayo hemos adoptado el enfoque de la complejidad y una mirada más fina y detallada de cada fenómeno. A esto no escapa al fenómeno de la economía social y solidaria donde, sin duda, la mayoría de sus emprendimientos responde a los criterios de los fundadores de esta corriente pero se puede afirmar que hay casos donde esto es “sólo en las formas” (por ej. con poco involucramiento y delegación en los cuerpos gerenciales), en otros casos están muy insertas en modalidades del sistema hegemónico (aquí está la variante de no tener la “agilidad” o “dinamismo” de muchas de ellas), en otros en prácticas fraudulentas (en particular en el sector financiero) y finalmente otras son formas encubiertas de terciarización o de empleo público encubierto.

Por lo tanto ir hacia un mundo mejor desde esta esfera conllevará rescatar el “espíritu y práctica sustantiva” de este amplio movimiento, del que hoy forman parte también las experiencias comunitaristas de pueblos originarios, e ir superando limitaciones y desviaciones como las mencionadas.

EL CASO PARTICULAR DE LAS EMPRESAS SOCIALES Y EXPERIENCIAS SIMILARES (Economía de Comunión, Sekem, etc)

En la parte del “cómo” de este blog hemos mencionado a este tipo de empresas y ongs como Ashoka  (y en Argentina) que las nuclean y promueven. Se puede ver también este documento de la Unión Europea.

Si bien no tienen las características “democráticas” de las empresas cooperativas, son una experiencia sumamente valiosa de organizaciones económicas para un mundo mejor. También cabe destacar casos como la experiencia de las empresas de economía de comunión (ver textos como este), en Egipto la experiencia de Sekem, Commonland y su enfoque de los cuatro retornos, la economía del bien común (y en Argentina), la economía ecológica, las ecovillas,  comercio justo y responsable y otras formas de intercambio, etc.

CONVERGIENDO DESDE LA ECONOMÍA PÚBLICA

En general se asocia al estado, tanto en los países capitalistas como en los socialistas, con “la burocracia”, y por lo tanto a complicar lo que puede ser sencillo, a ralentizar los procesos, a excesivos controles ex ante y no pocos y efectivos controles ex post, a no garantizar la provisión de bienes y servicios eficaces (cobertura de la población objetivo a veces por no contar con recursos y personal suficientemente calificado) y de manera eficiente (mínimo costo evitando el desvío de fondos y exceso de personal en algunas áreas) con  un buen estándar de calidad.

Sin embargo puede no ser así y de hecho hay ejemplos en países capitalistas como socialistas que son el contra-ejemplo de lo que se viene de mencionar. Citaremos sólo tres casos:

Aprender de experiencias como estas, con personal profesionalizado, fuertemente motivado, con remuneraciones y estímulos adecuados, que generan bienes y servicios de alta calidad será fundamental para ir un mundo mejor desde esta esfera.

En situaciones de monopolio natural, en sectores considerados estratégicos para una sociedad, o donde hay fallas de mercado y la empresa privada no ha funcionado correctamente, o donde las organizaciones de la economía social no han podido tomar el lugar de determinados bienes y servicios (en especial públicos) será fundamental que las organizaciones de este tipo de economía tengan procesos transparentes que eviten la corrupción (con severas penas cuando se pruebe), la selección adecuada del personal, su capacitación y formación profesional, así como mecanismos de evaluación que posibiliten una gestión eficaz y eficiente.

Cada sociedad en función de su historia, de su contexto y del mapa de actores que tenga verá cuales son los “bordes” de su Estado. Sin embargo, sí sabemos que cuando se tiende a estatizar todo -porque se pretende “tener todo bajo control”- esto ha generado burocracia, ineficiencia, corrupción y en muchos casos desabastecimiento, teniendo que recurrir a prácticas dictatoriales para sostenerse en el tiempo. Por lo tanto se termina yendo a un “mundo peor”.

CONVERGIENDO DESDE UN ACELERADO CAMBIO CIENTÍFICO-TECNOLÓGICO

Del que cabe preguntarnos si tenemos que converger de una “economía de plataformas” (¿el sistema capitalista en el siglo XXI?), con la posibilidad de terminar en alguna de las formas que menciona Harari en su libro “Homo Deus“?

Esta convergencia conlleva resolver, entre otros, la cuestión de la tributación de estas plataformas (muchas veces radicadas en paraísos fiscales o países de baja fiscalidad) y los vínculos entre las personas (bajo el formato de «libres» pero «precarias» en cuanto a las relaciones contractuales implícitas y laborales encubiertas). Del mismo modo sería deseable que se diera la posibilidad de que se promuevan “ecoinventos” y que ellos se apliquen fundamentalmente a la economía ecológica a fin de que el sistema sea “sustentable” y no terminemos con la especie humana. Por lo tanto «sin ningún sistema en el que haya humanos«.

¿Estas convergencias desde la economía plural podrán conducirnos a evolucionar e ir hacia variedades de postcapitalismo vinculado con un mundo mejor?