La construcción de un piso común de razón, ética, ciudadanía…

Quienes escribimos, aportamos reflexiones, comentarios, artículos e ideas y leemos en este blog, venimos de distintos enfoques, tradiciones y prácticas, pero coincidimos en la búsqueda de un mundo mejor. Pero, entre las preguntas qué podemos hacernos está: ¿es posible partir de un piso común entre todos los seres humanos? Quien da una respuesta positiva a esta pregunta es Immanuel Kant.

En esta nota, del diario El País de España, se hace una síntesis de su gran aporte e importancia. Ahí se expresa que «fue un visionario que inauguró la modernidad. Cambió la forma de pensar de la gente, incitando a reflexionar por uno mismo y a cuestionarlo todo. Las ideas del filósofo que rechazó el dogma, que propugnó el uso de la libertad en responsabilidad y la idea de ciudadanía común están de vuelta ahora que se cumplen tres siglos de su nacimiento.

Vivimos un cierto regreso al pasado. Reaparecen la irracionalidad, el miedolas teorías conspiranoicaslas sombrías figuras autoritarias y las guerras sangrientas. Ante ello, no hay recetas mágicas, pero podemos volver a escuchar a los que quisieron emanciparnos de fanatismos y actuar a la luz de un entendimiento común. Podemos volver a Kant.

El autor de Crítica de la razón pura es uno de los filósofos más influyentes de todos los tiempos. Es citado, comentado y combatido —especialmente desde el posmodernismo—, incansablemente. De la idea de la educación universal y gratuita al principio de autonomía moral y personal, de Habermas a Hannah Arendt, pasando por Hegel, su obra lo impregna casi todo. “Seguro que Kant ha influido en usted aunque no lo haya leído”, advirtió Goethe.

El pensador que abrió un camino para que seamos mejores ciudadanos, nacido el 22 de abril de 1724 en Königsberg (hoy Kaliningrado, en Rusia), también impulsó el derecho internacional y el concepto de un gobierno organizado en una federación de estados, inspiradora de entidades como la ONU o la Unión Europea. Ahora, en el volátil contexto actual, sus ideas cosmopolitas y democráticas vuelven a cobrar sentido.»

Luego la nota hace referencia al contexto actual y la vigencia del pensamiento de Kant, y expresa que «publicó Crítica de la razón pura, Crítica de la razón práctica y Crítica del juicio en los años 1781, 1787 y 1790, sucesivamente. En ellas, Kant propone una filosofía total, un sistema de conocimiento, moral y estético, respondiendo a tres preguntas clave: qué puedo saber, qué puedo hacer y qué debo esperar. En su primera Crítica suma las corrientes filosóficas anteriores, añade el eje del espacio y el tiempo, hace un reset y responde que al conocimiento se llega aunando el empirismo con el racionalismo, que dicho conocimiento está condicionado por el sujeto que quiere conocer y que hay cosas que no podemos saber; en la segunda describe una moral y una ética común a priori de todo, un juicio compartido que nos aleja de los prejuicios; y en la tercera revela el peso del arte en la representación del mundo.

“Era consciente de la maldad en el humano, y avisó de que la conciencia ética puede detenerla” (Norbert Bilbeny, catedrático de Ética de la Universidad de Barcelona). “Una idea guía toda la historia: la del derecho”, dijo el prusiano. Es “el derecho a tener derechos”, en interpretación del añorado filósofo Javier Muguerza. Desde la mesa de su despacho en su casa de Königsberg —bajo un retrato de Jean-Jacques Rousseau interpelándole desde la pared —, Kant dio un nuevo empuje a la Ilustración ampliándola hacia una revolución global. Armado con una peluca empolvada, una pluma y un tintero, El Demoledor, según palabras del escritor Thomas de Quincey, propone una “salida del hombre de su inmadurez autoincurrida” —así lo escribió Kant en su ensayo ¿Qué es la Ilustración?, de 1784—.

Más adelante el artículo hace referencia a sus características personales, y en cuanto a su pensamiento expresa y concluye que «en sus obras alude a un mundo en permanente construcción, alertando de que cuando se habla de la sociedad como es, en verdad se subraya lo que se ha hecho de ellaContra las tentaciones del nihilismo y el no future, Kant insta a actuar como si el mundo tuviera un propósito, y este fuera digno y decente. En Kant, “trabajar y colaborar de forma comunitaria y tener las obligaciones morales claras conlleva una esperanza real en el futuro”, reflexiona Kate Moran, profesora de Filosofía de la Universidad de Brandeis y autora de Kant’s Ethics (la ética de Kant) (Cambridge University Press, 2022).

Kant ilumina: a pesar de las guerras y la violencia, en su ideario es razonable esperar que la humanidad avance y logre una paz duradera. Pero para conseguirlo es requisito desarrollar un Estado constitucional republicano que regule la libertad en común de la ciudadanía, que sea garante del acto de pensar por uno mismo, dejando “espacio a la libertad interna de actuar moralmente y bien”, apunta Margit Ruffing, doctora en Filosofía de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia.

Para Ruffing, la obra kantiana refleja que “el futuro llegará, y no hay ninguna razón sensata para no trabajar por un mundo mejor, sino muchas razones para hacerlo”. Pero Kant no era un optimista irredento: “Era consciente del conflicto y la maldad en el humano, y avisó de que solo el conocimiento y la conciencia ética pueden detenerlos”, advierte Bilbeny. El prusiano vendría a ser un pesimista con “un inquebrantable optimismo metodológico, basado en la esperanza moral de que nuestro perfeccionamiento puede transformar el futuro”, según Aramayo.

Pero no todo va a ser mañana. Para hoy mismo, el pensador de Königsberg ofrece herramientas para la convivencia cotidiana, como “la idea de ser generosos con los demás e implacables con nosotros mismos”, según escribió Muguerza, o de actuar como si de nosotros dependiera el curso del mundo. “Hay mucho que aprender de él: a tratarnos educadamente, prestar atención sincera a los demás, en el trabajo, en casa o en la calle”, apunta la profesora Moran. Son pequeñas reverberaciones que perfilan un mundo más humanizado. Entonces, no todo está perdido. Tras reencontrar la voz del filósofo, un poco a la manera de Nathy Peluso y C. Tangana, dan ganas de cantar “yo era ateo, pero ahora creo” (en Kant).»

Hoy sabemos –adicionalmente– a lo elaborado por Kant, que las actitudes y sentimientos juegan un rol clave para un mundo mejor que deben estar alineados con la razón. el conocimiento y la ética kantiana para su logro, más allá del valioso e imprescindible aporte que puede hacer la fe en Dios para los creyentes.

La importancia de un abordaje integral a la cuestión del narcotráfico

La lucha contra el narcotráfico en el mundo es muy ardua y difícil. La enorme cantidad de dinero (1) que manejan quienes producen y distribuyen droga, está relacionada con un gran consumo que hay en muchos países del mundo. En este blog se lo ha abordado en esta nota.

En cuanto a la producción y distribución de drogas de origen vegetal y de origen químico, está muy diseminada en el mundo, pero en América Latina se concentra en algunos países especialmente. Dados los recursos que manejan, les posibilita corromper -en muchos casos- a los organismos de control (la AFIP, la Aduana en puertos estatales y privados, la UIF…), la policía local, el servicio penitenciario, la Justicia, legisladores, periodistas… por lo que se hace difícil el éxito en su lucha.

Pero sí, hay posibilidades de éxito como es el caso de la ciudad de Medellín, en Colombia (ver imagen de la entrada). Este tema lo hemos abordado parcialmente en esta nota y allí hemos recomendado videos explicativos como este, el enfoque del urbanismo social (2), un plan estratégico… Además tenemos que agregar la relevancia de líderes como este. Es un buen arquetipo a seguir, más que el modelo de Bukele en El Salvador.

En cuanto a la Argentina (y en especial en Rosario, pero no sólo), respecto del involucramiento directo de las fuerzas armadas en la lucha contra el narcotráfico, la mayoría opina en contra (ver notas como esta o esta). Hasta ahora (al 19/3/2024) lo concretado es esto en cuanto a centrarse sólo en el apoyo logístico. Por otra parte, es promisorio que se quiera avanzar en cortar la ruta del dinero del narcotráfico, y reducir significativamente la «economía criminal». Falta encarar la cuestión de la sustentabilidad social de este enfoque, al menos en Rosario, tal cómo se hizo en Medellín. De no realizarse, los sectores marginales de la sociedad no tendrán una opción digna frente al enorme atractivo de los grandes recursos que aporta el narcotráfico, y esta lucha se perderá. Esperemos que no.

Un tema muy relevante a seguir, si queremos ir hacia un mundo mejor.

(1) La estimación en Rosario es de 100 millones de dólares al año. En Méjico es mucho más, así como en América, y así podríamos seguir en el mundo dentro de lo que se considera la economía criminal.

(2) Es muy interesante este enfoque y experiencia.

La difícil y necesaria articulación entre lo individual y lo común

Todos sabemos que tenemos «en común» ser de la especie humana, vivir en un mismo planeta (o «casa común»), tener los mismos derechos, ser originarios de una pareja, una familia, un grupo, un lugar y una nación. Claro, eso de «lo común» se puede vivir de distintas maneras, con distinta intensidad, con más o menos individualidad, conflictividad, armonía…. También puede expresarse en tener en común o no cosmovisiones, enfoques, diagnósticos o interpretación de los hechos, objetivos y metas, prácticas o tareas (como la educación, el trabajo…), según sea el contexto.

Ya Aristóteles reflexionó acerca de que «el ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por naturaleza y no por azar o es mal humano o más que humano (…). La sociedad es por naturaleza anterior al individuo (…) el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada para su propia suficiencia, no es miembro de la sociedad, sino una bestia o un dios».  Claro, ya desde épocas antiguas también existía la visión de que el hombre podía ser lobo del hombre (1) y posteriormente han habido muchos enfoques sobre las distintas posibilidades de articulación humana (2) y cómo se canaliza nuestra energía.

También se han utilizado -como metáforas- distintos animales, como es el caso de los puercoespines, los lobos, los erizos y zorros, etc., para aludir a las distintas formas de vinculación que podemos tener los seres humanos.

A partir del siglo XIX, sin excluir aportes anteriores, algunos sociólogos -como Max Weber- trataron de construir «tipos ideales» para tratar de caracterizar o aprehender los rasgos esenciales de ciertos fenómenos sociales. Una aplicación de esto se ha dado con lo que serían las características principales de lo que pueden «representar» el vínculo entre lo individual agrupado «socialmente» y lo personal agrupado bajo forma o modalidad «comunitaria». De la literatura consultada uno de quienes distinguieron por primera vez “societas” y «communitas” fue Ferdinand Tönnies (3). Los rasgos principales de estos fenómenos serían los siguientes:

  • Comunidad: Es tener “en común” un pasado, un presente, un futuro, una identidad, intereses, valores, visiones, prácticas, proyectos compartidos… Según Tönnies está caracterizada por homogeneidad, igualdad, ausencias de status, y anonimidad (asociado a lo pre-moderno). Se puede afirmar además que el uso de “comunidad” también refiere a la posibilidad de que un “padre” o una “madre” (reales o simbólicos) sean quienes lideren la misma, o a que los hermanos/as (antiguamente fratrias) se roten en el liderazgo (muchas veces predominando una forma de “mayorazgo”),
  • Sociedad: Es un concepto que aparece en la “modernidad” (a diferencia del comunitarismo) y se expresa a través de la heterogeneidad, inequidad, diferenciación de status, y nominatividad. El liderazgo en lo “moderno” está asociado, aunque no siempre (por ejemplo Hitler), a formas “democráticas”.

Sobre esta temática han opinado varios pensadores como Max Weber, Talcott Parsons y particularmente Émile Durkheim. Según este autor la diferencia principal entre el enfoque de comunidad y el de sociedad es lo relativo al tipo de vínculo de solidaridad que hay en ellas. «En las sociedades primitivas, la solidaridad surge de la conciencia colectiva y la denomina solidaridad mecánica: la identificación con un grupo social se produce por las condiciones de igualdad, está en boga la idea de comunidad en tanto los individuos tienen «cosas en común», que producen un fuerte compromiso. En cuanto a la división del trabajo, no hay especialización, pero sí ascenso (Durkheim da dos ejemplos de sociedades primitivas en un contexto moderno: la Iglesia y el Ejército, ambas fuertemente verticalistas). En las sociedades modernas, esa conciencia colectiva es más débil y la solidaridad que existe en ellas es orgánica, puesto que surge de las diferencias producidas por la división social del trabajo, que es en general la respuesta que el siglo XIX da a la pregunta sobre el origen de todo hecho social. La solidaridad es, más particularmente, por necesidad en este tipo de sociedades, en las que las pasiones son reemplazadas por los intereses».

Por su parte Robert Nisbet, en La Formación del Pensamiento Sociológico (4) señala que «la comunidad se refiere a los lazos sociales caracterizados por cohesión  emocional, profundidad, continuidad y plenitud. La autoridad es la estructura u orden interno de una asociación. El status es la ubicación del individuo dentro de la jerarquía de la comunidad. Lo sagrado se refiere a lo no racional, como la religión. La alienación se refiere a la enajenación del individuo con respecto a su entorno. Estos cinco elementos tienen su antítesis en los conceptos de sociedad -vínculos impersonales-, poder -no surgido de la asociación social-, clases -jerarquías no surgidas de la asociación comunitaria-, secular -lo profano, lo no sagrado-, y progreso -la alienación es vista la inversión del progreso-, respectivamente. Y en sociología este contraste entre dichos conceptos, comunidad-sociedad, autoridad-poder, status-clase, lo sagrado-lo secular, alienación-progreso, constituye el resumen del conflicto que se ha dado en la espera sociológica entre el tradicionalismo y el modernismo.»

Esta temática sigue teniendo gran influencia en el debate ideológico, filosófico y político contemporáneo. Daremos dos ejemplos: 1. En el caso de la Argentina el impacto que ha tenido el enfoque de «La Comunidad Organizada» (5) de Juan D. Perón, en general en ese movimiento, y en personas como Jorge Mario Bergoglio. 2. En artículos de intelectuales como Loris Zanatta, que no sólo cuestiona el comunitarismo del peronismo, sino también el de la Iglesia Católica, por ser contrario -según su enfoque- a una sociedad, abierta y plural. De seguir este razonamiento, cualquier planteo que promueva lo comunitario debe ser fuertemente cuestionado.

Ahora bien, ¿hay posibilidades de que los conceptos de comunidad y sociedad no sean «binarios y contrapuestos» y de encontrar una «síntesis superadora»?. Tal vez, haya posibilidades de algunas complementariedades entre ambas visiones. A continuación sugerimos explorar estas alternativas, entre otras:

  • homogeneidad de derechos, como una base común de igualdad, pero heterogeneidad, diversidad y singularidad de las personas y los contextos respetando la dignidad de cada persona, promoviendo el ejercicio de la libertad positiva con un sentido de empatía y armonía entre los seres humanos y el ambiente;
  • igualdad – inequidad: como se expresó en el punto anterior, puede haber igualdad pero no uniformidad, y dependerá de cada sociedad, cultura y tipo de medidas de políticas públicas para que haya equidad o no. Por lo tanto vivir en «sociedad» no implica necesariamente inequidad;
  • ausencias de status (o estatus) – diferenciación de status: en una comunidad se valora mucho a las personas de mayor edad, valorando su experiencia (en especial la que ha sido procesada como sabiduría), o las que ejercen un rol religioso o ceremonial importante. Por lo tanto es una «especie de status» que se da en el comunitario. Es cierto que en las sociedades modernas se presentan diferenciación de status ya sea derivadas del poder económico-social, político, militar o vinculado al conocimiento. Sin embargo ello puede manifestarse de distintas maneras: desde relaciones de subordinación y dominación hasta vinculaciones armónicas y de servicio. Dependerá de cada cultura y de las personas que forman los grupos y las instituciones;
  • anonimidad – nominatividad: la anonimidad en las comunidades es muy relativa, en particular si las comunidades son de pequeña escala y -más en general- con el impacto de las distintas redes sociales. Seguramente se ha presentado en el caso de las mujeres y de las personas que han ejercido o ejercen funciones de servicio, pero no entre quienes la lideran. Por otro lado la nominatividad en un planeta con 8000 millones de personas, megaciudades y grandes organizaciones no es fácil a pesar del rol identificatorio que juegan la inteligencia artificial, las redes sociales (como ya se ha expresado) y el control por parte de los estados (en especial los regímenes totalitarios o autocráticos). Esto último está íntimamente al enfoque y práctica que tengamos del poder.

Lo anterior ha sido abordado también por distintos enfoques filosóficos y religiosos. En el caso del cristianismo existen distintas acepciones de «comunidad cristiana» como esta o esta, y su difícil relación con la sociedad.

Como síntesis podríamos concluir que en la articulación entre lo individual (mejor «personal») y lo social o comunitario es una base común de empatía (o formas de amistad y amor), de humildad, de compartir… que nos alejen de toda forma de mal y de opresión, de modo de ir convergiendo hacia un mundo mejor.

(1) Siguiendo a esta fuente, «esta locución fue creada por el comediógrafo latino Plauto (254-184 a. C.) en su obra Asinaria… y luego «fue popularizada por Thomas Hobbes, filósofo inglés del siglo XVII, quien la adaptó en su obra De Cive. Se puede interpretar que en su escrito, Hobbes da por básico el egoísmo en el comportamiento humano, aunque la sociedad intenta corregir tal comportamiento favoreciendo la convivencia». De allí la necesidad de un estado fuerte (para Hobbes será la monarquía absoluta).

(2) Entre ellas el enfoque de «teoría general de los sistemas» de K. Boulding donde plantea que las interacciones pueden darse «en términos de relaciones competitivas, complementarias o parasitarias» (Boulding, K.E. (1956): “General Systems Theory: The Skeleton of Science”, Managment Science, 2, 3, pp. 197-208. (Reproducido en Collected Papers Vol. IV, p. 201, citado en este artículo). Por supuesto la psicología, la neurociencia y la sociología han complejizado aún más las distintas posibilidades.

(3) Se puede profundizar, por ejemplo, en este texto o en este.

(4) Agradezco la referencia a Francis Korn.

(5) Discurso ante el Primer Congreso Nacional de Filosofía que se inauguró el 30 de marzo de 1949 en la ciudad de Mendoza.

¿Podemos gestionar nuestras polaridades de manera positiva?

Los seres humanos, a veces, enfocamos los problemas de manera binaria, tipo blanco o negro, sin visualizar los matices, los grises, y lo complejo de un problema personal, grupal u organizacional (1), o de las conversaciones que se dan en un país (con escucha, diálogo y respeto mutuo o no) (2).

En lo que se refiere a lo grupal u organizacional quien lo ha encarado más detalladamente es Barry Johnson y su libro Polarity Management (3).

De la nota (3) al pie transcribimos la parte de “Exactitud y completitud”, como sigue: “Exactitud. ¿Quizás ya conozcas esta famosa ilusión óptica que se muestra arriba? ¿Puedes ver las 2 mujeres en esta imagen? (se refiere a esto).

Durante un almuerzo, mientras hablaba sobre la Gestión de Polaridades con mis colegas, nos detuvimos en esta imagen que uno de ellos no conocía. Aquí hay un extracto de nuestra conversación (editada):

Yo: ¿Qué ves en esta imagen?

Colega A: Veo a una mujer joven. Yo: ¿Nada más? ¿Y si te dijera que también hay una mujer anciana?

Colega A: No la veo, ¡pero confío lo suficiente en ti como para creer que existe!

Colega P: ¿Quieres que te ayude a verla?

Colega A: ¡Sí, por favor!

Encontré esta situación muy representativa de la diferencia entre exactitud y completitud. De hecho, mi colega A tenía razón al decir que veía a una mujer joven, pero su visión era incompleta. La incompletitud de la percepción combinada con la convicción de exactitud es la fuente de conflictos potenciales.

En el caso de que el colega P solo viera a la mujer anciana, podríamos decir que ambos estaban «en lo correcto». Sin embargo, eso es la parte fácil. Lo más difícil es ver la imagen alternativa. En ese caso, hay diferentes formas de comunicarse al respecto:

Colega A podría haber dicho «la mujer anciana no está allí», contradiciendo la exactitud de la realidad del colega P, lo que habría generado una resistencia innecesaria y posiblemente un conflicto.

Finalmente, colega A dijo «no la veo», lo que provocó que colega P ofreciera su ayuda y empatía para complementar su visión con la imagen alternativa.

Nota: El clima de confianza entre nosotros probablemente ayudó en la situación, ¡pero supongo que podrías encontrar ejemplos donde esto no sea tan fácil! 😉

Contradecir la exactitud de la realidad del otro es generar una resistencia innecesaria. Renunciar por un momento para obtener más.

Estamos estudiando aquí un concepto de psicología gestáltica llamado percepción figura-fondo, que nos dice que: Toda percepción se divide en un primer plano (figura) y un fondo.

Esto significa que nuestra percepción se reduce en un momento t a solo una parte del conjunto. Si nos quedamos ahí, es posible que nunca veamos la totalidad. Un ejemplo descrito por el autor es mirar un paisaje por la ventana: cuando vemos claramente el paisaje, los bordes de la ventana están borrosos, pero al relajar nuestra atención para enfocarnos en la ventana, ocurre lo contrario.

En el caso de una interacción como la descrita anteriormente, vemos que nadie necesita abandonar lo que percibe inicialmente (Confirmación de exactitud). Confirmar la exactitud es aumentar la posibilidad de complementar una vista con otra vista.

Sin embargo, se le pide que complemente su vista con una segunda vista que también es verdadera. Para hacerlo, uno debe ser capaz de dejar ir la figura para permitir que el fondo tome su lugar. Esto no significa negar lo que se veía, sino dejar de centrar nuestra atención en ello, al menos por un momento, para darnos la oportunidad de descubrir más.

De hecho, una vez que tenemos las 2 visiones, se vuelve más fácil cambiar de una a otra. Simplemente no es posible tener las 2 al mismo tiempo. Podemos estar ambos en lo correcto: nuestra aparente oposición puede entonces convertirse en un recurso común.

Tenemos la opción de dejar de lado nuestra visión por un momento para esforzarnos en ver la de los demás. De hecho, es más fácil ampliar nuestra visión que hacer que aquellos con una visión opuesta amplíen la suya. Esta responsabilidad nos pertenece y nos compromete a tener más empatía hacia los demás.»

(1) Puede ser de utilidad para quienes trabajan en equipo en esta temática.

(2) Sobre el caso argentino a comienzos de 2024 se han referido notas como esta.

(3) Tomado de Olivier, M.Y. (2020). Se agradece a Mirta Vuotto la referencia.

La importancia y la virtud de convertir debilidades en fortalezas

No es fácil y es muy duro convertir debilidades en fortalezas, pero es muy importante para darle un sentido positivo a nuestra vida y -sin duda- es una virtud.

En esta nota de Sebastián Campanario, titulada Hacer de las propias debilidades una fortaleza: el caso de Beethoven y otros ejemplos de «el arte de cambiar de liana», retoma conceptos de su libro 50 Ideas para tus Próximos 50 Años.

Entre otras cuestiones, menciona que se basa en «el último libro, From Strength to Strength: Finding Success, Happiness, and Deep Purpose in the Second Half of Life (“De fortaleza en fortaleza: cómo encontrar el éxito, la felicidad y un sentido profundo de propósito en la segunda mitad de la vida”, aún no traducido al castellano), el profesor de Harvard y divulgador de la agenda senior y de bienestar emocional Arthur Brooks se explaya sobre los distintos tipos de inteligencias que cultivamos a lo largo de la vida.

Hay una “fluida”, que hace su pico a los 20-30 (resolución rápida de problemas, memoria, reflejos, etc. ) y hay otra “cristalizada” (que no tiene nada que ver con el “cristal” de droga que vendía Walter White), que refiere a la experiencia, a la sabiduría, y es la que hace que, por ejemplo, las personas de 60-70 o más años sean muy buenas enseñando.  La clave está en saber “pasar de liana” de un tipo de inteligencia a la otra (en las actividades que uno hace) para que la transición de un proceso de reinvención sea exitosa.

Brooks dedica un capítulo entero: “Hacer de las propias debilidades una fortaleza”. Su caso de cabecera es el del músico y compositor Beethoven, que produjo sus mejores obras cuando estaba completamente sordo. Brooks sugiere que la Novena Sinfonía fue posible justamente porque el músico fue capaz de formularla completamente dentro de su cabeza sin distracciones externas.»

Mas adelante dice que hay casos contrarios al de Beethoven como fue Darwin, quien «consideró, en sus últimos años, que su carrera fue una desilusión. Luego de publicar El origen de las especies, en 1859, su trabajo creativo se estancó, empezó a perder ímpetu para seguir investigando y vivía con depresión y miedo, algo que se refleja en las cartas que enviaba a amigos y familiares.

Brooks tomó el caso de Darwin como un ejemplo de un patrón que él nota que se repite por millones en la actualidad: el caso de gente sumamente exitosa que se amarga en la segunda mitad de su vida porque el éxito y la adrenalina que sentían en la primera mitad ya no los acompañan.

La figura que Brooks elige para contraponer a la de Darwin es la del compositor alemán Johann Sebastian Bach, un genio que a lo largo de su carrera musical escribió más de mil partituras, con una gran mayoría de sus piezas consideradas clásicos. Pero Bach, que nació en 1685, tuvo en la segunda mitad de su vida una fama elusiva porque su estilo se consideraba “fuera de moda”. De hecho, fue su hijo Carl Philip Emanuel Bach quien lo opacó en reconocimiento público.

Sin embargo, Bach padre no se amilanó por este hecho. Siguió enseñando música y disfrutando de la carrera de sus hijos (tuvo veinte en total, diez de los cuales llegaron a la adultez).

Para Brooks, Bach dominó el arte de “cambiar de liana” entre la primera y la segunda mitad de la vida: entender que lo que nos hizo buenos en la primera etapa no es lo mismo que nos traerá éxito y felicidad en la segunda El autor, un gran divulgador que escribe habitualmente en The New York Times y The Atlantic, es un caso particular de este cambio de vida: pasó de ser un músico profesional a sus veintipico y a doctorarse como economista en la década siguiente.

En su libro menciona estudios que muestran cómo las distintas profesiones alcanzan sus “picos” en distintas edades, y cómo, si rondamos los cincuenta, sesenta o más, lo más probable es que ya lo hayamos pasado. Hay excepciones: los historiadores lo tocan a los 70, y esto no es casual: se trata de una de las profesiones en las que tienen mucho valor habilidades que se ganan con la experiencia: poseer un background de conocimiento amplio para unir puntos y saber contar historias

Cuando tuitié este dato, la historiadora Camila Perochena me dijo, medio en broma, medio en serio, que respiraba aliviada: en su juventud se había decidido a dejar la carrera de bailarina profesional porque leyó que se alcanzaba el pico a los 35. “Menos mal que opté por Historia”, concluyó. Cambió de liana a tiempo.»

 

 

La locura de la guerra

En esta entrada hemos planteado la relevancia de la paz (así como en esta), y en notas como esta la cuestión de la guerra y la paz.

En la presentamos hoy intentamos asociar a la locura con la guerra, tal como ha sido brillantemente expuesta en la película Rey de Corazones o Rey por Inconveniencia (ver imagen de la entrada) y en la nota de hoy de John Carlin sobre la lógica del ojo por ojo en los conflictos de la actuaidad.

Ojalá que la mayor parte de la humanidad, y en particular la dirigencia, recapacite y oriente su energía en la empatía, la colaboración, la cooperación… que nos puedan ayudar a converger hacia un mundo mejor.

 

 

Cristianismo, economía y empresa

Para las personas interesadas en esta temática se los invita a leer y debatir esta nota. Esperamos que sea de utilidad en general, y en particular para quienes forman parte de las instituciones educativas católicas y evalúan el impacto de su enseñanza (en un país mayoritoriamente católico como es la Argentina, visto los resultados alcanzados hasta el momento) (1).

Se podrían agregar otros elementos para quienes implementan políticas macro o cumplen funciones de servicio en el Estado, como las siguientes:

entre muchos otros elementos.

(1) Quien redacta esta nota, es católico, siempre tuvo presente esta preocupación desde joven como estudiante de la carrera de Economía y hasta el presente. No está exento de un «mea culpa» por no haber podido formular estos enfoques hace tiempo, sino sólo en los últimos años. No fue fácil discernir sobre la relación entre ciencia y valores, con la economía y el caso argentino, con las distintas formas de institucionalización del capital y de inculturación de la fe en lo económico- social (como lo hace la Doctrina Social de la Iglesia y -de forma aggiornada- la economía del Papa Francisco). En una encuesta se ha detectado que -en promedio- la educación religiosa no tiene ningún impacto positivo ni negativo. O sea, es insípida. Es algo a ir modificando de manera profunda y urgente.

La solidaridad y la cooperación: ¿deber y/o necesario, práctico y útil?

Hace unos años, una psicóloga amiga (ya fallecida), me enseñó «los trazos gruesos» del enfoque freudiano del «ello, el yo, y el superyó«, y la importancia de que estos tres componentes de la psiquis humana estén -deseablemente- «en armonía entre sí» a fin de resolver -de manera virtuosa- el conflicto intrapsíquico (en buena medida inconsciente) (1).

Uno de los que intentó trasladar este enfoque a las ciencias sociales fue Talcott Parsons. Si se nos otorgara «la licencia» de analizar la tensión entre el «deber o el ideal» (superó) de vivir y aplicar el valor de la solidaridad y la cooperación en una forma de ayuda mutua y asociacionismo económico democrático no lucrativo -como es el movimiento cooperativo-, y «la necesidad y la utilidad» (el «yo») de hacerlo o traducirlo en la práctica, podríamos encarar un caso específico. Este último se deriva -en especial- de la primera parte de una exposición de Daniel Bertone (2), ex Gerente General de la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA).

Antes de referirnos al caso específico deberíamos decir que quienes iniciaron la experiencia cooperativa, los Pioneros de Rochdale, tenían individualmente distintos ideales y propuestas, pero -sin embargo- lo que los unió fue la resolución de un problema o necesidad (la provisión de alimentos a bajo precio por parte del «mercado») y que no se podía resolver de manera individual y tampoco -en esa época- de manera estatal. O sea, este problema era una «necesidad concreta» y debían resolverla de manera «práctica y útil». Hasta ahora parece que ha prevalecido «el yo» (de acuerdo con nuestro enfoque inicial), pero la forma de resolución colectiva que implicaba la modificación del carácter de las personas (superar el individualismo) a través de la educación y de la acción cooperativa implicaba un profundo sentido ético. Esto lo explica muy bien el Dr. Dante Cracogna en el minuto 42 de este video, expresando -entre otros conceptos- que «el poner en común necesidades y actuar mancomunadamente para resolverlas conllevaba un nuevo mundo moral«. Esto último estaba en sintonía con el libro de Robert Owen del mismo nombre que, sin duda, tuvo influencia en articular lo moral o ideal con lo útil y práctico -influenciado con el aporte del Dr. William King– por el realizado de manera conjunta.

Claro, lo anterior debía hacerse de manera honesta (o sin corrupción), de manera eficiente (mínimo costo) y eficaz (cumpliendo los objetivos que se proponían como organización).

A la luz de esta introducción general, si analizamos el audio de Daniel Bertone sobre el conflicto que se produjo en la historia de ACA, a mediados de los años 90 (3), podríamos inferir que hubo una polarización entre quienes querían pertenecer al «club» (esa organización) por los valores o ideales y quienes sostenían que debían «ser competitivos» es decir «eficientes» y con mayor integración de la cadena de valor, dado que estaban perdiendo participación en un mercado con fuerte presencia de empresas multinacionales y sin «la espalda financiera» que tienen esas empresas. Estos últimos pusieron en cuestión «el dogma de fe» de los primeros por ser de carácter abstracto y no tener en cuenta «lo práctico» de la viabilidad y la sostenibilidad de esta institución. Finalmente se pudo articular una síntesis virtuosa entre ambos enfoques, superando «esa grieta» y capitalizar esa experiencia en una nueva etapa de dicha organización dándoles gran solidez (duplicaron su participación en el mercado, así como se integraron y diversificaron en su cadena de valor).

Lo anterior demuestra que los valores de la ayuda mutua y acción común pueden ser (y «deben ser») perfectamente compatibles con su vivencia de manera realista en cada etapa y sector en los que a estas organizaciones les toca actuar. Sobre el origen y distintas acepciones del término solidaridad ver esta nota.

 (1) Además de lo que menciona específicamente Freud, se pueden ver textos como el de K. Lewin, A dynamic of personality,  McGraw Hill, N. York, 1935. Tomado del libro de H. Touzard, La mediación y la solución de los conflictos», Ed. Herder, Barcelona, 1980.

(2) Se agradece a Mario Elgue la referencia que se invita a escuchar, comenzando desde la parte 1.

(3) Debe recordarse lo que significó el denominado «menemismo» como lo explica este artículo, y sus distintas implicancias. Sin embargo, se debe destacar que, quien escribe esta nota, no conoce en detalle su impacto en ACA, e infiere su problemática en base a la fuente o referencia mencionada. Se agradecerán comentarios y aportes que precisen lo expresado por parte de los actores involucrados. Pareciera que subyace un enfoque conflictivo de tipo polar entre «los solidarios» y «los capitalistas o que tienen supuestamente una visión fundamentalmente mercantil».

¿Podemos aprender algo de las tragedias? La diferencia entre comprender (para aprender) y justificar (o validar el desenlace)

De acuerdo con esta fuente el término tragedia “procede de la voz griega tragoedia o “canto del macho cabrío” (τραγῳδία, palabra compuesta de τράγος “carnero” y ᾠδή “canción”) y alude a la canción de los griegos atenienses que era entonada procesionalmente en honor del dios Dioniso en sus fiestas Dionisias. El género se define como una obra dramática de asunto terrible y desenlace funesto en la que intervienen personajes ilustres o heroicos, y emplea un estilo de lenguaje sublime o solemne. Aristóteles, en su Poética, dejó la primera definición del término: La tragedia es la imitación de una acción de carácter elevado y completa, dotada de cierta extensión, en un lenguaje agradable, llena de bellezas de una especie particular según sus diversas partes, imitación que ha sido hecha o lo es por personajes en acción y no por medio de una narración, la cual, moviendo a compasión y a temor, obra en el espectador la purificación (catarsis) propia de estos estados emotivos […] Necesariamente hay en toda tragedia seis partes constitutivas, según las cuales cada obra trágica posee su cualidad propia; estas partes son la fábula o trama, los caracteres, la elocución, la manera de pensar o ideología, el espectáculo y el canto”.

Luego continúa expresando que “las tragedias acaban generalmente en la muerte, el exilio o en la destrucción física, moral y económica del personaje principal, quien se enfrenta a un conflicto insoluble que le obliga a cometer un error fatal o hamartia al intentar “hacer lo correcto” en una situación en la que lo correcto simplemente no puede hacerse. El héroe trágico es sacrificado así a esa fuerza que se le impone, y contra la cual se rebela con orgullo insolente o hybris. También existe un tipo de tragedia de sublimación, en las que el personaje principal es mostrado como un héroe que desafía las adversidades con la fuerza de sus virtudes, ganándose de esta manera la admiración del espectador, como es el caso de Antígona de Sófocles“.

En la imagen de la entrada hemos colocado a un célebre escritor (William Shakespeare), que escribió muchas tragedias relacionadas con las distintas pasiones humanas (muchas de ellas llevadas a la enajenación o locura), la ambición de poder desmedida, los resentimientos, envidias y otras. Podríamos preguntarnos si de estas tragedias ¿podemos aprender algo? o aprender -más en general- de “los otros”, o de la literatura y sus representaciones…, ¿es muy difícil, si uno no ha experimentado?. La respuesta está abierta a distintas posibilidades de discernimiento y contextos sociales y personales que pueden ir en diferentes direcciones.

Para finalizar con esta reflexión no tomaremos casos de la literatura, sino de dos acontecimientos que provienen de la historia y de la vida real: el surgimiento del nazismo en Alemania y la dictadura de 1976 en Argentina. En el primer caso se ha escrito mucho y hay consenso que el grave deterioro de las condiciones socioeconómicas producidas por las compensaciones que debía realizar Alemania (Tratado de Versalles) luego de la primera guerra mundial, más errores de política pública, generaron la emergencia de Hitler y sus seguidores, quienes finalmente se hicieron del poder. Esto produjo la Segunda Guerra Mundial donde las estimaciones de muertos van desde un mínimo de 40 a 45 millones de personas a un máximo de algo más de 100 millones de personas. En el caso de la Argentina, tal vez aún no ha pasado mucho tiempo para hacer un análisis desapasionado y lo más objetivo posible de las décadas de los sesenta y los setenta del siglo pasado (y del contexto internacional), el proceso de radicalización política, los conflictos al interior del peronismo, el accionar de la guerrilla que se extendió luego de la vuelta a la democracia (por ejemplo con el asesinato de Rucci), el deterioro socioeconómico (por el llamado “rodrigazo”) y político (la muerte de Perón, el rol de López Rega y de Isabel Perón, la sensación de “inevitabilidad del golpe militar” por parte de sectores medios y de dirigentes como Balbín, el rol activo de sectores económicos liderados por José A. Martinez de Hoz con la cúpula militar para llevar adelante el golpe militar, (entre otros) que llevaron a la tragedia de las desapariciones de miles de personas a partir de marzo de 1976 (1).

Comprender estos procesos no significa o conlleva “justificar” su desenlace (ni quienes lo llevaron a cabo, de manera directa o indirecta) (2), sino  que -además de hacer justicia real y simbólica, así como memoria- es tener la posibilidad de reflexionar y discernir cuales son los “nidos de serpiente” o principales “patrones de comportamiento” y componentes que operan en desencadenar la tragedia. Ello posibilitaría sacar un aprendizaje sabio para no repetir experiencias traumáticas, evitar que nuestras democracias vayan muriendo y generar una serie de acciones de prevención (3). Nos puede posibilitar no caer en un mundo trágico así como visualizar los procesos asociados al mismo, y tratar de realizar cambios para mejor, aunque diste de la “perfección“.

(1) Algo más reciente, vinculado a la política nacional del año 2023, se puede leer en esta nota.

(2) En esta nota de Jaime Correas, entre otros conceptos, destaca esta expresión de Spinoza: «No juzgar, no deplorar, no indignarse, únicamente comprender«. Ello no significa justificar. Paul Valery también ha dicho que no se puede comprender y juzgar al mismo tiempo.

(3) La mejor prevención es promover el diálogo sincero, una buena educación y una buena información, evitando las denominadas “fakes news”, así como promover una activa participación e involucramiento democrático en general, y en expresiones socioeconómicas -por ejemplo- de una economía del bienestar actualizada y sustentable ambientalmente. Sobre el tema más general de la prevención se puede ver esta sección.

La música como posibilidad de lenguaje universal de la armonía

La imagen de la entrada muestra a Åsa Larsson, cantante, músico y compositora sueca especializada en todo este tipo de melodías de clara influencia celta, que llama a los animales con su canto (en la imagen se muestra a animales vacunos, pero en esta fuente y video se la ve atrayendo a cisnes). Para comunicarse utiliza un antiguo canto nórdico llamado «Kulning«.

Según esta fuente «la música (del griego: μουσική [τέχνη] – mousikē [téchnē], «el arte de las musas») es, según la definición tradicional del término, el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios respetando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psicoanímicos. El concepto de música ha ido evolucionando desde su origen en la Antigua Grecia, en que se reunía sin distinción a la poesía, la música y la danza como arte unitario… La música, como toda manifestación artística, es un producto cultural con múltiples finalidades, entre otras, la de suscitar una experiencia estética en el oyente, la de expresar sentimientos, emociones, circunstancias, pensamientos o ideas, y cada vez más, cumplir una importante función terapéutica a través de la musicoterapia.

La música además, cumple una función de vital importancia en el desarrollo cognitivo del ser humano. Colabora con el pensamiento lógico matemático, la adquisición del lenguaje, el desarrollo psicomotriz, las relaciones interpersonales , el aprendizaje de lenguas no nativas y a potenciar la inteligencia emocional entre otros. Por este motivo, la música debe estar presente en cualquier plan educativo ministerial moderno y reconocida como una disciplina imprescindible dentro de la enseñanza obligatoria. La música es un estímulo que afecta el campo perceptivo del individuo; así, el flujo sonoro puede cumplir con variadas funciones (entretenimiento, comunicación, ambientación, diversión, etc.)… Buena parte de las culturas humanas tienen manifestaciones musicales. Algunas especies animales también son capaces de producir sonidos en forma organizada; lo que define a la música de los hombres, pues, no es tanto el ser una combinación «correcta» (o «armoniosa» o «bella») de sonidos en el tiempo como el ser una práctica de los seres humanos dentro de un grupo social determinado.» En cuanto a los humanos es interesante esta nota, así como esta vinculada al rendimiento cognitivo y la productividad.

En base a esto último en el título nos planteamos la posibilidad de que la música sea un lenguaje universal de la armonía como nos lo demuestra Åsa Larsson. Hay muchas películas que nos muestran como «real» esta posibilidad -entre los seres humanos- como es el caso de la película francesa «La melodía» (un docente que enseña el violín a sus alumnos/as) (1). Tal vez la música sea una expresión particular de una elevada espiritualidad como la expresada por San Francisco de Asís, su comunicación con los animales (en especial los pájaros) y su cántico a «las criaturas» (también llamado al «Hermano Sol») (2).

(1) Sobre la relevancia de la enseñanza de la música en las escuelas, recuerdo una anécdota de la Hna. Monserrat Font, de la Compañía de María en Bolivia, que vino hace unos años a un colegio de Buenos Aires de esa Orden, para explicar el método Feuerstein. La profesora de música le preguntó preocupada sobre ¿cuál era el rol de la música?, a lo que respondió que en la institución educativa en la que ella se desempeñaba «ese docente era el personaje más importante».

(2) También expresada en la película «Hermano Sol, Hermana Luna».

PD: Agradezco a María Rosa Renzi el envío del video de Åsa Larsson que sirvió como inspiración para esta nota.