¿Es posible revertir el envejecimiento?

Hace un tiempo, Maria Julieta Oddone escribió esta nota referida a la temática de la exclusión y la vejez. También hemos abordado en este blog la relevancia de la actividad mental para retrasar los síntomas del envejecimiento, y se podría agregar la relevancia de la actividad física (en especial de caminar).

Pero hoy en día se está comprobando que es posible revertir el envejecimiento, como señala -en esta nota–  la bióloga Pura Muñoz Cánoves. Expresa, entre otros conceptos, que «Muñoz Cánoves, nacida hace 61 años en Miramar (Valencia), ha revelado los mecanismos del envejecimiento y la regeneración del músculo. Su laboratorio español diseñó estrategias que lograron reparar el tejido muscular de ratones viejos, aumentando la autolimpieza de sus células y eliminando las dañadas. En la sede de Altos Labs en San Diego (Estados Unidos), Muñoz Cánoves y sus colegas se centran ahora en un nuevo paradigma: ya no se pretende arreglar lo deteriorado, sino rejuvenecer, literalmente, el cuerpo humano.

Uno de los asesores de la multinacional es el médico japonés Shinya Yamanaka, ganador del Nobel de Medicina en 2012 por descubrir que una célula adulta —de la piel de un dedo, por ejemplo— puede reprogramarse y regresar a un estado embrionario, capaz de convertirse después en cualquier otro tipo de célula, como una neurona del cerebro. El cóctel químico necesario, formado por cuatro moléculas conocidas como factores de Yamanaka, ya ha mostrado su eficacia en ratones, que han vivido un 30% más y con aparentes efectos rejuvenecedores en sus tejidos, según los resultados de experimentos pioneros llevados a cabo por los españoles Juan Carlos IzpisuaManuel Serrano y María Abad. Altos Labs también ha fichado a estos tres investigadores. Muñoz Cánoves explica sus objetivos en esta entrevista, realizada tras su participación en Madrid en el evento Tendencias 2023, organizado por EL PAÍS…

P. Los expertos estadounidenses Matt Kaeberlein y Brian Kennedy aseguraron en 2009 en la revista Nature que una pastilla para alargar la vida era todavía ciencia ficción. ¿Lo sigue siendo?

R. Yo creo que ya no tanto, han pasado casi 15 años. La nueva filosofía es intentar mantenernos jóvenes para frenar de manera general las enfermedades asociadas al envejecimiento. Es lo contrario a la medicina de precisión, que es muy personalizada. Esto es una medicina generalista: hacer que las células se mantengan jóvenes para que los riesgos asociados al paso del tiempo no aparezcan tan pronto. Pero todavía sigue siendo demasiado temprano….

P. ¿Revertir el envejecimiento?

R. Revertirlo, sí, pero ya sabemos que esto ha sido posible en experimentos con ratones y en células humanas. Shinya Yamanaka ganó el Nobel por ello. La prueba de concepto, con sus riesgos, está ahí: se puede revertir el envejecimiento. Una célula puede volverse más joven. Yamanaka logró volver al estadio cero embrionario, pero no hace falta regresar ahí. Los experimentos de Juan Carlos Izpisua muestran que pulsos controlados de cuatro factores de Yamanaka en ratones con envejecimiento prematuro ayudaron a que vivieran más y mejoraron la función de sus tejidos y la regeneración en ratones con envejecimiento normal. Eso ya ha ocurrido. Altos está trabajando en maneras de trasladar estos enfoques a los humanos, pero hará falta tiempo.

P. Es posible, conceptualmente, volver atrás en el tiempo las células de un ser humano.

R. Yo no hablaba del ser humano, hablaba de ratones, pero sí, es posible en seres humanos. Altos y otros lo han demostrado en células humanas.

P. En animales, entonces, por el momento.

R. En animales. Esto ya ha ocurrido en un modelo de ratón con progeria [envejecimiento acelerado] y en ratones con envejecimiento normal. La prueba de concepto está ahí: es posible volver atrás un poco en el tiempo. Y esa prueba de concepto te da esperanza de averiguar cómo hacerlo de manera segura. Pero queda un largo camino por recorrer. Altos, como otras empresas, quiere partir de la base de rejuvenecer las células para que estén más sanas, más jóvenes y con mayor resiliencia para enfrentarse mejor a las enfermedades asociadas al paso del tiempo. En el fondo es muy sencillo, pero no ocurrirá mañana….

P. El médico israelí Nir Barzilai lleva años buscando financiación para un gran ensayo clínico con miles de personas con el fin de comprobar si la metformina [un fármaco muy utilizado para controlar la cantidad de azúcar en sangre en pacientes con diabetes tipo 2] retrasa las enfermedades del envejecimiento en bloque: cáncer, alzhéimer, cardiovasculares.

R. La metformina y la rapamicina son compuestos que aumentan la longevidad en algunas especies. Y todo va unido: si se prolonga el estado de salud, casi en consecuencia, habrá una mayor longevidad. Son compuestos que prolongan la funcionalidad. En lo que está centrada Altos es en cómo volver atrás el reloj: reprogramar las células para que vuelvan a un estado anterior y recuperen su función. Es una prueba de concepto que ya se ha demostrado, pero está muy lejos de aplicarse. La rapamicina y la metformina se pueden tomar, pero no hay cócteles que puedan administrarse en humanos para intentar revertir el reloj con métodos de reprogramación celular con factores de Yamanaka u otros. Todavía son técnicas de laboratorio.» Y la nota sigue.

Por su parte, en esta nota de libre acceso, el bioquímico Peter Walter. se señala que «el bioquímico alemán Peter Walter y su colega argentina Carmela Sidrauski anunciaron un descubrimiento trascendental hace poco más de una década. Habían hallado una molécula sencilla que, sin embargo, era capaz de potenciar de manera formidable la memoria y la capacidad de aprendizaje de sus ratones en la Universidad de California, en San Francisco (EE UU). El fármaco experimental, bautizado ISRIB, se puede tomar fácilmente por vía oral. La molécula, desde entonces, ha logrado resultados revolucionarios en animales: ha revertido el deterioro mental asociado a la edad, ha restituido la memoria perdida por traumatismos craneoencefálicos e incluso ha mejorado la memoria en ratones con síndrome de Down

Muy esperanzador, aunque todavía resta progresar el testeo en humanos y darle acceso masivo. Nos puede llevar a un mundo mejor si, además terminamos con las guerras, revertimos el cambio climático, disminuimos la desigualdad e introducimos códigos de ética a la inteligencia artificial, entre las principales cuestiones a tener en cuenta para lograrlo.

PD:  Hay otras notas, como esta, que van en la misma dirección.

 

La Amistad

Al momento de escribir esta nota se celebra en la Argentina el día del amigo/a. La frase atribuida a Voltaire -de la imagen de la entrada- (1) nos relaciona la amistad con la vivencia «del bien».

En el excelente libro de Luis Kancyper, «Amistad. Una hermandad elegida. Estudio psicoanalítico» (Ed. Lumen, Tercer Milenio, Buenos Aires, 2014) se reflexiona en profundidad sobre este tipo de vínculo entre los seres humanos. A continuación glosamos algunas partes del mismo:

  • En «Amistad y la compasión no posesiva» cita una frase de F. Casas, que dice: «la palabra compasión -sentir con el otro en un momento extraordinario de unión- dejó de ser un buen sentimiento para convertirse en una mala palabra, casi como sentir lástima por el otro. Esta degradación etimológica explica bien el momento en que vivimos». Más adelante expresa que «en hebreo encontramos un desarrollo similar. Jehová es el misericordioso, El Rájamim; pero réjem significa «útero». El dios hebreo, el temible dios de los Ejércitos, es un dios innombrable, pero también presenta rasgos femeninos, como el útero que lo predispone a la misericordia. En el Pentateuco, se señala la necesidad de limitar el poder de la crueldad humana y contrarrestarlo con el poder de la compasión, incluso en el reino animal….»,
  • En «Itinerario de la compasión en la obra de Freud», menciona que «la compasión representa, junto con la vergüenza y el asco, uno de los diques de  la crueldad humana. Es una formación reactiva contra las pulsaciones pregenitales del sadismo, una forma muy particular de resistencia, cuya finalidad más evidente es detener la primitiva pulsión de apoderamiento ante el dolor de los demás del desarrollo de la capacidad de compadecer. Freud señala además que no se ha logrado todavía el análisis psicológico exhaustivo de la pulsión de apoderamiento»,
  • En «Gilgamesh y Enkidu, el texto literario más antiguo acerca de la inmortalidad, de la eternidad y de la amistad», comenta que entre los libros que Borges «consideraba imprescindibles, había seleccionado el poema de Gilgamesh, texto que pone en evidencia el poder estructurante de la amistad desde los albores de la humanidad para contrarrestar la crueldad primigenia y para procesar el trabajo de elaboración de las dinámicas narcisista, edípica y fraterna que subyacente en la realidad psíquica de los sujetos y en la psicología de las masas….»,
  • En «Amistad y fraternidad» explica que «en opinión de Derrida (1998), nociones decisivas para las políticas modernas como las de igualdad, libertad y democracia estarían construidas sobre la base de la fraternalización del género humano, orientada por la figura imaginaria del amigo y la exclusión -tal vez con agravio, perjuicio, daño o fría tolerancia- del enemigo, al cual le serían imputables todas las faltas a los ideales humanamente fraternales de los amigos. Esta noción dual del amigo/enemigo, que soporta y da sentido a los valores humanos, ocupa un lugar esencial en la definición del ser y de lo político y suele orientar en la búsqueda de definiciones ontológicas para hallar el sentido a los sujetos y a los pueblos en los momentos de coyuntura». Más adelante continúa con «o sea que el origen del sentimiento de fraternidad entre los sujetos, y entre los sujetos y el Estado, no se halla regido por una lógica utilitaria y pactista de intereses, sino que se relaciona básicamente con el poder detentado por las pasiones comandadas por Eros, que actúan sobre el poder actuante de la envidia, el rencor, los celos, el sadismo y la crueldad, comandados por Tánatos. La compasión es una de las pasiones de Eros que, junto al amor y a la amistad, propicia la empatía hacia el otro y los otros, y promueve un vehemente deseo de acompañar y mitigar el padecimiento del otro, aunque sin identificarse masivamente con él»,

entre otras reflexiones muy relevantes.

Referente a la relación entre amistad real y amistad virtual es interesante esta nota que menciona un estudio de la Universidad de Oxford publicado en el Royal Society Open Science, donde encuestaron a 3.300 personas. «Lo que observaron es que, en promedio, tenemos 155 contactos en Facebook, pero sólo acudiríamos a 14 de ellos si buscamos apoyo. Y a 4 de ellos si estamos atravesando una crisis, buena o mala. El estudio también muestra que el encuentro “cara a cara” sigue ganando la batalla».

Por último, podríamos incorporar la significación del mensaje de Jesús acerca de que Dios es amigo de los seres humanos que cumplen el mandamiento del amor (en el contexto del mensaje actualizado del Evangelio), y como extenderlo a una amistad social o una amistad civil.  Seguramente poder vivir esta dimensión vincular nos conducirá a un mundo mejor. En el contexto de lo expresado en esta nota: un feliz día !!!

(1) en algunas versiones del texto de Voltaire se menciona a la «gente honrada» como sinónimo de la «gente buena». Agradezco al amigo Sergio Manganelli la referencia de Voltaire y a Miguel Mascialino la del texto de Kancyper.

Evolución y Cooperación

En este blog le hemos dedicado muchas notas al tema de la solidaridad y la cooperación. En esta hemos reproducido el enfoque que se interroga acerca de ¿por qué cooperamos?. También lo hemos reflexionado vinculado a la cuestión de la equidad.

Ahora nos permitimos glosar información reciente publicada por el diario El País de España como esta y esta, que van en dirección del título que le hemos colocado en esta entrada. En el resumen general que hace la sección Materia, de ese periódico sobre las mismas, expresa lo siguiente: «Hoy hablamos de lo que nos hace humanos: la compasión, el altruismo, la solidaridad

El apoyo mutuo frente al topicazo egoísta

 Hace veinte años, se puso en marcha un experimento tan revelador como divertido. Dos monos capuchinos, en dos jaulas vecinas, tenían que completar una actividad simple para recibir una recompensa: un trozo de pepino. Al recibirlo, lo comían agradecidos. Pero en una de las rondas, los primatólogos Sarah Brosnan y Frans de Waal le dieron un premio distinto a uno de ellos: una uva, mucho más valorada. Al verlo, el que recibe el pepino se lo tira airado a la investigadora. Vean el vídeo, porque es comedia de la buena. Su reacción nos hace reír porque es muy humana, y en el fondo nos atrae el sentido de la injusticia perfectamente desarrollado de estos pequeños monos.

Lo fascinante es que no solo el mono del pepino se negaba a seguir con el juego: también los beneficiados por la injusticia dejaban de colaborar. Y se pregunta el gran neurocientífico Robert Sapolsky en Compórtate (Capitán Swing):

“¿Qué es esto? ¿Solidaridad? ¿‘No soy ningún esquirol’? ¿Interés propio, pero con una visión a largo plazo muy poco común que tiene en cuenta las posibles consecuencias del resentimiento de la víctima que ha recibido el pepino? De Waal considera que hay implicaciones todavía más profundas —las raíces de la moralidad humana son más antiguas que nuestras instituciones culturales, que nuestras leyes y sermones.

La moralidad humana trasciende nuestros límites como especie

Para Brosnan, el experimento indica que el sentido de la justicia tiene raíces profundas evolutivas y que es el punto de partida para la cooperación. Juntas, son dos adaptaciones que han permitido la cohesión social a lo largo del tiempo. Escribe Brosnan:

‌“Los humanos no son los únicos que responden negativamente al trato diferencial en comparación con un compañero. Esta respuesta es compartida con otras especies y parece ser fundamental para una cooperación exitosa”.

Desde el estudio en macacos (publicado en Nature), se ha demostrado la existencia de este tipo de respuestas en varias especies de monos, cuervos, grajos e incluso perros.

¿Por qué va a ser una mejora evolutiva la solidaridad? ¿No se suponía que la evolución premiaba características individuales como cuernos más grandes, plumas más bellas, garras más fuertes, las que permiten a unos imponerse a los otros? Frente a los topicazos del darwinismo mal entendido, volvamos a los monetes, que tienen la clave.

En concreto, a los macacos de Cayo Santiago (Puerto Rico), una pequeña isla que sirve de laboratorio natural para estudiar a estos primos lejanos de la humanidad. Tras el paso del huracán María en 2017, sus frondosos árboles quedaron arrasados y los monos se quedaron apenas sin sombra de la que protegerse del sol. Las fotos son espectacularmente explícitas. ¿Qué hicieron los cientos de macacos tras la catástrofe? ¿Enseñar los colmillos y pelear por los escasos recursos, como en las películas de Hollywood en las que los supervivientes se matan a garrotazos entre ellos? Cuando apenas tenían sombra para todos, en lugar de luchar por ella, se volvieron más tolerantes con los extraños y la compartieron con los desconocidos. Un estudio publicado el pasado jueves en Science nos ayuda a entender lo que pasa: tras analizar el progreso de los macacos desde aquel huracán, los científicos han descubierto que los que se volvieron más tolerantes redujeron a la mitad su probabilidad de morir. Colaborar, ayudarse, es una ventaja evolutiva. Los que tenían los colmillos más grandes y afilados no salieron beneficiados.

Volando lejos de allí, en el espacio y el tiempo, llegamos al yacimiento neandertal de Cova Negra, cerca de Xàtiva. Un pequeño hueso de hace cientos de miles de años despliega una historia fascinante: la de la pequeña Tina, como la han llamado los investigadores. Una niña (o niño, no se sabe con certeza) de seis años que probablemente tenía síndrome de Down, porque el hueso presentaba marcas asociadas a la trisomía. Llegó hasta esos seis años, es decir, la cuidaron y mimaron para que alcanzara esa edad en las durísimas condiciones en las que vivían entonces, como explica la arqueóloga y matrona Patxuka de Miguel:

“En todas las sociedades en las que la supervivencia se basa en esta colaboración, nadie estaba de más. En el caso de la población neandertal, cada vez más se asume que disponían de conocimientos sobre uso de recursos para algunas patologías, un mundo simbólico propio y cuidado de personas con secuelas de patologías graves que sobrevivieron durante largo tiempo tras su padecimiento”

La paleontología se encuentra habitualmente casos como este: individuos enfermos, con gravísimas heridas, con problemas congénitos, a los que el grupo cuidó durante años, aunque desde el egoísmo y las carencias extremas pudieran parecer un lastre para los demás. Incluso entre chimpancés se ha observado el cuidado de crías con discapacidades severas. A la familia de los simios algo nos dice que debemos cuidar de los más débiles, y ese instinto tan costoso no es gratuito: la naturaleza no despilfarra recursos. Hace un par de años, lo enmarcaba con determinación una estrella habitual de este boletín, la directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, María Martinón-Torres, en una entrevista:

‌“Nuestra fortaleza no es individual, es siempre como grupo. Eso nos permite acoger y compensar y proteger debilidades o fragilidades individuales. El más débil no es el físicamente frágil o el que está enfermo, sino el que está solo. Yo creo que ese retrato del ser humano como despiadado, oportunista, egoísta, no es la realidad de nuestra naturaleza. La selección natural favorece para nuestro éxito los comportamientos altruistas y prosociales. Y son los que nos están sacando las castañas del fuego. Hay que quitarse un poco ese cliché de que el ser humano es malo, egoísta. El individualismo tiene un recorrido muy corto en esta especie”.

Esperamos que estas informaciones y evidencias nos refuercen la actitud, el enfoque y la práctica de la cooperación, solidaridad y la compasión, a pesar de los graves conflictos que existen en la humanidad. No dejemos de aspirar y bregar por ello, porque puede conducirnos a un mundo mejor.

 

La importancia del buen humor

La frase de la imagen de la entrada es elocuente sobre esta temática. Ella ha sido abordada por el Papa Francisco como bien señala esta nota. Allí se expresa que «en coincidencia con la cumbre del G7 en Italia, el Papa Francisco aprovechó para hacer su propia cumbre alternativa: una reunión de humoristas de todo el mundo para “celebrar la belleza de la diversidad humana y promover un mensaje de paz, amor y solidaridad, un momento significativo de diálogo intercultural y de intercambio de alegría y esperanza», según informó El Vaticano.

Una de las características de Francisco es, se sabe, su sentido del humor. En varias entrevistas dijo que “la actitud humana más cercana a la gracia divina es el humor”, y confesó que reza a diario una oración de Tomás Moro: ‘Dame, Señor, el sentido del humor’; que yo sepa reír ante una broma».

Que hay cumbres que mueven a risa, también lo sabemos, y no precisamente por su sentido del humor. Y otras son para llorar. Pero eso es harina de otro costal. Aquí se trata de otra cosa: reivindicar el buen humor como un estado del alma. El Papa ya expresó en una ocasión que «los comediantes, tanto actores, cómicos, caricaturistas, escritores, tienen la capacidad de soñar nuevas versiones del mundo», y que «a menudo lo hacen con ironía, que es una virtud maravillosa».

Este viernes, convocó a un centenar de humoristas y actores de comedia llegados de todo el mundo y les dijo: “Denuncian los excesos del poder, dan voz a situaciones olvidadas; ponen de relieve abusos; señalan comportamientos inadecuados… Pero sin sembrar la alarma o el terror, la ansiedad o el miedo, despiertan el sentido crítico haciendo reír y sonreír. Lo hacen contando historias de vida, narrando la realidad, según su punto de vista original”.

«En medio de tantas noticias pesimistas, inmersos como estamos en tantas urgencias sociales e incluso personales -añadió el Papa- ustedes tienen el poder de difundir serenidad y sonrisas. Ustedes son de los pocos que tienen la capacidad de hablar a personas muy diferentes, de distintas generaciones y procedencias culturales. La risa ayuda a romper las barreras sociales, a crear vínculos entre las personas. Nos permite expresar emociones y pensamientos, ayudando a construir una cultura compartida y a crear espacios de libertad”

La vitalidad de la cultura de un pueblo se nota especialmente en la capacidad de reírse, pese a todo aquello que se sufre y se padece. De hacerse fuerte desde el dolor desafiando la adversidad, permitiéndose ironizar sobre las verdades absolutas y dogmas, aún las propias, sin que eso suponga declinar las convicciones más profundas.

No se puede vivir sin sonreír. El humor es una parte propia del ser humano, nos ayuda a no perder la cabeza”, dice el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, que fue él mismo comediante y muestra que aprendió a ponerse serio al frente del gobierno en las circunstancias más difíciles que una nación puede afrontar, pero que eso no le hizo perder la frescura, elocuencia y sencillez. Lo que puede apreciarse en el documental de David Letterman, disponible en Netflix. “Recurrimos al humor para seguir adelante con nuestras vidas, para no perder los ánimos”dice allí Zelenski.

Eliahu Toker, escritor argentino dedicado al estudio del yiddish, subrayaba que el humor se vuelve realmente poderoso cuando al mismo tiempo que entretiene, cumple un rol social, que es el de permitirnos conocer, a través de relatos y cuentos, las circunstancias que marcan y animan la historia de nuestro pueblo o la de otros pueblos.

También a resistir, sobrellevar y vencer no sólo a sus circunstanciales enemigos externos, sino también a sus propios fantasmas, dolores, odios y ofensas, sin perder la compasión y la sonrisa. En una ocasión le preguntamos al sabio Eliahu, ¿Cómo diferenciar el humor y la burla? Y nos respondió recordando que “ya los sabios del Talmud diferenciaban entre ‘reírse de’ y ‘reírse con’. El ‘reírse con’ era estimulado, mientras que la prohibición formal de ‘reírse de’ se menciona con frecuencia. Incluso hay un explícito mandato talmúdico que dice: «Toda burla está prohibida, salvo la destinada a la idolatría»”.

Nos puede ayudar para ir hacia un mundo mejor.

 

¿Por qué cooperamos?

Somos conscientes que, en lo que denominamos «vida», están mezclados el bien y el mal, en distintas proporciones y modalidades según el contexto y grado del proceso evolutivo. Eso está presente en el relato bíblico del pasaje del paraíso al pecado original y también en los enfoques de pensadores acerca de si los seres humanos somos naturalmente buenos (Rousseau) o malos (Hobbes) -como explica esta nota– y la necesidad de las instituciones y el Estado.

Esta temática también es abordada -desde el comienzo- en el libro de la imagen de la entrada (¿Por qué cooperamos?) de Michael Tomasello. Si bien su enfoque general está sintetizado en esta nota, intentaremos aportar alguna información complementaria sobre este excelente libro que invitamos a leer.

Comienza el libro planteando que nacimos y, en general, fuimos criados para colaborar, señalando que hay todo un conjunto de habilidades cooperativas y motivaciones para colaborar que son exclusivas de nuestra especie. Señala que hay “una intencionalidad compartida” a los procesos psicológicos subyacentes que hacen posibles estas únicas formas de cooperación.

Indica que los seres humanos se enseñan mutuamente distintas cosas y no reservan sus enseñanzas para los parientes. Enseñar es una forma de altruismo, mediante la cual ciertos individuos donan información a otros para que la utilicen. También plantea que, a veces, invocan ante otros miembros del grupo normas sociales de conformidad o aquiescencia acordadas de manera cooperativa, y respaldan su apelación esgrimiendo frente a quienes no las acatan la posibilidad de castigos y sanciones. Por lo que sabemos hasta ahora ninguno de los otros primates crea colectivamente y pone en vigencia normas grupales tendientes a la conformidad.

Tanto la enseñanza como estas normas hacen su aporte a la cultura acumulativa conservando en el grupo las innovaciones hasta que surge una innovación posterior…. A medida que crecen, se desarrolla en los niños un tipo especial de inteligencia cultural que abarca especialidades exclusivas de nuestra especie para colaborar, comunicarnos y aprender socialmente, además de tomar parte en otras formas de intencionalidad compartida, habilidades que van constituyendo su capacidad de participar en ese pensar grupal cooperativo. La investigación empírica de Tomasello acerca de la cooperación en los niños y en los chimpancés se focalizó en dos temas fundamentales: a) el altruismo, y b) la colaboración.

En el capítulo 1 se desarrolla que «hemos nacido (y criados) para colaborar”, y al final se plantea el conflicto de enfoques entre Rousseau (el ser humano es social por naturaleza, pero luego la sociedad lo corrompe) y Hobbes (somos esencialmente egoístas, pero luego la sociedad nos encauza por mejores caminos a través de leyes y del estado). Indica que, en la práctica, la respuesta tiene algo de las dos posiciones. El presenta pruebas empíricas de que los infantes y los niños pequeños advienen a la cultura dispuestos a ayudar, a brindar información y ser generosos en ciertas situaciones (y egoístas, por cierto, en otras). Sin embargo, a medida que adquieren independencia, los niños aprenden a ser más selectivos y orientar sus actos altruistas hacia personas que no se aprovecharán de ellos, y que, incluso, pueden devolverles el favor.

En el capítulo 2 destaca que en sus investigaciones los chimpancés se comportan como “yo”, en cambio los niños se plantean una meta conjunta con su compañero y funcionan como “nosotros” luego de cumplir un año. Luego continúa con el papel de las normas y las instituciones, así como se articulan biología y cultura. El libro (que vale la pena leer) finaliza con un foro de debate sobre este enfoque.

Claro, un tema no menor es el sentido que le damos a la cooperación (nos remite al inicio de esta nota) si lo hacemos en dirección hacia el bien y la vida, o si es para dominar a otros. Si prevalece lo primero iremos de manera cooperativa y colaborativa hacia un mundo mejor.

PD: Se agradece a José M. Diaz Bonilla la referencia original a este texto.

 

Individuación, Individuo, Individualismo, Persona….

No es fácil entendernos entre los seres humanos, dado que estamos en una especie de Torre de Babel, donde hay muchos términos o palabras que son polisémicas (devienen de la polisemia del lenguaje), de nuestros sesgos cognitivos (donde las emociones juegan un rol clave), de nuestros valores, de nuestros intereses, del enfoque, la formación y la información que disponemos… entre otros factores.

Lo anterior se aplica también, y especialmente, a las palabras que dan origen a esta entrada. Comenzaremos por tratar de entender que se entiende por individuación. Según el enfoque de Carl Jung (ver imagen de la entrada) y otros, a nivel general se entiende «individuación» como el proceso mediante el cual una persona se convierte en un individuo integrado, llegando a ser uno mismo y alcanzando la capacidad de ser totalmente autónomo e independiente. Se trata de un proceso que requiere del crecimiento del sujeto y del desarrollo de diferentes capacidades psíquicas, apareciendo a lo largo del desarrollo humano y durando, en realidad, buena parte de la vida.”. Esto le da al término «individuo» (si se la asocia con «individuación») una connotación positiva.

Por su parte el diccionario de la RAE, define como individualismo a la “tendencia a pensar y obrar con independencia de los demás, o sin sujetarse a normas generales” y señala que tiene similitudes con las palabras o términos “egoísmo” (1) “egolatría” y “particularismo”. También indica que es una “tendencia filosófica que defiende la autonomía y supremacía de los derechos del individuo frente a los de la sociedad y el Estado.”. En la torre de Babel en la que estamos usualmente se entiende por trascender o superar al individualismo al ir más allá o trascender el egoísmo o la egolatría. Posiblemente estemos de acuerdo -desde el punto de vista valorativo- en la definición general de individualismo (como autonomía personal) pero no en sus acepciones y similitudes relacionadas con el egoísmo y la egolatría que nos llevan a un mundo peor.

Por último existen numerosas preferencias acerca de optar por el término «persona» más que «individuo», muy marcada por pensadores como Emmanuel Mounier y Jacques Maritain (y su enfoque general de Humanismo integral así como la importancia de la educación).

Esperamos que esta reflexión sea de utilidad en la comunicación de nuestros enfoques, ideas y prácticas.

(1) En esta nota reflexionábamos acerca de la diferencia entre amarse a uno mismo y ser egoísta.

PD: Para la redacción de esta entrada, se agradece el debate con Vicente Palermo y Enrique Bianchi, y sus respectivos aportes.

 

Lo malo y lo bueno de la ansiedad y la angustia según Kierkegaard

Sabemos que la ansiedad y la angustia forman parte de la naturaleza humana. Pero dentro de la misma hay épocas o momentos en que se incrementa como señala este artículo del año 2023. Alí se expresa que «desde 2009, la angustia vital ha crecido en todo el mundo, según un estudio que se publica hoy en la revista PNAS. Los datos, recogidos a través de encuestas telefónicas por la compañía Gallup, muestran que, si en 2009 un 25% de las personas reconocían haber tenido sentimientos de tristeza, preocupación o estrés durante gran parte del día anterior, en 2021 la cifra se elevó al 31%. Las entrevistas abarcaron a más de millón y medio de personas de 113 países.

Los datos, analizados por Michael Daly y Lucia Macchia, de la Universidad de Maynooth, en Irlanda, muestran que las personas con un estatus socioeconómico inferior tienen peor salud mental. En el último año recogido en el estudio, hubo más de diez puntos de diferencia entre el 20% más rico de la población y el 20% más pobre. También se ve un empeoramiento más rápido del estado mental de las personas que solo tienen la educación básica frente a los que alcanzan un título de secundaria o universitario».

Por su parte esta nota comienza diciendo que «vivimos en la era de la ansiedad. O, al menos, eso es lo que se nos dice en muchas ocasiones y no sin motivo: las incertidumbres económicas y vitales, además de catástrofes como la pandemia, hacen que sintamos menos control y seguridad en nuestras vidas. No sabemos si nos subirán el alquiler, el mercado laboral es incierto, líderes como Putin y Trump debilitan la democracia occidental, la guerra amenaza con volver a Europa y podríamos hablar también de las pensiones si no fuera porque el cambio climático amenaza con convertirlas en innecesarias.

Este sentimiento de indefensión no es nuevo, aunque pueda parecernos que nunca se ha vivido con esta magnitud. Hace 180 años, el filósofo danés Søren Kierkegaard publicó El concepto de la angustia, el primer libro dedicado por entero a la ansiedad. Kierkegaard anticipa nuestras ideas sobre esta emoción, aunque su concepción también es diferente a la contemporánea, y no solo porque psicólogos y psiquiatras sepan más sobre el tema. Para el pensador, la angustia es un miedo que no tiene un objeto concreto, es inseparable de nuestra vida y de nuestra libertad, y tiene una raíz religiosa. Además, su objetivo no era ni curar ni tratar este sentimiento, sino entenderlo e incluso abrazarlo.»

Luego continúa, y vinculado con la frase de la imagen de la entrada, expresa que «también hay, como apuntábamos, una lectura religiosa: el “vértigo de la libertad” del que habla en El concepto de la angustia está relacionado con otro de sus libros, Temor y temblor, en el que parte de la historia de Abraham: Dios le pide al patriarca que sacrifique a su único hijo, Isaac. Abraham se dispone a matarlo en el monte Moriá, pero un ángel le detiene y le dice que Dios solo estaba poniéndole a prueba. Kierkegaard reflexiona sobre la fe a partir de este relato y llega a la conclusión de que implica un salto al vacío: Abraham creía en Dios, pero no tenía forma de saber si se trataba de una alucinación o un sueño.

Como escribe Juan Arnau en su Manual de filosofía portátil, “la angustia puede ser paralizante (vértigo ante el abismo), pero también trampolín para el salto”. Damos saltos de fe como el de Abraham constantemente, aunque no sean religiosos: ¿cómo sabemos si tomamos la decisión correcta cuando cambiamos de trabajo, cuando nos compramos un piso o cuando comenzamos una relación sentimental?…

Todo esto no quiere decir que leer El concepto de la angustia pueda sustituir al psicólogo, y más teniendo en cuenta que no es un libro fácil (Garff lo califica de “casi ilegible”). Pero sí nos ayuda a entender por qué todos, en mayor o menor medida, sentimos ansiedad y por qué este sentimiento también contribuye a hacernos humanos, igual que otras emociones que preferimos evitar, como el dolor y la tristeza. La ansiedad es parte de nosotros, es algo que tenemos que experimentar en mayor o menor medida para ser completamente humanos y para aprender de nuestras vulnerabilidades y, en caso necesario, de nuestros errores.

La filósofa británica Erin Plunkett, editora del libro Kierkegaard and Possibility (Kierkegaard y la posibilidad, sin traducir al español), subraya en videollamada la importancia de tener presente esta lectura cultural y filosófica de la ansiedad sin, por supuesto, dejar de lado el tratamiento que necesiten las personas que pasen por ella. “La inestabilidad es un sentimiento doloroso y, por ejemplo, experiencias como la pandemia de covid son profundamente desestabilizadoras”, explica. Y leer a Kierkegaard nos ayuda a darnos cuenta de que siempre vivimos, al menos hasta cierto punto, “una vida precaria y contingente”, por mucho que intentemos distraernos de esta sensación con el trabajo, la penúltima serie de HBO o lo que nos ofrezca el móvil a cada momento. La ansiedad puede ser útil porque “nos despierta a la posibilidad de que mañana las cosas no sean iguales que hoy”. Hace que estemos más atentos a nuestra vida, a lo que nos ofrece y a lo que podemos hacer con ella.

Desde la perspectiva psicoanalítica se la plantea en este artículo, donde se describen sus manifestaciones. Al final se pregunta «¿.Cuál es el factor decisivo frente al encuentro con una situación traumática? En toda una serie de traumas, el factor decisivo para el desenlace quizá sea la diferencia entre los sistemas no preparados y los preparados por sobreinvestidura. La diferencia entre los sistemas preparados y los no preparados por sobreinvestidura, son dependientes del trabajo psíquico con la angustia y el saber-hacer con ella.».

Esperamos que estos aportes sean de utilidad para esta importante temática.

 

 

En un mundo tan complejo y diverso: ¿cómo nos posicionamos?

En esta nota, Carlos Fara utiliza la expresión de la imagen de la entrada y dice que «este es el párrafo inicial de la obra de Dickens Historia de dos ciudades. Se desarrolla hacia fines del siglo XVIII, en la época de la Revolución francesa. Una es Londres, donde reina la paz y el orden, mientras que la otra es París, signada por el caos y la agitación. Pues si Dickens viviera hoy en la Argentina, escribiría Historia de dos países, porque eso es lo que está sucediendo». Luego hace un paralelo con la realidad argentina actual.

Más en general, entendemos que podemos extrapolar a las muy diversas situaciones micro y macro que vivimos los diferentes seres humanos. Sin duda debemos anhelar y luchar por un contexto personal y global donde los conflictos se resuelvan de manera virtuosa, predomine la armonía entre nosotros y con el ambiente, la paz, la libertad positiva se juegue por la equidad, la empatía y la solidaridad, aspirando a distintos momentos de felicidad.

Sabemos que la felicidad, en general, se presenta en determinados momentos y muchas veces no es duradera. Son como «chispazos» o momentos paradisíacos.

En esta nota Gabriel Rolón donde resalta la importancia de construir «momentos eternos» y desarrolla más -entre otros temas- al final de este video. Algo similar plantea Carlos Bayala -desde otra perspectiva y dimensión- la creación de riqueza con «propósito» construyendo «burbujas de humanidad«. En lo médico y en el rol de la palabra Mario Alonso Puig también se refiere a la temática de la felicidad, que viene desde pensadores como Aristóteles. En relación con lo nacional, lo económico-social y lo político -entre otros- ha escrito Andrés Oppenheimer.

Desde una perspectiva cristiana, entre quienes se han referido a los momentos eternos como «chispazos» está el Papa Francisco en el encuentro con el Comité de Coordinación del del CELAM, en el Centro Estudios de Sumaré, Río de Janeiro, el domingo 28 de julio de 2013. Allí dice que «el discipulado-misionero -que Aparecida propuso a las Iglesias de América Latina y El Caribe- es el camino que Dios quiere para este “hoy”. Toda proyección utópica (hacia el futuro) o restauracionista (hacia el pasado) no es del buen espíritu. Dios es real y se manifiesta en el ”hoy”. Hacia el pasado su presencia se nos da como “memoria” de la gesta de salvación sea en su pueblo sea en cada uno de nosotros; hacia el futuro se nos da como “promesa” y esperanza. En el pasado Dios estuvo y dejó su huella: la memoria nos ayuda a encontrarlo; en el futuro sólo es promesa… y no está en los mil y un “futuribles”. El “hoy” es lo más parecido a la eternidad; más aún: el ”hoy” es chispa de eternidad. En el “hoy” se juega la vida eterna.»

Ojalá nos podamos posicionar en generar esos momentos o chispazos de felicidad y eternidad, dándole un sentido o propósito a nuestras vidas hacia el bien, el amor y el bien común. Ello nos puede conducir hacia un mundo mejor.

 

La difícil y necesaria articulación entre lo individual y lo común

Todos sabemos que tenemos «en común» ser de la especie humana, vivir en un mismo planeta (o «casa común»), tener los mismos derechos, ser originarios de una pareja, una familia, un grupo, un lugar y una nación. Claro, eso de «lo común» se puede vivir de distintas maneras, con distinta intensidad, con más o menos individualidad, conflictividad, armonía…. También puede expresarse en tener en común o no cosmovisiones, enfoques, diagnósticos o interpretación de los hechos, objetivos y metas, prácticas o tareas (como la educación, el trabajo…), según sea el contexto.

Ya Aristóteles reflexionó acerca de que «el ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por naturaleza y no por azar o es mal humano o más que humano (…). La sociedad es por naturaleza anterior al individuo (…) el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada para su propia suficiencia, no es miembro de la sociedad, sino una bestia o un dios».  Claro, ya desde épocas antiguas también existía la visión de que el hombre podía ser lobo del hombre (1) y posteriormente han habido muchos enfoques sobre las distintas posibilidades de articulación humana (2) y cómo se canaliza nuestra energía.

También se han utilizado -como metáforas- distintos animales, como es el caso de los puercoespines, los lobos, los erizos y zorros, etc., para aludir a las distintas formas de vinculación que podemos tener los seres humanos.

A partir del siglo XIX, sin excluir aportes anteriores, algunos sociólogos -como Max Weber- trataron de construir «tipos ideales» para tratar de caracterizar o aprehender los rasgos esenciales de ciertos fenómenos sociales. Una aplicación de esto se ha dado con lo que serían las características principales de lo que pueden «representar» el vínculo entre lo individual agrupado «socialmente» y lo personal agrupado bajo forma o modalidad «comunitaria». De la literatura consultada uno de quienes distinguieron por primera vez “societas” y «communitas” fue Ferdinand Tönnies (3). Los rasgos principales de estos fenómenos serían los siguientes:

  • Comunidad: Es tener “en común” un pasado, un presente, un futuro, una identidad, intereses, valores, visiones, prácticas, proyectos compartidos… Según Tönnies está caracterizada por homogeneidad, igualdad, ausencias de status, y anonimidad (asociado a lo pre-moderno). Se puede afirmar además que el uso de “comunidad” también refiere a la posibilidad de que un “padre” o una “madre” (reales o simbólicos) sean quienes lideren la misma, o a que los hermanos/as (antiguamente fratrias) se roten en el liderazgo (muchas veces predominando una forma de “mayorazgo”),
  • Sociedad: Es un concepto que aparece en la “modernidad” (a diferencia del comunitarismo) y se expresa a través de la heterogeneidad, inequidad, diferenciación de status, y nominatividad. El liderazgo en lo “moderno” está asociado, aunque no siempre (por ejemplo Hitler), a formas “democráticas”.

Sobre esta temática han opinado varios pensadores como Max Weber, Talcott Parsons y particularmente Émile Durkheim. Según este autor la diferencia principal entre el enfoque de comunidad y el de sociedad es lo relativo al tipo de vínculo de solidaridad que hay en ellas. «En las sociedades primitivas, la solidaridad surge de la conciencia colectiva y la denomina solidaridad mecánica: la identificación con un grupo social se produce por las condiciones de igualdad, está en boga la idea de comunidad en tanto los individuos tienen «cosas en común», que producen un fuerte compromiso. En cuanto a la división del trabajo, no hay especialización, pero sí ascenso (Durkheim da dos ejemplos de sociedades primitivas en un contexto moderno: la Iglesia y el Ejército, ambas fuertemente verticalistas). En las sociedades modernas, esa conciencia colectiva es más débil y la solidaridad que existe en ellas es orgánica, puesto que surge de las diferencias producidas por la división social del trabajo, que es en general la respuesta que el siglo XIX da a la pregunta sobre el origen de todo hecho social. La solidaridad es, más particularmente, por necesidad en este tipo de sociedades, en las que las pasiones son reemplazadas por los intereses».

Por su parte Robert Nisbet, en La Formación del Pensamiento Sociológico (4) señala que «la comunidad se refiere a los lazos sociales caracterizados por cohesión  emocional, profundidad, continuidad y plenitud. La autoridad es la estructura u orden interno de una asociación. El status es la ubicación del individuo dentro de la jerarquía de la comunidad. Lo sagrado se refiere a lo no racional, como la religión. La alienación se refiere a la enajenación del individuo con respecto a su entorno. Estos cinco elementos tienen su antítesis en los conceptos de sociedad -vínculos impersonales-, poder -no surgido de la asociación social-, clases -jerarquías no surgidas de la asociación comunitaria-, secular -lo profano, lo no sagrado-, y progreso -la alienación es vista la inversión del progreso-, respectivamente. Y en sociología este contraste entre dichos conceptos, comunidad-sociedad, autoridad-poder, status-clase, lo sagrado-lo secular, alienación-progreso, constituye el resumen del conflicto que se ha dado en la espera sociológica entre el tradicionalismo y el modernismo.»

Esta temática sigue teniendo gran influencia en el debate ideológico, filosófico y político contemporáneo. Daremos dos ejemplos: 1. En el caso de la Argentina el impacto que ha tenido el enfoque de «La Comunidad Organizada» (5) de Juan D. Perón, en general en ese movimiento, y en personas como Jorge Mario Bergoglio. 2. En artículos de intelectuales como Loris Zanatta, que no sólo cuestiona el comunitarismo del peronismo, sino también el de la Iglesia Católica, por ser contrario -según su enfoque- a una sociedad, abierta y plural. De seguir este razonamiento, cualquier planteo que promueva lo comunitario debe ser fuertemente cuestionado.

Ahora bien, ¿hay posibilidades de que los conceptos de comunidad y sociedad no sean «binarios y contrapuestos» y de encontrar una «síntesis superadora»?. Tal vez, haya posibilidades de algunas complementariedades entre ambas visiones. A continuación sugerimos explorar estas alternativas, entre otras:

  • homogeneidad de derechos, como una base común de igualdad, pero heterogeneidad, diversidad y singularidad de las personas y los contextos respetando la dignidad de cada persona, promoviendo el ejercicio de la libertad positiva con un sentido de empatía y armonía entre los seres humanos y el ambiente;
  • igualdad – inequidad: como se expresó en el punto anterior, puede haber igualdad pero no uniformidad, y dependerá de cada sociedad, cultura y tipo de medidas de políticas públicas para que haya equidad o no. Por lo tanto vivir en «sociedad» no implica necesariamente inequidad;
  • ausencias de status (o estatus) – diferenciación de status: en una comunidad se valora mucho a las personas de mayor edad, valorando su experiencia (en especial la que ha sido procesada como sabiduría), o las que ejercen un rol religioso o ceremonial importante. Por lo tanto es una «especie de status» que se da en el comunitario. Es cierto que en las sociedades modernas se presentan diferenciación de status ya sea derivadas del poder económico-social, político, militar o vinculado al conocimiento. Sin embargo ello puede manifestarse de distintas maneras: desde relaciones de subordinación y dominación hasta vinculaciones armónicas y de servicio. Dependerá de cada cultura y de las personas que forman los grupos y las instituciones;
  • anonimidad – nominatividad: la anonimidad en las comunidades es muy relativa, en particular si las comunidades son de pequeña escala y -más en general- con el impacto de las distintas redes sociales. Seguramente se ha presentado en el caso de las mujeres y de las personas que han ejercido o ejercen funciones de servicio, pero no entre quienes la lideran. Por otro lado la nominatividad en un planeta con 8000 millones de personas, megaciudades y grandes organizaciones no es fácil a pesar del rol identificatorio que juegan la inteligencia artificial, las redes sociales (como ya se ha expresado) y el control por parte de los estados (en especial los regímenes totalitarios o autocráticos). Esto último está íntimamente al enfoque y práctica que tengamos del poder.

Lo anterior ha sido abordado también por distintos enfoques filosóficos y religiosos. En el caso del cristianismo existen distintas acepciones de «comunidad cristiana» como esta o esta, y su difícil relación con la sociedad.

Como síntesis podríamos concluir que en la articulación entre lo individual (mejor «personal») y lo social o comunitario es una base común de empatía (o formas de amistad y amor), de humildad, de compartir… que nos alejen de toda forma de mal y de opresión, de modo de ir convergiendo hacia un mundo mejor.

(1) Siguiendo a esta fuente, «esta locución fue creada por el comediógrafo latino Plauto (254-184 a. C.) en su obra Asinaria… y luego «fue popularizada por Thomas Hobbes, filósofo inglés del siglo XVII, quien la adaptó en su obra De Cive. Se puede interpretar que en su escrito, Hobbes da por básico el egoísmo en el comportamiento humano, aunque la sociedad intenta corregir tal comportamiento favoreciendo la convivencia». De allí la necesidad de un estado fuerte (para Hobbes será la monarquía absoluta).

(2) Entre ellas el enfoque de «teoría general de los sistemas» de K. Boulding donde plantea que las interacciones pueden darse «en términos de relaciones competitivas, complementarias o parasitarias» (Boulding, K.E. (1956): “General Systems Theory: The Skeleton of Science”, Managment Science, 2, 3, pp. 197-208. (Reproducido en Collected Papers Vol. IV, p. 201, citado en este artículo). Por supuesto la psicología, la neurociencia y la sociología han complejizado aún más las distintas posibilidades.

(3) Se puede profundizar, por ejemplo, en este texto o en este.

(4) Agradezco la referencia a Francis Korn.

(5) Discurso ante el Primer Congreso Nacional de Filosofía que se inauguró el 30 de marzo de 1949 en la ciudad de Mendoza.

La importancia de nacer de nuevo desde lo espiritual

Sabemos que hay muchas creencias respecto de si somos solo materia, si somos materia y espíritu (1), o a formularnos el interrogante de ¿dónde viene ese espíritu? (desde no sabemos hasta que proviene de un Dios Creador y omnipresente de modo misterioso)… entre tantas muchas existentes.

En el marco de lo anterior, se desea presentar la perspectiva cristiana a partir de la visita nocturna que le hace Nicodemo (uno de los «principales» entre los judíos y miembro del Sanedrin) a Jesús. La misma es narrada en este Evangelio y excelentemente comentada por el P. Luis Casalá en este video.

En este encuentro Jesús le plantea a Nicodemo la importancia de «nacer de nuevo» desde lo espiritual. No es fácil, pero es imprescindible si queremos construir un mundo mejor y tratar de anticipar -todo lo posible y de manera imperfecta- el Reino de Dios.

El texto evangélico -que invitamos a leer completo- señala, entre otros conceptos, «que no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas». Lamentablemente esto último sigue muy vigente, y esperemos pueda ser revertido a fin de que no terminemos de manera apocalíptica. Sumemosnos a nacer de nuevo espiritualmente y a luchar de manera esperanzada por la preeminencia del bien y la vida.

(1) Spinoza lo expresó como «las dos caras de la misma moneda», o Teilhard de Chardin de que «somos seres espirituales que estamos viviendo una experiencia humana».