La sabiduría antigua occidental: estoicos vs aristotélicos, y el rol de la pasión y la razón

En esta interesante nota de Sebastián Campanario, se expone las principales características del pensamiento estoico, y a través del filósofo Christian Carman se nos explica las diferencias con el pensamiento aristótelico, en cuanto al rol que juegan las pasiones o emociones y la razón.

Allí dice, entre otros conceptos, que «el término “estoico” en términos simplificados se usa para describir a alguien razonable, virtuoso, que vive el presente y tiene autodisciplina para postergar gratificaciones. “La divulgación moderna del estoicismo modera los aspectos más duros y estrictos de esta filosofía clásica, para hacerla más potable para el paladar contemporáneo”, explica a La Nación Christian Carman, un filósofo amante de la sabiduría antigua (sobre todo, de la occidental) que se dedica a rescatar ideas del pasado que sirven para la actualidad, mediante clases en el Instituto Baikal y en otros ámbitos.

La parte más dura del estoicismo clásico tenía que ver, según Carman, con el imperativo a dominar las emociones (las “pasiones” las llamaban ellos), para que no jueguen ningún papel en la toma de decisiones, a tal punto de lograr un estado de “ataraxia”, de paz de alma, dormido o anestesiado, enjaulado de las emociones. “Los aristotélicos, en cambio, pensamos que no hay felicidad sin emociones, pero que hay que ordenarlas, educarlas y enseñarles a desear lo bueno”, dice Carman.

Luego hace una aplicación práctica a la economía y a las finanzas personales, que quienes estén interesados pueden leerla en la nota de Campanario. Esperamos sea de utilidad.

PD: Respecto al enfoque y pensamiento estoico es muy interesante esta nota (agradezco a Miguel Maito que me la haya proporcionado).

¿Cuál es el significado de la cruz para los cristianos?

Hoy sabemos que el proceso evolutivo del Universo conocido (tal vez, formando parte de un Multiverso desconocido) lleva miles de millones de años. Desde la aparición de los primeros humanos en este planeta se ha practicado la vida comunitaria -en especial para sobrevivir- y también las luchas fratricidas por el territorio y los alimentos.

En la tradición judeocristiana (y también en otras tradiciones) se nos dice que, lo que denominamos realidad o mundo, es obra de Dios o de un Creador, que el amor es lo fundamental, y que ese amor no es fácil en un contexto de una creación que viene sufriendo «dolores de parto» (según una expresión de San Pablo) hasta que pasemos a la vida eterna.

Los avances en el proceso civilizatorio, con graves limitaciones y retrocesos puntuales, nos hace buscar la felicidad en el presente, de múltiples maneras. Ellas van desde el bienestar hasta la armonía espiritual y con otras personas.

Entonces cuál es el significado de algo tan duro -para quienes profesamos la fe cristiana- respecto de ¿cargar con la cruz?. En esta profunda reflexión del P. Luis Casalá se nos proporciona un buen discernimiento, para quienes deseen conocerla y les sea fructífera espiritualmente.

¿El mundo está cada vez mejor o peor en cuanto a moralidad?

La frase de la imagen de la entrada grafica uno de los aspectos de la complejidad de esta temática.

Respecto de si la humanidad o el mundo está cada vez peor o mejor, en esta interesante nota (que se invita a leerla) se comenta las conclusiones de una investigación entre doce millones de personas de 60 países (entre 1956 y 2017) publicada en la revista Nature. Allí se expresa que el resultadoes que «la inmensa mayoría de los sondeados considera que hay un declive moral en la sociedad, que estaría volviéndose menos honesta, solidaria, amable y humana».

Pero «los investigadores se dedicaron a hacer un análisis objetivo de los ítems a las cuales respondían las personas, y concluyen que la percepción de retroceso en el campo de la moralidad no se corresponde con los hechos. Para los expertos, ese supuesto empeoramiento del presente es un mito, una leyenda urbana. Y de allí el nombre que le pusieron al paper o documento científico que publicaron en la tradicional revista científica Nature: “La ilusión del declive moral”.

Lo que podríamos decir, además del fenómeno de la percepción y de la memoria que se citan para refutar esta opinión, es que la categoría «mundo» es ambigua, y tiene distintos significados como hemos tratado de mostrar en este blog (1). Desde un punto de vista individual es lo que experimentamos.

Para un ucraniano o alguien de Sudán (por citar sólo dos ejemplos) que están padeciendo la guerra, seguramente la humanidad no ha avanzado desde la época de las feroces luchas tribales del hombre primitivo. La sóla diferencia es el impacto del avance tecnológico que hace más generalizadamente letal el conflicto y la degradación moral. En cambio para alguien que está en una situación de paz y bienestar no será así, a excepción de lo que visualiza por los medios y las redes, y como lo impactan en su sensibilidad y su discernimiento.

Depende de nuestras acciones para que este mundo sea cada vez mejor, en una evolución que nos hace cada vez más poderosos así como frágiles y peligrosos a la vez.

(1) Por ejemplo esta, esta o esta para el cristianismo, entre tantas.

 

 

 

¿Estamos en la era del individuo tirano?

El filósofo y escritor francés Eric Sadin ha publicado distintos textos, entre ellos el que aparece en la imagen de la entrada: «La Era del Individuo Tirano«.

Jorge Sigal lo toma para relacionarlo, no sólo con el caso francés, sino también con el argentino en esta nota. Allí dice, entre otros conceptos, que «vivimos, según el filósofo Éric Sadin, “el tiempo de la insatisfacción permanente” y su correlato es la “ingobernabilidad” también permanente. Su consecuencia es la pérdida de lazos sociales, reglas y conceptos comunes. Por ende, lo que antes fue revolucionario ha devenido rancio y obsoleto. Pero no solo el gran movimiento nacional del siglo pasado se ha atascado en los suburbios de la postración. Como fue dominante y exitoso, el peronismo impregnó la práctica militante de casi todos los partidos políticos argentinos. “Peronistas somos todos”, decía el General. Algo de razón tenía.

Por eso, la sorpresa Milei impactó en todos. También en quienes venían haciendo fajina diaria para sacarnos de encima el lastre del populismo K, que puso en peligro los pilares de la democracia. Mientras cuidaban la casa común, se adelantó por la banquina un nuevo populista de signo presuntamente contrario. Mientras practicaban taekwondo, había un tipo tomando clases de baile».

Más adelante expresa que «por primera vez en la historia –advierte Sadin en su libro La era del individuo tirano– aparece una escisión entre los individuos y lo que depende de una comunidad de destinos constituida por relatos, representaciones, imaginarios, costumbres, maneras de vivir, reglas y leyes que tienen el valor de ser bases compartidas”. “Vivimos –agrega– el advenimiento de un resentimiento personal a la vez aislado y extremo, y que sin embargo se siente en amplia escala”. Al referirse a Francia, su país, Sadin no vacila en definirla como una “nación rota”. Si eso percibe en la V República, ¿qué podríamos esperar en estas tierras en las que la precariedad es ley y la modernidad la excepción?

Si no se consigue amalgamar esas multitudes de voces empoderadas por la tecnología de la instantaneidad, si no se recupera la idea de destino común, seguiremos sumergiéndonos en la indignación y la impotencia. Seremos cuerpos desarticulados. No puede haber una ley que satisfaga a la totalidad de los internautas protestones y omnipotentes que se sienten dueños de su propia verdad. No es posible calmar la sed de todos. La sociedad del ciento por ciento de coincidencias es la utopía de los dictadores. Para aproximarse al bien común, hay que renunciar a la unanimidad. Y esa renuncia, en tiempos de egolatrías desatadas, cuando hemos pasado, “de la era del acceso a la era del exceso” (Sadin dixit), es más difícil que nunca, porque el territorio se hace fértil para los cazadores de infortunios, aquellos que prometen transportarnos, también con un clic, a un nuevo paraíso en la tierra.

¿Cuál sería el antídoto según Sadin? “Evitar un moralismo inútil” para implementar “solidaridades virtuosas”. Si no logramos que la agenda pública y las múltiples demandas privadas se acerquen, si continuamos transitando por realidades paralelas, la política continuará oxidándose. Porque, en “la era del individuo tirano” el recurso más escaso es la paciencia. Sepa la república tomar nota».

Podriamos agregar que tenemos que tratar de desarmar «los huevos de serpiente» y fenómenos que engendran estas situaciones, así como generar solidaridades virtuosas, si queremos ir hacia un mundo mejor..

Una de las manifestaciones de la envidia: el síndrome de la amapola alta

Cuando vemos que alguien se destaca podemos tener distintas reacciones: alegrarnos por esa persona, ver qué podemos aprender o emularla… pero también envidiarla y guardarle rencor (1). Esto último tiene distintas denominaciones: el síndrome de la alta exposición o de la amapola alta, con similitudes con la «ley de Jante«, «Mary Sue«, mentalidad de cangrejo, «schadenfreude«, perro del ortelano y similares.

Es una pasión negativa que debemos evitar, si queremos ir hacia un mundo mejor.

(1) Una de las manifestaciones más extremas de la rivalidad y la envidia, la encontramos al comienzo de la Biblia en el relato sobre Caín y Abel. En el Evangelio se la puede interpretar en el Evangelio de Mateo 19, 30 hasta 20-16 al que hace referencia esta interesante reflexión (que también se la puede enfocar desde el lado de la generosidad de Dios).

Acerca de la relación entre economía, emociones, valores y propuestas viables

Respecto de esta temática, se ha intentado reflexionar en esta nota. Esperamos sea de utilidad para el debate.

PASO 2023 y «otro país»

La imágen de la entrada, muestra el mapa del país con el predominio del color violeta que representa el triunfo de Javier Milei en las PASO (con picos de votación en lugares humildes como este, este y este, que reflejan la gravedad de la crisis), sus propuestas,  la composición de su voto (también en este análisis) y la «agenda de la libertad» (planteada por Adriana Amado desde la 1 hora, 05 minutos de este video).

Lo anterior refleja un panorama inédito, con un «elefante que no vimos venir» (según algunos con posibilidades de ganar en octubre (1), según esta encuesta, y él se muestra como tal) y con un golpe devastador al sistema de coaliciones, bien analizado en notas como esta y en este programa.

Veremos cómo evoluciona todo hasta octubre, con un mayor aumento de la inflación que -posiblemente- tendrá impacto negativo en las chances electorales del candidato del oficialismo (2).

Sin duda un panorama abierto e incierto (3). Quien edita este blog considera que las propuestas de Milei no son ni deseables (derograr el artículo 14 bis, venta libre de órganos, dolarización, desparición del Banco Central y similares) ni viables (empezando por los recursos institucionales que propone) para un país como la Argentina. Nos llevaría a una Argentina peor.

(1) Una aceleración de la ya alta inflación o el inicio de una hiperinflación fortalecería sus posibilidades de convertirse en Presidente.

(2) Hay muchos otros análisis interesentes como este de Natanson, este de los Rappi de Milei (este similar), este de Palermo, en la revista Panamá este y este, entre muchos otros. Entre los que se refieren a su salud mental están este y este.

(3) Respecto de las propuestas de los tres principales candidatos, es interesante lo expresado en este programa.

 

El peligro de usar enfoques y categorías generales, sin visualizar contextos y detalles de implementación

Muchas veces incurrimos en definiciones y enfoques donde usamos expresiones generales, como -por ejemplo- «la gente» (1), «la sociedad», «el pueblo»… sin visualizar que expresan conceptos muy genéricos que no distinguen la gran heterogeneidad que hay dentro de ellos y terminamos en una «torre de babel» donde no nos entendemos en lo que queremos decir. Esto imposibilita el diálogo, y por lo tanto llegar a acuerdos o consensos.

Algo similar nos pasa cuando nos referimos a corrientes filosóficas, religiosas, culturales y políticas. A continuación daremos solo algunos ejemplos, para el debate:

  • El cristianismo, el mensaje inicial de Jesucristo, no se vivenció con la misma fidelidad y coherencia a lo largo de la historia. Por citar sólo algunos casos el momento de la conversión de Constantino (y su vinculación con el poder temporal), el Sacro Imperio Romano, las cruzadas, la venta de indulgencias en una época del papado, son algunos ejemplos. También bajo esta denominación no sólo está la Iglesia católica, sino también las denominadas ortodoxas, las protestantes o denominadas evangélicas. Por lo tanto, es importante tener en cuenta todas estas variedades al momento de hablar de esta cuestión.
  • El liberalismoTiene una expresión filosófica, así como distintas formas en lo político, en lo económico (en el origen de la ciencia económica, en el liberalismo social, en el neoliberalismo…), entre las principales acepciones.
  • En el caso argentino, el peronismo. Para algunos es un sentimiento relacionado con una experiencia histórica (desde mediados de los años 40 donde hubo movilidad social ascendente de los trabajadores) que fue variando en el tiempo (2) y un liderazgo, una doctrina que propugna la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, distintas acepciones de lo que se denominó «socialismo nacional» (con muy diferentes acepciones desde la cubana hasta la de Mussolini)… mientras que para otros ha sido y es una forma de populismo, la no valoración de las instituciones democráticas y autoritarismo, entre las principales.

Son solo algunos ejemplos, de las características polisémicas y variadas que tienen estas categorías, enfoques y experiencias.

Sabemos que la búsqueda de la verdad es difícil, siempre relativa y muy compleja. Pero si no queremos equivocarnos gravemente tenemos que analizar «los detalles» (como bien expresa la imagen de la entrada) o «los cómos» (3), y en consecuencia poder discernir -más allá de nuestros sentimientos– las distintas acepciones y contextos pasados, quienes los lideran en el presente (sus equipos y rol de sus partidos) y qué enfoques y propuestas tienen -en especial- para el futuro en línea con un mundo mejor. Lo demás termina siendo anecdótico.

(1) Existe una anécdota que se le atribuye a Jorge Luis Borges. Ya bien pasada la segunda guerra mundial se le pregunta: ¿qué opina de los alemanes?. Con su inconfundible cadencia hace una pausa y responde: «Me va a tener que disculpar, no los conozco a todos».

(2) Podríamos diferenciar períodos como el de 1945-1952, el de 1952-1955 (con un plan de ajuste y aumento de la productividad), el de 1955-1973 (con el exilio de Perón), el 1973 (con el abrazo con Balbín y el modelo argentino), y luego las distintas expresiones sindicales, juveniles y políticas (el menemismo, el kirchnerismo de sus comienzos y luego los gobiernos posteriores), el de la alianza con el Frente Renovador…

(3) En esta entrada hemos intentado de darle un tratamiento más integral.

 

 

Yvosquéismo, ah…pero…, la paja en el ojo ajeno…

En esta nota de John Carlin, titulada El «Yvosquéismo», o cómo evadir verdades, señala que se trata de un intento de desviar la atención de un daño al señalar supuestos daños del acusador.  Comienza diciendo: “Pablo, ¡dejá de pegar a tu hermanito!” “¡Pero mamá! ¡El otro día le pegaste vos!” La respuesta del chico a la madre es un clásico de la astucia infantil y un clásico del cinismo adulto. Tiene un nombre en inglés, “Whataboutism” (1), cuya traducción al castellano sería algo así como “yvosqué”, más un “ismo” al final.

La definición del fenómeno sería la siguiente: un intento de desviar la atención de un daño, agravio u ofensa en el presente con un episodio del pasado, de crear una engañosa equivalencia moral, de señalar al acusador como un hipócrita. Lo vemos todos los días en todos los contextos, pero de manera especialmente notoria en la política. Lo típico es que el portavoz de un partido acusado de robar o de mentir o de no cumplir promesas responda, “Ah, ¿y ustedes qué? ¿Quiénes son para criticarnos? ¿Se olvidan de aquella vez cuando…?”

Esta es exactamente la táctica que emplea hoy Donald Trump, imputado esta semana por enésima vez, en esta ocasión por el intento de subvertir la democracia de Estados Unidos cuando ocupaba, ni más ni menos, la presidencia de la nación.

La respuesta de Trump es: “Y el hijo de Joseph Biden, ¿qué?” Hunter Biden vive bajo sospecha de haber explotado el nombre de su padre para conseguir contratos comerciales en el extranjero. Aún no hay pruebas contundentes contra el hijo del actual presidente, pero eso no ha impedido que Trump acuse al padre en las redes sociales de ser un corrupto, a la familia Biden de ser “criminal”.

El “yvosquéismo” le sale por naturaleza a Trump. No olvidemos que uno de sus varios secretarios de defensa, el general James Mattis, dijo que el expresidente tenía la edad mental de un chico de diez años. Trump imita a su vez a su amigo Vladimir Putin, cuya respuesta a las críticas por la invasión de Ucrania es, por su naturaleza soviética, “¿Y el intervencionismo de Occidente, qué?”.

En la Argentina se ha utilizado el «ahh… pero…» para tal dirigente o fuerza política, o acciones determinadas. Es un mecanismo defensivo de trayectoria muy larga, que podemos encontrar, por ejemplo, en el texto evangélico que plantea que se mira la paja en el ojo ajeno y no la viga o el tronco en el propio.

Desde el punto de vista ciudadano, es muy interesante esta reflexión de Jaime Correas, donde señala que Alfonso Berardinelli, en su libro “Leer es un riesgo”, relata una anécdota que puede ser leída en clave de la coyuntura argentina actual: “Y en 1900 el sindicalista revolucionario Arturo Labriola escribió una carta a Benedetto Croce: ‘En la actualidad, para los italianos que, como nosotros, vivimos al margen de las grandes corrientes de la historia (¡lo único verdaderamente histórico para nosotros es el Papa!), que lo único que ofrecemos al mundo son mafiosos, camorristas, gobernantes ladrones, procesos escandalosos, impotencia administrativa, ignorancia política, dotes de charlatán, un populacho ignorante, unos politicastros de café (incluidos casi todos los socialistas), es casi imposible orientarse sobre el estado del mundo’”.

“Palabras a las que Croce respondió con este estoico y antihistórico propósito: ‘Continuar haciendo nuestro trabajo como si estuviéramos en un país civilizado.’”

Tener buenas actitudes y acciones, aún sabiendo que somos imperfectos y que hay contextos muy difíciles o adversos, nos puede conducir a un mundo mejor que el presente.

(1) La imagen de la entrada muestra, en inglés, como es una forma o modalidad particular de no diálogo. 

¿Cuál tesoro anhelamos, dónde está y qué acciones emprendemos?

Si nos guíamos sobre el relato bíblico acerca del pecado original, los seres humanos tenemos la tentación de ser como Dios, en especial en cuanto a tener todo su poder. Lamentablemente no tenemos Su sabiduría, y corremos el riesgo no de co-crear sino de destruir esta parte de la Creación que nos ha tocado. Un peligro cada vez mayor, porque cada vez tenemos más poder y hay un desbalance entre el tiempo que cuesta construir y la posibilidad de la instantaneidad de destrucción masiva por el uso de armas nucleares, químicas, bacteriológicas, una inteligencia artificial muy sofisticada sin ética….

Desde el origen de lo que denominamos «civilización» ha sido así hasta el presente, con enormes avances, pero también con grandes daños entre humanos y hacia la naturaleza. La historia y el arte, nos los recuerdan. En cuanto a este último, en un canal de cable de Argentina y Uruguay están transmitiendo una serie denominada «Rey Carlos Emperador», que muestra la vida de Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico así como todo su contexto. Se visualiza bien cómo se asocia la grandeza al mayor dominio territorial y a la riqueza derivada de esos dominios. Sus tesoros servían, en especial, para financiar las guerras de los monarcas.

Hoy el tema del dominio territorial y la riqueza, tiene nuevas modalidades, así como las formas -cada vez más sofisticadas- de expresar el poder. Es un mal camino como señaláramos al principio de esta reflexión.

¿Cuál sería un buen camino? Para la tradición judeocristiana es la cocreación para el bien y la vida, y para el cristianismo que el tesoro constituya en amarnos los unos a los otros y a Dios. La imagen de la entrada hace referencia a un texto del mensaje de Jesús explicitado por Mateo, que también podríamos encontrar en Mateo 13, 44-52 y en otras partes del Evangelio. Esta reflexión de Luis Casalá la explica muy bien.

No sólo para quienes formamos parte de la tradición judeocristiana sino para todas las creencias y personas de buena voluntad que existen en nuestro mundo, es un desafío construir un mundo mejor que el presente. Ojalá lo logremos.