¿Libre comercio y mundo mejor?

Más allá de lo que significan las palabras libertad y comercio, no fáciles de articular virtuosamente debido a la asimetría de poder que se juega en las relaciones que operan en el proceso de división del trabajo, quisiéramos abordar un tema de actualidad en la Argentina, aunque no sólo.

El 30 de junio de 2019 se confirmó el Acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, y en los primeros días de julio se comenzaron a conocer detalles de ese acuerdo (también ver esta nota) (1) para analizar su impacto en los distintos sectores de la economía argentina. Al momento de redactar esta nota no hay precisiones sobre un Fondo Compensador de la UE para las pymes de los países del Mercosur.

Una pregunta que nos hacemos es si ¿son buenos estos acuerdos? (2) La respuesta es: «depende» de muchos factores como los siguientes:

  1. ¿Tienen ordenada su macroeconomía? Por ejemplo, durante la vigencia del Ministro de Economía Martinez de Hoz (al comienzo de la dictadura argentina de 1976) se atrasó seriamente el tipo de cambio que -junto a una baja de aranceles- destruyó a gran parte de la industria argentina. Primera conclusión: si el proceso de integración de libre comercio lo hacemos con atraso del tipo de cambio los resultados serán muy malos o desastrosos.
  2. ¿La presión fiscal a las empresas las hace viables en el mercado? Cuando abordamos el tema de los impuestos señalamos que sería deseable que la carga fiscal a las empresas fuera relativamente baja y la carga fiscal a las personas gradualmente y de manera progresiva más alta en particular a los sectores de más altos ingresos. Como sabemos esto no sucede en la Argentina y si queremos que las empresas nacionales compitan no sólo con las europeas sino con las brasileñas, habrá que transformar esta realidad (¿estamos dispuestos a pagar más impuesto a las ganancias?). Del mismo modo, si hay provincias y municipios que tienen mayores impuestos y tasas que otros la inversión europea que pueda venir se localizará donde haya menos gravámenes. Todo esto está relacionado con el peso del Estado y la calidad de sus prestaciones (¿estamos dispuestos a eliminar ingresos brutos y altas tasas municipales, así como a reorientar empleo público hacia empleo privado?).
  3. ¿El costo del capital cómo juega en la competitividad? El costo del financiamiento en la Argentina, al momento de escribir esta nota, es excesivamente alto comparado con la tasa de inflación, aunque vienen en tendencia gradualmente declinante. ¿el Fondo de Compensación de la UE para las pymes -de concretarse- cambiará esta situación? ¿el cambio de gobierno -sea cual sea el resultado- y la renegociación del acuerdo con el FMI posibilitará encontrar caminos que reduzcan este costo? De no lograrse no hay buen pronóstico para los que no tengan autofinanciamiento o canales propios más eficaces (como es el caso del sector de la economía del conocimiento)
  4. ¿El costo laboral -no salarial- qué incidencia tiene? Sabemos que el costo salarial promedio de los sectores productivos argentinos es menor al europeo, y por lo tanto esto es una ventaja. Pero se afirma que los costos no salariales son muy altos, y en particular la entrada y salida del mercado laboral. Tal vez, si la reducción de estos costos se acompañara de medidas que tienen muchos países europeos como ser la participación en las ganancias por parte de los trabajadores, y políticas de cobertura frente al desempleo acompañadas de capacitación para la reinserción laboral, sería algo positivo a considerar.
  5. ¿el costo de logística es competitivo? Se afirma que el costo de enviar un camión cargado de mercadería de Argentina a Brasil es el doble que el que se envía de Brasil a Argentina, así como el costo de los puertos. Un debate serio y «patriótico» (dado lo que se juega a futuro) es imprescindible, así como una mayor inversión en infraestructura en las distintas economías regionales.
  6. ¿otros componentes? como señala Jorge Remes Lenicov en una nota, habrá que consensuar una visión de país colocando en el centro el perfil productivo y su relación -en particular- con el incremento de las exportaciones, asociado a reformas educativas, de coparticipación, previsionales, judiciales…, que se articulen de manera virtuosa.
  7. y algo no menor: entre ellos están que los europeos exigen que este acuerdo esté en el marco del Acuerdo de París sobre cambio climático. La Argentina debe ser consecuente con esto, y el mayor peligro es si el gobierno de Bolsonaro efectivamente cumple con el compromiso de no deforestar el Amazonas.

La experiencia internacional de los acuerdos de libre comercio es que, si lo que entra en ellos, es complementario entre quienes lo acuerdan tanto en lo que se refiere a ventajas comparativas como a ventajas competitivas, es positivo. Si ello no se da el balance es negativo o sólo parcialmente positivo para algunos sectores. Quienes han reflexionado sobre el acuerdo de México con EE.UU y Canadá (NAFTA) señalan que, por un lado, permitió a México generar -entre empleo directo e indirecto de la industrialización «maquila»- un incremento de 1,3 millones directos y 3,9 totales. La primera representa 2,4% del empleo toral y la segunda 7,2%, cifras significativas pero modestas. Por otro lado no resolvió los problemas de desigualdad y pobreza que siguen existiendo en México. Ello no obsta para afirmar que si México se retirara de este acuerdo la situación sería mucho peor.

En el caso argentino el diálogo sincero entre los distintos sectores y el debate parlamentario ayudará a discernir -en el marco de una visión de país compartida- sobre las oportunidades y amenazas que abre este acuerdo para la economía argentina, así como los cambios de política económica (como los señalados más arriba) y una readecuación empresaria en los sectores menos competitivos que habrá que implementar, para que el mismo termine siendo beneficioso. De todo este proceso, que llevará más de una década, se sabrá si conduce a un futuro mejor a la mayoría, o si será sólo para unos pocos.

Más en general, y por ahora utópico, sería que el comercio internacional evolucione hacia el comercio justo y que las ventajas comparativas y las ventajas competitivas se armonizaran con un orden y una autoridad global que compensen a los perdedores o en situación de fragilidad en el mundo (por ejemplo a través de la aplicación de la «Tasa Tobin» u otros mecanismos redistributivos como la eliminación de los paraísos fiscales y la reasignación tributaria de esos fondos a estas finalidades) pero la sabiduría humana no ha alcanzado aún a estos niveles.

PD: Luego de escrita esta nota Francia ha amenazado con bloquear el acuerdo y el Parlamento de Austria lo vetó, con lo que parece difícil su aprobación en un futuro.

(1) una nota muy crítica se puede visualizar en este link. Desde una perspectiva positiva es muy interesante este artículo de Luis Rappoport.

(2) se ha planteado hacerlo también con otros bloques y países individuales.

 

Los Ciclos de la Ilusión y el Desencanto de Argentina

En esta nota reseñamos el libro de Pablo Gerchunoff y Lucas Llach (ver imagen de la entrada) donde exponen su visión de los ciclos de ilusión y desencanto que se vienen dando históricamente en la Argentina. En este blog compartimos este enfoque.

En otra nota donde reflexionamos sobre la cuestión de los principios y la aplicación cambiante de los instrumentos de política económica tomamos los ejemplos de Cuba y los primeros gobiernos del peronismo (en particular en el programa de ajuste del año 1952). Al final de esta nota expresamos que no se ha logrado consensuar –en el caso argentino- “entre las principales fuerzas políticas y sociales un modelo de desarrollo e inserción internacional viable, como ha sido el caso de Australia desde los años 80, en función de nuestros recursos humanos y naturales, sin déficits gemelos y con un tipo de cambio relativamente alto (en promedio)”. (1)

El gobierno kirchnerista tuvo, entre sus aciertos, desendeudar a la Argentina, sostener al comienzo un crecimiento devenido de la dura salida de la convertibilidad –gracias a la gestión del Ministro Jorge Remes Lenicov– y el alto precio internacional de la soja, pero luego de la salida del Ministro Lavagna (2) esto comenzó a deteriorarse. El enfoque de “la voluntad politica” por sobre “una rentabilidad razonable de los mercados” de Guillermo Moreno aplicado a –prácticamente- a gran parte los bienes transables (petróleo, carne, leche, etc.) terminó derrumbando la inversión y la producción de dichos bienes, e incrementando sus importaciones. Todo ello, más un crecimiento del estado que no redundó en servicios de mayor calidad, generó un abultado déficit de balance comercial y fiscal (grave retraso de tarifas incluido), anulando los superávits gemelos iniciales de este gobierno, más allá de implementar a fines de 2009 la asignación universal por hijo y el significativo aumento de la corrupción.

Una visión liberal en lo económico del macrismo, no ha dado cuenta de la complejidad de los fenómenos a resolver y de una adecuada y prudente intervención del estado. Todo ello sin un programa integral, bien secuenciado y coordinado frente a la difícil herencia, el cambio de contexto nacional (sequía) e internacional y los desafíos de alcanzar un desarrollo sustentable e inclusivo, generaron –a fines de 2018 y comienzos de 2019- una grave caída del producto, de los ingresos de los asalariados y un incremento de la pobreza. Todo ello más allá de aumentar el número de beneficiarios de la AUH y de realizar fuerte incremento del monto de la AUH a comienzos de 2019, así como de los importantes avances en obras de infraestructura social (en especial en el conurbano bonaerense).

Desdolarizar la economía, resolver los déficits fiscal y de balance de pagos (en especial incrementando las exportaciones y –posiblemente- extendiendo los vencimientos de la deuda externa con el FMI), reducir la inflación y lograr un desarrollo sustentable e inclusivo, son desafíos que deben ser consensuados entre la mayor parte de las fuerzas políticas y económico-sociales si la Argentina quiere nuevamente “ilusionarse” -con bases firmes- hacia un mundo mejor (2).

La situación, a fines de abril de 2019 es muy compleja como señala esta nota, y desde la oposición se hacen distintas propuestas. Una de ellas es tomar un camino similar al de Portugal. Como señala Andrés Malamud este fue un camino complejo con distintas etapas y un fuerte ajuste, antes de adoptar medidas vinculadas a la reactivación. También habrá que tener en cuenta que en el caso de ese país:

  • cuentan con una moneda estable (el euro) a diferencia de la alta inflación argentina que afecta el peso,
  • lograron acuerdos importantes (ver acuerdo tripartito) que, hasta ahora no se ha logrado en el caso argentino,
  • la estructura impositiva favorece la inversión, a diferencia de los impuestos a los ingresos brutos provinciales que desalientan las cadenas de valor al gravar cada eslabón,
  • su globalización hace que los insumos y los bienes de capital sean más económicos que los de Argentina,

entre los elementos principales (se puede agregar créditos a largo plazo a tasas bajas, etc.).

No será fácil el futuro argentino si quienes lideran las principales fuerzas políticas con posibilidades de ganar la elección no logran alcanzar acuerdos básicos (ver nota 1 al pié). Ello dependerá de un cambio de actitud de la dirigencia política y de una sociedad activa y consciente que nos permita converger hacia un mundo mejor.

(1) Luego de publicada esta nota el Gobierno propuso un acuerdo de diez puntos, Roberto Lavagna respondió con una propuesta de consenso diferente, Sergio Massa explicó su posición en una conferencia de prensa, entre otras opiniones (un comparativo hasta ese momento). Esto luego no se retomó pero hubo definiciones en cuanto a plataformas (por ejemplo de Juntos por el Cambio, el Frente de Todos, el Frente de Izquierda, etc.). Según Eduardo Fidanza definirá el «tipo de capitalismo» que la Argentina tendrá en el futuro. Respecto del nuevo gobierno y sus primeras medidas se puede ver esta nota.

(2) En este blog planteamos como escenario deseable de largo plazo un cambio profundo e ir hacia un postcapitalismo, que debería comenzar partiendo de reconocer y actuar sobre los problemas actuales con las reformas que sea necesario hacer, buscando compartir los esfuerzos y las cargas de manera equitativa (por ejemplo, incluyendo la posibilidad de compartir los excedentes que se generen y no sólo las pérdidas).

Las complejas causas de la inflación argentina

La inflación se define como «el aumento generalizado y sostenido del nivel de precios existentes en el mercado durante un período de tiempo, cuando el nivel general de precios aumenta». En cuanto a su fenomenología y principal causalidad se la ha referido a los aumentos en la cantidad de dinero en circulación. Es decir, que la emisión de moneda ha sido inflada artificialmente por encima de los activos del Banco Central, en particular de las reservas netas que la respaldan.

Es, en general, un fenómeno complejo (aunque sólo 17 países en el mundo tienen una inflación de más de dos dígitos) y en la Argentina -en particular-, más complejo aún (1). El gráfico de la entrada muestra la evolución de la inflación (nivel de precios) en los años recientes, así como de otras dos variables (circulante y tipo de cambio). A simple vista se puede ver la mayor correlación entre la evolución del tipo de cambio y la inflación, y cómo el circulante va oscilando con un poco más de autonomía. Una primera explicación es que la moneda argentina, desde hace muchos años, ha ido perdiendo confianza y por lo tanto no cumple algunas de sus funciones, como es el caso de reserva de valor, y cuando ha habido altas inflaciones o hiperinflación tampoco como medio de pago («es un papel que hay que sacarse rápido de encima») y unidad de cuenta, pasando a ser el dólar norteamericano la referencia. Para algunos esto significa que estamos en una economía bimonetaria y para otros esto no es así, dado que para ello una de las monedas (como el peso) debería cumplir con todas sus funciones y no lo es en el caso argentino.

En función de lo anterior, la evolución del tipo de cambio del dólar juega un papel muy relevante en la evolución de la inflación argentina, cuando en otros países, con una historia diferente y con oscilaciones no muy grandes del tipo de cambio, esto no es así. Por lo tanto la escasez o la abundancia de divisas (saldo del balance comercial, y más en general del balance de pagos) va a tener un rol muy importante. Esto está relacionado al tipo de inserción de la economía argentina en el mundo, su perfil productivo y el peso de los compromisos de pago de la deuda (en particular la externa).

Volviendo a las causas monetarias de la inflación, su principal correlación está con la situación fiscal de un país. Es decir si el Banco Central debe emitir o no para cubrir su déficit fiscal. En esta línea van notas como esta (2).  Es un tema muy relevante y lo hemos abordado en esta reflexión.

El fenómeno inflacionario puede generar, como es en el caso argentino, distorsiones de precios relativos. Por ejemplo, si el estado decide -en algún periodo- retrasar las tarifas de los servicios públicos o incidir en el atraso cambiario, cuando esto se termina ajustando o reactualizando, genera un aumento de la inflación, y por lo tanto es otra de las causales significativas. Si esto fuera un fenómeno recurrente termina afectando las expectativas inflacionarias, retroalimentándolas y generando una inflación inercial difícil de modificar. A ello debe agregarse la puja por la distribución del ingreso (que opera como causa y consecuencia de la inflación) y el fracaso del arbitraje del Estado (¿no podrían aplicarse medidas como esta?). Las concertaciones o los acuerdos de precios y salarios pueden ayudar en el marco de una política macroeconómica sólida. También un manejo no adecuado de la intervención del Banco Central en el mercado cambiario (como ha sido el caso de una banda de flotación demasiado amplia y con muchas restricciones para intervenir), agrava el problema.

A lo anterior habría que agregar que la política antiinflacionaria, además de la modificación del modo de intervención del BCRA sobre el mercado de cambios (que –hasta el momento- le ha dado resultado), ha puesto gran énfasis en la contención absoluta de la base monetaria (hasta el mes de agosto de 2019). Sobre este tema y su perspectiva futura en el gobierno de Alberto Fernandez es interesante la opinión de Pablo Goldín. En en este marco y en lo que se refiere al futuro, tal vez, también habría que revisar los mecanismos indexatorios de la economía, si los objetivos de política económica es ir convergiendo hacia una menor tasa inflacionaria. Todos temas difíciles de abordar.

La inflación también termina siendo un «impuesto» sobre el ingreso de las personas, en tanto el mismo no esté perfectamente indexado (cuestión que no ocurre, en particular en los sectores asalariados y de la economía informal), genera distorsiones en su percepción impositiva por parte del Estado (ver esta nota), así como licúa el gasto público cuando este no acompaña nominalmente su evolución con la inflación real.

Respecto de «los tipos de inflación» (3), podríamos sintetizarlos en:

  • Inflación de demanda: Es el caso tradicional en el cual el aumento de precios se produce por un exceso de demanda sobre la oferta de bienes y servicios (no es el caso de la Argentina para el sector privado desde fines del año 2018). En muchos casos un desequilibrio fiscal financiado con emisión monetaria desemboca en este tipo de inflación. Por eso la receta para combatirla consiste en ordenar las cuentas públicas y cortar el financiamiento del déficit fiscal que es lo que acordó Argentina con el FMI a partir de que se cortó el financiamiento externo por su encarecimiento (alza del riesgo país) y las dudas en el pago de la deuda (en especial luego de 2020). Sobre la cuestión del «déficit cero» una pregunta es si ¿es posible bajarlo tan abruptamente en tan corto tiempo?
  • Inflación de oferta o de costos: En este caso la inflación no se produce por un exceso de demanda, sino por una retracción de la oferta. Típicamente esta inflación se produce por alguna situación anómala en la cadena de producción o la estructura productiva. Ya sea por un fenómeno natural imprevisto (sequías o inundaciones que afectan la producción agropecuaria), por un «shock externo» (como la elevación significativa de los precios de la energía, de los alimentos o del costo del dinero) o -más en general- una elevada incertidumbre que reduce el stock de oferta generando que los saldos restantes se transen a niveles de precios superiores. También se produce por ineficiencias en la cadena de valor (al interior y al exterior, como es el caso de la logística o el alto costo del financiamiento), o de regulaciones no viables o carga impositiva (como el caso de ingresos brutos provinciales) en el marco de una economía globalizada.
  • Inflación estructural: Es la que han padecido muchos países latinoamericanos como consecuencia de una estructura productiva desbalanceada entre el campo y la industria, con productividades relativas muy diferentes. Ello suele generar también cuellos de botella con crisis de balanza de pagos y ciclos de sudden stop. Esta nota actualiza este enfoque al caso argentino.

En lo que se refiere a “aceleradores” de la inflación (como ya hemos mencionado):

  • Inflación inercial: Vinculada a economías que han venido arrastrando elevada inflación y como consecuencia de ellos desarrollaron mecanismos de indexación en sus contratos.
  • Inflación de expectativas: En economías que han repudiado el valor de la moneda durante décadas, la conducta de los agentes económicos está muy asociada a los movimientos de los activos considerados reserva de valor. En nuestro caso el dólar. Aun cuando no exista una relación tan directa e instantánea, muchos agentes económicos ajustan preventivamente sus precios ante variaciones en el dólar.

Luego de la salida de la convertibilidad, hubo baja inflación (por ej. en el año 2004 un 4,4%) y luego se fue argumentando que «un poco de inflación ayudaba o era inevitable con el crecimiento». Cuando la inflación pasó a ser de dos dígitos y sostenida, «la solución» fue «alterar el funcionamiento del termómetro» (intervenir el INDEC) en cambio de atacar sus causas, y cambiar una política económica que ya no generaba sustentabilidad de mediano y largo plazo. El candidato que ganó las elecciones en el 2015 (Mauricio Macri), argumentó que «era fácil bajar la inflación», subestimando la salida del cepo cambiario, el reajuste tarifario y una reducción más sostenida y coordinada del déficit fiscal. Aunque, al momento de publicar esta nota, no se hable mucho de una «salida vía dolarización» completa de la economía, esta no es una opción razonable a excepción de caer en una versión de estado «fallido».

El fenómeno inflacionario genera comportamientos cortoplacistas (por lo tanto la imposibilidad de una visión y una planificación de mediano y largo plazo), acentúa la salida individualista y de capitales (el «sálvese quien pueda»), agravando los ciclos de ilusión y desencanto, como hemos comentado en esta nota.

Algo concomitante vinculado «al nivel de precios», pero no a cómo fluctúan (o la inflación), es:

    1. el alto grado de concentración en algunos sectores (4) así como una gran intermediación. Sobre esto último se puede visualizar en el Indice de Precios de Origen y Destino de Productos Agropecuarios (IPOD) que saca CAME. Una política articulada con cooperativas de productores (existentes o a crearse) que pueden tener transporte propio, locales en el Mercado Central de Buenos Aires y otros, podría beneficiar tanto a productores (mejor precio) como a consumidores (menor precio) al eliminar intermediación parasitaria. Frente a la concentración medidas como de defensa de la competencia, incrementar la competencia (cuando sea posible), precios «testigo» acordados (como «cuidados» o «esenciales») y una «razonable» ley de góndolas, pueden ser de ayuda o complemento valioso, al igual que el «Mercado en tu barrio«. (5)
    2. un «balanceo» de rentabilidad razonable en las cadenas de valor -en particular de productos alimenticios «transables» (y con gran impacto en el nivel de precios y en la pobreza)-. Por ejemplo, diferenciar los cortes de carne vacuna con mayor salida al exterior respecto de los que más se consumen en el mercado interno (como el asado, el vacío y el matambre), o si el precio de exportación -por ejemplo- de la leche en polvo se «dispara» no desabastecer el mercado interno en especial en las leches de menor precio. Para ello es fundamental no caer en los extremos de prohibir la exportación (como hizo Guillermo Moreno, desalentando la producción y la inversión) ni tampoco «no hacer nada» como sucedió en gran parte del gobierno de Mauricio Macri. Para ello es bueno acordar o consensuar con la cadena de alimentos un balance «equilibrado» de rentabilidad entre productos a exportar y productos para el consumo interno (6).

Ojalá que se pueda tener mayor conciencia acerca de la complejidad de la resolución de la inflación argentina (7), sabiendo que -de adoptarse las medidas adecuadas- llevará un tiempo su resolución favorable, y que debe ser abordada en sus múltiples casualidades y manifestaciones. Ello nos pueda ayudar a converger hacia un mundo mejor.

PD: esta nota fue elaborada por Ricardo Gerardi (Economista FCE-UBA y Universidad Católica de Lovaina), en base a las distintas fuentes y aportes como los de Jorge Remes Lenicov, Osvaldo Baccino (7), Jose Bekinschtein, y Alejandro Peyrou. Las limitaciones y posibles errores son sólo atribuibles al autor. Lo señalado en la misma está relacionada con contextos relativamente normales, y no excepcionales (como es el caso de la pandemia del coronavirus y sus consecuencias socioeconómicas).

(1) Dadas sus raíces históricas, sus imbricaciones socioeconómicas y políticas, así como sus manifestaciones culturales, que incluyen «la desmesura» (muchas veces acompañada de subsidios económicos ilimitados en el tiempo que van más allá de «proteger una industria naciente o de una situación coyuntural», ineficacia, ineficiencia y corrupción) en la administración de los bienes comunes, el estar «alertas» ante la volatilidad económica, anticiparse «a cubrirse» frente a un fenómeno recurrente y «la desconfianza» que lleva a «refugiarse» (para quienes pueden hacerlo) en una reserva de valor como el dólar. A ello debe agregarse la dificultad en llegar a consensos para atacar sus causas y generar un sendero de desarrollo sustentable y con equidad que resuelva o mitigue las pujas distributivas, y vaya disminuyendo la pobreza y la desigualdad. Cabe agregar que han habido intentos y experiencias de «inflación cero», pero que no terminaron bien (una explicación de alguien que tuvo un lugar protagónico, como Carlos Leyba, se puede visualizar en esta nota y el video que la incluye) .

(2) Se puede profundizar más en general sobre la situación inflacionaria en  2019 en Argentina con esta nota de Roberto Frenkel. Del mismo autor se puede ver esta actividad con los textos adjuntos. En septiembre de 2019 le hicieron este reportaje.

(3) El marco de un intercambio de mensajes entre varias personas, agradezco a Juan Cerruti (UBA-San Andrés), la síntesis sobre los tipos de inflación, así como poner de relieve la importancia de llevar adelante cuatro grandes reformas: de la seguridad social, tributaria (en un marco general como se ha mencionado en esta nota), laboral (en particular fomentando la formalidad y la micro y pequeña empresa -sea privada o cooperativa- y de mayor institucionalidad y agilidad de la justicia. Tareas no sencillas para un próximo gobierno.

(4) Hay que decir que un alto grado de concentración en determinados sectores de una economía poco abierta y con media o alta inflación, puede facilitar una «aceleración de la inflación» porque les resulta más fácil ponerse de acuerdo a los pocos oferentes si hay expectativas de devaluación o de mayor inflación. Por lo tanto lo que se sostiene en esta nota es que la concentración de la economía no es «causal» de la inflación (sí de altas tasas de ganancias en detrimento de los consumidores) y sí favorece -en determinadas circunstancias- la «aceleración de la inflación».

(5) Si la concentración produce una renta «extraordinaria» persistente, una medida puede ser el cobro de un impuesto a esta ganancia extraordinaria (con el debido cuidado de no gravar la renta «ordinaria» o «normal» que desalentaría a los inversores). Con lo que se recaude del mismo se puede subsidiar a los consumidores o usuarios de menores ingresos. La estatización de estas empresas no es, en general, una respuesta adecuada si no se tiene una capacidad de gestión profesionalizada y eficaz, y «el remedio será peor que la enfermedad» (un ejemplo extremo de esto es el caso de Venezuela).

(6) Sobre un debate más en general sobre «el mercado» se puede ver esta nota, así como en la de «comercio justo«.

(7) Una explicación actualizada a comienzos de septiembre de 2022, se puede ver en esta nota de Eduardo Levy Yeyati.

(8) Propone recurrir a textos de cómo abordar la inflación elaborados por Guillermo Calvo, al que el autor de esta nota aún no ha tenido acceso, pero sí a esta opinión.

Lograr que la Argentina se desarrolle

Hace un tiempo reflexionábamos sobre el desarrollo, y más recientemente sobre la importancia de superar los ciclos de ilusión y desencanto en la Argentina. En esta nota trataremos de hacer una síntesis sobre el libro que figura en la imagen de la entrada y que el CARI publicara bajo este formato, en la versión del año 2015. Nos parece un texto muy significativo y realista sobre posibilidades de recorrer un sendero de desarrollo para Argentina, que habrá que adaptar a las posibilidades de 2020 en adelante.

La tesis principal de los autores «es que en una economía como la argentina, expuesta a fluctuaciones en el valor de sus principales productos de exportación y que necesita importar bienes de capital e insumos intermedios, la única forma de lograr crecimiento económico, equilibrio externo y una evolución favorable de los niveles de vida del conjunto de la sociedad es hacer que el aumento sostenido de la productividad sistémica sea la clave de la competitividad de la economía. Si éste ha sido un imperativo histórico de la economía argentina, la creciente demanda de divisas que requiere un sistema productivo cada vez más interrelacionado con el mundo exige que este esfuerzo sea todavía mayor. Más aún si se toma nota que el escenario global es altamente competitivo, organizado en cadenas globales de valor donde la localización de la producción está sujeta a permanentes cambios y donde el grueso del comercio fluye en el marco de acuerdos preferenciales».

Más adelante expresan «que al menos cuatro componentes de la estrategia deberían comenzar a implementarse cuanto antes:

  1. Una nuevo marco institucional que defina reglas de juego consistentes con la estrategia de desarrollo y una reforma del Estado que progresivamente reconstruya su estructura y recupere sus principales funciones, elimine su discrecionalidad, recomponga cuanto antes sus principales agencias y restablezca la profesionalidad de su burocracia,
  2. Un ambicioso plan de infraestructura apoyado en la inversión pública y que cuente con participación privada,
  3. El establecimiento de incentivos de política adecuados para la expansión de los sectores productivos más competitivos y,
  4. Un cambio sustantivo en nuestra estrategia de inserción internacional que impulse las negociaciones multilaterales, regionales y bilaterales, contribuya a levantar las restricciones imperantes y favorezca nuestra penetración en los diferentes mercados internacionales».

Más adelante expresa: «El eje central de esta propuesta es plantear la necesidad y la urgencia de lograr una estructura productiva en la que los sectores productivos competitivos a nivel internacional sean los ejes principales de la estrategia de desarrollo. Esta competitividad puede ser actual o futura en función de una inteligente estrategia de desarrollo que utilice la oferta de bienes públicos y la inteligencia competitiva como los principales instrumentos de apoyo a la construcción de dicha competitividad. Desde esta perspectiva es evidente que el desarrollo no puede circunscribirse exclusivamente a la promoción de los sectores en los que el país cuenta con “ventajas comparativas reveladas”. Pero saber aprovechar esas ventajas debe ser inevitablemente el punto de partida. Esto es particularmente importante en el caso de los alimentos….

El análisis de las experiencias exitosas de desarrollo pone sin duda de manifiesto que el proceso de innovación y cambio tecnológico y la creciente diversificación de la estructura productiva resultan tan o más importantes que las ventajas comparativas, dadas por la dotación de recursos naturales, para sostener el aumento de la productividad y el crecimiento económico. Naturalmente, ese proceso tenderá a cambiar gradualmente el patrón heredado, generan- do “nuevas” ventajas comparativas e incorporando nuevas actividades dinámicas. Pero la noción de que las actividades vinculadas a nuestras “ventajas comparativas reveladas” puede servir de plataforma para nuestro desarrollo se ve reforzada por las características de la actual revolución tecnológica, impulsa- da por la convergencia de las TICs, la bio y la nanotecnología, que está provocando un espectacular proceso de transformación productiva en numerosas actividades vinculadas al sector primario».

No es posible sintetizar todos los aspectos planteados en el libro, y al respecto invitamos a leerlo y debatirlo en el marco de una perspectiva temporal de 2020 en adelante.

 

Los «ni ni»

En la Argentina, al redactar esta nota, se ha retomado el debate sobre los «Ni Ni», es decir los jóvenes que no trabajan ni estudian, aunque -como dice la economía feminista- las jóvenes que son madres, no encuadran en esta denominación, dado que tienen mucha tarea de cuidado de sus hijos/as. El debate se produce porque el Gobierno (presidido por Mauricio Macri) lanzó el Servicio Cívico Voluntario en Valores (1), tal vez tomando la experiencia francesa y como iniciativa de campaña política en el proceso electoral argentino (el primer día se inscribieron 9000 jóvenes).

En una nota de Mariana Iglesias expresa que «Ni» es una negación. «Ni Ni» es una doble negación. Así se les llama a las y los adolescentes que no pueden estudiar y tampoco tienen un trabajo. Se dice que son un millón en el país. Y que casi siete de cada diez son chicas con niños a cargo. Estos niños pueden ser sus hijos, o sus hermanitos, ya que las adolescentes suelen quedar a cargo de los más chicos de sus familias si sus madres tienen un trabajo fuera del hogar. Ni trabajan ni estudian», se repite por todos lados. Lo que no se repite es el fracaso del nivel medio de la educación. Hace años se plantea que el secundario quedó «antiguo» y no hay modificaciones. Tampoco se ahonda en el aumento del desempleo que genera pobreza. En Buenos Aires, por ejemplo, en este último año hay casi cien mil nuevos pobres. Y es la ciudad más rica del país. Ni se habla del embarazo adolescente: 7 de cada 10 embarazos a esta edad son no deseados, es decir, no fueron planificados. Aquí, lo que falta, es que la Educación Sexual Integral se aplique y llegue a cada uno de los alumnos de todo el país en todos los niveles educativos. Tampoco se habla de abrir nuevas escuelas: en la ciudad de Buenos Aires hay 22 mil chicos sin vacantes. Ni se propone firmar convenios con empresas, organismos del Estado o asociaciones civiles para que les den empleo a los jóvenes». Esta reflexión es muy crítica de que la Gendarmería sea el lugar de acogimiento de estos jóvenes para su capacitación.

En este programa de Terapia de Noticias (lamentablemente el video ha caducado) se debatió la iniciativa gubernamental. En un momento del intercambio se planteó un caso de «jóvenes en conflicto con la ley«, por lo que es posible inferir que -en un aspecto- se está pensando para ellos en que no «cuadraría un lugar de enseñanza común» (se debe tener miedo a desbordes que no se puedan manejar). De allí también los resultados de la encuesta que mencionáramos al principio.

Por su parte en esta nota del diario Clarín expresa que el «especialista en Educación, Gustavo Iaies no ve mal esta iniciativa, aunque remarca que se trata de una idea de campaña. «Todavía es muy prematuro para tener una opinión formada, pero también entiendo que con esos chicos que no hacen nada hay que hacer algo. Fundamentalmente algo que tenga método, que los ordene, que les den pautas y orden para hacer algo cada día a determinado horario», expresa el educador. Cuando dice «algo», Iaies remarca «adquirir herramientas y contenidos que demanda el mercado laboral. Es clave que alcancen algún conocimiento que les pueda ser de utilidad para un futuro». Sobre si es Gendarmería la institución correcta para brindar esa preparación, el especialista cree que esta fuerza «pondrá los edificios y quiero imaginar que en el proyecto habrá educadores, especialistas, y en ese sentido diría que no es malo que eso suceda en lugares donde los pibes no fracasaron«.

Iaies habla de que «esos pibes deberían tener revancha en otro lugar que no sea la escuela, a la que abandonaron por algún motivo. Por eso insisto en que me parece positivo si se lo arma en serio, con pedagogos que produzcan un contenido«. Por otra parte, el también licenciado en Ciencias de la Educación (UBA) no vincula el Servicio Cívico Voluntario con el no bien recordado Servicio Militar Obligatorio. «Creo que es un prejuicio de nuestras cabezas más que la realidad. Estamos muy sensibilizados con la palabra ‘militar’ y entramos en cólera. Debemos ser más abiertos, más flexibles y buscar alternativas para contener con saberes a estos chicos sin rumbo». Iaies siente que puede haber mucha demanda de «estos chicos que necesitan que alguien les tienda una mano. Espero que esto prospere, lo encaminen seriamente y no se trata de una mera idea electoral«.

Por su parte Guillermina Tiramonti (ver esta reflexión en La Nación), siguiendo con la nota de Clarín indica que «en contraposición con Iaies está indignada con este impulso del Gobierno nacional, al que define como «de terror». Y amplía: «Los ni-ni son producto del fracaso del mercado de empleo y del fracaso de la educación. Y se busca subsanar lo mal que se han hecho las cosas para darles una mano a los chicos». Con vehemencia, Tiramonti siente que los dichos de Patricia Bullrich y esta implementación del Servicio Cívico es a partir de creer que «esos chicos que no estudian ni trabajan son una amenaza para nosotros, los de la sociedad…Si yo les doy una formación, la que sea, desde Gendarmería Nacional, los estoy poniendo en el lugar de chicos que deben ser atendidos por una fuerza de seguridad. Y si a vos te atiende una fuerza de seguridad es porque vos sos una amenaza«.

Ex directora de FLACSO, Tiramonti está convencida de que «el gobierno está enviando un claro mensaje al mandar a estos chicos a Gendarmería, en lugar insistir con destinarlos a una institución educativa, y mucho menos a una asociación que apunte al mercado de empleo. Pero no, se los busca disciplinar con Gendarmería… ¿Es la institución indicada para enseñarles valores democráticos? ¿Qué incentivos pueden tener esos chicos? No se me ocurre, salvo que piensen: ‘Soy pobre, desocupado, la única salida que tengo es ésta’. Pero es muy peligroso», concluye». Después siguen otras expresiones igualmente críticas a esta iniciativa gubernamental. Cabe destacar que el nuevo gobierno la dio de baja.

Finalmente podemos afirmar que la problemática NI NI es compleja, hay que abordarla de manera integral y desde múltiples perspectivas, no debería ser una iniciativa de campaña o -eventualmente copiada de otros contextos- y lo que se requiere es cambios en el sistema educativo (en particular la escuela secundaria), la formación profesional y la articulación virtuosa con el mundo laboral en general, y en especial con iniciativas como las que menciona Tiramonti en La Nación (los casos de ArbustaLa Juanita, a modo de ejemplo). También hay experiencias muy valiosas en otros países como Inglaterra. Su adecuación e implementación nos puede conducir, de manera sostenida, hacia un mundo mejor.

(1) El nuevo gobierno, que asumió el 10/12/19, anuló este programa.

 

¿Esfuerzos compartidos para el ajuste y cuando volver a crecer?

La cuestión temática del ajuste la hemos abordado en esta nota. El 7/6/2018 el Gobierno y el FMI anunciaron un acuerdo stand by de ese organismo con la Argentina. Ante las dudas de que la economía argentina pudiera cancelar todas sus deudas y la inestabilidad cambiaria que se generó, el 26/9/18 se firmó un nuevo acuerdo con cambios en la política monetaria y cambiaria (ver este link y esta nota con observaciones críticas). Se ha señalado que se podría haber restructurado deuda local, tomar un préstamo menor y colocar un cepo cambiario para que no se fugaran divisas (cuestión que el gobierno no implementó).  El 26/10/18 se conoció información ampliatoria sobre el nuevo memorándum de entendimiento que tiene dudas y riesgos como los que se señalan en esta nota. En abril de 2019 se acordó cambiar el modo de intervención del Banco Central en el mercado cambiario, como una medida complementaria a otras para tratar de reducir la alta inflación.

Más allá de aspectos poco usuales (como el monto del préstamo y con una cláusula de salvaguarda que permite incrementar el gasto social si el gobierno argentino lo considerara necesario) este acuerdo ha generado un fuerte ajuste recesivo (en particular por las altas tasas de interés, el incremento de impuestos y la caída del consumo) y si bien se esperaba un repunte de la economía hacia mediados de 2019 esto no ocurrió (1). No haber podido reducir significativamente la inflación, junto con la caída de los ingresos y de la actividad económica, pone en crisis o acota seriamente el enfoque de esfuerzos compartidos en el proceso de ajuste de la economía (con la excepción del fuerte incremento de la AUH).  El gobierno, a comienzos de 2019, ha planteando algunas medidas muy parciales (junto a las anunciadas en abril) y el 14 de agosto anunció otro paquete de medidas. A fines de agosto de 2019 se considera incontinuable y plantea un panorama delicado en los siguientes meses.

(1) El resultado de las Paso en agosto de 2019 ha revelado que el descontento por el muy severo ajuste en tan poco tiempo ha impactado en amplios sectores de la población. Ello se ha reflejado en el salto del tipo de cambio, y nuevamente en el alza de la tasa inflación (que se busca morigerar con la eliminación del IVA en alimentos hasta el 31/12/19). Según Carlos Pagni se ha llegado a un punto final en el acuerdo con el Fondo.

¿Qué hacer con el Conurbano?

La cuestión del ordenamiento territorial y una armoniosa distribución de la población es una cuestión problemática en una gran cantidad de países, (por no decir en la mayoría) dadas las migraciones de lo rural o del campo a las ciudades. En el caso de las metrópolis y las megalópolis esto se agrava.

En el caso argentino la «conurbanización» de ciudades se da en varias de ellas, pero -sin duda- donde mayor impacto ha tenido es alrededor de la ciudad de Buenos Aires, dando lugar a la Región Metropolitana de Buenos Aires, el Área Metropolitana de Buenos Aires, u otras denominaciones similares (un análisis al 1/09/2020 se puede ver en este video).

En este programa de LN+, Jorge Ossona, explica cómo se generó el conurbano bonaerense (1), sus principales características, su complejidad y diversidad, y finaliza diciendo que la clase dirigente no sabe bien qué hacer con él (2). Entre las connotaciones políticas de este tema se puede ver esta nota y en el libro «El Nudo» de Carlos Pagni.

Varios socios del Club Político Argentino como Fabio Quetglas, Luis Rappoport y Pedro Del Piero (presidente de la Fundación Metropolitana, institución que organiza los Foros Metropolitanos) se han venido refiriendo «propositivamente» a esta temática, desde una perspectiva sistémica y nacional.

Respecto del ¿qué hacer? habría dos líneas principales de acción:

  1. La señalada por Pedro Del Piero, desde la Fundación Metropolitana, referida a incentivar la disminución de la tasa de población que habita en la región, promoviendo las migraciones hacia el interior del país. De hecho, esto se ha venido produciendo con los porteños que se visualizan viviendo en Merlo (San Luis), el crecimiento del partido de Pinamar (es impresionante cómo han crecido lugares como Costa Esmeralda, sólo como un ejemplo), en Añelo (Vaca Muerta), no sé con el desarrollo de la minería como el litio?, etc. Lo ideal sería un plan de desarrollo como vienen proponiendo Eduardo Levy Yeyati y dirigentes como Gerardo Morales, Lilita Carrió, Horacio Rodriguez Larreta…. con un despliegue territorial donde hubiera muchos Tandil. Entre tanto habría que publicitar los lugares dónde es posible hoy migrar (solo como señala esta nota).
  1. La otra línea posible de acción es qué hacer con la región metropolitana actual, por lo cual desde la Fundación Metropolitana se promovió una Agencia Metropolitana, que se formaría con los técnicos disponibles del gobierno nacional, de la Ciudad, de la PBA y eventualmente de universidades de la región (o sea sin contratar personal). Tendría que analizar, por ejemplo, como implementar en el territorio políticas transversales (como la mejora de la educación y la formación profesional) y a la vez desagregar qué se podría hacer para el desarrollo sectorial en la industria textil e indumentaria (frente al cierre de talleres de bolivianos y formalizando y con asistencia técnica a talleres de argentinos, que hoy están en la informalidad, reconfigurando cadenas de valor como hoy presenta La Salada, y las demás “saladitas”), la industria del cuero (ver ejemplos de mayor valor agregado como este o capacitaciones como esta, las distintas ramas de la construcción, tendido de redes (en particular de fibra óptica), la economía del cuidado de las personas con distinto tipo de fragilidad o minusvalía, la economía del cuidado y regeneración de la naturaleza de la región (saneamiento de las cuencas Matanza-Riachuelo, Reconquista…. ribera del Rio de la Plata…con la colaboración voluntaria de vecinos y ongs), la economía circular (su incremento y mejora dando mayor valor agregado como es el reciclaje de materiales electrónicos), la economía del conocimiento (desde testeadores de video juegos hasta programadores), de las profesiones vinculadas con la cultura y el deporte, etc.

Son algunas ideas para reflexionar y evaluar para quienes tienen responsabilidades en políticas públicas.

(1) La nota de Ossona también puede verse en este video.  Pedro Del Piero ha señalado con acierto, por ejemplo en el Foro de BAM21 («Buenos Aires Metropolitana y sus estadísticas»), que la expresión «conurbano» tiene una connotación negativa, y que es mejor utilizar otras denominaciones como Buenos Aires Metropolitana o similares.

(2) Véanse propuestas como esta y articulaciones exitosas como esta.

Inestabilidad, Fuga y ¿Qué hacemos?

Entre los temas recurrentes de la economía argentina ha estado su inestabilidad, o no poder tener un sendero sustentable de desarrollo con equidad, con los efectos indeseables que ello genera (como plantea el dibujo de Nik -para el diario La Nación- que hemos colocado en la entrada a esta nota). Uno de estos efectos ha sido la fuga de divisas, sea hacia el extranjero o fuera del circuito interno (en el denominado «colchón»). Esto último ha sido cuantificado al primer trimestre de 2018 en U$S 276.449 millones (según esta nota) y abordado de distintas maneras como -por ejemplo- desde la revista Finanzas y Desarrollo del FMI hasta por un programa televisivo del 8/7/2018 (desde el minuto 31 en adelante de este video), y por nuestro blog, además de por numerosos especialistas. En esta nota se lo actualiza a julio de 2020.

¿Cuales serían las principales causales? A nivel de hipótesis, plantearemos que:

  • luego de la crisis de 1930 no encontramos un sendero de desarrollo sustentable que armonizara nuestra inserción internacional de manera diversificada (en particular a nivel industrial), con el mercado interno y con una equidad que se sostuviera en el tiempo (1),
  • los distintos sectores y clases sociales entraron en una puja distributiva -que se alternan en el tiempo- y generan un fenómeno pendular en situaciones y políticas, dando lugar a una grieta estructural donde -más allá del corto plazo- a la larga todos perdemos. Lo hemos mencionado en una nota donde hicimos referencia a Guillermo O’Donnell (en especial en su texto “Estado y Alianzas en Argentina, 1956-1976”), y comentado en distintos artículos como este, donde este comportamiento pendular se refleja en lo que la jerga económica llama “stop and go“.
  • concomitante con lo anterior es querer vivir más allá de nuestras posibilidades y ello se refleja en el déficit fiscal y en que gastamos más dólares de los que generamos (déficit del balance de pagos). Muchos economistas lo vienen planteando y empresarios, como Javier Madanes Quintanilla en el programa Odisea Argentina (desde el minuto 6,30 en adelante de este video), lo han resaltado. Según este último no es un problema tan grave como los países que han pasado por guerras, pero hay que sortear y resolver la crisis actual,

entre otras.

Si las hipótesis mencionadas sobre las principales causales fueran verdaderas, entonces: ¿qué hacer?. No es fácil responderlo en un mundo preocupante, donde parece predominar el «sálvese quien pueda». Más allá de que sería deseable «otra globalización» (que habría que impulsar en los foros internacionales) y un cambio profundo, a nivel interno algunas líneas de acción podrían ser:

  • paralelamente a que se impulsan las ventajas comparativas que tenemos el agro (2), con un plan agroindustrial, la minería (y la posibilidad de agregar valor al litio como están empezando a hacer Chile y Australia), el shale gas de Vaca Muerta (también se puede ver esta nota) (3), los recursos energéticos renovables y paisajísticos en turismo), hay que potenciar el valor agregado tanto de las ventajas mencionadas como de las ventajas competitivas derivadas del conocimiento (en esta línea ver este link), así como potenciar las posibilidades de exportar a países como China o el desafío que nos plantea el Acuerdo UE-Mercosur. Contar con políticas adecuadas, nos permitirá generar trabajo formal y más dólares para resolver el déficit de balance de pagos que tenemos,
  • es necesario tener una macro previsible y más o menos equilibrada, que incluye una inflación baja, una rentabilidad razonable para la inversión productiva, y un tipo de cambio real estable… Porque la dolarización de facto se debe a la incertidumbre y depreciación del peso, originada en los desequilibrios macro , la falta de proyectos productivos y el permanente cambio de las reglas de juego, (4)
  • relacionado con lo que venimos de mencionar, el tipo de cambio (en el marco de una flotación administrada) debería acompañar lo anterior y deberían consensuarse medidas que morigeren el traslado a precios internos, en especial de los alimentos. En general hay consenso que las retenciones no son una buena medida o «ideal», pero la actual crisis económica y con un tipo de cambio muy alto, las ha re-instalado,
  • paralelamente -y en el marco de lo mencionado más arriba- la política monetaria y el sector financiero tendrían que tener instrumentos que fomenten la canalización del ahorro hacia la inversión, evitando la especulación y vehiculizando los dólares fugados hacia los sectores productivos. Para esto hay que reconocer que la mitad del pbi está en dólares fuera del circuito productivo (es decir que hay una dolarización «real» de una parte importante del ahorro), y que la solución no es la dolarización «formal» de la economía (5). Pero sí hay que fomentar y difundir instrumentos (como las obligaciones negociables en dólares), así como crear otros (vía bancos, plataformas virtuales) que faciliten -en el marco de una economía bimonetaria- la entrada al circuito formal de inversión productiva,
  •  el estado debe ser eficiente en sus servicios, el gasto debe ser responsable sin generar déficit fiscal, y los impuestos deberían bajar los que afectan la producción (incluyendo modalidades de desgravación a sectores «sensibles» para el empleo y nuestro sendero sustentable de desarrollo) y subirlos de manera progresiva a los ingresos personales. Los acuerdos sectoriales entre estado, empresarios y sindicatos, deberían comprometerse en esta dirección. Las reglas deben ser estables (seguridad jurídica) que posibiliten la generación de flujos de riqueza en el tiempo. Esto generará mayor sostenibilidad económica,
  • La equidad también habría que promoverla con formas de redistribución impositiva, la participación de las ganancias y otras formas de intercambio. así como ir reduciendo la pobreza pasando de lo asistencial a lo formativo, y de la economía popular (a sostener) a la economía social y productiva. Esto nos podría conducir a ir construyendo confianza mutua, morigerando las injusticias, ir solucionando la cuestión de la puja distributiva y posibilitando sustentabilidad social,

entre otros.

Claro, habría que entrar en mayores detalles sobre las medidas, sabiendo que no es fácil modificar una cultura del corto plazo y de ventajas corporativas. Sin embargo creemos que si hacemos un ejercicio colectivo de visualización de «a dónde podríamos estar en un futuro relativamente cercano», y que ese escenario será «ganador-ganador», tal vez nos estimule a cambiar. Ello nos podrá ir conduciendo a un mundo mejor.

(1) en esta línea va la reflexión de Juan Llach en este texto, un reportaje a Pablo Gerchunoffuna nota de Eduardo Fidanza y esta mesa redonda.

(2) sobre la posibilidad de una exportación significativa de legumbres a la India se puede ver esta nota.

(3) Deben tenerse en cuenta dos elementos sobre esta forma de generación de energía: 1) abaratamiento de los costos de las energías renovables frente a la extracción de shale como expresa esta nota (por lo tanto que requieran un subsidio ilimitado) y experiencias como las de Alemania, 2) los efectos de las energías fósiles y la producción no limpia en el cambio climático.                                                            

(4) agradezco el comentario de Jorge Remes Lenicov.

(5) sobre la cuestión de la dolarización hemos escrito esta nota.                                                                                                                                                  

El Manual del Buen Capitalista

En este blog nos hemos referido al concepto de sistema económico y su evolución histórica. Cabe destacar que, en cada tiempo y espacio, los sistemas no se han presentado de manera homogénea, sino que han habido variedades. Ello ha sucedido también con el capitalismo (como se menciona en la imagen de la entrada) que es un sistema fruto de una larga evolución que viene desde la aparición del excedente (su generación y apropiación), la distribución del trabajo (y subyacentemente cómo se valora lo que cada uno aportalas relaciones de poder asociadas), la propiedad, el proceso de individuación y el incremento del comercio y el capital hasta nuestros días. La búsqueda del lucro y la propiedad privada de los medios de producción son sus características generales, pero sus particularidades difieren en cada contexto.

Sobre esto último tomamos el enfoque de Karl Polanyi que señala (1) que la economía humana está encastrada y englobada en instituciones económicas y no económicas. El estudio del desplazamiento de la economía en la sociedad no es nada más que el estudio de la forma en que el proceso es institucionalizado en diferentes épocas y en diversos lugares. Este autor llama a los sistemas «modelos de integración», donde los principales modelos son la reciprocidad, la redistribución y el intercambio. La reciprocidad supone movimientos entre puntos de correlación de grupos simétricos; la redistribución designa movimientos de apropiación  en dirección a un centro, y luego de este hacia el exterior. El intercambio se refiere a los movimientos de “va y viene” tales como los cambios de “manos” en un sistema mercantil. En los últimos de algo más de 200 años este intercambio ha tomado la forma de «mercado» en un sistema capitalista. Será distinto como se expresa en Haití, en Suecia, en Estados Unidos, en Argentina… de acuerdo a cómo se ha dado su evolución histórica (ver caso argentino) y formas de «encastramiento» -como dice Polanyi- con esa cultura, sociedad y sistema político-institucional.

Por lo tanto, si bien el capitalismo tiene rasgos comunes, no se lo puede uniformar en una sola expresión histórica. Pensar en un estereotipo único y sin variación en el tiempo y en el espacio es una ingenuidad conceptual o idealización. De alguna manera es esto a lo que se refiere el sociólogo Ernesto Fidanza cuando habla del “manual del buen capitalista” -del que hemos tomado el título de esta nota- (ver este video del minuto 10,35 en adelante) respecto del enfoque de quienes lideran el gobierno argentino desde fines de 2015, seguramente como forma de polarización y diferenciación del gobierno anterior (2)

Suponen un “capitalismo de mercado” donde el sistema funciona de una manera “orgánica” y racional, y se si liberan todas las restricciones las inversiones (en particular externas) fluirán y el progreso será generalizado, disminuyendo la pobreza. La realidad es más complicada que eso, donde también no se dialoga entre los que usan manuales o enfoques monetaristas y los que utilizan manuales o enfoques estructuralistas, faltando mediaciones y diálogo profesional (buscando acordar frente a una realidad compleja) entre ambos. El resultado de ello deriva en la situación económica de fines de agosto de 2018 de Argentina, donde se genera también un problema político.

Ojalá se pueda ejercer un verdadero discernimiento y se encuentren soluciones urgentes para el corto plazo y un sendero de desarrollo sustentable para el mediano y largo plazo (3).

(1) «The Economy as an Instituted Process» en Trade and Market in the Early Empires. Economies in History Theory, The Free Press, New York, 1957.

(2) Una actualización de este tema a junio de 2019 se puede ver esta nota frente a los desafíos de un nuevo gobierno.

(3) En este blog hemos planteado un enfoque más ambicioso de cambio profundo y de ir convergiendo hacia un postcapitalismo.

¿Cómo sigue el ciclo?

Sabemos que la vida tiene ciclos: la naturaleza, nosotros como personas, nuestras instituciones, países….y dentro ellos están los ciclos económicos como los que se muestran en la imagen de la entrada (faltan acentos en palabras). Trataremos de focalizarnos en los ciclos económicos, con especial énfasis en el caso argentino.

A nivel global, si bien la economía mundial -en promedio crece al 3,1%– se presenta un escenario futuro incierto. Ello se da debido, además de la crisis económica de Turquía, principalmente a que estamos en los inicios de una guerra comercial entre Estados Unidos y China, tal como se describe en esta nota. El escenario optimista es que las medidas tomadas hasta ahora por cada uno terminen finalmente en una negociación donde no se incremente este conflicto o se llegue a un acuerdo (como es el caso de EEUU y UE al 26/7/18). El escenario pesimista es que termine en una crisis peor (v.g. no acuerdo con China) que la de 1929/30, y conocemos lo que vino después…

En el caso de la economía argentina la evolución de producto interno bruto (o riqueza generada) per cápita se parece -aproximadamente- a una especie de montaña rusa (con tendencia decreciente), en la cual estamos entrando (a mediados de 2018) en una fase recesiva. Entre las preguntas que nos hacemos es ¿cómo sigue?: si va a adoptar la forma de continuar en una pendiente negativa (lo más probable), o de «v», de «L», de «u»…. A continuación glosaremos distintas opiniones.

Hay opiniones pesimistas como las de Walter Graziano respecto de que el acuerdo con el FMI pone en riesgo la solvencia pública, así como la de Joseph Stiglitz, otras optimistas como las de Mario Blejer en el programa «Terapia de Noticias», así como la de Marina Dal Poggetto en esta nota donde plantea la complejidad, riesgos y posibilidades del camino que estamos transitando. A comienzos de septiembre de 2018, en el contexto de un dólar que estuvo rondando en los $ 40 (luego cayó por la nueva política monetaria), se anunció un conjunto de medidas y la renegociación de un nuevo acuerdo con el FMI. Un informe del Ministerio de Economía (considerado como un «borrador de trabajo») señala que se espera una inflación del 42% y una caída de la economía en 2,4%.

El ciclo se da en un contexto histórico (o ciclo «más largo») que tiene tendencia «a la baja» (tanto en caída de pbi y de incremento de pobreza) y que hemos planteado -en términos generales- en este artículo. En el mismo hemos esbozado algunos lineamientos de cuestiones estratégicas que entendemos habría que encarar. Ojalá que los aportes serios, tanto de diagnóstico como de caminos a seguir, sean realizados de buena fe, compartiendo esfuerzos en las acciones, con un «piso» de medidas para los más débiles y tratando de que nos conduzcan a un futuro mejor.

PD: luego de escribir esta reflexión apareció la opinión de Pablo Gerchunoff en Clarín con el título de «la crisis económica actual es una más en medio de una Argentina sin brújula», que se relaciona con la idea de un ciclo que no encuentra un sentido superador de sus problemas. Del mismo modo, es interesante la opinión de Eduardo Levy Yeyati, a mediados de agosto de 2018, en este video, y esta nota de Guillermo Rozenwurcel y Ramiro Albreu del 21/11/18.