¿Esfuerzos compartidos para el ajuste y cuando volver a crecer?

La cuestión temática del ajuste la hemos abordado en esta nota. El 7/6/2018 el Gobierno y el FMI anunciaron un acuerdo stand by de ese organismo con la Argentina. Ante las dudas de que la economía argentina pudiera cancelar todas sus deudas y la inestabilidad cambiaria que se generó, el 26/9/18 se firmó un nuevo acuerdo con cambios en la política monetaria y cambiaria (ver este link y esta nota con observaciones críticas). Se ha señalado que se podría haber restructurado deuda local, tomar un préstamo menor y colocar un cepo cambiario para que no se fugaran divisas (cuestión que el gobierno no implementó).  El 26/10/18 se conoció información ampliatoria sobre el nuevo memorándum de entendimiento que tiene dudas y riesgos como los que se señalan en esta nota. En abril de 2019 se acordó cambiar el modo de intervención del Banco Central en el mercado cambiario, como una medida complementaria a otras para tratar de reducir la alta inflación.

Más allá de aspectos poco usuales (como el monto del préstamo y con una cláusula de salvaguarda que permite incrementar el gasto social si el gobierno argentino lo considerara necesario) este acuerdo ha generado un fuerte ajuste recesivo (en particular por las altas tasas de interés, el incremento de impuestos y la caída del consumo) y si bien se esperaba un repunte de la economía hacia mediados de 2019 esto no ocurrió (1). No haber podido reducir significativamente la inflación, junto con la caída de los ingresos y de la actividad económica, pone en crisis o acota seriamente el enfoque de esfuerzos compartidos en el proceso de ajuste de la economía (con la excepción del fuerte incremento de la AUH).  El gobierno, a comienzos de 2019, ha planteando algunas medidas muy parciales (junto a las anunciadas en abril) y el 14 de agosto anunció otro paquete de medidas. A fines de agosto de 2019 se considera incontinuable y plantea un panorama delicado en los siguientes meses.

(1) El resultado de las Paso en agosto de 2019 ha revelado que el descontento por el muy severo ajuste en tan poco tiempo ha impactado en amplios sectores de la población. Ello se ha reflejado en el salto del tipo de cambio, y nuevamente en el alza de la tasa inflación (que se busca morigerar con la eliminación del IVA en alimentos hasta el 31/12/19). Según Carlos Pagni se ha llegado a un punto final en el acuerdo con el Fondo.

Confianza

Las dos primeras definiciones de confianza del Diccionario de la Real Academia Española se refieren a «esperanza firme que se tiene de alguien o algo» y «seguridad que alguien tiene en sí mismo». Forma parte de una de las cualidades centrales del ser humano de acuerdo a la frase de la imagen de la entrada.

De acuerdo a lo indicado por esta referencia, y según psicóloga Adriana Guraieb, la confianza «es uno de los cimientos sobre los cuales se edifican las relaciones humanas.  Creer en el otro otorga la posibilidad de confiar sin que ello signifique una garantía de veracidad. «Si los seres humanos fuéramos totalmente transparentes ni siquiera haría falta la confianza, pero como no siempre somos del todo sinceros, es necesario apelar a este sentimiento». Luego agrega que «es el termómetro de la implicación y la vinculación que tenemos con los demás y, si en algún momento hay una mentira y la confianza está consolidada, entonces la persona sabrá y podrá esperar, preguntar, entender y, si hiciera falta, perdonar. Es necesario atreverse a dar, darse y otorgarse una segunda oportunidad, antes que criticar herir o cortar una relación, desde luego todo con un límite de respeto y dignidad con el otro». Siguiendo con esta fuente será fundamental «la calidad de los vínculos amorosos de la primera infancia, es decir, que el tipo de relación que haya tenido con sus padres o aquellos adultos que los criaron, determinará su relación que tengan a futuro con sus pares».

De lo anterior se deduce que la confianza es clave para la vida social, y por lo tanto para la vida económica y política. Se destruye cuando uno no se respeta y valoriza a uno mismo y al otro, prevalece un amor enfermizo hacia uno mismo (narcisismo extremo), no se cumplen las normas (prevalece la anomia) y se enfocan las relaciones en función de que «el fin que justifica los medios» y «el sálvese quien pueda». ¿Qué pasa cuando sucede lo anterior? De mínima es muy difícil tener un proyecto en común de mediano y largo plazo (con todas las implicancias que ello tiene) y se busca «resolver» esto implementando un conjunto de controles públicos «ex-ante» burocráticos (con costo de tiempo y, por lo tanto, económico) (1) para evitar situaciones de fraude. De máxima, y en épocas de crisis, terminan prevaleciendo los regímenes autocráticos (2), se cercenan las libertades y prevalece el miedo.

En el caso argentino en una nota de Marita Carballo, en el diario La Nación del 16/11/2016, se afirma -entre otras cosas- lo siguiente: «Desafortunadamente, en la Argentina sólo dos de cada diez personas declaran que se puede confiar en la mayoría de la gente, en tanto que los ocho restantes consideran que hay que tener mucho cuidado cuando se trata con los demás. Casi todos los argentinos confían en sus familias, pero el porcentaje va descendiendo a medida que nos alejamos del círculo más íntimo, llegando apenas a tres de cada 10 quienes piensan que se puede creer en la gente con la que interactúan por primera vez porque es probable que intente perjudicarlos… 

En la Argentina, esta baja confianza interpersonal va de la mano con una escasa credibilidad en la mayoría de las instituciones, sobre todo las más ligadas al sistema político. Las dos instituciones en las cuales se confía mayoritariamente son la Iglesia (65%) y las ONG (63%). Las más críticas son los partidos políticos (15%), los funcionarios públicos y los sindicatos (17%), la Justicia (18%) y el Congreso (26%)».  Lamentablemente no hay evidencias de que hayan habido cambios sustanciales de esta situación -al mes de abril de 2018- no sólo a nivel de la población sino en declaraciones de Ministros y sus implicancias a nivel internacional.

Es de esperar que haya cambios culturales significativos, no sólo en Argentina sino también en los demás países que presentan situaciones similares, así  como entre países donde predominan relaciones de dominio generando un mundo preocupante y crecientemente desigual. Podemos tener la certeza que con desconfianza no construiremos un mundo mejor.

(1) en cambio de implementar normas de autocontrol de proceso y de resultado (posibles de ser auditadas), así como normas públicas de control ex post eficaces, ágiles y muy severas en sus condenas para quienes infringen las normas (como es el caso de países del norte de Europa).

(2) una versión satírica de esta situación se puede ver en la película cubana «La muerte de un burócrata«.

Armas, Desconfianza y Libertad Negativa

¿Por qué mucha gente «se arma»? Sin duda para defenderse de situaciones que puedan dañarlas, porque no tienen confianza en el rol del Estado vinculado a la seguridad, así como tampoco confían en poder controlar -sin ayuda institucional- la agresividad de otras personas… en particular en determinados contextos.

En la imagen de la entrada se muestra una foto del productor y director de cine norteamericano Michael Moore, cuando filmaba la película «Bowling for Colombine«. La misma comienza centrándose en un trágico tiroteo que tuvo lugar en 1999 en el establecimiento educativo Columbine High School y de allí realiza una reflexión acerca de la naturaleza de la violencia en los EE.UU.

En esa sociedad y en esa cultura el tema tiene características específicas: está asociado a «la libertad negativa«, a valorizar el individualismo (excepto cuando se refiere al patriotismo o al comunitarismo local o religioso), al escepticismo, sospecha e incluso -a veces- odio al gobierno federal, a la interpretación amplia de la Segunda Enmienda de su Constitución (que sanciona el derecho universal a portar armas), al nacionalismo y, podríamos decir también, vinculada a una cuestión de «superioridad», en el sentido de que «la moral de ese país está por encima de la de los demás pueblos». Esto último aparece en el texto del historiador norteamericano Nicolás Schumway, denominado «La Invención de la Argentina, Historia de una Idea» (Emecé, 1992), cuando compara «las ficciones orientadoras originarias» que surgieron al comienzo de nuestros dos países. Refiriéndose a su país, en la página 20 de este libro dice: «El sueño puritano resultó una ficción orientadora muy adaptable, y las generaciones subsiguientes de norteamericanos la transformaron en conceptos como los de destino manifiesto y la protección del mundo libre, así como la idea de que los Estados Unidos deberían aspirar a una norma moral más alta que otras naciones, norma que sigue siendo invocada por gente tan distante como predicadores evangélicos y militantes de los derechos civiles».

Todo parece indicar que

  • «armarse hasta los dientes»,
  • ser individualista,
  • no confiar en los demás y en el Estado,
  • así como sentirse superior (tal vez, relacionado -entre otros- al arquetipo del «cowboy» y su rol en el «western» representado por Hollywood),
  • junto a los poderosos intereses de la fabricación y ventas de armas -vinculados con el poder-,

no nos conducen a un mundo mejor.

Para superar lo anterior –agregando el miedo– y tomando el eje de «la confianza», hay indicadores que muestran (desde una perspectiva interpersonal) como en determinados países es más alta que en otros.  El país que encabeza es Noruega, donde se valoriza la construcción «sistémica de la confianza«, y por lo tanto en la generación de «otro contexto» con cambios en su interior. Hay también otros países, como el ejemplo que menciona Moore de Canadá, que se puede visualizar en la 1 h, 09 min de la película»Bowling for Colombine» .

Por lo tanto hay experiencias que indican que «es posible» vivir de otra manera. Sabemos que es difícil llevar esto a las diversas realidades y a un nivel global pero, seguramente, coincidiremos que es un desafío -que «vale la pena»- jugar nuestra libertad positiva en la construcción de la paz.