Trabajo y Educación

La educación, sin duda -además de diferente al trabajo, tiene finalidades más amplias que este último. La educación en valores y actitudes (tan importante en un mundo –por momentos- muy hostil y poco fraterno, así como para el trabajo en “equipo, grupo u organización”), en ciudadanía (ahora con alcances no sólo nacionales sino también universales), en artes, en lectoescritura y literatura, en deportes… son aspectos muy significativos.

Lo anterior hace al desarrollo integral de la persona, y por lo tanto impacta directamente en las acciones que esta encara, como es el caso del trabajo. Pero lo que más relaciona a estas dos dimensiones es la educación en competencias, tanto las denominadas “blandas” como las denominadas “duras

En eventos  donde se abordó esta problemática, se ha definido a las competencias blandas a las vinculadas con actitudes como comportamiento personal, desempeño social, liderazgo y manejo emocional. Por su parte las competencias duras, son aptitudes relacionadas con conocimientos específicos en oficios o profesiones necesarios para desempeñar eficientemente una tarea. Sin duda, la combinación de ambas hace al talento (tanto original como adquirido) de la persona.

La educación integral es muy importante, incluida la preparación para el ocio creativo. En lo que se refiere al trabajo y dado que irán desapareciendo los trabajos manuales susceptibles de ser reemplazados por la inteligencia artificial, en general hay coincidencia que la mayoría de estos puestos requerirán una formación en ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas (el tipo de habilidades que los expertos agrupan bajo el acrónimo STEM) por lo cual será muy relevante no sólo la alfabetización digital y la alfabetización en robótica, sino también las áreas señaladas.

En el caso argentino, así como en otros países, se está requiriendo de programadores. y de allí la importancia de la formación en este campo. El caso de empresas como Globant así lo demuestran. Junto con la enseñanza a nivel secundario y terciario es bueno la articulación con el mundo del trabajo, como es el enfoque y práctica del sistema de formación dual en Argentina y otros países del mundo.

Sin embargo, al día de hoy, podemos afirmar que todas las profesiones que requieran de la empatía y cuidado humano específico seguirán siendo requeridas. Entre ellas podemos mencionar: trabajadores en salud mental y abuso de drogas, terapistas ocupacionales, odontólogos, tareas creativas como arte, cine y teatro, educación, cuidado de gente mayor (longevidad) así como tareas específicas de mantenimiento de bienes (casas, autos, artefactos).

No es un tema menor cambiar las estrategias y formas de enseñanza. En el capítulo 9 del libro de Santiago Bilinkis, referido a la educación (que se puede bajar gratuitamente por internet)  hace hincapié en aprovechar los aportes de las neurociencias así como hacer atractiva y atrapante la enseñanza (por ejemplo con la utilización de videojuegos). También es bueno articular, en general, la teoría y la práctica, y prepararnos para los trabajos del futuro.

Entre tanto habrá que estar atentos a la evolución de la inteligencia artificial y sus impactos, teniendo presente especulaciones como las planteadas en el texto Homo Deus y el rol del estado expresado por personas como Elon Musk. Si además de ser inteligentes podemos ser sabios, seguramente construiremos un mundo mejor.

PD: Es muy importante la vinculación entre la oferta educativa (por ejemplo universitaria) y las necesidades del sector productivo. Según esta nota para la Argentina estaría desfasada.

Evolucionar

La ciencia nos dice que nuestros genes siguen “evolucionando.  Por otro lado en un artículo de Regis Meyran («¿Se halla la cultura en los genes?«, Revista Temas, Investigación y Ciencia 1er trimestre 2017) «, expresa que «como señaló el epistemólogo Patrick Tort, el propio Darwin había propuesto un argumento que se opone al determinismo genético de los sociobiólogos: la cultura puede contrarrestar la selección natural, ayudando a los más pobres, por ejemplo, con la invención de las leyes sociales». De allí la importancia de la cultura, y del sentido que esta tenga, en la evolución.

Así mismo el universo (del que somos parte) también sigue evolucionando. Nosotros, como humanos, estamos haciendo nuestro aporte al cambio del planeta Tierra: más allá de aspectos vinculados con el cuidado, en general viene predominando lo contrario y ello se refleja con el cambio climático cada vez más virulento y tendencialmente adverso.

Por otro lado en lo que se refiere a nuestro conocimiento vinculado con la ciencia y la tecnología se ha ido incrementando, y en la actualidad viene creciendo exponencialmente.

En cuanto a nuestros vínculos sociales, económicos y políticos, el progreso vinculado con lo material y a una civilización con derechos cada vez más amplios ha sido indudable. Sin embargo la desigualdad ha aumentado, la pobreza tiene amplias características, las guerras emplean cada vez armas más poderosas y letales…

Lo anterior pone en duda si la denominación «sapiens» (sabio) en nosotros humanos es correcta. ¿Nuestra conciencia ha transformado nuestra inteligencia en sabiduría? Coincidiremos que la respuesta es, en general, negativa, más allá de personas, grupos o importantes sectores de la sociedad que si lo han logrado.

El astrofísico Carl Sagan, en un capítulo de su serie Cosmos, se preguntaba sobre la posible existencia de extraterrestres y por el hecho de que estuvieran navegando por el universo. En el libro del mismo nombre (Ed. Planeta, Barcelona, 1985) en la página 311, afirma que “es muy probable que el solo hecho de que hayan sobrevivido tanto tiempo demuestra que han aprendido a vivir con ellos mismos y con los demás”. ¿Nosotros hemos aprendido? ¿Tenemos mayor conciencia?

Seguramente coincidiremos en que no nos queda mucho tiempo para aprender y evolucionar en este sentido.