¿Soluciones para los desesperados?

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La desesperación humana, como sabemos, tiene distintas causas: de salud, emocionales, situaciones económicas extremas… En esta nota intentaremos hacer una reflexión sobre esta última y su impacto en las migraciones y en un modelo de globalización insostenible.

En una nota de Marcelo Cantelmi, titulada «el auténtico drama no es a dónde buscan llegar, sino de dónde y de qué están huyendo«, señala la masiva migración de desesperados de Siria, Libia, y norte de Africa hacia Europa, y cómo se lo intenta resolver con un sistema de cuotas entre países, u otros -como el nuevo gobierno de Italia- no dejándolos entrar. Algo similar se podría decir sobre las distintas medidas que ha tomado el Presidente Trump con los migrantes de centro américa y Méjico (así como de otros países) que lo ha llevado al extremo de enjaular a niños que separaron de sus padres. Finalmente, y al momento de redactar esta nota, esta última medida fue revisada.

Estos dramas ¿se pueden resolver con muros, prisiones, dejar morir en el Mediterráneo…..? Si lo que predomina es la ferocidad humana frente a una invasión pacífica de menesterosos, la respuesta será positiva. Si predomina la sensibilidad, articulada con la razón y valores de justicia y solidaridad, se podrán buscar otros caminos.

Los otros caminos tienen que pasar por reformular el modelo de globalización que ha surgido luego de la Segunda Guerra Mundial, con una nueva forma de institucionalización que disminuya una desigualdad creciente captando recursos de los sectores de más altos ingresos (y/o de transferencias financieras a nivel global) y aplicándolos a un fondo de desarrollo de los países desde donde emigran estas personas. Lo anterior también es válido respecto de la situación al interior de los distintos países donde viven personas en situaciones de pobreza e indigencia. También conlleva a que, en cambio de generar nuevas alternativas de dominio y de conflicto (como la guerra en el espacio o alentando divisiones en países del medio oriente), se reorienten esos recursos a la construcción de la paz y la eliminación de la pobreza. Esto nos puede conducir a un mundo mejor.

 

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