La Amistad

Al momento de escribir esta nota se celebra en la Argentina el día del amigo/a. La frase atribuida a Voltaire -de la imagen de la entrada- (1) nos relaciona la amistad con la vivencia «del bien».

En el excelente libro de Luis Kancyper, «Amistad. Una hermandad elegida. Estudio psicoanalítico» (Ed. Lumen, Tercer Milenio, Buenos Aires, 2014) se reflexiona en profundidad sobre este tipo de vínculo entre los seres humanos. A continuación glosamos algunas partes del mismo:

  • En «Amistad y la compasión no posesiva» cita una frase de F. Casas, que dice: «la palabra compasión -sentir con el otro en un momento extraordinario de unión- dejó de ser un buen sentimiento para convertirse en una mala palabra, casi como sentir lástima por el otro. Esta degradación etimológica explica bien el momento en que vivimos». Más adelante expresa que «en hebreo encontramos un desarrollo similar. Jehová es el misericordioso, El Rájamim; pero réjem significa «útero». El dios hebreo, el temible dios de los Ejércitos, es un dios innombrable, pero también presenta rasgos femeninos, como el útero que lo predispone a la misericordia. En el Pentateuco, se señala la necesidad de limitar el poder de la crueldad humana y contrarrestarlo con el poder de la compasión, incluso en el reino animal….»,
  • En «Itinerario de la compasión en la obra de Freud», menciona que «la compasión representa, junto con la vergüenza y el asco, uno de los diques de  la crueldad humana. Es una formación reactiva contra las pulsaciones pregenitales del sadismo, una forma muy particular de resistencia, cuya finalidad más evidente es detener la primitiva pulsión de apoderamiento ante el dolor de los demás del desarrollo de la capacidad de compadecer. Freud señala además que no se ha logrado todavía el análisis psicológico exhaustivo de la pulsión de apoderamiento»,
  • En «Gilgamesh y Enkidu, el texto literario más antiguo acerca de la inmortalidad, de la eternidad y de la amistad», comenta que entre los libros que Borges «consideraba imprescindibles, había seleccionado el poema de Gilgamesh, texto que pone en evidencia el poder estructurante de la amistad desde los albores de la humanidad para contrarrestar la crueldad primigenia y para procesar el trabajo de elaboración de las dinámicas narcisista, edípica y fraterna que subyacente en la realidad psíquica de los sujetos y en la psicología de las masas….»,
  • En «Amistad y fraternidad» explica que «en opinión de Derrida (1998), nociones decisivas para las políticas modernas como las de igualdad, libertad y democracia estarían construidas sobre la base de la fraternalización del género humano, orientada por la figura imaginaria del amigo y la exclusión -tal vez con agravio, perjuicio, daño o fría tolerancia- del enemigo, al cual le serían imputables todas las faltas a los ideales humanamente fraternales de los amigos. Esta noción dual del amigo/enemigo, que soporta y da sentido a los valores humanos, ocupa un lugar esencial en la definición del ser y de lo político y suele orientar en la búsqueda de definiciones ontológicas para hallar el sentido a los sujetos y a los pueblos en los momentos de coyuntura». Más adelante continúa con «o sea que el origen del sentimiento de fraternidad entre los sujetos, y entre los sujetos y el Estado, no se halla regido por una lógica utilitaria y pactista de intereses, sino que se relaciona básicamente con el poder detentado por las pasiones comandadas por Eros, que actúan sobre el poder actuante de la envidia, el rencor, los celos, el sadismo y la crueldad, comandados por Tánatos. La compasión es una de las pasiones de Eros que, junto al amor y a la amistad, propicia la empatía hacia el otro y los otros, y promueve un vehemente deseo de acompañar y mitigar el padecimiento del otro, aunque sin identificarse masivamente con él»,

entre otras reflexiones muy relevantes.

Referente a la relación entre amistad real y amistad virtual es interesante esta nota que menciona un estudio de la Universidad de Oxford publicado en el Royal Society Open Science, donde encuestaron a 3.300 personas. «Lo que observaron es que, en promedio, tenemos 155 contactos en Facebook, pero sólo acudiríamos a 14 de ellos si buscamos apoyo. Y a 4 de ellos si estamos atravesando una crisis, buena o mala. El estudio también muestra que el encuentro “cara a cara” sigue ganando la batalla».

Por último, podríamos incorporar la significación del mensaje de Jesús acerca de que Dios es amigo de los seres humanos que cumplen el mandamiento del amor (en el contexto del mensaje actualizado del Evangelio), y como extenderlo a una amistad social o una amistad civil.  Seguramente poder vivir esta dimensión vincular nos conducirá a un mundo mejor. En el contexto de lo expresado en esta nota: un feliz día !!!

(1) en algunas versiones del texto de Voltaire se menciona a la «gente honrada» como sinónimo de la «gente buena». Agradezco al amigo Sergio Manganelli la referencia de Voltaire y a Miguel Mascialino la del texto de Kancyper.

Grandeza

Muchos líderes de países y grupos han planteado el ideal de grandeza. En general, el mismo dista bastante del concepto planteado por Rabindranath Tagore (ver imagen de la entrada). Más bien tiene relación con ser poderoso, temido y admirado (por las cualidades anteriores) tanto el líder como el país de qué se trata. Esto último alimenta sentimientos nacionalistas en vastos sectores de la población, y en particular si estos sectores se consideran o están en un posición injusta como lo fue Alemania luego de la segunda guerra mundial con el Tratado de Versalles.

Pero este sentimiento no sólo tiene que ver con lo que se considera una injusticia (muchas veces acompañada de resentimiento) sino también con recuperar un pasado que se consideró glorioso (también en términos de poder). Ello se puede visualizar en la actualidad en liderazgos como los de Rusia y Estados Unidos de América. De este último país, en una nota de Madelein Albright, ex Secretaria de Estado, dice -entre otros conceptos-: «deberíamos también reflexionar acerca de la definición de grandeza. ¿Puede merecer esa calificación un país alineándose con dictadores y autócratas, ignorando derechos humanos, declarando temporada de caza respecto del medioambiente y desdeñando el empleo de la diplomacia en momentos en que todo problema serio requiere cooperación internacional? En mi opinión, la grandeza va un poquito más allá de cuánto mármol ponemos en los lobbies de nuestro hotel y de si hacemos desfiles militares de estilo soviético. Estados Unidos, en su mejor expresión, es un lugar donde personas de una multitud de orígenes trabajan en conjunto para salvaguardar los derechos y enriquecer la vida de todos.»

Salir de lo anterior conlleva tener autoridad. Según esta referencia sobre Aristóteles «siempre que alguien que sea superior en virtud y en capacidad para realizar las mejores acciones, a ése es noble seguirle y justo obedecerle». También la misma referencia menciona a Hans–Georg Gadamer (2000. Verdad y Método, cuarta edición, Tr. Manuel Olasagasti, Salamanca: Sígueme) quien afirma que «autoridad no es la superioridad de un poder que reclama obediencia ciega y prohíbe pensar. La verdadera esencia de la autoridad reside en no poder ser irracional, en ser un imperativo de la razón, en presuponer en el otro un conocimiento superior que rebasa el juicio propio. Obedecer a la autoridad significa entender que el otro —también la voz que resuena desde la tradición y la autoridad— puede percibir algo mejor que uno mismo».

Sin duda lo anterior no es fácil. Nadie está exento de caer en autoritarismos y en un poder como dominio. En la esencia del cristianismo está claro en el mensaje de Jesús: «…sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor…». Como vimos en la imagen de la entrada coincide con otros enfoques sapienciales.

Seguramente será deseable que nuestra conciencia avance en sabiduría para poder construir un mundo mejor.

El Desapego

La imagen de la entrada remite a una frase de Bodhidharma (vigésimo octavo patriarca del budismo y el primer patriarca legendario y fundador de la forma de budismo Zen. También el Taoísmo, en el capítulo 44 del Tao Te King expresa el concepto así: «El renombre o la propia persona,

¿qué es más digno de estima?
La propia persona o las riquezas,
¿qué es más importante?
Ganar o perder,
¿qué es peor?
Una gran ambición conduce necesariamente a la ruina,
quien mucho acumula inevitablemente sufrirá grandes pérdidas.
Por eso, quien se contenta
no conoce la humillación,
quien sabe refrenarse no conoce el peligro, y puede vivir largo tiempo»

La cuestión del  “desapego” entendemos que es la correcta interpretación contemporánea que respeta la esencia del concepto de “pobreza” del cristianismo: no es el elogio a la pobreza material, dado que hay que “darle de comer al hambriento, de beber al sediento…”, practicar la justicia, poner en valor los talentos. Esto último no sólo conlleva a que nos podamos proveer el alimento por nosotros mismos sino también elegir un camino «desapegado» pero orientado a un desarrollo (*) integral de la persona y la sociedad: bien planteado por la Enciclica Populorum Progressio de Pablo VI. Todo ello en el marco de que el desapego puede tomar distintas expresiones (algunas de ellas radicales, como se lo expresa Jesús al joven rico o como lo vivió San Francisco de Asís) y que somos administradores transitorios –dada nuestra corta vida- de los bienes terrenales.

Esto va en línea con el aporte de Erich Fromm en “Tener o Ser”, donde privilegia “el ser” y diferencia “el tener existencial” (compatible con lo anterior) del “tener caracterológico” (la compulsión por acumular y consumir).  Por otra parte la cuestión del “desapego” es planteado por otras corrientes, como es el caso de las que toman distancia del consumismo (desintoxicarse del mismo).

No es fácil de vivir, pero seguramente nos puede conducir a un mundo mejor.

(*) En los últimos años se ha relativizado o puesto en cuestión la temática del desarrollo desde la perspectiva del «decrecimiento«.

No son buenos los regímenes autocráticos

Se define a la autocracia como un sistema de gobierno en que el poder está concentrado en una sola persona. Puede ser bajo la forma de monarquía absoluta o dictadura. Si es un «régimen», como forma de gobierno, conlleva a que el liderazgo está compartido con otros, en especial por un grupo, una vanguardia , la cúpula de un partido… y todo ello acompañado de la fuerza militar.

Seguramente la búsqueda de este liderazgo está impulsado por distintas razones. Ideales nobles como los de Platón respecto a que la República estuviera conducida por los sabios (noocracia). También podemos mencionar, entre otros casos, al pueblo judío que buscaba un mesías que lo liberara del yugo de los romanos, y esto conllevaba entronizar a Jesús como «Rey de Israel». En este caso es el enfoque de alguien poderoso que exprese mi dignidad como pueblo (1) (por lo tanto sea reconocido dignamente y con mis derechos) y me libere del opresor. Es interesante en la historia de este pueblo como se produce la transformación de jueces a reyes (a solicitud del pueblo). En el capitulo 8 del libro de Samuel, este le advierte a su pueblo qué significa tener un rey: «Así hará el rey que reinará sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y los pondrá en sus carros y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro; y nombrará para sí jefes de miles y jefes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros.  Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos. Diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos. Tomará vuestros siervos y vuestras siervas, vuestros mejores jóvenes, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras.  Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos.  Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas Jehová no os responderá en aquel día. Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros...«

Podemos deducir que hay distintos motivos detrás de la concentración del poder: ideales nobles como el liderazgo de los sabios, la voluntad de poder e ideales «pretendidamente nobles» como el caso de Corea del Norte (véase, por ejemplo, esta serie de cuatro capítulos), la búsqueda de seguridad frente al miedo (1) o la amenaza, la preservación de la libertad, la búsqueda de la gloria sometiendo a otros pueblos o grupos sociales, entre otros muchos motivos. Relacionado con ello podemos agregar la exaltación de lo nacional (a través de un gran padre como sería el caso de Bolivar), el ideal revolucionario (desde la Francesa hasta las marxistas leninistas) o la defensa de sus intereses como «nueva clase». Si bien hay quienes, desde la izquierda, tienen razones fundadas para cuestionar las limitaciones de la democracia formal, el rol de la oposición en países como Venezuela o el de los medios y las grandes potencias (generalmente se enfoca en Estados Unidos pero no en otros países), no se puede defender -de ninguna manera- la concentración del poder, la abolición de la democracia republicana y la masacre de civiles desarmados en función de que «fines nobles justifican cualquier medio«. No agreguemos la cuestión de incompetencia de los autócratas (con la excusa del rol del imperialismo) no sólo para alcanzar el desarrollo económico sino para resolver las necesidades básicas y mínimas como alimentos y medicamentos.

Las autocracias, y más cuando se van convirtiendo en dictaduras, no nos llevan a un mundo mejor sino a un mundo mucho peor.

(1) El tema del reconocimiento, y también de «la venganza», sin duda ha jugado un rol relevante en el nacimiento del nazismo (véase, por ejemplo, el film «El huevo de la serpiente«. Sobre las características psicosociales que lo favorecen es bueno ver, o volver a ver, la película alemana La Ola.

(2) Sobre el tema del miedo y sus distintas versiones, expresiones y utilizaciones son relevantes libros como «El Miedo a la Libertad» (de Erich Fromm) así como más general y actual «La Sociedad del Miedo«, de Heinz Bude, Ed. Herder (agradezco a José M. Diaz Bonilla la referencia), entre los principales. En cuanto al rol de la inteligencia artificial en esta temática se ha tratado de analizar en esta reflexión y referido al capitalismo de vigilancia en esta nota.

PD: Sobre la fragilidad de los liderazgos autocráticos se puede ver esta nota y en cuanto a la fragilidad de las democracias que terminan generando las autocracias se presenta esta reflexión.