Sueños, Deseos y Factibilidades

Los seres humanos, entre nuestras características, tenemos sueños y deseos. Sin embargo, muchas veces, no somos conscientes de que el «deseo» (por su misma esencia) siempre es inacabable en cuanto a su realización. Esto puede pasar también con nuestros sueños.

Podemos enamorarnos de una persona pero, a veces y por distintos motivos, esto puede ser «un amor imposible» para alguna de las partes. Ello genera mucho dolor y en ocasiones ira u odio. No haberse preguntado a tiempo sobre la viabilidad futura del vínculo, y «reprimir» los sentimientos, luego tiene los efectos mencionados.

También se puede manifestar en un oficio, profesión o proyecto personal, donde no midamos bien la viabilidad del mismo y si tenemos «plan b» en caso de la necesidad de cambiar. Lo anteriormente dicho puede darse en grupos o pueblos que deciden un determinado camino. Un ejemplo de esto puede ser la expresión de un sentimiento independentista, como es el caso de una parte significativa de una población como el caso de Cataluña. No haber tomado conciencia de que la Constitución de España -para la cuestión de la secesión de una parte de su territorio- tiene un artículo similar a la de la carta magna alemana que lo impide, o que la Unión Europea no lo aceptaría (además de otros países fuera de la UE como Rusia, China…) es «no querer ver» la inviabilidad geopolítica de un planteo de estas características. Si esto es así, genera inestabilidad económica, las empresas que pueden «huyen»… con el grave deterioro de la vida cotidiana.

A veces esto pasa también con las revoluciones (que tengan un enfoque y práctica autocrática), luego del cambio de régimen, donde se obtienen logros pero la libertad está gravemente condicionada en en la nueva etapa.

Por qué pasa esto? Sin duda hay un sinnúmero de causas, que van de la «idealización» y otros efectos que produce el enamoramiento hasta «no querer ver» otras cuestiones o determinados enfoques. Entre estos últimos está «el romanticismo«, y su expresión política y social según Florencio Ubeñak.

Soñar, tener utopías, desear…como señalamos al comienzo son características humanas. Debemos acompañarlas de un sabio discernimiento sobre la factibilidad o viabilidad en su concreción que, en ocasiones no está, con el daño consiguiente. ¿Seremos capaces de pedir perdón, actuar con humildad y aprender de los errores?

El mundo en trincheras, lo binario y el abuso del enfoque comparativo

La lucha entre lo que consideramos “bien” y lo que consideramos “mal” puede tomar diferentes características.

Comenzaremos por las que eliminan “los matices”, los “grises”, la complejidad… Por lo tanto son “absolutos”, y generalmente van acompañados de un enfoque integrista y religioso, de lucha contra “los infieles” o personeros del mal. Entonces hay que colocarse en trincheras (no hay términos medios) entre una y otra parte del conflicto (como diría Laclau o Carl Schmitt) y en función de esto –por ejemplo- “si criticás al chavismo” es porque “estás con el imperialismo y el neoliberalismo” (y se nomina a los que se consideran sus representantes). Sólo hay “dos lados” y por lo tanto “¿de qué lado estás?”.

Lo binario o mundo sólo dual tiene que ver con enfoques antiguos como el “maniqueismo” (derivado del sabio persa Mani o Manes, c. 215-276), que gozan de buena salud en pleno siglo XXI.

Otro enfoque que se utiliza para “defender la trinchera” es “universalizar las comparaciones”. No se puede, por ejemplo, criticar en qué ha derivado la revolución bolivariana, sin hablar de México, Brasil, Argentina, Estados Unidos…. y por lo tanto equiparar situaciones (a veces muy disímiles y puntuales). La conclusión que se derivaría sería: “esto se da en todas partes, y a veces peor, por lo tanto no critiquemos o no exageremos”. De ahí que matar a más de cien civiles desarmados en un país sería equiparable a reprimir con gases lacrimógenos a movimientos sociales que bloquearon una avenida en otro país. Entendemos que esto esconde “un sesgo cognitivo” y una “desmentida o renegación” que no posibilita poder admitir que algo noble y bien intencionado haya derivado en una tragedia (y por lo tanto hay que «relativizar su análisis»).

Tampoco el «enfoque de trincheras» binario, religioso (con mistica revolucionaria) y transformando ideales en idealización, permite analizar los distintos aspectos que componen las políticas públicas en los distintos países, porque no se está razonando tratando de buscar una verdad compleja sino que se está en guerra (o conflicto muy acentuado) de ideas para que “triunfe el bien sobre el mal”

Si no podemos debatir con cierta racionalidad, asumiendo que podemos tener visiones diferentes, no convergeremos hacia un mundo mejor.

 

Mística, Política y Discernimiento

La etimología de la palabra mística, proviene del verbo griego myein, «encerrar», de donde mystikós, «cerrado, arcano o misterioso» y está asociado -en las distintas religiones- a la unión del alma humana con lo sagrado o con la perfección. Sin embargo este concepto también abarca una mística pagana, no religiosa o no filosófica, o asociada a «religiones civiles» o «políticas».

Relacionado con estas últimas se hace referencia, por ejemplo, a la mística que tiene una persona «militante» de una causa nacional (o de la Patria), revolucionaria o que se identifica con un arquetipo o líder como Bolivar, Chavez, Fidel, Perón o Néstor Kirchner (en el caso argentino), por citar sólo algunos casos. La mística da fuerzas, pero -en general- puede absolutizar el fin (justificando a todo medio válido para alcanzarlo) y transforma ideales en idealización. Esto último invalida poder razonar o discernir sobre los fenómenos reales dado que estos aparecen con un «sesgo cognitivo» o prejuicio que viene teñido por lo que representa el arquetipo o con algo -en la práctica- «sagrado» con quien se identifica el militante.

Todo esto generalmente viene asociado al «fanatismo» que se lo ha definido como una «pasión exagerada, desmedida, irracional y tenaz» y enemigo de la libertad (en particular de los demás). Carl Jung dice que «el fanatismo es la sobrecompensación de la duda» con el peligro -al decir de Diderot- que «del fanatismo a la barbarie solo media un paso». La capacidad de discernimiento es clave para evitar estas situaciones, así como la capacidad de diálogo.

Seguramente todos necesitamos «trascender» lo material, y la mística, lo espiritual, lo poético…  juegan un rol muy importante en  el sentido de nuestras vidas. Pero no es bueno trasladar lo sagrado a lo profano, mundano e imperfecto (por más valioso que sea), o confundir ideales con idealización, y menos aún transformarlo en algo fanático. No nos lleva a un mundo mejor.

La Cuestión del Fracaso

Cualquier acción o iniciativa en nuestra vida puede resultarnos bien, regular o mal. Hay muchas razones por las cuales podemos fracasar. Aquí algunas de ellas:

  • Nuestra intención ha sido buena pero no hemos tenido en cuenta una multiplicidad de factores (la cuestión de la “complejidad”) que operan para tener éxito. De ello se puede inferir que hemos “idealizado” (hemos confundido tener “ideales” con no haber registrado cuestiones de la realidad que no se ajustaban a estos ideales), no hemos planificado bien, no hemos entendido bien cuales son las necesidades externas que debemos satisfacer, sus deseos y si estamos en condiciones de satisfacerlas en términos socioeconómicos (capacidad de retribución de quien recibe y eficiencia, eficacia y calidad de nuestra organización para proveerlas), el contexto cambió o era más adverso de lo imaginado, a largo plazo cada nueva generación tiene sus propias características (y su ejercicio de la libertad) que inciden en mantener o no la iniciativa inicial (la cuestión de la “sucesión”) … 
  • Llevado al campo socioeconómico actual los especialistas que analizan “la empresarialidad”, es decir el intento de generar y desarrollar con éxito una empresa en el contexto del sistema económico vigente, señalan que en un porcentaje importante fracasa (para el caso de Méjico esto representa un 40% de las micro y pequeñas en el primer año de vida). Para el caso argentino la Red CAME indica que 8 de cada 10 emprendimientos fracasan en los primeros dos años de vida.Por su parte la Revista FORBES indica que el 90% fracasa. Las razones para esto son muy diversas (véase: http://www.iadb.org/wmsfiles/products/publications/documents/1481923.pdf entre otros documentos) que van desde el contexto socioeconómico hasta las habilidades o capacidades para responder a una demanda específica, cada vez más exigente y cambiante.
  • Si a lo anterior le agregamos las iniciativas donde el excedente es necesario pero no la búsqueda del lucro como fin principal, se comparta este excedente y las decisiones (la cuestión de la democracia en la empresa y las formas cooperativas), los bienes y servicios generados tengan sustentabilidad y objetivos sociales (las empresas sociales, las economías «integradas», las socialmente responsables -que realmente lo sean- y otras denominaciones), podemos afirmar que también muchas fracasan por cuestiones similares a las anteriores, pero también porque se plantean exigencias adicionales (en especial desde “otros valores”) que satisfacer. Entre las distintas razones específicas podemos mencionar: el individualismo ha predominado, no se ha podido pasar de individualismo a un personalismo maduro y del compartir donde cada persona tenga un valor reconocido en este tipo de instituciones, no se encontraron formas de liderazgo adecuadas para este tipo de instituciones y sobre el contexto en el que les toca operar, la búsqueda de consensos ha llevado a un “asambleismo” permanente y poco fructífero, los comportamientos poco involucrados de algunos miembros ha llevado a otros a considerar que se estaban produciendo situaciones injustas y ello genera desánimo en los más involucrados, derivado de cuestiones anteriores la organización se va burocratizando y perdiendo dinamismo frente a un contexto donde la agresividad del capital está presente y las puede sacar (o las saca) “de juego”, entre otras. Sin embargo al igual que lo señalado en el punto anterior (donde hay millones de iniciativas que han prosperado) también aquí tenemos mil millones de personas que pertenecen a organizaciones cooperativas (aunque algunas de ellas sólo sea en “lo formal”), millones de personas que comparten solidariamente lo que hacen y lo que piensan (por ej. Wikipedia), millones de personas que hacen trabajo voluntario y donan, miles de iniciativas de empresas sociales, socialmente responsables y similares que hoy funcionan con “éxito”….

Aprender del error -que nos ha llevado a fracasar- forma parte del aprendizaje de la vida, dada nuestras limitaciones como seres humanos y del contexto –la mayor parte de las veces incierto- en el que operamos. También forma parte del aprendizaje en el campo específico del conocimiento científico-tecnológico y de emprender. Sobre esto último, en el libro Crear o Morir, de Andrés Oppenheimer (Ed. Debate, Buenos Aires, 2014) en la página 60 menciona que “en Sillicon Valley, cuando enumeras tus fracasos es como si estuvieras enumerando tus diplomas universitarios. Todo el mundo aquí entiende que con cada fracaso aprendiste algo, y por lo tanto eres más sabio que antes” (entrevista del autor con Vivek Wadhwa). En el mismo libro, en la página 62 señala que Thomas Alva Edison tuvo más de 1000 intentos fallidos para inventar una lamparita eléctrica, y en la página 63 menciona que “los hermanos Orville y W. Wright, a quienes se identifica como los pioneros de la aviación, hicieron 163 intentos fallidos antes de realizar su primer vuelo tripulado en 1903”. En línea con lo expuesto van artículos como el de Santiago Bilinkis.

Analizar críticamente la realidad, en particular los errores y fracasos, y ser conscientes de que somos imperfectos y vulnerables (1) es un aprendizaje continuo que debemos hacer no sólo para ser lograr un mayor dominio de la naturaleza, ser creativos y alcanzar más prosperidad y bienestar, sino también para darle un sentido en línea con la búsqueda y construcción concreta de un mundo mejor.

(1) La cuestión de la vulnerabilidad está muy bien tratada por Brené Brown en esta charla TED y en este film de Netflix (vinculado al coraje y valentía).