Prevención de la muerte por aborto

La temática de las muertes por aborto, tienen distintas dimensiones. Entre ellas, por un lado está la mortalidad materna relacionada con el aborto, en general por una mala práctica médica (en especial las realizadas de manera clandestina o por personal no idóneo). Por otro lado está la discontinuidad o terminación de la vida de quienes están en gestación, y ahí se centra una parte muy importante del debate acerca de si hay diferencia entre vida y persona (este último concepto está vinculado a la filosofía y al derecho) y ¿en qué consiste? (o ¿desde qué momento se es persona?: si desde la concepción o desde determinada semana de la gestación). En general hay coincidencia de que hay vida desde la concepción, pero no sobre el momento en que se es persona.

Respecto de la mortalidad materna relacionada con el aborto, las leyes que despenalizan el aborto (tanto para la mujer como para el profesional que lo realiza, lo que lo convierte en «legal») permiten realizar la interrupción del embarazo en condiciones médicas apropiadas reduciendo drásticamente las muertes de mujeres por esta causa. Sin entrar en el debate vinculado con las creencias relacionadas con las religiones, la moral o la ética de este enfoque, queda entonces la segunda cuestión que mencionamos en el párrafo anterior, y cuales son las medidas para prevenirlas. Entre ellas están:

  • una adecuada educación sexual (muy deficitaria en el caso argentino) y la utilización de métodos anticonceptivos,
  • un especial énfasis en prevenir el embarazo adolescente que abordáramos en esta nota,
  • la facilitación de la adopción, ya sea simplificando la normativa como dando un adecuado acompañamiento y asistencia a las mujeres que están en un proceso de discernimiento sobre abortar o no,

entre otros.

Quisiéramos hacer una breve reflexión sobre el último punto. En una nota del diario El Cronista se menciona una encuesta realizada por D´Alessio IROL, en febrero 2018, con 1050 casos, donde una mayoría se pronunció por la despenalización del aborto, pero un 60% consideró una «opción superadora que se legisle sobre la adopción del niño por nacer y que -en lugar de abortar- la mujer acepte que en el momento del nacimiento se encuentren ya los padres adoptivos y el Estado le brinde un subsidio y atención médica hasta el parto». Si bien esta posibilidad no se contempló en el proyecto de ley con media sanción en la Cámara de Diputados de Argentina (y que luego fuera rechazado por el Senado en agosto de 2018), se considera que puede ser una iniciativa válida a considerar (en esa línea se puede ver esta opinión).

Lo anterior conllevaría a que entidades como Unidad Provida pudieran pasar del rechazo a cualquier iniciativa de legalización del aborto a involucrarse activamente en actividades de acción concreta en línea con lo señalado en los párrafos de más arriba. De hecho hay organizaciones dentro de este colectivo que ya tienen acciones concretas, pero además hay otras como la promovida por los curas villeros y el caso del Equipo San José Asistencial y de Adopción (*), con mucho camino muy valioso recorrido.

En cuanto a la Argentina en el caso de la Iglesia Católica o de Iglesias Evangélicas nucleadas en ACIERA, tienen por delante un gran desafío en implementar muchas más acciones concretas -solas o juntas desde una perspectiva ecuménica- en la pastoral de la salud. Ello podría plasmarse, por ejemplo, en una articulación con las políticas sanitarias y sociales del estado, donde las mujeres embarazadas sepan cuales son los derechos que las asisten. En el caso de las mujeres pobres que puedan conocer las ayudas que les proporciona el estado durante el proceso de gestación y a posteriori.

En función de lo anterior podrían existir stands en hospitales y maternidades (**) -atendidos de manera complementaria por distintos cultos- que brinden información sobre posibilidades de adopción y acompañamiento a mujeres embarazadas (preferentemente acompañadas por sus parejas) que así lo deseen. Esto sería un cambio muy relevante pasando de cuestionar o condenar determinados enfoques o comportamientos alejados de un «deber ser» a encontrar caminos para evitar los abortos ilegales, con los riesgos de muerte asociados.

PD: este tema ha sido abordado desde otra perspectiva en esta nota.

(*) quien escribe este texto está profundamente agradecido a esta institución. 

(**) por ejemplo, en convenio con las autoridades sanitarias pertinentes así como con las Defensorias y Juzgados de Menores que deben necesariamente intervenir en los casos donde se plantean posibilidades de adopción. Ello debería tener procedimientos acordados (preferentemente protocolizados) claros y transparentes, sin incurrir en presiones o ilícitos (como mercantilizar el acuerdo).

 

Descartables

Hay muchas cosas descartables en la vida. El descarte del procesamiento de la droga de cocaina es lo que se denomina «paco» (ver imagen de la entrada). Este elemento también es uno de los cuales contribuyen a transformar a las personas en descartables hasta que terminan produciéndoles daños irreparables y muriendo por sus efectos. Hay muchas historias de vida muy angustiantes sobre este tema y el conductor televisivo Diego Sehinkman, en el programa Terapia de Noticias de LN+ del 18 de abril la ha denominado «epidemia» (ver minuto 51 en adelante). Ello fue actualizado en este programa desde el minuto 31 en adelante.

En otra nota nos hemos referido a la cuestión general de las drogas, así como en otra entrada a la prevención del delito. En esta desearíamos hacer algunas preguntas y reflexiones adicionales vinculando ambas cuestiones con la pobreza y la salud, en especial para el caso argentino (particularmente en las grandes metrópolis). Aquí van:

  • ¿el combate policial y judicial contra las drogas no debería ser acompañado de otras medidas adicionales preventivas?
  • si la familia no puede, los institutos correccionales de menores -en general- «no corrigen» estos comportamientos (muchas veces los agravan) y la escuela se ve sobrepasada, ¿no habrá que generar espacios sanitarios (de internación o de día, según la gravedad) donde se combinen profesionales de la salud, con la enseñanza artes y oficios, así como de prácticas de deportes que saquen a los jóvenes del hastío y el sin sentido cotidiano? ¿se podrá pedir la colaboración de los distintos cultos, clubes de barrios, ongs… que puedan aportar distintas capacidades y competencias para jóvenes? Allí habrá que desagregar aquellos jóvenes que tienen posibilidades reales de recuperación, de aquellos a los que habrá que nuclear en instituciones que posibiliten un cuidado paliativo y tareas acordes con sus posibilidades.
  • ¿lo anterior no podrá ser empalmado un programa de tutores (como dice Daniel Arroyo) e iniciativas como las casas del futuro del Ministerio de Desarrollo Social, y otras experiencias similares? ¿de ahí articular con la terminación de la escolarización y realizar una mayor capacitación profesional?
  • ¿los Municipios no tendrían que tener un rol importante en generar proyectos de desarrollo local (espacios deportivos y recreativos, mantenimiento de infraestructura urbana, limpieza y reciclaje urbano, etc.) que den trabajo a estos jóvenes?
  • ¿no habrá que evaluar si se pueden recaudar más recursos, como expresa el politólogo José «Pepe» Nun, no sólo para reducir el déficit fiscal sino también para financiar estas iniciativas muy vinculadas a la pobreza, la salud y el delito?

entre otras posibles iniciativas a considerar.

Todo esto debería formar parte de un cambio de cultura frente a los considerados «invisibles«, «los nadies«, o productos de la cultura del descarte a la que se refiere el Papa Francisco o el escritor Saramago que dice: «el ser humano es la cosa más descartable que existe hoy. Se descartan personas que ya no se necesitan, se descartan trabajadores, culturas, pueblos, lo que no cuente con una utilidad para que el carro triunfal de una economía globalizada siga su camino. Esta es una sociedad que halaga a los jóvenes y adolescentes, los cautiva, los aprecia, pero en el fondo los convierte en instrumentos del consumismo».

El cambio de cultura debería reflejarse en responder positivamente preguntas del tipo de las más arriba formuladas y -de manera urgente- en medidas concretas. Ello nos puede conducir a un mundo mejor.

PD: Son muy importantes experiencias positivas de recuperación como las del Programa Vida de las Iglesias Evangélicas nucleadas en ACIERA.