Descartables

Hay muchas cosas descartables en la vida. El descarte del procesamiento de la droga de cocaina es lo que se denomina «paco» (ver imagen de la entrada). Este elemento también es uno de los cuales contribuyen a transformar a las personas en descartables hasta que terminan produciéndoles daños irreparables y muriendo por sus efectos. Hay muchas historias de vida muy angustiantes sobre este tema y el conductor televisivo Diego Sehinkman, en el programa Terapia de Noticias de LN+ del 18 de abril la ha denominado «epidemia» (ver minuto 51 en adelante). Ello fue actualizado en este programa desde el minuto 31 en adelante.

En otra nota nos hemos referido a la cuestión general de las drogas, así como en otra entrada a la prevención del delito. En esta desearíamos hacer algunas preguntas y reflexiones adicionales vinculando ambas cuestiones con la pobreza y la salud, en especial para el caso argentino (particularmente en las grandes metrópolis). Aquí van:

  • ¿el combate policial y judicial contra las drogas no debería ser acompañado de otras medidas adicionales preventivas?
  • si la familia no puede, los institutos correccionales de menores -en general- «no corrigen» estos comportamientos (muchas veces los agravan) y la escuela se ve sobrepasada, ¿no habrá que generar espacios sanitarios (de internación o de día, según la gravedad) donde se combinen profesionales de la salud, con la enseñanza artes y oficios, así como de prácticas de deportes que saquen a los jóvenes del hastío y el sin sentido cotidiano? ¿se podrá pedir la colaboración de los distintos cultos, clubes de barrios, ongs… que puedan aportar distintas capacidades y competencias para jóvenes? Allí habrá que desagregar aquellos jóvenes que tienen posibilidades reales de recuperación, de aquellos a los que habrá que nuclear en instituciones que posibiliten un cuidado paliativo y tareas acordes con sus posibilidades.
  • ¿lo anterior no podrá ser empalmado un programa de tutores (como dice Daniel Arroyo) e iniciativas como las casas del futuro del Ministerio de Desarrollo Social, y otras experiencias similares? ¿de ahí articular con la terminación de la escolarización y realizar una mayor capacitación profesional?
  • ¿los Municipios no tendrían que tener un rol importante en generar proyectos de desarrollo local (espacios deportivos y recreativos, mantenimiento de infraestructura urbana, limpieza y reciclaje urbano, etc.) que den trabajo a estos jóvenes?
  • ¿no habrá que evaluar si se pueden recaudar más recursos, como expresa el politólogo José «Pepe» Nun, no sólo para reducir el déficit fiscal sino también para financiar estas iniciativas muy vinculadas a la pobreza, la salud y el delito?

entre otras posibles iniciativas a considerar.

Todo esto debería formar parte de un cambio de cultura frente a los considerados «invisibles«, «los nadies«, o productos de la cultura del descarte a la que se refiere el Papa Francisco o el escritor Saramago que dice: «el ser humano es la cosa más descartable que existe hoy. Se descartan personas que ya no se necesitan, se descartan trabajadores, culturas, pueblos, lo que no cuente con una utilidad para que el carro triunfal de una economía globalizada siga su camino. Esta es una sociedad que halaga a los jóvenes y adolescentes, los cautiva, los aprecia, pero en el fondo los convierte en instrumentos del consumismo».

El cambio de cultura debería reflejarse en responder positivamente preguntas del tipo de las más arriba formuladas y -de manera urgente- en medidas concretas. Ello nos puede conducir a un mundo mejor.

PD: Son muy importantes experiencias positivas de recuperación como las del Programa Vida de las Iglesias Evangélicas nucleadas en ACIERA.