Economías Neoliberales

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Generalmente cuando analizamos un fenómeno aplicamos el esquema de «tipo ideal» de Max Weber. es decir de tratar de captar los rasgos esenciales. Esto es lo que intentaremos hacer con el neoliberalismo (algo hemos dicho en esta nota).

Como su nombre lo indica, el «neo» es un agregado al enfoque del liberalismo, del cual se deriva el liberalismo económico que surge a finales del siglo XVIII. A diferencia de este último que conllevaba la no intromisión del estado, el neoliberalismo supone una intervención activa del estado para «promover y organizar la economía de mercado» sin regulaciones que la distorsionen.

Respecto del origen del término neoliberalismo se ha señalado que lo utilizó, por primera vez en 1898, el economista francés Charles Gide para describir el enfoque del economista italiano Maffeo Pantaleoni. Luego se instaló por el economista alemán Alexander Rüstow en 1938, así como por economistas franceses como Auguste Detœuf  y Louis Marlio (entre otros), que trataban de encontrar un «tercer camino» o un «camino entre medias» de la disputa que, en ese momento, se libraba entre el liberalismo clásico y la planificación económica. Hubo dos hitos importantes en su génesis, desde una perspectiva general que va de la filosofía a la política, pasando por la economía, y ellos fueron: 1. El Coloquio Walter Lippmann en París en 1938  y -en 1947 en Suiza- la reunión y la fundación de la «Sociedad Mont Pelerin» (toma el nombre de la ciudad donde se realizó; ver los participantes en el link y sus diferencias en cuanto a los modos de intervenir del estado).

Desde sus orígenes a la actualidad dio lugar a distintas corrientes y tradiciones dentro del mismo como ser la escuela austriaca, la escuela de Chicago, el Consenso de Washington (1), la promoción del monetarismo y de la economía de oferta, el libre cambio o libre comercio, el ordoliberalismo, etc.

Las críticas al mismo son diversas (2) desde este artículo de The Guardian (o este), este publicado por tres economistas séniors del Fondo Monetario Internacional (donde dice que «está aobrevendido») hasta las fuertes críticas del Papa Francisco. En el caso de este último, en la Encíclica «Hermanos todos», en especial en el punto 168, donde dice lo siguiente: «El mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente. El neoliberalismo se reproduce a sí mismo sin más, acudiendo al mágico “derrame” o “goteo” —sin nombrarlo— como único camino para resolver los problemas sociales…».

Respecto de su aplicación. cabe destacar que luego de la crisis de 1929/30 y después de la segunda guerra mundial predominaron en muchos países industrializados los enfoques y políticas keynesianas, así como socialdemócratas en la segunda mitad del siglo XX (en particular en muchos países de Europa). Cabe destacar que, en el caso de Alemania, hubo cierta influencia de una derivación del enfoque neoliberal en la implantación de la economía social de mercado.

Sin embargo el neoliberalismo no pudo implantarse hasta la década de los setenta, y en particular de los ochenta y noventa del siglo pasado. Tal vez la más temprana experiencia, fue -a partir de septiembre de 1973- con la dictadura militar en Chile (aunque no llegaron a privatizar la industria del cobre) y en 1976 con la dictadura militar en Argentina (también no fue completa su implementación por presión de las fuerzas armadas). En Argentina luego se volvió a una política de características neoliberales con Menen-Cavallo (de 1989 a 2001). En Inglaterra se implementó con Margaret Thacher (1979-1990) y en EEUU con Ronald Reagan (1981-1989). Cabe destacar que, sin duda, también ha tenido influencia, la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989. Se ha acusado a gobiernos, como el de Donald Trump, de implementar políticas neoliberales en su país. Al respecto podemos afirmar que es cierto en cuanto a la reducción de impuestos a los sectores más ricos de la población así como en la desregulación de las normas federales para las industrias que utilizan energías no limpias, pero no es cierto en lo referido a su política proteccionista y «mercantilista» en su «guerra económica» con China, ni en lo que se refiere a las medidas de ayuda económica para sectores sociales que fueron afectados por la pandemia.

¿Cuales han sido los motivos por los cuales se han implementado enfoques y políticas basadas en el neoliberalismo? Sin duda no hay una sola explicación, sino varias que intentaremos describir:

  1. Un exceso de regulaciones hicieron que las mismas trabaran o ralentizaran decisiones económicas favorables al crecimiento económico así como la burocratización en instituciones públicas derivadas de la economía del bienestar y de enfoques socialdemócratas (en el caso de Chile un enfoque más radicalizado de izquierda en lo económico) que generó un «caldo de cultivo» favorable a que sectores de la población y de la dirigencia política impulsaran la desregulación de los mercados. En el caso de Argentina la prédica de periodistas, como Bernardo Neustad, que marcaba las deficiencias de las empresas públicas (como el caso de ENTEL y la demora para entregar las líneas telefónicas, o los cortes de luz por falta de inversiones y adecuado mantenimiento). Del mismo se pueden mencionar las listas de espera en la atención de servicios sanitarios públicos en distintos países, generaron una fuerte reacción de la población y una «demanda» de enfoques como este.
  2. El primero y el segundo shock petrolero en la década de los setenta (así como la creación de la OPEP) introdujeron alteraciones macroeconómicas en la mayoría de los países del mundo, y por lo tanto la necesidad de una mayor flexibilidad de las políticas económicas y de la economía de mercado para responder a estas alteraciones,

entre los principales.

Si coincidiéramos en que el neoliberalismo es un «fundamentalismo de mercado» y una visión «exclusivamente economicista» de la realidad y del mundo, podríamos afirmar que:

  • no es compatible con una visión que tenga en cuenta todas las dimensiones de lo humano y del ambiente en el que estamos,
  • no reconoce las limitaciones que tiene el mercado para autoequilibrarse, en particular frente a situaciones dominantes (monopólicas u oligopólicas), con información acotada y asimétrica, entre otras fallas.
  • ello no debe dar pie para inadecuadas intervenciones de políticas públicas que, aunque estén bienintencionadas, terminan produciendo «efectos cobra» y por lo tanto re-alimentando rechazos indiscriminados a toda intervención estatal y a implementar políticas de inspiración neoliberal.
  • las intervenciones económicas deberían estar en sintonía con aquellas que orientan y dan estímulos adecuados al mercado como es el caso del pacto verde europeo o el rol de las empresas mixtas chinas (3) y una «economía del bienestar aggiornada» y actualizada al siglo XXI (4).
  • Además de las intervenciones de «abajo hacia arriba» (indicadas en el punto anterior) otro enfoque interesante es el del cambio cultural para pasar de la libertad negativa a la libertad positiva formulada por Isaiah Berlin. Sería importante que distintas corrientes culturales y religiosas promuevan un acuerdo plural para incorporar en el proceso educativo la enseñanza de la empatía (junto con el desarrollo de capacidades críticas y lógicas), como tiene Finlandia. Se supone que, con el tiempo, esto debería traducirse en un cambio cultural significativo, si se hiciera bien.

Lo anterior permitiría salir de un enfoque de «libertad negativa», como el del neoliberalismo, y buscar jugar nuestra libertad positiva en todos los planos o ámbitos (incluido el económico) hacia un mundo mejor.

(1) El concepto y nombre del consenso de Washington fue presentado por primera vez en 1989 por John Williamson, economista del Instituto Peterson, un comité de expertos en economía internacional con sede en Washington.Williamson usó el término para resumir una serie de tema comunes entre instituciones de asesoramiento político con sede en Washington, como el FMI, el BM y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Incluía 10 amplios grupos de recomendaciones políticas relativamente específicas como las siguientes:

  1. Disciplina en la política fiscal, enfocándose en evitar grandes déficits fiscales en relación con el Producto Interno Bruto;
  2. Redirección del gasto público en subsidios («especialmente de subsidios indiscriminados») hacia una mayor inversión en los puntos claves para el desarrollo, servicios favorables para los pobres como la educación primaria, la atención primaria de salud e infraestructura;
  3. Reforma tributaria, ampliando la base tributaria y la adopción de tipos impositivos marginales moderados;
  4. Tasas de interés que sean determinadas por el mercado y positivas (pero moderadas) en términos reales;2​
  5. Tipos de cambio competitivos;
  6. Liberalización del comercio: liberación de las importaciones, con un particular énfasis en la eliminación de las restricciones cuantitativas (licencias, etc.); cualquier protección comercial deberá tener aranceles bajos y relativamente uniformes;
  7. Liberalización de las barreras a la inversión extranjera directa (IED);
  8. Privatización de las empresas estatales;
  9. Desregulación: abolición de regulaciones que impidan acceso al mercado o restrinjan la competencia, excepto las que estén justificadas por razones de seguridad, protección del medio ambiente y al consumidor y una supervisión prudencial de entidades financieras;2​
  10. Seguridad jurídica para los derechos de propiedad.

(2) En particular desde la izquierda y las corrientes populistas de izquierda, hasta los enfoques socialdemócratas y socialcristianos. Del mismo modo los que plantean los problemas de la financiarización de la economía, el incremento de la desigualdad, la no sustentabilidad ambiental, entre las principales. En cuanto a intelectuales se destacan economistas como Joseph StiglitzAmartya Sen, Michael Hudson, Ha-Joon Chang, Robert Pollin, Julie Matthaei y Richard D. Wolff; linguistas como Noam Chomsky; geógrafos y antropólogos como David Harvey; el filósofo esloveno Slavoj Žižek, activistas políticos y intelectuales como Cornel West o Naomi Klein; marxistas feministas como Gail Dines; el ya ciatado Papa Francisco, el periodista y activista ambientalista George Monbiot; el psicólogo belga Paul Verhaeghe; el filosofo conservador Roger Scruton; y movimientos que promueven otra globalización como ATTAC.

(3) Se pueden dar otros muchos ejemplos exitosos de empresas mixtas que se manejan con eficiencia y eficacia, y el rol del estado se limita a fijar una dirección «deseable» para la sociedad.

(4) Se puede agregar que un enfoque interesante es el de Richard Thaler, premio Nobel de Economía de 2017. Ha sido pionero de la economía conductual o del comportamiento. Entre los libros que ha publicado hay uno que se llama “Nudge“, o “pequeño empujón” en español. La idea es que el pequeño empujón sea por “defecto”. Esta perspectiva tiene impacto en las políticas y normas, como la que se aprobó en el Congreso de Argentina (también llamada ley Justina) a comienzos de 2018 respecto de la donación de órganos.

 

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