Acerca de la esperanza

Se ha reflexionado mucho sobre el tema de la esperanza. En ese marco nos permitimos reproducir esta nota, de Francesc Miralles del diario El País (de España),  donde sintetiza el último libro de Byung-Chui Han (célebre pensador surcoreano), denominado «El espíritu de la esperanza».  Aquí va:

«Ha sido una sorpresa, hasta cierto punto, que el célebre pensador surcoreano Byung-Chul Han eligiera la esperanza como tema del libro que se publica en España en septiembre. Afincado en Berlín, este filósofo que escribe sus breves obras en alemán se había caracterizado por la crítica al capitalismo y al neoliberalismo, con libros como La sociedad del cansancio o No-cosasElegir la esperanza, un sentimiento o visión que parece ir a contracorriente, pero que necesitamos para sentirnos vivos, es mirar a la luz al final del túnel. Sin embargo, El espíritu de la esperanza —libro de menos de 150 páginas publicado por Herder— no refleja la visión del ingenuo que cree que, al final, todo se arreglará sin más. Se refiere a una esperanza que nace de la proactividad, ya que ilumina caminos nuevos que nadie recorrerá por nosotros. Tal como lo plantea el pensador, la esperanza nace justamente de la desesperación, de la negatividad, pero es una brújula que nos lleva a situaciones y territorios nuevos, a aquello que aún no existe.

Winston Churchill, un hombre que era muy proclive a las depresiones, dijo: “Si estás pasando por un infierno, sigue adelante”. Esa recomendación encierra que todo, lo bueno y lo malo, es provisional, como la vida misma.

Lo que mata la esperanza, según Byung-Chul Han, no es la desesperanza; bien al contrario, esta última es su punto de partida, el inicio del viaje. Tal como lo expone en el preludio del ensayo, lo contrario a la esperanza es el miedo. En sus propias palabras: “Pasamos de una crisis a la siguiente, de una catástrofe a la siguiente, de un problema al siguiente. De tantos problemas por resolver y de tantas crisis por gestionar, la vida se ha reducido a una supervivencia”. Para el coreano, vivir en esa mera supervivencia nos ancla a la depresión y al miedo. Este último nos cierra puertas y nos roba la libertad, ya que imposibilita que nos pongamos en marcha. Alguien con miedo al futuro será incapaz de organizar y crear su propio futuro. Entra en una especie de profecía de autocumplimiento.

Como señala Byung-Chul Han, en alemán la palabra miedo —Angst— procede, al igual que en latín, del término angostura. Es decir, cuanto mayor es nuestro temor, más angosta será nuestra área de acción. Por eso quien se angustia se siente, de un modo u otro, acorralado.

El antídoto es la esperanza ya que, en sus propias palabras, “va dejando indicadores y señalizadores de caminos. La esperanza es la única que nos hace poner en marcha. Nos brinda sentido y orientación (…) Y las acciones necesitan un horizonte de sentido”. Así como el miedo imposibilita, la esperanza, como la definía el filósofo danés Søren Kierkegaard, es la pasión por lo posible.

Resumiendo, en clave práctica, estas reflexiones, podemos concluir tres cosas:

1. Tener esperanza es ver nuevas posibilidades. Es decir, adelantarnos a otros escenarios que nos esperan, aunque estén lejos de nuestra situación actual. Byung-Chul Han cita, en este sentido, una Epístola a los Romanos del Nuevo Testamento: “Si lo que se espera ya está a la vista, entonces no es esperanza, porque ¿para qué esperar lo que ya se está viendo?”. Por lo tanto, hay algo de visionario en ello.

2. Hay esperanza pasiva y esperanza proactiva. La primera nos pone a merced de los acontecimientos. La segunda supone trabajar para que se materialice la nueva posibilidad. De hecho, el dramaturgo francés Gabriel Marcel decía que la esperanza está trenzada: “En el tejido de una experiencia en curso (…) está metida en una aventura que aún no ha terminado”. Es decir, supone estar en el proceso de dirigirnos hacia algo mejor.

3. La esperanza es asumir que todo es temporal. Por consiguiente, es solo cuestión de tiempo que salgamos de este trance. El problema de los desesperados es que creen haber ingresado en una condición permanente. La persona deprimida se convence de que no saldrá del pozo, mientras que quien siente que el mundo se ha vuelto en su contra cree estar condenado de por vida. Para escapar de esa angostura hay que evitar tomar la parte por el todo. Todo mal momento es solo un capítulo de la historia. El próximo puede ser distinto. Con las acciones adecuadas, los acontecimientos y las circunstancias cambiarán.

La poeta Emily Dickinson definía el asunto de este artículo con esta bella imagen: “La esperanza es esa cosa con plumas que se posa en el alma, y entona melodías sin palabras, y no se detiene para nada, y suena más dulce en el vendaval”.

Esperanza versus optimismo

En su último ensayo, Byung-Chul Han establece una diferenciación clara entre esperanza y optimismo, que este filósofo ve como algo pasivo y limitado. Tal como lo explica en El espíritu de la esperanza: «El optimismo carece de toda negatividad. Desconoce la duda y la desesperación (…) El optimista está convencido de que las cosas acabarán saliendo bien», aunque al mismo tiempo, señala el coreano, «desconoce el futuro como campo abierto a las posibilidades».

En su crítica al optimismo a ultranza entraría la ley de la atracción mal entendida: el hecho de considerar que basta con pensar en un resultado positivo para provocarlo, sin «picar piedra» para conseguirlo. Y ese esfuerzo empieza por alimentar la misma esperanza, que según Byung-Chul Han «muchas veces hay que suscitarla y concitarla expresamente».

 

La importancia de las palabras para cambiar el mundo

En el Nuevo Testamento aparece «logos» como «palabra», «verbo»… en línea con lo que se muestra en la imagen de esa entrada.  Está relacionado con lo expresado al comienzo del Antiguo Testamento en esta frase: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas. Dijo Dios: «Haya luz», y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad; y llamó Dios a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero.” (Génesis 1,1-5). Por lo tanto desde esta perspectiva está enraizada con la fe en Dios. Un puente de esto con la evidencia científica es que los seres vivos somos lenguaje como lo demuestra el ADN.

Pero también para la psicología y el psicoanálisis es muy relevante la palabra para analizar el subconsciente, y para otras disciplinas como la literatura o la comunicación. De esta última nos parece interesante esta nota de Antoni Gutiérrez-Rubí donde la analiza en relación a la campaña presidencial norteamericana hacia comienzos de agosto de 2024.  En ella expresa que » Gianni Rodari (1920-1980), escritor, pedagogo y periodista italiano, decía que las palabras son elementos poderosos que provocan reacciones en cadena. Porque todo empieza con las palabras. Con ellas damos sentido, contexto, intención y generamos sentimientos. Las palabras tienen el poder de evocar el plano consciente e inconsciente, de asociarse a imágenes, recuerdos y experiencias. Con el lenguaje, construimos nuestro modo de entender el mundo. La semana pasada, Tim Walz, gobernador demócrata en Minnesota y candidato a vicepresidente de Kamala Harris, dijo que tanto Donald Trump como su vicepresidente, JD Vance, son “sencillamente raros” (”These guys are just weird”). Extraños, estrafalarios, una rareza —en su traducción al inglés— algo siniestra y peyorativa. Y con “weird” empezó una reacción en cadena.

Porque lo que hizo Walz (y repitieron inmediatamente altos cargos demócratas y la propia Kamala Harris) fue poner nombre a un concepto que no existía: cómo actúa Trump y su ejército MAGA. El adjetivo “weird” encapsula una serie de comportamientos y discursos que muchos consideran fuera de lo común o desconcertantes. Pero que, en medio de una enorme polarización, se observaban como discusiones políticas o ideológicas. Para Walz, para los votantes demócratas y para mucha ciudadanía estadounidense, no lo son, sino que son ocurrencias extrañas y sin sentido. Pero alguien debía decirlo y empezar la reacción.

De hecho, el mensaje implícito en muchos de los mensajes MAGA es que lo que ellos decían lo compartía la gente normal de Estados Unidos, una mayoría silenciosa. Denominarlos raros implica que no son como la mayoría de la población, que no son ninguna mayoría silenciosa, sino tan solo una minoría estridente y extraña, irracional.

Las palabras de Walz sirvieron a su vez de catalizador para que la opinión pública entienda, de manera sencilla, que Trump no es un candidato al uso y normal, sino raro, controvertido, peligroso. La etiqueta “raro” proporciona a los votantes un marco simple y claro para interpretar las acciones y declaraciones de Trump y su equipo: no son normales, no son como todos, no son lógicos, lo que dicen no tiene sentido. Y es mucho más difícil votar o apoyar a algo sin sentido que a algo normal. Esa es la importancia de la palabra, porque hace concreto algo que era abstracto.

El lenguaje juega un rol crucial en la comunicación política. Las palabras no solo transmiten información, sino que también construyen narrativas y moldean opiniones. Hoy, “weird” se está transformando en mucho más que una simple palabra. Es un símbolo de todo lo que muchos consideran problemático en la era de Trump y captura la esencia de una manera de entender la política, marcada por la controversia constante, las mentiras y la imprevisibilidad. Es una sola palabra, pero que puede cambiarlo todo.

James Baldwin, poeta y activista por los derechos civiles estadounidense e icono de la lucha progresista en el mundo escribió: «Escribimos para cambiar el mundo […] El mundo cambia en función de cómo lo ven las personas y si logramos alterar, aunque sólo sea un milímetro, la manera como miran la realidad, entonces podemos cambiarlo». Las palabras pueden cambiar el mundo. Lo han hecho siempre así en la historia. No sabemos si «raro”» puede conseguirlo. Sería una rareza que lo hiciera. Pero, de momento, ha conseguido alterar el guion imperial de Trump. Aunque sea un milímetro. Si hay palabras, hay esperanza. Otra vez, y más que nunca «Hope».

Esperamos sea de utilidad para el debate, sabiendo que la palabra debe estar acompañada de acciones coherentes acordes con ella.

 

Evolución y Cooperación

En este blog le hemos dedicado muchas notas al tema de la solidaridad y la cooperación. En esta hemos reproducido el enfoque que se interroga acerca de ¿por qué cooperamos?. También lo hemos reflexionado vinculado a la cuestión de la equidad.

Ahora nos permitimos glosar información reciente publicada por el diario El País de España como esta y esta, que van en dirección del título que le hemos colocado en esta entrada. En el resumen general que hace la sección Materia, de ese periódico sobre las mismas, expresa lo siguiente: «Hoy hablamos de lo que nos hace humanos: la compasión, el altruismo, la solidaridad

El apoyo mutuo frente al topicazo egoísta

 Hace veinte años, se puso en marcha un experimento tan revelador como divertido. Dos monos capuchinos, en dos jaulas vecinas, tenían que completar una actividad simple para recibir una recompensa: un trozo de pepino. Al recibirlo, lo comían agradecidos. Pero en una de las rondas, los primatólogos Sarah Brosnan y Frans de Waal le dieron un premio distinto a uno de ellos: una uva, mucho más valorada. Al verlo, el que recibe el pepino se lo tira airado a la investigadora. Vean el vídeo, porque es comedia de la buena. Su reacción nos hace reír porque es muy humana, y en el fondo nos atrae el sentido de la injusticia perfectamente desarrollado de estos pequeños monos.

Lo fascinante es que no solo el mono del pepino se negaba a seguir con el juego: también los beneficiados por la injusticia dejaban de colaborar. Y se pregunta el gran neurocientífico Robert Sapolsky en Compórtate (Capitán Swing):

“¿Qué es esto? ¿Solidaridad? ¿‘No soy ningún esquirol’? ¿Interés propio, pero con una visión a largo plazo muy poco común que tiene en cuenta las posibles consecuencias del resentimiento de la víctima que ha recibido el pepino? De Waal considera que hay implicaciones todavía más profundas —las raíces de la moralidad humana son más antiguas que nuestras instituciones culturales, que nuestras leyes y sermones.

La moralidad humana trasciende nuestros límites como especie

Para Brosnan, el experimento indica que el sentido de la justicia tiene raíces profundas evolutivas y que es el punto de partida para la cooperación. Juntas, son dos adaptaciones que han permitido la cohesión social a lo largo del tiempo. Escribe Brosnan:

‌“Los humanos no son los únicos que responden negativamente al trato diferencial en comparación con un compañero. Esta respuesta es compartida con otras especies y parece ser fundamental para una cooperación exitosa”.

Desde el estudio en macacos (publicado en Nature), se ha demostrado la existencia de este tipo de respuestas en varias especies de monos, cuervos, grajos e incluso perros.

¿Por qué va a ser una mejora evolutiva la solidaridad? ¿No se suponía que la evolución premiaba características individuales como cuernos más grandes, plumas más bellas, garras más fuertes, las que permiten a unos imponerse a los otros? Frente a los topicazos del darwinismo mal entendido, volvamos a los monetes, que tienen la clave.

En concreto, a los macacos de Cayo Santiago (Puerto Rico), una pequeña isla que sirve de laboratorio natural para estudiar a estos primos lejanos de la humanidad. Tras el paso del huracán María en 2017, sus frondosos árboles quedaron arrasados y los monos se quedaron apenas sin sombra de la que protegerse del sol. Las fotos son espectacularmente explícitas. ¿Qué hicieron los cientos de macacos tras la catástrofe? ¿Enseñar los colmillos y pelear por los escasos recursos, como en las películas de Hollywood en las que los supervivientes se matan a garrotazos entre ellos? Cuando apenas tenían sombra para todos, en lugar de luchar por ella, se volvieron más tolerantes con los extraños y la compartieron con los desconocidos. Un estudio publicado el pasado jueves en Science nos ayuda a entender lo que pasa: tras analizar el progreso de los macacos desde aquel huracán, los científicos han descubierto que los que se volvieron más tolerantes redujeron a la mitad su probabilidad de morir. Colaborar, ayudarse, es una ventaja evolutiva. Los que tenían los colmillos más grandes y afilados no salieron beneficiados.

Volando lejos de allí, en el espacio y el tiempo, llegamos al yacimiento neandertal de Cova Negra, cerca de Xàtiva. Un pequeño hueso de hace cientos de miles de años despliega una historia fascinante: la de la pequeña Tina, como la han llamado los investigadores. Una niña (o niño, no se sabe con certeza) de seis años que probablemente tenía síndrome de Down, porque el hueso presentaba marcas asociadas a la trisomía. Llegó hasta esos seis años, es decir, la cuidaron y mimaron para que alcanzara esa edad en las durísimas condiciones en las que vivían entonces, como explica la arqueóloga y matrona Patxuka de Miguel:

“En todas las sociedades en las que la supervivencia se basa en esta colaboración, nadie estaba de más. En el caso de la población neandertal, cada vez más se asume que disponían de conocimientos sobre uso de recursos para algunas patologías, un mundo simbólico propio y cuidado de personas con secuelas de patologías graves que sobrevivieron durante largo tiempo tras su padecimiento”

La paleontología se encuentra habitualmente casos como este: individuos enfermos, con gravísimas heridas, con problemas congénitos, a los que el grupo cuidó durante años, aunque desde el egoísmo y las carencias extremas pudieran parecer un lastre para los demás. Incluso entre chimpancés se ha observado el cuidado de crías con discapacidades severas. A la familia de los simios algo nos dice que debemos cuidar de los más débiles, y ese instinto tan costoso no es gratuito: la naturaleza no despilfarra recursos. Hace un par de años, lo enmarcaba con determinación una estrella habitual de este boletín, la directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, María Martinón-Torres, en una entrevista:

‌“Nuestra fortaleza no es individual, es siempre como grupo. Eso nos permite acoger y compensar y proteger debilidades o fragilidades individuales. El más débil no es el físicamente frágil o el que está enfermo, sino el que está solo. Yo creo que ese retrato del ser humano como despiadado, oportunista, egoísta, no es la realidad de nuestra naturaleza. La selección natural favorece para nuestro éxito los comportamientos altruistas y prosociales. Y son los que nos están sacando las castañas del fuego. Hay que quitarse un poco ese cliché de que el ser humano es malo, egoísta. El individualismo tiene un recorrido muy corto en esta especie”.

Esperamos que estas informaciones y evidencias nos refuercen la actitud, el enfoque y la práctica de la cooperación, solidaridad y la compasión, a pesar de los graves conflictos que existen en la humanidad. No dejemos de aspirar y bregar por ello, porque puede conducirnos a un mundo mejor.

 

El celular en la escuela: cuándo no, cuándo sí, cómo….

En la historia de la humanidad los cambios científicos-tecnológicos han impactado en lo sociocultural, en lo económico y en lo político.  En particular, las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, el impacto de internet, las redes sociales, la difusión y uso de celulares cada vez más potentes y avanzados, y últimamente la inteligencia artificial, vienen siendo elementos disruptivos.

En esta reflexión desearíamos enfocarnos sobre la temática del uso de celulares en la escuela. Podríamos afirmar que hubo un primer momento de disociación en el sentido de que la escuela no tenía nada que ver con este fenómeno, y que sólo había que recurrir a las clases presenciales, el uso del pizarrón tradicional, los manuales y libros impresos en papel. Así mismo fueron apareciendo textos como Superficiales. ¡Qué está haciendo internet en nuestras mentes? y noticias como que los gurús digitales de Silicon Valley prohiben a sus hijos la utilización de pantallas digitales. De allí que muchos países empezaron a prohibir o limitar seriamente el uso de los celulares en las escuelas ya sea en general, ya sea en los recreos (para estimular los vínculos personales cara a cara), acotarlos a determinados usos y horarios, etc.

En periódicos argentinos están apareciendo algunas notas al respecto. Sólo mencionaremos tres. La primera es esta con un planteo general, así como esta titulada “Atrapados en las redes. Adiós a los celulares en el aula. Con efectos sorprendentes, más colegios se suben a una tendencia que busca preservar la salud mental de los alumnos».

En cambio esta, de la especialista Mariana Maggio (Directora de Tecnología Educativa en la UBA), señala que “es rarísimo prohibir la tecnología en la escuela, porque así se construye el conocimiento contemporáneo”, y -por lo tanto-hay que hacer un discernimiento acerca de cuándo no, cuándo sí, y el cómo hacer uso de estos dispositivos en la escuela.

Un tema particular es si ¿se puede brindar alguna alternativa atractiva a que no se use el celular en los recreos y horas libres?. Hablando al respecto con un amigo, que es directivo de Nivel Medio de una escuela del gran Buenos Aires, me decía que es muy difícil. En la conversación intercambiábamos opiniones acerca de la posibilidad de que vayan a la biblioteca de la institución a leer novelas o reforzar alguna materia que tengan floja, a utilizar juegos como el metegol o de mesa… Al respecto me comentó que él visualiza que se está poniendo de moda en Argentina nuevamente el truco, como juego de cartas, y que este podría ser un potencial atractivo. En países, como España, son otros.

Sebastián Campanario se ha referido, en esta nota, al tema del impacto del uso de celulares y redes sociales, en especial en niños y adolescentes. Más recientemente en su columna Proxi #18, dice que “Rodolfo Kurchan es un porteño fanático de los acertijos mentales, cuyo juego inventado «One Up» (un primo lejano del Sudoku, con otras reglas), sedujo a Will Shortz, el mítico editor de crucigramas del NYT, y se está publicando allí, en la sección de juegos dominical.

One Up ya había salido en la tapa de la revista Games World of Puzzles, donde lo describieron como un juego adictivo y se preguntaron si no era mejor que el Sudoku. Kurchan me contó que es fanático de los juegos (de tablero, mentales, de todo tipo) desde chico…Gardner fue el gran divulgador de esta temática, con su columna en la revista Scientific American y varios best sellers. En Japón, la famosa editorial Nikoli saca varias revistas muy exitosas, y de allí nació el Sudoku.

Shortz, el editor del NYT, tuvo la idea de organizar en 1992 el primer mundial de juegos de ingenio, donde Kurchan salió segundo en la competencia de equipos y quinto en la individual. A partir de allí hubo juegos que crecieron un montón y se independizaron con sus propias competencias mundiales, como el Sudoku en 2006 (Kurchan fue el año pasado a competir con su hijo de 17 años al mundial de Canadá), los rompecabezas y hasta el «piedra, papel o tijera», un juego muy simple que tiene su origen en China y en el que la mejor estrategia es replicar lo más posible al azar (algo para lo que los humanos somos muy malos).

El año pasado, cuando viajamos con mi hijo Nico (16) a Corea del Sur a competir en el mundial de Rubik, nos cruzamos con muchos speedcubers que también van a torneos planetarios de otras destrezas mentales. Pedro Casado, un argentino que vive en España, nos contó allí cómo entrenaba para el mundial de rompecabezas que se iba a realizar en la «Cúpula del Milenio» de Valladolid, en septiembre de 2023. Casado usa estrategias de «blind» (Rubik a ciegas), ejercita su visión periférica y apela a otros trucos para acercarse al récord mundial de rompecabezas, que para el caso de 500 piezas por ejemplo ya está por debajo de una hora.

Todo este mundo volvió a meter quinta a fondo durante la pandemia, cuando el encierro y las horas en casa aumentaron el interés por disntintos tipos de pasatiempos. Ravenburger Games, uno de los líderes mundiales en la fabricación de estos juegos, reportó un aumento de ventas de rompezabezas del 390% durante la era del Covid.

Y lo mismo sucedió con el Rubik, el ajedrez y otros juegos. En febrero de 2022 el ajedrez, de acuerdo a datos de Chess.com, superó por primera vez en seguidores de trasmisiones en directo a League Of Legends y Fortnite: nunca hubo tanta gente practicándolo en la historia…

Lo que nos engancha de los juegos de mesa es poder interactuar con otros sin grietas ni condicionamientos. Juntarnos, pasarla bien y decir lo que se nos ocurre: un tablero te permite hacer y decir cosas que en la vida real no harías”, me contó hace un tiempo para una nota en La Nación David Jiterman, una autoridad en la materia. “Es como el humor, habilita otras facetas para conocer al otro en una dimensión distinta. Todo además de fomentar el pensamiento estratégico y la capacidad de contar historias”, agrega Jiterman, a quien en 1976, cuando estudiaba economía, se le ocurrió lanzar un juego de mesa que ya lleva vendidas más de un millón de unidades: el T.E.G. Memoria, creatividad, herramientas para contar mejores historias, foco y atención, interacción social, trabajo en equipo: las habilidades que se ejercitan en los juegos mencionados son estas e infinitas más.»  También es interesante esta propuesta formulada por la IA.

Esperamos que esta nota sea de utilidad, como información complementaria (en caso de que no la conocieran), para quienes se dedican a la educación.

El problema cuando el storytelling no coincide con los hechos

En los últimos años se comenzó a utilizar el término anglosajón storytelling referido a contar historias, como un arte de comunicar de manera atrapante también un concepto, aprendizaje o mensaje final.

Podríamos coincidir que es muy apropiado -en la medida que sea veraz- para historias personales o grupales, pero cuando es un relato que se aplica a fenómenos sociales, económicos y políticos y no se verifica en los hechos, termina siendo contraproducente y engañoso con los daños que esto implica. A este tema, y su relación con la empresa se refiere en este artículo María Marta Preziosa a partir de la lectura que hace del libro Infocracia.

Me permito transcribir la nota de Preziosa, vinculada con la empresa (pero podríamos extender a otros campos como es el de las políticas públicas), dada su pertinencia al tema que estamos abordando. Aquí va: “terminé la lectura de Infocracia (2022) de Byung Chul Han. El último ensayito de este librito se titula “La crisis de la verdad” (2022, 71-92) y tiene algunas ideas jugosas para pensar la temática del panel sobre Valores, cultura y nuevas generaciones el próximo 3 de julio en el Encuentro Anual de ACDE.

Como decía en otro texto, Han no habla de la empresa, sin embargo, sugiere mucho. Algunos conceptos los podemos tomar como antídotos frente algunos venenos circulantes. Antídoto y veneno no son metáforas que él use, pero las utilizo aquí para ordenar sus ideas, un poco telegráficamente y agregar mi somera aplicación a la empresa o al mundo del trabajo, abierta a las sugerencias de los lectores.

Veneno 1: La crisis de lo fáctico

Según Han, hoy tambalea la fe en los hechos. La información que circula no necesariamente está conectada con la realidad, con lo fáctico. Se suele socavar la distinción entre verdad y mentira. Hay fake news, hay desinformación, hay bullshitters. El mentiroso sabe bien cuál es la verdad, no es nihilista. En cambio, el nihilista es indiferente a la verdad de los hechos, lo importante es el relato.

Antídoto 1

Según Han, la verdad es necesaria para mantener unida a la sociedad, la verdad es un regulador social. Han no se refiere a principios o verdades declamadas, sino a que el mundo común de lo cotidiano se sostiene en hechos y en un lenguaje común.

Aplicación a la empresa: La empresa como comunidad también ha de sostenerse en verdades que son hechos y no relatos, factos como dicen los Gen Z ahora y no storytelling.

Veneno 2: El imperio digital

Para Han, la digitalidad es diametralmente opuesta a la facticidad. El mundo digital erosiona la solidez de lo fáctico; incluso debilita la conciencia de la propia realidad.

Aplicación a la empresa: Para mantener la relación con lo fáctico, incluso con lo corporal, recuperar de algún modo y creativamente la presencialidad.

Veneno 3: La arbitrariedad subjetiva

Según Han, “lo que se siente verdadero” (truthiness) también erosiona lo fáctico. La impresión subjetiva, la arbitrariedad que carecen de objetividad y referencia a los hechos es cambiante, no ofrece la firmeza de la verdad.

Antídoto 3

Para Han, la verdad crea comunidad. Recordemos que no son principios o verdades filosóficas, sino los hechos, la facticidad. La verdad y no la demagogia permite gobernar porque es estable, firme, durable, a diferencia de la información que es cambiante y contingente.

Aplicación a la empresa: Las decisiones que se convierten en hechos que los colaboradores, asociados o empleados pueden experimentar son los que crean comunidad.

Veneno 4: El sinsentido

Según Han, hoy estamos bien informados, pero desorientados. La Posmodernidad fue el fin de los grandes relatos. La información no explica el mundo, es más, a veces lo oscurece o recibimos la información con desconfianza. Hoy existe una crisis narrativa, de sentido y de identidad.

Antídoto 4

Los relatos crean sentido e identidad, pero los hechos narrados no han de ser ficciones, sino hechos verificables. La verdad es siempre una promesa; se dirige hacia algún lado.

Aplicación a la empresa: Los colaboradores no son un público, no son espectadores de una historia contada en una pantalla, sino protagonistas del relato y de los hechos verificables que lo conforman y mediante los cuales se dirigen efectivamente hacia algún propósito.»

Esperamos sea de utilidad para el debate.

 

La importancia del buen humor

La frase de la imagen de la entrada es elocuente sobre esta temática. Ella ha sido abordada por el Papa Francisco como bien señala esta nota. Allí se expresa que «en coincidencia con la cumbre del G7 en Italia, el Papa Francisco aprovechó para hacer su propia cumbre alternativa: una reunión de humoristas de todo el mundo para “celebrar la belleza de la diversidad humana y promover un mensaje de paz, amor y solidaridad, un momento significativo de diálogo intercultural y de intercambio de alegría y esperanza», según informó El Vaticano.

Una de las características de Francisco es, se sabe, su sentido del humor. En varias entrevistas dijo que “la actitud humana más cercana a la gracia divina es el humor”, y confesó que reza a diario una oración de Tomás Moro: ‘Dame, Señor, el sentido del humor’; que yo sepa reír ante una broma».

Que hay cumbres que mueven a risa, también lo sabemos, y no precisamente por su sentido del humor. Y otras son para llorar. Pero eso es harina de otro costal. Aquí se trata de otra cosa: reivindicar el buen humor como un estado del alma. El Papa ya expresó en una ocasión que «los comediantes, tanto actores, cómicos, caricaturistas, escritores, tienen la capacidad de soñar nuevas versiones del mundo», y que «a menudo lo hacen con ironía, que es una virtud maravillosa».

Este viernes, convocó a un centenar de humoristas y actores de comedia llegados de todo el mundo y les dijo: “Denuncian los excesos del poder, dan voz a situaciones olvidadas; ponen de relieve abusos; señalan comportamientos inadecuados… Pero sin sembrar la alarma o el terror, la ansiedad o el miedo, despiertan el sentido crítico haciendo reír y sonreír. Lo hacen contando historias de vida, narrando la realidad, según su punto de vista original”.

«En medio de tantas noticias pesimistas, inmersos como estamos en tantas urgencias sociales e incluso personales -añadió el Papa- ustedes tienen el poder de difundir serenidad y sonrisas. Ustedes son de los pocos que tienen la capacidad de hablar a personas muy diferentes, de distintas generaciones y procedencias culturales. La risa ayuda a romper las barreras sociales, a crear vínculos entre las personas. Nos permite expresar emociones y pensamientos, ayudando a construir una cultura compartida y a crear espacios de libertad”

La vitalidad de la cultura de un pueblo se nota especialmente en la capacidad de reírse, pese a todo aquello que se sufre y se padece. De hacerse fuerte desde el dolor desafiando la adversidad, permitiéndose ironizar sobre las verdades absolutas y dogmas, aún las propias, sin que eso suponga declinar las convicciones más profundas.

No se puede vivir sin sonreír. El humor es una parte propia del ser humano, nos ayuda a no perder la cabeza”, dice el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, que fue él mismo comediante y muestra que aprendió a ponerse serio al frente del gobierno en las circunstancias más difíciles que una nación puede afrontar, pero que eso no le hizo perder la frescura, elocuencia y sencillez. Lo que puede apreciarse en el documental de David Letterman, disponible en Netflix. “Recurrimos al humor para seguir adelante con nuestras vidas, para no perder los ánimos”dice allí Zelenski.

Eliahu Toker, escritor argentino dedicado al estudio del yiddish, subrayaba que el humor se vuelve realmente poderoso cuando al mismo tiempo que entretiene, cumple un rol social, que es el de permitirnos conocer, a través de relatos y cuentos, las circunstancias que marcan y animan la historia de nuestro pueblo o la de otros pueblos.

También a resistir, sobrellevar y vencer no sólo a sus circunstanciales enemigos externos, sino también a sus propios fantasmas, dolores, odios y ofensas, sin perder la compasión y la sonrisa. En una ocasión le preguntamos al sabio Eliahu, ¿Cómo diferenciar el humor y la burla? Y nos respondió recordando que “ya los sabios del Talmud diferenciaban entre ‘reírse de’ y ‘reírse con’. El ‘reírse con’ era estimulado, mientras que la prohibición formal de ‘reírse de’ se menciona con frecuencia. Incluso hay un explícito mandato talmúdico que dice: «Toda burla está prohibida, salvo la destinada a la idolatría»”.

Nos puede ayudar para ir hacia un mundo mejor.

 

¿El diálogo democrático es compatible con las batallas culturales?

Sabemos que la democracia conlleva una cultura o un ethos del diálogo ciudadano, que implica la solución pacífica de los conflictos para llegar a acuerdos de gobernabilidad. El diálogo por más apasionado que sea y los conflictos a resolver, no puede realizarse -en un sistema democrático- con violencia, o sea como si fuera una guerra. La palabra batalla tiene una connotación bélica, donde predomina una lógica guerrera donde los vencedores aplastan o someten a los vencidos y no es compatible con la vida democrática.

En muchos lugares, y particularmente en Argentina, se ha hecho referencia al término «batalla cultural». La han venido utilizado sectores de izquierda y del denominado progresismo así como -en el otro extremo- el presidente Javier Milei, quien la ha extendido a escala global (por momentos a niveles delirantes). ¿De dónde surge este término? Según esta fuente (con todas las limitaciones que tiene) “la expresión «guerra cultural» es un calco del alemán Kulturkampf. La palabra alemana Kulturkampf (lucha cultural) se refiere al enfrentamiento entre grupos culturales y religiosos en la campaña de 1871 a 1878 del canciller Otto von Bismarck del Imperio alemán contra la influencia de la Iglesia católica. La traducción se imprimió en algunos diarios estadounidenses en aquel tiempo”. La izquierda toma, en general, como fundamento las ideas de Antonio Gramsci (1).

En el caso del presidente argentino hace uso y abuso de este término y enfoque,  no sólo a nivel nacional sino también a nivel internacional. ¿Por qué lo hace? (2). Tal vez, y siguiendo a Carlos PagniMilei se percibe más como profeta que como Rey o gobernanteEstaría vinculado con su enfoque mesiánico (se autopercibe como una especie de Moisés y con «las fuerzas del cielo que lo acompañan») y épico, donde la gobernabilidad sería de segundo orden (“si fracaso será por que los demás -en particular la casta- me obstruyeron y no tengo problemas en volverme a mi casa”). Esto es un grave problema que tenemos los argentinos con un liderazgo como este.

Lamentablemente este enfoque de la «batalla cultural» ha permeado en otros ámbitos no sólo de manifestaciones integristas de credos, filosofías e ideas, sino también para difundir doctrinas como las del cooperativismo. En los orígenes de este movimiento no fue así, se hablaba de superar los fracasos como los que tuvieron que lograr los Pioneros de Rochdale (varios de ellos productos de fallidas experiencias de David Owen). y bien analizadas por Charles Gide, así como -en el caso argentino- por Domingo Bórea. El genuino cooperativismo es una expresión de democracia económica, y por lo tanto le cabe todo lo expresado al comienzo de esta nota. Así mismo es un férreo defensor de la paz. Por lo tanto no es compatible con dar batallas o cualquier otra expresión bélica del lenguaje. Lamentablemente, en el caso argentino, en los últimos años se comenzó a utilizar este enfoque y narrativa en importantes dirigentes cooperativistas como este, este, este y otros. Ojalá se haga un buen discernimiento al respecto, y se lo deje de utilizar.

(1) También se han referido a este enfoque pensadores como Bauman.

(2) Cabe decir que «engancha» con una parte del electorado que está muy enojado, con ira, desencanto… por la larga insatisfacción que no se resuelven problemas serios, como es el caso de la inflación y la falta de crecimiento de la economía argentina.

 

¿Por qué cooperamos?

Somos conscientes que, en lo que denominamos «vida», están mezclados el bien y el mal, en distintas proporciones y modalidades según el contexto y grado del proceso evolutivo. Eso está presente en el relato bíblico del pasaje del paraíso al pecado original y también en los enfoques de pensadores acerca de si los seres humanos somos naturalmente buenos (Rousseau) o malos (Hobbes) -como explica esta nota– y la necesidad de las instituciones y el Estado.

Esta temática también es abordada -desde el comienzo- en el libro de la imagen de la entrada (¿Por qué cooperamos?) de Michael Tomasello. Si bien su enfoque general está sintetizado en esta nota, intentaremos aportar alguna información complementaria sobre este excelente libro que invitamos a leer.

Comienza el libro planteando que nacimos y, en general, fuimos criados para colaborar, señalando que hay todo un conjunto de habilidades cooperativas y motivaciones para colaborar que son exclusivas de nuestra especie. Señala que hay “una intencionalidad compartida” a los procesos psicológicos subyacentes que hacen posibles estas únicas formas de cooperación.

Indica que los seres humanos se enseñan mutuamente distintas cosas y no reservan sus enseñanzas para los parientes. Enseñar es una forma de altruismo, mediante la cual ciertos individuos donan información a otros para que la utilicen. También plantea que, a veces, invocan ante otros miembros del grupo normas sociales de conformidad o aquiescencia acordadas de manera cooperativa, y respaldan su apelación esgrimiendo frente a quienes no las acatan la posibilidad de castigos y sanciones. Por lo que sabemos hasta ahora ninguno de los otros primates crea colectivamente y pone en vigencia normas grupales tendientes a la conformidad.

Tanto la enseñanza como estas normas hacen su aporte a la cultura acumulativa conservando en el grupo las innovaciones hasta que surge una innovación posterior…. A medida que crecen, se desarrolla en los niños un tipo especial de inteligencia cultural que abarca especialidades exclusivas de nuestra especie para colaborar, comunicarnos y aprender socialmente, además de tomar parte en otras formas de intencionalidad compartida, habilidades que van constituyendo su capacidad de participar en ese pensar grupal cooperativo. La investigación empírica de Tomasello acerca de la cooperación en los niños y en los chimpancés se focalizó en dos temas fundamentales: a) el altruismo, y b) la colaboración.

En el capítulo 1 se desarrolla que «hemos nacido (y criados) para colaborar”, y al final se plantea el conflicto de enfoques entre Rousseau (el ser humano es social por naturaleza, pero luego la sociedad lo corrompe) y Hobbes (somos esencialmente egoístas, pero luego la sociedad nos encauza por mejores caminos a través de leyes y del estado). Indica que, en la práctica, la respuesta tiene algo de las dos posiciones. El presenta pruebas empíricas de que los infantes y los niños pequeños advienen a la cultura dispuestos a ayudar, a brindar información y ser generosos en ciertas situaciones (y egoístas, por cierto, en otras). Sin embargo, a medida que adquieren independencia, los niños aprenden a ser más selectivos y orientar sus actos altruistas hacia personas que no se aprovecharán de ellos, y que, incluso, pueden devolverles el favor.

En el capítulo 2 destaca que en sus investigaciones los chimpancés se comportan como “yo”, en cambio los niños se plantean una meta conjunta con su compañero y funcionan como “nosotros” luego de cumplir un año. Luego continúa con el papel de las normas y las instituciones, así como se articulan biología y cultura. El libro (que vale la pena leer) finaliza con un foro de debate sobre este enfoque.

Claro, un tema no menor es el sentido que le damos a la cooperación (nos remite al inicio de esta nota) si lo hacemos en dirección hacia el bien y la vida, o si es para dominar a otros. Si prevalece lo primero iremos de manera cooperativa y colaborativa hacia un mundo mejor.

PD: Se agradece a José M. Diaz Bonilla la referencia original a este texto.

 

La importancia de las ideas y los libros en ir hacia un mundo mejor o peor

En esta nota Hinde Pomeraniec señala que «fue efectivamente Karl Marx el que describió como un asalto al cielo las aspiraciones de quienes participaron de la Comuna (ver imagen de la entrada), aquella fugaz insurrección que tomó el poder en París entre marzo y mayo de 1871. Lo hizo en una carta dirigida al médico Ludwig Kugelmann y la frase se convirtió en referencia frecuente de los discursos de izquierda. Sin embargo, todo indica que el origen de esa idea viene de antes. De hecho, suele señalarse que los comunistas heredaron esa frase magnética del romanticismo alemán, ya que la imagen del asalto a los cielos se lee en el Hiperión del poeta Friedich Hölderlin (1770-1843), novela lírica y de estructura epistolar que resultó una gran inspiración para rebeldes e idealistas de todos los tiempos.

El cielo es cobijo, refugio, ambición. Es deriva de la vida para algunas concepciones religiosas, es lo que cruzamos cuando dejamos nuestra casa y vamos en busca de ideas, amores, belleza o nuevas biografías. El cielo es el borde extremo de nuestro mundo que no tocamos pero alcanzamos a ver. Enfurecido es maldición pero también puede ser la calma para almas tormentosas. Es el espacio al que los artistas se proponen retratar en el día y en la noche, el norte al que le hablamos creyentes y laicos y aquello que vemos cuando, en medio de la angustia o la desesperación, alzamos la mirada buscando respuestas.» (1)

Más adelante expresa que «días atrás leí en la revista Nueva Sociedad una maravillosa entrevista de mi colega Mariano Schuster al gran historiador estadounidense Robert Darnton. La entrevista es larga, profunda y no tiene desperdicio. Pero hubo en particular una frase que me resultó muy conmovedora. “Lo importante, para mí, y es por esto que creo en la historia como vocación, es comprender la condición humana. No podemos entenderla observando solo lo que ocurre en el presente”…

Darnton busca responder la pregunta respecto a ¿en qué medida la literatura clandestina contribuyó a crear el estado de ánimo que culminó en la Revolución Francesa? ¿Cómo eran los best sellers filosóficos y eróticos que divulgaban las ideas de la Ilustración? ¿Cómo estudiar esas «obras menores» que sembraban el germen de la rebelión? En esta entrevista, Robert Darnton analiza la formación de un temperamento revolucionario en el siglo XVIII, a la vez que se sumerge en sus comienzos como historiador y explica de qué modo comenzó su incursión en la llamada historia del libro.»

Dice que «mi intención en The revolutionary temper es recoger estos episodios que nos muestran no solo lo que sucedió, sino la forma en la que la gente percibió lo sucedido. Eso es lo que realmente busco. La comprensión, la percepción, la aprehensión colectiva de los acontecimientos tal como ocurrieron. Y lo hago porque estoy convencido de que la circulación y la recepción de la información fueron absolutamente cruciales para crear lo que yo llamo un temperamento revolucionario, o el estado de ánimo fijado por la experiencia para dar el gran salto hacia una revolución. Por lo tanto, se trata de un estudio, no tanto de los acontecimientos como de la percepción de los acontecimientos. Y creo que estas décadas que se extienden entre 1748 a 1789 permiten mostrar, a través de una serie de sucesos e incidentes de muy diversa índole, la forma en la que pensaron y actuaron los parisinos. Eso es lo que realmente me interesa. Y eso es lo que creo que es crucial para entender el advenimiento de la revolución.»

Vale la pena leer completa la nota, donde fundamenta sus afirmaciones. Es una lección para todos quienes planteamos enfoques, ideas, percepción de hechos y actitudes…para ir hacia un mundo peor o mejor.

(1) En esta nota hemos hecho referencia al enfoque cristiano, y en esta sobre los peligros de querer concretarlo en esta vida (relacionado con la frase de Marx).

Individuación, Individuo, Individualismo, Persona….

No es fácil entendernos entre los seres humanos, dado que estamos en una especie de Torre de Babel, donde hay muchos términos o palabras que son polisémicas (devienen de la polisemia del lenguaje), de nuestros sesgos cognitivos (donde las emociones juegan un rol clave), de nuestros valores, de nuestros intereses, del enfoque, la formación y la información que disponemos… entre otros factores.

Lo anterior se aplica también, y especialmente, a las palabras que dan origen a esta entrada. Comenzaremos por tratar de entender que se entiende por individuación. Según el enfoque de Carl Jung (ver imagen de la entrada) y otros, a nivel general se entiende «individuación» como el proceso mediante el cual una persona se convierte en un individuo integrado, llegando a ser uno mismo y alcanzando la capacidad de ser totalmente autónomo e independiente. Se trata de un proceso que requiere del crecimiento del sujeto y del desarrollo de diferentes capacidades psíquicas, apareciendo a lo largo del desarrollo humano y durando, en realidad, buena parte de la vida.”. Esto le da al término «individuo» (si se la asocia con «individuación») una connotación positiva.

Por su parte el diccionario de la RAE, define como individualismo a la “tendencia a pensar y obrar con independencia de los demás, o sin sujetarse a normas generales” y señala que tiene similitudes con las palabras o términos “egoísmo” (1) “egolatría” y “particularismo”. También indica que es una “tendencia filosófica que defiende la autonomía y supremacía de los derechos del individuo frente a los de la sociedad y el Estado.”. En la torre de Babel en la que estamos usualmente se entiende por trascender o superar al individualismo al ir más allá o trascender el egoísmo o la egolatría. Posiblemente estemos de acuerdo -desde el punto de vista valorativo- en la definición general de individualismo (como autonomía personal) pero no en sus acepciones y similitudes relacionadas con el egoísmo y la egolatría que nos llevan a un mundo peor.

Por último existen numerosas preferencias acerca de optar por el término «persona» más que «individuo», muy marcada por pensadores como Emmanuel Mounier y Jacques Maritain (y su enfoque general de Humanismo integral así como la importancia de la educación).

Esperamos que esta reflexión sea de utilidad en la comunicación de nuestros enfoques, ideas y prácticas.

(1) En esta nota reflexionábamos acerca de la diferencia entre amarse a uno mismo y ser egoísta.

PD: Para la redacción de esta entrada, se agradece el debate con Vicente Palermo y Enrique Bianchi, y sus respectivos aportes.