Así en la Tierra como en el Cielo

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En un contexto de posmodernidad, es decir de caída de grandes relatos y utopias, todo lo que sea plantear escenarios donde reine la fraternidad, el amor, la amistad social y la justicia es radicalmente objetado.

Dentro de esta cosmovisión reinante, y desde una perspectiva crítica sobre enfoques del catolicismo, escribe Loris Zanatta, una nota denominada «China y el reino de los cielos«, criticando declaraciones de Mons. Sanchez Sorondo respecto de que la economía china es una economía del bien común. Coincidimos con esta crítica en una nota que fuera redactada en este blog. Lo que no coincidimos es en su conclusión final: «Es otra coartada para luchar siempre contra el mismo enemigo, la sociedad abierta, libre y plural, siguiendo siempre el mismo mito: el reino de los cielos. Lo cual, sin embargo, como debería saberse, no es de esta tierra».

Zanatta hace referencia al Padre Nuestro (imagen de la entrada), que es la oración que Jesús legara a quienes se definieran como cristianos. En una parte del mismo expresa: «…venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo también sobre la tierra…» Esta última parte es clara, no deja solamente «el reino y la voluntad de Dios para el cielo, sino también para la tierra». Ello no implica creer que el paraíso terrenal sea posible de recrear o implementar en humanos y sociedades imperfectas (1). Un acercamiento relativo e imperfecto sólo sería posible si hay un gran salto evolutivo en la conciencia de la mayoría de la población de los «teóricamente sapiens», que hoy parece muy lejano (como podemos visualizar con la no resolución de graves problemas como el cambio climático).

Respecto a cómo se concreta el acercamiento y la vivencia del reino de los cielos, en el Evangelio no hay una sola mención de que esto se implementa con violencia o de manera autoritaria. Hay numerosas menciones a las semillas que germinan (sólo las que caen en la «buena tierra»), a que ya el reino está presente desde ahora no sólo en nuestro interior sino cuando compartimos, nos amamos los unos a los otros e invocamos su presencia (2), y que todo esto es muy diferente al reino que esperaban los judíos en su tiempo para liberarse del yugo romano así como a la lógica del César (el poder, la ley, el dinero y luego va a ser el lucro y el intercambio bajo la modalidad mercantil) (3).

Zanatta puede estar suponiendo -si bien no lo dice explícitamente- que el Papa Francisco (a través de su canciller de la Pontificia Academia para las Ciencias) está proponiendo una utopía para este mundo, vinculado a formas autocráticas. Más allá de la tradición política argentina que influyó en el actual canciller y de manera diferente en la del Papa en su formación, en un discurso que hizo este último ante los Obispos del CELAM, en Brasil al comienzo de su pontificado (del cual hice oportunamente un comentario), criticó fuertemente a los enfoques utópicos y planteó que este reino de los cielos (o utopia) se da aquí en la tierra sólo bajo «chispas de eternidad».  Por lo tanto es consciente de su presencia acotada en este mundo y que sólo se va a dar plenamente en el cielo. Ello no obsta a que sea muy deseable que esas «chispas» se puedan extender lo máximo posible de abajo hacia arriba, respetando la libertad, la conciencia de cada persona y por lo tanto compatible con una sociedad abierta y también con el espíritu evangélico.

Seguramente la frase de Mons. Sanchez Sorondo -además de su tradición nacionalista- está más relacionada con el creciente acercamiento entre el Vaticano y China, que a una perspectiva doctrinaria que sostenga el actual Papa. Por ello lo que concluye Zanatta, más allá de elementos válidos, debiera también acotarse a esta dimensión.

(1) Recuérdese la pregunta, en tono afirmativo, de Jesús a los que querían apedrear a la mujer adúltera: «el que esté libre de pecado que arroje la primera piedra». Partiendo de allí, en el Evangelio que Jesús nos pide amar a los enemigos, su práctica efectiva nos lleva hacia la perfección o santidad.

(2) Esto es posible de vivir en pequeños grupos o comunidades, y mucho más difícil cuando la escala aumenta y tiende a grandes multitudes donde las reglas (vinculadas a estímulos y desestímulos diversos) y modos organizacionales juegan un papel central.

(3) Siguiendo a Karl Polanyi hay otras formas de intercambio, como hemos expresado en la nota 2 de este artículo.

 

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