Alguien que apuesta a «la victoria de la diáspora»

La imagen de la entrada es la de Sebastián Ceria, matemático y empresario argentino, que preside la ong FUNDAR.  En este reportaje del diario El País, de España, (1) explica su visión y aporte, muy influenciado por la esperanzadora posibilidad de «la victoria de la diáspora». Como es para suscriptores, me permito transcribirlo a continuación.

«En el otoño de 2018, Sebastián Ceria (Buenos Aires, 59 años) recibió una oferta de la Bolsa de Alemania por su empresa Axioma, dedicada a la gestión y control de los riesgos financieros con sede en Nueva York. Aunque tenía un crecimiento sostenido y buenos ingresos, las posibilidades de expandirse eran limitadas por las diferencias entre los accionistas. En abril de 2019 cerró el trato y recibió 850 millones de dólares por la mitad de sus acciones. Matemático de formación, Ceria había llegado como expatriado a Estados Unidos para hacer un doctorado y encontró su vida profesional en la intersección entre las matemáticas, los algoritmos, la industria y, más adelante, las finanzas.

Después de la venta de la empresa, se ha embarcado en dos emprendimientos aparentemente inconexos: la gestión del Racing de Santander -en donde ha invertido más de 30 millones de euros- y Fundar, una fundación argentina identificada con la socialdemocracia europea y el progresismo latinoamericano. En el mundo práctico de esas vidas se cruzan temas distintos: cómo diseñar políticas públicas y un plan de desarrollo en la Argentina de Javier Milei y cómo reemplazar el césped del campo de juego de uno de los equipos españoles con chances de ascender a Primera División.

—Hay dos conceptos en el Racing que son bastante únicos. El sufringuismo, que es convertir el sufrimiento en un estado de ánimo en el que la gente se sentía cómoda porque el club ha pasado por cosas malísimas. Y la paparda, un pez que no se sabe si está vivo o muerto y alude a la idea de dejar pasar una oportunidad. El Racing, como Argentina, tiene una historia muy larga de oportunidades perdidas.

Ceria vive en Londres, viaja a Santander cuando juega el Racing y visita Buenos Aires cada vez que puede. En su último viaje participó en el evento anual de Fundar en el Palacio Paz, una mansión de 12.000 metros cuadrados que la familia Paz hizo construir a principios del siglo XX en el centro de la ciudad como reflejo de su fascinación por París. En el discurso de Ceria hubo una omisión: el nombre del presidente argentino.

Pregunta. No nombró a Milei cuando parece que todo lo ocupa en Argentina.

Respuesta. Yo pienso en lo que va a venir después de Milei, quiero hablar de futuro. De todas maneras, estoy evolucionando en mi manera de mirar a Milei: demostró que la valentía y la irrupción pueden llevarte al triunfo. Argentina necesitaba que alguien viniera y pateara el tablero. Los argentinos están abandonados por su clase dirigente, por su élite. Acuerdo con su idea de que el país está lleno de privilegios, y aún así puedo ver sus contradicciones: no se puede hablar de casta y proponer a [el juez federal Ariel] Lijo para la Corte Suprema, no se puede hablar de libertad económica y proteger el régimen [especial tributario para empresas] de [la provincia patagónica de] Tierra del Fuego. El es disruptivo en la destrucción, no en la construcción. No creo que lo que él propone termine generando bienestar, pero sí que muchas de las cosas que él dice que tenemos que destruir, tenemos que destruirlas. Hay que repensar el Estado desde cero y pensar en una democracia realmente participativa. No estoy de acuerdo ni con sus políticas, ni con su manera de tratar a los seres humanos.

Pregunta: En el centro de los programas de Fundar está la idea del desarrollo económico con participación estatal. Ese modelo parece estar en el centro de las críticas de Milei y ese modelo fue, también, el derrotado en las urnas. ¿Cómo asimiló esa derrota?

Respuesta: No sentí una derrota porque no tenía un candidato. No veía una buena solución en Argentina. Creo que Milei rescata o pone de manifiesto muchísimas críticas al movimiento progresista, que se ensimismó en esta cosa del expertise, del saber, de la Torre de Babel, de que “nosotros pensamos en los problemas” sin resolver los problemas de la gente. Hay un gran fallo del progresismo en general, no creo que sea propiamente argentino. Fundar tiene que aprender de eso. El valor de Fundar es el de generar riqueza, pero utilizando al Estado como un gran apalancador. No cambiaría nada de eso pero sí cambiaría la forma en que llegamos a eso. En Fundar, cuando tenemos que explicar algo usamos la frase “es más complejo”. Eso es un gravísimo error. De eso sí me arrepiento. Hablar en difícil para nuestros lectores habituales. ¡No! Hay que hablarle a la gente común, que fue lo que hizo [Donald] Trump.

Pregunta: ¿Qué ideas de políticas públicas han revisado al calor de esa crisis que señala?

Respuesta: Fundar, que tiene algo de la socialdemocracia europea sin dejar la identidad latinoamericana, fue valiente en varias cosas, como hablar del mundo del trabajo de una manera diferente y pronunciarse en contra de las retenciones [a las exportaciones agropecuarias]. Hemos hecho cosas que descolocan. Pero sí es cierto que representamos un modelo parecido al de los grandes consensos. Estoy orgulloso de Fundar. Quiero estar también entusiasmado con Fundar. Milei me ayudó a redefinir lo que es el entusiasmo.

Pregunta: Llamó chantócrata a Milei [chanta es una expresión argentina que alude a la falta de seriedad].

Respuesta: El chantócratase esconde en el expertise para explicar algo que no funciona. Lo dije cuando prometía una dolarización que ni siquiera intentó implementar una vez que llegó al poder. La escuela austríaca existió y planteó las cosas que planteó. Esas ideas no funcionaron en ningún lado. Y el chantócrata ahora aparece en temas como la idea de convertir a Argentina en un polo de Inteligencia Artificial, como si se tratara, simplemente, de tirar cables del norte hacia aquí. Eso requiere de aportes de la comunidad científica y de un plan serio y consistente que el Gobierno no tiene. Es otro de los riesgos latentes: que el país se transforme en una chantocracia.

Pregunta: ¿Cómo debería ser la reinvención hacia adelante de ese progresismo donde usted se ubica?

Respuesta: Esa socialdemócrata progresista está en crisis. Se me fue el norte, tengo que definir otro norte. Hay que pensar más disruptivamente y estoy muy atento a eso: a buscar y encontrar esas nuevas ideas. ¿Cuál es la reforma agraria del siglo XXI? Es una pregunta importante porque no es simplemente dando tierra. ¿Cómo debemos crear incentivos para hacer más armónicas las relaciones entre campo y ciudad? No soy un gran creyente en la asignación universal [el programa social más importante de la Argentina] pero sí soy un gran creyente en darle capital a la gente. La gente se capitaliza trabajando y ahorrando y eso es ya más difícil en Argentina. Por eso hay que encontrar la manera de capitalizarla. En educación tenemos que inspirarnos en las grandes ideas del pasado, como las maestras estadounidenses que trajo [el ex presidente Domingo Faustino] Sarmiento en el siglo XIX o la Ley Universitaria, que permite hacer todas las carreras sin ninguna restricción.

Pregunta: Entre los apoyos empresariales decisivos a Milei aparece el sector financiero y las empresas tecnológicas, un universo que usted conoce.¿Cómo explica esa afinidad?

Respuesta: Creo que las voces del disenso están apagadas porque tienen miedo o porque no paga disentir. A muchos empresarios argentinos les encanta esta idea del mérito y Milei te dice que el mérito es su esfuerzo y con eso les infla el ego. Eso es basura. [Marcos] Galperín [dueño de Mercado Libre y el empresario más rico de Argentina, según Forbes]tiene mérito, pero no es todo mérito. No todos tienen padres con el dinero para mandar a sus hijos a la Universidad de Stanford. Después hay muchísimos hechos fortuitos como haber nacido en el momento donde irrumpe internet o sale la burbuja de criptomonedas o la revolución financiera de las billeteras virtuales. Admiro lo que ha hecho Mercado Pago por la inclusión financiera en Argentina. Pero mucho tiene que ver, en general, con el hecho de estar en el momento justo, en el lugar justo. No estoy de acuerdo en que Argentina no tenga, como tiene Estados Unidos, un impuesto de salida: cuando dejas de ser residente allí tenés que pagar impuestos por lo que ganaste. Quiero rescatar esos valores y alertar sobre algunos cambios. En los sesenta, un CEO ganaba 50 veces de lo que ganaba un empleado medio de la compañía de la que era CEO. Hoy hemos pasado de 50 a 500 veces. Es una locura.

Pregunta: En su discurso en el foro empresarial de IDEA de 2022 usted planteó que los empresarios son los que tenían que ceder parte de los privilegios…

Respuesta: [se adelanta] Creo mucho en el concepto empresarial, en la iniciativa privada, en la capacidad que tienen las empresas de generar valor. Lo que quiero es que no sólo generen valor para los accionistas. El capitalismo sabe crear valor, pero dejemos de crear valor sólo para los que más tienen, creemos también valor para los que menos tienen.

Pregunta: ¿Notó mayor interés de invertir en Argentina con los incentivos que Milei dice que ofrece?

Respuesta: Cuando asumió [en 2015 Mauricio] Macri hubo una reunión con inversores en el consulado argentino de Nueva York a la que asistí. Uno de los asistentes preguntó: “Esa gente que ustedes dicen que robaban [en referencia al kirchnerismo] ¿puede volver?”. Le podían decir que no, pero obviamente hay elecciones y todo puede cambiar. Ese fue uno de los problemas del gobierno de Macri: hubo inversiones financieras, pero pocas de largo plazo y eso es lo que pasa ahora también. Los inversores buscan cierta maduración de la sociedad en general: que líderes, élites y todos decidan en qué cuadrante de la brújula van a ir. Los inversores ven con muy malos ojos cuando se habla mal de lo anterior, salvo que este sea una situación extrema como Siria. El tema pendular es muy negativo para los que piensan en inversiones a largo plazo.

En su evocación de hijo de la amplia clase media argentina de las décadas de los sesenta y setenta, Ceria cuenta que compraba jeans de segunda mano. “Mi padre, ingeniero de profesión, era un intelectual fantástico, un Google antes que inventaran Google. Mi madre era trabajadora social”. En el ILCE (Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa), un colegio secundario que depende de la Universidad de Buenos Aires (UBA), descubrió las matemáticas y se anotó en la Facultad de Ciencias Exactas con la idea de especializarse en matemática aplicada: “Era un lugar que se caía a pedazos, con ventanas rotas, sin calefacción ni tizas, pero fue uno de los momentos más felices de mi vida”.

En 1988, recibió una beca doctoral en Carnegie Mellon y se instaló en Pittsburgh. Su tesis fue su contribución a la disciplina de la investigación operativa: “Busqué resolver problemas concretos -explica- y ese algoritmo que inventé lo utilizan las aerolíneas para decidir cómo van los aviones, los transportistas para decidir cómo se reparte el correo privado y los financieros para construir portafolios”.

Después de doctorarse, y gracias al algoritmo que diseñó, empezó a trabajar en la Universidad Columbia de Nueva York. En 1998, fundó su primera empresa gracias a un premio de 150.000 dólares de la National Science Foundation (una agencia del Gobierno de Estados Unidos) para hacer una investigación a partir del algoritmo. Hasta entonces —tenía 33 años— había sido sólo alumno y profesor. “En los primeros 10 años tuvimos muchos altibajos y hacíamos de todo: de consultores, trabajábamos en distintas aplicaciones, en remates online, en publicidad on line y en muchas cosas divertidas”.

Con la expansión de internet empezó a quedarse sin financiamiento para Axioma—su familia y amigos ya habían invertido— y avizoró una posible quiebra. Por azar, un sábado decidió ir a jugar al fútbol en Columbia para salir de un estado depresivo, y uno de los profesores le prometió que le conseguiría un millón de dólares. Morgan Stanley, por una serie de circunstancias y también de azares, invirtió 20 millones de dólares que permitieron a Axioma crecer.

En 2005, Ceria desarrolló un modelo de riesgo para los mercados financieros. “Si vas al bitcoin —explica—, hay muchísimo riesgo y potencialmente muchísimo retorno. Si vas al portafolio de menos riesgo, hay bajo retorno. Mi competidor estimaba la matriz de varianza de riesgo todos los meses y nosotros decidimos hacerlo todos los días con un equipo de 15 personas. Un año después explotó la burbuja, cayó Lehman Brothers y con la volatilidad y el riesgo su producto pasó de tener el 2% del mercado a casi el 50%.

—Ese 2008 teníamos ventas por 10 millones de dólares anuales y una década más tarde por 100 millones. La empresa crecía al 20% anual y eso fue un factor decisivo para que la Bolsa de Alemania nos hiciera la oferta de compra.

Pregunta: ¿Dudó en venderla?

Respuesta: No dudé en lo más mínimo. En Estados Unidos dicen: “Mejor tener suerte que ser inteligente”. Yo digo: Mejor sé inteligente cuando tenés suerte. Es una de las pocas cosas que inventé. Fui muy inteligente cuando tuve suerte, como en este caso.

Fundado en 1913, Racing de Santader fue subcampeón de la liga en 1930-31, semifinalista de la Copa del Rey en dos temporadas del siglo XXI donde tuvo, también, dos participaciones en la Copa UEFA. Lleva más de la mitad de su vida en las categorías de ascenso y fue la primera sociedad anónima deportiva abusada por sus accionistas, que la llevaron al borde del colapso.

Nieto de abuelos maternos españoles —ella de Burgos, él de Madrid— Cería está casado con Alicia Zorrilla, a quien llamó la santanderina cuando se conocieron en Nueva York. Su mejor amiga de la infancia, Paula Roca, se casó con Manolo Higueras, ex jugador del Racing y luego presidente en una de las etapas más traumáticas del club. Esa cercanía hizo que Ceria decidiera invertir en el club con Higueras nuevamente como presidente: ya es dueño de más del 80% de las acciones y preside la Fundación que se ocupa de temas sociales diversos.

La primera de las tres conversaciones con EL PAÍS fue en su piso de Buenos Aires: Racing iba primero con 10 puntos de ventaja; en la segunda, virtual desde Londres, su club había empezado una racha de derrotas; la tercera, desde Santander, estaba a un punto del líder. Ceria ha pasado de las volatilidades de los mercados financieros a las montañas rusas de las gestas deportivas.

Pregunta: Más allá de las afinidades personales, ¿Qué lo llevó a invertir en el Racing?

Respuesta: Tengo una gran preocupación por la pérdida del sentimiento de comunidad que hay en el mundo y había una gran oportunidad de potenciarla en una región de España. Lo estamos consiguiendo con los resultados deportivos y por el trabajo social que hacemos. Lo que más escucho cuando camino por Santander es “gracias, Seba”. Cuando llegué dije algo que caló hondo en la comunidad: “Hay que suspender la incredulidad”. Lo decía cuando trabaja en mi empresa. Es muy difícil tener éxito si no te creés que podés tener éxito.

Pregunta: ¿Cuál es su marca en el Racing?

Respuesta: Son dos: la del optimismo y la gestión profesional.

Pregunta: ¿Puede dar ejemplos de eso?

Respuesta: El primer proyecto fue un software para el manejo de los jugadores desde la cantera —es decir desde los 6 años— hasta el primer equipo. Nos permite saber qué le pasa a cada jugador todos los días. Desde que llegan al club nos dicen cómo durmió la noche anterior, qué comió hasta saber qué hicieron en cada entrenamiento. Creamos un grupo de data sciencedentro del club para hacer modelos matemáticos de juego. Vemos al Racing como un foco de innovación, de investigación y desarrollo y que puede, también, ofrecer productos para el mercado. El segundo ejemplo de gestión es el campo de juego de El Sardinero [el estadio del club]: una peste nos arruinó el césped, decidimos levantarlo y poner alfombras. Cuando empezamos a jugar nos dimos cuenta que no se estaba asentando. Las alfombras que pusimos no son de suficiente calidad. Decidimos levantarlos y coser, que es una técnica donde ponés los panes y una máquina pone fibras y afirma el campo de juego. Esta historia nos va a costar medio millón de euros. El club no tiene ese dinero y lo vamos a poner.

Pregunta: ¿Lo está pensando como un negocio a largo plazo?

Respuesta: No tengo una visión mercantilista del fútbol, no vine a ganar plata. Lo estoy pensando como un negocio a largo plazo y estoy muy entusiasmado. Vemos en el fútbol una manera de influir en la sociedad y como un vehículo de transformación social, aunque lo hacemos dentro de una Sociedad Anónima Deportiva, con fines de lucro. En España hay una regulación muy estricta y cada club sabe cuánto puede gastar en jugadores y en otros rubros. La cuenta de resultados de 2024 va a ser algo así como 16 millones de euros en ingresos y más o menos gastamos 16 millones de euros en egresos. El negocio es si subís a primera división: los ingresos televisivos se multiplican por un factor entre 6 y 10 veces.

Pregunta: En Argentina no podría replicar este modelo porque no hay sociedades anónimas, que es un cambio que quiere introducir Milei. ¿Cómo se para frente a ese debate?

Respuesta: El modelo exitoso no tiene que ver con si es una Sociedad Anónima Deportiva o un club a la vieja usanza. Tiene que ver con la seriedad, la disciplina y la manera de trabajar. En Argentina yo debería presentarme a las elecciones de un club. En el caso de meterme en el Racing hubo un disparador muy importante que tiene que ver con Argentina: el Mundial de Qatar. Primero por poder unir a un pueblo en un festejo extraordinario y segundo por ver la victoria de la diáspora.

Pregunta: ¿Cuál es la victoria de la diáspora?

Respuesta: Como científico que se fue de Argentina, siempre sentí que el país me hacía sentir un sentimiento de culpa por haberme ido. En el Mundial eso no existió: el equipo argentino era totalmente argentino, aunque sólo uno de ellos, (el arquero suplente) Franco Armani, jugaba en el país. Lionel Scaloni, el entrenador, vive en Mallorca y es más argentino que el dulce de leche. Eso me pareció muy fuerte. La victoria de la diáspora está también en Fundar. Es la idea de ayudar desde afuera: en mi caso, con recursos económicos e ideas. El país no puede vivir aislado de lo que ocurre afuera.”

(1) Agradezco la referencia a Luis Faigon.

El peligro de utilizar «la metáfora de la muerte» en el discurso político

En Argentina se ha utilizado recientemente «la metáfora de la muerte» en el discurso político, nada menos que en boca del Presidente la República. Con tal motivo Eduardo Fidanza publicó esta nota en el diario Perfil, que -a continuación- nos permitimos transcribir, dada su relevancia.

«El discurso político que exalta la muerte es tan antiguo como el mundo. Pero los fascismos del siglo XX lo llevaron a su cénit, porque lo utilizaron junto a vastos recursos técnicos, organizacionales y militares como no se había visto en épocas anteriores. La idea de la supremacía de la verdad, identificada con el bien absoluto, y la destrucción del mal como única y purificadora alternativa, está en la base de esta ideología, que puso su maquinaria al servicio de la  aniquilación.

Marchas de  antorchas,  consignas  agresivas  y amenazadoras, quema de libros, violencia verbal y física escenificaron este proyecto macabro. El enemigo merece la muerte: esa es la esencia del discurso fascista.

En 1984, el periodista Pablo Giussani se atrevió, con fundamento, a comparar a los Montoneros con los fascistas italianos, vinculándolos por el culto a la muerte. “¡Duro, duro, duro, vivan los Montoneros que mataron a Aramburu!” era la expresión más cabal de esa fruición por la muerte. No alcanzaba con asesinarlo, había que festejarlo. Con otra intención, pero con parecido morbo, en el cierre de la campaña presidencial de 1983 el sindicalista.

Herminio Iglesias quemó un ataúd que representaba a Alfonsín, hundiendo las chances del peronismo de recuperar el poder. Junto con la democracia, la gente celebraba la vida, después del terrorismo de Estado precedido por años de violencia.

En  un escenario donde el kirchnerismo  había instalado la dialéctica de “ellos   y nosotros”, acosando con agresividad y persecuciones blandas a los opositores, el  actual presidente ha dado una vuelta de tuerca, por cierto, para peor. Mucho peor. Se ensañó con un exfuncionario el  día   de   su   muerte, llamándolo   “impresentable y repugnante  ministro”  y afirmando que fue   uno   de   los  más   siniestros  de  la  historia por su  actuación   durante   la pandemia, empleando argumentos al menos discutibles. Remató su rencor manifestando el deseo de clavar el último clavo del ataúd kirchnerista con la expresidenta adentro. Estamos hablando de otra escala, de cuando el desprecio se aproxima a la psicosis.

La necrofilia fascista significa la muerte de las palabras que evocan la fraternidad.

Cuando  «acuerdo”, “justicia   social”, “igualdad” son stigmatizadas y reemplazadas por “motosierra”, “rata”, “degenerado”, “ataúd”, vivas insultantes y muertes merecidas, se crean las condiciones propicias. Usamos las comillas para resaltar que el fascismo antes de matar personas –material o simbólicamente-, destruye las palabras que podrían impedirlo. Si el líder es un rey que se contornea belicoso, bailando una letra que dice “te destrozaré”, no hay mucho más para agregar. Nos destrozará. La intención es esa: destruir todo lo que se oponga a su verdad. Cabe preguntar qué tiene que ver esto con “el irrestricto respeto al proyecto del otro” del sr. Benegas Lynch, su mentor.

El progresismo que asumimos, por más maltrecho que esté, supo responder a este tipo de agresiones recordando un episodio histórico  que retrata cabalmente al fascismo. Lo haremos una vez más.

Ocurrió en el paraninfo de la Universidad de Salamanca el 12 de octubre de 1936, con motivo de la celebración del día de la Raza. Habían transcurrido tres meses  desde la rebelión  de Franco y la ciudad  universitaria   estaba en manos del bando nacional. Presidió la ceremonia el rector, Miguel de Unamuno (1), y asistieron la  mujer de Franco, Carmen Polo, el general  Millán  Astray, jefe militar de  la ciudad; autoridades religiosas, profesores y público, en medio de un clima de exaltación nacionalista y anticomunista, rodeado de guardias armados con sus fusiles prontos a disparar.

Los profesores que hablaron hicieron una apología hiperbólica de la España católica, a la que consideraron malversada por el liberalismo de la República; el general Millán Astray, un inválido soldado de la más rancia derecha, excitó a los asistentes gritando la consigna tripartita: España una, grande y libre.

Se respiraba un clima de extraordinaria agresividad política, ajena al ámbito universitario. Unamuno estrujaba el papel de una carta pidiendo clemencia para un pastor protestante condenado a muerte. Mientras hablaban los demás, escribía en el reverso unas breves notas de lo que iba a ser su intervención, reservada para el final. No podía esperarse otra cosa que su adhesión, porque había apoyado el alzamiento.

Pero ocurrió lo inesperado. Dirigiéndose a los asistentes, Unamuno dijo con voz firme: “Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo he hecho otras veces. Pero no, la nuestra es solo una guerra incivil. Nací arrullado por una guerra civil y sé lo que digo. Vencer no es convencer y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no   deja lugar  para la compasión; el odio a la inteligencia, que es crítica y diferenciadora, inquisitiva, más no de inquisición”. La audiencia quedó sorprendida y se puso aún más agresiva, esta vez contra el rector, que pasó en un instante a convertirse en un alto traidor.

El general Millán Astray empezó a golpear la mesa de las autoridades y a interrumpir  a Unamuno, pidiendo la palabra a gritos, mientras su guardia ponía a punto las ametralladoras por si fuera necesario usarlas. El militar, enfurecido, dijo entonces dos frases antológicas del fascismo moderno: “¡Viva la muerte!” y “¡Mueran los intelectuales!”

El rector respondió que no le iba a permitir ese agravio porque estaba en el templo de la inteligencia, que sus palabras profanaban. Y remató, desencajado, que para ser inválido le faltaba la grandeza espiritual de Cervantes.

En un gesto de protección, la esposa del dictador lo tomó del brazo y lo sacó a la calle, en medio de las amenazas e improperios de los asistentes. Unamuno fue echado de la Universidad y murió tres meses después. Este tipo de enfrentamiento entre visiones del mundo está más allá de la economía y de la política. Es, efectivamente, una profunda discrepancia cultural.

Una polémica a veces trágica, como la que relatamos, acerca del sentido de la existencia en común: de cómo pensar y de cómo vivir; de cuáles son los valores que organizarán la sociedad, y qué normas deben regir para discutirlos y consensuarlos. Algo crucial, que debe resolverse con inteligencia, no abjurando de ella.

En la Argentina, luego de años de incivilidad, empeoramiento de la educación y embrutecimiento social, se ha erigido un liderazgo insensible al sufrimiento y excitado con la muerte, que alimenta un discurso de odio enloquecedor.

Cabe plantear si estos son los supuestos de un país en el que se pueda vivir en paz y progresar o se trata de extravíos que anticipan una nueva y enorme frustración. Acaso puedan preguntárselo otros integrantes de la élite del poder –empresarios, políticos, periodistas-, que hoy lo aplauden, o negocian con él o le dan espacios para difundir barbaridades. Tal vez no sea ahora o nunca, sino ahora y bien. Y en nombre de la vida, no de la muerte.»

De persistir lo que afirma Fidanza, nos llevará a una Argentina mucho peor.

(1) En la imagen de la entrada se hace referencia a una de sus frases célebres vinculadas con el uso de la fuerza y la muerte en el contexto de la guerra civil española.

No caer en las explicaciones unicausales y abordar la complejidad de los fenómenos

En este blog se ha destacado la importancia de un enfoque que tenga en cuenta la complejidad de los fenómenos y por lo tanto la importancia de un abordaje sistémico.  En función de lo anterior se considera que inducen a un error de análisis los enfoques monistas o unicausales (1).

Uno de los grandes expositores del enfoque de la complejidad ha sido Edgar Morin. En 2008 expresó que «la complejidad es la incertidumbre en el seno de los sistemas ricamente organizados».  En esta misma línea tenemos el relevante aporte de Ilya Prigoyine y los científicos que fundaron la teoría general de los sistemas. Entre ellos está Kenneth Boulding de quien se muestra, en la imagen de la entrada, su propuesta epistemológica de abordaje de la interrelación entre los distintos sistemas o subsistemas. En función de ello transcribiremos a continuación esta nota de divulgación amplia sobre esta temática. Se titula «¿Qué dice la ciencia sobre la mezcla de peras con manzanas? y su desarrollo es el siguiente:

«Existe una afirmación o modismo muy utilizado, como es el caso de que no es posible “mezclar peras con manzanas”.  Ello se debería a que, dado sus aparentes diferencias, se consideran incomparables o inconmensurables, como es el caso de estos dos frutos. O sea, se ha utilizado o caído en una falsa analogía.

Efectivamente es así, si hacemos un análisis muy focalizado en cada uno de estos bienes naturales. Pero, quienes se dedican a la buena cocina pueden hacer una excelente ensalada de frutas, combinándolas entre ellas y con otras frutas. De dos elementos muy singulares se construyó o logró un tercer elemento (la ensalada), que es más complejo y más enriquecedor que cada uno de ellos tomados individualmente.

Claro, no es fácil pasar de lo simple a lo complejo y se puede llegar a aberraciones o a enfoques pseudocientíficos en los que no se debe incurrir. Entre quienes han intentado hacerlo científicamente, se destacan los que desarrollaron la teoría general de los sistemas. Uno de ellos fue el conocido economista Kenneth Boulding (1910-1993).

En un texto de 1956 escribió un relevante artículo que tituló “la teoría general de sistemas y la estructura científica”. Allí planteó como la realidad se puede desagregar, desde una perspectiva sistémica, en distintos niveles o subsistemas, dentro de lo que él denomina un “supersistema” o sistema global.

Los clasifica en diez niveles, partiendo de un nivel 1 con una “Estructura Estática” hasta los últimos tres niveles donde coloca el nivel humano, las organizaciones sociales y los sistemas trascendentales. En el nivel 3 coloca el cibernético que hoy, con la inteligencia artificial generativa, adquiere otra relevancia a la que él le dio en su tiempo.

¿Qué enseñanzas podemos sacar de este enfoque en lo que se refiere al análisis de la realidad y a las políticas que podemos implementar?. En pleno siglo XXI, con el nivel de globalización que hemos alcanzado, y con la evidencia empírica de la huella ambiental que generamos los más de ocho mil millones de habitantes de nuestro planeta (en especial con el modo predominante de producción y consumo que adoptamos), no podemos ignorar que los fenómenos, por más singulares y con autonomía relativa que tengan, tienen impactos o externalidades que van más allá de cada uno de ellos.

Sabemos que el diálogo interdisciplinario, y en especial el transdisciplinario, desde el punto de vista científico es difícil de concretar, por diversos motivos. Ellos van desde un temor a que se trate de disminuir el valor que tiene cada disciplina científica en sí misma, pasando por posturas polares de los participantes, hasta el no poder contar con un enfoque sistémico adecuado que pueda convertir dicho diálogo en fructífero.

De todos modos, se considera que es fundamental hacer el intento para conectar los distintos micro fenómenos con los macro fenómenos que interactúan de diversas maneras: a veces caóticamente, a veces con distintos niveles de desequilibrios o equilibrios parciales, otras con equilibrios generales dinámicos, acotados o transitorios.

Llevado al campo económico, es muy relevante que las políticas que se implementen puedan tratar de articular virtuosamente los distintos componentes del mismo. Por ejemplo, en el caso argentino el necesario equilibrio fiscal, con la búsqueda y el logro progresivo de una equidad social, así como un desarrollo sustentable en el tiempo. No es fácil, pero es imprescindible si nuestra racionalidad se articula bien con los valores, con la satisfacción de intereses comunes (que integren pero que trasciendan los individuales) y una empatía que vaya más allá de una simple cordialidad. Nos puede ir conduciendo a un mundo mejor.«

Esperamos sea de utilidad para el debate en general, y en particular para el caso argentino.

(1) Cuando hay buenos datos esto se pone de manifiesto en los resultados de los análisis econométricos, en base a modelos de regresión que ponderan la importancia de las distintas variables.

 

¿Es posible trasladar exitosamente un enfoque de gestión japonés a la Argentina?: La experiencia de Toyota

La Argentina y Japón son, sin duda, países muy diferentes en cuanto a su historia, su cultura, su organización económica… y cualquier persona podría afirmar seriamente que no es posible trasladar experiencias de este último país al primero. Y sin embargo…hay un caso que demuestra que se pudo adaptar muy exitosamente el enfoque y modelo de gestión empresarial como es el caso de Toyota.

En este artículo de Pablo Ortega, en el diario La Nación, se relata que «Daniel Herrero, ex número uno de la automotriz japonesa, acaba de editar un libro en el que cuenta su experiencia durante el gran salto de la compañía; cómo logró compatibilizar con éxito la filosofía japonesa de mejora continua con la cambiante realidad local.

La historia de Toyota en la Argentina puede ser contada a través de los números, que hablan por sí solos: de fabricar apenas 10.000 pick ups en su primer año, en 1997, saltó al récord histórico de casi 182.000 unidades conseguido en 2023, cuando ya llevaba varios años consolidada como la principal automotriz en producción y exportaciones del país. De emplear a 2200 personas, pasó a tener 8000. Pero quedarse en las cifras sería una visión incompleta: detrás de ese logro hay un conjunto de ideas, una adaptación del “modelo japonés a la argentina” y un norte a seguir que permitió alinear a todas las partes detrás de un objetivo.

Daniel Herrero fue presidente de Toyota entre fines de 2010 y mayo de 2022, cuando fue sucedido por Gustavo Salinas, actual CEO. Entró a la automotriz en 1999 como gerente de Contabilidad y Finanzas, por un aviso que vio en LA NACION, y fue escalando hasta llegar a número uno. Bajo su liderazgo, la filial local protagonizó su gran expansión, al lograr una inversión de US$800 millones en 2013 para ampliar la fábrica de Zárate que le permitió ganar escala y crecer año tras año en producción, a pesar de la inestabilidad económica argentina. La catapulta que posibilitó ese salto fue conseguir mercados de exportación en América Latina, que se abastecían de pick ups Hilux desde la fábrica de Toyota en Tailandia.

“Ganarle” la competencia interna a esa filial con mejoras de competitividad y eficiencia resultó el “sueño” (como él mismo lo define) que Herrero logró transmitir a toda la empresa cada día. Para ese objetivo, resultó esencial el diálogo con el sindicato de mecánicos Smata, que permitió arribar a un acuerdo para incrementar la productividad.

Con “tiempo para escribir” al ya no estar en el máximo nivel de responsabilidad –hoy es presidente de Toyota Plan de Ahorro en la Argentina y de Gazoo Racing, la división deportiva de la marca, en la región-, Herrero puso toda su experiencia vivida dentro de la empresa en un libro, “Kaizen: el método Toyota de la mejora continua”, en el que cuenta cómo logró compatibilizar la filosofía japonesa de trabajo con las urgencias argentinas. En las oficinas de la automotriz en Martínez, recibió a LA NACION para hablar sobre esos años y sobre las lecciones que deja el caso local de Toyota.

– ¿Cómo surgió la idea del libro? Respuesta: La idea original vino por un periodista que me insistió en dejar plasmado en un libro la historia de un proyecto que fue bastante exitoso en la Argentina. También en una reunión, Akio Toyoda –presidente de Toyota a nivel global- me sugirió que lo escribiera porque la experiencia en la Argentina había sido muy buena para la compañía en términos de imagen y fidelidad (de la marca). Un día junté fuerzas y lo arranqué. Me llevó un poco más de seis meses. Cuando uno se corre de la posición de presidente y deja la vorágine de reuniones, visitas y viajes, se da cuenta que recupera tiempo para hacer lo que le gusta, como manejar, o dedicarse a escribir un libro.

– El punto de partida es el “método Toyota a la argentina”, con esos dos mundos tan culturalmente opuestos, entre la planificación a largo plazo y el orden japonés, y la realidad argentina tan inestable. ¿Cómo logró compatibilizar ambas realidades?. Respuesta:  Cuando uno está en una posición de presidente de una multinacional, y más en un país como la Argentina que tiene tanto antagonismo con lo que puede ser Japón, hay que hacer de traductor inteligente sobre lo que está pasando. Por ejemplo: al no haber corresponsales japoneses en el país, las noticias sobre la Argentina que llegaban a Japón provenían de Brasil o Estados Unidos. Para mí era muy importante anticiparme a la noticia y avisarles (a la casa matriz) que mañana iban a leer algo referido a un tema, explicándoles de qué se trataba y hacia dónde podía ir. Ese ejercicio adicional hacía que el japonés estuviera tranquilo de recibir la información de antemano. Todo demandaba una explicación mayor por la situación argentina.

– ¿Esa traducción comenzó desde su posición previa como director de Finanzas?. Respuesta: Sí, la situación demandó crear herramientas de gestión distintas porque en Japón los precios no cambian, al revés de la Argentina. Lo mismo que el inventario: allá lo tiene el proveedor, y a fin de mes la empresa paga las autopartes que utilizó. Acá es diferente. Siempre traté de entender el negocio y dar un paso más, porque la operación acá funcionaba muy distinto a la de Japón. Otro ejemplo: en impuestos, ingresos brutos allá no existe. Acá, una pieza paga cinco veces antes de ser exportada.

– Cuando fue nombrado presidente, ¿con qué desafíos adicionales se enfrentó en términos de cultura y gestión?. Respuesta: El gran cambio fue el horizonte de planeamiento. Yo venía de ser el típico financiero desesperado por cómo cerraba la mesa (de dinero) y de golpe tuve que empezar a pensar en una planta de producción, en la cantidad de empleos que dependen de una fábrica de autos. Estirar ese horizonte te lleva a tener que anticiparte a lo que puede pasar. Y como la Argentina no es tan estable, siempre había que tener cinco o seis opciones frente a lo que podía pasar. Todos los planes requerían una anticipación mayor. Ahí surgió la idea de que, en una condición de inestabilidad como la de la Argentina, lo único que nos podía dar estabilidad era un volumen de operación global y de exportaciones importante, con contenido local que garantizara el abastecimiento para no depender de fluctuaciones del tipo de cambio.

– ¿Esa certeza surgió al poco tiempo de ser CEO, o ya venía de antes? Respuesta: En la empresa anterior a Toyota en la que trabajé, la exportación se veía con la típica mirada de corto plazo argentina, de que sirve solo si deja plata en ese momento. Yo ya venía con la idea de que, en el largo plazo, un volumen de exportación grande te da estabilidad y cierta seguridad para todos los que dependen de la operación. Hoy Toyota emplea a 8000 personas en forma directa y unos 35.000 de manera indirecta. Para la competitividad del producto, tener una escala mayor ayuda a reducir los costos. Una de las grandes cosas fue pasar a una escala global de más de 100.000 unidades anuales de producción. Con esa escala, un proveedor podía vivir solo con Toyota y podíamos invitar a que se sumen nuevos. Es lo que nos pasó con el proveedor de asientos y el de la caja de dirección

– ¿Pasar las 100.000 unidades fue uno de los momentos clave que mencionaría en todo ese proceso? ¿Qué otros hitos rescata? Respuesta: El primer momento clave fue cuando queríamos hacer el proyecto de ampliar la fábrica y nos habían empezado a escuchar en Japón. Dicho un poco en chiste, nos plantearon primero que hiciéramos más de 95.000 unidades con lo que teníamos, con “la coca y el pancho”. Si pasábamos esa cifra, nos habilitaban un plan en serio para invertir en la ampliación de la fábrica. Lo reconozco como el primer hito porque involucró a toda la compañía, en 2012. Después de eso se aprobó la ampliación de la fábrica con una inversión de US$800 millones que terminó en 2015 con el lanzamiento del nuevo modelo (por la actual generación de la Hilux).

La relación con el sindicato

 En el libro ocupa un lugar importante la relación con el sindicato Smata y en especial con su líder, Ricardo Pignanelli (que incluso escribe el prólogo). ¿Cómo se dio ese vínculo y cuánto influyó el proyecto de ampliación de la planta?. Respuesta: La relación venía de antes. Cuando creamos “el monstruo” y empezamos a crecer, el proyecto era de todos. Todos queríamos la ampliación de la planta, desde el último operario hasta nosotros y Pignanelli. Hay algo que siempre recalco: durante mi gestión hicimos fiestas, sorteamos autos, pagamos bonos… Pero el aplauso más grande siempre lo recibí cuando decíamos que íbamos a tomar 10 personas más. El proyecto de crecimiento y de incorporación de gente era un gran atractivo. Y después, el hecho de ser número uno (del mercado), también. La gente veía que lo que hacíamos funcionaba y que era consistente con lo que pasaba. Eso demandó una comunicación interna fuerte para que todos supieran hacia dónde había que ir.

– En distintos pasajes habla de la transparencia en la relación con el sindicato. ¿Cree que fue una de las claves para que el proyecto funcionara? ¿Qué se puede comentar al respecto?. Respuesta: La transparencia con el sindicato en el manejo de la información funcionó. Por ejemplo, hoy la ergonomía de la planta [el control de que las herramientas no lastimen y la posición en la línea sea saludable] la maneja el sindicato, pero el médico lo maneja la empresa. Cuando arrancamos con ese pacto, dijimos que si teníamos discrepancias haríamos una junta. Nunca hubo un problema.

– ¿Ese tipo de relación basado en la confianza fue parte del método “Toyota a la argentina”? ¿O hay algo de eso también en Japón?. Respuesta: No, fue parte de adaptar a la Argentina lo que era el modelo. El ejemplo más grande de confianza para mí fue la pandemia. Lo que veíamos era que Toyota tenía espaldas para pagar los sueldos, pero el segundo y tercer anillo (de proveedores) iban a morir si nosotros tardábamos en volver a producir. Ahí había que salir y ya no era una decisión de ganar o perder plata, sino de qué pasaba si alguien se contagiaba y se moría trabajando. Fue un gesto de confianza de todos. El sindicato estuvo muy bien. Los intereses eran muy contrapuestos en ese momento: por un lado, estaban los funcionarios que te llamaban y te pedían que volviéramos a producir, y por el otro los intendentes que te decían que no querían dejar pasar los camiones por las dudas. Tuvimos que negociar con ocho provincias y 52 municipios para volver a poner la planta en marcha. Usamos los mismos protocolos que en otras fábricas de Toyota y no tuvimos problemas. Los contagios que tuvimos fueron más de afuera.

– Uno de los puntos centrales en el crecimiento de la automotriz fue el hecho de ganarle a la planta de Tailandia (una de las más grandes del mundo de Toyota) como proveedor de pick ups para la región. Para eso, debieron mejorar la productividad y llevar el ausentismo a niveles japoneses. ¿Cómo logró que todos se encolumnen detrás de ese objetivo? Respuesta: La gente no quiere que la dirijan, sino que la administren. Y más hoy, cuando la gente joven cuestiona todo. Teníamos la obligación de comunicar mucho más. Había que explicar lo que significaba si alguien faltaba y la línea se paraba, o qué pasaba si la calidad no era la que pretendíamos. Tuvimos que explicar mucho para que se entendiera la magnitud de lo que íbamos a hacer y que todos se sintieran parte del proyecto.

– En el libro menciona que la filial local terminó siendo de las que más soluciones propuso dentro del método de la mejora continua de la automotriz. ¿Por qué ocurrió?. Respuesta: El operario argentino es creativo. Por ahí lo que le cuesta más es la estandarización, al revés del japonés, que no se mueve de lo establecido. A los dos días, el argentino ya está pensando en cómo puede hacer algo de otra manera. Después hay un sentido de pertenencia, de tomar el proyecto como propio. Eso permitió que no hubiera rotación (de empleados). Si no hubiésemos hecho todo lo que hicimos con la pasión con que lo hicimos, no hubiéramos llegado al mismo resultado. Es que en el fondo ganaban todos. Cuando arrancamos éramos 2200 personas y terminamos 8000. Pero lo dijimos de entrada: el proyecto era diferente. De ahí salió el viaje a Japón con los delegados del sindicato, para que vieran cómo se trabaja allá y entendieran por qué teníamos que lograr un 95% de eficiencia y un 3% de ausentismo. A nivel calidad, Latinoamérica percibía que la Hilux argentina no iba a ser igual que la de Tailandia. Hoy con gran orgullo logramos que ya no quieran la de Tailandia. Cuando empezamos a exportarle a América latina, si había un problema garantizábamos que en menos de 12 horas alguien de la Argentina viajaría para solucionarle el problema a un cliente.

Las lecciones del “ceder para crecer”

– Si tuviera que resumir los mejores y peores momentos, ¿cuáles serían? Respuesta:  De los buenos momentos, la aprobación de la ampliación de la planta (en 2013) es el primero, porque nos dio otra escala y nivel global, y también el hecho de sentir que le habíamos ganado a Tailandia (como proveedores para América Latina). Nunca tuve dudas de que lo íbamos a lograr, era tal el compromiso de la gente que nunca dudé que íbamos a poder cumplir con las metas de producción.Otra satisfacción fue el proyecto de Gazoo Racing (en 2019), el desarrollo de la Hilux deportiva hecho en la Argentina. En cuanto al momento más duro, fue la pandemia. Yo había tomado la decisión de volver y sentía esa responsabilidad.

– ¿Qué lecciones de liderazgo se pueden extraer de la experiencia Toyota?. Respuesta:  Lo que digo siempre es que el diálogo es fundamental. La gente quiere ser administrada y ser parte del proyecto, y eso es muy demandante. Pero hace al entendimiento del proyecto, a que todos sepan lo que hay que hacer. El segundo consejo es la empatía, entender las necesidades del otro. Ahí aparece el “ceder para crecer”: cuando uno va con posturas rígidas [a una negociación], lo más probable es que vuelva sin nada. Si uno va con la intención de hacer algo que ponga a las dos partes en un estadio superior al que estaban, eso es negocio para todos. Si se le plantea a alguien que haga un sacrificio, hay que mostrarle los resultados que obtendrá después.

En lo que uno haga, hay que poner un sueño. Tener una meta clara y levantarse cada día para cumplirlo. Nos pasó con el proyecto de ampliar la planta y ganarle a Tailandia. Lo repetíamos constantemente. Buscamos la forma de ahorrar para bajar costos. Un día, un chico de la planta acercó una sugerencia: desconectar el agua caliente en los bebederos de la línea de montaje, porque ahí solo se toma agua fría. Son centavos, pero ese gesto mostró el nivel de compromiso de la gente para ganarle a Tailandia. Ese operario sabía hacia dónde íbamos, sabía cuál era nuestro punto débil y lo que teníamos que conseguir.”

Esta historia demuestra que se pudo y se puede adaptar y adoptar las mejores prácticas en la organización empresarial, Ojalá este ejemplo se extienda y generalice !!!

El gobierno entra en una nueva etapa

Javier Milei comenzó su gobierno continuando con su ataque a la casta política en general, y en particular destratando a los legisladores con múltiples gestos (desde darles la espalda en su discurso de asunción hasta tratarlos de ratas). Sabía cuál era la composición del Congreso, donde LLA tiene una representación muy minoritaria, que UxP les iba a votar todo en contra, y que con la oposición dialoguista tenía que negociar. Con esta, al comienzo lo hizo tarde, desordenadamente y mal, y los resultados fueron que no pudo aprobar su Ley Bases aunque le había hecho modificaciones.

Con la llegada de Guillermo Francos a la Jefatura de Gabinete esto cambió y el gobierno se dio cuenta que si no sacaba esta ley -como fuera- no generaba credibilidad en cuanto su posibilidad de gobernabilidad. Logró hacerlo en la Cámara de Diputados y ayer en la Cámara de Senadores muy ajustadamente con el desempate de la Vicepresidente de la Nación. Ello le permitió el primer triunfo legislativo y demostrar que entra en una nueva etapa y puede gobernar. Vamos a ver qué pasa con los cambios que introdujo el Senado y vuelven a la Cámara de Diputados.

Tuvo buena repercusión en «los mercados», que junto a la baja de la tasa de inflación y la renovación del swap con China, le da aire económico para una nueva etapa de gobierno, en el contexto de una grave situación social con aumento del desempleo, de la pobreza. fuerte caída de la actividad económica. y serios problemas de gestión. Vamos a ver cómo sigue (1).

(1) Sobre este tema ver esta nota de Carlos Pagni.

 

 

La política pública de parches y de falta de calidad: el kirchnerismo y el caso de la educación

El peronismo es un fenómeno político, social y económico complejo de describir en su devenir histórico. Posiblemente se podría coincidir que uno es el del surgimiento y gobierno en el período 1945-1952, otro es el viraje que le imprimió Perón en el año 1952 hasta su derrocamiento en 1955, otro el de 1973 y el Modelo Argentino, así como de los distintos gobiernos sucesivos como el de Menem, de Duhalde, del matrimonio Kirchner y de Alberto Fernández (con la impronta final de Sergio Massa). En la actualidad a nivel nacional tiene distintos referentes: Cristina Fernández de Kirchner, Axel Kicillof, Sergio Massa, Juan Grabois, Guillermo Moreno, Juan Schiaretti y otros aspirantes (pero con menos posibilidades como Martín Guzmán o que puedan surgir en un futuro). De todo este abanico nos vamos a referir a un caso muy acotado de la provincia de Buenos Aires y su reciente propuesta educativa para el nivel medio difundida por Alberto Sileoni.

La misma tiene elementos de mejoras respecto de la actual situación, y entre ellas propone la no repitencia de materias de los alumnos de la escuela secundaria, donde el ministro se defendió de las críticas. Al final del documento presentado (denominado «Es más secundaria») finaliza expresando «más inversión del Estado provincial en cargos y módulos docentes para el acompañamiento en el aprendizaje«. No dice nada de la actualización de la curricula pedagógica al siglo XXI, de los métodos de enseñanza acompañando la trayectoria educativa de los alumnos (donde estaría incluida la abolición de la repitencia ahora incorporada), de los cambios en la formación de los docentes (y por lo tanto de los Institutos que los forman), entre las principales limitaciones. Si no se toman todas estas medidas, y se supone que se resuelve con «más cargos y módulos docentes» serán nuevos parches y baja calidad de la gestión estatal que no resolverá los graves problemas de fondo en el área educativa (1)

Si la dirigencia argentina, incluída la derivada de la distintas expresiones del peronismo, no construye un estado inteligente en su gestión, con propuestas aggiornadas en distintos temas, no tendrá iniciativas superadoras a quienes plantean la destrucción del estado o la resolución de los problemas sólo a través del mercado. En consecuencia iremos hacia una Argentina peor.

(1) Parece primar el «enfoque de contención» (que los estudiantes sigan en la escuela, lo cual está muy bien) pero no el enfoque de «mejorar radicalmente la calidad educativa».

PD: Sobre la medida tomada por la provincia de Buenos Aires, han opinado entre otros, Guillermina TiramontiMariano Narodowski (este último en línea, aunque con agregados importantes a esta nota de La Nación). Más en general Susana Decibe y esta sobre la escuela secundaria.

 

 

La torpeza como ideología y su reflejo en la gestión

Los argentinos sabemos cuál es la cosmovisión de Milei (anarco-capitalista), en general cuál es su personalidad y temperamento, su acierto -hasta el momento- en lo comunicacional en una sociedad que viene muy golpeada e irritada donde predomina la esperanza de que le vaya bien… entre los principales conceptos.

Luego de aproximadamente seis meses de gestión estamos viendo cómo se desarrolla la misma y cómo se articula lo que sabe y piensa con lo que hace. Entre los modos que se puede expresar esto es ¿cómo alguien que desprecia el Estado puede gestionarlo, y de qué manera para que sea exitosa? ¿cómo alguien que dice que no renuncia a sus ideas (y prefiere irse a su casa para no hacerlo) a la vez no es un “suicida político” y le busca la vuelta para implementarlas? De esto último ha dado pruebas concretas no sólo poniendo a Guillermo Francos para que negocie sino también cómo ha pasado de enfoques muy radicales de dolarización a uno de “dolarización endógena” que está viendo cómo implementar. De igual modo hay que reconocer el éxito de ir bajando la inflación, aunque con la contra cara de una grave caída de la actividad económica, el aumento del desempleo y de la pobreza.

El tema de la relación entre su ideología y su praxis se debate en muchos medios y ámbitos. Uno de los periodistas que más lo está analizando es Carlos Pagni, que en su programa Odisea (del 3/6/24) lo tituló “la torpeza como ideología” y hoy lo transcribió en este artículo, del cual se ha extraído el título de esta nota.

De todo lo expresado se va a tratar de sintetizarlo en algunos puntos específicos relacionados con la grave crisis ocurrida en la gestión del Ministerio de Capital Humano. Tratando de reconstruirla, y tomando como aportes la opinión vertida -en el programa Odisea- por Francisco «Pancho» Olivera, parece que ocurrió lo siguiente:

  • A comienzos de año (enero-febrero) Pablo De la Torre se enfrentó contra la Ministra Pettovello porque quería distribuir los alimentos almacenados en los depósitos, y esta -junto con la opinión del Presidente- no quisieron (¿cómo un estado libertario va a repartir alimentos como el kirchnerismo? O, según Milei «que la gente se muera de hambre no es un problema del estado»). El funcionario amenazó con renunciar pero cometió el error de quedarse.
  • Luego vino la denuncia de Juan Grabois (que luego se comprobó que tenía razón), las negación de Pettovello y su abogada del Ministerio (bien descrita por Pagni y Olivera), y la contratación -vía la OEI– de funcionarios reales y otros que serían «ñoquis» por parte de De la Torre (pero parece que no sólo él lo hizo). La explicación de esto último (rugbiers de San Miguel que apoyan a los De la Torre) sería que el aumento de los sueldos que tuvo que retrotraer Posse (el despedido Jefe de Gabinete) hizo crisis en funcionarios que -si bien estaban dispuestos a colaborar- no consideraban un sacerdocio (o dicho en otras palabras hacer una gran renuncia económica) para acompañar a esta gestión, y había que compensar con sobre sueldos vía contratación de «presta nombres». A eso parece que se le agregó que, para que la plata no se desvalorizara, una parte se cambió en dólares en una cueva financiera.
  • Resumen: el gobierno pasó de acusar al kirchnerismo de ineficientes y corruptos, a auto incriminarse de lo mismo. Además nombró en reemplazo de De la Torre a una profesional que viene de la gestión de Horacio Rodríguez Larreta (según Milei «una lacra») y de la gestión de María Migliore (que Jorge Macri consideró que no debía seguir en la Ciudad) (1). Todo ello expresa un cuadro muy representativo de las profundas contradicciones, incoherencias, y torpezas (como dice Pagni) de la gestión de este gobierno.

Agrego a este resumen: que la ideología o cosmovisión de Milei es su peor enemigo para la gestión. La capacidad de aguante de la población tiene o tendrá un límite no muy lejano, y vamos a ver cómo sigue. Ojalá no defraude la esperanza que la mayoría de la población aún tiene en él.

(1) Sobre este tema Pagni lo sintetizó de este modo: «un Gobierno que no termina de estabilizarse y es lógico, porque no se lo eligió a Milei a pesar de que no tenía equipo, de que no era político y de que no tenía partido. Se lo eligió porque no tenía equipo, porque desconocía el Estado y porque no era un político». Las consecuencias se están poniendo a la vista.

Economías con competencia de monedas y la propuesta de Milei

En el siglo XXI la temática de la competencia adquiere características globales sobre distintos temas, y uno de ellos es la competencia de monedas. En el caso argentino se ha venido manifestando (asociada con la existencia de alta inflación), con la particularidad de un bimonetarismo de hecho. El dólar ha operado como reserva de valor y unidad de cuenta para ahorrar y transaccionar algunos bienes (como los inmuebles) y el peso como moneda para transacciones usuales y menores, así como al pago de impuestos y servicios.

El Presidente Milei ha venido reformulando su propuesta de dolarización (en la práctica una «dolarización endógena«, voluntaria y sin emisión de pesos), y últimamente la ha focalizado en un proceso de «competencia de monedas«. También está dando unos pequeños pasos (también este) en esa dirección.

Hay economistas como Marina Dal Poggetto y Ariel Abelar, así como otros (donde habría que agregar esta donde se plantea que «más que competencia de monedas, estamos ante la competencia entre dos regímenes monetarios y cambiarios muy distintos«), que comienzan a opinar sobre lo que entienden sería su propuesta final. ¿Qué se puede opinar, de manera sintética y provisoria, sobre este enfoque y propuesta de política económica? A continuación algunas afirmaciones provisorias, en base a la lectura de distintas opiniones:

  • En la nota de Perfil, Marina Dal Poggetto dice, entre otras cosas, que “hay que preguntarse cómo va a ser la competencia de monedas, a ‘la venezolana’, donde tuvieron un apagón generalizado entonces dejaron correr los dólares para que los use y suavice la transición, o como en la ‘convertibilidad’, donde podías usar una o la otra. También para qué vas a usar el dólar ¿Para tranzar? Hoy podés tranzar con dólares ¿Para intermediarla dentro del sistema financiero? ¿Y a quién le vamos a prestar en dólares? ¿Con qué tipo de cambio? ¿Con paridad fija o flexible? ¿Y con qué esquema macroeconómico?»,
  • En un artículo posterior, se refiere a antecedentes teóricos en la materia, y entre ellos menciona a los de Julio H.G.Olivera cuando expresa que «en un brillante artículo titulado “la confusión sobre la ley de Gresham”, muestra que respetando los supuestos usuales de preferencias de la teoría microeconómica, que no invalidan las preferencias de la escuela austriaca, la libre elección entre monedas puede ser indeterminada en contexto de tipos de cambio variable en función de los prevalecientes (conforme a los movimientos de oferta y demanda). En otras palabras, no está garantizada la solución de esquina de que la moneda buena vaya a desplazar a la mala, o que la dolarización sea el final de este camino. Podrían coexistir dos o más monedas, con precios, salarios, tasas de interés, etc.»
  • En el artículo que se viene de citar, también expresa que la «Argentina, antes que deconstruir o reconstruir el régimen monetario, debería plantearse en aggiornar la productividad de su sistema económico contemplando las necesidades de inserción externa a través de exportaciones sin destruir por demás el aparato productivo y el nivel de empleo como en los experimentos monetarios anteriores. La popularidad de las propuestas de coexistencia de monedas, que es lo que existe desde siempre, desnuda la desesperanza en la reconciliación de ambos sectores después del último fracaso (el que hoy genera empleo y el que hoy genera divisas). La dolarización del ahorro y la pesificación del salario no es novedad, aunque esta coexiste con una economía cada vez más dual que va a terminar de perpetuarse, hiperinflación y ruptura de contratos mediante, si se avanza en el experimento planteado. Un programa de estabilización es condición necesaria para empezar a encarrilar el balance del BCRA, corregir la distorsión de precios relativos, la brecha cambiaria y establecer un ancla creíble que corte la inercia y reduzca la inflación sin sobreraccionar con la tasa de interés de pesos a fin de licuar parte del déficit cuasifiscal sin “reventar” el capital de trabajo de las empresas.»
  • Por último en este artículo se concluye con una opinión de Econviews que dice lo siguiente: “La implicancia del dólar barato es que desaparecen los incentivos para traer capitales ya sea para inversiones reales como financieras, se desincentiva la exportación de bienes y de servicios. Imaginemos un proyecto de inversión que costaba 1,000 millones de dólares hace 2 meses y hoy cuesta 40% más. Será difícil que los directorios de las multinacionales se tiren de cabeza, más allá de las oportunidades que ofrece la Argentina”.

De todo lo anterior, se puede inferir -salvo mejores opiniones- que con este enfoque y propuesta no vamos hacia una Argentina mejor.

PD: Con posterioridad a la redacción de esta nota, apareció este artículo que da aún mayores precisiones (se agradece a Humberto Bonanata su aporte).

Celebración del 25 de Mayo

Hoy celebramos en Argentina, el día donde comenzó nuestro proceso de libertad como pueblo, Patria y, por lo tanto, Nación incipiente. De allí que es un día de festejo.

Entendemos que es importante que el ejercicio de nuestra libertad sea en una perspectiva de maduración y de desarrollo para todos quienes habitamos esta tierra (1). Ojalá sea así.

(1) Se han escrito muchos textos sobre los problemas y desafíos que tenemos al respecto. Al día de hoy, uno de ellos es este.

La opinión de un economista ortodoxo sobre la política económica de Milei

Juan Carlos De Pablo (ver imagen de la entrada), es un economista serio, de la corriente ortodoxa, con sentido común y en muy buena sintonía con el Presidente Milei (se encuentran semanalmente a escuchar música y conversar). Hoy salió esta entrevista en el diario Clarín, cuyo copete expresa: “si Javier Milei devalúa o afloja en material fiscal, se convertirá en pato rengo“. Para uno de los economistas que más escucha y cita el Presidente, «la inflación no tiene límite para bajar» y podría llegar al 2% mensual. «Pero la clave es que el esfuerzo fiscal que se hizo hasta ahora se mantenga”.

Cuando Ezequiel Burgo le pregunta: “¿Qué es lo que le preocupa?” Responde: “La revaluación del peso. Podemos discutir si hay atraso cambiario o no…” (1). Le repregunta: “Explique qué riesgos conlleva”. Y responde: “Dijimos que los costos en dólares de producir hoy en Argentina son mayores a los de unos meses atrás. Ahora bien: los chinos no tienen ese problema. Pero ahí viene mi otra preocupación: no veo con la claridad de las otras áreas que hemos estado hablando esa misma nitidez en la apertura de la economía del Gobierno y hasta en la Secretaría de Comercio. La apertura hoy es traje a medida y si bajo el arancel del tal o cual insumo. Todo es una señal para decir “che, ¿no tenés un amigo en el equipo económico?”. No me gusta, me gustan las reglas generales…. “ Y luego agrega: “El problema cuando hay apreciación cambiaria es que la responsabilidad de los funcionarios se esparce y no hay una puerta donde solucionar el asunto. Hay problemas de impuestos, gremios, apertura.”

Otra pregunta: “¿Qué otras cosas no le gustan?” Respuesta: “El reemplazo de la obra pública por la privada. Suena muy lindo. ¿Pero dónde está? Y otra cosa que me cuenta mucha gente es que los trámites y la burocracia sigue viciada de mucho papelerío. La política económica es gestión después de que hizo los grandes enunciados”.

Y luego continúa el reportaje, que vale la pena leer. Hay otros economistas ortodoxos que plantean cuestiones similares.

Si lo que dice es objetivo y cierto, algunas de las preguntas que pueden surgir son:

  1. ¿es posible bajar sustancialmente los impuestos que gravan la producción y el comercio (como Ingresos Brutos) en el actual contexto? ¿las provincias lo pueden hacer en esta situación de ajuste fiscal y corte de transferencias? ¿y el Impuesto País se puede sacar?
  2. ¿es posible hacer una mayor reforma laboral que la que está planteada en el proyecto con media sanción de Diputados? ¿esto bajará el costo de transporte de los camiones?
  3. ¿la apertura de la economía (donde se han bajado algunos aranceles) abarcará a los autos, a los productos de Tierra del Fuego…?

Difícil, ¿no? ¿Se hará todo con una continúa depresión en muchos sectores de la economía, sin importar los costos asociados al desempleo? ¿Esto es sostenible?. Son algunos de los temas importantes a considerar sobre la viabilidad del modelo económico de Milei, en un contexto de desorientación, fragmentación y vacío de la oposición.

(1)  Hay un importante debate entre economistas sobre este tema. Un indicador parcial es este y más en detalle este.