En este blog se ha destacado la importancia de un enfoque que tenga en cuenta la complejidad de los fenómenos y por lo tanto la importancia de un abordaje sistémico. En función de lo anterior se considera que inducen a un error de análisis los enfoques monistas o unicausales (1).
Uno de los grandes expositores del enfoque de la complejidad ha sido Edgar Morin. En 2008 expresó que «la complejidad es la incertidumbre en el seno de los sistemas ricamente organizados». En esta misma línea tenemos el relevante aporte de Ilya Prigoyine y los científicos que fundaron la teoría general de los sistemas. Entre ellos está Kenneth Boulding de quien se muestra, en la imagen de la entrada, su propuesta epistemológica de abordaje de la interrelación entre los distintos sistemas o subsistemas. En función de ello transcribiremos a continuación esta nota de divulgación amplia sobre esta temática. Se titula «¿Qué dice la ciencia sobre la mezcla de peras con manzanas? y su desarrollo es el siguiente:
«Existe una afirmación o modismo muy utilizado, como es el caso de que no es posible “mezclar peras con manzanas”. Ello se debería a que, dado sus aparentes diferencias, se consideran incomparables o inconmensurables, como es el caso de estos dos frutos. O sea, se ha utilizado o caído en una falsa analogía.
Efectivamente es así, si hacemos un análisis muy focalizado en cada uno de estos bienes naturales. Pero, quienes se dedican a la buena cocina pueden hacer una excelente ensalada de frutas, combinándolas entre ellas y con otras frutas. De dos elementos muy singulares se construyó o logró un tercer elemento (la ensalada), que es más complejo y más enriquecedor que cada uno de ellos tomados individualmente.
Claro, no es fácil pasar de lo simple a lo complejo y se puede llegar a aberraciones o a enfoques pseudocientíficos en los que no se debe incurrir. Entre quienes han intentado hacerlo científicamente, se destacan los que desarrollaron la teoría general de los sistemas. Uno de ellos fue el conocido economista Kenneth Boulding (1910-1993).
En un texto de 1956 escribió un relevante artículo que tituló “la teoría general de sistemas y la estructura científica”. Allí planteó como la realidad se puede desagregar, desde una perspectiva sistémica, en distintos niveles o subsistemas, dentro de lo que él denomina un “supersistema” o sistema global.
Los clasifica en diez niveles, partiendo de un nivel 1 con una “Estructura Estática” hasta los últimos tres niveles donde coloca el nivel humano, las organizaciones sociales y los sistemas trascendentales. En el nivel 3 coloca el cibernético que hoy, con la inteligencia artificial generativa, adquiere otra relevancia a la que él le dio en su tiempo.
¿Qué enseñanzas podemos sacar de este enfoque en lo que se refiere al análisis de la realidad y a las políticas que podemos implementar?. En pleno siglo XXI, con el nivel de globalización que hemos alcanzado, y con la evidencia empírica de la huella ambiental que generamos los más de ocho mil millones de habitantes de nuestro planeta (en especial con el modo predominante de producción y consumo que adoptamos), no podemos ignorar que los fenómenos, por más singulares y con autonomía relativa que tengan, tienen impactos o externalidades que van más allá de cada uno de ellos.
Sabemos que el diálogo interdisciplinario, y en especial el transdisciplinario, desde el punto de vista científico es difícil de concretar, por diversos motivos. Ellos van desde un temor a que se trate de disminuir el valor que tiene cada disciplina científica en sí misma, pasando por posturas polares de los participantes, hasta el no poder contar con un enfoque sistémico adecuado que pueda convertir dicho diálogo en fructífero.
De todos modos, se considera que es fundamental hacer el intento para conectar los distintos micro fenómenos con los macro fenómenos que interactúan de diversas maneras: a veces caóticamente, a veces con distintos niveles de desequilibrios o equilibrios parciales, otras con equilibrios generales dinámicos, acotados o transitorios.
Llevado al campo económico, es muy relevante que las políticas que se implementen puedan tratar de articular virtuosamente los distintos componentes del mismo. Por ejemplo, en el caso argentino el necesario equilibrio fiscal, con la búsqueda y el logro progresivo de una equidad social, así como un desarrollo sustentable en el tiempo. No es fácil, pero es imprescindible si nuestra racionalidad se articula bien con los valores, con la satisfacción de intereses comunes (que integren pero que trasciendan los individuales) y una empatía que vaya más allá de una simple cordialidad. Nos puede ir conduciendo a un mundo mejor.«
Esperamos sea de utilidad para el debate en general, y en particular para el caso argentino.
(1) Cuando hay buenos datos esto se pone de manifiesto en los resultados de los análisis econométricos, en base a modelos de regresión que ponderan la importancia de las distintas variables.