Las nuevas generaciones y un mundo mejor

La imagen de la entrada nos muestra las distintas denominaciones que se le han colocado a las generaciones de personas nacidas luego de la Segunda Guerra Mundial hasta la actualidad, siendo la última la generación Z.

En una nota de la revista del diario La Nación (de Argentina) se expresa que esta generación, que va entre 8 y 24 años, “se la considera una generación altruista, nada egoista, que se muestra fuerte y políticamente sensibilizada por cuestiones como la desigualdad eonómica y social. El 95% piensa que debe ayudar a quien lo necesita, pero están muy desilusionados con la política tradicional”. En la misma nota señalan que «expertos destacan que los Z están conscientes de las consecuencias de diversas problemáticas sociales, el cambio climático y el terrorismo como una amenaza permanente. Estamos frente a una generación multitasking que ya no se conforma con ser sujeto pasivo, desea producir el cambio y ser partícipe».  También es interesante esta nota de comienzos de 2024.

Estas características, sin duda, son muy auspiciosas y será fundamental que encuentren con una mirada crítica los caminos y procedimientos adecuados para alcanzar sus aspiraciones.

En cuanto a la relación con las religiones y la espiritualidad, y siguiendo con el diario La Nación, en una nota de Lorena Oliva del 15/7/18, comenta que el sociólogo y antropólogo Sergio Semán expresa que «los jóvenes tienden a distanciarse de las religiones institucionalizadas como el catolicismo y los grandes grupos cristianos evangélicos pero, en contrapartida, tienden a asumir creencias sobre el mundo, el ambiente y la subjetividad que incluyen seres sobrenaturales, energías o principios no determinantes por la razón y la ciencia. En esas búsquedas se relatora la religión bajo la forma de lo que suele llamarse confusamente «espiritualidad».

En una nota publicada en el diario Perfil, por Jaime Durán Barba, denominada «Los Valores de la Nueva Sociedad», entre otras cuestiones expresa: «los valores se transformaron, caducaron los que dieron calor a la infancia de quienes estamos en el otoño de la vida y aparecieron otros. No es verdad que ya no existen valores y que está desapareciendo un mundo ideal. Lo que agoniza es una cultura falocrática, desplazada por otra feminizada, que significa un paso adelante en la evolución. En general hay un consenso en cuanto al respeto de los derechos civiles, el racismo está mal visto, se respetan las diversas preferencias sexuales, la alteridad es un valor occidental. El tema de las drogas se trata con menos mitos y represiones, muchos son conscientes del peligro que significan, otros las usan con algún control o sin él. Han aparecido drogas sintéticas que disputan el mercado de las drogas tradicionales, pero es posible discutir el tema racionalmente. Que cualquier tema se pueda discutir con libertad es un avance». Sobre este último tema se ha publicado en el blog una nota que busca promover la reflexión.

Luego sigue diciendo «la sexualidad se libera en un proceso que avanza de manera incontenible. La mayoría de nuestros políticos evitan referirse a temas sexuales. Les incomoda. Se sonrojan cuando lo que dicen supera al machismo tradicional. En esto, el abismo generacional es enorme. No hay duda de que los jóvenes están más interesados en controlar el embarazo que en la postura de su gobierno frente a la deuda externa. No puede ser de otra manera. Tienen un despertar sexual temprano, una vida más erotizada que los antiguos, más libre, promiscua y es lógico que temas como los anticonceptivos, el sida, el aborto inducido, les interesen intensamente». Finaliza expresando: «las mujeres impregnaron nuestra cultura con sus valores y la gente rechaza la violencia del marido con su esposa, de los progenitores con sus hijos, del maestro con los estudiantes, del empleador con los trabajadores, que eran tan  frecuentes hace pocos años. En general vamos hacia un mundo mejor».

Vemos que ambos enfoques son optimistas sobre el futuro de las nuevas generaciones. Seguramente compartiremos que dependerá de lo que las generaciones actuales hagamos con temas muy sensibles de este mundo problemático en cuanto a poder reducir la desigualdad y la pobreza, afrontar el cambio tecnológico y el cambio climático, así como superar dificultades como las que se presentan en muchos países (por ejemplo Argentina) y a escala global. De ser así podremos converger hacia un mundo mejor.

PD: también es interesante esta nota sobre «los jóvenes y la política«.

 

El trabajo desplazado por la IA

En otra entrada hemos planteado la posibilidad de la complementariedad del trabajo humano con la inteligencia artificial (IA). En esta entrada plantearemos la posibilidad de que el trabajo humano sea desplazado definitivamente por la IA (ver la temática de robotlución) y, más en general, que el ser humano sea desplazado y «las máquinas tomen el control» (por ahora sólo en la ciencia ficción). Un sitio que se puede consultar sobre este tema es este.

Hay una línea argumental de que en la historia de la humanidad se ha ido avanzando en lo científico-tecnológico y que, si bien han habido resistencias como con la aparición del maquinismo (ver el caso del ludismo), al final la destrucción de trabajo humano en determinados sectores ha generado nuevos trabajos en otros sectores que posibilitaron la inserción laboral y el progreso. Hoy este enfoque está en crisis (no tanto para un plazo cercano y a nivel «agregado», sino para el mediano y largo plazo), dado que -por lo que estamos viendo- este cambio es mucho más profundo y radical (al estilo de un «nuevo Neolítico» y que excede una nueva revolución industrial «más»). Y viene a pasos acelerados.

Científicos como Stephen Hawking y otros están alertando sobre la posibilidad que la autonomización de los robots los convierta en asesinos (la cuestión de «la ética» en el software de los robots, ya planteada en las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov), empresarios exitosos en la aplicación comercial de la IA -como Elon Musk– hacen un fuerte señalamiento sobre la necesaria supervisión humana sobre este fenómeno, Facebook tuvo que desconectar a los robots Bob y Alice porque habían desarrollado autónomamente  y aplicado un lenguaje entre ellos que los humanos no podemos entender, la aplicación de drones autónomos para matar, Harari en su libro «Homo Deus» nos plantea un futuro inquietante con el «dataísmo», al igual que el último libro de Amy Webb (y también esta entrevista en CNN), esta entrevista con Santiago Bilinkis, y así podríamos seguir (la imagen de la entrada va en esa dirección). Algunas notas y autores comienzan a hablar de «robocalipsis«. Otra de las dimensiones es la señalada por Eric Sadin, en esta nota del diario La Nación donde plantea los peligros del «tecnoliberalismo».

Podemos hacer algo? Una primera respuesta, a corto y mediano plazo, puede ir en línea con iniciativas que se están haciendo en universidades de Estados Unidos que han comenzado a enseñar ética y regulación de la inteligencia artificial, a priorizar las actividades humanas relacionadas con la habilidades blandas (como la empatía), las actividades vinculadas al cuidado (más en general la economía del cuidado), a la cultura, al ocio….como señalan intelectuales como Eduardo Levy Yeyati, a generar un nuevo contrato social vinculado con lo digital como sostiene Gustavo Beliz y esta nota, entre otras.

Una segunda respuesta, y más a mediano plazo, podría ser: depende. De qué depende?: de que los seres humanos, además de la inteligencia limitada que tenemos, seamos «sabios». Qué sería ser «sabios»: canalizar nuestra energía positiva (agressiveness) en tratar de construir un mundo mejor, y no nuestra energía negativa (agressivity) en el dominio de unos sobre otros y en lucha de poderes y vanidades. La IA es resultado de la IH (inteligencia humana), es nuestra «hija» y si le transmitimos lo peor de nosotros mismos terminaremos devorados por ella. En esta línea reflexiona Gerd Leonhard y lo expresa en una nota de Lorena Oliva, del suplemento Ideas del diario La Nación del 1/7/18, donde dice que «harán falta sabiduría y previsión para manejar en forma adecuada el poder que le darán al hombre los próximos avances tecnológicos».

Un tema que viene emergiendo con fuerza es el de la inteligencia artificial generativa, y qué habrá que ir abordando en sus riesgos y aspectos negativos, así como en su potencialidad con un buen uso de la misma.

Si tomáramos conciencia de esta temática podríamos canalizar a la IA en complementarnos hacia un mundo mejor.