Prevención con el Gran Hermano

La hermandad o la fraternidad es algo bueno (1) cuando se la reconoce como una expresión de la igualdad entre los seres humanos y se la transforma en la práctica en una forma de amor, como es el caso de la amistadSin embargo la expresión «gran hermano» que, en años recientes se la asocia a programas televisivos con ese nombre, tiene un significado y un derrotero distinto.

Zygmunt Bauman, en su libro «La Sociedad Sitiada» (Ed. FCE, 2004), de la página 79 en adelante, rastrea los distintos pensadores que plantearon la cuestión de la emancipación, tanto del pensamiento político en general, como lo relacionado con el estado. Allí aparecen, entre otros,  Jeremy Bentham (y su panóptico) y su expresión en Michel Foucault, o las representaciones distópicas del futuro de Georges Orwell y Aldous Huxley. De allí pasa a «la nueva encarnación del Gran Hermano» a partir de las series televisivas y películas alusivas a este título.

En una nota de María Fernanda Mugica, en la Revista La Nación del 8/7/2018, expresa que «veinte años después de su estreno (en junio de 1998 en los EE.UU; en octubre de ese año en la Argentina), The Truman Show sigue siendo valorada como una gran película y admirada como oráculo. Su legado incluye la consagración dramática de Jim Carrey, la predicción del auge de los reality shows y del fin de la privacidad. También sirvió para bautizar a un trastorno mental que afecta a personas que piensan que son los protagonistas de un reality show creado para entretenimiento de otros y quieren escapar de esa situación imaginaria…La privacidad se fue devaluando a medida que los reality shows se convertían en un fenómeno exitosísimo y terminó de destruirse como concepto con la aparición de las redes sociales en las que, voluntariamente, millones de personas exponen sus cuerpos, a sus hijos y a sus mascotas. Ficciones como las que narra la serie Black Mirror se ocupan ahora de pensar y advertir sobre el futuro que nos espera, tal como lo hizo Truman, aunque con mayor conciencia de que hasta lo más extremo puede llegar a suceder. Porque ya sucedió».

Más adelante dice: «Con una vuelta de tuerca de una oscuridad apabullante, el episodio «White Bear» de Black Mirror retoma esta advertencia de The Truman Show, pero la adapta a estos tiempos. La serie británica de antología se centra en las (en general negativas) repercusiones que la tecnología de consumo masivo tiene en la vida actual. El espejo negro del título se refiere a la pantalla del teléfono, la computadora, la tableta o el televisor, que nos devuelve nuestra imagen envuelta en la oscuridad… En una análisis de Black Mirror publicado en la revista New Yorker, Troy Patterson propone clasificar a la serie como una «cacotopía». Según el autor, algunos académicos indican que la cacotopía es una distopía, pero que se concentra específicamente en el declive moral de una sociedad. Los conflictos morales que planteaba The Truman Show en 1998 se fueron acentuando, especialmente después del 9/11. La esperanza es que dentro 20 años Black Mirror sea recordada como una muy buena serie, paranoica, pero no profética».

Esta temática, de alguna manera y vinculada a las redes sociales, ya la abordamos en esta nota y del minuto 21 en adelante de este video, pero podríamos extenderla a toda forma de poder que busca controlar, influir y -a veces- determinar la conducta humana con fines de dominación. Los enfoques y prácticas neoliberales lo que hacen es vehiculalizar esto en el sistema capitalista contemporáneo, del mismo modo que los gobiernos autocráticos o totalitarios para eternizarse en el poder. Ponerle límites a estos poderes, con una gran participación ciudadana y de involucramiento de los distintos gobiernos democráticos, organizaciones sociales, partidos políticos, cultos, y otras expresiones de la cultura, cuidar nuestros datos y nuestra privacidad, ser conscientes de los riesgos de la inteligencia artificial utilizada sin escrúpulos y su autonomización sin códigos de ética, son algunos de los aspectos mínimos a tener en cuenta. Podemos agregar que, al final de este reportaje, hay un mensaje esperanzador.

Promover un cambio profundo de la cultura, que conlleve cambiar la naturaleza del poder (y por lo tanto el tipo de móviles y vínculos humanos), será la solución de fondo que nos conduzca progresivamente a un sentido de la vida que busque una verdadera fraternidad y no el dominio. Es muy difícil, pero ello nos conducirá a un mundo mejor.

(1) en las interpretaciones religiosas conlleva a que somos hermanos/as porque reconocemos que hay un padre común (Dios, o en el caso del judaísmo Abraham). Para profundizar en este concepto desde el psicoanálisis se puede ver el excelente libro de Luis Kancyper, «El complejo fraterno. Estudio psicoanalítico», Ed. Lumen Tercer Milenio, Buenos Aires, 2004.

Liberarnos

Una de las características que tenemos como seres vivientes es la búsqueda y práctica de la libertad (1).

Por lo tanto rechazamos toda forma de dominación tanto la que puede ejercernos la naturaleza como otros seres humanos (y de allí la importancia de emanciparnos).

Un tema tan complejo tiene distintos abordajes como los siguientes:

  • Nuestros conocimientos científico-tecnológicos nos harán progresivamente libres de las restricciones naturales. El progreso en este campo y traducido a lo material en el pensamiento liberal económico y el desarrollo de las fuerzas productivas en el marxismo son dos enfoques de cómo concretar este deseo.
  • En cuanto a liberarnos de la dominación de otros seres humanos, los enfoques son muy diversos:
  1. Anulando al que nos oprime: puede ser desde neutralizarlo y apartarlo, hasta exterminarlo.
  2. Sacarle la herramienta o práctica de dominación e introduciendo una práctica social que se considera superadora: en el caso del marxismo sacando la propiedad de los medios de producción y pasando este dominio a la sociedad en una práctica de socialización.
  3. Estableciendo enfoques y prácticas (como la política) así como reglas de juego o instituciones que impidan, nos “defiendan” o moderen esta situación de jugar la libertad de manera “negativa”: en cambio de apropiarse de recursos o bienes del otro establecer la institución del intercambio (como es el caso del treque y el comercio), en cambio de monopolizar todo establecer limitaciones a la acumulación, en cambio de ser excluido de bienes y servicios básicos elementales establecer derechos que los garanticen….
  4. Ir estableciendo una cultura del compartir, de la empatía, de la solidaridad, del cuidado…. que posibiliten jugar la libertad de manera “positiva y constructiva” entre los seres humanos.

La alternativa 1, lamentable ha sido la más usual. Se basa en buscar la justicia, pero muchas veces está alimentada por el rencor de haber sido dominado o desplazado de un lugar considerado “propio” y posteriormente por ocupar el lugar vacante “como nuevo amo”. Frente al crecimiento del poder creciente del conocimiento-tecnológico del ser humano que hoy poseemos, ello nos puede conducir al holocausto generalizado y por lo tanto al fin de la especie humana en la Tierra. Por esta razón es claramente “desaconsejable” (excepto para los cuales prevalezca la pulsión autodestructiva y suicida).

La alternativa 2, implementada a través de una dictadura (del proletariado, de una vanguardia o líder que lo represente) hasta el momento no ha dado los resultados esperados por la teoría a mediano plazo, en tanto vuelven a emerger clases, grupos y personas que van tomando “antiguos lugares” de dominación (sean restringidos y con mayores beneficios para los dominados o sean salvajes y con nuevas exclusiones).

La alternativa 3 puede ser la más “realista desde una perspectiva racional” (en el mundo actual) en tanto las instituciones sean las adecuadas y sus resultados se vayan evaluando a fin de que se puedan realizar las correcciones necesarias a los procesos o medios involucrados.

La alternativa 4 es la que practican en general (con excepciones) las personas y familias que comparten amor, amistad y afectos en sus núcleos próximos. Buscar de cómo extender estas prácticas culturales de lo micro a lo macro será crucial en la búsqueda de un mundo mejor, y podríamos afirmar en la construcción de un postcapitalismo. Para ello lo macro no lo debe impedir sino más bien dar el marco general para promoverlo.

(1) Sobre el significado cristiano de la libertad véase esta reflexión del Papa Francisco.

La Revolución y el Mito de Procusto

Las revoluciones, en general, resultan de procesos históricos que buscan una emancipación de personas, pueblos y naciones de situaciones consideradas injustas o de falta de equidad, así como por insatisfacciones prolongadas ante aspiraciones frustradas. También pueden ser disrupciones graves por calamidades, catástrofes (como por ejemplo derivadas del cambio climático) o por cambios tecnológicos que no generen posibilidades de trabajo para la mayoría de la población. O sea, que no es un tema del pasado, sino que está abierta a suceder en el futuro como plantea esta nota.

En busca de acabar definitivamente y radicalmente con “la cizaña” de distintas formas de dominación y esclavitud (o situaciones como las que se vienen de mencionar), se impone un modelo o sistema que busque drásticamente garantizar este fin. Lamentablemente ello puede estar asociado a instaurar un sistema o gobierno autocrático con líderes «mesiánicos».

Muchos mitos de la antigua Grecia nos invitan a reflexionar sobre algunas cuestiones. Uno de estos mitos es el mito de Procusto. Sintéticamente este personaje mítico tenía una unidad de medida propia (un camastro) donde toda persona que pasaba por ahí tenía que “cuadrar exactamente” con su dimensión. En caso de que fuera más pequeño lo descoyuntaba y en caso de que fuera más grande lo mutilaba hasta cuadrar.

Esto que se puede aplicar a las relaciones entre padres e hijos o a lo que “espera el macho varón” de la mujer, también se aplica a ideologías, creencias -en general vinculadas al fundamentalismo de distinto tipo- y a prácticas socio-económicas y políticas en distintas situaciones históricas.

Algunas corrientes filosóficas (1), y en especial socio políticas, lo aplican a lo que consideran un «hombre nuevo». Si lo relacionamos con el mito que estamos mencionando se transforma en un «arquetipo rígido», de carácter «integrista» y «desmesuradamente ambicioso». En realidad se transforma en un «delirio», desde el punto de vista subjetivo, respecto de lo que es nuestra condición humana imperfecta y limitada.

Si la revolución y los arquetipos humanos nos conducen a llevar a la práctica el mito de Procusto, coincidiremos que no nos lleva a un mundo mejor (2). Ello no invalida sino que, por el contrario, hace necesario a que tendamos a un horizonte personal y global que nos permita ir convergiendo hacia un mundo mejor.

(1) Es muy interesante esta reflexión.

(2) Lo hemos asociado en esta nota con la instauración del paraíso aquí en la Tierra.