El mundo de la perplejidad y la desorientación

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El diario El País, de España, organizó un evento sobre «La Era de la Perplejidad», vinculado al sitio Open Mind y a un libro preparado por ellos con el BBVA (ver imagen de la entrada), que pone en perspectiva y actualiza (*) esta temática en el mundo contemporáneo. Allí se mencionó -entre otras reflexiones- que frente a la incertidumbre, es pertinente la frase de Marie Curie, que decía: «los seres humanos tememos lo que no entendemos«. Podríamos agregar que también tememos lo que consideramos amenazas (como las migraciones) que tienen causas que son posibles de entender y transformar con los recursos del siglo XXI si hay conciencia y voluntad política. Por lo tanto es fundamental discernir, tener conciencia, los instrumentos adecuados y voluntad política, para poder transformar o canalizar las fuerzas de esta nueva era.

Por su parte James Neilson, en su artículo «El G20 en un mundo desorientado», también aporta su reflexión relacionada con el evento realizado en Buenos Aires y con un panorama más global. En una entrevista que le hace Fernando García, en el diario La Nación, a Anthony Beevor, titulado «Las elecciones morales están en el centro del drama humano», dice -entre otras cosas- «la Segunda Guerra Mundial sigue entre nosotros porque ningún período de la historia puso a los hombres ante tantas elecciones morales… Y las elecciones morales están en el centro del drama humano».

Seguramente hoy sabemos que no alcanza lo que planteó Kant respecto de «lo que importa es la intención en la elección moral». Debemos agregar a las buenas intencioneslos procedimientos adecuados que nos permitan alcanzar resultados que consideremos, no perfectos, pero sí «buenos posibles«. Y esto último en un proceso continuo de evaluación y mejora continua de esos procedimientos y resultados.

Para finalizar plantearemos un ejemplo de curso de acción en una dirección incorrecta, como es la que muchos países toman vinculado al cambio climático. Los intereses vinculados a las energías fósiles, su menor precio relativo -hasta el momento- en comparación con las energías limpias, y lograr empleo y búsqueda de un progreso de corto plazo, agravan dramáticamente el cambio climático. Esto hace que el Presidente de Estados Unidos «no crea» en el informe de los científicos de su país respecto del agravamiento de esta cuestión y que, en el mundo, siga creciendo la producción de carbón.

Entender para proponer algo factible para un mundo mejor significa poder discernir las distintas facetas que llevan a un curso de acción no sólo incorrecto sino también suicida, y de ahí poder armonizar haciendo converger ideas, intereses, instituciones y emociones para una acción concertada -en todos los niveles- que cambien el sentido lo que venimos haciendo. Es una tarea compleja pero, en línea con lo que planteamos al principio, es fundamental si queremos superar la perplejidad y la desorientación o el «sin sentido» vinculado a no ir construyendo plenitud y sustentabilidad de la vida en la Tierra, para nosotros y las futuras generaciones.

(*) Como sabemos a lo largo de la humanidad han habido saltos evolutivos o momentos disruptivos, planteados en el textos como los de Harari, que han generado perplejidad y desorientación. El «sálvese quien pueda» no es una reacción válida en términos sociales o macro. Respecto de la relación entre la complejidad y el capitalismo la hemos abordado en esta nota, por si fuera de interés.

 

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