Sabemos que la indignación es una reacción humana frente a algún hecho que hiere nuestra sensibilidad, valores, y/o intereses que nos afectan. Como fenómeno colectivo en esta referencia se analizan los antecedentes europeos (como España, Francia y otros que se expresan en la imagen de entrada) y de la denominada «primavera árabe» vinculados al movimiento de los indignados, y se podría extender a situaciones de crisis o grave conflictividad en países como Argentina, Ecuador o Chile, por citar algunos de América Latina (1).
Las situaciones son muy diversas desde mal manejo de la macroeconomía, del financiamiento del estado, ajustes fiscales muy violentos, mal balanceados desde la equidad social y sin lograr un consenso mayoritario que lo hagan viable, una conflictividad interna que no logra resolverse de manera virtuosa, de una falta de recursos (cuantitativos y cualitativos) o una mala asignación de los mismos, hasta un mal contexto externo (por ejemplo, alzas abruptas del precio del petróleo, menor precio de materias primas exportables, burbujas financieras, conflictos internacionales, etc.), entre otros elementos (2) que afectan el desarrollo y la prosperidad de las naciones.
Sin embargo hay países, como es el caso de Chile, que han venido creciendo de manera sostenida y reduciendo la pobreza, y -sin embargo- en la segunda semana de octubre se han producido graves incidentes. En esta nota se expresa que «es indudable que en la sociedad chilena existe un malestar acumulado, profundo y rabioso. Estalló el viernes. Por cierto, nadie puede estar de acuerdo con los actos de vandalismo. Son condenables desde todo punto de vista. Pero quedarse en ello, en el vandalismo es parcial. Será tema de estudio analizar las razones del malestar. Sólo a manera de hipótesis podemos enunciar una acumulación de procesos que confluyen para el malestar social. Una sociedad que estimula el consumo por todos los medios, pero cuyo sistema económico se basa en bajos salarios, una distribución del ingreso muy desigual. El uso masivo del crédito privado permite a muchos el acceso a bienes sofisticados –celulares, automóviles, viajes- pero a costa de un endeudamiento que esclaviza y agobia a miles. Una sociedad que se siente desprotegida y que cuando se envejece se tendrá una pobreza segura. Una sociedad donde para tener buena salud o buena educación, hay que tener mucho dinero». Esta hipótesis parece confirmarse en base a este link, donde se expresa que «bajo la consigna #ChileDespertó, los manifestantes se organizaron las redes sociales para reclamar contra un modelo económico en el que el acceso a la salud y a la educación es prácticamente privado, con una alta desigualdad social, bajas pensiones y un alza de los servicios básicos». Ha sido lamentable que -en una primera reacción- el Presidente se haya referido a que «estamos en guerra frente a un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite», sin entender que hay una cuestión intergeneracional con dos experiencias y visiones diferentes, donde los jóvenes desean una mayor equidad y de que el crecimiento llegue a todos (3), así como -podríamos decir- la importancia de construir una «amistad social». Hacia finales de 2019 parece re-encauzarse la situación en Chile con la promulgación de la ley que habilita el plebiscito para reformar la Constitución.
De todo lo anterior se podría inferir que el crecimiento debe tender al desarrollo integral y que el mismo debe ser no sólo sostenible en lo económico sino también sustentable (o equitativo) en lo social y en lo medio ambiental (4). Esto nos ayudaría a que la indignación se canalice de manera mancomunada y positiva, y ello nos conduzca progresivamente a un mundo mejor.
(1) Países como Venezuela lo han «resuelto» con represión, economía ilegal y una emigración masiva.
(2) En la década de los sesenta y setenta del siglo pasado han habido otros elementos como las cosmovisiones, ideologías, modas, culturas y políticas enfrentadas como en el caso de Francia (mayo francés), Italia (las brigadas rojas y grandes huelgas) o Argentina (proscripción del peronismo y gobiernos no democráticos). Nos da la pauta de la multicausalidad y complejidad de los fenómenos que también pueden estar presentes en los casos más recientes, y por lo tanto no fáciles de discernir.
(3) Al respecto es interesante esta nota. En la noche del 22/10/19 el Presidente Piñera pidió perdón por la falta de visión y anunció medidas para hacer frente al descontento (entre las que está una nueva Constitución) que, al momento de redactar esta nota, continuaba. Los trabajadores/as presentaron un pliego de demandas que se deberían atender para que el descontento finalice o se encauce positivamente.
(4) En nuestra opinión, para lograr esto se debería tener en claro cuales son los criterios de éxito de un sistema económico.