¿Qué evaluar de un sistema socioeconómico?

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En una nota hemos presentado los distintos significados que tiene la palabra «sistema». Aquí desearíamos abordar la cuestión de ¿qué evaluar de un sistema?, ¿cuales son los criterios de «éxito»? ¿desde qué o cuales enfoques?, eventualmente ¿qué indicadores? y cuestiones conexas.

En un libro escrito ya hace unos años (1969) por Morris Bronstein, denominado «Sistemas Económicos Comparados«, en su prólogo indica que  el mismo «trata acerca de los métodos alternativos para determinar qué bienes han de producirse, la asignación de recursos para su producción y la forma de distribuir el ingreso resultante», Más adelante señala que los criterios de evaluación más comunes hasta ese momento eran: 1) la propiedad de los medios de producción y 2) el método de asignación de los recursos. En el primer capítulo hay una síntesis (págs. 5 a 24) de una publicación del economista Bela Balassa que se titula «Criterios para evaluar los resultados de sistemas econó­micos«. Los indicadores de resultados los desagrega en cinco: eficiencia estática, eficiencia dinámica, crecimiento, satisfacción del consumidor y distribución del ingreso. Al final en las conclusiones aclara que «la importancia relativa de estos resultados -y con ello la evaluación de un sistema económico- depende de la importancia relativa del tipo de preferencias o escala de valores que se utilice».

Hoy, ya entrado el siglo XXI, podemos decir que coincidimos que la evaluación de un sistema depende de la escala de valores que tengamos, que la eficiencia (o mínimo costo para un determinado nivel de calidad) es relevante, que además del crecimiento (por ejemplo del producto bruto interno o la riqueza) es más bien importante el desarrollo (y en especial sustentable medioambientalmente) (1), y que la distribución del ingreso debe ser -al menos- equitativa (por lo tanto sustentable desde lo social) o sin grandes desigualdades. Podemos decir que en estos últimos criterios, en una gran parte de los países, se está lejos de que así sea.

De manera más simple, y si utilizáramos la pirámide de Maslow como enfoque, podríamos afirmar que un sistema socioeconómico debería garantizar -como mínimo- la base material de la vida y su reproducción, y de allí «elevarse» hasta el máximo nivel de autorealización personal y social. Sabemos que esto no se da en la mayor parte de los países, y por lo tanto a escala global. Incluso en países ricos como Estados Unidos de América hay situaciones como esta. Sí se da en países que han podido actualizar las bases de una economía del bienestar, en especial los países nórdicos.

Una manera más compleja y difícil de evaluar un sistema o un modo de producción es hacerlo en los términos que plantea el marxismo, en el sentido de que desaparezca la «explotación del hombre por el hombre«, medida por la tasa de plusvalía existente. Simplificando podríamos afirmar que «quitando la institución de la propiedad privada» y socializando los medios de producción esto se resolvería. Hoy sabemos que la socialización de los medios de producción terminó siendo la concentración estatal total de los medios de producción y esto fracasó, generando un colectivismo burocrático. Debajo del concepto revolucionario de quitar la propiedad privada se suponía que al quitar el instrumento de dominación o de poder de la burguesía sobre el proletariado o los trabajadores «desaparecía la dominación». No se tuvo en cuenta que si no se cambiaba la «naturaleza del poder« y se canalizaba de otra forma la energía humana (con otros móviles y modos de vincularnos), el dominio (llámese capitalismo, autocracia….) (2) va a reaparecer bajo otras modalidades. A ello se agregó un problema adicional: no cualquiera tiene la capacidad de liderar una organización, sea de carácter económica, política o social, en base a lo que venimos de mencionar y articulado con criterios de eficacia (cumplimiento de los objetivos o propósitos varios), eficiencia, equidad, transparencia, honestidad, calidad de lo que se hace…. De igual modo se puede decir de la aplicación de políticas públicas adecuadas. Por otro lado fueron apareciendo, en el contexto de una economía plural, emprendimientos que van más allá del lucro y del «homo economicus» lo que es esperanzador.

Los sistemas que promuevan una emancipación del ser humano en línea con jugar nuestra libertad positiva en darle un sentido fraterno (por lo tanto de justicia y solidaridad), de amistad social y de vínculo armonioso con la naturaleza deberían ser los que tenemos que construir con urgencia si queremos ir hacia un mundo mejor y no peor.

(1) lo que puede conllevar el decrecimiento de determinados países o sectores de mayor poder económico, y podríamos decir hoy a «escala global». El problema de la sustentabilidad medioambiental es cada vez más grave.

(2) en general se pondera como exitoso el modelo chino, pero -lamentablemente y tal vez por su escala y la complejidad de los problemas que están encarando- no han logrado resolver la cuestión de la autocracia, ni la explotación del hombre por el hombre en términos marxistas. En cuanto a «la escala» hay que decir que países como la India tienen una gran escala y un sistema democrático.

 

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