En los orígenes de la humanidad la economía tuvo rasgos predominantemente comunitarios. Ello se debía, especialmente, a que era «necesario y útil» para la caza y la recolección de frutos y vegetales frente a una naturaleza cambiante y -por momentos- hostil. Otras interpretaciones le adicionan que, además de adaptarnos y rivalizar por el territorio y los recursos, estamos conformados también para ser solidarios y compartir.
Luego de los orígenes de la humanidad recién mencionados, cabe destacar que en la época premoderna han habido muchísimas experiencias de economía comunitaria. En este link de las páginas 9 en adelante (1) se hace una presentación general del tema y se mencionan muchas de ellas.
En el marco de lo que se viene de mencionar, en la modernidad, si bien muchas experiencias comunitaristas continúan (por ejemplo de pueblos originarios, de origen religioso, etc.) surge el cooperativismo (ver los valores en la imagen de la entrada), el mutualismo y, más en general, la economía social como experiencias concretas. En cuanto a la experiencia cooperativa, si bien no fue la primera, el hito fundante más reconocido fue el de los Pioneros de Rochdale (en 1844, en Inglaterra) (2) por parte de obreros textiles que buscaron resolver la necesidad de abastecerse de alimentos y encarar otros fines sociales (ver este libro con su historia). La economía como «ciencia» no le dió reconocimiento a este enfoque dado que se consideró que estaba asociada a la concepción económica premoderna o una economía normativa (en comparación con lo que la ciencia «positiva» considera «es la realidad» independientemente de un «deber ser» que alguna corriente pregone) (3) . Por otro lado el marxismo -si bien la consideraba valiosa- entendía que terminaba siendo absorbida por el capitalismo.
Han existido numerosos pensadores y corrientes vinculadas -en especial- a variantes del socialismo, y a otras (por ejemplo el socialcristianismo o más relacionadas al liberalismo y afines). Entre ellos podemos destacar a Robert Owen, Charles Fourier, Philippe Buchez, Charles Gide, Louis Blanc, Pierre Joseph Proudhon y muchos otros precursores directos del cooperativismo. Sin duda influyeron en ellos lejanos antecedentes aportados por Platón (428-347 a. C.) -en especial su obra La República- y otros como Tomás Moro (1478-1535), autor de Utopía (1516), Tommaso Campanella (1568-1639), autor de La ciudad del Sol (1623), y Francis Bacon (1561- 1626), autor de La nueva Atlántida (1627) (4).
Hoy en día la Alianza Cooperativa Internacional (ACI) estima en el orden de mil doscientos millones de personas que forman parte de alguna cooperativa en el marco de legislaciones nacionales (ver -por ejemplo- esta nota), sobre las que se han hecho reflexiones y análisis significativos. La definición de ¿qué es una cooperativa?, según el congreso de la ACI, en Manchester en 1995, es la siguiente: “una cooperativa es una asociación autónoma de individuos que se unen voluntariamente para satisfacer sus propias necesidades económicas, sociales y culturales, y las propias aspiraciones, a través de la creación de una sociedad de propiedad común y democráticamente controlada”(5), y ellas tienen principios que respetar y practicar. Sobre el «sistema cooperativo» véase este artículo de Julio H.G. Olivera. Además del cooperativismo se ha desarrollado el mutualismo y nuevas modalidades de economía solidaria que ha sido reflexionada por autores como José Luis Coraggio, Luis Razeto y otros. En el caso argentino ha tenido un significativo desarrollo con la inmigración y más recientemente vinculado al cooperativismo de trabajo (en especial en empresas recuperadas), a expresiones de la economía popular (que seguramente tomarán más relevancia por los efectos de la pandemia) y de pobreza, así como en situaciones muy difíciles como es la recuperación de emprendimientos de la mafia (ver este caso).
También cabe decir que el universo de las cooperativas es muy heterogéneo en cuanto a escala (hay pequeñas, medianas y grandes) y en cuanto a sectores. Respecto de esto último, y para el caso argentino, se puede consultar esta página del INAES (y poner «seleccione actividad») para ver la gran diversidad de sectores en las que están presentes. Así mismo se puede afirmar que, si bien son organizaciones democráticas, hay también -en la práctica- una gran diversidad de expresiones, liderazgos y modelos de gestión, a pesar del estricto marco normativo.
A diferencia de empresas sociales (no democráticas pero también experiencias «muy valiosas«), las cooperativas tienen una doble dimensión -en lo organizacional y en los liderazgos- que cuidar articular satisfactoriamente: la asociativa democrática interna y la emprendedora (o como empresa) de provisión de bienes y servicios (según corresponda). Los posibles riesgos o peligros (6) en ambas dimensiones se podrían sintetizar en los siguientes:
- en la asociativa: si se reduce exclusivamente a un «ritual formal» (centrada en una adhesión pasiva pero con poca participación «activa») (7) o si predomina principalmente la deliberación interna (a veces muy centrada en el debate ideológico y de pugna de distintos sectores internos) la cooperativa termina naufragando en un «asambleismo» dentro del sistema económico vigente, lo que puede terminar deteriorando su funcionamiento como empresa.
- en la emprendedora: a) no haber realizado un buen análisis FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades, Amenazas) en un mundo «volátil, incierto, complejo y ambiguo» (y, en particular, en contextos como el de Argentina) que permita una estrategia adecuada y un comportamiento «prudente que minimice y diversifique riesgos» (por ejemplo guardando reservas o recaudos suficientes) (8); b) no tener buenos sistemas de gestión y de auditoría (riesgos externos -por ejemplo vinculados con lo informático o al impacto de alta inflación- o internos de «empleados infieles» o poco capacitados y motivados); c) un buen plan y sistema de comercialización y de compras; d) o si sólo predomina principalmente «lo empresarial» y el «gerenciamiento técnico» (9) -desvinculado de los socios- se desnaturaliza su naturaleza democrática y social (además del peligro de que la gerencia no rinda cuentas de manera transparente al Consejo de Administración y a los socios en general, generándose posibles casos de corrupción); entre otros.
Por lo tanto debe cuidarse buenos enfoques y prácticas, así como el equilibrio entre ambas dimensiones, si se quiere desarrollar de manera integral y sustentable manteniendo su identidad (10) y su sostenibilidad en el tiempo. Un aspecto también a tener en cuenta es el rol del Estado (más allá de su rol regulador y fiscalizador): que debiera estar más presente con adecuados instrumentos de apoyo en el sostén de las entidades más frágiles (en especial vinculadas a la economía popular y al cooperativismo de trabajo) y más distante o totalmente independiente en aquellas que son muy sólidas en su viabilidad económica, trayectoria y estructura institucional.
Podemos afirmar que tanto la experiencia práctica como el desarrollo teórico de la economía social demuestran que es factible una alternativa a los emprendimientos que sólo buscan maximizar el lucro (11). Ello le da un carácter más humanista, democrático y equitativo a la generación y distribución del valor agregado por el trabajo, pudiéndolas ubicar dentro de la economía plural (12) y haciendo un aporte muy valioso para converger a un mundo mejor.
Nota al pie: Sobre el pasaje de una empresa recuperada a una cooperativa en Argentina es interesante, entre muchos otros, el caso de Grissinopoli (en la actualidad “Cooperativa La Nueva Esperanza”) cuya película se puede ver en este link.
- Se transcriben la Introducción y el Capítulo 1 del Libro La Economía Social en el Norte y en el Sur, de J. Defourny, P. Develtere y B. Fonteneau (compiladores), publicado por Ediciones Corregidor en Buenos Aires en el año 2001 (desde el punto II en adelante de este link). Además existe una numerosa bibliografía al respecto.
- Una excelente síntesis de esta experiencia se puede visualizar en el minuto 30 de este video con una exposición del Dr. Dante Cracogna.
- Manuel Fernandez Lopez en un trabajo sostiene (analizando el pensamiento de Juan B. Justo, pero extensible a demás referentes del socialismo), que la economía cooperativa es una expresión del enfoque institucionalista o economía institucionalista en el sentido de cómo aborda la propiedad (algo similar dice Karl Polanyi, en su diferenciación de cómo el capital está institucionalizado en el capitalismo y en el socialismo) y la gestión asociada.
- Mayores detalles sobre esta temática y sobre el cooperativismo en general se pueden encontrar en el libro «Las Cooperativas. Fundamentos, historia y doctrina», de Alicia Kaplan de Drimer y Bernardo Drimer, edición revisada por Mirta Vuotto (Ed. Intercoop, Bs.As., 2017). también es muy valioso un libro de Ivano Barberini.
- Cabe destacar que hay variedades de cooperativismo, como la de Alemania, que son modalidades asociativas que no se consideran solidarias (más allá de la responsabilidad de los socios entre ellos y con terceros, como cualquier otra sociedad). «La solidaridad» no forma parte de los principios cooperativos, aunque se la menciona entre los valores. También se puede señalar que entre los principios y valores y la realidad concreta de una organización puede haber una brecha derivada de las características del grupo humano en cuestión, y que es necesaria de abordar de manera sistemática, participativa y profesional. En cuanto a su relación con el sistema capitalista ya hemos mencionado el enfoque del marxismo, el enfoque del «sistema cooperativo» (en el artículo ya citado de J.G.H. Olivera), los relacionados con la economía social y solidaria, y deberíamos agregar los que la colocan con autonomía en el marco de una economía plural (también se puede ver el gráfico de entrada de esta nota).
- Existe literatura sobre el fracaso de emprendedores o el fracaso de las naciones, pero hay muy poca literatura (en base a una búsqueda rápida que se ha realizado) sobre las posibles causales del fracaso de las cooperativas, salvo artículos periodísticos como este o de carácter más general y completo como este.
- Es un peligro en general, y en especial en la medida que se aumenta la escala de la organización. Es un desafío la implementación de modos de participación (y de «escucha» como pueden ser las de las encuestas on line o presenciales) no sólo en las asambleas y comités de asociados, para detectar si la cooperativa sigue siendo «útil y necesaria» además de «buena» desde el punto de vista de los valores o principios. Ello posibilitará hacer a tiempo los ajustes necesarios para que «lo formal asociativo coincida con lo real participativo».
- Posiblemente haya sido el caso de la Cooperativa El Hogar Obrero que se quiso expandir (v.g. compra del Mercado de Abasto) en un contexto hostil, lo que la llevó a la convocatoria de acreedores y nunca más -hasta el momento- pudo rehabilitarse como cooperativa de consumo (sí de vivienda).
- Un adecuado gerenciamiento técnico articulado con una adecuada estrategia, que tenga una visión realista del contexto y del futuro es fundamental para la viabilidad económica de la cooperativa. En casos como el de la Cooperativa Sancor, de Argentina, se le ha sumado lo indicado en la llamada anterior frente a una política gubernamental que no favoreció al sector, las demoras en los pagos de Venezuela y un rol «no inteligente» del sindicato en el cuidado de la empresa (no es el caso de Sancor Seguros ni de Sancor Salud). Un caso muy positivo de estrategia y gerenciamiento es el de la cooperativa española Dcoop que menciona esta nota, así como este manual de buenas prácticas de la Legacoop, o lo que dice este link en la parte de «actuar» (para cualquier organización, y que habría que hacer las adaptaciones necesarias para las empresas cooperativas), pero el movimiento cooperativo tiene aún -según nuestra modesta opinión- un largo camino que recorrer en cuanto a la generalización y aplicación de estos instrumentos.
- Un despliegue territorial de las cooperativas en la Argentina se puede encontrar en la Ruta Argentina de las Cooperativas. En lo institucional podemos destacar principalmente a COOPERAR y CONINAGRO, la CAM (para el Mutualismo) y como organismo del Estado nacional al INAES. Respecto a políticas públicas se puede ver esta nota.
- Cabe destacar que según una investigación realizada por H. Kantis, Masahiko Ishida y Masahiko Komori (ver esta publicación, en particular el Gráfico 2-7 “Principales motivaciones para ser empresario”, en la página 26), donde se muestran los resultados de una encuesta a fundadores de empresas de los países seleccionados en el estudio y de allí surge que la mayoría no emprende para «hacerse rico» o maximizar el lucro. Si un mundo mejor no tiene como finalidad la mera maximización del excedente económico, estos emprendedores también forman parte de esta aspiración. Se comenta en esta nota.,
- Respecto de forman parte o no del denominado “tercer sector” cabe destacar que, según la Universidad Johns Hopkins, no forman parte debido a que reparten beneficios o una parte de sus excedentes.