¿Qué tendencias predominarán luego de esta crisis?

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En notas anteriores nos preguntábamos acerca de ¿para qué sirve conocer la historia? y sobre algunos de los distintos posibles escenarios luego de la pandemia del coronavirus.

En esta entrada quisiéramos glosar dos opiniones, que entendemos son «complementarias» acerca de las tendencias que pueden predominar luego de esta grave crisis originada por la pandemia del coronavirus.

La primera es una entrevista que le hace Jorge Fontevecchia a Gabriel Tokatlian, donde  el entrevistado desarrolló un concepto guía, sobre “qué nos revelan las grandes crisis históricamente, crisis con impacto geopolítico significativo, financiero y social de enorme repercusión. Lo que suele suceder es que se potencian las tendencias ya existentes, no hay reacomodamientos sustantivos. Por ejemplo, después de la Primera Guerra Mundial, seguida por la gripe española, las tendencias observables fueron elementos que se fueron profundizando”, y aseguró que se generó “un malestar social creciente, una tendencia al militarismo de las grandes potencias europeas y de ideologías antiliberales. No hubo una transformación que produjeran un viraje sustantivo”.

La segunda es otra que ya comentáramos. Surge a partir de una opinión, en una nota en el diario La Nación, de Andrés Oppenheimer. Allí comenta que “Peter Coleman, un profesor de Psicología de la Universidad de Columbia que estudia conflictos políticos y desastres naturales en todo el mundo, y señala lo que pasa  «luego de un tiempo». Al respecto Coleman es cautelosamente optimista sobre una disminución de la polarización es que las catástrofes naturales a menudo actúan como “shocks” al sistema político”. Al cabo de algunos años, muchas veces dan lugar a cambios políticos positivos. Un estudio de 850 conflictos interestatales que tuvieron lugar entre 1816 y 1992 encontró que más del 75% de ellos terminaron dentro de los 10 años después de un “shock” al sistema, me dijo Coleman. Otro estudio realizado por el politólogo de la Universidad de Princeton Nolan McCarty mostró que Estados Unidos era un país profundamente polarizado hasta que dio un gran giro hacia una mayor cooperación política en 1924. Eso fue una década después de la Primera Guerra Mundial, y después de la pandemia de gripe de 1918, que mató a 50 millones de personas en todo el mundo. “El punto es que este tipo de conmociones como la actual pandemia no son una garantía de ningún tipo de cambio, pero, a menudo, son una condición necesaria para cambiar patrones de conducta profundamente arraigados como la polarización política”, me dijo Coleman. Luego reseña las razones para ser pesimista, y finalmente señala que “hasta ahora, es difícil ver que esta crisis pueda tener impactos positivos. Pero la buena noticia es que, si Coleman tiene razón, a menudo hay un efecto retrasado de unos diez años entre las grandes catástrofes y los cambios políticos que disminuyen la polarización interna y externa. ¡Todavía hay esperanza de que esta crisis conduzca a un mundo mejor!”

Si estas dos opiniones fueran «complementarias» y tuvieran razón, tal vez los seres humanos necesitamos de un lapso de tiempo -más o menos prolongado, según las circunstancias- para procesar los hechos en nuestras conciencias y culturas, y tener la posibilidad de poder «evolucionar y ser mejores». Nada está garantizado, nada es duradero, todo es muy complejo y acompañado de mucho dolor…, pero ojalá termine resultando en un aprendizaje (como dice la imagen de la entrada) (1) positivo en línea con un mundo mejor.

(1) Frase que se le atribuye a Miguel Ángel Buanoroti, a los 87 años de edad.

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