El Oxímoron de una Simplicidad Compleja

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Los seres humanos, para entender y actuar, buscamos simplificar los conceptos y enfoques, dado que abordar la complejidad no es fácil. La pedagogía, y los buenos docentes que la practican, tratan de hacerlos comprensivos y simplificarlos. Un ejemplo de ello es el concepto de «mapa» que nos muestra de manera simplificada un territorio que, dentro de él, tiene múltiples fenómenos complejos que no son abordados por el mapa, pero -sin embargo- este nos es útil y práctico para ubicarnos espacialmente y desplazarnos de un lugar a otro.

En cuanto a la complejidad de las reglas podemos citar, entre otros casos, a las religiosas de los judíos en la época de Jesús. Según esta fuente, tenían centenares de reglas o preceptos: «exactamente 365 negativos y 248 positivos (los primeros empiezan por “no…”; los segundos por “debes …”)» y por eso en el Evangelio de Mateo (22, 34-40), se narra la historia de que un fariseo, doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?». Jesús le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas». Esto es «lo esencial» para el cristianismo, y en esta línea va la expresión de San Agustín de «ama y haz lo que quieras».

Ahora bien, así como un mapa no explica toda la complejidad y diversidad de un territorio, tampoco amar es fácil. En el último link que pusimos en el texto de arriba, el sacerdote jesuita que lo explica dice que «el problema es que amar no es tan sencillo. Como lema está muy bien pero a la hora de concretarlo, surgen los problemas. Porque a veces aquello que creo que es amor no dura en el tiempo. Otras veces, detrás de un acto aparentemente generoso, descubro que me estoy buscando a mí mismo; que en realidad me ofusco si no se me agradece lo suficiente. Quiero amar, pero depende de a quién. Hay gente a la que soy incapaz de amar porque me producen rechazo, o me son desconocidos, o simplemente porque ellos tampoco me tratan bien. A veces no me atrevo a amar por miedo a que me hagan daño. Prefiero simular un sucedáneo de amor, que me permite pasar página sin que duela. En ocasiones, amar supone renunciar a mi tiempo o a mi libertad. ¿Un voluntariado? Sí, pero en cuanto llegan los exámenes…».

Algo similar ocurre con las ciencias en general, y sociales y políticas en particular. En este video el sociólogo Boaventura de Souza Santos (1) apela a la alta simplicidad y no a la alta complejidad (que la asocia al neoliberalismo) para los procesos sociales. En un video más largo sobre «democratizar la revolución y revolucionar la democracia» se explaya más detenidamente en estos conceptos. Si bien entendemos hay elementos válidos e intenciones nobles en lo que dice, sus consignas de «alta simplicidad» esconden graves inconsistencias:

  • cuando habla de «revolución» la asocia a la soviética de 1917. ¿Era posible de democratizarla con las singularidades de líderes como Lenin, Trotsky y Stalin, enfoques como el de «dictadura del proletariado» y con la singularidad del contexto de Rusia en ese momento? Entendemos que no. ¿Fue posible de democratizar con Gorbachov? Tampoco. ¿Fue posible implementar la socialización de los medios de producción a través de un proceso democrático en la experiencia de Allende en Chile? No. Por lo tanto este «tipo de cambio radical llamado revolución» no es posible de democratizar, según lo que entendemos es la experiencia histórica.
  • cuando habla de «revolucionar la democracia» sí se puede avanzar en experiencias participativas (como ha sido el presupuesto participativo) pero cuando se hace referencia a múltiples formas de democracia y se citan casos como el de las «democracias populares» detrás de la ex cortina de hierro, el arquetipo entendemos es deplorable. No hace referencia a problemas que se pueden presentar en modalidades plebiscitarias como el Brexit. Plantea formas de «control popular» por fuera de las instituciones republicanas tradicionales. Al respecto entendemos que la experiencia de ongs e instituciones como el defensor del pueblo (o similares) son muy positivas, pero si el modelo fuera la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela (él no la nombra) u otras formas enmascaradas por partes del poder de participación popular, sería deplorable.

Es bueno recordar que la experiencia republicana de «balanceo del poder» es muy antigua. Según esta fuente «el término república fue acuñado por primera vez c. 500 a.C. en Roma, pero con el tiempo el término ha sufrido varios cambios de significado. Inicialmente, el término latino res publica significaba la anterior «forma parcial de democracia» como se encuentra en Roma desde c. 500 aC hasta c. 27 aC… La primera república representativa fue la de Estados Unidos después de la guerra de independencia se fundó como una confederación y luego se reformuló como una República constitucional federal libre y de Derecho implementando conceptos nuevos de la época como la separación de poderes, esta última característica inspirada de las antiguas democracias y perfeccionada con las teorías de Montesquieu unido a la representación del parlamentarismo inglés dio inicio a una nueva forma de gobierno, la democracia representativa, por lo que Estados Unidos corresponde el primer concepto y creación de lo que es la Constitución escrita, el presidencialismo y la justicia independiente».

Respecto del origen de la división de poderes es erróneo lo planteado por una importante dirigente política argentina en el Foro del Pensamiento Crítico realizado en Buenos Aires del 19 al 23 de noviembre de 2018, respecto de que «comenzó con la Revolución Francesa» (ver del minuto 21 en adelante de este video). Según la fuente mencionada más arriba, «la división de poderes fue inicialmente teorizada en el Segundo Tratado sobre el gobierno civil, un manuscrito político de 1690 escrito por el inglés John Locke donde distingue:

  • Un Poder Legislativo que crea las leyes (el principal para Locke) ;
  • Un Poder Ejecutivo que vela por la ejecución y aplicación de las leyes;
  • Un Poder Federativo que conduce las relaciones internacionales, en particular el poder de hacer la guerra, celebrar tratados y establecer relaciones diplomáticas.

Sin embargo, la separación de poderes es materializado por el filósofo político francés, el Barón de Montesquieu, quien en 1748 escribió El espíritu de las leyes, que identificó tres poderes del estado: Legislativa, Ejecutiva y Judicial. La diferencia entre división y separación es que en el primero se acepta la preponderancia de un poder sobre otro, como John Locke llamaba al Legislativo el “Poder preponderante”, y en el segundo su finalidad es la mutua anulación entre los diversos poderes para que ninguno pueda dominar ni ser dominante».

También podemos decir que el concepto de complejidad no proviene del neoliberalismo, como dice de Souza Santos. Uno de los máximos exponentes de este concepto proviene de alguien que venía de haber militado en el partido comunista francés, como Edgar Morin, y que se replanteó el dogmatismo de ese enfoque. Sobre la complejidad se puede ver su libro y un resumen se puede observar en este video.

Cada quien que lea esta nota tendrá su discernimiento y su posición al respecto. Por nuestra parte quisiéramos sintetizar nuestra posición, en diálogo con nuestros lectores:

  1. A esta altura de la civilización humana, si queremos articular democracia con desarrollo inclusivo y sustentable, lo que está probado que funciona son actualizaciones virtuosas de estados de bienestar, como hemos planteado en esta nota.
  2. A mediano plazo sería deseable desarrollar un postcapitalismo que perfeccione y evolucione lo anterior.
  3. En el marco de una economía plural, ya hoy existen formas o modalidades democráticas y participativas como la economía social y solidaria, así como experiencias que exceden la maximización del lucro, como es el caso de la economía de comunión, la economía del bien común, la experiencia de las ecovillas y de economía ecológica, etc., que consideramos deben ser el horizonte deseable y aspiracional de una economía más humana y sustentable.
  4. No es bueno promover experiencias maximalistas que se originan en sistemas democráticos, pero terminan en gobiernos autocráticos.
  5. No se hace referencia al fenómeno de poder como dominio que comentamos en esta nota, y que si no se aborda de manera profunda no podremos evolucionar.

La imagen de la entrada, referida al concepto de oxímoron, en este caso la vinculamos a buscar una síntesis entre simplicidad y complejidad. Sabemos que esta última está asociada, entre otras cuestiones, a la diversidad de singularidades y de contextos, donde no es fácil el discernimiento. El discernimiento debe estar relacionado a someter nuestras creencias y aspiraciones al conocimiento veraz de la historia y de datos empíricos de las ciencias sociales. Sin esto será imposible ir hacia un mundo mejor.

(1) destacado intelectual no sólo en su país (Portugal) y en otros ámbitos académicos como es el caso de CLACSO. A partir de este último su incidencia teórica en el reciente Foro del Pensamiento Crítico realizado en Buenos Aires del 19 al 23 de noviembre. Ha hecho contribuciones importantes en el «desarrollo de una Sociología de las Emergencias, que según él pretende valorizar las más variadas gamas de experiencias humanas, contraponiéndose a una «Sociología de las Ausencias», responsable del desperdicio de la experiencia. Es partidario de lo que llama una «descolonización del saber» y una «ecología del saber» contra el «pensamiento abismal» separado de las realidades concretas. Defensor de la idea de que unos movimientos sociales y cívicos fuertes son esenciales para el control democrático de la sociedad y el establecimiento de formas de democracia participativa».

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