Hace un tiempo reflexionábamos sobre la importancia de las redes desde finales del siglo XX y que toma auge en el siglo XXI acompañado de la economía digital y otras expresiones concomitantes.
En el marco de una economía plural, sin duda, en estas redes fluyen distintos fenómenos (1) como emprendimientos que van más allá del homo economicus, plataformas que buscan facilitar la búsqueda de trabajo en relación de dependencia, el trabajo independiente, las redes solidarias o, cuando se mezcla la gratuidad con los negocios, va predominando una variedad de capitalismo como la que está emergiendo en el siglo XXI. Este sistema, como modalidad de privilegiar la maximización del excedente económico (motorizado por la expansión del consumo), sigue teniendo un rol muy relevante y significativo en el presente siglo, y por lo tanto viene penetrando también en las redes. Al respecto también apunta esta nota de Jimena Valdez, así como los riesgos de generar una nueva burbuja financiera como menciona Juan O´Farrell. Sobre el caso de Mercado Libre se puede ver esta nota de ambos autores. En cuanto a ¿cómo cobrarles impuestos a las multinacionales? es interesante este aporte de Joseph Stiglitz, y respecto de regulaciones laborales se puede ver la iniciativa de California.
Lo que venimos de mencionar, y yendo a lo que aparece como hegemónico, se expresa en el libro de la imagen de la entrada «Capitalismo de plataformas» (2), de Nick Srnicek (3). Según esta nota «un reiterado mantra nos advierte sobre la profunda transformación de nuestras vidas motorizada por la economía digital. Junto con él, un repertorio de expresiones prolifera con la intención de capturar el sentido de estas mutaciones. Economía compartida, economía de la vigilancia, economía app, economía inmaterial, cuarta revolución industrial, son algunos de los tantos términos que intentan mistificar las virtudes o señalar los peligros del nuevo paisaje tecnológico. Distanciándose de esta retórica metonímica para el diagnóstico del presente, este ensayo de inspiración marxista hace foco en la materia prima en torno a la que orbita el capitalismo del siglo XXI –los datos–, y en su aparato de extracción más eficiente: las plataformas.
La tesis de este libro es que el capitalismo se volcó hacia los datos para recobrar vitalidad tras las prolongadas crisis de sobrecapacidad que acechan la producción fordista de bienes y su régimen de empleo desde la década de 1970. El propósito de este ensayo es entonces situar el modelo de acumulación que encarnan Google y Facebook, Apple y Microsoft, Siemens y General Electric, Uber y AirBnb, en el contexto de una historia más amplia, para demostrar que datos y plataformas realizan una serie de funciones capitalistas claves, entre las que se destaca su capacidad para impulsar la deslocalización y la precarización de la fuerza de trabajo».
El autor describe con mucha precisión los distintos tipos de plataformas:
- Publicitarias,
- De las nubes,
- Industriales,
- De productos,
- Austeras.
y sus principales características que se imbrican con otros sectores de la economía. Hacia el futuro estima que se «siguen expandiendo por la economía y la competencia las lleva a encerrarse cada vez más. Las plataformas que dependen de los ingresos por publicidad se ven obligadas a volcarse aún más hacia negocios con pagos directos. Mientras tanto las plataformas austeras que dependen de los costos de la terciarización y deslocalización, y de la generosidad de los capitales de riesgo, o van a la quiebra o se vuelven plataformas de productos (como está intentando hacer Uber con vehículos sin conductor). Al final, parece ser que el capitalismo de plataformas tiene tendencias inherentes a desplazarse hacia la extracción de rentas (4) mediante la oferta de servicios …En términos de rentabilidad Amazon es más futuro que Google, Facebook o Uber. En este escenario, los subsidios cruzados detrás de la cara visible de la estructura de Internet se terminarían, y las desigualdades existentes en ingresos y riqueza llegarían a replicarse en desigualdades de acceso. Más aún, estas plataformas empezarían a succionar grandes cantidades de capital de las compañías que dependen de ellas para su proceso productivo». En cuanto a alternativas, Srnicek es escéptico con las cooperativas, pero no así con el Estado y lo público.
Podríamos agregar que lo anterior también está relacionado con la posibilidad de que la inteligencia artificial -a mediano y largo plazo- vaya tomando o no un rol distópico, o con formas de dominación como las señaladas por Harari en «Homo Deus«. Claro, antes de que lo anterior avance, tenemos el peligro de que la humanidad se extinga por el agravamiento del cambio climático. Dependerá de que prive o no la sabiduría, en lo personal, grupal y a nivel de los distintos países así como en lo internacional implementando políticas públicas. De estas últimas habrá que estar atentos a la cuestión de la fiscalidad de estas plataformas (muchas de ellas con sedes en paraísos fiscales o países con muy baja carga impositiva agravando la desigualdad), a los vínculos que generan entre las personas (muchas de ellas relacionadas en la precariedad de «contratos implícitos» y a la superficialidad de las relaciones humanas). Sobre esto último y las relaciones laborales es muy interesante esta nota. Del mismo modo y desde lo potencialmente positivo sobre la posibilidad de que se promuevan mejoras en distintos aspectos como la educación o los “ecoinventos” que se apliquen fundamentalmente a la economía ecológica a fin de que el sistema sea “sustentable”. Estos últimos nos pueden conducir hacia un mundo mejor.
(1) los que se mencionan no agotan su diversidad que también abarcan la financiarización de la economía, el consumismo y su relación con la no sustentabilidad del planeta, la desigualdad, la pobreza, la informalidad, la economía criminal (como es el caso del narcotráfico, la trata de personas, el contrabando de armas…), la pedofilia, el odio, entre muchos otros que coexisten con muchas cuestiones positivas, en la complejidad del sistema económico del siglo XXI.
(2) Agradezco la referencia a Norberto Crovetto.
(3) Este autor, junto a Alex Williams, escribió un libro donde vincula el postcapitalimo con un mundo sin trabajo (Postcapitalism and a World Without Work) cuya síntesis se puede visualizar en este video en inglés.
(4) Estos fenómenos también están relacionados con los que plantea Slavoj Zizek en un reportaje que le hace Jorge Fontevecchia (agradezco a Horacio Fazio la referencia). Allí, entre otras cosas, se expresa:
P:—¿No es más posible una lucha de clases?
R:—Todos mis amigos de izquierda sueñan que de ahí salga el nuevo agente revolucionario. A mí no me parece que sea el caso. De todas formas, Marx hizo el análisis más eficiente del capitalismo, pero debemos reconocer los cambios que están ocurriendo. ¿Somos conscientes de que –debido a esas tendencias al monopolio– para contener al mercado hacen falta regulaciones estatales fuertes? Si se deja obrar al mercado, se abolirá a sí mismo. No es verdad que son grandes corporaciones con reglas. Los mecanismos estatales se están volviendo cada vez más fuertes. Una segunda cosa me interesa. Los nombres que mencionó usted, los nuevos monopolios –Google, Amazon, Facebook– son algo que Marx no podría haber anticipado. En mi libro trato de desarrollar de dónde proviene el dinero, esas ganancias inmensas. Tampoco son ganancias, son rentas. ¿Qué hace Microsoft? Todos estamos en contacto, necesitamos un medio, que es nuestro medio común. Bill Gates tiene un monopolio (o más o menos) sobre eso. Entonces privatiza nuestro espacio común. Lo mismo Amazon, uno compra libros. Facebook, el espacio común de nuestra vida privada. Entonces, no son ganancias. No es correcto afirmar que Bill Gates nos explota. No explota a sus trabajadores, creo que hasta les paga relativamente bien.
P::—Ni necesita tantos trabajadores.
R:—Nosotros le pagamos a él una renta para que yo me pueda comunicar con usted. Es algo nuevo que Marx no pudo predecir. Marx pensaba que en el momento en que hubiera algo común, se terminaban las ganancias.
2 thoughts on “Economías de plataformas: ¿el sistema en el siglo XXI?”
Querido Ricardo: Es posible, me parece, enfocar la cuestión desde un punto de vista, quizás, un poco más histórico. En efecto como señalas las plataformas reciben sus ingresos de la publicidad o de la venta de servicios, hoy un tanto cuestionados, que son el análisis de esa materia prima llamada big data. Todas estas actividades requieren que la empresa compradora pague, obvio, de modo que esta última debe a su vez obtener ingresos producto de sus ventas a los consumidores, que a su vez deben tener ingresos para poder comprar. Es el famoso principio de la circularidad de la economía, no siempre reconocido. Es decir, las Corporaciones Multinacionales (CM) siguen siendo el centro de gravedad. La motivación principal por la cuales usan los servicios de las plataformas (que son herramentales) es «aumentar» las ventas. Y en este sentido se mantiene la contradicción básica, lo que es bueno para una CM no necesariamente es buena para todas (fundamento político, me arriesgo, del fenómeno tipo Trump en los países centrales). Implican un cambio de paradigma productivo profundo que exige cambios en las estructuras políticas. Pero pregunto, ¿y sus efectos para nosotros, los países, benevolentemente, llamados periféricos? En mi opinión, por supuesto discutible, estas herramientas al penetrar desde los centros a la periferia produce una profundización del histórico proceso colonial. La forma en como se disemina los nuevos paradigmas productivos engendrados en los países «centrales» adquiere una globalidad parecida a la del siglo previo a los movimiento independentistas y populares. Hoy los procesos independentistas y populares ( peronismo, pteismo, revolución ciudadana, etc) deberán reformularse, resignificafse, repensar, y muchos «re» más.
Muchas gracias Norberto por tus valiosos comentarios, así como la referencia del texto comentado. No soy un experto en el tema pero las plataformas, si bien son dominantes en los países centrales, empiezan a ser importantes en países denominados periféricos o emergentes como el nuestro (Mercado Libre, Globant, Olx…) por citar «unicornios» o empresas grandes, y también en países como China (con Alibaba, y otras). La relación con el poder político ha sido muy necesaria para su desarrollo inicial en países como EE.UU., pero actualmente tensa, en especial por las limitaciones a incorporar personal calificado extranjero en las mismas (tan necesario para poder seguir innovando). También muy afin y colaborativa como el caso de Amazon que menciona el libro. Sin duda, como vos decís, va exigir cambios en las estructuras políticas. No visualizo como estos pueden ser. Habría que ver si Estonia (a nivel nacional) o la municipalidad de Tel Aviv son una muestra posible de ese futuro. En general -tal vez- puedan ir desde profundizar el llamado «gobierno abierto» y participativo hasta la utilización del poder político sobre las plataformas para controlar e incidir en su población, con distintas modalidades. Seguramente coincidiremos que esto último nos llevaría a «un mundo peor». Esperemos que, como ciudadanos, podamos hacer todo lo posible para que esto no ocurra. Nuevamente gracias !!!