En una nota publicada el 1/6/2018 por Paula Lugones, se expresa, entre otras cosas que: «El presidente estadounidense Donald Trump encendió este jueves la mecha de una posible guerra comercial global descontrolada: Estados Unidos decidió finalmente imponer tarifas a las importaciones de acero y aluminio de la Unión Europea, México y Canadá, una decisión que fue repudiada por los países afectados, que inmediatamente lanzaron fuertes medidas de represalia. A tono con la política proteccionista del “America first”, el secretario de Comercio, Wilbur Ross, anunció que, a partir del 1° de junio, se aplicará un 25% de aranceles al acero y un 10% al aluminio importado desde esos destinos. Horas después del anuncio de la medida, Trump tuiteó en mayúsculas: “¡COMERCIO JUSTO!” En pocos minutos, Europa, México y Canadá reaccionaron con el anuncio de tarifas similares sobre miles de productos provenientes de Estados Unidos, en una escalada alarmante que también afectará sin dudas a los productores del interior, que verán cerrarse sus mercados internacionales»
Más adelante dice: «México respondió con tarifas sobre productos estadounidenses como aceros planos, lámparas, piernas y paletas de cerdo, embutidos y preparaciones alimenticias, manzanas, uvas, arándanos y quesos. Canadá anunció que se gravarán desde acero y aluminio estadounidense hasta jarabe de arce y bolígrafos, por un valor de 12.800 millones de dólares. El economista Douglas Irwin, experto en historia del comercio estadounidense desde 1763, dijo a The Washington Post: “Es más que altamente inusual. No tiene precedentes que hayan avanzado de esta manera con tantos aliados de EE.UU. y socios comerciales, enloqueciéndolos y forzándolos a tomar represalias”. Agregó que “es difícil ver cómo Estados Unidos puede salir bien de esto”. Actualizando esta información a octubre 2018 sabemos que se ha llegado a un nuevo acuerdo entre EE.UU., México y Canadá, y previamente -en julio- un acuerdo entre EE.UU. y la Unión Europea.
Por lo tanto la principal «guerra comercial» en curso es la de EE.UU. y China, que no sabemos cuanto va a durar y qué efectos terminará teniendo. El 1/12/18 acordaron una tregua en Buenos Aires y el 15/01/2019 lograron un primer acuerdo llamado de «Fase 1» (países como Argentina podrían verse afectados). El trasfondo es una lucha por la hegemonía mundial (donde juega un rol central lo tecnológico, según describe esta nota) entre estas dos grandes potencias (1) Entre otros elementos. es el resultado de un largo proceso de desplazamiento de la industria de Inglaterra a Estados Unidos, y luego gradualmente de este hacia la reconstrucción europea luego de la Segunda Guerra Mundial Alemania, Francia, Italia…, Japón, Corea del Sur, México (2) y finalmente -hasta el momento- hacia Asia con un rol relevante de China (y la «asiatización» de la economía mundial). Sí sabemos, que las guerras no nos conducen a un mundo mejor, y que habría que reformular la globalización (3) de modo de evitar estas situaciones. A comienzos de diciembre de 2019 se ha llegado a un acuerdo parcial. De todos modos, según Joschka Fischer, este escenario es el «fin del mundo que conocimos«. Esta reflexión apela a lograr un acuerdo entre las grandes naciones, pero advierte que «la última vez se necesitó una Depresión, una Guerra Mundial y una superpotencia para que el mundo entrara en razones. ¿Esta vez podrá ser diferente?».
Respecto de este conflicto en el marco de la pandemia del COVID-19 es muy interesante esta nota de Marcelo Cantelmi, haciendo referencia a «una carrera en silla de ruedas por la hegemonía mundial». Realmente «patético».
El nuevo presidente de EEUU, Joe Biden, y respecto a las relaciones con China hay opiniones como esta.
(1) EE.UU. ha definido a China y Rusia como rivales estratégicos según esta nota.
(2) Brasil, Argentina (que había hecho un atisbo con la crisis del 30 y se aceleró con la emergencia del peronismo y el frondizismo), y muchos otros países del mundo. Una cuestión aparte -pero relevante- ha sido el desarrollo de la industria bélica.
(3) Por ahora la reformulación va por el lado de volver a un «mercantilismo aggiornado» y no a resolver cuestiones de fondo como una mayor equidad y abordar el cambio climático.