¿De animal semi racional a ser medio angelical?

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Se le atribuye a Aristóteles la expresión de que el hombre es «un ser racional», que -según este link– lo «afirma en su obra Política, que el hombre es esencialmente animal, social, racional y político debido a los tres componentes que constituyen al hombre: su naturaleza, sus hábitos y su razón. Sin embargo, que el hombre sea el único animal racional, no significa que no sea irracional o actúe irracionalmente». Como dice Bertrand Russell -en la imagen de la entrada (respecto de «animal racional»)-, es difícil de probar.

Ya entrado el siglo XXI, y por aportes de la psicología y el psicoanálisis que vienen del siglo anterior, se plantea que nuestra racionalidad «es limitada». Esto ha sido investigado y probado por la economía del comportamiento, y autores como los premios Nobel Daniel Kahneman y Richard Thaler. Respecto del término «animal» en economía, fue utilizado principalmente John M. Keynes cuando habla de «animals spirits» en su obra «Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero».

Según la fuente que venimos de mencionar, «la cita original de Keynes dice lo siguiente: «aún haciendo a un lado la inestabilidad debida a la especulación, hay otra inestabilidad que resulta de las características de la naturaleza humana: que gran parte de nuestras actividades positivas dependen más del optimismo espontáneo que de una expectativa matemática, ya sea moral, hedonista o económica. Quizá la mayor parte de nuestras decisiones de hacer algo positivo, cuyas consecuencias completas se irán presentando en muchos días por venir, sólo pueden considerarse como el resultado de los espíritus animales —de un resorte espontáneo que impulsa a la acción de preferencia a la quietud-, y no como consecuencia de un promedio ponderado de los beneficios cuantitativos multiplicados por las probabilidades cuantitativas. Keynes parece hacer referencia al término que utilizó David Hume para la motivación espontánea. El término en sí se deriva de la palabra latina spiritus animales, que puede interpretarse como el espíritu (o el líquido) que impulsa el pensamiento humano, el sentimiento y la acción». Podemos decir que tiene cierta afinidad con el término «pulsión«.

Partiendo de la base de que lo anterior «existe», podemos afirmar que los seres humanos también tenemos valores y arquetipos (que forman parte de nuestro «espíritu») con los cuales nos identificamos en un «deber ser» o lo que consideramos «bueno». A veces esto se confunde con «ser seres angelicales» (1) o perfectos en virtud, cuando -la mayor parte de las veces a lo largo de nuestra vida- nos comportamos como seres imperfectos que tenemos que arbitrar entre nuestras necesidades, emociones y deseos, razón limitada, y valores en contextos cambiantes, y muchas veces muy hostiles donde es difícil vivir valores asociados -por ejemplo- con la solidaridad y el amor fraterno. Todo esto juega en «lo humano» (como ilustra la pirámide de Maslow), y si seguimos una perspectiva evolutiva de nuestra conciencia, podemos afirmar que buscamos trascender lo animal y -sobre una base material necesaria o imprescindible– tratamos de que predomine lo afectivo y espiritual o trascendente. En esto consistiría ser plenamente humanos y es lo que nos permitiría converger hacia un mundo mejor.

PD: Agradezco al Lic. José Bekinschtein haber planteado este dilema o problemática acerca de lo «medio angelical»

(1) Nos hemos referido al tema del «angelismo moral» en esta nota. Por otro lado la etimología de «ángel», según esta fuente, en la lengua «española «ángel» procede del latín angĕlus, que a su vez deriva del griego ἄγγελος ángelos, ‘mensajero’.

La palabra hebrea más parecida es מֵלְאָךְ mal’ach, que tiene el mismo significado. El término ángel también se usa en la Biblia para las siguientes tres palabras hebreas:

  • אביר abbir (literalmente ‘poderoso’), en el Libro de los Salmos (78:25).
  • אלהים Elohim (‘dioses’ o plural mayestático de Dios, según los autores), en Salmos (8:5).
  • שנאן shin’an, en Salmos (68:17) y (34:11). Ángeles nombre de pila común de género masculino en castellano y latino.»

 

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