Los Problemas de esta Globalización

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Los europeos, y en particular los franceses, utilizan conceptos como internacionalización o mundialización como diferentes a globalización, entendiendo esta última como una modalidad particular de la primera, difiriendo en el momento de su comienzo

  • … en el Siglo XVI, al iniciarse la expansión capitalista y la modernidad occidental.
  • a mediados del Siglo XX, cuando las innovaciones tecnológicas y las comunicaciones articulan los mercados a escala mundial.
  • hacia finales del Siglo XX, cuando lo anterior se profundiza, estableciéndose mercados planetarios de comunicaciones que se consolidan al desaparecer la Unión Soviética y la división bipolar del mundo.

La literatura anglosajona, y en particular norteamericana, utiliza – en general – el concepto globalización como equivalente a los anteriores en el sentido de “escala”: local, regional, global.

Más recientemente se la ha vinculado con fenómenos como la financiarización de la economía y las crisis derivadas de la misma, y los efectos de la relocalización de la industria en una nueva división internacional del trabajo. Esta última se genera, fundamentalmente luego de la Segunda Guerra Mundial con la reconstrucción de Japón y Alemania, y el cambio de Estados Unidos con China en 1972 y el proceso que se da en este último país (véase la interesante nota de J. Fontevecchia en este link e informaciones a agosto de 2018 sobre el conflicto entre los dos países. A ello debe sumarse el drama de los refugiados de la guerra y los migrantes por situaciones socioeconómicas o de catástrofes climáticas, con sus efectos colaterales sociopolíticos en particular en Europa.

Muchos de los impactos recientes y de algunas propuestas sobre esta globalización están descriptos en un artículo de Dani Rodrik. A ello habría que agregar la nueva presidencia de Estados Unidos, su replanteo de relaciones con países como México, Unión Europa y actualmente con China, y -en general- hacia un planteo de desglobalización (esta nota lo refuerza) En una entrevista del diario Clarín a Charles Powell se expresa:

-De acuerdo al panorama internacional, hoy podríamos decir que la idea del estado como nación estaría en crisis. ¿Considera que es así? -A veces olvidamos lo recientes que son nuestros estados. El estado nación, tal y como entendemos ese fenómeno, nació en el siglo XIX. Tenemos en Europa dos estados muy jóvenes: Italia y Alemania, de 1870 y 1871. Los tres estados fascistas, las tres potencias del eje -Japón, Alemania e Italia- son tres estados nación muy recientes. En el fondo, en la Segunda Guerra Mundial estaban dando expresión a esa nacionalidad recién creada. Dani Rodrik, profesor de Harvard, dice que todo estado moderno tiene que enfrentar cómo hacer compatible la globalización económica, la soberanía nacional y la democracia parlamentaria. Concluye que es casi imposible acomodar los tres fenómenos.

-¿Por qué? -Porque la globalización económica erosiona las otras dos. Por un lado, la globalización salta por encima de nuestras fronteras, erosiona al estado nación. Y, por lo mismo, debilita a la democracia. Por ejemplo, los griegos se dan cuenta de que no importa a quién voten: al final tienen que aceptar políticas económicas diseñadas desde Bruselas.

-Si la globalización jaquea al estado en tanto nación, pareciera no haber futuro para ese sistema de organización política… – La globalización, que se aceleró después de la caída del Muro de Berlín y con la incorporación de los países ex soviéticos al mundo de la economía de mercado, está produciendo una erosión del estado-nación en el sentido convencional. La Unión Europea es nuestra respuesta a este fenómeno. Nuestros pequeños estados-nación son débiles, incapaces de enfrentar estos retos. Nuestra respuesta ha sido la integración económica y política que encarna la Unión Europea¨.

Reconfigurar esta globalización y una nueva división internacional del trabajo tal como la ha encarado Trump con Méjico y la Unión Europea, ¿será posible con China? Es prematuro saberlo (hasta mediados de 2019 parece que no), y el conflicto es muy riesgoso dadas la partes involucradas. Si bien es un re-equilibrio de poder entre los «principales jugadores del sistema», estamos lejos de pasar de lo mercantil a un comercio justo, a terminar con los paraísos fiscales y a generar tasas o impuestos a nivel internacional que permitan terminar con la pobreza y ayudar a revertir el cambio climático, promover una globalización de la solidaridad e ir hacia una autoridad mundial que trascienda los nacionalismos (hoy más fuertes por la crisis del sistema). Tal vez hoy «suene» utópico, pero analizado desde una perspectiva más amplia y sustentable seguramente valdrá la pena tratar de intentarlo para converger hacia un mundo mejor.

 

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