Sabemos que los seres humanos no estamos exentos de tragedias o de caer en precipicios.
Precipicios hay múltiples y variados. Están los derivados de situaciones sociopolíticas como es el caso de EEUU, de la posibilidad de pasar de un régimen de alta inflación a uno hiperinflacionario como puede llegar a ser en el caso argentino próximamente, a que escalen guerras como las de Ucrania o el uso de armas nucleares, de no establecer códigos de ética en la inteligencia artificial (cada vez más evolucionada) o la derivada de no detener el cambio climático en curso.
Sobre esto último se ha referido el Papa Francisco en su Exortación Apostólica Laudate Deum sobre la crisis climática. El P. Luis Casalá la ha relacionado, en este video, con el Evangelio de Mateo 21, 33-46. Allí se hace referencia al precipicio al que estamos llendo por no poder detener el cambio climático (a pesar de que hay numerosas iniciativas en general y en particular en la UE), la incidencia del paradigma científico-tecnológico, el uso sin límites de los recursos naturales y su relación con el incremento de la desigualdad a nivel mundial (1).
¿Qué podríamos agregar sobre el ¿qué hacer para modificar esta situación?. Tratar de presionar a los gobiernos para que inviertan más en abaratar y difundir masivamente las energías renovables, las tecnologías limpias, y el reciclaje. No es solución lo que hizo hace un tiempo el gobierno de Francia de colocar un impuesto al uso de los combustibles fósiles que generó la revuelta de lo que se denominó los «chalecos amarillos«, y que se tuvo que retrotraer.
Tampoco es solución sostener un alto crecimiento económico que requiere de grandes insumos de energía. Es el caso de lo resuelto por el gobierno de China de incrementar el uso del carbón. En el mismo sentido Alemania o Canadá con el petróleo, por citar sólo algunos casos. Los líderes políticos son temerosos de que sus economías se ralaenticen a corto plazo (y por lo tanto el posible deterioro del sostén social que actualmente tienen) y por ello no ponderan de manera relevante las graves consecuencias de mediano y largo plazo que ya se están comenzando a sentir en la actualidad con el incremento de las temperaturas, las situaciones extremas de sequías e inundaciones, entre las principales.
La participación ciudadana para incidir en estos cambios es fundamental, así como todo lo que se pueda realizar en lo micro personal, familiar o de empresas, en el ahorro de la energía, en el cambio de hábitos de consumo y en el reciclaje (o economía circular). Debemos actuar con urgencia, en las múltiples dimensiones de este fenómeno.
(1) En esta nota dimos cuenta de posibles acciones a realizar, a las que debería agregarse esta a escala global. Ello debería estar acompañado del fomento de la economía ecológica.